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OPINIÓN

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SALUD

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TU SALUD SIN COVID

Por: José López Zamorano

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Yo, como millones de personas, sufro de una enfermedad crónica desde hace muchos años. Se trata de la presión arterial alta o hipertensión. Muchos miembros de mi familia materna inmediata tienen un historial similar, mientras que en el caso de mi línea paterna existe una mayor prevalencia de diabetes. Todo lo cual no es sorpresivo porque ya sabemos que algunas minorías étnicas como la latina, registramos tasas desproporcionadamente altas de presión arterial alta, diabetes y de otros problemas crónicos como el sobrepeso y la obesidad.

Pero la epidemia del COVID-19 ha generado explicablemente mucha ansiedad en personas que padecemos enfermedades crónicas, porque la mayoría hemos escuchado que tenemos un mayor riesgo de tener complicaciones severas si nos contagiamos del coronavirus o de alguna de sus variantes. Ese riesgo es aún mayor para aquellas personas mayores de 65 años.

Aún como periodista he encontrado que la falta de información confiable es uno de los principales problemas para quienes queremos estar al día sobre cómo protegernos. Aunque las redes sociales son una amplia ventana que nos permite seguir comunicados socialmente durante la pandemia, también es una fuente inagotable de desinformación.

Tristemente he leído que muchas personas propagan rumores para protegerse del COVID con remedios caseros o amuletos o figuras religiosas. La realidad es que la mejor protección que tenemos para evitar un contagio es el uso de mascarillas que nos cubran la nariz y la boca, mantener una distancia física de seis pies, lavarnos las manos con frecuencia y evitar multitudes.

Por eso me resulta muy alentador ver que una página de Internet “tusaludsincovid.org”, de la Asociación Nacional de Directores de Enfermedades Crónicas (NACDD), ofrece no sólo información basada en datos científicos, sino recomendaciones claras para mantenernos sanos. Y lo mejor de todo, en español.

La página deja en claro que las personas con enfermedades crónicas como asma, enfermedad cardíaca, diabetes no controlada, obesidad o un sistema inmunológico debilitado, deben ser más cuidadosas y protegerse del COVID-19.

También recomienda tomar decisiones más saludables diariamente para ayudar a prevenir enfermedades crónicas en primer lugar. Dejar de fumar, hacer más actividad física, mantenerse hidratado y comer alimentos y meriendas más saludables es una buena forma de evitar una enfermedad crónica.

Conozco de la NACDD porque el año pasado tuve la oportunidad de colaborar en una campaña informativa para sobrevivientes de cáncer, donde una consejera virtual llamada Linda ofrecía mucha información en español para sobrevivientes y sus familiares o cuidadores.

Muchas veces nos sentimos abrumados por la abundancia de información sobre salud y sobre los riesgos que padecemos en la era de la pandemia. Lamentablemente en ese océano de datos muchas veces existe información que no ha sido comprobada científicamente. Debe ser por ello motivo de satisfacción que NACDD y otras organizaciones dediquen esfuerzos para que nuestra comunidad tenga información confiable, actualizada y útil en momentos que más lo necesitamos.

TRISTEMENTE HE LEÍDO QUE MUCHAS PERSONAS PROPAGAN RUMORES PARA PROTEGERSE DEL COVID CON REMEDIOS CASEROS O AMULETOS O FIGURAS RELIGIOSAS. LA REALIDAD ES QUE LA MEJOR PROTECCIÓN QUE TENEMOS PARA EVITAR UN CONTAGIO ES EL USO DE MASCARILLAS QUE NOS CUBRAN LA NARIZ Y LA BOCA, MANTENER UNA DISTANCIA FÍSICA DE SEIS PIES, LAVARNOS LAS MANOS CON FRECUENCIA Y EVITAR MULTITUDES.

SIEMPRE SE HA DICHO QUE EL MUNDO NACE EN NOSOTROS, Y QUE DENTRO DE SÍ, ES DONDE TOMA VIDA. POR ESO, ES IMPORTANTE CUIDARNOS Y, TAMBIÉN, HACERLO CON EL ENTORNO QUE NOS RODEA; PUESTO QUE, TODOS FORMAMOS PARTE DE ESE HÁBITAT COMÚN, CON ENORMES DESAFÍOS POR DELANTE.

NOSOTROS, LOS HUMANOS

Por: Víctor Corcoba Herrero

Siempre se ha dicho que el mundo nace en nosotros, y que dentro de sí, es donde toma vida. Por eso, es importante cuidarnos y, también, hacerlo con el entorno que nos rodea; puesto que, todos formamos parte de ese hábitat común, con enormes desafíos por delante. En cualquier caso, las perspectivas mundiales continúan siendo muy inciertas, puesto que aún queda mucho por forjar para superar la pandemia y evitar un aumento persistente de la desigualdad. Desde luego, la ausencia de un proyecto colectivo nos distancia y empequeñece. Por desgracia, seguimos en esa pugna de intereses que nos enfrentan mutuamente, hasta destruir nuestra natural esperanza.

El linaje, en su conjunto, tiene que dar prioridad al gasto sanitario, priorizándolo en vacunaciones. Asimismo, la política fiscal, ha de estar focalizada, en respaldar, tanto a las empresas como a los hogares afectados. Jamás podemos caer en la pasividad, es menester salvarnos de nuestras miserias humanas, más allá de las inútiles fronteras que nos hemos levantado, cuando en realidad lo que hay que facilitar es la búsqueda de consensos, máxime en este momento crítico que vivimos, con tantos agentes desestabilizadores. Al fin y al cabo, somos un pedazo de universo hecho luz, pues no nos hagamos sombra unos a otros. Si acaso, dejémonos fascinar por ese ser, más corazón que coraza, al que sólo lo puede socorrer otro idéntico.

En el nosotros, los humanos, no puede haber un todo contra todos, sino un hacer de cada uno en favor de los demás, lo que exige una responsabilidad conjunta, que nos garantice una asistencia y acogida, donde nadie pueda sentirse extraño. El problema es que un camino de unidad, únicamente puede ser recorrido por gentes libres, dispuestos a no viciarse, para dejar asegurada la subsistencia de cada cual y construir bases más sólidas para el futuro. El tesón, la confianza entre análogos, rompe todas las barreras. Urge, por consiguiente, que salgamos de cualquier moda ideológica, que cultivemos lo auténtico, y fortalezcamos con espíritu reconciliador el sentir de nuestros propios lenguajes, para hacer cuando menos un mundo más justo y más sano, menos agonizante y siempre con ánimo de acción y reacción; desde la pobreza y la igualdad de género, hasta el cambio climático, la divergencia de ilusiones y el cierre de la brecha financiera. Pensemos que nuestras gestas hablan sobre nosotros, tanto como nosotros sobre ellas.

Lo que no puede hermanarse son sociedades empedradas, que no sienten, polarizan y marginan. Quizás tengamos que aprender a repoblarnos de poesías, a vivir como pueblo y a juntar todos los huertos en un nosotros, que nos pongan alas a la vida y nos hagan familia; antes de que reaparezca una cultura de muros que nos impida ver el horizonte de lo humano en lo trascendente, que es lo que en realidad nos hace volar, después de haber sido golpeados por sistemas que atesoran únicamente beneficios, corrompiéndolo todo con tendencias ideológicas vengativas, manipulando y falseando hasta nuestro personal destino poético. Con la transparencia al poder y los sueños de la libertad a escena, seguramente puede ayudarnos a vernos más vivos, junto a ese carácter amable de confrontar ideas, reconstruyendo puentes. Vinculémonos de verdad, bajo este quehacer de principios y valores.

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