Junio 2012
N煤mero 11
ISSN 2027-3096
Publicaci贸n de la Fundaci贸n Providencia 2000 / Armenia, Colombia / www.revistaelrollo.blogspot.com
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El espacio público ha tomado relevancia en los últimos tiempos porque ante la inadecuada, y en algunos casos, desastrosa planeación de nuestras ciudades, donde todo se va amontonando según como venga para después acomodarlo, cosa que rara vez se hace, las administraciones se van dando cuenta que al ciudadano se le van limitando cada vez más los espacios de encuentro con sus semejantes en condiciones de limpieza, seguridad, libertad y tranquilidad. Al hablar de espacio público no solamente nos referimos a los andenes ocupados por vendedores ambulantes en las calles céntricas de nuestras capitales y municipios, eso es una pequeña parte: lo constituyen también también los parques, las plazas, bibliotecas, escuelas, hospitales y vías, entre otros, que hacen parte del inventario colectivo. El descuido de las administraciones y el mal uso por parte de los ciudadanos genera gravísimos problemas como la inseguridad, la falta de aseo, caos en la movilidad, contaminación, subempleo, contrabando, por enumerar unos cuantos. Lo público, y en este caso el espacio, en su triple dimensión: social, cultural y política requiere una concienzuda planeación, concertar con las partes involucradas, hacerlas partícipes de los procesos para generar sentido de pertenencia que asegure la durabilidad en el tiempo y un ejercicio político serio que coloque lo de todos por encima de lo de algunos. La revista El Rollo ha querido abordar este tema en su edición número 11. Conocer otras miradas, más allá de la cara que siempre se ve: la de aquellos que al no tener cómo laborar se adueñan del espacio público para llevar el sustento a sus hogares. Son pocas páginas para tanto rollo. El espacio público lo construimos todos: desde el académico hasta el estudiante, desde los entes gubernamentales hasta el ciudadano del común, en el momento en que se excluya algún actor, esta obra será privada.
Ciudad
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Director Pedro Zuloaga
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Edición Jorge Mendoza María Helena Sandoval
Hugo Hernán Aparicio Reyes
Croquis del sentir ciudadano (...) Antonio José Vélez
Simetrías Jose Morales Tique
Especial fotográfico Camilo Parga Coca Carlos Andrés Rodríguez
El Rollito
6 Diagramación y diseño Jose Rodríguez
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María Helena Sandoval
Reportaje gráfico
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Gabriel Linares
Público y privado
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Oliverio Gómez Hernández
Espacios públicos y fragmentación social 16 Gustavo Pinzón
Fotografía Jose Morales Tique Camilo Parga Coca Carlos Andrés Rodríguez Ricardo Vejarano Gabriel Linares Ilustración Jorge Mendoza Portada Camilo Parga Coca Corrector de prueba Juan Aurelio García
El terreno vivido y la cultura de la calle 18 Agostino Abate
Pregunta al teólogo
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Agostino Abate Director Ejecutivo Fundación Providencia 2000
Agostino Abate
Especial fotográfico
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Ricardo Vejarano Bolivar Jose Morales Tique Gabriel Linares
Las opiniones emitidas en los textos aquí publicados son responsabilidad única y exclusiva de los autores
Edición número 11 Mayo de 2012 ISSN 2027 - 3096 Para más información, colaboraciones y comentarios revistaelrollo@gmail.com Impreso en Litografía Luz Armenia, Colombia
La revista El Rollo, proyecto de la Fundación Providencia 2000, cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura a través de su programa Nacional de Concertación Cultural 2012
FUNDACIÓN
PROVIDENCIA 2000
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Foto: Archivo Mechas
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Inimaginable en alguien emoción semejante. Del sótano donde vivió décadas de encierro, impuesto por padres vergonzantes de su limitación física, la venía liberando de a pocos mi amiga, adalid de la población con discapacidades. Apropiada en el momento del ascensor panorámico, permanecía la novel usuaria del aparato en éxtasis contemplativo desde la altura máxima, aferrada a los brazos de su silla de ruedas. No era solo el vértigo, el brusco movimiento ascensional y el vacío recién experimentados; era también su visión de la ciudad, de las ciudades, abarcables desde allí. El fogoso sol vespertino, su lúdica de reflejos y sombras recortadas contra las edificaciones, coronada de grises la cordillera, el calado reticular de manzanas y calzadas, el discurrir rumoroso de automotores y equipos de construcción, su cercana Calarcá al otro lado del pequeño cañón del río Quindío, en la base de la montaña, colmaban sus recipientes anímicos. Nadie intentaba acallar exclamaciones de asombro, de interrogativa angustia frente al monstruo urbano. Descendamos con ella al pavimento. Con las ciudades, cualquiera su conformación, las personas, las comunidades, establecemos forzosas y complejas relaciones de habitabilidad, apenas percibidas por la masa absorta en rutinas de supervivencia. Afanes de quienes inventamos tareas por cumplir, y deambulares desesperanzados de otros con menor compromiso o fortuna;
destinos, objetivos precisos de algunos, y ocioso o gozoso vagabundeo de muchos; calles, avenidas y espacios abiertos albergan el inextricable tejido de construcciones, actividades, intereses, afectos. A conciencia o ausente ésta, conducimos vehículos, somos usuarios del transporte público, caminamos disputando a codazos aceras y andenes con el asfixiante bazar callejero, con los minutos de todo operador, indiferentes a la ínfima presencia vegetal, al ámbito plástico, a arquitecturas y a poéticas del sonido, color o movimiento, en codicia de rostros, de cuerpos; comparando, tasando nuestras figuras reflejadas en vidrieras con ideales estereotipos; atendiendo como autómatas sistemas de señales y mínimos códigos de convivencia. Mayor interés capta la exhibición comercial: las pantallas televisivas de última tecnología, prendas de moda, tabletas electrónicas, computadoras portátiles. Hablo del peatón raso, no de quienes hacen del poblado guarida y campo de fechorías en contra de sus semejantes, de quienes sacan ventaja del desprevenido; no del corrupto guardián del arca pública prevalido de arsenales burocráticos de gran poder destructor. Para ellos, pese a todo, la apetitosa ciudad también existe. A pesar de tendencias globalizantes, de modelos impuestos por la dinámica consumista, las poblaciones, unas más que otras, conservan ciertos rasgos particulares. Clima, altura sobre el nivel marino, topografía interna, componentes étnicos y socio-económicos, determinan
comportamientos colectivos. El nuestro, el quindiano, aún se percibe amable con nativos y visitantes, más por el modo de ser cálido, abierto, de sus gentes, menos por el diálogo en armonía de sus elementos físicos: naturaleza, arquitectura, entramado vial, paisaje. Los forasteros perciben la ciudad y su entorno con mayor intensidad, aún bajo condiciones de precariedad en espacios de solaz, de sosegado disfrute. Pocos, mal mantenidos, peor comprendidos, abusados, narcotizados, parques, plazas, permanecen en espera del aprecio público, de manos y recursos para su cuidado, del teatrero, del mimo, del enredista cuentero, del músico vernáculo. Armenia no interactúa con su entorno natural, con sus cañadas e idealizada vegetación; no los implica en su espíritu. Las Ciudades Amables prometidas no aparecen. ¿Cuánto de Sodoma y cuánto de Alejandría; en qué proporción Nueva York o Atenas, cuánto del Cuzco, en las solemnes cumbres andinas y cuánto de Constantinopla, vínculo de mundos diversos, querríamos para nuestras ciudades? Mario Rivero, Martha Usaquén, Gustavo Rubio con sus poemas poblados de crudo urbano, bajo el brazo, merodean por la vecindad. La ciudad, cuerpo frenéticamente copulado y luego objeto de desprecio, yace a nuestros pies.
Hugo Hernán Aparicio Reyes Cronista bogotano radicado en Calarcá (Quindío)
La edición anterior de la revista presentó una serie de errores por los cuales pedimos disculpas. A continuación aclaramos los mismos: En la editorial, página 2, en el segundo párrafo al inicio de la cuarta línea hace falta la palabra una. En el artículo Country, bluegrass and blues, página 7, en el sexto párrafo, iniciando la segunda columna, al mencionar los nombres de los integrantes originales del grupo The Ramones a Dee Dee Ramone, le recortamos el nombre a la mitad y quedo Dee. En la página número 9, en el crédito de Ermanno Parodi no se puso la mayúscula al iniciar la pequeña reseña de su desempeño profesional. De igual forma y para terminar, pedimos excusas por las tildes y comas faltantes, si las hubo, ofrecemos disculpas nuevamente por estos pequeños descuidos y muchas gracias por tomarse el tiempo de disfrutar El Rollo. El editor
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Construida en 1936 e inaugurada en 1938, la Antigua Galería de Armenia se inspiró al parecer en el pabellón de Francia de la Feria Internacional de Paris. La maqueta fue hecha por Roberto Henao, el mismo que hizo la estatua de Bolívar y la estatua de La Rebeca en Bogotá. El edificio estaba compuesto por cuatro volúmenes de una manzana de extensión cada una, y poseía una torre que durante muchos años permaneció pintada con los colores de la bandera del departamento del Quindío. El terremoto del 25 de enero de 1999 trajo consigo una gran discusión alrededor de esta obra arquitectónica, aunque su estructura no colapsó en el desastre, la Administración Municipal de la época decidió demolerla, a pesar de las voces que se levantaron en contra, argumentando que se trataba de una obra que revestía carácter de bien cultural e interés nacional, de acuerdo a lo establecido por la Ley General de Cultura (Ley 397 de 1997) que, en sus artículos referentes al patrimonio cultural, establece la nueva denominación para sitios, bienes muebles e inmuebles antes conocidos como monumentos nacionales. Su demolición trajo consigo no solo la perdida de lo estructuralmente visible; tras la edificación de concreto se fueron consigo vivencias, modos y configuraciones de vida de los habitantes del sector, que con el paso de la construcción del edificio emblema del poder municipal, han tenido que reconfigurar su habitus, debido a la nueva dinámica que trajo consigo el Centro
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Administrativo Municipal – CAM - a la ciudad, y de manera especial a dicho sector. La desaparición de la galería de Armenia generó un nuevo espacio urbano, el territorio físico sedentario no desapareció, pero existe un territorio que se encuentra desplazado, más que la ciudad física, aquella hecha por la percepción ciudadana (Silva: 2004:14)
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El abordaje de la configuración de la antigua galería en el imaginario urbano delimita el espacio de la ciudad a lo que Lynch (1974) denomina como nodo. El trabajo que este autor realiza en la ciudad, resalta las interacciones que se dan entre el espacio y los habitantes al momento de generar la imagen que detenta el observador sobre su entorno desde cinco elementos:
Bajo el concepto de Imaginario, la investigadora Paula González, haciendo una lectura a Armando Silva, teórico nacional que se ha dado a la tarea de plantear en sus trabajos lo relacionado con los imaginarios urbanos, expresa: “Silva define lo urbano como lugar de acontecimiento cultural y como escenario de un efecto imaginario, lo urbano en la ciudad se construye, una ciudad se hace por sus expresiones, por la construcción de una mentalidad urbana. De manera que, la ciudad se define por ciudadanos y por sus vecinos o visitantes. Lo que hace a una ciudad diferente de otra no es su arquitectura, sino mas bien los símbolos que sobre ella se construyen” (González, 2004: 25) Lugar antropológico denomina Marc Augé (1998) a esta construcción concreta y simbólica del espacio que no podría por sí sola dar cuenta de las vicisitudes y de las contradicciones de la vida social, pero a la cual se refieren todos aquellos a quienes ella les asigna un lugar por modesto o humilde que sea.
● “Sendas: son las vías que utiliza el ciudadano, normal, ocasional o potencialmente. ●Barrios o distritos: son sectores de la ciudad que se identifican claramente, a los cuales el ciudadano entra o en los cuales habita. ●Bordes: son elementos lineales que el ciudadano no usa ni considera senda. Son referencias laterales, pueden ser vallas, suturas, rejas que separan o unen sectores, lugares de otro; son límites fronterizos. ●Mojones: son puntos de referencia
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exteriores al ciudadano, a los que no entra. Son objetos físicos definidos y específicos que éste utiliza para ubicarse: un edificio, una montaña, una valla. Pueden estar dentro de la ciudad o fuera de ella, pero se ven a lo lejos para simbolizar una dirección constante. Otros mojones son locales y a menudo compartidos con vecinos y personas del mismo barrio. Los mojones son claves de identidad, permiten más familiaridad con la ciudad. ●Nodos: son los puntos estratégicos de la ciudad, centros de confluencia, focos de los que se parte o a los que se encamina. Pueden ser cruces entre sendas, centros de paso de una estructura a otra, sitios de ruptura en el transporte. Son concentraciones de personas, lugares de reunión como la plaza, la esquina. Algunos nodos constituyen el punto más importante de un barrio” (González, op.
mientras el segundo busca representar límites evocativos o metafóricos, de tal forma que más allá de levantar una ”cartografía física” se pretenda generar una “cartografía mental“ del territorio diferencial del actual Centro Administrativo Municipal . “El territorio es algo físico, pero también es extensión mental” (Silva, 19:51) De acuerdo al autor, se aprecia una diferencia entre el país nacional y el territorio diferencial, el primero como aquel que obedece a una lógica que circunscribe y limita un espacio a través de una carta geográfica, el segundo, aquel que logra pervivir en el mapa mental, desbordando cualquier tipo de limitancia territorial, ya que interviene la representación simbólica “ el habitante territorial - o quien actúa bajo tal condición – lo vive, y su vivencia lo lleva a múltiples representaciones. El territorio en su manifestación diferencial es un espacio vivido, marcado y reconocido así en su variada y rica simbología” (Silva, op. cit: 52) cit.: 40) El nodo, entendido como punto estratégico de la ciudad, centro de confluencia y punto de concentración de personas, posee las características del CAM para ser considerada como nodo de un lugar antropológico. Siguiendo el trazo teórico de Silva, se aprecia una diferencia conceptual entre la noción de mapa y croquis, categoría de análisis que es preciso delimitar. Aunque ambas son formas de representación del territorio, el primero se orienta más hacia el trazado visual gráfico del objeto, mientras el segundo busca representar
Podría decirse que el CAM, como espacio y estructura física, representa actualmente las características de país nacional oficial o mapa que alude Silva, mientras que el imaginario de la antigua Galería, cumpliría con las condiciones del territorio diferencial o croquis que nos interesa explorar entre los actores sociales de los alrededores del sector. De acuerdo a lo establecido por Castoriadis “Realidad, lenguaje, valores, necesidades, trabajo de cada sociedad especifican en cada momento, en su modo de ser particular, la organización del mundo social referido a las significaciones imaginarias sociales instituidas por la sociedad en cuestión”
instituidas por la sociedad en cuestión” (Castoriadis, 1989:330) pues el mundo social latente en las ciudades no puede seguir sumido en función de lo instrumental, de lo técnico, el territorio urbano desborda la escena física y nos conduce, como lo ha postulado el arquitecto y urbanista Fernando Viviescas, a reconocer que: “La ciudad colombiana, tendría que haber asumido una actitud moderna de estudio, análisis y creación imaginativa para dotar el corpus social no sólo con los elementos técnicos y metodológicos que le permitieran afrontar la problemática instrumental de su funcionamiento, sino con los soportes teóricos, científicos, reflexivos y pedagógicos que permitieran a los ciudadanos y ciudadanas construir su nuevo entorno cultural: de imaginación, de creatividad, de complejidad” (Leal, Rey, 2000) La propuesta investigativa y el enfoque metodológico que la sustenta, preserva estas dos inscripciones “el de la ciudad física y la del deseo invisible… pasamos de una ciudad vista a otra imaginada, pero ambas conviven en nuestro horizonte urbanístico” (Silva, 2004: 15) explorado a través del ejercicio que el proyecto realizó desde una Semiótica Urbana. El presente artículo se desprende de los resultados del proyecto de investigación titulado El imaginario urbano de la antigua galería en los actores sociales de los alrededores del Centro Administrativo Municipal de Armenia realizado durante el año 2010 en la Universidad del Quindío, programa de Comunicación social – Periodismo.
Antonio José Vélez Melo Docente investigador Universidad del Quindío Fotos: Archivo Mechas
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En el espacio público la interacción entre sujetos, objetos, formas y colores es insoslayable. Es una constante que la reciprocidad simbólica pocas veces es evidente. Simetrías y asimetrías se hacen presentes en el paisa je urbano, para identificarlas sólo hace falta fijar un tanto la mirada. Por: Jose Morales Tique Estudiante de Comunicación Social - Periodismo
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“Viajando así por el territorio de Ersilia encuentras las ruinas de las ciudades abandonadas que el viento hace rodar: telarañas de relaciones intricadas que buscan una forma”.
Fotografía: Camilo Parga Coca
Fotografía: Carlos Rodríguez
“(…) Es el momento desesperado en que se descubre que ese imperio que nos había parecido la suma de todas las maravillas es un desmoronarse sin fin ni forma, que la gangrena de su corrupción está demasiado avanzada para que nuestro cetro pueda ponerle remedio...”
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Fotografía: Camilo Parga Coca
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“Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos”. Fotografía: Carlos Rodríguez
“Ocurre con las ciudades como con los sueños: todo lo imaginable puede ser soñado pero hasta el sueño más inesperado es un acertijo que esconde un deseo, o bien su inversa, un miedo”.
Italo Calvino – Las ciudades invisibles
GeronimoSalamanca 4 anos
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Por
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Por Gabriel Linares - Estudiante de Comunicación Social
“(…) Se abre y se cierra con las imágenes de ciudades felices que cobran forma y se desvanecen continuamente, escondidas en las ciudades infelices...” Italo Calvino – Las ciudades invisibles
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El reconocimiento de lo público y lo privado pasa por admitir la existencia de un sujeto capaz de hacer la distinción, lo que presupone autorreflexión y libertad para optar frente a aquellos. Esto ha llevado a algunos a afirmar que esa dicotomía es más producto de la Modernidad donde se construye el individuo libre que afronta la condición de pertenecer a una existencia pública que tiene límites tanto para ella como para la acción del individuo, a objeto de no sufrir arbitrariedad tanto del Estado como de particulares que lleguen a afectar su esfera personal e interna, creando condiciones para el desarrollo del proyecto de vida por el que los seres humanos optemos pero sin afectar la autodeterminación de los demás ni el bienestar general. Esta tensionalidad gravitará permanentemente en todas las problemáticas donde aparece el ejercicio de la autonomía y la conciencia subjetiva individual y su relación con los escenarios colectivos y públicos donde se participa y que en buena medida condicionan sus relaciones y roles compartidos. Otras miradas aportarán la tesis de que tal dicotomía de lo público y lo privado tiene su origen desde el mismo momento en que se construye la dimensión de lo político- estatal, desde el inicio de aquella condición de “animal político”, al decir de Aristóteles, ya que la construcción de los escenarios de poder político acompañados de la aparición de otro tipo de poderes en las comunidades primigenias significó la posibilidad en alguna proporción de la existencia particular y del desarrollo de elementos de vida privada no sólo comunitaria; la individuación más plena será una experiencia moderna donde la conciencia colectiva ya no gravitará de modo determinante abriéndose paso a una fragmentación basada en la conciencia subjetiva individual y a la necesidad de la opinión pública y los consensos y la deliberación pública para la decisión sobre los asuntos colectivos.
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Para complementar la presentación de la naturaleza de esta relación de lo público y lo privado hay que agregar que se ha complejizado, ampliado, enriquecido la existencia social involucrando dimensiones individuales, grupales, comunitarias, de la sociedad civil, colectivas, políticas incluyendo las estatales, en donde las relaciones e influencias se han transversalizado; tal dicotomía a la que aludimos ha sido desbordada por las dinámicas actuales, la interacción entre individuocomunidad-sociedad se ha hecho fluida y en tal sentido se resignifican formas de ser, escenarios y esquemas sobre los lugares y límites que además se hacen lábiles y discutibles; en cualquier caso todo ello queda sujeto a la definición del sentido de la existencia y los valores, gravitando decisivamente la consideración del reconocimiento a la dignidad y los derechos humanos como verdadera “razón de Estado” y de la justicia a la que de deben atenerse los particulares, las colectividades y cualquier poder especialmente el del Estado, por motivaciones ético-morales o por razones prudenciales, pues este referente para la acción se ha convertido en un sistema de valores para nuestro tiempo, en un sistema jurídico internacional e interno vinculante y en un límite para el ejercicio de todo poder. La anterior argumentación y justificación nos lleva a la cuestión de la legitimidad axiológica de lo privado y lo público que aparece fundamentando cualquier otra legitimidad, por ejemplo la del Derecho como legitimidad desde una legalidad reconocida y con una moralidad intrínseca a la norma, o la de Hecho impuesta por la fuerza de las circunstancias aceptadas; por lo visto cualquier acción privada o pública debe tener hoy como referente el respeto y garantía de la dignidad humana y los derechos humanos. Tal condición hay que considerarla cuando se atienden conflictos entre lo privado y lo público, desde situaciones micro hasta las macrosociales.
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En el problema recurrente del espacio público hay que aplicar igualmente tales consideraciones, allí hay permanentes conflictos, donde se evidencian las pretensiones diversas de instrumentalizar lo público para los intereses y proyectos particulares o también la defensa necesaria de los intereses generales y el bien común frente a aspiraciones respetables de las personas o de grupos de interés limitado. Las dinámicas de construcción del territorio nacional, de los regionales y locales, del desarrollo urbanístico, alrededor de las definiciones sobre qué país y sociedad se aspira a construir con base en los principios rectores y políticas públicas, generan a la vez tensiones entre lo privado y lo público, mucho más cuando no ha arraigado una cultura de aprecio por el bien común y los bienes colectivos que sirven a todos y la noción de justicia compartida que se ha ido postulando en los valores contemporáneos y en los mandatos constitucionales del Estado Social de Derecho, pero también se dan esas tensiones porque desde el Estado y el poder se han adelantado algunas estrategias que de manera mezquina sólo han favorecido a las élites dirigentes, los grupos excluyentes y a intereses que no son los de la mayoría del pueblo colombiano, violentando una noción de justicia real e incluso de lo impuesto diez desde la norma superior para todos los integrantes de la sociedad colombiana, tal como ha quedado establecido en el articulado constitucional sobre los derechos humanos, la igualdad real y el derecho a la paz. Con seguridad pasa por sus mentes, ilustrando este conflicto del espacio público, la ocupación abrumadora que se da del mismo por los vendedores ambulantes y en general por la economía informal. Esta sensible situación tiene ribetes múltiples que hay que mirar con cuidado. El espacio urbano requiere de un ordenamiento que haga grata la existencia de las poblaciones en las ciudades, que permita avanzar hacia la ciudad para los ciudadanos no sólo para los carros u otros artefactos que n el país
Pág 15 obstaculizan el disfrute del espacio citadino, y asimismo, que atienda las olas de migración forzosa o desplazados por la violencia, el desempleo y la pobreza que en el país constituye un verdadero drama humanitario. Es en primer lugar en este contexto en el que debe atenderse la conflictiva situación de ocupación del espacio público, recordando que hay igualmente otros factores que están jugando e incidiendo en esa situación como por ejemplo la disputa de territorios por parte de actores criminales diversos, entre otros. Hay que priorizar la garantía del derecho a la vida, el trabajo digno y la libertad económica para quienes ocupan espacios públicos en una labor honrada dirigida a garantizar su mínimo vital, hasta tanto no haya iniciativas verificables por parte de los gobiernos y sectores del poder que permitan formalizar la actividad de los vendedores ambulantes y la desocupación de dichos espacios; hay que agregar que toda ocupación del espacio público por actores y actividades ilegales, así como por personas que no necesitan estar en tal nivel de economía informal pues (tras un estudio social se le demuestra que obtienen por otras vías su mínimo vital) no puede ser permitida pues el resto de la ciudadanía también tiene derecho a disfrutar del espacio que es de y para todos. En el mismo sentido la organización y distribución espacial y poblacional debe corresponder también a criterios ecoambientales, dinámicas socioeconómicas y a posibilidades estéticas dirigidas a garantizar la dignidad, la justicia, los derechos y la igualdad , que definen el nuevo Estado social y democrático de Derecho y la idea contemporánea de vida buena; la participación ciudadana es indispensable para conseguir o concertar con los poderes públicos legítimos la construcción de un espacio público que atienda los principios del bien común y el interés general.
Oliverio Gómez Hernández Sociólogo, Lic. Filosofía, Mg. Filosofía (Ética y Política)
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Espacios públicos y f ragmentación social (fragmento)
El crecimiento urbano trae consigo una transformación de los espacios públicos, por eso observamos las marcadas diferencias entre los parques, las calles, los centros de mercado, las plazas, las iglesias, etc., de las ciudades y de los pueblos; esta lógica de crecimiento urbano no ha sido ajena al departamento del Quindío, considerado el de mayor desarrollo en infraestructura de Colombia, y algunos afirman que también ocupa un lugar destacado en América Latina. Las iglesias La organización de los conglomerados urbanos en cuyo origen se recrean las formas arquitectónicas de las ciudades españolas es un elemento común en Colombia. En la arquitectura de las iglesias del departamento del Quindío se han tomado algunos diseños españoles en general; aunque hay diferencias particulares, éstas pasan inadvertidas porque son propias de una concepción estética y cultural sui-generis de la Colonización Antioqueña. Una muestra de la reproducción de los conceptos arquitectónicos de las iglesias de la Colonia, pero que no tienen una originalidad exclusiva en tanto que retoman los diseños greco-romanos, es la que se traslada para la construcción de las iglesias en América Latina. En el departamento del Quindío los elementos originales en la arquitectura de las iglesias se manifiesta en una síntesis armónica entre los patrones estéticos de las iglesias españolas, unido a los colores que caracterizan la arquitectura de la Colonización Antioqueña; aquí hallamos una combinación entre luces y sombras, en los colores externos e internos de las iglesias, junto con los colores lila, rosado, verde, azul y amarillos desvanecidos. Con esta combinación estética se traslada el exterior de la arquitectura urbana de las viviendas al espacio interior para la reflexión y el recogimiento en las iglesias. Este diseño aún está presente en las iglesias de los pueblos que han
conservado la arquitectura de la Colonización Antioqueña: Filandia, Pijao, Salento, Génova, Sevilla y Caicedonia; mencionamos a Sevilla y Caicedonia porque, independiente de los límites administrativos y políticos que los ubican en el Valle del Cauca, sus formas de producción están centradas en la economía y cultura cafetera. La arquitectura, la música y el lenguaje de estos municipios se adscriben a los elementos culturales del departamento del Quindío, sus iglesias presentan una variedad de elementos arquitectónicos románicos y góticos, unidos a los diseños particulares de la arquitectura de la Colonización Antioqueña que se expresa en los colores antes mencionados. En la decoración de los techos resalta la simetría de las figuras circulares, atravesadas por líneas radiales que parten de un pequeño círculo concéntrico ubicado en el centro del círculo mayor. En las iglesias centrales de algunos pueblos se han generado movimientos modernistas, cuya intencionalidad ideológica es abolir los diseños autóctonos de la colonización antioqueña, para darle paso a las construcciones verticales y uniformes acompañadas de los colores pasteles que caracterizan a la arquitectura en serie de las grandes ciudades, que en aras de la ideología de la modernidad han desfigurado muchos elementos de la identidad de una arquitectura, cuyos espacios tienen una relación directa con los valores propios de la cultura
los valores propios de la cultura antioqueña. Bajo los presupuestos de esta mentalidad ni las iglesias se libraron de ser arrasadas: las iglesias centrales de Calarcá, Montenegro, Quimbaya, la catedral de Armenia, son las mejores muestras de espacios sin identidad, pero con la justificación del acceso a los diseños modernos. Cementerios Las iglesias, igual que los cementerios tradicionales, en sus formas arquitectónicas son fáciles de identificar, de tal manera que ante la primera impresión nos damos cuenta que estamos al frente de estos lugares. En los cementerios también hay una estratificación socioeconómica: en la tierra sepultan a los más pobres, en las bóvedas a los que poseen una capacidad económica un poco mayor y en los mausoleos privados para las familias de clases sociales altas. Cerca de los cementerios de algunos pueblos del Quindío aparecen negocios de tiendas y consumo de licor acompañados de música. En general para los hombres hay una relación entre el licor y la muerte; cuando asisten al cementerio reviven las nostalgias del pasado con los seres queridos que allí se encuentran, toman licor, se emborrachan y lloran sus muertos; esto sucede en algunos días festivos de la vida o de la muerte dispuestos por el cristianismo como
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Navidad, año nuevo, día de la madre, día del padre, día de las ánimas. En Calarcá, frente al cementerio, desde hace unos siete años han construido varias discotecas; a esta cuadra le han asignado el nombre de la Zona Rosa del pueblo. El concepto de parque cementerio es propio de la arquitectura moderna; allí el parque es adornado con algunos árboles, jardines, en algunos hay esculturas, prados bien cuidados, pequeñas capillas, cafeterías, oficinas de administración; estos lugares tienen diseños modernos que ante los ojos del transeúnte desprevenido no aparecen en primera instancia como cementerios lúgubres; sin embargo, han logrado adquirir una identidad propia en la sociedad urbana. Así se convierten en lugares para la recreación visual, pensamos que los
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parques cementerios son espacios que han evolucionado hacia una visión más humana, normal y menos tétrica de la muerte, lo mismo sucede con la velación de los muertos en las salas de las funerarias, cuando los dolientes, amigos o familiares disponen de cierto dinero para pagar el alojamiento del difunto, evitando el gélido ambiente de las casas con la presencia del muerto y la congestión que se produce por el hacinamiento de los dolientes en las viviendas, en los parques cementerios los cadáveres son sepultados en la tierra, de tal manera que la estratificación se presenta entre cementerios (por lo menos en Bogotá), toda vez que el valor de la tierra es diferente. En Armenia sólo hay un parque cementerio. El parque cementerio y la asimilación cultural de algunas familias con respecto a
Gustavo Pinzón Sánchez. Director Centro de Estudios e Investigaciones Regionales CEIR Universidad del Quindío Artículo completo en: http://portal.uniquindio.edu.co/fac/humanas/index.php?option=com_ content&view=article&id=246&Itemid=2
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Edición número 12 - Agosto 2012. 15 años Comunicación Social Periodismo -- Universidad del Quindío Envía fotografías, ilustraciones, caricaturas, textos (una página: 700 palabras, dos páginas: 1400 palabras formato word). Recepción material correo electrónico revistaelrollo@gmail.com, hasta el día viernes 22 de junio de 2012.
la cremación de los cadáveres son elementos que le dan un toque de secularización del mundo de la vida en el reino de los muertos. Esto se expresa en algunas evidencias de personas que han fallecido y sus cenizas las esparcen en sitios naturales, el mar, los ríos, los bosques, otros que las depositan en un cofre, los mantienen en las casas como un elemento más de la decoración, pero con la reverencia, las oraciones y las conversaciones que mantienen los dolientes con las cenizas de su ser querido, acto muy similar se observa cuando algunos visitantes de los cementerios golpean las lápidas, simulando el golpeteo de una puerta esperando que alguien la abra para que atienda su visita. Estos son actos de hibridación entre lo sagrado y lo profano. “En los modernos jardines cementerios hay, en cambio, un decidido aire democrático y hasta ecológico y un discreto ocultamiento de la muerte. El difunto regresa a la tierra y a ella se integra, como en las antiguas culturas, señalando una ley natural. Allí no hay lugar para monumentos desmesurados ni desatinos arquitectónicos. Lo que se nos olvida es que para obtener tan digno lugar en el paisaje y ser abono de plantas ornamentales tenemos que poder invertir en este negocio de bienes raíces del nuevo cuño, cosa no siempre posible. No nos basta morir para ocupar, por derecho propio, esos metros de tierra que a todos nos debería corresponder”.
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Foto: Archivo Mechas
El terreno vivido y la cultura de la calle Al hablar de espacio público, de forma inmediata, los occidentales hacen referencia a la paradigmática experiencia democrática del Ágora Ateniense cómo si fuera la primera expresión del uso común del espacio público. No puede ser así, por ser imaginariamente imposible pensar que los cazadores, pescadores o agricultores de todas las épocas, antes que existiera la experiencia emblemática del ágora, no tuvieran algún espacio para el encuentro social colectivo, para tratar sus problemas comunes, para agilizar sus negocios o para sus manifestaciones religiosas. De hecho, mucho antes que el ágora de Atenas nos encontramos con ciudades cuyo único espacio público era la explanada del templo. Las anteriores eran manifestaciones de temporalidad que no cesaron cuando al construirse la ciudad se crearon espacios como plazas, calles, teatros, museos, centros recreativos y comerciales para el simple encuentro, la diversión, la cultura o el negocio. Éstos no son únicamente un conjunto de formas físicas, de flujos, de sonidos y de ruidos. Son antes que nada la manifestación de la ciudad cuyo significado no es igual para todos y es precisamente esto es lo que lo diferencia del ágora. El espacio público hodierno1 no es habitualmente un espacio de deliberaciones o de decisiones políticas. Por lo menos no lo es sino en casos excepcionales. Así como de forma excepcional se puede transformar en un espejo de poder. Basta pensar lo que significó para el desarrollo del fascismo en Italia la característica Plaza Venecia en el corazón de Roma donde el Duce2 presentaba con elocuencia su proyecto de 1. N.E: Según la RAE este término significa: 1. adj. Perteneciente o relativo al día de hoy o al tiempo presente. - 2. adj. Moderno, actual. - 3. adj. Dicho del pan: tierno (? reciente).
poder a las masas y de donde, por ejemplo, proclamó con el énfasis paranoico que lo distinguía, la entrada de Italia a la segunda Guerra Mundial. Hoy el espacio público puede ser el lugar donde se manifiestan las tensiones sociales, es decir el espacio que hace como de teatro al disenso y a la protesta popular. Sin embargo el espacio público posee también un significado funcional porque una ciudad debe gestionar en común una serie de flujos de personas, de agua, de energía, de materiales, de basuras y de contaminantes. No se limita por lo tanto a las apariencias visibles del paisaje urbano como las calles, las plazas, los parques, los cafés, los mercados, los lugares de recreo, de cultura, los espacios colectivos de lo sagrado o del culto. Existe también un espacio urbano invisible, subterráneo, hecho de redes hídricas, de ramificaciones de alcantarillados, de plantas de bombeo y de depuración del agua, de redes eléctricas y de comunicaciones, de sistemas de recolección y procesos recicladores de basuras. El espacio público tiene dos caras: la física y la humana. Quiero ilustrar esta última con un ejemplo, a primera vista paradójico, pero sumamente realista y aleccionador. En los años ´70, la ciudad de Filadelfia encargó a unos expertos para que encontraran la mejor ubicación para un parque de diversiones en un barrio pobre de la ciudad. Había llegado una donación y las asociaciones del barrio y las autoridades de la ciudad tenían prisa de realizar este parque. El instituto geográfico de la ciudad después de estudios pormenorizados llegó a concluir que la mejor localización tenía que tener 2. N.E: Titulo con el que fue conocido el líder fascista Benito Mussolini
los siguientes parámetros: la menor distancia de las residencias de las familias, de las escuelas, y el menor precio del terreno. El lugar escogido fue un lote abandonado, al lado del ferrocarril, efectivamente dotado de una buena accesibilidad con respeto a las áreas residenciales del barrio. Se construyó y se inauguró el parque. Sin embargo a los pocos meses los padres comenzaron a poner quejas por los continuos hechos de violencia que sucedían en el parque a causa de bandas de adolescentes que molestaban a los niños más pequeños. En menos de un año los juegos del parque estaban acabados. ¿Qué había sucedido? La localización del parque correspondía a la frontera entre territorios de dos bandas rivales de jóvenes. El parque se había convertido en el mejor campo de batalla. Esto sucedió porque ningún estudioso había detectado que ese lugar era poblado. Habían analizado únicamente el espacio abstracto olvidándose del espacio vivido por los actores del barrio. El fatal error no fue únicamente el de confundir el modelo con la realidad sino también el de no considerar la cultura de la calle y el terreno vivido como espacio público. En Armenia por ejemplo ¿cómo pretender que sean espacios públicos para el deporte canchas de microfútbol como aquella ubicada en el barrio La Castellana al norte de Armenia o la cancha escondida y aislada en medio de guaduales en la trocha que une el barrio Zuldemayda con Ciudad Dorada? Y ¿cómo sucedió que nadie se responsabilizara al ver cómo acabaron, rellenándolos de escombros, todos los espacios naturales y reales de encuentros juveniles y no juveniles ubicados en los barrios La Milagrosa, Calima, Zuldemayda o Montevideo Bajo? Sólo para citar algunos. Por último, no podemos engañarnos. Los espacios públicos físicos, en realidad, actualmente cumplen una función supletoria y solamente se usan en determinado tiempo y circunstancia. El
revista
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auténtico espacio público donde está presente el poder no son algunas calles o plazas de una ciudad donde luchan un pueblo ambulante en busca de trabajo para poder subsistir y la autoridad en una guerra sin sentido. Quien ocupa el verdadero espacio público y tiene el poder sobre él son los medios de comunicación y en especial el espectro televisivo. Es hacia ese espacio donde se dirigen y se instalan millones de ciudadanos durante varias horas del día y de la noche.
regunta al teólogo
“¿Cuál es el pensamiento de la iglesia acerca de la globalización?” Para contestar a esta pregunta me voy a referir al último documento de la iglesia latinoamericana reunida en Aparecida (Méjico) en 2007. El documento de Aparecida plantea de hecho algunas consideraciones interesantes cuando habla de globalización, el cual es bueno conocer. Afirma: • “En el mundo de hoy se da el fenómeno de la globalización como un entramado de relaciones a nivel planetario. Aunque en ciertos aspectos es un logro de la gran familia humana y una señal de su profunda aspiración a la unidad, sin embargo comporta también el riesgo de los grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo”. (DI 2). • “La globalización sigue una dinámica de concentración de poder y de riquezas en manos de pocos”. (Aparecida 62).
Los grandes desfiles, los grandes discursos dirigidos a las masas, la escenografía del poder, así como la idiotización del pensamiento a través de las telenovelas están ubicados sobre todo en la televisión. ¿Cómo sabemos si alguien es importante? Porque sale en televisión. Por eso la televisión se ha convertido el en principal medio de manipulación y ocupación del espacio público. Todo lo que no aparece en TV queda relegado a hecho local y anecdótico o de interés relativo. Por eso las voces disidentes podrán tener espacio en periódicos especializados pero nunca en
servicio del mercado, con criterios de eficacia, rentabilidad y funcionalidad (Aparecida 45). • Autorreferencia al individuo que conduce a la indiferencia por el otro, a quien no necesita ni de quien se siente responsable (Aparecida 46), y afirmación exasperada de los derechos individuales y subjetivos (Aparecida 47), que conducen a la lógica del individualismo pragmático y narcisista (Aparecida 50). • Fortalecimiento de las instituciones financieras y transnacionales subordinando las economías locales (Aparecida 66). • Celebración de tratados de libre comercio que no siempre benefician a los países más pobres (Aparecida 67). • Altos niveles de corrupción en las economías que involucran tanto el sector privado como el sector público (Aparecida 70). Asimismo, el documento muestra aspectos positivos del cambio cultural: • Valor fundamental de la persona, de su conciencia y experiencia, búsqueda del sentido de la vida y la trascendencia (Aparecida 52) y deseo del ser humano por encontrarse con otros y compartir lo vivido (Aparecida 53).
• Individualismo como enemigo de la solidaridad (Aparecida 44).
• Logro de la familia humana porque favorece el acceso a las nuevas tecnologías, mercados y finanzas, permitiendo el crecimiento económico (Aparecida 60).
• Utilización de la ciencia y la técnica al
• Fortalecimiento de una democracia
Pág19 los grandes espacios de la TV. La televisión asume en nuestros días el papel de explanada del templo, un espacio que solamente unos pocos pueden pisar, pero al que todos observan para saber cuáles son las decisiones de la divinidad. Esta es la verdadera invasión del espacio público, no la de don Bernardo que vende cebollas cabezonas, los martes, a unos cuantos pasos del CAM.
Agostino Abate Pbro. Docente Universidad del Quindío
participativa (Aparecida 75). En este contexto, se propone la globalización de la solidaridad: • “Por ello, frente a esta forma de globalización, sentimos un fuerte llamado para promover una globalización diferente que esté marcada por la solidaridad, por la justicia y por el respeto a los derechos humanos” (…) (Aparecida 64). • Estar atentos a los “rostros que sufren” y crear formas para evitar la exclusión de los mismos (Aparecida 65). • Atender las invitaciones de Jesús: entregar la vida para ganarla y caminar juntos (Aparecida 110). • Apoyar la participación de la sociedad civil para la reorientación y consiguiente rehabilitación ética de la política. Formar en la ética cristiana que pone como desafío el logro del bien común, la creación de oportunidades para todos, la lucha contra la corrupción. Promover una justa regulación de la economía, finanzas y comercio mundial. Poner en práctica principios fundamentales como la subsidiaridad, la solidaridad intergeneracional e intrageneracional (Aparecida 406). Se puede resumir el pensamiento de este documento en relación a la globalización diciendo: antes que nada hay que globalizar la solidaridad.
Agostino Abate Pbro. Docente Universidad del Quindío
Fotografía: Gabriel Linares
“Así el viajero ve al llegar dos ciudades, una directa sobre el lago y una de reflejo, invertida”. Italo Calvino – Las ciudades invisibles
Fotografía: Jose Morales Tique
Fotografía: Ricardo Vejarano