HISTORIAS CURIOSAS DE ESPACIOS COTIDIANOS EN PUNTA ALTA
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HISTORIAS CURIOSAS DE ESPACIOS COTIDIANOS EN PUNTA ALTA
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Año 1 Nº 1 - Septiembre 2002
El Cementerio de Colina Doble
(Ruta 229 y acceso a
Villa del Mar)
"En este último día de mi actuación en las obras, pienso con sentimiento y envío un saludo respetuoso a los cooperadores modestos, pero activos, que duermen el sueño eterno a la sombra de Colina Doble..." (Luis Luiggi, Orden General Nº 141, 31 de marzo de 1905) El cementerio surgió por una necesidad lógica de una población que, a raíz de las obras de la Base Naval pasó de unos pocos cientos de habitantes dispersos antes de 1896 a más de 7500 en 1906 concentrados en torno al puerto militar. En un principio, fue concebido para inhumar a personal de la Armada (tanto militar como civil), a hermanas de la congregación Terciarias Misioneras que se desempeñan en el Hospital Naval que desarrollaba tareas en el Hospital Naval y a sus familiares. La falta de un camposanto más cercano, obligaba a mucha gente a hacer enterrar a sus deudos en Bahía Blanca, con los gastos y molestias que ello originaba. Aquellos que por su situación económica o por estar sin parientes en la zona no podían acceder a un entierro en la necrópolis bahiense, eran enterrados en Colina Doble. Esta situación recién pudo revertirse en 1907, cuando se inauguró el actual cementerio en Punta Alta. La primera tumba de Colina Doble data de 1900 y es Augusto Sala, carbonero de escuadra, quien falleció a bordo del acorazado Garibaldi a raíz de "una herida penetrante en el corazón". Otro de los primeros muertos enterrados allí es el célebre Giacomo Gígola, quien fue primer maestro de Punta Alta y que murió de gangrena en 1903. Hoy en día, el cementerio cuenta con 1267 tumbas. La mayoría está sin placa que los identifique (1170) y existe un número de tumbas NN (120) de las cuales la mayor
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parte, 102, corresponde a gente fallecida entre 1900 y 1904. Todavía se cuenta con lugar para futuras inhumaciones. En los últimos años, se efectuaron entierros de miembros de la Armada sin familiares en la zona y de religiosas que desempeñaron tareas en el hospital. Un interés adicional del cementerio estriba en ser el único de nuestro país en jurisdicción naval, lo que constituye una rareza y habla por sí mismo de la importancia de la temprana urbanización de la Base de Puerto Belgrano.
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Año 1 Nº 2 - Octubre 2002
El Monumento de la Plaza “La plaza tiene dos diagonales y dos transversales, entonces al poner esa figura que tiene cuatro caras y al ser paraboloides hiperbólicos digamos las cuatro esquinas vos tenías ocho visuales distintas, pero no distintas más o menos, absolutamente distintas, si vos mirás y sacás ocho fotos vos tenés ocho fotos absolutamente distintas.” (Arq. Héctor Chevalier) Cualquiera que pase por la plaza Belgrano, sea o no puntaltense, no puede dejar de prestar atención al extraño monumento que domina el centro de la misma. Cualquiera que habita la ciudad, alguna vez en la vida, se preguntó sin hallar respuesta qué representa concretamente. Es que hay que reconocer que posee una forma peculiar que alimenta la imaginación de diversas maneras. Existieron y existen varias explicaciones de las cuales una prevaleció sobre las demás en la memoria popular sin que se halla podido rastrear su origen. La explicación en cuestión sugiere que el monumento fue construido con el fin de representar una bandera flameando desde la perspectiva de un avión. Esto nos haría pensar que un arquitecto con un interés mezquino nos privó a los transeúntes de una vista desde el suelo para brindarle una bandera flameando al afortunado que pueda surcar los cielos en una aeronave. La verdad que desmiente la hipótesis inicial es fácilmente rastreable: basta consultar al arquitecto que en la década del 70 tuvo la tarea de levantar este monumento. El antiguo conjunto (conformado por el busto del prócer con pedestal de mármol negro, entre cuatro columnas unidas por cadenas) se encontraba muy deteriorado. Por ello en 1977, durante la intendencia de Guillermo García, junto con el embellecimiento de la plaza (pintura de juegos, realización de baños, jardinería) se dio inicio al proyecto de sustituir el monumento original. Si bien la intención inicial era restaurarlo, su mal estado lo impidió, razón por la que tuvo que ser construido otro en su lugar. El nuevo diseño, a cargo del arquitecto Héctor Chevalier hizo que el monumento mirara hacia el mástil que se encuentra entre las calles Rivadavia y Murature, para lograr una relación entre Belgrano, la bandera y la Municipalidad. Simbólicamente personifica al General Belgrano (cuyo busto se rescató y fue incorporado al nuevo conjunto), rodeado por los paños de la bandera flameando y en la cima del monumento la punta alta, accidente geográfico que da nombre a la localidad. La construcción logró efectuarse en escasos meses y con bajo costo, logrando dar a través de la técnica de construcción de paraboloides hiperbólicos, sensaciones de volúmenes y movimientos, obteniendo ocho visuales distintas según los ángulos desde donde se lo observe.
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Se hizo asĂ un nuevo proyecto aunque conservando el significado del anterior, el homenaje de la ciudad a Belgrano.
BibliografĂa *La Nueva Comuna, 17 de marzo de 1935. *Revista Punta Alta, 24 de julio de 1935. *La Nueva Provincia, 20 de junio de 1977.
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Año 1 Nº 3 - Noviembre 2002
LAS REJAS SOBRE COLON Otro de los mitos puntaltenses es el referido al origen y objeto de las rejas verdes que se extienden a lo largo de la Av. Colón entre Villanueva y 9 de Julio. Casi todos piensan que éstas tienen por finalidad separar la BNPB de la ciudad de Punta Alta y que fueron originariamente parte integrante del sector militar. Esto, sin embargo, dista mucho de ser cierto. Si uno presta la debida atención, y puede verificarse cada vez que se ingresa o egresa de la Base por los puestos 1 o 2 se verá que, inmediatamente detrás de las rejas se hallan las vías del ferrocarril y, unos metros más allá, el alambrado perimetral que sí es el encargado de delimitar a la zona naval. ¿Cuál es, entonces, la verdadera historia de las rejas? Para ello debemos remontarnos a principios de siglo, cuando en 1910 el Ferrocarril Rosario-Puerto Belgrano (RPB) inauguró su línea y su terminal de Estación Solier. Casi enseguida, pensó en extender sus vías hacia Bahía Blanca, lo que redundaría a la empresa mayor actividad de cargas y pasajeros. Inició una abierta competencia con el Ferrocarril del Sur, que desde 1898 servía al mismo trayecto, con la terminal Punta Alta sita en el lugar donde hoy funciona el Museo Naval. En 1913, la compañía del RPB compró los solares donde iba a erigir su estación terminal en Bahía Blanca (que se conserva, refuncionalizada como terminal de ómnibus) e inició las gestiones para el tendido de vías. En 1918, la ley Nº 10439 autorizó a la empresa a construir y explotar el ramal que pasaría por avenida Colón. Los trabajos del tendido de vías, iniciados en 1921, estuvieron a cargo del ingeniero Armin Reimman, quien falleció faltando poco para concluir la obra, terminada por el Ing. Lucien Capelle secundado por el técnico Dionisio Monti. De ese año es el apeadero de madera que se levanta al costado del paso a nivel de Colón e Irigoyen, actualmente sede de la Dirección de Turismo. También se construyó el puente cercano a Villa del Mar. Finalmente, el 2 de marzo de 1922 se inauguró el servicio Alte. Solier-Punta Alta-Bahía Blanca, directo y que demoraba 25 minutos. La ordenanza municipal de 1918 que autorizaba, junto a la ley respectiva, el funcionamiento del ramal, obligaba al RPB la concreción de obras complementarias,
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entre las que se hallaban la urbanización en toda su extensión de la parte de la Avda. Colón lindera a la BNPB , entre Villanueva y 9 de Julio, exigiéndose la colocación de cordones de granito, y dejándose cuatro metros de acera. En el límite de la avenida con la vía se establecía la construcción de una verja de alambre tejido sobre un zócalo o pared de mampostería, a cuyo pie se excavaría una zanja colectora de aguas pluviales. Además, la empresa se comprometía en dejar en condiciones de transitabilidad para carros y vehículos automotores el camino entre Punta Alta a Bahía Blanca,desde el sector macadamizado de Colón hasta Grünbein.
Bibliografía - Boletín Municipal de Bahía Blanca, Bahía Blanca, Municipalidad, 1923 - Gustavo Chalier: Inversiones francesas en P. Alta. Ferrocarril RPB y P. de Arroyo Pareja (1900-1930) AHM(inédito) - Informe sobre el cordón ferroviario paralelo a la Av. Colón, informe N° 2 de lsa CPHCA julio 2002
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Año 1 Nº 4 - Diciembre 2002
LAS REJAS SOBRE COLON
Segunda parte
Las obras finalmente se construyeron y la inspección de la Municipalidad , el 30 de abril de 1923 encontró algunas de ellas parcialmente construidas (tal el camino a Grünbein, realizado hasta la mitad) y algunos cambios respecto a las exigencias originales. Tal vez el más significativo y de particular interés para el tema, sea la decisión del Ferrocarril de reemplazar la verja de alambre por una de hierro, más sólida y de mejor aspecto estético. Estas son las rejas origen de esta nota. Rejas que encontramos también flanqueando el edificio de la antigua terminal de la línea en Bahía Blanca (hoy Terminal de Ómnibus); tan sólo difieren en el color en que se encuentran pintadas: las de Punta Alta, de verde, las de Bahía de negro. Pero su valor va más allá de sí mismas. Forman parte de un fragmento urbano que posee una imagen muy marcada, con características que le son propias y que articulan con el pasado y la identidad de la ciudad. Efectivamente, como ya quedó dicho en la nota anterior tanto el espacio de las vías como las construcciones anexas conformadas por el apeadero de madera ( Colón y B. de Irigoyen),las columnas de alumbrado, las paredes y columnas que sostienen las famosas rejas fueron en su origen parte del equipamiento necesario para el funcionamiento del ramal Punta Alta-Bahía Blanca del Ferrocarril Rosario-Puerto Belgrano. Luego de la nacionalización de las empresas francesas en 1947, el conjunto pasó a la administración del Ferrocarril Gral. Roca, que levantó varios tramos de las vías de los antiguos FFCC Sud y Rosario-Puerto Belgrano que corrían paralelos y unificó el ramal desde la ciudad hasta Bahía Blanca. El triste fin del servicio ferroviario en la década del '80 puso al sector en casi total estado de abandono, del que lo sacó, parcialmente, la refuncionalización del sector del apeadero, convirtiéndolo en asiento de distintas dependencias municipales. Tal como dice el Informe respectivo de la Comisión de Patrimonio del partido, la función principal de las rejas y las parecitas fue la de proporcionar seguridad al peatón, evitando la intromisión en las vías de vehículos, animales y personas, como forma de evitar (o al menos disminuir) los accidentes y suicidios. Desde este enfoque, estrictamente ferroviario, podría verse a las rejas como un elemento divisorio del entramado
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urbano, que acentúa más aún la separación entre Punta Alta y la Base Naval. Sin embargo, desde un punto de vista estrictamente urbanístico, puede pensárselas como un elemento que reintegra a la ciudad con su pasado y su desarrollo futuro; es decir, como parte de un conjunto vinculante con el sector de la Base Naval a través de la creación de un espacio conector que articula las dos realidades urbanas diversas. Todo lo cual implica que este conjunto ferroviario cuenta con suficientes avales históricos, arquitectónicos y urbanísticos que hacen valiosa e imprescindible su conservación, sin alterar su fisonomía.
Bibliografía - Boletín Municipal de Bahía Blanca, Bahía Blanca, Municipalidad, 1923 - Gustavo Chalier: Inversiones francesas en P. Alta. Ferrocarril RPB y P. de Arroyo Pareja (1900-1930) AHM(inédito) - Informe sobre el cordón ferroviario paralelo a la Av. Colón , informe N° 2 de lsa CPHCA julio 2002
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Año 1 Nº 5 - Febrero 2003
Los cajones de Arroyo Pareja Todo aquel que haya ido al arroyo Pareja, camino al muelle, los vio. Son tres o cuatro cubos de cemento, enormes y semihundidos en las aguas del antiguo varadero. Muchos son los que lo ven, pero pocos los que saben la verdad acerca de su origen y de por qué están allí. Estos cajones formaron parte del sistema constructivo usado para levantar el Puerto Comercial de Arroyo Pareja, obras que se iniciaron en 1912 y se prolongaron, con interrupciones, hasta 1920. El método no era novedoso en la zona. Sí lo fue la escala con la que se utilizó en nuestro puerto. Fue ya usado en 1908, cuando la constructora Hersent et Frères (una de las más importantes del mundo y que actuaba por cuenta del concesionario, el Ferrocarril de Rosario a Puerto Belgrano ), comenzó las ampliaciones del Muelle C de la Base Naval para adaptarlo a las exigencias de la actividad comercial. Siguió la técnica de los cajones de hormigón para constituir los basamentos del espigón. El ingeniero francés Abel Julien Pagnard obtuvo en ese mismo año la concesión para construir un puerto comercial de aguas profundas en cercanías de Punta Alta, de acuerdo a los planos confeccionados por él mismo. Según el proyecto, iba a ser la obra más importante de su tipo en América del Sur. En 1909, Pagnard negoció su concesión con la Régie Générale de Chemins de Fer et Travaux Publics, a la cual quedó ligado como ingeniero consultor. En 1912 se conformó en París la Compañía del Puerto Comercial de Bahía Blanca , poderoso grupo capitalista que se encargó de financiar las tareas y del cual formaba parte la Régie Générale y Hersent et Frères , para la cual trabajó el propio Pagnard en diversas obras en Europa y en el puerto de Rosario. Pagnard actuó como director general de obras en Arroyo Pareja, secundado por el ingeniero Batin como director de construcciones y el ingeniero Briganti como jefe de talleres. Cuando Pagnard falleció súbitamente en noviembre de 1913, fue reemplazado por el ingeniero Zimmerman y luego por Antonio Piaggio. Pagnard introdujo técnicas de construcción novedosas para la zona, pero ya probadas en otros puertos donde desarrolló tareas. Así, por ejemplo, utilizó carro automático de su invención, que servía para el transporte de materiales y que ya fuera ensayado con éxito en los trabajos portuarios de Amberes y Rosario. En cuanto a los cajones en cuestión servían como fundación para asentar la futura infraestructura portuaria y ganar terreno al mar.
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Éstos, de hormigón armado, tenían dimensiones colosales: treinta metros de largo por quince de alto. Se construían en tierra en el sector del varadero del arroyo. Se realizaba allí una estructura de madera que hacía las veces de encofrado o molde, donde posteriormente se incorporaba las mallas de hierro y se volcaba el hormigón. Luego de un periodo de fragüe o secado, se los transportaba por el arroyo con remolcadores hasta el lugar de su ubicación definitiva. Una vez allí, eran rellenados con hormigón plástico en su parte exterior (para evitar el ataque sulfuroso del agua marina), conformándose una pared de 2,75 m . de espesor. Vale decir que cada cajón llevaba casi 73.000 metros cúbicos de hormigón. En el centro, se completaban con arena proveniente del dragado, para que se asentaran en el fondo. Sobre estos cajones se construyó la parte emergente de los muros de atraque. Este procedimiento tenía la ventaja de ahorrar tiempo en la construcción, pero las maniobras de remolque y colocación de los cajones eran delicadas y podían originar accidentes ante el menor descuido. Un ejemplo documentado fue el que ocurrió en agosto de 1918 con varios cajones que se hundieron, y que provocaron una suspensión de las obras hasta junio de 1919.
Bibliografía - Gustavo Chalier: Inversiones francesas en Punta Alta. Historia del Ferrocarril Rosario- Puerto Belgrano y del Puerto de Arroyo Pareja (1900-1930), Archivo Histórico Municipal (inédito) - El Archivo , año 2, N° 4, setiembre 2002, Punta Alta, Archivo Histórico Municipal - Inés Fernández: Las inversiones francesas en la Argentina , 1880-1920 , Bs. As, Ed, Biblos, 1999 - Silvia Lázzaro: Estado, capital extranjero y sistema portuario argentino , Bs. As., CEAL, 1992 - Nueva Época , Punta Alta, 1916 a 1926 - Andrés Regalsky: Las inversiones extranjeras en la Argentina , Bs. As, CEAL, 1986; - Revista Comercial de Bahía Blanca , 1908 a 1909 - The Review of the River Plate , Buenos Aires , 1901 a 1911 .
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Año 2 Nº 6 - Marzo 2003
Vista del Portal principal, 1930 Desde su construcción para celebrar el Centenario de Punta Alta, el portal de la plaza se ha convertido en un emblema identificatorio de la ciudad y en un punto de referencia arquitectónico prácticamente ineludible. Sin embargo, su historia es muy anterior a 1998. Aunque resulte extraño, lo cierto es que el portal es la reconstrucción de otro similar desaparecido sesenta años atrás. En 1930 la plaza Belgrano estaba alambrada en todo su perímetro para impedir el paso de los caballos. En ese año, el Concejo Deliberante de Bahía Blanca propuso embellecer el paseo, con cuatro portales en cada una de las esquinas y uno mayor sobre calle Brown. Se llamó a licitación y la obra fue adjudicada a Calixto Barbieri y Domingo Mengucci. El comienzo de las obras data de julio de 1930 y constaba de cuatro portales pequeños, sobre sendas ochavas y el más importante, sobre calle Brown a mitad de la cuadra. La edificación de éste último estaba formada por tres arcos, siendo el del centro el de mayor tamaño y ostentando puertas de rejas y un molinete. Los detalles de tejas españolas y los trabajos de herrería en las puertas delataban que el estilo elegido fue el colonial. En esa época, y desde hacía por lo menos veinte años, se había afianzado en el plano ideológico argentino una corriente que intentó contrarrestar la irrupción del pensamiento europeo que menospreciaba los valores culturales propios que se identificaba -un tanto arbitrariamente- con el pasado colonial. Tal vez la figura más representativa fue Ricardo Rojas, que, desde la literatura, abogó por un retorno a la tradición hispanoindígena, idealizándola. Esta línea de reflexión (que abogaba por un nacionalismo político, económico y cultural),dejó su impronta en la arquitectura. Arquitectos como Martín Noel, Juan Kronfuss y Ángel Guido fueron los adalides de este estilo que, inevitablemente, cobra las formas de un revival ecléctico. Cabe mencionar, por ser interesante, que la restauración nacionalista arquitectónica (como se la llamó), perdió su fuerza en la década de 1930, pero retomó renovado vigor a principios de los '40: precisamente de esa época (1943) data el edificio de la delegación municipal, actualmente
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sede de nuestro municipio, neocolonial en la ciudad. El fin de los portales ocurrió remodelación de la plaza Estanislao Boffi delegado), perimetral, se consideró que siquiera estética.
que es otro ejemplo claro de construcción en 1938 cuando, en el marco de una nueva (siendo Martín Dithurbide intendente y fueron demolidos. Retirado el alambrado los portales no tenían ya ninguna función, ni
Portal actual, construído en 1998 Así, fue menester esperar hasta 1998 para que el portal principal reviviera su antiguo esplendor.Conservando la imagen original, pero obviando verjas y molinetes y en una nueva ubicación, cumple una función distinta a la de su predecesor. Ya no sirve como portón de acceso a la plaza.
Simboliza una gran puerta hacia el futuro progreso de nuestra comunidad.
Fuentes: Archivo Histórico Municipal: Monumentos del Partido de Cnel. Rosales, CD-Rom Interactivo, Punta Alta, 2001. Waisman, Marina (coordinadora): Documentos para una historia de la arquitectura argentina, Buenos Aires, Ediciones Summa, 1980. Entrevista a Lorenzo Ramos, 2003.
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Año 2 Nº 7 - Abril 2003
En la Plaza General Belgrano, frente al palacio municipal,se levanta un monumento colorido que representa el escudo del Partido de Coronel de Marina Leonardo Rosales. Tal vez pocos recuerden cuándo fue inaugurado el monumento o sepan las circunstancias que rodean la creación del emblema comunal y su simbología. Una vez lograda la anhelada autonomía, la ciudad decidió lentamente dotarse de toda una serie de símbolos que la identifiquen plenamente. Así, en este contexto, el H. Concejo Deliberante sancionó la Ordenanza Nº 183 del 6 de junio de 1951, llamando a concurso para la presentación de proyectos tendientes a crear el escudo del Partido. En el Art. 2º se establecía que "sus símbolos y atributos reflejarán, en conjunto o por separado el origen del Partido, su vinculación con la Marina de Guerra, el trabajo que fundamente su potencialidad y la autonomía que fundamenta su progreso". También en ese mismo artículo se lee que: "El conjunto de símbolos o atributos se presentará bajo la advocación de la CRUZ DEL SUR, constelación que figurará en el campo superior". El jurado (compuesto por el Intendente y la comisión designada por el Departamento Ejecutivo) se expediría el 2 de julio de ese año. Ganador de este concurso resultó el vecino Plinio Barbieri, quien se hizo acreedor del premio establecido ($1500). El emblema fue oficializado el 2 de setiembre de 1958, a través de la ordenanza Nº 284 (bis). Barbieri lo proyectó conforme a la siguiente simbología: Ostenta forma ovalada, siguiendo en ello la línea de los escudos de la nación y de la provincia. Tal como lo indicó la ordenanza, su campo está dividido horizontalmente en dos mitades. En la parte superior se halla el cielo con la cruz del Sur; sobre la línea están los médanos que constituyen el paisaje característico de la zona y en el centro se encuentra el accidente geográfico llamado Punta Alta, que divisó Darwin en su viaje por la zona, y por el cual nuestra ciudad tomo ese nombre. En esta se encuentra emplazado un cañón.
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Escudo original realizado por Plinio Barbieri, 1956. En el campo inferior se aprecia la proa de un buque fondeado, representando a la Base Naval y a la Flota de Mar. El yunque y el engranaje, junto con las espigas de trigo, representan el trabajo, la industria y la agricultura, mientras que las manos entrelazadas, simbolizan a los civiles y marinos unidos sosteniendo la pica con el gorro frigio, símbolo de la libertad republicana. Al cumplirse el 75 aniversario de la fundación Punta Alta, se proyectó la firme idea de difundir en la población el escudo del partido.
Fue en los festejos de aquel 2 de julio de 1973 y durante la intendencia de Francisco Gutiérrez que quedó inaugurado el Escudo del Partido Coronel Rosales, que fue colocado en la plaza Belgrano y confeccionado por el personal del Departamento de Instalaciones Fijas de la Base Naval. Entre ellos Gerardo Lamonega y el Sr. Fuente, ambos dibujantes, realizaron la ampliación del mismo y el molde en yeso, mientras que el escudo, hecho en hormigón, fue obra de los albañiles que integraban el mismo departamento.
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Fuentes: Boletín de la Municipalidad de C. M. L. Rosales, año III, Nº 10, abril-junio de 1951 Entrevista al Sr. Gerardo Lamonega. CD-Rom Interactivo Monumentos del Patido de C.M. L. Rosales, Punta Alta; Archivo Histórico Municipal, 2001. La Nueva Provincia: 2 de julio de 1973. Olga de Muñoz, Alicia Melendez, Marta de Villafain: Compendio de Historia del Partido Cnel. Rosales", Punta Alta, 19
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Año 2 Nº 8 - Mayo 2003
En la esquina de Bernardo de Irigoyen y Brown, en la Plaza Belgrano, se encuentra emplazado un pequeño busto que honra la memoria de Juan Atilio Bramuglia. Quizás pocos sepan quién fue y que la comunidad rosaleña debe a él buena parte de su autonomía comunal.
Vista general del monumento Corría el año 1945. El gobierno nacional surgido del golpe de estado de junio de 1943, buscaba romper la oposición que, de manera cada vez más fuerte, se hacía sentir en diferentes ámbitos. Radicales, conservadores, comunistas buscaban una salida democrática al estado de excepción impuesto. El presidente, general Edelmiro J. Farrell, designó a una nueva camada de interventores federales en las provincias, con el propósito no ya de difundir el mensaje gubernamental, sino de establecer contactos con influyentes dirigentes políticos locales e interesarse por asuntos pendientes de definición. Con ello se buscaba fortalecer la imagen del gobierno ante la sociedad y tejer una red de alianzas con la que contar en una eventual convocatorias a elecciones. En este contexto, Farrell nombró como interventor de la provincia de Buenos aires al Dr. Juan Atilio Bramuglia. Nacido en 1903, este hombre de leyes ligado al Partido Socialista se desempeñó como abogado de los sindicatos. Su labor en la provincia fue particularmente eficaz.
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Vista del busto del Dr. Bramuglia Respondiendo a la política dictada por Farell, se abocó, entre otros asuntos, a considerar la cuestión de la autonomía puntaltense, que llevaba más de cuarenta años de marchas y contramarchas. Luego de varias reuniones con las fuerzas vivas puntaltenses, y ante el cúmulo de razones expuestas el 24 de marzo de 1945 dio término a tan largo período de gestiones. En esa fecha firmó el decreto que señalaba el nacimiento del nuevo partido de Coronel de Marina Leonardo Rosales. El designó como comisionado municipal a Gustavo Gericke, presidente de la Comisión Pro-Autonomía, quien asumió sus funciones el 12 de mayo de 1945. En las elecciones de febrero de 1946 que lo vieron triunfador, el coronel Juan Domingo Perón (vicepresidente de Farrell y su Ministro de Trabajo y Previsión), capitalizó el accionar de funcionarios de la administración anterior. A partir de la asunción de Perón como primer mandatario, Bramuglia fue designado ministro de Relaciones Exteriores y Culto (1946-1949) y presidió provisionalmente la III Asamblea de las Naciones Unidas reunida en París (1948). Juan Atilio Bramuglia falleció en 1962. El monumento con que la ciudad lo recuerda, fue inaugurado el 12 de mayo de 1974 por el Intendente Carlos Morilla (PJ). El busto y pedestal fueron donados por la Base Naval, cuyo Jefe era por ese entonces el Capitán de Navío Manuel García.
Fuentes: Archivo Histórico Municipal: Monumentos del Partido de Cnel. Rosales, CD-Rom Interactivo, Punta Alta, 2001 Halperín Donghi, Tulio: La democracia de masas, Buenos Aires, Paidós, 1991
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Año 2 Nº 9 - Junio 2003
A la entrada del Cementerio, sobre Avenida Colón, se halla un extraño monumento que llama poderosamente la atención, tanto por su forma como por su significado: la columna blanca que aparece quebrada o rota en su fuste. Este es el homenaje que la ciudad tributó a los primeros pobladores. Se levantó en 1950, bajo la intendencia de Francisco Gutiérrez. La simbología que presenta es clara y conforme a cánones universalmente aceptados: la Muerte, siempre prematura,que troncha un destino (representado por la columna) e impide consecuentemente proseguir con la tarea de "sostener" un proyecto de vida. En este sentido, es una dedicatoria a todos aquellos antepasados que murieron, a esos pioneros que se establecieron en la ciudad. Generalmente se piensa que estos primeros pobladores vinieron a partir de 1898 con Luiggi a trabajar en las obras de la Base Naval. Sin embargo, la realidad es otra. Lejos de ser un desierto, el sector ribereño del actual partido de Coronel Rosales estaba habitado desde mucho antes por grupos humanos que dejaron en mayor o menor medida su impronta en la historia local.
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Sin detenernos demasiado en las parcialidades indígenas que vivieron desde varios miles de años antes de la llegada de los españoles, lo cierto es que, desde mediados del siglo XIX habitaban lo que sería luego Punta Alta diferentes caciques o capitanejos con su gente y peones en calidad de propietarios rurales dedicados al pastoreo de ovejas y hacienda en general: los Linares, establecidos entre Arroyo Pareja y Baterías; los Antenao, entre Ciudad Atlántida y la Nueva Bahía Blanca; los Ancalao, lindantes con los anteriores, en Ciudad Atlántida. A éstos hay que sumarles a los primeros pobladores blancos efectivos, Manuel Leyba y su esposa Felipa Araque. Leyba, que había sido teniente coronel en la Fortaleza Protectora Argentina, hacia 1866 se transformó en propietario de un campo que abarcaba Punta Alta y la zona militar de Puerto Belgrano. Felipa, luego de la muerte de su esposo, decidió en 1867 vender la propiedad a Luis Bartoli y dedicarse a atender una pulpería (lo cual indica que había en la zona una población como para satisfacer sus necesidades). Otros habitantes de la región eran individuos solitarios, que explotaban piquillines para leña, se conchababan en tareas rurales o eran mercachifles de diversos rubros. De muchos de ellos, no nos quedan más que el nombre: el indio Pinto; el santiagueño Collares; José Nardini; el viejo Molina; Ángel García. En la costa, vivían o tenían sus ocasionales refugios un número incierto de pescadores y navegantes que efectuaban cabotaje y comercio ( más o menos legal) entre el Río de la Plata, Patagones y Bahía Blanca. También, en la década de 1890, encontramos una serie de emprendimientos comerciales. En 1891, Eusebio López y Cía. obtuvo una concesión para efectuar actividades pesqueras. Desde 1896, el francés Eugenio Pinsolles estableció en Arroyo Pareja un criadero de ostras que llegó a tener cien mil ejemplares dedicados al consumo. En la misma época y zona, un vasco, Francisco Torrontegui, instaló una planta enlatadora de pescado. Sin duda en esta sucinta enumeración no fueron mencionados muchos otros de esos pobladores iniciales que, por no poseer documentación, no conocemos. Pero a todos, ignorados o no, se les rinde justo tributo con el monumento a su memoria erigido frente al Cementerio.
Fuentes: Archivo Histórico Municipal: Monumentos del Partido de Cnel. Rosales, CD-Rom Interactivo, Punta Alta, 2001 Bróndolo, M. y Bazán, Sandra (ccordinadoras): Geografía de P. Alta y Partido de Cnel. Rosales, Bahía Blanca, Ediuns, 2001
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Año 2 Nº 10 - Julio 2003
Foto de fondo, vista panorámica del sector donde se halla emplazado el monumento. El afán que anima a esta sección es contar pequeñas historias de lugares cotidianos por los que siempre transitamos y de los cuales siempre quisimos conocer algo más. Alimentado con más dudas que certezas, el imaginario popular recurre a explicaciones más o menos lógicas, más o menos confusas allí donde no encuentra un dato preciso que responda fehacientemente a sus dudas. Aquí el lector encontrará parte de estos datos. Para que se sepa algo más de la historia, de las raices y de los orígenes. Para que la historia deje de ser leyenda. Para que usted pueda reencontrarse con retazos de historia rosaleña que, en definitiva, es su historia. Dentro de la Base Naval de Puerto Belgrano, cercano al Hospital Naval, a la Torre de Señales y a la zona de muelles, se ubica el sitio de localización de la llamada Punta Alta. Este promontorio, de una altura cercana a los 22 metros sobre el nivel del mar, es el que le dio nombre a la ciudad y, durante años, fue punto de referencia para los marinos que navegaban por las aguas de la ría. En la actualidad, el frente marítimo del distrito está modificado por la acción del hombre en los últimos cien años: Base Naval, Puerto Rosales y la misma ciudad de Punta Alta cambiaron sustancialmente el paisaje natural de la región. Por lo tanto, debemos remitirnos a los relatos de los viajeros, naturalistas y militares que, por distintos motivos, recorrieron la bahía Blanca durante el siglo XIX. Charles Darwin, el 22 de agosto de 1833, llegó a nuestras costas. Iba a bordo del Beagle, en viaje científico de relevamiento alrededor del mundo. Él describió a la Punta Alta como "eminencia poco elevada desde donde, sin embargo, podíamos descubrir casi toda la inmensa ría de Bahía Blanca". El sector de costas en que aparecía el accidente al que nos referimos estaba cubierto por bancos de fango, llamados cangrejales, que se cubrían y descubrían conforme actuaban las mareas. Conforman un suelo tan blando, según los describía Luiggi en un informe elaborado en 1898, que no soportan el peso de una persona. "Solo en puntos determinado de arena dura - proseguía el ingeniero italiano -, como en Punta Alta y en Punta Cigüeña hacia el oriente es donde no existen estos cangrejales". Punta Alta se llamó la elevación y la zona circundante. Ese nombre también fue dado a la estación del Ferrocarril Sud que se construyó en 1898 como parte de la línea que
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nacía en Grünbein, pasaba por esa estación y terminaba (con el nombre de Ferrocarril Estratégico) en Baterías. Y Punta Alta fue llamado el pueblo que, espontáneamente surgió a la vera de las vías.
Detalle del cañón ubicado en lo alto de la Punta Alta. A este promontorio, que figura en el escudo del Partido de Coronel Rosales, la Base Naval de Puerto Belgrano le tributó un justo homenaje al erigir un monumento en su honor en el sitio donde se encuentra. El proyecto es de 1934 y está firmado por el Ingeniero civil José Mussini, jefe del departamento respectivo de la Base. Fue concluido en 1935. El monumento está sobre un área de paseo circular y con bancos. Un cañón remata su cima: simboliza la defensa que de las costas, realiza la Armada Nacional.
Fuentes: Archivo Histórico Municipal: Monumentos del Partido de Cnel. Rosales, CD-Rom Interactivo, Punta Alta, 2001 Bróndolo, M. y Bazán, Sandra (coordinadoras): Geografía de P. Alta y Partido de Cnel. Rosales, Bahía Blanca, Ediuns, 2001 Izarra, Luciano: La herencia de Darwin (inédito)
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Año 2 Nº 11 - Agosto 2003
Quizás pocos puntaltenses que transitan a diario la Avenida Colón sepan que fue esa una de las primeras calles trazadas en Punta Alta y que no siempre tuvo ese nombre. Efectivamente, la inauguración del servicio de cargas del ferrocarril que unía al apostadero naval con Bahía Blanca, en septiembre de 1898 y el de pasajeros a partir del 1º de noviembre, sirvió de imán para que los obreros, asentados hasta entonces en el precario campamento de Arroyo Pareja, vinieran a fijar residencia lo más cerca posible de la estación y de las vías. El nuevo medio de transporte terminaba con las tribulaciones del aprovisionamiento de mercaderías y bienes por mar y hacía más rápido y seguro el contacto con los centros poblados más próximos. Las primeras casas y carpas levantadas en forma paralela a las vías fueron delineando, espontáneamente, una polvorienta calle de tierra. En ella se asentaron comercios más o menos importantes: la primera carnicería, de Antonio González; José Rasso colocó en su rancho de adobe una tienda; y, en la esquina de lo que hoy es Colón e Irigoyen, Luis Malerba y los hermanos Manzoni levantaron la primera construcción de material de la ciudad: un almacén de ramos generales. Y precisamente, fueron los Manzoni quienes, hacia 1899, contrataron un agrimensor para que delinease las dos únicas calles que por entonces tenía el pueblo y que determinaron la esquina donde estaba ubicado la casa de comercio: la que corría paralelamente a las vías y la otra, que desembocaba en la estación de ferrocarril.
Calle Colón al 400, donde se observa construcción y vehículo de la época, 1938.
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A la primera de ellas, sin duda por estar cerca de los rieles que, en ese entonces, se vislumbraban como la quintaescencia del desarrollo y de la prosperidad de los pueblos, se la llamó Progreso. Con ese nombre figura en el croquis del pueblo que se conserva en el Archivo Histórico Municipal y que se fechó hacia 1903-1905. En el plano presentado en 1906 por Carlos Valerio Bartoli (propietario original de las tierras donde se levantó el pueblo) para efectivizar la donación de estos terrenos para la futura urbanización, Progreso ya figuraba como Colón. ¿Quizá un homenaje al cuarto centenario de la muerte del Almirante, acaecida en mayo de 1906? No lo sabemos, pero hay indicios que la denominación no prosperó. Lo demuestra un pedido que un grupo de vecinos realizó al Concejo Deliberante de Bahía Blanca en 1909, donde solicitaban "que la calle Progreso cambie su nombre por el de Francisco Ferrer", pedagogo y revolucionario español fusilado en España ese año por actos de terrorismo. Pero lo cierto es que, en la sesión del 4 de mayo de 1910, el Concejo Deliberante bahiense resolvió, conforme lo dispuesto por una comisión ad hoc, oficializar el nombre de varias calles y de la plaza de Punta Alta. Se dispuso designar como Colón a la Calle Nº 1 (extrañamente no se la llamó Progreso). Así, más de una década después de trazada, ostentó el nombre definitivo con que hoy la conocemos. Fuentes: Actas del H. Concejo Deliberante de Bahía Blanca, 1898-1910 COMISIÓN ASESORA PERMANENTE AD HONOREM DE PRESERVACIÓN DEL PATRIMONIO HISTÓRICO CULTURAL Y AMBIENTAL DEL PARTIDO DE C. ROSALES: Informe sobre los orígenes y desarrollo del casco histórico de la ciudad de Punta Alta, mayo 2002 CRESPI VALLS, Antonio et al. : Gran Album de Punta Alta. 1898-1941, Punta Alta, Ed. Sureña, 1941 Punta Alta. Ayer y Hoy. Album-revista editado con motivo del 33° aniversario de la fundación de Punta Alta. 1898-1931, Punta Alta, s/e, 1931 Calle Colón al 400, donde se observa construcción y vehículo de la época, 1938.
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Año 2 Nº 12 - Septiembre 2003
Pocas calles emblemáticas de Punta Alta como la calle Irigoyen. Raro nombre también de calle céntrica, en un país donde las arterias principales evocan al fundador o a los "grandes próceres" como San Martín o Belgrano. Y, si nos vamos cien años atrás en el tiempo, Irigoyen tenía un nombre más extraño aún: Transvaal. El por qué de esta denominación se intentará develar aquí. Transvaal es una provincia sudafricana. En 1815, cuando Gran Bretaña ocupó la colonia holandesa de El Cabo, sus habitantes marcharon hacia el interior de Sudáfrica a fin de preservar su lengua y costumbres. Se instalaron en la región del Transvaal, donde se convirtieron en granjeros (boer en holandés). Sin embargo, hacia mediados del siglo XIX, se descubren diamantes en esa zona donde habitaban los boers. La inmigración de aventureros ingleses desde El Cabo se hizo inevitable, a tal punto que la población británica equiparó en número a la holandesa. A fin de siglo, la política colonial de Gran Bretaña necesitaba del control de recursos económicos de África y los diamantes de Transvaal y las tierras fértiles provocaron un aumento de la presión inglesa sobre estos territorios. Finalmente, la contienda estalló. Desde 1899 a 1902, la Guerra Anglo-Boer ocupó amplios espacios en los diarios de la época, por su violencia y la heroica defensa boer. Sin embargo, los colonos holandeses finalmente capitularon y Transvaal, junto al resto de Sudáfrica, quedó en manos británicas. En la época en que se libraban combates en la lejana Transvaal, lo que sería Punta Alta comenzaba a levantarse como pueblo de los obreros de la Base Naval. Como se explicó en la nota anterior (ver El Rosaleño, Nº 11), las casas se alinearon paralelas a las vías del Ferrocarril del Sur, todopoderosa compañía inglesa. En esa época, los Manzoni decidieron contratar un agrimensor para abrir las calles que delimitarían la esquina de su almacén. Una de estas calles era Progreso (futura Colón). La otra, perpendicular al trazado de la vía, llevaba directamente a la estación ferroviaria inglesa. Tal vez como homenaje a la guerra recientemente ganada por Inglaterra, influidos por la nacionalidad de la empresa ferroviaria o por otra razón que desconocemos, esa calle se comenzó a llamar Transvaal. No obstante, la denominación duró poco tiempo. En el plano presentado en 1906 por la viuda de Carlos V. Bartoli (propietario original de las tierras donde se levantó el pueblo) ya la calle Transvaal figura con su nombre actual. Bernardo de Irigoyen fue un destacado político nacido en 1822 .Fue el gestor del acuerdo de San Nicolás - que sentó las bases para la organización del país; senador, dos veces Ministro del Interior y Ministro de Relaciones Exteriores. Fue gobernador de la Provincia de Buenos Aires
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entre 1898 y 1902. Precisamente los años que vieron nacer a Punta Alta. Bernardo de Irigoyen falleció en 1906 y el cambio de nombre de Transvaal que apareció ese año tal vez haya sido una póstuma ofrenda a la figura desaparecida. En 1910, quedó el cambio de nombre oficializado por la ordenanza municipal respectiva.
Bibliografía Actas del H. Concejo Deliberante de Bahía Blanca, 1898-1910 COMISIÓN ASESORA PERMANENTE AD HONOREM DE PRESERVACIÓN DEL PATRIMONIO HISTÓRICO CULTURAL Y AMBIENTAL DEL PARTIDO DE C. ROSALES: Informe sobre los orígenes y desarrollo del casco histórico de la ciudad de Punta Alta, mayo 2002 CRESPI VALLS, Antonio et al.: Gran Album de Punta Alta. 1898-1941, Punta Alta, Ed. Sureña, 1941 Punta Alta. Ayer y Hoy. Album-revista editado con motivo del 33° aniversario de la fundación de Punta Alta. 1898-1931, Punta Alta, s/e, 1931
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Año 3 Nº 17 - Marzo 2004
Los vecinos de Ciudad Atlántida, siempre que desean ir al centro u otros barrios situados más al norte , deben sortear los terrenos pertenecientes al ex Ferrocarril Rosario a Puerto Belgrano. Una de las opciones, especialmente para los automovilistas, es el denominado Pasaje Gutiérrez, arteria sobre la cual se ubican la Escuela Técnica Nº 1 y la Casa del Niño. Al haberse acortado la nomenclatura oficial con el uso cotidiano, tal vez no muchos sepan que hace referencia al señor Francisco Ricardo Gutiérrez, quien fuera el primer intendente electo del Partido de Coronel Rosales. Oriundo de Rosario, nació el 10 de octubre de 1908, donde se graduó de Técnico Constructor Nacional en la Escuela Industrial. En 1933, contando con 25 años de edad, se radicó en Punta Alta, en donde pronto formó su familia, integrada por su esposa y una hija, Graciela. Se desempeñó en la empresa del Ferrocarril Rosario a Puerto Belgrano hasta jubilarse y paralelamente se inició en la militancia política, afiliándose al Partido Justicialista. Bajo ésta bandería en agosto de 1946 fue designado Comisionado Municipal, extendiendo su mandato hasta diciembre del año siguiente. Luego, las elecciones comunales de 1948 lo consagrarían como el primer intendente electo por voluntad popular, asumiendo en sus funciones el 1 de mayo de ese año. Más de veinte años después ocupó la intendencia por segunda vez, a partir del 25 de mayo de 1973, pero problemas de salud lo obligaron a delegar momentáneamente el gobierno comunal, a menos de un año de haber asumido, en manos del intendente interino Carlos Morilla. Finalmente, el lunes 11 de marzo de 1974 falleció, en una de las habitaciones del Hospital Italiano de la ciudad de La Plata. La comunidad puntaltense se conmovió profundamente y una caravana aguardó la llegada de sus restos en el cruce de las rutas Nº3 y 249 para acompañarlos hasta el edificio municipal, donde fueron velados. A un mes de su fallecimiento, el periódico local La Nueva Época, "asumiendo oficiosamente la representación de toda la comunidad" publicó una carta abierta al intendente Morilla, solicitándole que una calle, una avenida o una plaza lleve el nombre de "Intendente Gutiérrez". La respuesta no se hizo esperar, y tan sólo cuatro días después Morilla elevó al Concejo Deliberante el proyecto de ordenanza respectivo, cuyo primer artículo decía: "Desígnase con el nombre de "Intendente Gutiérrez" a la cortada ubicada entre las calles Villanueva y Alem, prolongación de la calle 25 de Mayo". El 7 de junio de 1974 finalmente fue sancionada.1 1- Seguramente, en la elección de la calle a denominarse "Intendente Gutiérrez" se tuvo en cuenta que el propio Francisco Gutiérrez, en su condición de empleado jerárquico del Ferrocarril Rosario Puerto Belgrano, había vivido durante años en la casa
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perteneciente a dicha empresa, ubicada en la intersección del referido pasaje y Villanueva.
Señor Francisco Ricardo Gutiérrez
Fuentes: . La Nueva Época; 11 de abril; 11 de mayo de 1974. . Honorable Concejo Deliberante; expediente D-340/974. . Entrevista a Marcos Nieto; cassette 1, parte 3; 23 de febrero de 1998. . Acosta, Sandra y otros; "Los intendentes del Partido de Coronel Rosales", seminario del tercer año de la E. E. M. Nº 1; Punta Alta; 1988.
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Año 2 Nº 14 - Noviembre 2003
Esta importante y tradicional calle céntrica, guarda tras su nombre una historia que merece ser contada y conocida por todos quienes la transitamos cotidianamente. En 1901, Punta Alta era un pueblo cuyas casas, que se extendían a lo largo de las vías del ferrocarril, delinearon la calle Progreso (futura avenida Colón). Pero otras arterias se abrían a medida que la población se extendía y edificaba donde mejor se le ocurría. Generalmente una muerte imprevista servía para dar nombre a las nuevas y polvorientas calles, como forma de postrero homenaje. Tal el caso de Humberto I, rey de Italia y cuyo asesinato conmovió a toda la sociedad argentina del momento. El monarca italiano Humberto I de Saboya era hijo de Víctor Manuel II, soberano primero del Reino de Piamonte Cerdeña y artífice de la Unidad Italiana, coronado primer rey de Italia en 1861. Humberto subió al trono luego de la muerte de su padre, acaecida en 1878. En un principio, fue muy popular y cimentó esta estimación general al tomar una serie de medidas progresistas. Pero su actitud cada vez más autoritaria ante los reclamos y manifestaciones obreras determinaron una caída del prestigio real. La represión sangrienta de una huelga en Milán selló la suerte de Humberto. Poco tiempo después, en julio de 1900, y como venganza de los trágicos sucesos milaneses, el anarquista Gaetano Bresci descerrajó varios balazos sobre el cuerpo del rey, que se hallaba de paseo en su carruaje por las calles de Monza. Humberto I murió de inmediato. El magnicidio apenó a todos los italianos del mundo. La Argentina, donde la población de ese origen se contaba en ese entonces por millones, no escapó a la regla general. De inmediato, las colonias italianas de los diferentes poblados organizaron actos de homenaje al monarca fallecido y las autoridades se avinieron a la solicitud de bautizar con su nombre a calles, paseos públicos y hasta pueblos. Así, pronto Humberto Primero o Humberto Primo surgió como nueva toponimia urbana. Punta Alta, lógicamente, vivió similar proceso. Aquí la colonia italiana era numerosísima, no sólo entre los obreros que trabajaban a las órdenes de Luigi Luggi en las obras de construcción del Puerto Militar sino también entre los comerciantes, artesanos y población general. El 31 de julio, cuatrocientas personas reunidas en el Hotel Belgrano, decidieron rendir tributo al rey asesinado. Es fama que en esa asamblea la esposa de Luiggi, Annie East, impulsó la creación de una escuela que llevara el nombre de Humberto I. No sabemos si fue allí que también se propuso colocar su nombre a una de esas nuevas calles que se estaban abriendo en Punta Alta, pero tuvo que ser en el calor de esos días, puesto que ya el plano de 1903-1905 la designa de esa forma.
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Con el tiempo, con el uso, los puntaltenses fuimos olvidando quién fue Humberto I. Y la transformamos, a despecho de la nomenclatura oficial, simplemente en Humberto.
Fuentes: Actas del H. Concejo Deliberante de Bahía Blanca, 1898-1910 BERTINAT, Gullermo y CHALIER, Gustavo: "Los cien años del a Escuela Humberto I (1901-2001)", en El Archivo, Año I, Nº 2, Archivo Histórico Municipal, octubre 2001 C.P.H.C.A: Informe sobre los orígenes y desarrollo del casco histórico de la ciudad de Punta Alta, mayo 2002 CRESPI VALLS, Antonio et al.: Gran Album de Punta Alta. 1898-1941, Punta Alta, Ed. Sureña, 1941 Punta Alta. Ayer y Hoy. Album-revista editado con motivo del 33° aniversario de la fundación de Punta Alta. 1898-1931, Punta Alta, s/e, 1931
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Año 2 Nº 15 - Diciembre 2003
Lejos del centro de la ciudad, en el barrio Merino, una calle lleva el nombre de Ciudad de Carmelo. Tal vez pocos puntaltenses sepan que esa localidad uruguaya es la ciudad hermana de Punta Alta desde que el decreto municipal Nº 24/1972 del 24 de mayo de 1972 la instituyó como tal. Carmelo está en la República Oriental del Uruguay y pertenece al departamento de Colonia. Se alza a orillas del Río de la Plata, 75 km al noroeste de la ciudad histórica de Colonia del Sacramento -llamada de forma abreviada Colonia, la capital departamental- y frente a la ciudad de Buenos Aires. Por su posición estratégica, Carmelo constituye un excelente punto de partida para emprender el reconocimiento del inmenso delta del río Paraná. Según datos censales, su población es de cerca de 20.000 habitantes. La relación que existe entre ambas ciudades está dada por la figura del Coronel Leonardo Rosales. En efecto, el marino argentino, decidido partidario unitario, se tuvo que exiliar en Uruguay cuando llegó al poder Juan Manuel de Rosas. Radicado en Colonia, murió en Carmelo el 20 de mayo de 1836, según consta en el acta de la parroquia de dicha ciudad. La urna que contenía los restos mortales de nuestro héroe epónimo, yacía deteriorada en el cementerio del paraje Las Víboras, a seis kilómetros de Carmelo. Durante años, se ignoró en qué parte del vecino país se encontraba sepultado Rosales, hasta que, en 1969, se dio a conocer por parte de las autoridades uruguayas la identificación cierta de los restos. Hacia Carmelo partió, en julio de 1969, una delegación de vecinos puntaltenses, todos miembros de la Sociedad Cultural clase 1910, con el objeto de confirmar las noticias provenientes de Uruguay. Formaban dicha comisión Juan Bozzani, José Menicucci, César Molgino, Hugo Mussini y Pedro Alfonsi. Identificados positivamente, los restos finalmente fueron repatriados el 5 de noviembre de 1996 y colocados en el atrio de la iglesia Nuestra Señora de Luján.
Escudo representativo de la ciudad de Carmelo.
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Fuentes: El Municipio, Carmelo, julio de 1969 El Sureño, Bahía Blanca, julio de 1969 La Nueva Provinicia, Bahía Blanca, julio de 1969 La Razón, Buenos Aires, julio de 1969 Municipalidad Cnel. de Marina L. Rosales, decreto 24/1972, 24 de mayo de 1972
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Año 3 Nº 16 - Febrero 2004
En la plaza General Belgrano, frente al edificio de la escuela Nº 2, se halla emplazado este llamativo monumento. Evoca a los Bomberos Voluntarios de Punta Alta y su abnegada labor para con el prójimo, representada en la figura de un niño socorrido por un bombero, quien lo sostiene en sus brazos. Tal vez pocos recuerden cuándo fue inaugurado o sepan las circunstancias que rodean la creación de la Asocación Bomberos Voluntarios Punta Alta. A mediados de la década del '20, cuando Punta Alta era una pequeña pero bastante próspera población de casi 10.000 habitantes, la Sociedad de Fomento decidió trabajar en la creación de una agrupación de bomberos, a raíz de los frecuentes y numerosos incendios producidos y de la total carencia de medios para su extinción. Dicha entidad pronto se abocó a la compra de los materiales más necesarios para luego firmar, el 12 de mayo de 1927, el acta constitutiva del cuerpo activo de Bomberos Voluntarios de Punta Alta. Luego, se realizaron las comunicaciones del caso a las autoridades comunales y, por medio de la prensa, se convocó a la población para que se inscriba el mayor número de voluntarios posible. Juan Yulita, secretario de la Sociedad de Fomento en aquel entonces, fue nombrado presidente de la Comisión Directiva y Jefe del Cuerpo Activo, conformado por dieciocho efectivos, divididos en dos escuadras. Innumerables fueron las salidas que los bomberos efectuaron desde 1927 a la fecha. Incendios, accidentes, desastres naturales, los vieron siempre actuar con profesionalidad y entereza. Por ello, la ciudad quizo homenajearlos con aquel monumento, consistente en un basamento, rodeado por cuatro canteros, sobre el que se yergue la escultura, realizada en hormigón por el señor Pedro Campo. Fue inaugurado el 1 de junio de 1975, contando con la bendición del padre Alejandro Fahn y la presencia del señor intendente Carlos Morilla.
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Fuentes: . Archivo Histรณrico Municipal; "Monumentos del Partido de Coronel Rosales"; CD-Rom interactivo; Punta Alta; 2001. . Archivo Histรณrico Municipal; "75 Aniversario de la Asociaciรณn Bomberos Voluntarios de Punta Alta"; Punta Alta; 2002.
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Año 3 Nº 17 - Marzo 2004
Los vecinos de Ciudad Atlántida, siempre que desean ir al centro u otros barrios situados más al norte , deben sortear los terrenos pertenecientes al ex Ferrocarril Rosario a Puerto Belgrano. Una de las opciones, especialmente para los automovilistas, es el denominado Pasaje Gutiérrez, arteria sobre la cual se ubican la Escuela Técnica Nº 1 y la Casa del Niño. Al haberse acortado la nomenclatura oficial con el uso cotidiano, tal vez no muchos sepan que hace referencia al señor Francisco Ricardo Gutiérrez, quien fuera el primer intendente electo del Partido de Coronel Rosales. Oriundo de Rosario, nació el 10 de octubre de 1908, donde se graduó de Técnico Constructor Nacional en la Escuela Industrial. En 1933, contando con 25 años de edad, se radicó en Punta Alta, en donde pronto formó su familia, integrada por su esposa y una hija, Graciela. Se desempeñó en la empresa del Ferrocarril Rosario a Puerto Belgrano hasta jubilarse y paralelamente se inició en la militancia política, afiliándose al Partido Justicialista. Bajo ésta bandería en agosto de 1946 fue designado Comisionado Municipal, extendiendo su mandato hasta diciembre del año siguiente. Luego, las elecciones comunales de 1948 lo consagrarían como el primer intendente electo por voluntad popular, asumiendo en sus funciones el 1 de mayo de ese año. Más de veinte años después ocupó la intendencia por segunda vez, a partir del 25 de mayo de 1973, pero problemas de salud lo obligaron a delegar momentáneamente el gobierno comunal, a menos de un año de haber asumido, en manos del intendente interino Carlos Morilla. Finalmente, el lunes 11 de marzo de 1974 falleció, en una de las habitaciones del Hospital Italiano de la ciudad de La Plata. La comunidad puntaltense se conmovió profundamente y una caravana aguardó la llegada de sus restos en el cruce de las rutas Nº3 y 249 para acompañarlos hasta el edificio municipal, donde fueron velados. A un mes de su fallecimiento, el periódico local La Nueva Época, "asumiendo oficiosamente la representación de toda la comunidad" publicó una carta abierta al intendente Morilla, solicitándole que una calle, una avenida o una plaza lleve el nombre de "Intendente Gutiérrez". La respuesta no se hizo esperar, y tan sólo cuatro días después Morilla elevó al Concejo Deliberante el proyecto de ordenanza respectivo, cuyo primer artículo decía: "Desígnase con el nombre de "Intendente Gutiérrez" a la cortada ubicada entre las calles Villanueva y Alem, prolongación de la calle 25 de Mayo". El 7 de junio de 1974 finalmente fue sancionada.1 1- Seguramente, en la elección de la calle a denominarse "Intendente Gutiérrez" se tuvo en cuenta que el propio Francisco Gutiérrez, en su condición de empleado jerárquico del Ferrocarril Rosario Puerto Belgrano, había vivido durante años en la casa
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perteneciente a dicha empresa, ubicada en la intersección del referido pasaje y Villanueva.
Señor Francisco Ricardo Gutiérrez
Fuentes: . La Nueva Época; 11 de abril; 11 de mayo de 1974. . Honorable Concejo Deliberante; expediente D-340/974. . Entrevista a Marcos Nieto; cassette 1, parte 3; 23 de febrero de 1998. . Acosta, Sandra y otros; "Los intendentes del Partido de Coronel Rosales", seminario del tercer año de la E. E. M. Nº 1; Punta Alta; 1988.
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Año 3 Nº 18 - Abril 2004
Al cumplirse el 75 aniversario de la creación de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos de Punta Alta, se propuso rendir homenaje por parte de los residentes italianos a su país de origen. Ello se plasmó con el legendario monumento a la Loba, símbolo de la fundación de Roma. La leyenda dice que una de las más antiguas ciudadades del Lacio (en el centro de Italia), fue Alba Longa. Reinaba allí el buen rey Numitor, hasta que su hermano menor Amulio, cruel y ambicioso, lo expulsó del trono. Encerró a la hija de Numitor en el templo de la diosa Vesta, a fin de impedir que el auténtico rey pudiera tener herederos. Pero Marte, dios de la guerra, se enamoró de la princesa y de su unión nacieron dos gemelos, Rómulo y Remo. Asustado, Amulio ordenó que arrojaran a los niños al río Tíber. Pero un servidor del rey, más piadoso que su señor, depositó a los niños en una cesta y los confió a las aguas del río. La cesta se detuvo en una orilla y Marte mandó a uno de los animales que le estaban consagrados que presentara auxilio de los niños: una loba los alimentó con su leche. Un pastor que descubrió a los dos niños, los llevó a su casa y cuidó de ellos. Los pequeños crecieron en un ambiente sano junto a los hijos de los pastores y se fortalecieron luchando con las fieras y los bandidos. Un día Numitor los encontró y por las preguntas que hizo al pastor acerca de ellos intuyó que se trataba de sus nietos. Numitor les reveló todo el daño causado por Amulio; entonces Rómulo y Remo reunieron una tropa de pastores que se apoderaron del usurpador, le dieron muerte y luego devolvieron el trono a su abuelo. Ellos se instalaron en una colina, cerca del lugar donde fueron alimentados por la loba y la rodearon con un muro de piedra: así fue fundada a ciudad de Roma, en el 753 A. C.. Mediante la ordenanza municipal N° 1.634, se designó con el nombre "Plazoleta República de Italia" al espacio verde ubicado en la calle Avellaneda entre 9 de Julio y San Martín, autorizando además el emplazamiento del monumento a construir. La ejecución del proyecto estuvo a cargo del Director de Obras Públicas, arquitecto Ignacio Torrontegui. Las obras se iniciaron el 21 de agosto de 1986, consistente en la representación de las siete colinas romanas con un muro perimetral formado por siete vértices y en el centro la loba con Rómulo y Remo. Ésta fue fundida en bronce en los Talleres Generales de la Base Naval, demandando 450 kilogramos de dicho metal. Al igual que otros monumentos similares que se emplazan en otros lugares de la Argentina, reproduce la antigua estatua que, desde los días iniciales de Roma está erigida en la colina romana del Capitolio (de ahí el nombre de Loba Capitolina dado al conjunto escultórico). El monumento se completa con la ubicación de tres mástiles que llevan, uno la bandera argentina en el medio y los laterales sendas banderas italianas.
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La inauguración fue realizada el 29 de noviembre de 1986, en un cálido homenaje en el que se hicieron presentes el entonces Intendente Municipal, arquitecto Gustavo Montero, autoridades del Concejo Deliberante, el Cónsul General de Italia con sede en Bahía Blanca, doctor Fulvio Tulli y el Presidente de la Sociedad Italiana local Salvador Beninati, entre otros.
Pieza principal del monumento, fundida en bronce en los Talleres Generales de la Base Naval.
Fuentes: *Material aportado por el señor Pedro Borghero, integrante de la Sociedad Italiana. *Boletín Municipal. Año II. N° 9. Período 30/ 6/86 - 31/8/86. *Boletín Municipal. Año II. N° 11. Período 1/12/86 - 28/2/87.
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Año 3 Nº 19 - Mayo 2004
El Coronel de Marina Leonardo Rosales (quien peleó a las órdene del almirante Guillermo Brown en las guerras de la Independencia y contra Brasil), en 1829, una vez que Juan Manuel de Rosas subió al poder, emigró a República Oriental del Uruguay. Allí se instaló en Carmelo (llamada en ese entonces Las Vacas) instaló una pulpería para poder subsistir, hasta su muerte, el 20 de mayo de 1836, afectado por un cáncer laríngeo muere. La expresa voluntad del difunto (que su cuerpo sea sepultado en Buenos Aires) no pudo cumplirse en lo inmediato, dadas las circunstancias políticas del momento. Además, sus amistades fueron desapareciendo, hasta tal punto que, durante mucho tiempo, se ignoró el lugar exacto donde se ubicaba la tumba del ilustre marino. El 12 de mayo de 1945, un nuevo partido obtuvo su autonomía en el sur bonaerense y fue bautizado con el nombre de quien fuera uno de los héroes paradigmáticos de la Armada: Coronel de Marina Leonardo Rosales. A partir de ese momento, en Punta Alta comenzó a desarrollarse un particular interés por todo lo vinculado a su héroe epónimo. Hacia 1960 en nuestro medio se originó una Comisión, denominada "Ciudadanos de la Clase 1910". Dicha agrupación tuvo como objetivo realizar gestiones y trámites ante las autoridades uruguayas, para buscar los restos del Coronel Rosales. Entre sus integrantes figuraban Juan Bozzani, José Menicucci, Hugo Mussini, César Molfino, Pedro Alfonsi. Fue en Carmelo, lógicamente, donde comenzó la búsqueda. En esa ciudad uruguaya se hallaron los registros de defunción y finalmente los restos del marino, lo cual confirmado por el secretario de la Junta Departamental (Municipalidad) de Carmelo. En conmemoración del Centenario de la Base Naval de Puerto Belgrano, y como símbolo de unidad nacional al repatriarse los restos de Rosas desde Inglaterra, se decidió la repatriación de los restos de Rosales. El 1 de octubre de 1996 se cumplió en el puerto de Montevideo, Uruguay, la ceremonia de embarco de la urna en la Corbeta A.R.A. Rosales. Escoltada por la fragata "Uruguay" zarpó hacia el puerto de Buenos Aires, arribando al día siguiente. El acto fue presidido por el Presidente de la Nación Dr. Carlos Saúl Menem; el jefe del Estado Mayor General de la Armada Enrique Molina Pico y otras autoridades civiles, militares y diplomáticas de nuestro país como también de la República Oriental del Uruguay. Luego de un responso y la bendición de la urna, realizada por el Capellán Mayor de la Armada monseñor Rodolfo José O´Neil, se trasladó la urna a la iglesia Stella Maris. Fue el 5 de noviembre, en conmemoración a los 204 años de su nacimiento, cuando arribó a la dársena de la Base Naval de Puerto Belgrano a bordo de la misma Corbeta "Rosales". Estaban presentes en los actos el Vicealmirante Daniel A. Fusari, el
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Presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires Osvaldo Mércuri; el Intendente Jorge Izarra y autoridades civiles y militares. Los restos colocados en una cureña, fueron conducidos en procesión por las calles de la Base Naval y Punta Alta hasta la parroquia María Auxiliadora, donde el padre Miguel Mellado recibió al marino. Luego scouts de la agrupación "Coronel Rosales" llevaron el cofre hasta el sitial de honor ubicado en la escalinata de acceso al templo. Posteriormente hizo uso de la palabra el Intendente del partido que junto a Osvaldo Mércuri depositaron la urna en el lugar en el que descansarán para siempre los restos del héroe naval. El mausoleo, herméticamente cerrado, fue diseñado por los arquitectos Liliana Pereyra Huertas, Elisabet Domínguez y Gustavo Montero, mientras que los recursos y la mano de obra fueron aportados por la Municipalidad de Coronel Rosales. En su frente se colocó un mármol donde se encuentra grabado el nombre de Rosales y las fechas de su nacimiento y muerte.
Traslado de la urna, con los restos del Coronel de Marina Leonardo Rosales
Fuentes: *Arguindeguy Rodríguez: "Uno de los tres valientes Rosales" Instituto Browniano. Bs. As. 1992 *Carlos A. Vázquez, "Coronel de Marina Leonardo Rosales" 1836-20 Mayo 1945 *La Razón- 11 de julio de 1969, Bs. As. *La Noticia- 4 de octubre de 1969, Punta Alta. *Gaceta Marinera- 1 de agosto 1969 B.N.P.B. *El Sureño- 2 de julio de 1969, Bahía Blanca *El Municipio- 5 de julio de 1969, Carmelo. *La Nueva Provincia- 20 mayo 1986 *Gaceta Marinera- 5 de noviembre de 1996 *La Vidriera- 15 de noviembre de 1996 *La Nueva Provincia- 3, 5 y 6 de noviembre de 1996.
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Año 3 Nº 20- Junio 2004
Muchas calles de Punta Alta reciben su nombre de ilustres marinos como una muestra más del vínculo existente entre la Armada y la población civil. En este número de El Rosaleño hablaremos de la calle Buchardo, llamada así en honor al marino Hipólito Bouchard (o Buchardo) y cuya novelesca vida merece conocerse. Hippolyte Bouchard nació el 15 de enero de 1780 en Bormes, cerca de Saint-Tropez (Francia). Llegó a Buenos Aires en 1809. Liberal francés, pronto comenzó a sentir una profunda simpatía por las ideas expresadas por el sector más radical de la Junta liderado por Mariano Moreno y puso sus conocimientos navales a disposición de la Revolución. El gobierno lo nombró segundo comandante de la recientemente creada flota nacional. En 1815, comenzó la campaña de guerra de corso dirigida por Brown, con la fragata "Hércules" y el bergantín "Santísima Trinidad" acompañado por la corbeta "Halcón" al mando de Bouchard. Juntos hostigaron naves españolas en Perú y Guayaquil. El 9 de julio de 1817, zarpó la fragata "La Argentina" al mando del Capitán Bouchard, para cumplir un crucero de corso, que había de durar dos años y marcar el momento más glorioso del marino. Navegando por el Atlántico Sur, llegó a Madagascar y frustró el embarco de esclavos que estaban a punto de concretar tres buques negreros ingleses y uno francés. "La Argentina" siguió navegando rumbo a las Filipinas para perjudicar el trafico comercial de los buques españoles y rechazó el ataque de cinco buques piratas malayos. En las islas Hawaii, Bouchard se entrevistó con el poderoso rey Kamehameha I y firmó un tratado haciéndole reconocer la Independencia Argentina. Kamehameha le proveyó a Bouchard de 100 marinos y le devolvió la goleta Chacabuco capturada por sus hombres. La flota quedó compuesta por franceses, argentinos y hawaianos y puso proa a California. Tras duros combates logró tomar el fuerte de Monterrey el 22 de julio de 1818 e hizo flamear la bandera de Belgrano por seis días en California. Tras el ataque a Monterrey, las tropas de Bouchard arrasaron otras poblados españoles asentados en California.Bouchard atacó, además México y otras plazas españolas en América Central, como Nicaragua o Guatemala, lo que tal vez explique porqué algunos países de la región tengan también una bandera celeste y blanca. Bajando hacia el Perú siguió hostigando las posiciones españolas sobre el Pacífico. Las naves de Bouchard llegaron el 9 de julio de 1819 al puerto de Valparaíso, justo a tiempo para integrarse a la flota que San Martín preparaba para tomar Lima. La travesía de "La Argentina" había durado dos años durante los cuales Bouchard y su gente sostuvieron trece combates
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navales, capturaron o destruyeron veintiséis buques y decomisaron la carga de cuatro barcos negreros -liberando a los prisioneros- y de dos naves inglesas y una de los Estados Unidos. Fue el primer buque argentino en circunnavegar el mundo. Luego, Bouchard se puso al servicio de Perú y en 1831 se retiró a una hacienda donde cultivó caña de azúcar. En 1843, un mulato harto de malos tratos lo degolló de un navajazo. En la sesión del 4 de mayo de 1910, el Concejo Deliberante de Bahía Blanca aprobó la moción del concejal Speratti Villamayor bautizando las calles de Punta Alta. Correspondió a la Nº 17 del plano catastral el nombre de Buchardo, excesiva castellanización del apellido del valiente francés.
Hipólito Bouchard 1780 – 1843
Fuentes: Piccirilli, Eugenio: Lecciones de Historia Naval Argentina, Bs.As, Instituto de Publicaciones Navales, 1967 Gran Álbum de Punta Alta. 1898-1941, Punta Alta, ed. Sureña, 1941
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Año 3 Nº 21- Julio 2004
En Punta Alta existe la tradición de colocar una ofrenda floral el 2 de julio de cada año en el monumento al ingeniero Luiggi ubicado en la plaza Belgrano. Tal vez es porque se lo reputa como “el fundador de Punta Alta” y en varias reseñas aparece con ese título. Sin embargo vale la pena aclarar que, si algún papel jugó Luiggi en el establecimiento de la población en lo que hoy es Punta Alta, éste fue más bien indirecto: efectivamente, la ciudad carece de acta fundacional y de fundador porque se originó como un improvisado y espontáneo asiento de obreros a la vera de la Base Naval y del flamante ferrocarril que unía el obrador con Bahía Blanca. En realidad, Luiggi vino a la Argentina contratado por el gobierno nacional para llevar a cabo el proyecto de construcción de un Puerto Militar para la flota de guerra de la república. A principios de 1896 Luiggi arribó a la Argentina y de inmediato se abocó a sus obligaciones, recorriendo todo el litoral atlántico. Finalmente, y en concordancia con lo sostenido por Félix Dufourq en su monografía de 1895, Luiggi elevó al ministro Villanueva su informe preliminar, apoyando la idea de erigir al establecimiento naval en la bahía Blanca. Respetando dicho informe, el entonces Presidente de la Nación José E. Uriburu envió al Congreso el proyecto de ley para autorizar la construcción del puerto en el sitio establecido por Luiggi, el cual fue aprobado el 30 de noviembre de 1896.En 1897 lentamente comenzaron los estudios y trabajos preliminares, a cargo de un calificado equipo de profesionales dirigido por el ingeniero Luiggi, hasta iniciarse las primeras obras a mediados de 1898. La inauguración oficial de dichos trabajos se realizó el 2 de enero de 1902, con el ingreso del acorazado San Martín al gran dique de carena, aunque el ingeniero Luiggi continuaría en su cargo hasta marzo de 1905, fecha en que se desvinculó de sus labores.Cinco años después de concluir sus trabajos en el Puerto Militar y con motivo de los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo, Luiggi regresó a nuestro país y aprovechó la estadía para visitar a Punta Alta, un pueblo de más de 7000 habitantes que el ingeniero había visto nacer e incluso le había puesto un nombre, Uriburía, aunque el tiempo y la costumbre lo reemplazó por aquella otra denominación, que era la de la estación del Ferrocarri del Sur. Volvió en 1928, en ocasión de una nueva visita por la ciudad. Aquí, como él mismo reconoció, vivió los años más felices de su vida. En esos momentos, con 72 años de edad, era miembro vitalicio del Senado italiano bajo el gobierno de Benito Mussolini y había participado en infinidad de conferencias y congresos internacionales, además de publicar varios trabajos de investigación sobre diversos temas de índole técnica.Murió el 1 de febrero de 1931, dejando en Punta Alta una enorme congoja, puesto que se lo consideraba
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como el fundador de la misma. Por ello en 1948, rumbo al cincuentenario de la ciudad, se proyectó un monumento a su memoria. La Junta del Cincuentenario presidida por Romeo Ferrandi, se abocó a llevar adelante dicha iniciativa. La recaudación del dinero fue a través de donaciones de particulares, ya sea en una cuota única o por mes. En marzo comenzaron las tratativas con un escultor de Bahía Blanca, Alberto Guillamet, para la preparación del busto de Luiggi.Si bien la idea inicial era inaugurar el monumento el 2 de julio, durante los actos del cincuentenario, no se pudo realizar debido a que el modelo del mismo aún no se había terminado. Pero sí se concretaría el 12 de diciembre de aquél año, en una ceremonia amenizada por la Banda de la Base Naval de Puerto Belgrano y estando presente el hijo del ingeniero Luiggi junto a su esposa y un sobrino, Septimio Facchinetti Luiggi. Se encontraban entre las autoridades el Intendente Municipal, Francisco Gutiérrez, el director de los talleres generales donde se había realizado la fundición del busto, representantes de todas las entidades como así también de la Comisión del Cincuentenario, cuyo Vicepresidente Estanislao Boffi pronunció un discurso en el que se reseñaba la vida del ilustre ingeniero. Anterior a ello se procedió al descubrimiento del monumento por parte del Poder Ejecutivo municipal y a su bendición, a cargo del padre Montero; finalizando el acto con las palabras de José Varela, quien era considerado el primer poblador efectivo del Puerto Militar y había trabajado a la par del homenajeado.
Fuentes: CRESPI VALLS, Antonio; “Gran Album de Punta Alta”; Sureña; Bahía Blanca; 1941. HOUSTON LUIGGI, Alice; “Ingeniero Luis Luiggi”; La Ingeniería (CAI); Buenos Aires; 1948. LUIGGI, Luis; “Los nuevos faros de la República Argentina”; Imprenta de la Revista Técnica; Buenos Aires; 1901. OYARZÁBAL, Guillermo Andrés; “Argentina hacia el sur. Construcción social y utopía en torno a la creación del primer Puerto Militar de la República (1895-1902)”; Instituto Nacional Browniano; Buenos Aires; 1999.
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Año 3 Nº 22- Agosto 2004
De los pocos espacios verdes con que cuenta nuestra ciudad el parque San Martín es, sin duda, el más importante. Incluso le da el nombre a la barriada que lo circunda. Pero quizás no muchos sepan acerca de su historia, de las circunstancias que gravitaron en torno a su creación. De cara al año 1950, declarado oficialmente “Año del Libertador General San Martín” (por cumplirse el centenario de su muerte), en Punta Alta se constituyó la Comisión Pro Monumento y Parque al General San Martín. Estaba integrada por representantes de instituciones culturales, gremiales, deportivas, escolares, fomentistas, como así también el comercio y la industria, entre otras. Al frente de la misma estaba el señor Nicolás Rolé, secundado por Pedro Fratti, Imo Silvestre, Oscar Sayanca, Antonio Cartolano y Oscar Silva. El objetivo de la comisión era, como su propio nombre lo indica, trabajar en favor de la creación de un parque y la erección de un monumento al prócer, a ser inaugurados el día 17 de agosto de 1950. Lamentablemente, por falta de fondos se hizo imposible cumplir con los plazos propuestos, por lo que se gestionó ante el Gobierno de la Provincia para que tome a su cargo el emprendimiento del parque. Así, con la colaboración de la Municipalidad , que facilitó personal, materiales y equipos, se delimitó la ubicación del parque y se realizaron las tareas de forestación. El 17 de agosto de 1950 se dio por inaugurado el predio, donde sólo pudo ser erigido el basamento de la estatua y recién dos años más tarde, el 23 de noviembre de 1952, se dio por concluida la labor de la comisión, con el emplazamiento del monumento, realizado por la empresa Sarubbi y Barili SRL, de Capital Federal. Aquel día, el acto se inició con el izado del pabellón nacional, a cargo del por entonces intendente Antonio Núñez Prego, y el descubrimiento de la estatua por parte del señor Nicolás Rolé, presidente de la comisión. Dando mayor realce a la ceremonia, aviones de la Marina sobrevolaron las inmediaciones y una delegación de Granaderos a Caballo montó guardia de honor durante todo el día.
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Fuentes: CD Rom interactivo “Monumentos del Partido de Coronel Rosales”; Archivo Histórico Municipal; 2001. Reseña del Parque y Monumento al General San Martín; Archivo Histórico Municipal; s/ed.
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Año 3 Nº 23- Septiembre 2004
Todos los 11 de septiembre se conmemora en nuestro país el Día del Maestro, puesto que en esa fecha murió el gran artífice de la educación popular, Domingo Faustino Sarmiento. Nuestra ciudad posee varios nombres vinculados al educador sanjuanino: lleva la fecha de su muerte una calle y un monumento en la Plaza Belgrano recuerda el Día del Maestro. Asimismo un parque lleva su nombre y, en él, un busto honra su memoria. A él se hará referencia en la nota, no sin antes recordar algunos datos biográficos del homenajeado. Sarmiento Nació en San Juan el 15 de febrero de 1811. Cursó pocos años de estudios en la escuela de la Patria de su provincia, siendo el resto de su vida un autodidacta. Debido a los avatares políticos en los que se encontraba el país, debió exiliarse en Chile. Allí, como Ministro de Instrucción Pública, desarrolló una política pedagógica muy importante fundando la primera Escuela Normal de Sudamérica. Realizó viajes a Europa y Estados Unidos adquiriendo conocimientos sobre los sistemas educativos. Regresó en 1855 a la Argentina , y al poco tiempo fue elegido gobernador de San Juan desde donde luchó para difundir la instrucción pública. Electo presidente de la república para el período 1868 – 1874, se propuso dar a la población una educación básica que elevara su nivel cultural, creyendo en el poder de ésta como medio de transformación social, política y económica de un país. De este modo, promovió las escuelas de artes y oficios y una educación racional y científica. A través de conferencias e investigaciones dio mucha importancia a la difusión de temas pedagógicos. Consideraba que la instrucción pública tendría como principal sostén al Estado, siendo apoyado por cooperadoras, asociaciones de padres, sociedades populares y bibliotecas públicas. Pero el sistema requería de educadores profesionales. Por eso creó en 1871 en Paraná la primera escuela normal del país, que tenía como objetivos básicos además de formar docentes, transformar el desierto en civilización, asociado al progreso y la unidad nacional. En 1873 importó 69 maestras de los Estados Unidos capaces de difundir una educación más moderna, democrática y pluralista. Se crearon además 800 escuelas primarias y colegios nacionales, el Colegio Militar, la Escuela Naval. En 1870, se sancionó la Ley de las Bibliotecas Públicas, y al año siguiente la Ley de Subvenciones, por la cual se destinaban fondos para la construcción de establecimientos escolares en todo el país, adquirir libros y útiles de trabajo y atender el sueldo de los maestros. Sarmiento creyó en el poder de la educación como medio de transformación social, política, económica e intelectual del país. Su lema era educar al soberano. Fue elegido senador en 1875, y nombrado Director General de Escuelas de la provincia de Buenos Aires y ese mismo año, reorganizó el sistema
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escolar. Dedicado a la labor periodística, murió el 11 de septiembre de 1888 en Asunción del Paraguay, donde había arribado con el objeto de preparar un proyecto educativo para ese país. En 1958 y estando a cargo de la Intendencia el Comisionado Municipal Daniel Estévez, se realizaron una serie de mejoras en el Parque Sarmiento. Construcción de veredas, cercado perimetral, instalación de columnas para alumbrado interior y exterior y la construcción de un pedestal donde se colocó el busto de Domingo Faustino Sarmiento, adquirido por la Comuna. La inauguración se realizó el 11 de septiembre de 1958. Asistieron numerosas autoridades educativas. La Sociedad de Fomento Barrio Los Andes se sumó al festejo colocando en el pedestal una placa conmemorativa.
Fuentes: *Historia Visual Argentina. Tomo 3. Fascículo 55. Edit. Clarín. *Sapiens Diccionario Enciclopédico Ilustrado. Tomo 4. Edit. Sopena Argentina, 1994. *Lorenzo Luzuriaga: Antología Pedagógica. Edit. Losada. Buenos Aires, 1968. *Revista Todo es Historia. N° 398. Septiembre 2000. * Municipalidad de Coronel de Marina Leonardo Rosales. Memoria y Balance Financiero 1957/1958.
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Año 3 Nº 24- Octubre 2004
Ubicado en la plaza de los Reyes Católicos, correspondiente al barrio ATE, se halla un monumento significativo por su concepción, ajena a la tradiconal. En él está plasmado el proceso histórico del descubrimiento, conquista, colonización y evangelización de América. Este complejo proceso histórico cultural (iniciado en 1492 con el viaje de Cristóbal Colón y que abarca varios siglos en su consolidación) está simbolizado a través del mundo y su redondez, las carabelas, una mano de cobre que representa al conquistador y un prisma circular, a la Iglesia. Con motivo del V° Centenario del descubrimiento de América, que se celebraba el 12 de octubre de 1992, un grupo de vecinos de nuestra ciudad, sintió la necesidad de dotar a ese aniversario de un marco significativo y relevante. De esta manera conformaron el 11 de octubre de 1991 una comisión que, por el decreto municipal N° 354 del 12 de diciembre de 1991, se transformó en la Comisión Municipal en Homenaje al V° Centenario del Descubrimiento, Evangelización, Colonización y Conquista de América. Esta organismo estuvo presidido por el doctor Manuel Irán Campo. De inmediato pusieron en marcha importantes proyectos que fueron concretados durante 1992. Organizaron conferencias, una exposición de modelos náuticos, un salón de artes plásticas, conciertos corales, almuerzos, concursos literarios, funciones artísticas- musicales y organizaron el desfile cívico militar que se realizaría el día de la inauguración. Fue la subcomisión de finanzas, la que se encargó de administrar responsablemente la recaudación de fondos obtenidos en los diversos eventos. Por otra parte la subcomisión de construcción del monumento, desde mayo de 1992 se abocó a darle forma al proyecto del mismo. Se le encomendó a la arquitecta Liliana Pereyra Huertas el diseño de un anteproyecto, que fue aprobado por el Intendente Municipal Néstor Giorno. La ejecución de la obra fue realizada con la colaboración de la empresa García Villanueva y Zorzi, la Cooperativa Eléctrica de Punta Alta y la Jefatura de los Talleres Generales de la Base Naval. El maestro mayor de obra fue Fernando Otegui; el constructor Raúl Rojas y el fundidor R.A. Velázquez. Los actos fueron realizados el domingo 11 de octubre de 1992, con la participación masiva de toda la comunidad rosaleña. La inauguración del monumento fue realizada en simultáneo con la designación del nombre Plaza de los Reyes Católicos al predio donde se levantó el mismo. Justifica el acto el hecho de que precisamente fueron esos reyes (Fernando de Aragón e Isabel de Castilla) los co artífices del poyecto colombino, aportando su apoyo para la realización
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de la empresa. Participaron en las ceremonias inugurales autoridades civiles, militares y eclesiásticas junto a la presencia de la Banda Militar de Música del Área Naval Atlántica. La bendición fue realizada por monseñor Francisco del Brío (el popular Padre Francico) y luego de ella se realizó el corte de cintas y el descubrimiento de las placas conmemorativas. Hicieron uso de la palabra el Intendente Municipal, el presidente de la Comisión , Manuel Irán Campo y la señora Alicia Company de Díaz, presidenta de la Sociedad Vecinal del Barrio ATE.
Fuentes: *La Vidriera, 31 de octubre de 1992. *Entrevista al señor Manuel Irán Campos. *Memoria de la Comisión Municipal de Homenaje al V° Centenario del Descubrimiento, Evangelización, Conquista y Colonización de América.
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Año 3 Nº 25- Noviembre 2004
En una ciudad donde el 30% de la población nació fuera de la provincia de Buenos Aires (según datos del Censo Nacional de 1991), es lógico que exista un monumento que homenajee a cada uno de los estados provinciales que componen el conjunto de la Argentina. Si a los residentes provincianos le sumamos sus propios hijos, llegamos a la conclusión de que la mayor parte de la población puntaltense tiene sus raíces en diferentes provincias argentinas. El homenaje es aún más mericido si se tienen en cuenta antecedentes históricos que indican que las provinicas antecedieron a la conformación de la nación. Efectivamente, solamente después de que las catorce provincias se constituyeron alrededor de las ciudades que luego serían sus capitales, en 1853 se organizó el aparato jurídico del estado nacional. Y fueron las provincias quienes, con su unidad de hecho o mediantes pactos entre ellas, mantuvieron unido el edificio de la Argenina en las cuatro difíciles décadas que siguieron a la independencia. Un grupo de residentes provincianos tuvo la iniciativa de llevar a cabo la construcción de un monumento que rindiera homenaje a Punta Alta, por ser la que cobijó a miles de personas que, por diferentes circunstancias, tuvieron que abandonar sus lugares nativos e instalarse aquí. De allí nace la característica identidad rosaleña, forjada de la interacción cultural de cada una de las identidades provincianas y reflejada en la proliferación de centros provincianos, peñas nativistas y otras expresiones del sentir de la gente del interior. Para tal fin se constituyó una Comisión Pro-monumento de las Provincias Argentinas integrada entre otros por Julio Montenegro como presidente y Néstor Chazarreta como vicepresidente. Luego de varias gestiones, lograron obtener a través de la ordenanza Nº 1720 del 15 de mayo de 1987, el lugar destinado para su construcción, el bulevar de la calle Avellaneda. El 25 de mayo de 1987 se colocó la piedra fundamental. El acto consistió en la firma de un diploma donde constan los nombres de las autoridades comunales de ese momento y de la comisión que hizo posible ese proyecto. Éste fue colocado en una urna junto con tierra de las distintas provincias, que en la actualidad se encuentran depositados en el corazón del monumento. Posteriormente se comenzaron a realizar innúmeras gestiones para recaudar los fondos. Se lanzó un bono contribución, se organizaron bailes, se realizaron donaciones y pedidos de colaboración a cada una de las gobernaciones provinciales para cumplir con el cometido. La ejecución del monumento fue encomendada al maestro mayor de obra Hipólito Balmaceda. Los escudos, realizados por el artesano Victorio Luis Correa, representan a
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todas las provincias del país con sus respectivas fechas de fundación. La inclinación de los cuatro muros simboliza la unión de todos los provincianos, hasta llegar a la cima, donde se encuentra la base del mástil principal, en cuyo frente se emplaza el escudo nacional; a la derecha el escudo de la Base Naval, a la izquierda el contorno de la República Argentina sostenida por dos manos, símbolo de unión y fuerza, y en la otra cara, el escudo de Punta Alta. La inauguración del monumento se llevó a cabo el 22 de noviembre de 1987, contando con la presencia del Secretario Privado del Intendente Gustavo Montero, Eduardo Odasso, en representación de aquel. Concurrieron, además, representantes de la Base Naval de Puerto Belgrano, auoridades educativas, público en general e incluso enviados de las diferentes provincias quienes, junto a los residentes, procedieron al descubrimiento de los respectivos escudos. Luego del izado del pabellón, la banda de música de la Base Naval interpretó el Himno Nacional, mientras que la bendición del monumento estuvo a cargo del padre Francisco del Brío, concluyendo el acto con el baile del Pericón Nacional realizado por todas las peñas folklóricas de Punta Alta.
Fuentes: *Vivencias Nº 6- junio 1987 *Indice del Sur Nº 35- 20 de diciembre de 1997 *Archivo de Chazarreta Néstor
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Año 3 Nº 26- Diciembre 2004
A fines del siglo XIX, un inminente conflicto con Chile, hizo que nuestro país impulsara el proyecto de crear un puerto militar en aguas del Atlántico . A ello se le sumó la necesidad de poseer una base para ubicar las nuevas naves adquiridas: Garibaldi, San Martín, Belgrano y Pueyrredón. Desde el viaje del Beagle comandado por FitzRoy y que trajo al naturalista Charles Darwin a la bahía Blanca, (1832-1833) se reconoció al Puerto Belgrano como ideal, para fondeadero naval. Fueron muchos los estudios realizados sobre el litoral marítimo, destacándose los del Capitán Félix Dufourq. Estos reflejaban la necesidad de un nuevo puerto militar y señalaban a la zona de la bahía Blanca como la más indicada para tal fin. El gobierno realizó tratativas con el gobierno de Italia, con la intención de contratar a un ingeniero de dicho país para realizar las obras de la base. Fue elegido Luis Luiggi, que arribó al país a principios de 1896, y avaló los estudios realizados por Dufourq. De esta manera el Congreso, a través de la ley 3.450 del 30 de noviembre de 1896, autorizó al Poder Ejecutivo a construir el puerto. El proyecto definitivo que debía servir de base a la licitación fue presentado a principios de 1897 y en agosto del mismo año fueron admitidas las propuestas, siendo aceptada la empresa constructora de los señores Dirks, Dates y Van Hatten. El día 2 de julio de 1898, comenzaron las obras con la colocación del primer pilote del dique de carena, el que sería inaugurado el 8 de marzo de 1902, por el Presidente de la Nación Julio Argentino Roca. Al cumplirse los cien años de su creación (considerada desde el momento en que se sancionó la ley 3.450) , la Base Naval Puerto Belgrano se preparó para su celebración. Se pensó en levantar un monumento alusivo a la fecha, entre una de las actividades más destacadas surgidas en el seno de una comisión encargada de dicho evento, que fue presidida por el Contralmirante Marcelo Loza. Su emplazamiento se llevó a cabo en un predio de dos hectáreas, localizado entre los puestos de acceso 1 y 2. La construcción fue iniciada a mediados de febrero, por obreros de los Talleres Generales. El monumento consiste en un cuerpo central, en el cual se encuentra un mástil naval de 37 metros de altura, réplica del palo mesana de la Fragata Libertad. A ambos lados se encuentran los bustos del capitán de navío Félix Dufourq y del ingeniero Luis Luiggi, siendo el primero trasladado desde la plazoleta Combate de los Pozos y el segundo realizado en los Talleres Generales.
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En el frente se pueden observar los tres escudos, del Partido de Coronel de Marina Leonardo Rosales, de la Base Naval Puerto Belgrano y de la Municipalidad de Bahía Blanca respectivamente, realizados por el escultor bahiense Hugo Pisani. Los paredones laterales, de 15 metros de longitud y de 4 metros de altura, llevan la leyenda "Base Naval Puerto Belgrano 1896-1996", terminando sus dos extremos con la réplica de la Torre de Señales, que representa el viejo edificio de la Comandancia. El acto de inauguración se realizó el 29 de noviembre de 1996, el que fue encabezado por el Presidente de la Nación Carlos Saúl Menem. Entre las autoridades políticas participaron el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, ministros, legisladores y los Intendentes de Cnel. Rosales y Bahía Blanca, Sres. Jorge Izarra y Jaime Linares respectivamente. También se hallaban presentes autoridades de las tres fuerzas al igual que representantes de Gendarmería, Prefectura y Policía de la Provincia de Buenos Aires. Durante la ceremonia se procedió al descubrimiento de los bustos de Luiggi y Dufourq, siendo bendecidos por el capellán Alberto Pita. Los discursos fueron pronunciados por el Jefe del Estado Mayor General de la Armada Vicealmirante Carlos Marrón, el Gobernador de la provincia y el Presidente de la República.
Fuentes: *Album-Revista Punta Alta, ayer y hoy. 1931. *La Nueva Provincia, 27-8-1996. *La Nueva Provincia, 29-12-1996. *La Vidriera, 13-12-1996. Año VIII Nº 101. *Gaceta Marinera 30-11-1996. Año XXXVI Nº 662. *Revista del Mar: Homenaje a la B.N.P.B. en su centenario: Instituto Browniano. Año VLI. Nº 144, octubre 1996. * Información suministrada por el Museo Naval Puerto Belgrano.
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Año 4 Nº 27- Diciembre 2005
Una de las atracciones de Pehuen-Co es la llamada Casa Barco. Su propietario original, Luis Novelli, ideó y encomendó su construcción a Francisco y Antonio Walich (padre e hijo) en 1951. Luis Novelli fue un inmigrante italiano que abandonó su tierra natal de muy joven a bordo del «Roma», enbarcación que se convertiría en el último lazo con su patria.La idea original tuvo como fin el hacer perenne el momento del viaje, que cambió su vida para siempre. La casa se inauguró el 27 de noviembre de 1954 y se realizó de acuerdo a la tradición de los astilleros al botar un buque: la señora Libertad R. Martella, en calidad de madrina de la nave, estrelló sobre el filo de su proa la clásica botella de champagne. Para acceder a la casa, se asciende por una escalera de hierro a la cubierta, que cuenta con un corredor perimetral semicubierto. La distribución interior incluye un hall, , comedor, cocina, baño y tres dormitorios. En la planta alta se ubica la terraza y el fogón con su correspondiente rueda de mando de timón. La obra en su totalidad está construida con materiales tradicionales. Toda ella está realizada en ladrillo hueco salvo la proa, diseñada con una estructura de perfiles, malla de alambre tejido y luego revocada para darle la forma.Los remaches se realizaron con molde uno por uno y luego se colocaron. Los elementos que configuran el aspecto externo del barco cumplen un objetivo funcional: la chimenea mayor es el tanque de agua y las menores corresponden a la cocina y el hogar. Los cuartos interiores son bajos. Las paredes simulan planchones de hierro con grandes remaches, las arañas tienen forma de timón.Las puertas son de hierro y la principal se halla elevada para evitar que entre el agua de la cubierta. Las ventanillas de los camarotes son de 40cm x 60cm, lo que motiva la exigencia de luz artificial. Los pisos de la cubierta originalmente eran de cemento y sobre el mismo se dibujaba el maderamen de la enbarcación, hoy está recubierto con cerámica. En el jardín, Novelli ideó un sistema automático de riego. Asimismo el suministro eléctrico se hacía a través de molinos aerocargadores.
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Año 4 Nº 28- Febrero 2005
La calle de Punta Alta llamada Murature bordea uno de los laterales de la plaza Belgrano y, sobre una de sus aceras, se yergue el edificio del Concejo Deliberante, símbolo de la democracia rosaleña. Pero pocos de quienes la transitan saben a quién honra la ciudad con su nombre: al comodoro José Murature, uno de los héroes de la Armada. Murature nació en 1804 en la aldea de Alassio cerca de Génova (Italia). Cuando contaba veinte años arribó a Buenos Aires en 1825 y al poco tiempo el Imperio del Brasil nos declaró la guerra. Este hecho le dio la oportunidad de servir a nuestro país, que ya consideraba su patria adoptiva. Conocedor extraordinario del Río de la Plata y sus afluentes, comandando el cúter «Luisa» suministró a Brown numerosas informaciones sobre las fuerzas y posición de la escuadra enemiga. Con el mismo buque formó parte de convoyes que condujeron tropas, víveres, etc., al ejército nacional que se encontraba en operaciones en la Banda Oriental. Finalizada la guerra se redujeron considerablemente las necesidades de nuestra Marina en material y en personal, pero Murature, hombre de mar, se incorporó a las actividades de la marina mercante y llegó a obtener en esa actividad la jerarquía de capitán. Durante el gobierno de Rosas, Murature se inclinó por la causa liberal que defendían los unitarios. Producida la caída de Rosas luego de la batalla de Caseros e l3 de febrero de 1852, comenzó un tiempo nuevo para orientar al país por la senda institucional, pero disidencias entre Urquiza y los representantes de Buenos aires, complicaron las cosas. Buenos Aires no estuvo de acuerdo con el sentido que Urquiza quiso imprimir a la Confederación Argentina y se separó de su seno. Urquiza pretendió someter por la fuerza a Buenos Aires y estalló la lucha. Murature, con el grado de sargento mayor, pasó a formar parte de la escuadra de Buenos Aires, asignándosele el comando de la goleta de guerra «Santa Clara». La escuadra porteña compuesta por seis naves, fue puesta a las órdenes de un marino polaco, Floriano Zurowski y el 18 de abril de 1853 enfrentó a la escuadra de la Confederación en aguas de Martín García. La escuadra de Buenos Aires resultó derrotada en la acción y regresó a puerto. Zurowski fue relevado del mando y en su lugar se designó a Murature. Enarboló su insignia a bordo de la goleta «9 de Julio» y frente a Buenos Aires sostuvo un encarnizado combate contra la fuerza naval de Urquiza. Ascendido a coronel de marina, forzó el paso de las baterías del Rosario y se situó frente a Paraná interviniendo más tarde en el heroico sitio de Paysandú, cuando esta ciudad fue sometida a un intenso bombardeo por parte de la escuadra brasileña al mando del
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almirante Vizconde de Tamandaré, el 2 de enero de 1865, y que sería el factor desencadenante de la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay. Durante ese conflicto (1865-1870) actuó como jefe de la Escuadra Nacional y en ocasión de enarbolar su insignia en el vapor «Guardia Nacional», al mando del teniente coronel Py, se encontró presente en la acción del forzamiento de Paso de Cuevas, ocurrida el 12 de agosto de 1865. Una división naval brasileña a la que se había incorporado el «Guardia Nacional» debe soportar un muy intenso fuego de unas cuarenta piezas de artillería paraguayas, ubicadas en las barrancas del Río Paraná, las que fueron apoyadas por unos tres mil soldados. La fuerza naval logró superar el obstáculo y continuó navegando por el Paraná, pero las averías que había sufrido eran muy importantes y uno de los buques más castigados resultó ser el argentino. Salió del lance con varios impactos en la flotación y con quince bajas; entre los muertos se encontraban los guardiamarinas Enrique Py, hijo del Comandante de la nave, y José Ferré. Finalizada esta contienda Murature, pasó a una vida menos azarosa de lo que había sido su existencia y dotado de excelentes condiciones de pintor marinista, se dedicó a reflejar la tela las naves de la escuadra nacional. José Murature fue el segundo almirante de nuestra marina de guerra. Falleció en Buenos Aires el 9 de agosto de 1880. Cuatro buques de la Armada Argentina llevaron su nombre: Vapor Aviso «Coronel Murature» (1884), Torpedera de 1ª clase «Comodoro Murature» (1891), Rastreador Minador «Murature» (1923) y el Patrullero «Murature» (1954), todavía en servicio.
Comodoro José Murature
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Año 4 Nº 29- Marzo 2005
Muchas de las calles de nuestra ciudad ostentan por nombres fechas célebres de nuestra historia. La mayoría de nosotros sabe qué hechos conmemoran: 25 de Mayo (el primer gobierno patrio), 9 de Julio (la independencia argentina), 12 de Mayo (la creación del parido de Cnel. Rosales), etc. Pero escapa tal vez a nuestro conocimiento el homenaje que se quiso efectuar al bautizar una calle con el nombre de 7 de marzo. ¿Qué ocurrió en esa fecha? Fue en 1827 cuando Carmen de Patagones venció a una expedición brasileña integrada por 6l3 hombres bajo el mando del capitán de fragata inglés James Shepherd. Desde diciembre de 1825 Argentina se hallaba en guerra con el Imperio del Brasil. El derecho de pertenencia del territorio actualmente uruguayo había provocado el conflicto. A raíz del bloqueo del puerto de Buenos Aires por la escuadra imperial, Patagones se había transformado en el seguro refugio de nuestros corsarios que atacaban valientemente el poderío naval enemigo. El botín de guerra, los prisioneros, todo era desembarcado en Patagones, lo que dio origen a una activación inusitada en la vida maragata de aquel entonces. Brasil se sintió herido profundamente en sus intereses por el éxito del ataque de los corsarios a su comercio marítimo y con el fin de arrasar batería y población del punto que había alcanzado a asumir tan importante papel en la guerra, resolvió enviar una poderosa escuadra al río Negro. El 28 de febrero de 1827 cuatro naves forzaron la barra. Desde la batería de la boca se hostilizó a la fuerza invasora; pero sin resultado, dado la escasez de municiones. Durante siete días los imperiales actuaron con demora y desorganización, dando tiempo a Patagones a organizarse y a poner al fuerte en estado de defensa. El 6 de marzo, a las 21, los brasileños echaron a tierra un grupo explorador a legua y media de la batería de la boca. Luego de un reconocimiento de la zona, el citado grupo se repliega hacia la costa donde permanecía embarcado el grueso de la expedición. Se supone que desde las 23, aproximadamente, los brasileños realizan las tareas de desembarco de una columna de infantería que tendría por misión atacar el fuerte de Patagones. Después de las dos de la madrugada del día 7, dicha columna de infantería emprende la marcha en dirección al Carmen y aparece sobre el Cerro de la Caballada al amanecer. Carmen de Patagones esperaba al invasor. En el monte, el subteniente mendocino Sebastián Olivera y sus 80 milicianos (chacareros, hacendados, artesanos y comerciantes, más los gauchos del baquiano José L. Molina); en el río, los corsarios James Harris, Jean Soulin y Pierre Dautant y sus tripulaciones bajo las ordenes del comandante Santiago Jorge Bynon. En el fuerte, las mujeres, los niños y los viejos junto a la infantería negra del coronel Pereyra. En el amanecer del 7 de Marzo de
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1827, comenzaron los cañonazos de los buques argentinos y si bien sus tiros no hicieron blanco por la situación de la columna brasileña sobre uno de los flancos del paraje, expresaron elocuentemente la energía con que se había preparado la defensa. Olivera, en tanto, realizaba desde su posición una descarga de fusilaría que mató al jefe de la expedición imperial, capitán Shepherd. La columna, agotada ya por la larga marcha de la noche anterior y sedienta, viéndose sin jefe, sintió quebrada su moral y comenzó a retroceder buscando su salvación en la costa del río; pero Olivera, con una carga de caballería, la arrolló y quitándole el recurso del agua la metió en el monte que, envuelto en llamas, era un verdadero infierno. En tanto esto ocurría en tierra, el comandante Bynon, viendo que la población no corría peligro ya, bajó sus naves en procura de la escuadra imperial, asaltando y rindiendo a sus tres buques. Eran las 22 horas. Este ataque llevó al gobierno provincial a acelerar la fundación de Bahía Blanca como medida tendiente a la protección de la extensa zona que mediaba entre Patagones y Buenos Aires. Desde el 4 de mayo de 1910, conforme a la ordenanza municipal sancionada en esa fecha, la calle 7 de marzo ostenta ese nombre.
Monolito recordatorio del combate del Cº.La Caballada, en la ciudad de C. de Patagones
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Año 4 Nº 30- Abril 2005
Pocas cosas tan conocidas en Punta Alta como Arroyo Pareja. Para muchos es sinónimo del balneario y los memoriosos recuerdan el antiguo nombre de Puerto Rosales. Sin embargo, el lugar en sí y su misma denominación encierran confusiones que es necesario despejar. Para empezar, el arroyo no es arroyo. En efecto, pese a su apariencia precisamente por eso), desde su descubrimiento en 1824 el accidente recibió el nombre de «arroyo». Pero en realidad es la antigua desembocadura del arroyo Napostá Chico (también llamdo, en alguno de sus tramos Sombra de Toro y Bajo Hondo). En épocas pretéritas, este curso de agua, intermitente, desembocaba en la bahía Blanca formando un pequeño estuario. Pero ahora el riachuelo culmina en una cuenca endorreica-esto es, sin drenaje al mar- y el estuario fue ocupado por el agua salada. Es precisamente a esta boca la que damos, popularmente el nombre de «arroyo». ¿Y por qué se llama «Pareja»? Pareja y no Parejas, como equívocamente figura en muchos artículos y revistas locales y como dicen muchos vecinos de hoy en día. El accidente geográfico debe su denominación a su descubridor, el piloto español Joaquín Fernández Pareja, quien lo avistó y reconoció en 1823. En efecto, atendiendo a los deseos del gobierno bonaerense de fundar un poblado en el sur de la provincia, en un sitio apto para la instalación de un puerto, en noviembre de 1823 se envió a la goleta norteamericana Clive a realizar un reconocimiento de la bahía Blanca, mal conocida a la sazón. En el buque iba el jefe del Departamento de Ingenieros de la provincia, Martiniano Chilavert y el agrimensor Fortunato Lemoine. Encargado de cumplir la derrota era el piloto y agrimensor español Joaquín Fernández Pareja. Precisamente en diciembre, Pareja avistó la entrada de mar que lleva su nombre. Chilavert y Lemoine recorrieron el lugar y lo encontraron del todo favorable para erigir un poblado y un puerto. Lamentablemente, problemas financieros retardaron la fundación. Al año siguiente, Buenos Aires firmó con el armador español Vicente Casares un contrato para la fundación de un asentamiento en la bahía. Se fletaron para ello las goletas Río (piloteada por su patrón, Roberto Pulsifer) y Gleaner (capitaneada por Diego Johnson) y la sumaca Mariana, buque auxiliar para el transporte de materiales. A bordo iban también Lemoine y Chilavert. Realizados los estudios que se creyeron necesarios a lo largo de toda la costa septentrional de la bahía, Casares acordó fundar el fuerte y puerto en Arroyo Pareja. Los trabajos empezaron el 19 de abril de 1824, pero se interrumpieron a los pocos días. La expedición auxiliar terrestre comandada por el general José Rondeau consideró a la zona como agreste, falta de recursos y poco
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protegida de los ataques indígenas. Por lo tanto, ordenó, en nombre del gobernador Martín Rodríguez, suspender la fundación. Con esta orden se inició un largo litigio entre Casares y el gobierno provincial y la larga demora en la construcción de un asentamiento blanco en la región, que se cumplió el 11 de abril de 1828 con la fundación de la llamada Fortaleza Protectora Argentina (posteriormente Bahía Blanca). La zona de Arroyo Pareja quedó virtualmente abandonada hasta que el gobierno nacional cedió, a mediados del siglo XIX, terrenos a la gente del cacique Linares, que instaló una suerte de estancia entre el arroyo y el paraje Baterías. Y cobró nuevo impulso con los inicios de la construcción del a Base Naval y el asentamiento de los campamentos obreros y un muelle abastecedor en la zona; y los proyectos de Guillermo Godio (1900) y de Abel Pagnard (1905). Este último es el que se inició en 1912 y constituye la base del actual Puerto Rosales.
Balneario Arroyo Pareja - 1942.
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Año 4 Nº 31- Mayo 2005
La calle 12 de Mayo bordea el lado sur del cementerio desde Colón hasta Buchardo y cuyo tramo inicial es el que se aborda frecuentemente para ir desde el centro de la ciudad por calle Humberto I a Bahía Blanca. La denominación de esta arteria alude al 12 de mayo de 1945, día en que asumió oficialmente el doctor Carlos Gustavo Gericke como Comisionado del nuevo Partido de Coronel de Marina Leonardo Rosales, convirtiéndose así en la primera autoridad comunal una vez obtenida la autonomía. Ese día se desarrolló el acto de la firma simbólica del decreto de autonomía por parte del Interventor federal de la Provincia de Buenos Aires, Dr. Juan Atilio Bramuglia, realizado en la plaza General Belgrano, y la asunción de las nuevas autoridades, encabezadas por El Dr. Gericke. No obstante, la creación del Partido de Coronel Rosales se concretó ( no con pocos inconvenientes) días antes, con la firma del decreto Nº 7.361, en el que se establecieron los límites definitivos del distrito y la fecha de inicio del ejercicio comunal, el cual comenzaría el 12 de Mayo .El texto del decreto de autonomía es el siguiente: «LA PLATA, Mayo 12.- En la fecha, el Interventor de la Provincia de Buenos Aires, Dr. Juan Atilio Bramuglia, decreta: Art. 1º_ Establécese que el 12 de Mayo del corriente año comenzará el ejercicio comunal en el Partido «Coronel de Marina Leonardo Rosales», en cuya fecha el infrascripto pondrá en posesión de su cargo al Comisionado Municipal que se designe. Art. 2º_ Declárase ciudad cabecera de dicho Partido y asiento de sus autoridades, al actual pueblo de Punta Alta. Art. 3º_ Fíjase como límite definitivo del Partido los siguientes: Circunscripciones VI, VII y VIII y parte del X y V, de acuerdo a la siguiente descripción: COSTADO N.O.: El límite, arranca del Arroyo Sauce Grande, entre los mojones de Catastro Parcelario Nº 170 y 173, correrá por el deslinde de las circunscripciones VIII y IX, y luego por las VIII y X, en una pequeña parte por el deslinde de la VI y X hasta interceptar la ruta Nº 3, camino de Buenos Aires a Bahía Blanca. COSTADO NORTE: El eje o línea media de esta ruta, desde la intersección antes mencionada hasta su encuentro con la vía del F.C. Sud al norte de la Estación Calderón. COSTADO N.O.: Desde ese punto, el deslinde del Partido se identifica con el de las circunscripciones X y V hasta el vértice oeste de la Colonia Calderón, a su vez mismo esquinero de la circunscripción X, señalado por el mojón de catastro de característica N-07, continuando luego por los N-08, N-09, N-010, éste último ya sobre la línea V y VI por la que continúa hasta llegar al Océano Atlántico. COSTADO SUD: Lo constituye la costa sobre el Océano desde el punto antes referido,
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hasta encontrar el actual deslinde de los Partidos de Bahía Blanca y Coronel Dorrego, frente al mojón de catastro Nº 277. COSTADO N.E.E.: Es el actual límite entre los mencionados Partidos, que se halla materializado en el terreno por los mojones que llevan los números 272, 273, 274, 275, 276 y 277. COSTADO N.E.: Cierra el deslinde por este rumbo el curso del arroyo Sauce Grande, desde el mojón Nº 272 hasta enfrentar la línea separativa de las circunscripciones VIII u IX, a la que se encuentra entre los mojones 170 y 173. Art. 4º_ Derógase toda disposición que se oponga al presente decreto. Art. 5º_ Comuníquese, dése al Registro y Boletín Oficial y archívese.» Aquel sábado 12 de mayo de 1945 Punta Alta recibió jubilosa a la comitiva oficial, integrada por el propio Interventor Dr. Juan Atilio Bramuglia; el Ministro de Gobierno Sr. Arturo Saiz Kelly; el subsecretario Dr. Juan Enrique Coronas y el secretario general de la Intervención Sr. Pedro Pirán, entre otros funcionarios, quienes luego de una recorrida por la Base Naval se concentraron en la Plaza General Belgrano, alrededor de las 16:30 hs. Se hallaban allí las delegaciones escolares, sociedades y centros, grupos boyscouts y público en general y desde el palco oficial, donde se ubicaron además de los funcionarios los miembros de la Comisión Pro Autonomía y altos jefes de la Armada, el Dr. Coronas leyó el acta de constitución del nuevo municipio, que fue recibida con fuertes aplausos, disparos de bombas y repiques de la campana de la iglesia. La denominación 12 de Mayo a la calle previamente sin nombre, se efectivizó por la Ordenanza N° 632 y promulgada por la resolución N° 25 en 1965.
Doctor Carlos Gustavo Gericke (en andas), Comisionado del nuevo Partido de Coronel de Marina Leonardo Rosales.
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Año 4 Nº 32- Junio 2005
Pocos personajes de la historia local tan nombrados y tan recordados por la gente como el Indio Fermín. Se lo recuerda bajito, chueco, de pómulos salientes y usando unos anteojos redondos y chiquitos. Siempre llevaba un sombrero muy viejo, arratonado y con su guitarra al hombro recorría a caballo todos los lugares de Punta Alta, que en ese entonces no estaba aún asfaltada. Pero su vida es interesante porque, más allá de la simpatía que despierta su figura, es el último eslabón de una prosapia gloriosa. Los Ancalao, eran de ascendencia boroga o voroga (parcialidad mapuche originaria del actual territorio de Chile y que entre 1818 y 1820 se ubicó hacia el sudoeste bonaerense). Formaban parte del grupo que, al mando del cacique Venancio Coñhuepán, había arribado a la zona hacia 1827; Venancio y su gente acompañaron al Coronel Ramón Estomba como fuerzas auxiliares en la fundación de la Fortaleza Protectora Argentina (hoy ciudad de Bahía Blanca). Se establecieron en las inmediaciones de la actual Aldea Romana, cercanías del cementerio y Arroyo Napostá. Desde un principio, fueron considerados «indios amigos» asentándose en forma permanente dentro de la línea de frontera, y auxiliando militarmente a la guarnición regular del fuerte. Francisco Ancalao fue nombrado jefe de la división auxiliar indígena, con rango de coronel. Cuando falleció en enero de 1871, dejó una foja de servicios colmada de actos de heroísmo, al frente de su gente, en decenas de combates. Entonces la gente de Ancalao quedó al mando de Rafael, su hijo. Pocos años más permanecieron en cercanías de Bahía Blanca, a principios de la década del 80 fueron erradicados del ejido bahiense, alegando razones de salubridad dado el brote de tifus desatado por ese tiempo. Se establecieron, entonces, en los campos próximos a Ciudad Atlántida y Arroyo Pareja, en una «suerte de estancia» que le había sido otorgada a Francisco Ancalao en octubre de 1866, y donde explotaban ganado vacuno y ovino. Allí permanecieron hasta que comenzaron las obras de construcción del Puerto Militar, cuando fueron desalojados sin reparos. En 1910 Rafael Ancalao fue comunicado que, junto con su gente, debía desocupar las casi 5000 hectáreas que le pertenecían ya que el gobierno provincial las había vendido a Miguel Raggio Carneiro. De esta manera el día 4 de mayo de 1912 comenzó el éxodo de aquella gente, con sus familias, ganados e implementos de trabajo, rumbo al Bolsón (Río Negro). De todas maneras, un miembro de aquel grupo permaneció en las tierras que consideraba suyas. Era Fermín González Ancalao, luego conocido simplemente como «el indio Fermín». Había nacido en Tres Arroyos, aproximadamente en 1873, siendo hijo de Hermenegildo González y Petrona Ancalao, hija ésta de Francisco Ancalao y
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hermana de Rafael. Muy probablemente, en 1900 o antes Fermín ocupó las tierras que hoy conocemos como «isla Cantarelli», hasta que en 1916 comenzó a trabajar en la Base Naval como obrero de la División Talleres y se mudó al pueblo. Dejó como encargado de sus posesiones a un tal Viola, quien permaneció allí hasta 1938, cuando fue desalojado por una orden judicial al haber sido vendidas dichas tierras a Marcio Cantarelli alrededor del año 1926. Desde entonces Fermín trató de reconquistar por todos los medios sus propiedades. No obstante, a pesar de los testimonios y documentos presentados, Fermín no logró recuperar sus posesiones. Vivió su vida trabajando en los talleres de la Base Naval, hasta que en 1941 se retiró. «Soy el primer indio jubilado de la Base», decía orgulloso Fermín, cuyo único privilegio había sido poder ingresar a caballo al complejo naval. Ya ciego y anciano, falleció el 18 +de mayo de 1959. El monumento ubicado en el cementerio local, fue erigido el 22 de octubre de 1997 por la Municipalidad de Coronel Rosales, siendo bendecido por el padre Miguel Mellado. Presenció el acto Carlos Cacciurri, quien pronunció un breve discurso y el Intendente Jorge Izarra que junto al ahijado de Fermín, Enrique Medrano, colocaron una ofrenda floral al pie del mismo. En Fermín quedó representado el tributo que se le rinde a aquellos indígenas que habitaron primero que nadie el espacio territorial que hoy constituye el partido de Cnel. Rosales y fueron pieza clave en la historia de los primeros años de la región.
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Año 4 Nº 33- Julio 2005
El Sindicato de Luz y Fuerza de Punta Alta, nacido el 27 de agosto de 1947, se constituyó para la defender los derechos de los trabajadores del gremio. Como toda entidad de su tipo, ha engendrado en su seno personas que permanecerán en la memoria de todos los puntaltenses. Una de ellas es Adalberto Wimer. Nació en Punta Alta el 16 de junio de 1939. A los 15 años ingresó como operario de la Cooperativa Eléctrica iniciando allí su carrera sindical. A partir de 1964 comenzó a ocupar importantes cargos a nivel local. En 1966 se lo nombró Secretario General del gremio y a partir de allí, su labor trascendería más. Se desempeñó como Delegado Suplente ante la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza, de la que sería nombrado posteriormente Secretario de Prensa. Con ese cargo, dirigió la revista Contacto. Asimismo fue Director del Instituto de Formación Social y de Capacitación de su gremio. En 1970 fue elegido vocal titular de Confederación General del Trabajo y de la Central Interamericana de Trabajadores de Luz y Fuerza. Los dos años siguientes ejerció como Delegado Obrero de la Organización Internacional del Trabajo en Ginebra. En 1975 fue nombrado Secretario General Adjunto de la CGT. El 24 de marzo de 1976, el golpe militar destituyó al gobierno democrático de Isabel Martínez de Perón. La dictadura subsiguiente impuso una nueva etapa en la vida del país y en la de Wimer, más acotado en su función pública y de defensa gremial. A mediados de la década del ’70 el sindicato lo envió a Río Hondo (Santiago del Estero), donde sería el administrador de la Colonia de Vacaciones del Gremio. Allí cerca, en Mansupa (localidad del Departamento de Río Hondo) existe una escuela con su nombre, ya que fomentó su construcción a través del sindicato. Falleció a los 42 años, un 19 de setiembre de 1981 en un accidente, en la provincia de Santa Fe. Sus compañeros, en setiembre de 1984 decidieron rendirle un homenaje a través de un monolito, ubicado en el Barrio Luz y Fuerza, mientras que la Municipalidad colocó su nombre en una de las calles del mismo barrio.
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Año 4 Nº 34- Agosto 2005
En el Barrio Albatros V una calle (la ex Nº 3) recuerda el nombre de Estanislao Boffi, según Ordenanza Nº 1857 del 24 de julio de 1988. Hoy prácticamente olvidado e ignorado por las jóvenes generaciones de rosaleños, a Boffi le cupo sin embargo una infatigable labor en pro de la comunidad puntaltense y su actuación como periodista, político y miembros de diversos clubes y asociaciones llenó la primera mitad del siglo XX. Además desarrolló una ingente labor a favor de nuestra autonomía, llevada a cabo desde la prensa o la tribuna política. Estanislao L. Boffi nació en la ciudad de Buenos Aires y como tantos otros vino a probar fortuna en la zona sudoeste bonaerense. En 1909 tomó contacto con el periodismo, el que sería el gran amor de su vida: formó parte del cuerpo de redactores de los periódicos bahienses El Tribuno y El Censor. Desde agosto de 1914 hasta abril de 1915 ejerció el periodismo en el periódico Pringles, de la ciudad homónima. Volvió a Bahía Blanca y el 10 de junio de 1916 adquirió la imprenta y periódico Nueva Época, de Punta Alta. Allí ejerció las dirección y la responsabilidad de los editoriales hasta que en marzo de 1926 vendió el establecimiento tipográfico y el diario. Pero el 5 de septiembre de 1928 fundó La Nueva Comuna, que vendió en 1939, aunque entre 1941 y 1944 volvió a ejercer su dirección. Además fue, por años, corresponsal local de diversos medios de Buenos Aires, como La Nación y La Prensa, además de la agencia noticiosa Andi. Desde los medios puntaltenses que dirigió siempre se erigió en defensor de los intereses locales y de la autonomía comunal. Pero su labor no se agotó en el periodismo, su pasión. Fue un activo integrante de diferentes instituciones de bien público puntaltenses: primer presidente de las Cooperadora de las entonces Escuela 99 «Ricardo Gutiérrez» (de 1921 a 1923) y Escuela 4 (1928); vocal de la comisión vecinal para la compra del terreno de la Escuela Provincial 8 (1929); desde 1919 hasta 1951, fue miembro de la Sociedad Pro Educación Industrial. Además, fue socio fundador de la Liga Comercial y de Defensa Local (1917), primera entidad mercantil de la ciudad; vocal del a Junta Vecinal Pro Prosecución de las obras del puerto de Arroyo Pareja (1918); miembro del consejo directivo de la Sociedad Italiana; directivo del Club Rosario-P. Belgrano; vocal de la Cooperativa Eléctrica;vocal de la Sociedad de Fomento; directivo del a Sociedad Argentina; vocal del Club Naútico Punta Alta; vocal de la comisión Pro Estadio del Club Sporting, entre otras tantas destacadas participaciones en el campo social Además, es digna de destacar su actuación en la arena política. Ligado al Partido Demócrata (conservador) fue desde 1921 a 1928 concejal en Bahía Blanca. De 1929 a 1932 fue delegado municipal, cargo que volvió a ejercer de 1936 a 1940. En 1941 fue Inspector General del municipio bahiense. En 1948 compitió como candidato a
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intendente en las elecciones municipales, pero fue derrotado por el peronista Francisco Gutiérrez Pero quizá su lucha más reconocida sea en las lides de la autonomía local. Fue activo miembro de las diferentes comisiones vecinales que se fueron conformando para estudiar y solicitar la creación de un partido separado de Bahía Blanca. Ferviente defensor de ella desde las páginas de sus periódicos (especialmente La Nueva Comuna, cuyo nombre es ya una petición de principios); a través de ellas, su prédica fue haciéndose carne en los puntaltenses. Inclusive puso a disposición de la Comisión Vecinal Pro Autonomía Comunal para la impresión de un boletín para la difusión de los ideales autonomistas. Boffi falleció el 4 de julio de 1953, de un ataque cardíaco en Punta Alta. Sus restos fueron trasladados a Olivos, en cuyo cementerio reposan.
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Año 4 Nº 35- Septiembre 2005
A las vera de la ruta Nacional N° 3, en la línea que limita el Partido de Cnel. Rosales con el de Bahía Blanca, se halla un monumento que se distingue por el conocido símbolo del Rotary Club en su parte superior. Es el llamado Monumento de la Unión y la Amistad, que simboliza los fraternales sentimientos entre ambos distritos y que fue edificado por el Rotary Club local. Un club Rotary está compuesto por profesionales y empresarios, dedicados al servicio de la comunidad con intereses vocacionales. Fundamentalmente, Rotary es una filosofía de vida que procura reconciliar el constante conflicto entre el deseo de beneficiarse uno mismo y el deber y consecuente impulso de servir a los demás. Es una organización integrada por personas de negocios y profesionales dedicadas a proporcionar servicios humanitarios, promover elevadas normas de ética en todas las ocupaciones y fomentar la buena voluntad y la paz en el mundo. Rotary, primera organización mundial de clubes de servicio, dio comienzo a sus actividades con la formación del Club Rotario de Chicago, Illinois, EE.UU., el 23 de febrero de 1905. Dicho club fue fundado por el joven abogado Paul P. Harris y tres de sus amigos. Las reuniones semanales se efectuaban «rotativamente’’ en sus respectivas oficinas y de tal práctica deriva el nombre de la entidad. En la actualidad, Rotary cuenta con un cuadro social de aproximadamente 1,2 millones de hombres y mujeres distribuidos en 30.000 clubes, actuando en 162 países. Hoy la Organización Internacional de Rotarios anima a los clubes a que centren sus actividades en la lucha contra el hambre, el analfabetismo y la droga y a que colaboren con los ancianos y con el medio ambiente. Punta Alta tiene su Rotary Club, fundado el 19 de noviembre de 1952. Siempre a lo largo de su existencia se destacó por su impulsiva labor en beneficio de la comunidad, organizando múltiples festivales culturales y deportivos, colaborando con el Hospital Municipal Eva Perón, con la Fundación Viaje de Vuelta y gran cantidad de campañas solidarias. En la celebración de sus 40 años de trayectoria, dentro del marco de los festejos del V Centenario del Descubrimiento de América y como símbolo de la unión y amistad entre los partidos de Coronel Rosales y Bahía Blanca, erigieron un monumento en la ruta Nacional N° 3, a la altura del kilómetro 671, punto de intersección entre ambos distritos. El padre Hugo Díaz Súnico procedió, luego del descubrimiento, a su bendición. Posteriormente se realizaron una serie de discursos por parte del señor Edgardo Guglielmo, Presidente del Concejo Deliberante de nuestro partido, el Presidente del Club Rotary Bahía Blanca, Hugo Berge y el Presidente del Club Rotary Punta Alta,
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NĂŠstor Negro, quien expresĂł el significado de dicho acontecimiento, agradeciendo a los seĂąores Crisafulli, Durand, Barresi, Montero, Sandoval, entre otros, por el aporte de materiales, mano de obra e ideas para concretar ese monumento.
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Año 4 Nº 36- Octubre 2005
Ceferino era hijo del último gran jefe de la dinastía mapuche de los Curá, Manuel Namuncurá y de Rosario Burgos. Nacido el 26 de agosto de 1886 en Chimpay, Río Negro, recibió el nombre de Morales Namuncurá, pero al ser bautizado se lo llamó Ceferino. Nació en Chimpay, Provincia de Río Negro (Rep. Argentina) el 26 de agosto de 1886 y fue bautizado dos años más tarde por el apóstol de los indios, el misionero salesiano Padre Domingo Milanesio. A los once años él mismo le pidió a su padre que lo llevara a Buenos Aires para estudiar y así ser útil más tarde a su pueblo. Su madre decía: «Ceferino desde pequeño pensaba como un hombre». Viajó a Buenos Aires para estudiar y aprender la lengua de los blancos, recibiendo el apoyo del obispo Juan Cagliero. Merced a los oficios del dignatario eclesiástico, fue aceptado en el colegio salesiano Pío IX,de la capital. Allí recibió la primera comunión el 8 de septiembre de 1898. Estudioso del catecismo anhelaba convertirse en misionero de sus paisanos confinados en la cordillera. Paralelo a ello, aparecieron en él síntomas de tuberculosis y por esta razón, para alejarlo del clima húmedo porteño, se trasladó a Viedma donde continuó sus estudios El 19 de julio de 1904 partió hacia Génova y de allí a Valdocco (Turín) casa matriz de la orden Salesiana. A los 18 años, consumido por la enfermedad, fue trasladado al hospital de la isla de San Bartolomé, muriendo un 11 de mayo. Sus restos regresaron al país en 1924 y desde entonces descansan en una capilla en Fortín Mercedes. Si bien el proceso de beatificación se ha iniciado hace casi medio siglo, para la comunidad católica del sur de Argentina, ya es un santo. El llamado «Mancebo de la tierra», «Santito de la toldería», «Una gloria argentina ignorada», «Muchachito de las pampas», «Misionero de su pueblo», «Lirio de la Patagonia» e «Indiecito Santo» fue declarado venerable por el Papa Pablo VI el 22 de junio de 1972. Falta el escalón final. La creación del Centro de Devotos de Ceferino surgió a partir de la idea del señor Rubén Lasdica, quien promovió la erección de un monumento, a fin de rendirle culto. De esta manera se fue movilizando para lograr su objetivo, quedando conformada la Comisión pro monumento a Ceferino Namuncurá. Luego de la correspondiente autorización municipal, en la que se determinaba a la plazoleta de acceso de barrio ATE como la ubicación para el mismo, se emprendió la campaña para la recaudación de los fondos. Fue así como a través de alcancías, rifas, té show, festivales y donaciones lograron recaudar los fondos para su construcción. El monumento, diseñado por el arquitecto Gustavo Montero, presenta en el centro una cruz, que simboliza los 500 años de evangelización del continente americano; a su derecha la imagen de Ceferino, esculpida en marmolina blanca por el artista capitalino
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Amado Armas; también cuenta con un atril que posee una placa que sintetiza la vida y obra del religioso y una paloma de la paz a la izquierda de la cruz. El día 19 de abril de 1997 sería el elegido para llevar a cabo la inauguración, contando con la presencia del Intendente Municipal Jorge Izarra y diversas autoridades escolares, militares y religiosas. Hicieron uso de la palabra el presbítero Miguel Mellado y el profesor Lasdica, en tanto que la bendición fue realizada por el padre Pedro Pasino, quien se detuvo a narrar ciertos aspectos sobre la vida del santo.
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Año 4 Nº 37- Noviembre 2005
Estamos acostumbrados a que las nomenclaturas de calles honren la memoria de algún prócer famoso, de algún líder militar o un funcionario que dejó su huella en la política local o nacional. Pero menos frecuente es encontrar arterias que lleven el nombre de vecinos que, desde su ocupación habitual y sin dedicarse específicamente a la función pública, realizaron una acción destacada en pro de la comunidad. Tal el caso de una de las calles del barrio Centenario, que lleva el nombre de una docente ejemplar: María Luisa Tonelli de Peña. Hija de italianos, nacida en Berisso en 1898, en 1900 ya se encontraba en Punta Alta, donde se radicaron sus padres. Cursó sus estudios en la entonces Escuela N° 8 ubicada en Rivadavia. Posteriormente, debió proseguir la primaria en Bahía Blanca, dado que aquí no existían establecimientos con los años superiores. En la vecina ciudad entró a la Escuela Normal Mixta, establecimiento donde prosiguió sus estudios secundarios. En 1915 se recibió de Maestra Normal. En 1917 se inició como maestra en la Escuela N° 99 (hoy EGB N° 23), y dos años después fue ascendida a directora del establecimiento. Ejerció ese cargo durante cuarenta y dos años hasta su jubilación en 1959. Desde su puesto ejerció una labor destacada en diversas comisiones y asociaciones locales, además de impulsar obras en beneficio de sus alumnos y de la sociedad toda. Fue pionera en la inserción de la escuela en la comunidad. Fundó, en 1921, la primera Cooperadora Escolar de la ciudad. Asignó a la educación estética la categoría necesaria para la formación integral del alumnado. Creó un Teatro Infantil, otro de Títeres, una Banda rítmica, el Cine Escolar; estableció la Biblioteca Popular Escolar y la Cruz Roja Escolar. También gestionó y obtuvo por parte del estado los terrenos para edificar el local propio del establecimiento, en Paso y Luiggi. Asimismo impulsó en 1944 la concreción del Centro de Ex Alumnos de la Escuela 99, para gestionar la reforma de la Ley N° 4874 (la llamada Ley Láinez), para que se completara en las escuelas regidas por esa norma el ciclo primario completo (de 1° a 6° grado en ese entonces). No de menor importancia fue su trabajo social. No es posible enumerar sus muchas actividades, pero entre las más destacadas podemos mencionar: Organizó y dirigió la colonia de vacaciones que funcionó en la Playa de Pescadores en la Base Naval, donde llegaron a contarse trescientos chicos que disfrutaban cada verano de la playa. Las damas de la Sociedad Italiana la contaron entre sus miembros más activos, y también fue parte de la comisión de la Sociedad Española. Formó parte de la Sociedad de Beneficencia y trabajó para conseguir el terreno donde hoy funciona el Hogar del Anciano. Fue una de las primeras integrantes de las comisiones para conseguir el terreno y encarar la construcción de la iglesia Nuestra Señora de Luján.
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Actuó en la Comisión Pro-Autonomía de Punta Alta y habló en nombre de los puntaltenses al Dr. Atilio Bramuglia en la demostración pública que se le realizó en los galpones del entonces Ferrocarril Rosario-Puerto Belgrano. También integró la Comisión Sanmartiniana y desde ese lugar promovió la donación de bronce a cada una de las escuelas del distrito, a fin de fundir la estatua al Libertador del Parque San Martín y la Campana. María Luisa Tonelli de Peña falleció el 25 de julio de 1984. El H. Concejo Deliberante de Cnel. Rosales, mediante Ordenanza N° 2672 del 23 de diciembre de 1998, decidió el nombre de las Calles del Barrio Centenario. El artículo noveno de dicha norma dice textualmente: «Desígnase con el nombre de María Luisa Tonelli de Peña a la calle ubicada en el Barrio Centenario, paralela a las calles Islas Orcadas y Ushuaia y que se encuentra comprendida entre las calles Murature y Paso».
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Año 4 Nº 38- Diciembre 2005
Estamos A partir del 11 de noviembre de 2005, por Ordenanza N° 2968, el camino de acceso a Puerto Rosales lleva el nombre de Pedro del Río, a instancias de una nota presentada por la UCIAPA el 21 de octubre . Pedro del Río fue docente, comerciante, dirigente de la UCIAPA y funcionario municipal. Había ingresado a la entonces Liga del Comercio, Propiedad e Industria de P. Alta en 1980, en calidad de vocal. En 1985 fue secretario y en 1988 participo de la reforma estatuto que transformó la Liga de Comercio en UCIAPA. En 1992 fue presidente de la entidad, cargo que desempeñó hasta 1995. Desde allí fue uno de los impulsores, ya en 1986 de la Zona Franca, como asimismo de los proyectos del camino circunvalación, reforma del centro, camino al puerto. Como funcionario municipal, se desempeñó como Director de Producción desde diciembre de 1993 hasta mediados de l994. Posteriormente, en diciembre de 1995 asumió la Secretaría de Gobierno, hasta su temprano fallecimiento el 14 de octubre de 1997, a los 47 años. En palabras de uno de sus allegados y colaboradores, Daniel de la Iglesia: “¿Cuál fue la virtud más importante de Pedro del Río? Intuición, visión, empuje, imaginación. Sí, de esto tenía. Quizá lo que más sorprendía a los que más cerca estábamos de él era la claridad con que se planteaba objetivos a partir de sus ideas. Tan claramente, que aún a pesar de las piedras en el camino, de las opiniones no siempre favorables, y (también hay que decirlo) de los mezquinos de siempre, Pedro se movía como piloto de tormenta, timoneando el día a día para un lado y para el otro, dos pasos hacia delante y tres hacia atrás si hacía falta, pero con el norte bien claro en su mente. ¿Honestidad? también. Decía lo que pensaba, hacía lo que decía, defendía aquello por lo que estaba convencido. Predicaba con el ejemplo. Pero sin lugar a dudas, su virtud más importante era su don de gentes, su capacidad para entender al otro, de generar diálogos, de lograr consensos. Hasta aquel que no ha estado de acuerdo con sus ideas, que por supuesto los hay, debe convenir que Pedro siempre escuchó y nunca se enojó. Ha tenido grandes confrontaciones, pero nunca se ganó enemigos. Pero no era un componedor solo “para llevarse bien con todo el mundo”. Esta fuerza la orientaba hacia su objetivo: el desarrollo de la ciudad. Y así potenciaba la idea principal, sin detenerse en las diferencias menores que podía encontrar en el otro.
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La educación ( participó en la creación del ex CENT 17, y en el PEUZO germen de lo que hoy es la Universidad Provincial del Sudoeste), el crecimiento económico ( fue uno de los mentores de la idea de la Zona Franca, y trabajó activamente en la reactivación del puerto Rosales) y el desarrollo social y urbanístico ( del primero dan fe muchísimos puntaltenses, del segundo quedan en carpeta varias ideas que imaginó o impulsó) fueron sus objetivos. Son sus objetivos. Hoy el camino al puerto lleva el nombre de Pedro. Casi que le hemos puesto el nombre a una idea: un camino donde en poco tiempo transitarán camiones repletos de mercaderías y miles de puntaltenses dirigiéndose a su trabajo. Pero hoy no es así. Que su nombre a la entrada del puerto, entonces, nos comprometa a todos los que lo conocimos a hacer realidad su utopía. Que su camino sea el del progreso de nuestra querida Punta Alta. Solo así habremos honrado el nombre de Pedro del Río.”
Fuentes:
Ordenanza Municipal N° 2968/05 Índice del Sur, 18 de octubre de 1997 La Nueva Provincia, 16 de octubre de 1997 Entrevista al Ing. Daniel de la Iglesia
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Año 5 Nº 40 - Febrero 2006
En las Cinco Esquinas,a la entrada de la Nueva Bahía Blanca, se yergue el busto al Gral. Miguel Martín de Güemes, héroe salteño y de la Independencia. Güemes nació en Salta el 8 de febrero de 1785, en el seno de una familia noble y adinerada. A los catorce años se incorporó como cadete de una Compañía del Regimiento Fijo de Infantería de Buenos Aires, iniciando una brillante carrera militar. En 1805 fue trasladado a Buenos Aires actuando heroicamente durante las Invasiones Inglesas. Durante 1810, se desempeño eficazmente al mando de un Escuadrón Gaucho en la Quebrada de Humahuaca impidiendo la comunicación entre los opositores al nuevo régimen y los realistas del Alto Perú. En 1814 el Gral. José de San Martín le encomendó el mando de la avanzada del río Pasaje o Juramento iniciando la Guerra Gaucha. Al año siguiente derrotó al poderoso ejército invasor de Joaquín de la Pezuela en Puesto del Marqués, por lo cual el pueblo lo aclamó Gobernador de la Intendencia (integrada entonces por las ciudades de Salta, Jujuy, Tarija, Orán y distritos de campaña). En Junio de 1816 el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón le encomendó "la defensa de las Provincias Unidas y la seguridad del Ejército Auxiliar del Alto Perú " que se encontraba en Tucumán reorganizándose después de ser derrotado en Sipe Sipe. Entonces las milicias gauchas al mando del heroico salteño pasaron a desempeñarse como ejército en operaciones continuas. Güemes detuvo poderosas invasiones al mando de destacados jefes. Ninguno de ellos logró concretar el objetivo que los impulsaba: llegar a Buenos Aires y recuperar el dominio del ex Virreynato del Río de la Plata. San Martín lo designó General en Jefe del Ejército de Observación y le encomendó la misión de auxiliarlo en la liberación del Perú. Las Provincias reconocieron la designación pero escaso apoyo le brindaron. Güemes se vio obligado a imponer contribuciones que originaron oposición y gran descontento entre los pudientes, empobreciendo la economía de la Intendencia bajo su gobierno. En mayo de 1821, acusándolo de tirano, el Cabildo de Salta lo depuso, pero Güemes recuperó el poder días después. Finalmente, una partida realista guiada por enemigos internos del prócer lo hirió la noche del 7 de Junio. Murió diez días después, a la intemperie, en un catre, en Cañada de la Horqueta, a los 36 años. Entonces se convirtió en el único general argentino caído en acción de guerra externa. El presidente del Centro de Residentes Salteños, José Martínez, tuvo la iniciativa de erigir un busto a la memoria del héroe. Con lo recaudado en diversos festivales
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folklĂłricos y rifas, consiguieron pagar al joven escultor salteĂąo Leonardo LĂłpez. El monumento fue inaugurado en 1998.
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Año 5 Nº 42- Abril 2006
Uno de los intendentes del partido de Coronel Rosales más recordados por su labor pública es, sin duda, Antonio Núñez Prego. Este médico puntaltense había nacido en 1916. Cursó sus estudios primarios en la Escuela N° 8, y los secundarios en el Colegio Nacional de Bahía Blanca. En la Universidad de Córdoba obtuvo su diploma de médico. Afiliado al partido peronista, asumió el gobierno municipal el 1° de Mayo de 1952, cuando contaba con 36 años. Tuvo un gabinete compuesto por reconocidas personalidades del quehacer político y social puntaltense. Entre ellos cabe mencionar al Ing. Osvaldo Rivero, en la Dirección de Obras Públicas; como Procurador, a Papken Zoviakian; Inspector General fue José Orlando Turi; y Director de Asistencia Pública el Dr. Paulino Castro. Entre las obras más importantes realizadas en su gestión figura la conexión de la ruta 3 con la 249 por camino asfaltado; se cumplió, de este modo, con un largo anhelo de la población que posibilitó, también, un vital punto estratégico para la Base Naval. Asimismo, se colocación de mil árboles a cargo del municipio, más otros mil ochocientos que se entregaron sin cargo a los vecinos. De esos ejemplares, mil ochocientos fueron donados por la Base Naval. También modernizó el servicio de recolección de basura. Hasta ese entonces se realizaba mediante la acción de cuadrillas de peones municipales asistidos por carros tirados por caballos. Núñez Prego calculó que, con el importe de la manutención de los animales (alojamiento, comida, atención veterinaria) se podría comprar elementos mecánicos y una eficiente barredora mecánica, que agilizarían la tarea. Eran épocas en que la ciudad se extendía a un ritmo vertiginoso: se poblaban sectores alejados del centro como Gottling y Villa Maio, por lo que casi dos terceras parte de la población se encontraba sin alumbrado público, pese a los ingentes esfuerzos de la Cooperativa Eléctrica. También se realizaron gestiones ante el Gerente General de Aguas Corrientes para extender el servicio a barrios alejados como Ciudad Atlántida, Arroyo Pareja y Villa Arias, a fin de suplir definitivamente a los tradicionales carritos aguateros. Dado el estado de las veredas, rotas a raíz de la instalación de cañerías para la red cloacal, Núñez Prego solicitó al Ministerio de Obras Públicas de la Provincia su inmediata reparación. “El Dr. Antonio Núñez Prego es un joven y prestigioso médico de la ciudad de Punta Alta… su labor como funcionario, hasta el presente, se ha circunscrito, en forma muy especial, a la atención de los servicios públicos, comprobándose así que todos los
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lugares públicos, calles, paseros, etc., se encuentran perfectamente limpios y ordenados. Cuenta el Dr. Núñez con excelentes colaboradores, que animados en los mejores propósitos del bien común, trabajan intensamente”. Así reseñaba en un artículo la Revista Cultural el accionar del joven médico al frente de la comuna. Sin embargo, su gestión sería breve. El 9 de junio de 1953 presentó su renuncia al cargo alegando causas particulares. Falleció el 23 de abril de 1981 en Buenos Aires, afectado de edema pulmonar. Por Ordenanza N° 2672 del 22 de diciembre de 1998 se designó con su nombre a una calle del Barrio Centenario, la primera de ese sector que corre paralela a la avenida J.J. Paso.
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Año 5 Nº 42- Mayo 2006
En la esquina de Bernardo de Irigoyen y Brown, en la Plaza Belgrano, se encuentra emplazado un pequeño busto que honra la memoria de Juan Atilio Bramuglia. Quizás pocos sepan quién fue y que la comunidad rosaleña debe a él buena parte de su autonomía comunal. Corría el año 1945. El gobierno nacional surgido del golpe de estado de junio de 1943, buscaba romper la oposición que, de manera cada vez más fuerte, se hacía sentir en diferentes ámbitos. Radicales, conservadores, comunistas buscaban una salida democrática al estado de excepción impuesto. El presidente, general Edelmiro J. Farrell, designó a una nueva camada de interventores federales en las provincias, con el propósito no ya de difundir el mensaje gubernamental, sino de establecer contactos con influyentes dirigentes políticos locales e interesarse por asuntos pendientes de definición. Con ello se buscaba fortalecer la imagen del gobierno ante la sociedad y tejer una red de alianzas con la que contar en una eventual convocatorias a elecciones. En este contexto, Farrell nombró como interventor de la provincia de Buenos aires al Dr. Juan Atilio Bramuglia. Nacido en 1903, este hombre de leyes ligado al Partido Socialista se desempeñó como abogado de los sindicatos. Su labor en la provincia fue particularmente eficaz. Respondiendo a la política dictada por Farell, se abocó, entre otros asuntos, a considerar la cuestión de la autonomía puntaltense, que llevaba más de cuarenta años de marchas y contramarchas. Luego de varias reuniones con las fuerzas vivas puntaltenses, y ante el cúmulo de razones expuestas el 24 de marzo de 1945 dio término a tan largo período de gestiones. En esa fecha firmó el decreto que señalaba el nacimiento del nuevo partido de Coronel de Marina Leonardo Rosales. El designó como comisionado municipal a Gustavo Gericke, presidente de la Comisión Pro-Autonomía, quien asumió sus funciones el 12 de mayo de 1945. En las elecciones de febrero de 1946 que lo vieron triunfador, el coronel Juan Domingo Perón (vicepresidente de Farrell y su Ministro de Trabajo y Previsión), capitalizó el accionar de funcionarios de la administración anterior. A partir de la asunción de Perón como primer mandatario, Bramuglia fue designado ministro de Relaciones Exteriores y Culto (1946-1949) y presidió provisionalmente la III Asamblea de las Naciones Unidas reunida en París (1948). Juan Atilio Bramuglia falleció en 1962. El monumento con que la ciudad lo recuerda, fue inaugurado el 12 de mayo de 1974 por el Intendente Carlos Morilla (PJ). El busto y pedestal fueron donados por la Base Naval, cuyo Jefe era por ese entonces el Capitán de Navío Manuel García.
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Fuentes: Archivo Histórico Municipal: Monumentos del Partido de Cnel. Rosales, CD-Rom Interactivo, Punta Alta, 2001 Halperín Donghi, Tulio: La democracia de masas, Buenos Aires, Paidós, 1991
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Año 5 Nº 46 - Agosto 2006
La calle Fournier recuerda a un buque de la Armada nacional hundido en aguas australes en trágicas circunstancias, lo que conmocionó a la opinión pública de fines de la década del ’40 y repercutió hondamente en nuestra comunidad. El Rastreador A.R.A. Fournier, botado el 5 de agosto de 1939 fue construido en el Astillero «Sánchez y Cía.» de la provincia de Buenos Aires, e incorporado a la Armada Argentina el 13 de octubre del año siguiente. Su nombre honraba a César Fournier, un destacado marino franco-argentino que tuvo destacada actuación como corso en la guerra con el Imperio del Brasil. (1826-1828) Destinado a la Escuadrilla de Rastreo y Minado tenía su apostadero en la Base Naval de Puerto Belgrano. El Fournier apoyó la Campaña Antártica 1942-43, operó con la Flota de Mar, fue buque de estación en Ushuaia, rescató en medio de grandes temporales al remolcador Olco y al velero chileno Cóndor, y en junio de 1947 llegó a la Base Antártica Decepción. En 1949, bajo el mando del Capitán de Corbeta Carlos Negri, sus tareas de rutina incluían el patrullado de los canales fueguinos, el apoyo a la Base Naval de Ushuaia y eventuales labores de salvataje. El Fournier zarpó de Ushuaia el 21 de septiembre, dispuesto a internarse por el intrincado estrecho de Magallanes, pasar por territorio chileno y regresar a Ushuaia. En horas de la noche, cuando el buque cruzó frente al faro San Isidro, el pronóstico meteorológico no era favorable para la navegación: soplaban vientos del noroeste a una velocidad de 20 nudos, se anunciaban nevadas y chaparrones, la visibilidad era de 2 a 4 kilómetros y la temperatura estaba por debajo de los 0 grados. Llegadas las primeras horas de la mañana del 22 de septiembre de 1949 era imposible comunicarse con el Fournier desde la Base Naval de Ushuaia, por lo que al día siguiente se inició su búsqueda por agua y por aire, dificultada por las tempestades y la niebla constantes. Finalmente, el 4 de octubre de ese mismo año los diarios del país anunciaron en primera plana el naufragio del Fournier en Punta Cono, - isla Dawson, a la entrada del canal San Gabriel, 60 millas al sur de la ciudad chilena de Punta Arenas. Las circunstancias de su desaparición hacen suponer que el rastreador se hundió al chocar contra una piedra no marcada en la carta de navegación que abrió un surco en el casco de la nave e hizo que se anegaran los compartimentos, o que, en medio del temporal, una ola lo escoró sin darle tiempo a enderezarse. La tripulación del Fournier estaba integrada por 77 marinos. No hubo sobrevivientes y el casco quedó para siempre en el fondo del mar. Sólo fue posible rescatar los restos de algunos de los tripulantes, que fueron trasladados a Buenos Aires por la fragata Heroína, con su bandera a media asta. El servicio que la Armada y el gobierno argentinos ofrecieron a las víctimas
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encontradas sirvió de homenaje a todos los fallecidos en el trágico y misterioso accidente. La pérdida del Fournier fue un verdadero duelo nacional, y en su memoria y en la de sus tripulantes y pasajeros se efectuaron numerosos actos oficiales y privados, entre ellos el lanzamiento, por parte de los aviones del Centro Universitario de Aviación, de ofrendas florales en las aguas del Río de la Plata en la esperanza de que llegaran a los lejanos canales fueguinos, y la plantación de setenta y nueve árboles formando la palabra «Fournier» a un costado de la autopista que se dirige al aeropuerto de Ezeiza.
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Año 5 Nº 47 - Septiembre 2006
En el barrio Albatros XV, entre Paso y 25 de Mayo y paralela a ellas, se encuentra la calle Juan Vucetich. Quizá alguien sepa que ése es el nombre de la Escuela de Suboficiales de la Policía de la Provincia, pero pocos serán los que sepan dar cuenta del hombre, uno de los más grandes científicos argentinos creó el más perfecto sistema de clasificación de huellas digitales, actualmente en uso en todo el mundo. Juan Vucetich nació el 20 de julio de 1858 en Lessina, (Croacia) y a los 24 años emigró junto a su familia a la Argentina. Las huellas fueron descubiertas siglos atrás y era sabido que no hay dos individuos que tengan dibujos similares en las yemas de los dedos, pero hasta ese momento, no se había logrado implementar un sistema universalmente reconocido para la individualización de personas. Hasta la década de 1890, la técnica utilizada para la individualización de las personas era el método antropométrico, basado en las medidas de ciertas partes del cuerpo humano y las particularidades fisonómicas y era utilizado como instrumento de las investigaciones por la policía de Francia desde 1882. Fue en el ámbito de la Policía de la Provincia de Buenos Aires donde se produjo la gran revolución en lo referente a la identificación de las personas. Vucetich se ocupó de investigar las huellas digitales en La Plata. El intenso estudio que efectuó, tomando como base lo ideado por Francis Galton, lo llevó a confirmar que los dibujos papilares podían ser clasificados por grupos. Mientras dirigía la Oficina de Identificación Antropométrica, Vucetich acumuló una gran cantidad de impresiones digitales, lo que resultó, en 1891, en la formación de un servicio de identificación por medio de las impresiones digitales. También inventó los elementos necesarios para captar lo más perfectamente posible los dibujos dactilares de los dedos de ambas manos y puso en práctica todo cuanto fue necesario para sistematizar el método. El nuevo procedimiento de reconocimiento, que llamó «Icnofalangometría» o «Método Galtoneano», estaba compuesto por 101 tipos de huellas digitales que él mismo había clasificado sobre la base de la incompleta taxonomía de Galton. El 1º de setiembre de ese año, el método de Vucetich comenzó a aplicarse oficialmente para la individualización de las personas, con el registro de las huellas dactilares de 23 procesados. Los aciertos en la investigación policial, mediante el sencillo y eficiente método dactiloscópico de Vucetich, impulsaron al gobierno a generalizar el procedimiento de filiación: a principios de siglo se extendieron las primeras cédulas de identidad en Argentina y el método Vucetich -muy superior científicamente a los usados hasta entonces- se difundió por todo el mundo como técnica identificatoria.
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Sus trabajos preliminares produjeron el libro Instrucciones Generales para el Sistema Antropométrico e Impresiones Digitales. Tres años después de iniciarse en la ciencia de la Dactiloscopía apareció, en 1894, Idea de la Identificación Antropométrica, Las impresiones digitales. Su obra Dactiloscopía Comparada, de 1904, es considerada como su trabajo principal y fue el medio por el cual recibió premios y menciones en todo el mundo. Donó a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata, su archivo y biblioteca lo cual sirvió para fundar el museo que lleva su nombre. Falleció el 25 de enero de 1925 en la ciudad de Dolores, provincia de Buenos Aires.
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Año 5 Nº 48 - Octubre 2006
Una calle que se transforma en avenida en el tramo final de su recorrido. Una calle cuyo nombre recuerda al abogado porteño que fue secretario en la Primera Junta de Gobierno, miembro de los dos triunviratos, diputado en la Asamblea del Año XIII y secretario en el Congreso que declaró la Independencia en Tucumán. Una calle que, sin embargo, nos ofrece dificultades a la hora de asentar su nombre por escrito. ¿Debe escribirse Paso o Passo? ¿Por qué esa ambigüedad, esa duda entre la s y la ss? Debemos decir, para empezar, que el apellido del ilustre prócer no es castellano, sino gallego: un idioma antiquísimo, emparentado al portugués (con quien posee muchísimas afinidades léxicas y sintácticas), hablado en el extremo noroeste de España, en la región de Galicia. De allí, en el siglo XVIII, llegó a Buenos Aires Pedro Pazo o Do Pazo. Pazo, en idioma gallego, significa palacio, por lo que viene a tener su equivalencia en castellano en Palacio o Del Palacio. Ésa, con z, sería la verdadera grafía del apellido.1 Sin embargo, en esa época la ortografía de ambos idiomas no estaba totalmente fijada. En lo que toca al castellano, hacía poco tiempo que se había fundado la Real Academia de la Lengua y las normas aún eran bastante flexibles. Cualquiera que se asome a escritos de esos años observará que se vacilaba en el uso de la v y la b, o de la x y la j (era habitual, aún en documentos oficiales o impresos, escribir exército o executar). Lo mismo sucedía con la z y la ss: se usaban de manera indistinta. Así, Pazo y sus descendientes comenzaron a escribir su apellido Passo. Durante buena parte de los siglos XIX y XX hubo toda una corriente ideológica en los países hispanohablantes, por lo que se procuraba «castellanizar» no solamente ciertos vocablos sino también hasta nombres y apellidos que sonaban demasiado «extranjeros». De este modo cundieron algunos engendros como el apellido catalán Viamont que quedó transformado en Viamonte; o el francés Bouchard en Buchardo. De ahí que ciertos sectores (incluso en libros de historia) comenzaron a escribir Paso, creyendo que de ese modo se castellanizaba el apellido (ya para ese entonces, nuestro idioma había suprimido las ss de las grafías de todas las palabras). En realidad, si se quería castellanizar, hubiera sido mejor (pero no más correcto) traducirlo en Palacio, que como vimos es el real significado. Así se hizo, por citar un ejemplo notable, con el apellido de los asesinos de Facundo Quiroga: el verdadero apellido de los hermanos Reinafé era Queenfaith, de origen irlandés2. No obstante, la ambivalencia prevaleció: hay quienes escribían (y escriben) Passo y hay quienes lo hacían (y lo hacen) Paso.
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De todos modos, el problema en el partido de Coronel Rosales quedó definitivamente zanjado por la Ordenanza N° 144, del 16 de junio de 1950, que claramente expresa en su artículo 1°: «A partir de la promulgación de la presente Ordenanza, establézcase como verdadero nombre Juan José Paso».3 Así que, sea cual fuere nuestra preferencia personal al escribir el nombre del prócer, cuando escribamos el de la calle puntaltense debemos olvidarnos de la ss y poner, en su lugar, la simple s. Notas 1 www.galizacig.com/actualidade/200401/lp_juan_jose_paso.htm - 10k 2 Ernesto Sábato: Sobre Héroes y Tumbas , Barcelona, Seix Barral, 2000, p. 75 3 Roberto Gígola: Desde la banca, Punta Alta, 2001, pp. 27 y 28.
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Año 5 Nº 49 - noviembre 2006
La calle Pellegrini, ubicada en el casco céntrico, perpendicular a la Av. Colón, es una vieja arteria que recuerda a uno de los grandes presidentes argentinos. Carlos Pellegrini fue un abogado y político argentino, presidente de la República entre los años 1890 y 1892. Nació en Buenos Aires en 1846, hijo del ingeniero francés Henri Pellegrini, quien a mediados del siglo XIX pasó por la región de Bahía Blanca y dejó una acabada semblanza de las bondades del puerto Belgrano para la instalación de un conjunto portuario. Carlos se doctoró en Derecho en 1869. Fue elegido diputado y entre 1879 y 1885 ocupó la cartera de Guerra y Marina con los presidentes Nicolás Avellaneda (1874-1880) y Julio Argentino Roca (1880-1886). Fue vicepresidente de la República durante el mandato de Miguel Juárez Celman, de 1886 a 1890. Ante la renuncia del primer magistrado tras la fracasada rebelión de la Unión Cívica.en 1890, asumió la presidencia para completar el mandato, según los preceptos constitucionales. La gran crisis económica, (llamada precisamente Crisis del ’90) había causado el cierre de varias instituciones financieras del país, lo cual llevó a Pellegrini a crear en 1891 el Banco de la Nación Argentina. Esta medida fue la manera idónea de captar el dinero de los ahorristas y fijar tasas de interés, itilizándola com banca testigo. Pellegrini finalizó su mandato en 1892 y fue senador de 1895 a 1904. Fue también, como correspondía a todo hombre público de la época, periodista y como tal fundó en 1899 el diario El País. También se lo recuerda por su gestión ante los centros financieros de Londres en favor de la deuda externa argentina, enviado por el presidente Julio A. Roca. Pellegrini logró un acuerdo celebrado por el roquismo y discutido por la oposición. En 1906 fue nuevamente elegido diputado y poco después, el 17 de julio de 1906, falleció en Buenos Aires. Su muerte, sentida por casi todos, dio lugar a una serie de homenajes tributados a su memoria y como parte de ellos dieron su nombre a varias calles, plazas y edificios públicos de la República. La arteria que lleva su nombre en Punta Alta ya aparece así nominada en el plano de división catastral realizado por el agrimensor Ángel Silva por cuenta del dueño de las tierras donde se asentó el pueblo, Carlos Bartoli. El nombre dado a la calle fue refrendada luego, el 4 de mayo de 1910, por ordenanza del Consejo Deliberante de Bahía Blanca, mediante la cual se oficializó la toponimia urbana puntaltense.
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Fuentes: -La Argentina en el siglo XX, Buenos Aires, La Nación, s/f -Gustavo Chalier: «Poder, historia y nominación: la toponimia urbana y la construcción de la identidad histórica en Punta Alta» trabajo presentado el 8 de septiembre de 2006, en las IV Jornadas Interdisciplinarias del Sudoeste Bonaerense, desarrolladas en la Universidad Nacional del Sur entre los días 7 a 9 de septiembre de 2006 (inédito)
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Año 5 Nº 50 - Diciembre 2006
Cuando Bartolomé Mitre falleció en Buenos Aires en 1906, al filo de los 85 años, todo el país lloró al anciano que, más allá de las desavenencias políticas, se había convertido en una suerte de Padre de la Patria. Fue Presidente de la República Argentina, entre 1862 y 1868, estadista y diplomático; historiador del movimiento de la independencia; fundador del diario La Nación; figura dominante en la vida pública Argentina desde la década de 1850, hasta su muerte Bartolomé Mitre nació en Buenos Aires. Pasó su infancia en Carmen de Patagones (donde fue testigo del intento de invasión brasileña),, en el campo bonaerense y en Montevideo, donde asistió a la Academia Militar y pasó a ser oficial de artillería en la milicia de Fructuoso Rivera, enemigo de Rosas. Su participación en las guerras civiles contra Rosas lo llevaron por Brasil, Bolivia, Perú y Chile. El levantamiento de Urquiza contra Rosas lo hizo regresar al río del a Plata para sumarse a la batalla final contra Rosas. Los años de exilio de Mitre habían hecho madurar sus cualidades de militar y escritor, otorgándole una nueva perspectiva en lo atinente a las necesidades de Argentina para el futuro y el desempeño de su propia misión con respecto a las mismas; la democracia y la unión nacional habían cobrado para él mayor importancia que la antinomia entre unitarios y federales y había llegado a creer que la provincia de Buenos Aires debía sumarse a las otras provincias como sólo una parte -aunque importante- de la nueva estructura nacional que habría de construirse. En 1857 publicó la primera edición de su Historia de Belgrano. Fue nombrado brigadier general en el ejército de la Confederación y nuevos problemas condujeron a un combate definitivo en Pavón, el 17 de septiembre de 1861, siendo Mitre y Buenos Aires los vencedores. El gobierno de la Confederación cayó, el presidente Santiago Derqui renunció y Mitre tomo el poder. Como presidente, Mitre instituye a Buenos Aires como la Capital Provisional de la Nación e impuso la explotación nacional de las vías de agua y puertos. Tal vez lo mas tristemente célebre de su gestión es la participación Argentina en la «Guerra de la Triple Alianza» contra Paraguay, donde se produjo una verdadera masacre contra el país hermano. Bartolomé Mitre no volvió a ser presidente pero continuó siendo un poderoso conductor político, diplomático y periodista. En 1874 Mitre se postuló nuevamente para la presidencia de la Nación pero fue derrotado por Nicolás Avellaneda. No respetando el veredicto de las urnas y declarando
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que la elección era fraudulenta, Mitre recurrió a la fuerza intentando un fallido golpe de estado. Mitre reasumió su posición de ciudadano que encarnaba el espíritu cívico, pero se dedicó cada vez más a su vocación de historiador; se vio involucrado contra su voluntad en los tumultos políticos de 1880. En 1889 fue uno de los fundadores de la Unión Cívica y en 1890 partió para Europa para evitar verse envuelto nuevamente en agitaciones políticas. Volvió a ser senador nacional en 1894; su última posición pública fue la de presidente del Senado Nacional. Entre sus más importantes escritos históricos se cuentan los clásicos que contienen la historia de las guerras de la independencia de la Argentina (y de Sudamérica); Historia de Belgrano y de la independencia argentina (primera edición, 2 volúmenes, Buenos Aires, 1859; cuarta edición definitiva, 3 v., 1887); y su Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana (3 v., Buenos Aires, 1877-1890. En Punta Alta, desde 1906, una calle céntrica lleva su nombre, según puede verse en el primer plano de la planta urbana del agrimensor Ángel Silva para servir a la mensura de las tierras que Carlos Bartola pensaba donar para la fundación de la ciudad. Fuentes: www.museomitre.gov.ar/biografia_de_bartolome_mitre.htm - 4k SABSAY, Fernando: Los presidentes argentinos. De Rivadavia a Kirchner, Buenos aires, El Ateneo, 2005
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Año 6 Nº 51 - Abril 2007
En abril de 1985 el Honorable Concejo Deliberante del Partido de Coronel Rosales estableció, a través de la ordenanza N° 1485, la construcción en la Plaza Crucero General Belgrano, ubicada en el barrio Villa Maio, de un monumento en homenaje a los caídos en el hundimiento del Crucero Belgrano. Dicho acontecimiento se produjo el 2 de mayo de 1982, durante el conflicto bélico entablado entre Argentina y Gran Bretaña por la posesión de las Islas Malvinas. El crucero, construido en 1938 en los Estados Unidos, fue bautizado como Phoenix y fue uno de los pocos buques de guerra que sobrevivieron al ataque de Pearl Harbour (7 de diciembre de 1941) En 1951 fue adquirido por nuestra Armada y se le impuso el nombre de 17 de Octubre . En 1955, luego de la llamada Revolución Libertadora, se cambió su denominación por el del creador de la bandera. Ese 2 de mayo, recibió el ataque de dos torpedos disparados por el submarino británico Conqueror, provocando el hundimiento de la nave y la muerte de 360 hombres argentinos. Para la realización del monumento, el Municipio, bajo la intendencia del arquitecto Gustavo Montero, patrocinó un concurso con el fin de elegir el boceto a utilizar como modelo para su construcción. Como el plazo de tiempo era muy corto, se decidió erigir en forma provisoria un monolito en el que se instalarían placas recordatorias, inauguradas el 2 de mayo de 1985. Los ganadores del primer premio fueron los arquitectos Guillermo Della Valle, Horacio Palavecino y Guillermo Cappo. El proyecto presentado estaba íntimamente relacionado con los sentimientos padecidos por su generación durante la década del ’70, sumado a los hechos de la contienda bélica. Quisieron que ese sufrir fuera expresado a través de la ruptura, mostrando con los ladrillos a la vista un material desnudo, desgarrado y a través del cemento la dureza del acero y lo que significaba el hecho en sí. El monumento representa en definitiva a unas tierras, que si bien las consideramos como parte de nuestra patria, fueron usurpadas por los ingleses, terminando nuestro pueblo con mucha sangre derramada, un barco destruido y mucho dolor, sin lograr el objetivo principal que era recuperar esas islas.
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Fuente: *Gaceta Marinera, 30 de abril de 1989. Año XXVIII. *Encarta 2000. *La Nueva Provincia, 2 de mayo de 1985. *Boletín Municipal N° 4, período: 1/6/85 al 31/7/86. *Boletín Municipal N° 11, período: 1/12/86 al 28/2/87. *Honorable Concejo Deliberante: Ordenanza N° 1.485, promulgada el 25 de abril de 1985.
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Año 6 Nº 52 - Junio 2007
Una de las calles del casco histórico lleva el nombre de Espora, en honor de un marino argentino héroe de las guerras de la Independencia y con Brasil. El coronel de Marina Tomás Domingo de los Dolores Espora era hijo de un genovés y de una santafecina y nació en Buenos Aires el día 19 de septiembre de 1800. A la edad de 15 años se embarcó en la corbeta «Halcón» a las órdenes de Hipólito Bouchard, participando en la campaña al Pacífico con el fin de hostigar las naves españolas en Perú, Ecuador y Chile. Asistió a las acciones del Callao y al asalto de Guayaquil con el fin de destruir las fortalezas realistas. En 1817, se embarcó en la fragata «La Argentina» en un periplo cuyo objetivo fue atacar las rutas comerciales españolas hacia Filipinas. La misión navegó por el Atlántico, Índico y Pacífico. En ella se atacaron buques negreros en Madagascar, se rechazó un ataque de piratas malayos, se acosó al comercio español. En las islas Hawai Bouchard y sus hombres rescataron la corbeta argentina «Santa Rosa» cuya tripulación se había sublevado y obtuvieron del rey el reconocimiento de la independencia argentina. Luego desembarcaron en Monterey, California, y se apoderaron del fuerte que permaneció tres días en poder de Bouchard, con la bandera argentina flameando en su mástil. Por último «La Argentina» arribó a Valparaíso el 12 de julio de 1819. Hacia 1820 Espora obtuvo el comando de la fragata «Peruana», la cual formó parte de la flota del ejercito libertador del General San Martín. A partir de aquí, Espora no hace otra cosa que exponer sus dotes excepcionales de marino y su carrera se torna vertiginosa. Espora regresó a Buenos Aires en el año 1825 y al poco tiempo se produjo la declaración de guerra con el Imperio del Brasil. De inmediato Espora pasó a formar parte de la escuadra al mando de Brown un año después toma parte en el combate de Los Pozos (9 de febrero de 1826). Por su valor, el Almirante Brown lo designó comandante de la nave insignia «25 de Mayo». Con esta nave combatió el 30 de julio de 1826 frente a la costa de Quilmes con la nave enemiga «Coboclo». Aquí Espora cayó herido y su buque resultó seriamente dañado. Espora ascendió a coronel de Marina el 10 de octubre de 1828 y en noviembre de 1833 fue designado Comandante General de Marina, encomendándosele la Capitanía del Puerto de Buenos Aires. El 25 de julio de 1835 falleció en Buenos aires luego de una grave enfermedad. Cinco buques en la Armada Argentina llevaron el nombre de Espora: bergantín «Espora» (1865), vapor de guerra «Coronel Espora» (1867), torpedera de mar
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«Espora» (1890), destructor «Espora» (1972) y corbeta misilística «Espora» (1983). La calle se denominó de esta forma por ordenanza del Concejo Deliberante de Bahía Blanca del 4 de mayo de 1910. Bibliografía Piccirilli, Ricardo y Gianello, Leoncio: Biografías Navales. Buenos Aires, Secretaría de Estado de Marina, 1963, pp.101.
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Año 6 Nº 53 - Julio 2007
En Ciudad Atlántida corre la calle que honra la memoria de Félix Dufourq. Lamentablemente, su nombre ha quedado injustamente opacado por el del ingeniero Luiggi. Hoy pocos puntaltenses lo reconocen como el creador y verdadero impulsor de la construcción del Puerto Militar y la urbanización adyacente de Punta Alta. Nació en Concordia, Entre Ríos, el 25 de junio de 1860, bajo el nombre de Santiago Félix. Era hijo de Félix Dufourq D’Hiriart, francés, y Sara Panelo, de origen español. En 1868 se trasladó a la ciudad de Buenos Aires e ingresó, con 17 años, a la Armada Nacional, egresando en 1881. En su carrera profesional se destacó con su participación en la Comisión de Faros y Balizas que, a bordo de la cañonera Bermejo, relevó las costas y canales de la bahía Blanca, como así también por la realización de una serie de viajes por el Viejo Mundo en donde adquirió importantes conocimientos técnicos y científicos en su visita a varias fábricas metalúrgicas y puertos militares. Pero por sobre todo, aquello que lo inmortalizaría en la historia fue su original y avanzada tesis sobre la localización meridional del nuevo Puerto Militar, marcando un quiebre entre la vieja y la nueva generación de marinos, en franco rechazo hacia el tradicional centralismo porteño En este sentido, debido al peligro inminente de un conflicto armado, a fines del siglo XIX, entre Argentina y Chile a causa de cuestiones limítrofes, surgió y tomó progresiva fuerza en las esferas gubernamentales y militares argentinas la idea de equipar y modernizar la flota de guerra como también dotarla de nuevas infraestructuras, con la construcción de un gran dique de carena (para limpieza y reparación de las naves) o bien de un puerto de aguas profundas. En mayo de 1895 se asignaron los fondos necesarios para iniciar la construcción de éste último y se designó la zona aledaña al puerto de La Plata como el lugar de emplazamiento. No obstante, el alejamiento del coronel E. Balza del Ministerio de Guerra y Marina y su reemplazo por el ingeniero Guillermo Villanueva instaló un fuerte debate en torno a la conveniencia del sitio ya elegido. Por entonces, el Centro Naval había premiado en su certamen anual al teniente de navío Félix Dufourq por su genial trabajo en el cual, tras un meticuloso análisis, expuso la tesis de que el puerto debía situarse en la bahía Blanca, más precisamente en el tradicional fondeadero llamado otrora Pozos del Belgrano. En este sentido, Dufourq desestimaba los puertos de La Plata o Puerto Madero con argumentos de origen técnico y estratégico, planteando que, de ubicarse el puerto militar cerca de alguna de las grandes ciudades, éstas quedaríaan expuestas en caso de desatarse la guerra. En contrapartida, la bahía Blanca presentaba las características geográficas, técnicas y
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geopolíticas más convenientes tanto para la instalación del puerto como también para el desarrollo de poblaciones nuevas, como efectivamente ocurrió con la ciudad de Punta Alta. Finalmente, en 1896 se fijaría definitivamente el lugar de asentamiento del puerto, a partir de los informes presentados por el ingeniero Luigi Luiggi, director de las obras, que no hizo otra cosa que reafirmar lo sostenido hasta el cansancio por Félix Dufourq. Es por todo esto que sin duda le cabe a Dufourq el título de creador de la actual Base Naval de Puerto Belgrano.. Falleció el 19 de mayo de 1909, a los 49 años de edad. Tenía ya el grado de capitán de navío y se escontraba en la plenitud de su carrera profesional. Un triste ejemplo del olvido en que cayó tan ilustre marino es el hecho que incluso la misma ordenanza que reglamentó la nomenclatura de la calle yerra en la grafía de su nombre. En efecto, la Ordenanza N° 71 del 19 de enero de 1949 expresa designar con el nombre de “Capitán de Navío Félix Dufaurq” (sic) a una de las arterias de C. Atlántida. Como se ve, se desconoció hasta la correcta ortografía del apellido, tal vez mezclándolo con el del terrateniente Esteban Dufaur quien dio su nombre a la localidad del partido de Saavedra.
Bibliografía Dufourq, Felix (h.): Puerto Belgrano. Orígenes de la Base y de la ciudad de Punta Alta, Buenos Aires, Talleres Gráficos de la DGAN, 1957 http://es.wikipedia.org/wiki/Félix_Dufourq Triadó, Enrique: Historia de la Base Naval de P.Belgrano, Buenos Aires, Instituto de Publicaciones Navales, 1991
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Año 6 Nº 54 - Agosto 2007
La calle Villanueva, que separa el casco histórico de la ciudad de Ciudad Atlántida es una de las más antiguas de Punta Alta y durante muchos años marcó el límite sur de la zona urbanizada. Hoy a su vera se encuentran importantes entidades educativas y deportivas como el edificio del antiguo colegio Nacional, el Centro de Investigaciones Educativas (CIE), la EPB 22 y el estadio del Club Rosario-Puerto Belgrano. Su denominación honra la memoria del ingeniero Guillermo Villanueva, quien fue Ministro de Guerra y Marina en el momento en que se decidió la construcción de la Base Naval en Puerto Belgrano. Guillermo Villanueva naci ó en San Juan en 1849, hijo del entonces gobernador provincial Arístides Villanueva y de Vicenta Doncel. Se graduó en la Universidad de Buenos Aires en 1870, con la primera promoción de ingenieros civiles argentinos. Becado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires, viajó a Europa para perfeccionar sus conocimientos y a su regreso integró la Comisión Inspectora de Obras Públicas Nacionales. Entre otros cargos a lo largo de su carrera podemos mencionar: inspector de ferrocarriles (1875); vicedirector del Departamento de Ingenieros de la Nación (1877) y administrador del Ferrocarril Andino. En ese carácter dirigió la prolongación de las vías férreas desde Villa Mercedes (San Luis) hasta San Juan y Mendoza: esta fue la primer línea ferroviaria dirigida por un ingeniero argentino y fue inaugurada en 1885, luego de cinco años de construcción. En ese año fue uno de los iniciadores de la Compañía de Tranvías de Mendoza. Pero su labor más recordada fue en la construcción de las grandes obras de saneamiento de aguas, que libró a Buenos Aires de las epidemias que antaño la asolaban (entre ellas la mortífera de fiebre amarilla de 1870). En 1891 presidió el Comité Organizador de Obras de Salubridad. De inmediato puso en marcha su plan que comprendía las siguientes obras: un gran depósito de distribución, cloaca máxima bajo el riachuelo, conexiones cloacales en red y distribución por cañerías de agua potable. En 1895 el presidente José Evaristo Uriburu le confió el Ministerio de Guerra y Marina, en momentos críticos de amenaza de guerra con Chile. Su labor allí fue eficaz, creando los arsenales navales. Bajo su ministerio se decidió la creación de la Base Naval en aguas de Puerto Belgrano, en la bahía Blanca. Apoyó, así, la tesis de Félix Dufourq y contrató al ingeniero Luiggi a fin de hacerse cargo de las obras. En 1897 abandonó el ministerio, pero prosiguió su carrera. Regresó a la presidencia de las Obras de Salubridad de la capital y estuvo al frente de Obras Sanitarias de la Nación hasta 1911, año en que se jubiló. Fue uno de los fundadores de la Sociedad Científica Argentina. Falleció en Londres en 1912.
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En la Sesión del Consejo Deliberante de Bahía Blanca del 4 de mayo de 1910, se colocan los nombres definitivos a las calles del casco histórico, merced a la propuesta de una comisión especial del cuerpo designada con anterioridad. La calle N° 22 fue denominada como “Ministro Guillermo Villanueva”. Fuentes: Cutolo, Vicente: Nuevo Diccionario biográfico argentino (1750-1930), tomo VII, Buenos Aires, editorial Elche, 1985. Oyarzábal. Guillermo: Los Marinos del a Generación del Ochenta. Evolución y consolidación del poder naval en la Argentina (1872-1902), Buenos Aires, Instituto de Publicaciones Navales, 2003
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Año 6 Nº 55 - Septiembre 2007
Cuando Bartolomé Mitre falleció en Buenos Aires en 1906, al filo de los 85 años, todo el país lloró al anciano que, más allá de las desavenencias políticas, se había convertido en una suerte de Padre de la Patria. Fue Presidente de la República Argentina, entre 1862 y 1868, estadista y diplomático; historiador del movimiento de la independencia; fundador del diario La Nación; figura dominante en la vida pública Argentina desde la década de 1850, hasta su muerte Bartolomé Mitre nació en Buenos Aires. Pasó su infancia en Carmen de Patagones (donde fue testigo del intento de invasión brasileña),, en el campo bonaerense y en Montevideo, donde asistió a la Academia Militar y pasó a ser oficial de artillería en la milicia de Fructuoso Rivera, enemigo de Rosas. Su participación en las guerras civiles contra Rosas lo llevaron por Brasil, Bolivia, Perú y Chile. El levantamiento de Urquiza contra Rosas lo hizo regresar al río del a Plata para sumarse a la batalla final contra Rosas. Los años de exilio de Mitre habían hecho madurar sus cualidades de militar y escritor, otorgándole una nueva perspectiva en lo atinente a las necesidades de Argentina para el futuro y el desempeño de su propia misión con respecto a las mismas; la democracia y la unión nacional habían cobrado para él mayor importancia que la antinomia entre unitarios y federales y había llegado a creer que la provincia de Buenos Aires debía sumarse a las otras provincias como sólo una parte -aunque importante- de la nueva estructura nacional que habría de construirse. En 1857 publicó la primera edición de su Historia de Belgrano. Fue nombrado brigadier general en el ejército de la Confederación y nuevos problemas condujeron a un combate definitivo en Pavón, el 17 de septiembre de 1861, siendo Mitre y Buenos Aires los vencedores. El gobierno de la Confederación cayó, el presidente Santiago Derqui renunció y Mitre tomo el poder. Como presidente, Mitre instituye a Buenos Aires como la Capital Provisional de la Nación e impuso la explotación nacional de las vías de agua y puertos. Tal vez lo mas tristemente célebre de su gestión es la participación Argentina en la «Guerra de la Triple Alianza» contra Paraguay, donde se produjo una verdadera masacre contra el país hermano. Bartolomé Mitre no volvió a ser presidente pero continuó siendo un poderoso conductor político, diplomático y periodista. En 1874 Mitre se postuló nuevamente para la presidencia de la Nación pero fue derrotado por Nicolás Avellaneda. No respetando el veredicto de las urnas y declarando
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que la elección era fraudulenta, Mitre recurrió a la fuerza intentando un fallido golpe de estado. Mitre reasumió su posición de ciudadano que encarnaba el espíritu cívico, pero se dedicó cada vez más a su vocación de historiador; se vio involucrado contra su voluntad en los tumultos políticos de 1880. En 1889 fue uno de los fundadores de la Unión Cívica y en 1890 partió para Europa para evitar verse envuelto nuevamente en agitaciones políticas. Volvió a ser senador nacional en 1894; su última posición pública fue la de presidente del Senado Nacional. Entre sus más importantes escritos históricos se cuentan los clásicos que contienen la historia de las guerras de la independencia de la Argentina (y de Sudamérica); Historia de Belgrano y de la independencia argentina (primera edición, 2 volúmenes, Buenos Aires, 1859; cuarta edición definitiva, 3 v., 1887); y su Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana (3 v., Buenos Aires, 1877-1890. En Punta Alta, desde 1906, una calle céntrica lleva su nombre, según puede verse en el primer plano de la planta urbana del agrimensor Ángel Silva para servir a la mensura de las tierras que Carlos Bartola pensaba donar para la fundación de la ciudad. Fuentes: www.museomitre.gov.ar/biografia_de_bartolome_mitre.htm - 4k SABSAY, Fernando: Los presidentes argentinos. De Rivadavia a Kirchner, Buenos aires, El Ateneo, 2005
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Año 6 Nº 56 - Noviembre 2007
Algunos imputan la celebración del Día de la Madre a una estrategia comercial de mercadotecnia. Pero en realidad tuvo un sentido muy diferente. Las celebraciones por el día de la madre se iniciaron en la antigua Grecia, con las festividades en honor a Rhea, la madre de Zeus. Honrar la maternidad también fue característico de las culturas precolombinas de México. Lo cierto que todas estas festividades se asociaban a la idea de fertilidad y de nutrición encerrados en el concepto maternal, por lo que no era extraño que estuvieran asociados a la primavera (abril y mayo en el hemisferio norte) El origen del actual Día de la Madre se remonta al siglo XVII, en Inglaterra. Un domingo del año, denominado «Domingo de la Madre», a los siervos y empleados se les daba el día libre para que fueran a visitar a sus madres, y se les permitía hornear un pastel (conocido como «tarta de madres») para llevarlo como regalo. Ciertos colonos ingleses en América conservaron la tradición del británico Domingo de las Madres. En 1905 Ana Jarvis, ama de casa decidió escribir a maestros, religiosos, políticos, abogados y otras personalidades para que la apoyaran en su proyecto de celebrar el Día de la Madre, en el aniversario de la muerte de su propia progenitora, el segundo domingo de mayo. En 1910 esta fecha ya era celebrada en casi todo Estados Unidos y fue oficializada en 1914.La primera celebración oficial tuvo lugar un día 10 de mayo, por lo que este día fue adoptado por muchos otros países del mundo como la fecha del «Día de las Madres». Los primeros festejos en la Argentina datan de 1911, pero la festividad se oficializó en 1941 cuando se eligió al tercer domingo de octubre como el Día de la Madre. En Punta Alta, en el seno del a recientemente fundada Sociedad de Fomento Barrio Norte, surgió la idea de rendirle homenaje a todas las madres de la ciudad. A través de sus gestiones logaron que la municipalidad imponga a una calle del barrio el nombre «De la Madre» en 1956. Por decreto-ordenanza N° 50 del 11 de diciembre de ese año, en el inciso c, se denomina a la calle «con origen en Paso: De la Madre, a la primera paralela , al norte de Quintana» Es de destacar que Punta Alta es una de las pocas ciudades de país, por no decir la única, en poseer una calle con tal denominación Posteriormente, la misma Sociedad de Fomento, mediante una comisión ad hoc, consiguió erigir un monumento a la madre en el terreno que se compró al efecto en la esquina de las calles Espora y De la Madre.
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Año 6 Nº 57 - Diciembre 2007
En la zona del ejido urbano que corresponde al sector de Ciudad Atlántida se halla trazada una arteria que recibe el nombre de Rosario. Quizá no se tenga del todo claros los vínculos existentes entre Punta Alta y la populosa ciudad santafesina. Rosario, es una ciudad del centro-este de Argentina, cabecera del departamento homónimo, y la más poblada de la provincia de Santa Fe. Constituye un relevante puerto, sobre la margen occidental del río Paraná, a 305 km al noroeste de Buenos Aires. Junto a otras localidades, forman el área metropolitana del Gran Rosario, el tercer aglomerado urbano de la Argentina en población. En efecto, según el censo del año 2001 posee una población de 908.163 habitantes, pero si contamos las localidades que rodean a la ciudad, le cifra llega fácilmente al millón y medio. Urbe cosmopolita, es el núcleo de una región de gran importancia económica, hallándose en una posición geográficamente estratégica con relación al Mercosur, gracias al tránsito fluvial y con respecto al transporte. Es la principal metrópoli de una de las zonas agrarias más productivas de Argentina, siendo centro comercial, de servicios y de una industria diversificada. Foco educativo, cultural y deportivo, cuenta además con importantes museos y bibliotecas, y su infraestructura turística incluye circuitos arquitectónicos, bellos paseos, bulevares y parques. La ciudad es conocida como la Cuna de la Bandera. Es su puerto la vinculación más fuerte con Punta Alta. Hacia finales del siglo XIX la región se incorpora definitivamente al mercado internacional como exportadora de productos agropecuarios, y Rosario se define como su principal puerto exportador. En ese año, la ley nacional Nº 3885 propone el llamado a concurso para la construcción y explotación de un nuevo puerto, que se sustancia en 1900. En abril de 1902 se adjudican los trabajos y la explotación a la Compagnie du Port de Rosario, un consorcio que integraba la metalúrgica Schneider et Cie., la constructora Hersent et Fils y el banco Crédit Mobilier como financista. Estas empresas fueron las mismas que construyeron el Puerto de Arroyo Pareja. Representante de la empresa Hersent fue el ingeniero Abel Julien Pagnard, quien desarrollo los planos y obtuvo la concesión para la construcción de nuestro puerto en 1908. Asimismo, Punta Alta se vinculó con Rosario a través de otro emprendimiento francés: el Ferrocarril Rosario-Puerto Belgrano, que fue inaugurado en diciembre de 1910. El trazado de la línea, de trocha media y con una longitud de casi 800 Km., evitaba el consabido modelo radial, centralizado en la Capital: las vías seguían una trayectoria
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norte- sur y unían Rosario con Punta Alta, cortando transversalmente los principales ramales de las compañías inglesas. La calle se denomina de este modo por Decreto-Ordenanza N° 50 del 11 de diciembre de 1956. Bibliografía Gustavo Chalier: «El Puerto Comercial de Punta Alta. Capital francés y la pugna por el espacio económico de la bahía Blanca.(1900-1930)», en Cuadernos del Sur . Historia, Nº 34 de 2005, Bahía Blanca, Departamento de Humanidades, Universidad Nacional del Sur, p. 299-319 http://es.wikipedia.org/wiki/Rosario_(Argentina)
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Año 7 Nº 58 - Enero 2008
Farola Monte Hermoso: el primer faro terrestre del litoral atlántico argentino
La zona donde actualmente está emplazada la villa de Pehuen –Có tiene una rica y particular historia, aún previa a la fundación del poblado. Más allá de las huellas, son pocos conocidos los hechos que hacen de esas costas rosaleñas (llamadas en su momento con otro nombre) el sitio de emplazamiento del primer faro terrestre argentino. El paraje hoy conocido como «Las rocas» en el siglo XIX se llamaba Monte Hermoso, nombre dado por el científico Antonio de Pineda y Ramírez, de la expedición de Alejandro Malaspina, de 1789-1794. Allí estuvo el Beagle, el barco comandado por el capitán Robert Fitz Roy y que llevaba a bordo al naturalista británico Charles Darwin: en ese sitio fue donde descubrió registros fósiles que lo hicieron comenzar a pensar la teoría de la evolución. Más allá de esa expedición, las aguas de la bahía Blanca eran surcadas por naves piloteadas por veteranos capitanes que, con audacia, debían sortear sin señalamiento alguno y aun bajo tempestades, los peligrosos bancos del canal de acceso de la bahía, lo que no impidió que el sitio igualmente fuese célebre por la gran cantidad de naufragios producidos en él.
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Para 1880 varias circunstancias hicieron imperativo el señalamiento de la ría: por un lado la llamada Conquista del Desierto había multiplicado la actividad agropecuaria de la región, además la Compañía de Ferrocarril del Sud proyectaba extender sus líneas desde Azul con salida al Atlántico, lo que demandaba la construcción de un importante muelle comercial. Por último las apetencias de Chile sobre territorios patagónicos indicaban la necesidad de ejercer un control efectivo sobre las costas. Para 1880 el presidente Julio A. Roca junto a su ministro de Guerra y Marina General Benjamín Victorica, crearon una Comisión de Faros y Balizas, bajo cuya responsabilidad estaría realizar los estudios y trabajos hidrográficos tendientes al señalamiento de las costas argentinas, con especial énfasis en la zona de la ría de Bahía Blanca. La comisión, designada por el decreto del 7 de febrero de 1881, fue presidida por el Sargento Mayor Enrique G. Howard, integrándola además calificados marinos, entre ellos Félix Dufourq, quienes comprendieron que se hacía necesario el inmediato balizamiento del canal de acceso y la ubicación de un faro flotante. Es así que se pudo establecer en la zona próxima a Pehuen –Có el primer faro argentino en la costa atlántica, ubicado en el pontón «Manuelita». Pero 17 de octubre de 1881, once días después de haber sido instalado, una tormenta dio a pique con el faro. Al conocer la penosa noticia, el ministro Victorica dispuso que con los elementos que pudieran rescatarse del siniestro se erigiera un faro en la costa. Ubicado sobre las barrancas de Monte Hermoso, el 22 de noviembre de 1881 fue inaugurado convirtíendose en el primer faro terrestre del litoral atlántico argentino. Años después se lo reemplazó por una estructura más firme y segura. Los trabajos fueron realizados por el personal de la Sección Faros del Servicio de Hidrografía Naval, siendo iniciados en mayo y concluidos apenas un mes después, librándose al servicio público el 27 de octubre de 1927. La torre, de 22,8 metros de altura, era un armazón de hierro ángulo en forma de una pirámide cuadrangular, totalmente pintado de negro, con plataforma superior y barandilla, constituyéndose así una baliza con luz blanca. Además se había instalado una casilla de madera con techo de chapas con dos compartimentos destinados, uno para alojamiento del personal y otro para la instalación de los acumuladores. Por muchos años cumplió su misión marcando el rumbo a los navegantes de nuestras costas, requiriendo naturalmente periódicos trabajos de mantenimiento, como los realizados en 1933 ante la invasión de vizcachas y peludos, que habían puesto en cierto peligro la estabilidad de la torre. Finalmente, en octubre de 1970, le fueron retirados la instalación lumínica y los acumuladores y el Servicio de Hidrografía Naval modificó su denominación de faro por el de baliza ciega. De allí en más el tiempo hizo lo suyo. Un informe realizado luego de una inspección a la baliza Monte Hermoso, a fines de 1998, afirmaba: «Estructura, parantes y tramos totalmente corroídos y debilitados por el óxido; escalera en la totalidad de sus tramos y travesaños corroídos por óxido, no admitiendo reparación; plataforma destruida, barandillas sueltas; las cuatro bases de apoyo de la estructura presentan acentuadas grietas y roturas del hormigón; no tiene característica diurna; estado general de la señal, mala (...)» En tales condiciones, esta vieja farola corroída por los años y la indiferencia, no pudo permanecer mucho tiempo más en pie. Una fuerte sudestada la derribó la noche del 29 de enero del 2002. En su lugar, la División de Balizamiento de la BNPB construyó un monolito y colocó una placa señalizando el sitio original de emplazamiento del faro, como se dijo, en terreno perteneciente a la Armada Argentina, junto con un vallado de protección a los restos de la vieja torre en reconocimiento a su historia y su valor patrimonial.
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Fuentes: - Revista «Del Mar» Nº 153 del Instituto Nacional Browniano. Octubre de 2000. - Ing. Luis Luiggi. «Los nuevos faros de la República Argentina». Imprenta de la Revista Técnica. Buenos Aires. 1901. - Guardiola Plubins, José. «Historia de Bahía Blanca». Inédito. - Doserres. «El primer faro argentino». Boletín del Centro Naval. Tomo 49, Nº 490. Archivo Centro Naval. - Armada Argentina. Servicio de Hidrografía Naval. «Faros y señales marítimas». Parte II. Costa del Atlántico desde Cabo San Antonio hasta Cabo Vírgenes. Buenos Aires. 1969. Se agradece especialmente la colaboración y la información aportada por los señores Marcelo Patricio Álvarez Capdevila y Vicente Di Martino.
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Año 7 Nº 59 - Marzo 2008
Orígenes del desarrollo portuario regional Para comprender la historia de Puerto Rosales es necesario conocer el desarrollo portuario de la ría de bahía Blanca. En 1885 la empresa inglesa del Ferrocarril del Sur construyó su puerto de Ingeniero White. En la elección del lugar primaron las razones comerciales antes que las estrictamente técnicas. Muchas son las dificultades que presenta White, entre ellas el difícil acceso a través del canal, el dragado continuo al que tiene que estar sometido debido a la acumulación de barro proveniente del Arroyo Napostá. Otro sitio de la bahía era, sin embrago, más apto para el establecimiento de un muelle: el área conocida como Puerto Belgrano, donde hoy se ubica la Base Naval y Puerto Rosales. Como dijo el ingeniero Luis Huergo, a fines del siglo XIX: “En el Puerto Belgrano , en la Ría de la Bahía Blanca, hay una profundidad de agua de entre 16 y 60 pies, en una extensión de 50 kilómetros de costa abrigada y favorecida por una marea ordinaria de 12 pies de amplitud. Con poco costo relativo pueden construirse allí indefinidamente kilómetros de muelles y diques para recibir buques de más de 30 pies de calado...” La punta de la escollera del actual Puerto Rosales se halla a unos 250 metros de aguas naturalmente profundas, sin necesidad de dragado. Por otro lado, es corta la distancia hasta aguas abiertas y es el lugar abrigado más extenso de la bahía Blanca. Por lo tanto, en Puerto Belgrano hay menores costos de dragado, remolque y practicaje. Sin embargo, en la década de 1880, Puerto Belgrano, era un paraje desolado y lejano, por lo cual la opción inglesa por White era clara: tenía la ventaja de estar cerca de la ciudad de Bahía Blanca, población que cobraba una importancia cada vez mayor en esa época y era centro de una amplia zona agrícola y ganadera. La compañía británica, a comienzos del siglo XX, sucesivamente fue tomando el control de puertos pertenecientes a otras compañías ferroviarias, como Galván y Cuatreros, todos contiguos a White. Construyó, pues, un monopolio portuario en el estuario y afectó con esto al comercio de exportación e importación locales. Impuso tarifas elevadas a cambio de servicios no siempre eficientes. El temor que se construyeran otros puertos rivales movió al Ferrocarril Sur, a partir de 1900, a mejorar y ampliar sus instalaciones, pero sin poder absorber, sin embargo, la creciente actividad comercial y productiva de la región. Estos recelos no eran para nada infundados, como veremos en el capítulo siguiente.
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Año 7 Nº 60 - Abril 2008
La aparición del capital francés en Arroyo Pareja En 1900 el Estado Nacional otorgó al ingeniero italiano Guillermo Godio una concesión para construir un puerto comercial de ultramar en la bahía Blanca, que se ubicaría en el Puerto Belgrano, próximo a Arroyo Pareja y a la Base Naval en construcción. Godio era la cara visible de un grupo inversor de origen francés, belga e italiano. Pero no logró reunir los fondos suficientes para comenzar con la obra (que comprendía, además del puerto vías férreas hacia La Pampa y a Santa Fe) y la concesión se perdió a los pocos años. Su plan fue resistido por el lobby del Ferrocarril del Sur y – paradójicamente- por los mismos comerciantes bahienses perjudicados por éste. Sus razones se explican en el temor que la concreción de un puerto exitoso a 30 km. de la ciudad pudiera aumentar desmesuradamente los fletes o hacer surgir un polo económico y demográfico rival que terminaría con la hegemonía que Bahía Blanca comenzaba a detentar en la zona El proyecto de Godio marcó el inicio de la irrupción del capital francés a la zona de la bahía Blanca en un área sensible de la economía local, como lo era el sistema portuario. Marcó también dos líneas que serían constantes de las inversiones francesas de la zona: la elección del arroyo Pareja para la erección de un gran puerto comercial; y el trazado de un ferrocarril que unía el muelle con el sur de Santa Fé, que experimentaba por esos años una gran expansión productiva. Asimismo, proveyó del primer informe técnico favorable para la construcción de instalaciones comerciales, elaborado en 1900 por los ingenieros Kunkler, Delavigne y Coulon, que expresaron: Ningún punto de la costa argentina podía ser mejor elegido, pues, desde el punto de vista marítimo, Puerto Belgrano presenta ventajas inapreciables. Se encuentran aguas profundas, en comunicación libre y fácil con el Océano Atlántico, accesible, en cualquier marea, a los más grandes navíos; las corrientes no son ni peligrosas ni molestas para la navegación y los vientos, por más que soplen a veces con violencia, no toman jamás el carácter de tempestades o huracanes. El revés de Godio hizo que el Estado se decidiera, en 1903, por montar un equipamiento comercial en un sitio especialmente acondicionado de la Base Naval, tal como era el anhelo del ingeniero Luiggi: un puerto mixto, con una jurisdicción militar y otra comercial. Pero ésta, por razones del escaso presupuesto asignado, era un simple rectángulo de unos pocos cientos de metros de lado, ubicado en la dársena y separado
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de la zona militar por un alambrado. Contaba con algunos galpones y la infraestructura mínima para operar. La precariedad obligó al Estado a tomar otro tipo de medidas para lograr el funcionamiento mínimo del sitio comercial en la Base Naval. En el siguiente capítulo continuaremos narrando la historia de nuestro puerto.
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Año 7 Nº 61 - Mayo 2008
El Muelle C y el proyecto del ingeniero Abel Pagnard El 29 de septiembre de 1906 Diego de Alvear (a quien en 1903 se le había concesionado las obras del Ferrocarril Rosario Puerto Belgrano) obtuvo la concesión para construir el llamado Muelle C en la Base Naval, para ser utilizado con fines comerciales. En virtud del contrato de concesión, el gobierno se reservaba el derecho de expropiación, previa indemnización, cuando las obras estuviesen terminadas. La empresa Hersent, una de las más importantes constructoras europeas, estuvo encargada de la construcción. El Muelle C llegó a contar con un sistema de vías que lo unía a la línea troncal del Ferrocarril Rosario Puerto Belgrano, galpones de depósito, grúas, etc. En 1911, el Estado hizo uso de la opción, desmantelando casi enseguida las instalaciones de carga y depósito de mercadería. Esta cláusula fue impuesta por la necesidad de no ofrecer competencia al otro emprendimiento privado que prometía ser monumental: el puerto que, en Arroyo Pareja levantaría la concesión otorgada al ingeniero Abel Pagnard. El concesionario era un joven ingeniero francés que, como empleado de la casa Hersent, había dirigido las obras de los puertos de Lisboa, Amberes y Burdeos. Llegó a la Argentina como representante de Hersent en la construcción del puerto de Rosario. Desvinculado laboralmente de sus patrones, con los que mantuvo una excelente relación personal, integró la comisión oficial que en 1905 realizó estudios para el establecimiento de un puerto de aguas profundas en la bahía Blanca. Pagnard utilizó como base para su propio proyecto estos estudios y lo presentó al Estado. El 15 de septiembre de 1908, la ley N° 5574 otorgó la concesión al ingeniero francés quien, luego de varias prórrogas, constituyó en París el 23 de enero de 1912 la Compañía del Puerto Comercial de Bahía Blanca. En dicha sociedad, de la que Pagnard era ingeniero consultor y director de obras del puerto, formaban parte las constructoras Régie Générale de Travaux Publics, Hersent, el banco Crédit Mobilier y varios directivos del Ferrocarril Rosario-Puerto Belgrano. Los trabajos empezaron inmediatamente, en base a un plan monumental concebido por Pagnard: cinco mil metros de muelles, dique de carena, dársenas, grúas, galpones, vías férreas. Sería el más importante puerto cerealero de América del Sur. Mil obreros comenzaron a levantar en 1912 el gigante recostado sobre el arroyo Pareja. En el siguiente capítulo continuaremos narrando la historia de nuestro puerto.
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Año 7 Nº 60 - Junio 2008
El puerto y el ferrocarril francés La muerte de Pagnard en 1913 y, en especial, la I Guerra Mundial (1914-1918) detuvieron el impulso con el que se iniciaron los trabajos. La retracción de capitales que produjo el conflicto bélico provocó que se pudieran habilitar, hacia 1919, unos trescientos metros de muelle, los que hoy constituyen la base de Puerto Rosales. El proyecto original del gran puerto sudamericano de aguas profundas fue prácticamente abandonado En 1922, el Ferrocarril Rosario Puerto Belgrano tomó a su cargo las obras del puerto de Arroyo Pareja con la esperanza de poder invertir en un emprendimiento que era vital para la empresa, pues era la vía natural de salida del cereal de la extensa zona del sudoeste bonaerense servida por la empresa ferroviaria . En efecto, la compañía había nacido con la intención manifiesta de unir el puerto de Rosario (en el que muchos accionistas del ferrocarril tenían intereses) con algún sitio en Puerto Belgrano. El intento del Muelle C es una prueba de ello, al igual que las esperanzas puestas en el Puerto de Pagnard. Lamentablemente, el capital francés con intereses en Punta Alta no pudo competir con el británico instalado en Bahía Blanca. El volumen de capital invertido siempre fue mucho menor que el inglés. Por otra parte, el desembarco de los franceses en la región se produjo con notable retraso, encontrando ya a los ingleses sólidamente instalados en la región, con un modelo económico poderoso y funcionando y con su red de intereses políticos y sociales armada y que demostró ser poderosa. Sin embargo, los franceses hicieron un notable esfuerzo en la década para poner en funcionamiento el muelle, con la participación incluso de grandes cerealeras como Dreyfus y Bunge&Born, que tuvieron a su cargo el manejo del movimiento de cargas del puerto, tal como se verá en entregas posteriores.
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Año 7 Nº 63 - Julio 2008
Arroyo Pareja y el Muelle Nacional En momentos en que el Ferrocarril Rosario Puerto Belgrano se hizo cargo de Arroyo Pareja, el diputado radical bahiense Mario Guido presentó un proyecto de ley para alzar un muelle del estado nacional en aguas de la bahía Blanca, dado que en ese momento todo el tráfico estaba en manos de compañías privadas extranjeras. Comenzó la disputa sobre el lugar de construcción de ese muelle: Bahía Blanca (y el Ferrocarril del Sur) lo deseaba contiguo a Ing. White. Punta Alta (y el ferrocarril francés) lo querían en Arroyo Pareja. En efecto, se vio la oportunidad de reactivar la estación marítima si el Estado Nacional tomaba a su cargo las obras restantes, como por ejemplo, extender el muelle unos doscientos metros hasta el canal de acceso. Ante tal posibilidad, la población puntaltense se movilizó. En marzo de 1923, el Dr. Antonio Ballesteros, abogado residente en Buenos Aires y propietario de tierras contiguas al Puerto de Arroyo Pareja, envió al Poder Ejecutivo sendas notas de pedido de adquisición del puerto de Arroyo Pareja. En ese mismo mes, trescientos destacados vecinos de la ciudad mandaron un petitorio al presidente Alvear en adhesión al del Dr. Ballesteros. En abril de 1923, éste envió otra nota al presidente acompañando un petitorio que fue firmado por la mayoría del comercio, propietarios e instituciones de Punta Alta. Se solicitaba que el gobierno adquiera Arroyo Pareja para desarrollar el futuro Muelle Nacional. Las razones: Arroyo Pareja era una obra concluida y suficiente para las necesidades de ese momento, argumentando que el coste sería indudablemente menor que lo que demandaría la construcción de uno nuevo. Acompañó la nota un extenso y completo informe en que se exponían las ventajas que poseía, intrínsecamente, el apostadero puntaltense. 1. El acceso directo al mar, sin dragados ni canalizaciones, lo hacía más atractivo que los puertos del fondo de la bahía. 2. La elección de Puerto Belgrano por parte de Luiggi y Pagnard no podía ser casual: ellos conocían las posibilidades del sitio. 3. La cercanía con un Puerto Militar, con el que podría realizar actividades complementarias. 4. La importancia de la ciudad de Punta Alta, con sus estaciones de ferrocarril y su población, la hacían indicada para su proyección atlántica y para convertirse en factoría marítima de Bahía Blanca..
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5. Al puerto llegaban dos líneas ferroviarias que lo conectaban con los principales centros productivos y comerciales de la Argentina. Sin embargo, el gobierno decidió construir el Muelle Nacional junto a Ing. White, que fue inaugurado en 1930. Sin embargo, este no fue el final del sueño portuario. A Arroyo Pareja aún le restaba una década de intensa actividad, tal como se verá en el capítulo siguiente.
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Año 7 Nº 64 - Agosto 2008
La nacionalización: Puerto Rosales Al pensar en los orígenes de Punta Alta, con razón se remite a los inicios de las obras de la Base Naval de Puerto Belgrano. Si bien esto es verdad, la simplificación del proceso histórico genera injustos olvidos. A tal punto que se nos escapa la importancia que Puerto Rosales en el desarrollo puntaltense. Esta serie de notas, en adhesión al Centenario de nuestro puerto comercial, intenta revalorizar su importante papel en la determinación espacio-económica y aportar elementos para la comprensión histórica de la determinación de espacios y circuitos económicos regionales. La década de 1930 trajo aparejada una profunda crisis del sistema ferroportuario nacional. La crisis financiera y el auge del transporte automotor pusieron en jaque a las compañías ferroviarias extranjeras, que realizaban cada vez menos inversiones. El puerto de Arroyo Pareja, no obstante, sufrió un cambio notable cuando firmas exportadoras como Dreyfus y Bunge& Born lo constituyeron como sitio de embarque alternativo a los puertos de Bahía Blanca. Nuevos galpones, cintas transportadoras y hasta la escollera de piedra de quinientos metros (finalizada en 1933) sirvieron para acondicionar los muelles para la nueva actividad que, si bien era estacional, les otorgaba un inusual movimiento. Es de esta época el recuerdo de la fila de camiones cargados de cereal que, por Colón, llegaba hasta las inmediaciones de Irigoyen, esperaban turno para cargar. A partir de finales de la década, este movimiento se fue diluyendo, agravado por el estallido de la II Guerra Mundial (1939-1945) Lograda la autonomía de Punta Alta en 1945, se constituyó el Partido de Coronel Rosales y el puerto de Arroyo Pareja mudó su nombre por el de Puerto Rosales, en homenaje al héroe que dio su nombre al nuevo municipio. Durante los años ’30 desde las fuerzas mayoritarias (socialistas, radicales de línea yrigoyenista y también conservadores) se alzaron voces tendientes a realizar proyectos estatizadores de las empresas de capital extranjero, pensando que el Estado nacional se convertiría en factor de desarrollo de los mismos con un interés genuinamente nacional. Es así que, durante el gobierno de Juan D. Perón se llevó a cabo la polémica medida de nacionalización de los activos de las compañías foráneas. En el caso que nos interesa, el traspaso de los bienes de las empresas francesas al Estado tuvo lugar un año antes que se llevara a cabo la medida con las compañías británicas, mucho más numerosas y
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de mayor volumen. En una suerte de prueba piloto, el 17 de diciembre de 1947, se concretó la entrega y se puso fin a una era. A partir de ese entonces, el puerto fue traspasado al Ministerio de Marina. La Armada, luego de un incendio que devoró parcialmente las instalaciones, desmanteló galpones, grúas y edificaciones consideradas obsoletas, desactivando el muelle en forma total para operaciones comerciales. Es usado tan solo como sitio auxiliar En 1967, el puerto pasó a depender de la Administración General de Puertos, lográndose en esa época el dragado de los canales de acceso. A partir de ese entonces, la lucha por la reactivación plena de la estación marítima ha sido la clave para entender los últimos años de la historia de Puerto Rosales, tal como se verá en la próxima entrega.
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Año 7 Nº 64 - Septiembre 2008
Se considera al sector de las vías de ferrocarril que corren paralelas a la Avenida Colón como un fragmento que posee una identidad urbana muy marcada, con características propias. Desde lo arquitectónico, el conjunto posee una fuerte impronta paisajística, que hace al sector sumamente identificable desde lo vivencial. Patrimonialmente hablando es uno de los escasos ejemplos de arquitectura ferroviaria francesa en el país y se observa gran calidad en las terminaciones de los muros, en los trabajos de herrería y en la resolución de los detalles constructivos. Tanto el espacio de las vías como las construcciones anexas (apeadero, las columnas de alumbrado, las paredes y las rejas de hierro), constituyeron el equipamiento necesario para la puesta en marcha del ferrocarril hacia Bahía Blanca. Estas labores fueron llevadas a cabo por la Compañía del Ferrocarril Rosario- Puerto Belgrano, de capital francés. El 16 de diciembre de 1903, Diego de Alvear obtuvo la concesión para la construcción de una línea férrea desde Puerto Belgrano a Rosario. Fue inaugurada el 12 de diciembre de 1910, con la llegada del primer convoy a la flamante estación Almirante Solier. El 10 de septiembre de 1918 se sancionó la ley N° 10.439, que autorizó a la empresa ferroviaria a construir y explotar un ramal que, unía Punta Alta con la vecina ciudad. Posteriormente, la ordenanza municipal del 29 de noviembre de 1918, autorizó a la compañía ferroviaria a pasar con sus vías por la avenida Colón de Punta Alta. A cambio de este permiso, la Municipalidad exigió a la empresa francesa la concreción de las siguientes obras en la ciudad: a) Urbanización en toda su extensión de la Avenida Colón. Para ello, se macadamizaría con tosca la calzada, que tendría ocho metros de ancho, en el tramo comprendido entre Villanueva y 9 de Julio. Sobre vereda edificada se exigía la colocación de cordones de granito, dejándose cuatro metros de acera. En el límite de la avenida con la vía se establecía la construcción de una verja de hierro sobre un zócalo de mampostería, a cuyo pie se excavaría la zanja colectora de aguas pluviales. La función principal del paredón y la reja fue la de proporcionar seguridad al peatón, evitando la intromisión de vehículos, personas y animales y los consecuentes accidentes y suicidios. b) La puesta en condiciones para circulación cómoda para carros y automóviles del camino Punta Alta- Bahía Blanca, desde la prolongación del espacio macadamizado de Colón hasta Grünbein, realizándose para ello los trabajos necesarios (corte de médanos, abovedamiento, alcantarillas, etc.) El 29 de noviembre de 1921 se autorizó la construcción del apeadero que se levanta
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sobre Colón entre Bernardo de Irigoyen y Rivadavia y que hoy constituye unos de los pocos ejemplos de arquitectura ferroviaria en madera que se conservan el país. Fuentes: - Comisión Asesora Permanente Ad Honorem de Preservación del Patrimonio Histórico Cultural y Ambiental del Partido de Coronel de Marina Leonardo Rosales: Informe sobre el cordón ferroviario paralelo a la Av. Colón, Punta Alta,2002 - Compagnie de Chemin de Fer de Rosario à Puerto Belgrano: Rapports du Conseil d’Administration. Assemblées Générales 1908-1923, París, Imprimaire et Libraire Centrales de Chemins de Fer, 1908-1923 - Nueva Época, Punta Alta, 1919, 1922, 1923
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Año 7 Nº 66 - Octubre 2008
Muy poca gente sabe que el Partido de Coronel de Marina Leonardo Rosales posee un sector insular, que le corresponde por derecho propio. Efectivamente, es el sector de islas ubicadas de cara a sus costas, frente a Puerto Rosales y a la Base Naval. A través del Decreto Provincial 449/99, se otorgó al Municipio de Coronel Rosales la tenencia y administración de las islas llamadas Del Embudo, Bermejo y Trinidad, en la bahía Blanca. Por dicha norma legal, es la comuna la que debe asumir el cuidado y conservación de estas islas, asegurando que queden preservadas las condiciones establecidas por la Ley Provincial Nº10907, por las que se las declaró Reserva Natural de Usos Múltiples. Esto es, se las considera un área natural protegida. Está orientada a la investigación y experimentación del uso racional y sostenido del medio y los recursos naturales, y se pretende dar énfasis al análisis de la conservación objetiva del ecosistema con todas sus especies componentes. Esta Reserva constituye un importante asentamiento para aves acuáticas, migratorias y especies locales. Muy tempranamente la bahía y sus islas fueron exploradas y explotadas comercialmente. Posteriormente se introdujo animales ajenos al ecosistema de las islas. El norteamericano Joseph Arnold, se dedicó a la cría de ovejas en la isla Verde hacia 1852. Dicha actividad también comenzó a desarrollarse en la isla Trinidad desde 1890, y ya entrado el siglo XX la isla Bermejo estuvo ocupada por un tal Miller, dedicado a la cría de porcinos, de lo cual aún quedan restos de las instalaciones. El mayor desarrollo económico de las islas se dio entre las décadas del 1940 y 1960, época en que la familia Gutiérrez tomó posesión de las islas Bermejo y Trinidad. Con escasos elementos se lanzaron en la pesca del cazón. Dicha actividad fue altamente redituable y les permitió reinvertir en las islas. Así instalaron en Trinidad aguadas, molinos y corrales, para criar ganado ovino y cultivar cebada, mientras que en Bermejo se instaló una destilería y un saladero y la cría de alrededor de 3000 chivos.Las actividades desarrolladas por aquella familia fueron muy exitosas, tal como lo demuestran los restos de infraestructura, como la casa del personal, muelle, chalet de la familia, etc. En la década del 60 finalizó la concesión de la familia Gutiérrez y luego de ellos las concesiones recayeron en estancieros que solo se dedicaron a la cría de chivas y ovejas, sin desarrollar otro tipo de actividad A partir de 1999, el Municipio puso en marcha los mecanismos para dar cumplimiento a las disposiciones provinciales y dispuso el establecimiento de un puesto permanente en la isla Bermejo. En proximidades a la fecha de su inauguración surgió la idea por
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parte del Yacht Club Puerto Belgrano, de donar la imagen de la Virgen Stella Maris, patrona de los marinos. Por este motivo, la Municipalidad emprendió la construcción de una capilla para que en ella se resguardara la figura. También se le sumó la donación de una cruz metálica y una placa por parte del Rotary Club Punta Alta, simbolizando el gran jubileo del año 2000. La capilla, una vez inaugurada, constituiría una opción más en el recorrido de las peregrinaciones en el aniversario de la Virgen. La ceremonia inaugural se realizó el 19 de diciembre de 1999, donde se hicieron presentes el Intendente Jorge Izarra, autoridades municipales, del Rotary Club, de la Armada Argentina y de los clubes náuticos y de la Prefectura. Fuente: *La Nueva Provincia, 24 de diciembre de 1999. *Jornadas de Capacitación Docente: Reserva Natural Provincial Bahía Blanca, Bahía Falsa y Bahía Verde.
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Año 7 Nº 67 - Noviembre 2008
En Ciudad Atlántida, corre la calle que lleva por nombre y que recuerda al genial médico, psiquiatra, psicólogo, farmacéutico, escritor, docente, filósofo y sociólogo. José Ingenieros, cuyo nombre original fue Giuseppe Ingegneri, nació en Palermo (Italia) en 1877, pero siendo niño su familia se radicó en Uruguay, desde donde se trasladó a la Argentina para estudiar medicina. Ya médico, ejerció la docencia en la cátedra de Neurología de Ramos Mejía y trabajó en el Servicio de Observación de Alienados de la Policía de la Capital, del cual llega a director. El 6 de junio de 1907 funda el Instituto de Criminología en la Penitenciaría Nacional de Buenos Aires, del que estará al frente hasta 1914. Dirigió además los archivos de Psiquiatría y Criminología y alternó su trabajo con conferencias en universidades de Europa. En 1908 fundó la Sociedad de Psicología y en 1909 fue electo Presidente de la Sociedad Médica Argentina. Ingenieros fue un representante destacado del pensamiento positivista, sobre todo en sus primeros años. También fue uno de los fundadores del socialismo en Argentina, junto con Juan B. Justo y Nicolás Repetto, aunque a partir de 1899 abandonó la militancia partidaria. Posteriormente se fue alejando del socialismo para acercarse a la perspectiva anarquista, Sus ensayos sociológicos, El Hombre Mediocre (su obra más importante de psicología social) y ensayos críticos y políticos, como Al margen de la ciencia, Hacia una moral sin dogmas, Las Fuerzas Morales, Evolución de las ideas argentinas y Los tiempos nuevos son sus obras más relevantes. Además de dirigir su periódico bimestral Seminario de Filosofía, mezclaba su pasión por la ciencia con una ética social acentuada. En sus múltiples actividades demostró una capacidad notable, siendo considerado un intelectual de peso en su tiempo. En 1919 renunció a todos los cargos docentes y comenzó su etapa de lucha política, participando de manera activa en favor del grupo progresista “Claridad”. A partir de allí comenzó a profundizar una línea de pensamiento más relacionada con los aspectos morales y políticos, aspectos ambos que Ingenieros veía íntimamente relacionados, inspirando a la juventud latinoamericana que realizó la Reforma Universitaria desde 1918 y lo nombró Maestro de la Juventud de América Latina. En 1922 propone la formación de la “Unión Latinoamericana”, un organismo de lucha contra el imperialismo. En 1925, pocos meses antes de su muerte, forma el mensuario “Renovación” en contra del imperialismo; firmando con los pseudónimos de Julio Barreda Lynch y de Raúl H. Cisneros. Se casó con Eva Rutenberg y tuvo cuatro hijos: Delia, Amalia, Julio y Cecilia. Murió el 31 de octubre de 1925 en Buenos Aires, tras una breve enfermedad. La Ordenanza Nº 71 del 19 de enero de 1949 impuso los nombres definitivos a las
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calles de Ciudad Atlántida. Una de ellas, lleva desde entonces la denominación de José Ingenieros.
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Año 7 Nº 68 - Diciembre 2008
Poco antes de la llegada del Ferrocarril del Sud que unía Grünbein con el Puerto Militar en 1898, una oleada de pobladores dedicada al desarrollo de la actividad agrícola se asentó en el lugar de la futura Villa Arias Este paraje fértil se vio favorecido por el paso del tren, al hallarse prácticamente en la mitad del recorrido. En noviembre de 1898 se inauguró el servicio de pasajeros y ese día se cambió el nombre de la por entonces llamada Colonia América, por la actual denominación de Villa General Arias. Este nombre es un homenaje a Inocencio Arias, general que nació en 1846 y fue un militar y político que llegó a ocupar los cargos de diputado nacional y provincial, vicegobernador y gobernador de la provincia de Buenos Aires. Ocupó este último cargo entre 1910 y 1912, año de su fallecimiento. Originariamente los terrenos que comprendía Villa Arias eran de Aristóbulo Durañona, quien en 1905 los vendió a Eleodoro Lobos, Ramón López Locube y Mauricio Mayer. Una nueva venta realizada en el mismo año dio posesión a Martelli y Belli. En 1917 los terrenos pasaron a se propiedad del Banco Español de Río de la Plata. Se plantaron los tamariscos en todo el contorno para frenar los vientos y se perforaron tres pozos surgentes. A partir de allí se realizó la venta de varias parcelas hasta el año 1930. El primer poblador efectivo de la Villa puede ser considerado Juan Vacquer, quien trabajaba en el campo propiedad de Martelli. Fue Vacquer quien compró una hectárea con surgente y construyó la primera vivienda. Propiedad de Vacquer fue también el primer almacén, “La Unión”de 1919 Antonio Vidal, Angel Molfino, Agustín Vañó, Ramón Ayala Torales, José Nardini, Celestino Montero, entre otros, completan la nómina de pioneros Villa Arias contaba con agua corriente, estación de tren, teléfono, correos y todos los servicios indispensables para la época: escuela, a partir de 1927 y en 1937 con una jefatura de policía. El Club Sportivo Villa General Arias fue creado en 1932 y la Sociedad de Fomento, fundada en 1946. Al cumplirse el 21 de noviembre de 1998 el centenario de la fundación de la villa, se homenajeó con este monumento a los primeros pobladores del lugar que representa un arado; pues esta herramienta, fue la utilizada para darle el impulso que la caracterizó. En los actos estuvieron presentes el Intendente Municipal Jorge Izarra, las autoridades municipales y militares que, junto al doctor Alberto García, titular de la Secretaría de Prevención de las Adicciones de la Provincia, procedieron a la inauguración de la Comunidad Terapéutica. El desfile cívico militar estuvo integrado por instituciones educativas, deportivas y sociales de Punta Alta, concluyendo el mismo con una suelta de globos.
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Fuente: *El Regional, 7 de setiembre de 1946. *La Nueva Provincia, 22 de noviembre de 1998.
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Año 8 Nº 69 - Enero 2009
Una de las atracciones de Pehuen-Co es la llamada Casa Barco. Su propietario original, Luis Novelli, ideó y encomendó su construcción a Francisco y Antonio Walich (padre e hijo) en 1951. Luis Novelli fue un inmigrante italiano que abandonó su tierra natal de muy joven a bordo del «Roma», enbarcación que se convertiría en el último lazo con su patria.La idea original tuvo como fin el hacer perenne el momento del viaje, que cambió su vida para siempre. La casa se inauguró el 27 de noviembre de 1954 y se realizó de acuerdo a la tradición de los astilleros al botar un buque: la señora Libertad R. Martella, en calidad de madrina de la nave, estrelló sobre el filo de su proa la clásica botella de champagne. Para acceder a la casa, se asciende por una escalera de hierro a la cubierta, que cuenta con un corredor perimetral semicubierto. La distribución interior incluye un hall, comedor, cocina, baño y tres dormitorios. En la planta alta se ubica la terraza y el fogón con su correspondiente rueda de mando de timón. La obra en su totalidad está construida con materiales tradicionales. Toda ella está realizada en ladrillo hueco salvo la proa, diseñada con una estructura de perfiles, malla de alambre tejido y luego revocada para darle la forma.Los remaches se realizaron con molde uno por uno y luego se colocaron. Los elementos que configuran el aspecto externo del barco cumplen un objetivo funcional: la chimenea mayor es el tanque de agua y las menores corresponden a la cocina y el hogar. Los cuartos interiores son bajos. Las paredes simulan planchones de hierro con grandes remaches, las arañas tienen forma de timón.Las puertas son de hierro y la principal se halla elevada para evitar que entre el agua de la cubierta. Las ventanillas de los camarotes son de 40cm x 60cm, lo que motiva la exigencia de luz artificial. Los pisos de la cubierta originalmente eran de cemento y sobre el mismo se dibujaba el maderamen de la enbarcación, hoy está recubierto con cerámica. En el jardín, Novelli ideó un sistema automático de riego. Asimismo el suministro eléctrico se hacía a través de molinos aerocargadores.
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