periodico virtual Cali al igual que las ciudades intermedias y grandes de Colombia ha venido creciendo y construyéndose a través de dos procesos a saber: la llegada de desplazados forzados provenientes del campo y la apropiación colectiva de áreas periféricas para asirse principalmente a un territorio y en él a una casa-hogar. La ciudad en términos gruesos, se compone de calles y barrios, la primera tiene el objeto de permitir su recorrido y/o flujo de mercancías; el segundo es el único
escenario posible para habitar la ciudad y ser parte de ella, por ende cualquier persona o colectivo que quiera o se vea obligado a permanecer a ella, se verá abocado a adherirse a un barrio existente o a construir uno nuevo, así sea a través de una apropiación, que como se dijo anteriormente, es la práctica por antonomasia impulsada por las gentes
por una
Promesa...
el invasor
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de dinero y poder (las clases dominantes), ya que como es sabido, dichos asentamientos humanos, en años futuros serán normalizados, legalizados y finalmente invadidos por las avenidas y el cemento de las constructores de espacios fríos y cerrados. Los llamados, órdenes y ejecuciones de desalojos, no son más que la doble moral, de unos poderosos que utilizan a la gente pobre como pioneros de zonas inhóspitas que gracias a sus esfuerzos y trasegar las convertirán en áreas habitables, atractivas para las aves de rapiña de la construcción y sobre todo del sistema financiero. Este panorama general lleva varias décadas y se repite como una noria infinita a lo largo y ancho de la ciudad, como es el caso de los hombres y mujeres que buscan un lugar en Santiago de Cali, para seguir habitando entre nosotros/as y con nosotros/as, específicamente en el cerro de la bandera, en la comuna 18. Desde En Red Podemos sabemos que son falsas las declaraciones de la alcaldía al decir que: “no vamos a permitir que invadan ni un solo centímetro de tierra en Cali” ya que estarían condenando al estancamiento la ciudad y por las razones anteriormente expuestas dejando sin futuros negocios a los invasores profesionales de hogares y constructores de vivienda.
La criminalización y judicialización realizada el pasado fin de semana contra las y los apropiadores del cerro de la bandera, no es más que la complacencia de sádicos que disfrutan infringiendo dolor a la gente menos favorecida, ya que desde su punto más bajo (policía) medio (políticos) y alto (constructores) saben que como siempre los y las pobres trabajamos a favor de los ricos.