domingo 7 de abril del 2013 → Nº N: 000 077
cartóNPiedra Un espacio suscitador para pensar en voz alta
→Entrevista
a Diego Paszkowski. ‘Estereozen’, de Juan José Rodríguez. Picasso y Léger: dos lecturas sobre la inocencia. Crónica sobre la Isla del Sol.
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Entrevista Nuestro corresponsal en Argentina, Marcelo Izquierdo, conversa con Diego Paszkowski, considerado en la actualidad como uno de los mejores narradores de la literatura argentina. Además de escritor, Paszkowski ha trabajado en el cine como actor y componiendo letras musicales.
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Ventana El escritor brasileño Michel Laub contrapone la memoria colectiva y la individual en su reciente novela ’Diario de una caída’. Rod Stewart, después de casi 20 años de carrera, lanza su nuevo trabajo ’Time’. La ópera busca nuevas fórmulas para que la sociedad le pierda el miedo y la visite.
8 Estereozen: el cuerpo-país de mi desollamiento-padre-shockverbal. El pasado lunes 25 de marzo, en el Centro Cultural Benjamín Carrión, se presentó el libro del escritor ambateño Juan José Rodríguez, ‘Estereozen’ (Tribal editores, 2012). Alexis Naranjo reflexiona sobre los diferentes territorios en los que se desplaza este texto.
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La Isla del Sol, los caminos y los cambios. Nuestro colaborador, Jorge Basilago, presenta una crónica sobre La Isla del Sol, que está ubicada en Bolivia, en el lago Titicaca, y pertenece a la provincia de Manco Cápac en el departamento de La Paz. Basilago incluye en su narración un recorrido histórico sobre la milenaria memoria de la cultura Inca, cuyas filosofía ancestral aún permanece encendida.
13 Panorama de la novela ecuatoriana escrita en los últimos años El 23 de abril se celebra el Día Internacional del Libro, conmemoración que tiene el objetivo de fomentar la escritura y la lectura. En este sentido, preparamos para este mes tres ediciones especiales que abordan el estado de la novela ecuatoriana contemporánea, una reflexión sobre los concursos de poesía y un análisis del barroco y neobarroco en la literatura latinoamericana. En este número iniciamos con un panorama de la novela nacional en el siglo XXI, realizado por Luis Carlos Mussó.
“Desde la literatura, la memoria –léase, la novela– construye sentido, independientemente de la carga de
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realidad que posea el texto. Aquí no hay inocencia; más bien, una postura política a la hora de asumir una versión
Picasso y Léger: dos lecturas sobre la inocencia Andrés Cárdenas se adentra en el mundo visual de dos de los más representativos pintores del cubismo, Pablo Picasso y Fernand Léger, para hablar acerca de la inocencia.
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del relato, y no otra”. Luis Carlos Mussó
Agenda ¿Qué hacer durante esta semana? ¿Cómo aprovechar nuestro tiempo de ocio para disfrutar de las mejores actividades culturales que se desarrollan en el país? Aquí una guía que te ayudará a decidir qué muestras de arte visitar, a qué concierto acudir, qué proyección de cine ver.
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ediTOrial La inmediatez de las relaciones humanas prioriza lo urgente frente a lo importante
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l mundo está acelerado. Las relaciones personales y sociales son cada vez más cortas. El sistema en el que nos desenvolvemos exige que seamos más rápidos y eficientes en cada acción de nuestra cotidianidad. El tiempo libre que tenemos para realizar actividades por fuera de la lógica productiva, es mínimo. Hemos intercambiado el placer por la eficacia. Tal vez, la idea más comentada al respecto de este nuevo síntoma (y la que ocupa la mayor parte de su análisis) es la del filósofo polaco Zygmunt Bauman, en tanto señala que el mundo está en un estado “líquido”, en el que nada parece estar fijo o estable. Esta “liquidez”, que es asociada a la inmediatez de las relaciones humanas, se manifiesta como producto de los cambios incesantes de la tecnología y de los devoradores modos de producción y consumo. Al respecto, Bauman señalaba que: “Es menos probable que uno lea un libro por placer, dibuje, se asome a la ventana e imagine mundos distintos de los propios… Es menos probable que uno se comunique con la gente real del entorno inmediato. ¿Quién quiere hablar con sus familiares si tiene a los amigos a un clic de distancia?”. “Leer una refrescante novela de 200 Y claro, hemos desplazado el conpáginas resulta, en los actuales tacto real y corporal con nuestros momentos, un esfuerzo adicional que amigos y familiares, donde una buena charla profundizaba aún más los muchos no están dispuestos a asumir, lazos humanos de fraternidad, por pese a que tengan la intención de una pantalla plana que inclusive nos entorpece la vista. Y qué decir sobre hacerlo. De alguna manera nos hemos el tiempo destinado al cine, al teatro, convertido en cuerpos eminentemente a disfrutar del espacio público o a la lectura. Leer una refrescante novela productivos”. de 200 páginas resulta, en los actuales momentos, un esfuerzo adicional que muchos no están dispuestos a asumir, pese a que tengan la intención de hacerlo. De alguna manera nos hemos convertido en cuerpos eminentemente productivos. “Hay que ser más hedonistas”, gritaba Zizek en nuestra última edición. “El problema es que no nos centramos en lo que realmente nos satisface. Estamos atrapados en una competición malsana, una red absurda de comparaciones con los demás. No prestamos suficiente atención a lo que nos hace sentir bien porque estamos obsesionados midiendo si tenemos más o menos placer que el resto”, apuntaba el filósofo esloveno. Así, en un universo que transita con celeridad sobre nuestras vidas (y viceversa), donde muchas veces pensamos, actuamos y sentimos, sin pensar, sin actuar y sin sentir, urge la necesidad de rever lo que pasa a nuestro alrededor. Que no nos vaya a pasar lo que denunciaba una particular caricatura argentina: “Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante”.
El suplemento cartóNPiedra es una producción editorial de El Telégrafo.
cartóNPiedra lo hacen: Director: Orlando Pérez Coordinador: Fausto Rivera Yánez Coordinadora: Mariana Alvear M. Diseño e ilustraciones: Patricio Mosquera C. y Carlos Almeida Fotografía: Francisco Ipanaqué Arte: Carlos Proaño Colaboran en este número: Marcelo Izquierdo Alexis Naranjo Andrés Cárdenas Raúl Vallejo Luis Carlos Mussó María del Pilar Cobo Walter Franco Jorge Basilago
Twitter: @cartonpiedraET
Facebook: cartoNPiedra
Correo electrónico: carton.piedra@telegrafo.com.ec
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‘Creo que cada novela debería ser, para un verdadero artista, un nuevo salto al vacío’ MARCELO IZQUIERDO ESPECIAL DESDE BUENOS AIRES
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iego Paszkowski (Buenos Aires, 1966) es hoy uno de los mejores narradores de la literatura argentina actual. Encasillarlo en un solo género resulta virtualmente imposible: ha incursionado en la novela policial con Tesis sobre un homicidio (Premio diario La Nación 1998), la acción y las aventuras con El otro Gómez y hasta la prosa poética con Alrededor de Lorena. Y para fines de año prepara el lanzamiento de Max Rosen, su cuarta novela, en la que retrata muchas de sus propias experiencias en el seno de una familia judía argentina. Paszkowski también ha buceado en la literatura infantil (El día que los animales quisieron comer otra cosa) y en el relato juvenil, con su reciente novela Te espero en Sofía,
sido visto, desde su estreno en enero pasado, por más de un millón de espectadores, y convirtió a la novela, 14 años después de su publicación, en un best seller del verano austral. En su casa del barrio porteño de Colegiales, Paszkowski recibe a El Telégrafo y afirma que, en realidad, se siente más cómodo en su rol de docente que como escritor. Desde hace más de 20 años coordina su propio taller literario, de donde han salido escritores como Pablo Toledo (Premio Clarín 2000) y Maximiliano Matayoshi (Premio Alfaguara México 2002). Además es el coordinador de los talleres de escritura para jóvenes del Centro Cultural Ricardo Rojas, de la Universidad
leyeran mi novela y vieran en ella una película. Cuando se sumó al proyecto la productora de Diego Dubcovsky y se logró que, nada menos, que Ricardo Darín, el más convocante actor de la actualidad, aceptara hacer el protagónico, ya se sabía que se trataría de una gran película, lo que motivó a mi editora de Sudamericana, Florencia Cambariere, a volver a presentar mi novela, esta vez con el afiche de la película como tapa. Y así fue como durante todo este verano Tesis... quedó en las listas de best sellers, junto a las Sombras de Grey y el nuevo libro de J.K. Rowling, aun cuando, a pesar de haber
pidiéndole un autógrafo a Darín, lo que es un buen guiño: el del autor que le pide un autógrafo a su personaje. Fue una satisfacción haber participado en esa escena. El oficio de escritor es algo solitario, uno está frente a su computadora y ante sus fantasmas, sus personajes, y el encuentro con todo un gran equipo de producción, con actores, extras, maquilladoras, iluminadores y sonidistas es la entrada a un mundo nuevo, diverso, compartido. ¿Te sentís más un escritor o un docente? Me siento más un docente que un escritor. De hecho, he escrito más bien poco, mientras coordino muchos grupos de taller literario cada semana. Una de las cosas que me gusta decir es que tengo más habilidad para encontrar y señalar los errores ajenos que disposición a exhibir los propios, y que por eso tengo muchos alumnos de taller y muy pocas novelas publicadas ( Tesis sobre un homicidio, El otro Gómez y Alrededor de Lorena, las tres publicadas por editorial Sudamericana; Te espero en Sofía, mi primera novela para niños a partir de 10 años que acaba de salir y fue publicada por editorial Alfaguara, y recién en octubre Sudamericana editará mi cuarta novela para adultos, Max Rosen). Es mucho más lo que enseño que lo que escribo, y es una satisfacción que toda una nueva generación de escritores, con importantes premios literarios
“ Creo que cada novela tiene que buscar su propia forma de ser escrita, su propio tono, su propia respiración”. que narra las desventuras de un niño de 12 años en los difíciles tiempos de la pre-adolescencia. Pero este escritor multifacético y traducido ya a varios idiomas no se queda quieto. También dedica parte de su tiempo a la música: le ha puesto letra a temas que hoy suenan en las radios porteñas. Y hasta se ha dado el gusto de tener una pequeña participación actoral en la película Tesis sobre un homicidio, basada en su novela homónima, interpretada por el carismático actor Ricardo Darín. El film ha
de Buenos Aires (UBA). ¿Cómo fue que Tesis sobre un homicidio pasó de ser una novela publicada hace 14 años y difícil de conseguir en las librerías, a un best seller y a una de las películas más taquilleras de los últimos tiempos en Argentina? Tuve la suerte de que Patricio Vega, un buen guionista, responsable, entre otros, de la conocida serie televisiva Los simuladores, y un excelente director, Hernán Goldfrid, que había hecho la comedia Música en espera,
ganado el premio del diario La Nación, estaba más destinada a ser una novela “de culto” que a competir con los “tanques” internacionales. Y, además te diste el lujo de actuar... Eso fue un plus. Mi intención era, en principio, participar del guion, algo que no pude lograr porque Patricio Vega ya tenía, al pedirme la autorización para trabajar sobre mi novela, una idea clara de lo que quería hacer. Entonces pedí estar al menos en una escena, y así fue como en la película aparezco
y publicaciones, haya surgido de mis talleres. ¿Qué busca un joven que se acerca a un taller literario? Quienes se acercan a un taller son, en principio, buenos lectores con necesidad de expresarse. La función del docente es enseñar a que lo hagan de la mejor forma posible, de acuerdo a sus intereses y propósitos. Que se hable, por ejemplo, de “lo poco que lee la juventud”, me resulta algo por completo ajeno. Quien intenta formarse en mi taller literario es, por lo general, un
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enTRevista joven lector con intenciones de expresarse. Desde hace ya dos décadas publico, cada dos años, en los últimos tiempos junto con la editorial Clásica y Moderna, antologías de jóvenes escritores, en las que puede verse la voz personal de cada uno de mis jóvenes alumnos. La última de ellas, llamada Letras y músicas, será presentada en el Centro Cultural Ricardo Rojas, de la Universidad de Buenos Aires, en julio de 2013. ¿Es difícil publicar hoy en Argentina? Siempre es difícil publicar, y más en una buena editorial. Es difícil lograr ya que accedan a leer un manuscrito, aunque yo intento siempre presentar a mis mejores alumnos, y ansío que me acepten para dirigir una colección de jóvenes narradores, como alguna vez logré hacerlo en Sudamericana, en los tiempos en que su directora era un alma sensible como Gloria Rodrigué, y mi editor era nada menos que Luis Chitarroni. También hay nuevas editoriales de libros “bajo demanda”, como por ejemplo la de El fin de la noche, a las que es más sencillo acceder. Háblame de tu próxima novela Max Rosen Es, talvez, mi novela más personal, ya que cuenta la historia de mi familia, o al menos las historias que, en mi familia, se contaron desde siempre sobre uno de mis tíos, hermano de mi padre, un simpático estafador que luego de cometer ciertos desfalcos en Argentina y en España terminó por refugiarse en Israel. Hasta el momento escribí y publiqué dos historias policiales y una de amor, y ahora por primera vez abordo un tema personal, con la historia de mi familia. Creo que cada novela tiene que buscar su propia forma de ser escrita, su propio tono, su propia respiración. Creo que cada novela debería ser, para un verdadero artista, un nuevo salto al vacío. Y detesto a los escritores que se limitan a aplicar fórmulas ya probadas. ¿Es una novela judía o solo refleja aspectos de la comunidad judía argentina? Max Rosen es una novela profundamente judía y también es una novela argentina, ya que mi familia es tanto la una como la otra cosa. Todo lo que me pasó a
mí como judío, y lo que les pasó a mis hijos, a mi padre, a mis tíos y a mis abuelos, en la novela le sucede a Max Rosen... y por eso tal vez sea un personaje tan rico e interesante.
tinoamericano que todos conocemos, creo que eso es lo que sucedió con casi todos los escritores, salvando las honrosas excepciones de Luis Sepúlveda y de Roberto Bolaño.
¿Cómo haces para conjugar tu trabajo con Max Rosen con la escritura de literatura infantil o para adolescentes, como la novela Te espero en Sofía? Cada novela tiene, como te dije, sus propias reglas, su propio lenguaje, su propio tono, estilo, respiración. La tarea es encontrar la historia y el tono justo para cada una de ellas, sin “contaminar”, por así decirlo, unas con otras. Si uno lee mis novelas, verá que en cada una de ellas hay un trabajo particular.
Háblame de los nuevos escritores. Menciona tres y por qué te gustan. ¿Qué tienen que los diferencia de los otros? De la literatura argentina actual, me interesa mucho el trabajo de Pablo Toledo (premio Clarín por Se esconde tras los ojos) y de Tomás Wortley, autor de Mundo plástico. Creo que uno y otro (ambos tienen alrededor de 35 años) plantean una renovación en cuanto al lenguaje y las temáticas que abordan, Wortley en la ciencia ficción, y Toledo en una prosa más bien experimental. Por otra parte, hay un par de jóvenes que aún
¿Que género te da más satisfacciones? Mi género preferido es la novela, aunque entre una novela y otra escribo artículos, microrelatos y cuentos para mantenerme activo en la escritura. Con uno de mis cuentos, Una enorme tela de araña, tuve la fortuna de ganar un importante premio de Renfe (Ferrocarriles de España), pero si tuviera que definirme, lo haría, más que nada, como un novelista. ¿Existe una nueva literatura argentina? Creo que existe una gran literatura argentina, y que cada generación es mejor que la que le precede, porque aprende de los aciertos y errores de la generación anterior. Soy muy optimista en cuanto al futuro de la literatura en general, y de la argentina en particular. ¿Hacia donde mira y en qué se refleja la literatura argentina actual? No lo sé. Prefiero hablar de casos puntuales. A mi gusto, la mejor literatura actual la produce un viejo maestro, Andrés Rivera, con un ojo puesto en la historia reciente, la de la última dictadura militar de los años setenta, y otro, en lo que se conoce como historia argentina. ¿Sigue siendo un faro con respecto a la región? Creo que, salvo casos puntuales, la literatura latinoamericana, por cuestiones netamente empresariales de las grandes casas editoras, se restringe a cada país. Luego del boom la-
“Los procesos políticos tienen que ver con la vida cotidiana de todos, pero no necesariamente con la obra literaria”. no publicaron pero que ya lo harán, y que darán mucho de qué hablar. Me refiero a Yanina Rosenberg y a Hernán Pueyrredón. Recuerden esos nombres. De mi generación, me interesa la obra de Martín Kohan.
disco como solista, Andanzas cotidianas (MDR récords). Sucede que Devries es el tecladista y arreglista musical de la conocida cantante argentina Sandra Mihanoivich, quien ha elegido un tema de nuestra autoría para abrir su último disco, Vuelvo a estar con vos. El tema se llama Estoy aquí, y ahora suena en todas las radios. Lo curioso es que el poema que compone la letra de la canción es en realidad la reescritura de un monólogo de mi tercera novela, Alrededor de Lorena. Argentina vive actualmente un periodo de fuerte efervescencia política. ¿Es muy difícil hoy para un escritor en Argentina en especial, y en América Latina en general, abstraerse de este proceso político? Los procesos políticos tienen que ver con la vida cotidiana de todos, pero no necesariamente con la obra literaria. Tengo mis opiniones personales en cuanto al devenir político, pero mis personajes no necesariamente tienen mis mismas opiniones. ¿Como ves a Argentina hoy? Mejor que nunca, lo que no quiere decir que todo esté bien. ¿Hacia dónde marcha América Latina? Espero que no solo América Latina sino todo el mundo marche hacia un lugar de menor desigualdad. Es inconcebible que, con las riquezas del mundo, haya aún en cualquier lugar del planeta necesidades básicas insatisfechas. Creo que debería haber un acuerdo mundial en el que la educación, la comida, la vivienda y la salud estén garantizadas para todos, y que solo a partir de esa premisa básica resuelta, se pueda pensar en el sistema, capitalista o socialista, que se quiera.
¿Los latinoamericanos seguimos defendiendo a los Cortázar, los Borges, los Vargas Llosa y García Márquez para que se nos reconozca en el mundo en materia de letras? Creo que sí, pero espero que no.
¿Cómo tomaste la designación de un Papa argentino? ¿Qué significado puede tener para Argentina y la región? La Iglesia tiene poco que ver con mi vida, pero es indudable que los gestos iniciales de Francisco en cuanto a su austeridad generan la simpatía de todos.
También incursionas en la música... Mi incursión en la música es más bien lateral. Tengo la suerte de ser amigo de un gran pianista y compositor, Alejandro Devries, y de haber compuesto las letras de su primer
¿Y qué te genera que, además sea hincha del San Lorenzo? Que el Papa sea simpatizante del San Lorenzo de Almagro es para mí una alegría. Puedo no creer en Dios, pero jamás despreciaría su ayuda para el cuadro de mis amores.
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loSEspacios ALEXIS NARANJO
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n un soberbio tour de force, Juan José Rodríguez integra en este poemario antiquísimos recursos de las enseñanzas y prácticas Zen, alusiones a grandes creadores sobre todo de música clásica, experimental, y jazz (pero también a poetas y poemas) y corrosivos, dramáticos ambientes de un cibermundo que, rodeándonos, acechándonos, está a punto de conformarnos. El Zen se integra aquí en virtud de correspondencias, explícitas o implícitas, entre el decurso poemático y algunas vertientes como el honkyoku o música de los monjes errantes, los koanes, el arte kyudo de los arqueros, los haikus, y aspectos doctrinales como el karma, el samsara, el nirvana, y así. Al comienzo del poemario (Canción del último androide que me sueña), los koanes vienen unidos a los nombres de ciertos creadores y a un tipo de paisaje musical (koandvorak, koanbrückner, koan berlioz...). Que ello sea así presenta de rondón una paradoja: ¿estamos ante un trovar clus, un cantar en clave, que se debe descifrar o es un canto que es asimismo un koan, con todo lo que ello implica? Pues el caso es que los maestros orientales proponían al koan como un problema verbal que necesariamente los discípulos encontrarían de imposible solución literal o lógica y que, al no poder resolverlo pese a sus más denodados esfuerzos, los llevaría fuera de palabras y conceptos, suspendiendo sus condicionamientos y hábitos mentales, ocasión en la cual un oportuno bastonazo propinado por el maestro podía llevarlos aun más lejos, hasta el Satori, o el Despertar. Huelga decir que no pudiera ser tal la propuesta de estos poemas. Diría que, a cambio, ellos pueden llevar al lector (como tantas veces me han llevado a mí) a una extrema perplejidad que, sumada a un irreprimible afán por penetrar los elementos crípticos o insólitos del canto, desencadenan la presencia compulsiva y perturbadora de un orbe. ¡Y qué orbe! A un tiempo supermental e hiperreal, terriblemente humano y ajeno, no menos remoto que actual y futuro, un orbe donde habitan, padecen, deliran, can-
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el cuerpo -país de mi desollamiento-padre-shockverbal tan, se desfiguran, desintegran y rehacen hombres y androides, niños y árboles electrónicos, hiperflores y nanopájaros, mariposas videntes y “animales del miedo que comen cráneos de cervatillo en el ojo de su niño atornillado sobre una estera de ácido”, y donde coexisten “600 millones de yoes extraídos disueltos en el paisaje de silicio de autopistas de luz, entreveradas carreteras” con “Barrios giratorios. Lámparas sobre el cielo (...) Ángulos y muros blancos, una habitación con 300 niños apilados & colgando desde ganchos frente a una puerta mediada por el sol de la
última tarde de octubre” y donde es extrañamente verosímil “el parloteo de dos objetos inmóviles sobre el aire tóxico”. Es tal la fuerza con que se impone este mundo, que pudiera equiparar su canto al bastonazo Zen, solo que propinado no para llevar al Satori, sino despertarnos en “este planeta agónico de carne azul, helada”. Mientras en el Zen el mundo sería interminablemente hermoso visto fuera de los ojos del apego y el deseo, acá “el agua atraviesa la noche de mi mundo invertido” y “por la filosofía budista sube un río de condenados-muñecos de trapo
perdedores que abren sus brazos y tocan el cielo de las ciudades donde todos los rotos y todos los objetos rotos y los seres rotos son necesarios”. El Satori sería pues un despertar (o mejor un pánico ensoñar) en el que se ha operado una inversión radical: nos ha llevado a “un mundo invertido”, al que progresivamente se lo va desacralizando a base de los mismísimos koanes y el Zen. Se trataría así de una inversión, una serie de ellas que, mutatis mutandis, se tornan poco a poco reversión e inversión transgénero: transversiones que se repiten más adelante
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loSEspacios recayendo sobre personajes y avatares del canto. Pero por ahora, estas operaciones confluyen en un pasaje de transición titulado Esquisólidos. En este capítulo medianero, se esbozan tres países (país línea, país punto, país volumen), lo que me ha llevado a pensar en Flatland, (A roman of many dimensions) de E. A. Abbott, solo que, muy lejos del divertimento de Abbott con seres de una, dos o más dimensiones, en Esquisólidos la estereometría, los seres y las cosas (aquellos niños y personas punto, el presidente puntitito, las casas guiones, los árboles y la muerte punto) y sus avatares aparecen profundamente dramatizados o ironizados, pero siempre perfundidos por un Tánatos sobrecogedor y ubicuo. Tánatos, desacralización y ahora esquicias o fragmentos del ánima (la femenina ánima, “portavoz del inconsciente” según C. G. Jung): en el país línea los “hombres punto hablan por sus dos bocas, por sus dos anos: llaman al dios de las tres dimensiones: ¿será un cubo neón, satén, amarillo?” mientras “en el país punto el místico gira sobre sí pero no gira, el movimiento sería una pregunta”. Eso sí, el juego de inversiones y transgresiones tiene ahora mayor alcance: el ánima, que en un capítulo anterior fuera sometida a un streptease, se vuelve aquí ánima-tranny y su invocación es extrema: “¡Oh Buda transevolutivo, tranny de los coacervatos y de la polievolución, y del poli-zen-trodel nirvana a-com-pa-sa-do, ten piedad de mi larga misteria!” mientras la transversión, el sarcasmo y la blasfemia llegan a sus puntos
Portada del libro Estereozen, del poeta Juan José Rodríguez.
más altos: “No, no seas blasfemo juanjito, cristo es de verdad, VIENE, VIENE. Los adventistas como la travesti gorda de tu papi quedaron embarazados de Cristo. Un coche para ese cristo que venga, pero mejor que venga cristo, pero mejor que venga Buda, el loto –ya es un tranny-. Nuestro bodhisattva”. Semejante causticidad recae también sobre juanjosérodríguezsantamaría, juanjo, esquizojuanjico, la shunsha de la juanja, así como sobre sus pares, (los nuevos illuminati de nuestra poesía, los temerarios, poderosos poetas jóvenes) que son travestidos, mofados, estéticamente redimidos (“son bellísimos”): la mussona, la cesárea, la ernesta, “judíos deliciosos. Nuestros bodhisattvas”. De las ánimas a los cuerpos, de estos a aquellas: trannies, i.e. sujetos de las más transgresoras ambivalencias de código. De hecho, también el yo poemático ejerce sobre sí una des-
Estereozen se me hace así un canto que se construye destruyéndose, que construye su orbe (virtual, mental, tan paradójicamente real) desmembrándolo, demoliéndolo, sangrándolo, travestizándolo, sarcástica, implacablemente. Y si el poemario es fiel al desarrollo musical de su principio: “-Principio: solo es útil la electrónica para volar al interior de mi país cerebral”, con todo y su frío desfogue, también es (como se nos advierte en ocasiones) un conjunto de versiones virtuales. En una de las acepciones que da Wikipedia, virtual es: a computer-simulated environment that can simulate physical presence in reality. Forzoso entonces reconocer que este poemario es, en otro nivel, el canto de una realidad virtual que se construye a sí misma, o que resulta de un ciberefecto, que es al propio tiempo un constructo: es lo que dice la mente en tanto que mente, lo que canta la mente
“Es tal la fuerza con que se impone este mundo, que pudiera equiparar su canto al bastonazo Zen, solo que propinado no para llevar al Satori, sino despertarnos en “este planeta agónico de carne azul, helada”. garradora violencia: pide ser desfigurado, desintegrado, “quiero agredirme otra vez con palabras”. Acaso para alcanzar el Vacío, el Sunyata, a fin de ser, merced a una hetóclita serie de atribuciones, un haz del Todo: “soy la orilla que no ves sobre esta fotografía, este límite trazado sobre una fábrica, espuma de aceites industriales, botellas plásticas” (...) “soy lo que mi cuerpo me impide ser: una isla de metacrilato flotante sobre el aire & un pulmón de abeja” (...) “soy la flexión de mis piernas: el ánima del viento que sueña la partición de un hueso” (...) “soy un nombre que también es el anagrama de todos mis muertos” (...) “soy LA FRACTALITA divisible, redivisible, polidivisible: un cormorán sobre una alfombra de ácido lisérgico” (...) “soy alguien que escucha la trepanación de su cabeza mientras un ciervo atraviesa la niebla.”
como tal, la mente que se sabe mente y que va creando un orbe, donde ella mora y existe como la mónada para sí misma. Y siendo su realidad “un estanque de códigos”, lo único que tiende un puente con esta otra realidad (convencional, moralínica, sitiada de esteticina), es la intención que manifiesta un puñado de versos: “La calavera que no escogiste ser, la esperanza de NO volver a reproducir con tu lengua las palabras de la tribu, estar en la contraria pero no serla, infringiéndote el daño que otros te hicieron, para adelantarte, para hacerte posible el calor de tu aliento sobre la extraña Tierra.” Hacérsele a uno posible “el calor del aliento”, mediante el daño recibido: si el Satori lleva al cese del sufrimiento, en este poemario lleva a un ensoñar apocalíptico, que trae consigo un insuperable padecer. De hecho, al leer de seguido
más de dos poemas de Estereozen, me siento perdido, me aparece una tumoración de cristales de hielo en el cerebro, tiemblo, me invaden emanaciones de un metaloide radioactivo. Entonces suspendo mi lectura: será mañana cuando retome este potentísimo poemario. “Vivir de miedo del hombre—dice el gran Ceronetti—. Desaparecidos los animales feroces, despejados los terrores del cielo, agradables distracciones en comparación, no queda más que el hombre como fuente única del miedo. Tan fuerte, en las metrópolis, como para transformarlas en rocas desmesuradas del miedo del hombre por el hombre, en organizaciones de miedo. (...) El estado que mejor protege de la delincuencia individual es el Estado del Terror, que practica la psicotomía y la noutomía a todos los ciudadanos protegidos.” Psicotomía y noutomía: en la hidrometrópolis, en aquel cibermundo donde canta el último androide que “sueña el vuelo del colibrí eléctrico sobre un bosque de árboles de titanio recién ensamblados por el dios que nos sueña con la mitad de su cabeza”, el mismísimo buda “es papá comprando un hijo en el supermercado de la muerte.” Y si el nirvana es en el Zen el apagamiento de la flama del ego, en Estereozen el Satori finalmente “es una costra en los dientes de la oscuridad”. Vivimos ya con la mitad del cerebro en el cibermundo, y con la otra mitad “despejada de los terrores del cielo”: bienvenidos a su extraordinario, soberbio canto.
PERFIL Juan José Rodríguez nació en Ambato, en 1979. Estudió Literatura y Periodismo en Quito. Hizo cursos de Traducción en Madrid. Ha publicado Los Rastros (Quito, 2006); Viaje a la mansedumbre (Barcelona, 2009); Barrido de campo (Arequipa, 2010); Cromosoma (Quito-Santiago de Chile 2011) y Estereozen (Quito, 2013). Ha sido incluido en antologías como Poesía de Ecuador (Madrid, 2009); Poesía Latinoamericana (México, 2007). Además, ha publicado varios ensayos sobre poesía ecuatoriana e hispanoamericana.
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creACión
Picasso y Léger:
dos lecturas sobre la inocencia
”La pintura es de un Picasso que ya dejó atrás su etapa cubista hace varias décadas y volvió a sumergirse en la soledad de la no pertenencia”. ANDRÉS CÁRDENAS MATUTE
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oloquialmente se entiende por inocencia a la ausencia de culpa, como el estado previo al delito. Esto muestra lo positivista y calculadora que puede llegar a ser nuestra mente que encuentra rápidamente el principio innocent until proven guilty, atribuido al jurista inglés Sir William Garrow, entre sus herramientas básicas de supervivencia. Con un poco de introspección nos desengañamos de ese concepto y nosotros, sin grilletes ni sentencias, no nos autoclasificamos –a primera vista– dentro de
ese conjunto de seres inmaculados. Después de pararnos frente a un espejo, asociamos la inocencia más bien a personas que todavía no tienen uso de razón o a sujetos con capacidades disminuidas para captar lo que realmente sucede a su alrededor. Nos sentimos amparados por la ley pero abandonados por la vida. Para buscar soluciones a este destierro hay que ir al origen, al principio, lo que siempre significa entrar en callejones nebulosos en los que se mezcla ficción y realidad. El libro del Génesis sería –como dice Kant– al menos el presunto comienzo de la historia, una metáfora interpretable
que da luces interesantes al resultado de la expulsión. Las Arcadias han sido interpretaciones frecuentes en la historia del arte y de la literatura, como lugares pre-delito, en los que reina la armonía y el hombre suele estar en un estado de buen salvaje rousseauniano. Allí el ser humano es inocente en un sentido legal y moral. La pintura es de un Picasso que ya dejó atrás su etapa cubista hace varias décadas y volvió a sumergirse en la soledad de la no pertenencia. Las obras Guerra y Paz son ya palabras del párrafo final del pintor. Allí vemos un paisaje individualmente organizado y que mira la cultura con op-
timismo: un hombre escribe apoyado en su mano mientras una mujer lee al lado suyo, un niño juega con el caballo, otro hombre toca la flauta y dos mujeres danzan como si fueran invisibles la una a la otra. Hay contacto solo entre el ser humano y la naturaleza –una jaula y un animal– o con un hijo recién nacido. No más. Se pueden encontrar también elementos fantásticos como el sol con un ojo, las alas del caballo, los peces en la jaula para pájaros –y viceversa– y los frutos del árbol. Todo con colores vivos y figuras inocentes. No hay rasgos de precariedad. Ni siquiera elementos del mundo moderno en el que se desarrolló
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creACión ”La ropa y los zapatos son productos que argumentan a favor de la localización temporal de la composición. El humo abruma pero no estorba para la vida”
Picasso. Es una escena extratemporal. Como dice John Berger, “es una pintura que nos hace imaginar la paz y felicidad, que estimula a creer en la inocencia, más bien que en la experiencia”. Muy lejos está el pintor recién llegado a París que en cada obra autorretrata con violencia a los descastados de la modernidad. Por otro lado tenemos a Léger, quien también había sido cubista, con su propia Arcadia. Un cuadro que llama la atención inicialmente por su temporalidad: no propone una escena idílica sino más bien rodeada de signos que evoquen a la industrialización. Las personas lo que hacen es superponerse en-
tre ellas más que tocarse, pero sus miradas delatan una interrelación de ternura. No abandonan el contacto directo con la naturaleza –con los loros– y a pesar de que alrededor se levantan las construcciones de la industria, una rosa logra romper la tierra para dar humanidad a la escena. La ropa y los zapatos son productos que argumentan a favor de la localización temporal de la composición. El humo abruma pero no estorba para la vida. Berger distingue dos tipos de inocencias: la inocencia como estado natural del ser y la inocencia como aspiración de la experiencia. Picasso ya en estos últimos hereda la tradición idealista de Rousseau, sin prestar atención a que este estado del hombre era un estado de razón. Se ampara en esta inocencia-sueño para poder definitivamente refugiarse dentro de sí mismo. El ser humano en el cuadro que observamos es más bien un sonámbulo en su propia esfera onírica que se deja arrastrar por el genio para leer, escribir, bailar o jugar rodeado de elementos fantásticos. Son personajes protegidos por su inocencia privada. En cambio en la pintura de
Léger es difícil pensar en uno de los cuatro personajes aisladamente. Vienen en parejas y aunque no esté en absoluta comunión ocupan muchas veces los mismos espacios. No están desligados de su entorno, saben que no están solos y comparten una inocencia que no se contrapone a la experiencia. Son personajes que se desenvuelven dentro de una inocencia social. El filósofo español Fernando Inciarte –quien fuera Decano de Filosofía de las Universidades de Münster y de Friburgo– en su libro Imágenes, palabras, signos, ofrece una interesante interpretación personal sobre ese relato del Génesis que viene a empatar con las distintas visiones de Picasso y Léger. La primera interpretación –la convencional y típica– es que el hombre con la expulsión del Paraíso inicia su intervención en la historia. Vivía en un mundo de apariencias e ignorancia del cual finalmente se desencadena y logra abrir los ojos al conocimiento. Sería la dimensión de la inocencia privada. Pero la segunda interpretación es la más interesante. Propone que el hombre en el Paraíso no vivía libre de error. Podía equivocarse muchas ve-
ces y ser cada vez más inteligente. Pero no solo el error teórico sino también el error práctico: el hombre primigenio podría conocer falsamente y actuar falsamente sin perder su estado de inocencia. ¿En qué habría consistido entonces la primera culpa? El libro del Génesis señala que Dios preguntó al hombre: “¿Qué has hecho?” Este indicio apoya la interpretación de Inciarte. Dios no lo habría hecho para guardar las apariencias de una decisión que ya estaba consumada –dar inicio a la historia de la culpabilidad– sino más bien porque la inocencia aún no estaba perdida. El pecado original habría consistido en negarse a asumir las acciones personales y caer en la desesperanza. No es coincidencia que Kierkegaard miles de años después defienda que esa es la verdadera enfermedad mortal del hombre. Inciarte concluye: la inocencia no es ceguera ni estupidez y es compatible con el error. Una inocencia que no tiene nada de idílico ni onírico ni imposible. Algo más parecido a lo que Léger trata de hacer con su composición entre dos postes: una inocencia en desarrollo.
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Pu b i s equinoccial: erótica versus pornograf ía RAÚL VALLEJO
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e venido trabajando, desde hace 10 años, en un proyecto de escritura que, finalmente, está convertido en un libro de cuentos cuyo título es Pubis equinoccial. El proyecto comenzó con la reflexión que demandó un curso de literatura erótica en la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador: creo que explorar el erotismo, desde la literatura, implica confrontar la expresión artística con la publicidad hedonista. Desde un principio, me planteé esa exploración literaria de lo erótico como un intento de adentrarme en lo más profundo, sagrado e inconfesable de la condición humana. La dificultad inicial fue la necesidad de ubicar en mi escritura el trazo de esa línea tenue que divide lo erótico de lo pornográfico. Es sabido que esa línea la dibuja la cultura y la sociedad al marcar el grado de permisividad ante lo sexual. Esa línea es sinuosa y también difusa, pues en los cánones culturales interviene la ideología dominante que es conservadora pero, al mismo tiempo, esa contradicción liberal que es parte de la misma ideología, y que la confronta formalmente. Su liberalidad en materia sexual está ligada a la permisividad dada por los poderes fácticos de los
mass media y la globalización del espectáculo, el mercado de bienes artísticos, la religión y las instituciones eclesiales, las curadurías de museos estatales y galerías de arte, etc., no siempre de acuerdo entre sí y en muchas ocasiones en una confrontación moral, que desaparece al momento de definir un enemigo político común. No es casual que novelas de lenguaje elemental, de un hedonismo clisé e ideológicamente conservadoras, estén siendo ampliamente promocionadas en los estantes de novedades libreras como si fueran literatura erótica, cuando es, en realidad, para-literatura de porno blando que se acopla bien a la moral dominante. Son novelas que se ajustan a lo admitido desde Playboy. La saga y epígonos de Cincuenta sombras de Grey, son ejemplo de lo dicho. Basta la siguiente frase, que la narradora de la novela dice en serio, sin un mínimo dejo de ironía —frase que está repleta de lugares comunes—, para entender de qué estoy hablando: “El sexo es alucinante, y él es rico, y guapo, pero todo eso no vale nada sin su amor, y lo más desesperante es que no sé si es capaz de amar.” ¡En el género “Corín Tellado en Vanidades” esta frase es antológica! Existe mucha reflexión teórica al respecto, así que no estoy diciendo nada nuevo en esta
materia, al menos para quienes han estudiando el asunto. Lo que hago en esta reflexión es indicar que, en el proceso de escritura de mis cuentos, sistematicé ciertas lecturas mías de la literatura erótica, sobre todo Occidental. Así pues, estoy convencido de que en lo erótico existe siempre una problemática que supera la mera descripción de las pericias sexuales, aún cuando dicha gimnasia esté descrita de manera explícita. Lo erótico, desde esta perspectiva, implica siempre una problematización de la esfera sexual en la vida, ya que lo sexual es realización del deseo, expresión de la frustración, búsqueda de la transgresión, anhelo de las fantasías, etc. Esa problematización se da porque las prácticas sexuales del ser humano tienen consecuencias vitales en su espíritu, ya sea por la herencia judía-cristina de la culpa, ya por la conjunción de vida y muerte en el orgasmo, ya por el carácter efímero del goce. En lo pornográfico, por el contrario, no existe mayor problemática y tanto la gimnasia sexual como la genitalidad ocupan siempre el primer plano. Ni la historia que se cuenta, ni la escenografía que la ambienta, ni el lenguaje que se utiliza importan demasiado. El punto de vista narrativo, de la palabra o de la imagen, está centrado en la proeza sexual de la geni-
talidad. La pornografía, en términos generales, termina siendo conservadora porque es incapaz de transgredir la línea de permisividad sexual de la cultura dominante. Y el porno blando lo es aún más: de ahí que los grandes monopolios de la información y el espectáculo promocionen tanto a Hugh Hefner y sus conejitas; y, claro, a los imitadores locales como Soho. A fin de cuentas, se trata del negocio más sexista del mundo; un hedonismo conservador con fachada liberal. La idea básica al escribir Pubis equinoccial fue que los personajes y sus situaciones tenían que permanecer en un espacio de transgresión, desde su propio conflicto vital. Esa transgresión implica un choque contra la cultura dominante, sobre todo con aquella que confunde el erotismo con el porno blando, con aquella que es permisiva con los desnudos publicitarios, tipo portada de Vistazo, pero no con el cuerpo desnudo en conflicto vital. El tratamiento de lo erótico, a partir del drama de los personajes, pretende, deliberadamente, confrontar al lector con sus propios temores y, al mismo tiempo, transgredir la moralidad conservadora de la cultura dominante, sobre todo aquella travestida de liberalismo. Haber conseguido lo dicho en los cuentos, o no haberlo conseguido, es algo que ya no me toca decirlo a mí.
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NUESTRA NOVELA EN LO QUE VA DEL SIGLO LUIS CARLOS MUSSÓ
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unto a la propuesta caníbal de la crítica, nos empuja el deseo por hallar algo de orden en la caótica oferta literaria del Ecuador de los últimos años. Llamo caníbal a la crítica en el sentido de que fagocita y se apropia de los textos que asume para revelar, si es posible, algo del misterio que esconde cada obra literaria. La crítica también es “abandonar posturas estériles, obligarse a encontrar relaciones fructíferas, revisar concepciones equivocadas, superar prejuicios, admitir equivocaciones”.(1) No reflexionaré sobre los alcances de lo nacional, qué considerar o no de este país. Me interesa tomar un cabo de la posta en cuanto a los pronunciamientos sobre la novela publicada por autores ecuatorianos en lo que va del siglo (los últimos 12 años). Un anhelo mayor requeriría un espacio de más extensión que el que estas líneas tienen. A diferencia de la gaya ciencia, Adorno plantea la ciencia melancólica como la doctrina de lo que peyorativamente llama la “vida recta”. Recomienda estudiar la forma alienada de la existencia, si deseamos conocerla. Hablar “con inmediatez de lo inmediato” equivalente a la labor del novelista que “adorna a sus marionetas con imitaciones de pasiones de otros tiempo”.(2) Pero aquí está la ciudad imaginada por distintas voces; aquí el miedo y la degradación, y también una crítica mordaz e irónica al país que sufrimos, crítica proyectada hacia (y en) conjugaciones del futuro imperfecto. Con alguna excepción, las novelas aquí revisadas pertenecen a sus primeras ediciones. El lector tendrá ante sí apartados que no son excluyentes necesariamente; quiero decir que algunas obras comparten características, y bien podrían pertenecer a dos o más grupos de novelas. Ha transcurrido medio siglo desde el boom latinoamericano; son otras las circunstancias, otras las influencias y preocupaciones. Lejos han quedado los rastreos de la novela total. Aunque estas obras se propongan, en parte, interpretar el mundo o verle algo de sentido, se problematizan con sendas neurosis y ocupaciones para explorar ese mundo desde un ethos moderno y la particular mirada narrativa de sus autores. Aparte de la
modernidad, su violenta inclusión en la vida urbana y los desencuentros que provoca, muchas de estas novelas comparten una reflexión profunda sobre lo identitario. Distintas lecturas de distintos tiempos Curiosamente, este paneo lo inicia una novela editada en castellano en 2001, si bien había aparecido el año anterior en inglés. El vendedor de sueños, de Ernesto Quiñónez –ecuatoriano radicado en Nueva York desde el año de edad– expone los vericuetos del Barrio (el Harlem hispano, en NY). Novela necesaria, que muestra los procesos sociales que la calle modela en la esquina, con los conflictos propios de Chino y sus fintas con Bodega, un padrino dentro del submundo de la delincuencia. A cada paso, esa riesgosa coexistencia (de et-
nias, clases, culturas) demuestra los movimientos de lo tétrico, pero permite espacio para la esperanza. Por otro lado, a través de recursos narrativos que ha demostrado anteriormente, Alicia Yánez Cossío, con Sé que vienen a matarme (2001) y Memorias de la Pivihuarmi Cuxirimay Ocllo (2008), tiende líneas biográficas (la primera, de Gabriel García Moreno; la segunda, de la esposa de Atahualpa, que ve caer su universo) hasta trocarlos en personajes que reviven la atmósfera de sus épocas. El relato de la historia se halla ante la urgencia de resolver cuánto horror es capaz de presentar al lector. Desde la literatura, la memoria –léase, la novela– construye sentido, independientemente de la carga de realidad que posea el texto. Aquí no hay inocencia; más bien, una postura política a la hora de
asumir una versión del relato, y no otra. Raúl Vallejo también reconstruye un fragmento temporal en El alma en los labios (2003). Le incorpora –además de ejercitarse recreando el lenguaje modernista– el ingenioso recurso del desdoblamiento entre el poeta Silva y su pseudónimo, Jean D´Agreve. Dos conciencias (¿o una?) buscando una estética, compartiendo obsesiones, tras la mujer, tentando a la muerte. Al final, un puente con el puerto de finales de los setenta, y con la ficción. En la cantina El rincón de los justos (sí, la de la novela de Velasco Mackenzie), un grupo de escritores se entera de la muerte de Julio Jaramillo, intérprete de El alma en los labios, que de poema ha devenido pasillo popular, y le rinde un homenaje último. Aunque el amor está en ambas, hay vías opuestas en dos títulos
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temACentral de Sonia Manzano. Que se quede el infinito sin estrellas (2001) y Eses fatales (de 2005; más tarde publicada inexplicablemente como Signos fatales en 2009: los editores pidieron un cambio en el título original, que consideraron grotesco). La primera presenta al mundo rural costeño de los ingenios azucareros y las haciendas como manipulados por algo (¿el destino?) La segunda, en cambio, presenta a Silvia, Selene y Safo (las tres eses), con sus relatos de amor lésbico y un nivel escatológico que puede llevar al extremo a algunas conciencias. Algo similar sucede con Extasia (2006) de Luis Zúñiga: los personajes femeninos de la primera mitad del siglo XX se resisten al arquetipo, pero participan en el juego de la procesión de sus pareceres, y el espejo en que se miran dichas mujeres para completarse, en parte, es la mirada del poeta
Alonso. La novela bucea en la psiquis femenina, en el gozo y dolor de su misterio. El último proyecto de Juan Pablo Castro, Carnívoro (2013), nos sumerge, de la mano del personaje C, en un universo de obsesiones y excesos, que van de la hipersexualidad genital de la pornografía hasta otros senderos de la carne y demás implicaciones de lo oral. Emparentada con el realismo sucio, más por los abismos que toca que por el lenguaje, la novela aborda la omnifagia, esto es, la condición de quien devora todo cuanto sea posible para hacerse un lugar en el mundo. Entrando en la década En su madurez, Javier Vásconez ha edificado un sólido proyecto. El retorno de las moscas (2005) ubica al detective George Smiley (creado por George Le Carré) en el Quito de los sesenta, al que
“El relato de la historia se halla ante la urgencia de resolver cuánto horror es capaz de presentar al lector”. retrata con el esplendor de los barrios –hoy tugurizados–, con belleza y sordidez cinematográfica. Novela homenaje que, aunque corporiza el espionaje de la guerra fría en Sudamérica, lo usa más como telón de fondo para las tragedias “menores” del desamor. Desde Jardín Capelo (2007) se interpela a la modernidad desde la reflexión sobre si conceder un espacio para lo europeo en el mundo andino; para ello nos hace recorrer los registros de una antigua casa señorial en los extramuros de Quito. La piel del miedo (2010) da cuenta de la condición del temor: resumiendo mucho el texto, el miedo siempre está allí. Lo simbólico en el transcurso de la vida del protagonista pudo ser incluso motivo de una fractura fisiológica, esto es, la epilepsia. Cruce de historias, oficio probo. La otra muerte del doctor (2012) echa mano de múltiples discursos, que van desde lo detectivesco hasta una crónica de viajes y el hallazgo del amor (faceta otra de Kronz). Jorge Velasco Mackenzie, en Río de sombras (2003) reelabora el cuento Escenas en el andar de un hombre solo (Desde una oscura vigilia, 1993), en que recrea un puerto innombrado, envuelto por la bruma del referente mínimo. Propuesta en la que la escritura tiene papel fundamental. “¿A quién le contaré todo esto si no me lo van a creer?”, grita un atormentado Basilio; un ciego Morán, en cambio, está imposibilitado para la lectura. Sin embargo, ambos se descubren en el texto, que puede ser la ciudad. Tatuaje de náufragos (2010), casi invisible (rasgo común en las ediciones del Ministerio de Cultura: no está en librerías). Una fauna intelectual puebla el caos porteño y lo sostiene. La novela puede leerse como el pésame por una ciudad
que ya no está; fulgor que apela a la juventud y la nostalgia. La ficción venda y libera: en ambas novelas, la ciudad se muestra demacrada, en descomposición. Hallado en la grieta (2011) convierte a las Galápagos en atracadero de una hibakusha (paria sobreviviente de los bombardeos nucleares), que rememora su desgracia, paralela a los tortuosos amores de Ailyn y Valdemar. Voz imprescindible, la de Abdón Ubidia. La madriguera (2004) es, de una forma u otra, el registro de la derrota. Su taller atestigua cómo se lame las heridas el cincuentón pintor Bruno con la pasión que recibe de la burguesa Alexandra. Se develan la política, pero sobre todo el mecanismo de creadores, marchantes y galerías de artes plásticas (los debates y cuestionamientos culturales se corporizan aquí). El Bien y el Mal poseen rostro propio (la constelación de Géminis), y actúan manejando a los habitantes de diferentes esferas (el dualismo se nota a lo largo del texto). Y llegamos a Callada como la Muerte (2012), en que manipula un engranaje, diríase un calidoscopio, algo como un haz de luces en el que, en mayor o menor grado, los protagonistas son cruzados por el terror. En 1983, Quito se convierte en esperanza fallida de redención para un torturador de la dictadura argentina. Pero coincide con un médico que ve fracturarse el sistema que pensaba sólido, y una sobreviviente de ese terror. Novela que puede leerse como postulado político contra los opresores, y como una búsqueda de la identidad en un
“La novela puede leerse como el pésame por una ciudad que ya no está; fulgor que apela a la juventud y la nostalgia”.
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temACentral Terán regresa a la región amazónica y a las islas Galápagos. Su contundente Mínima gloria (2012) maneja el coloquialismo, la aventura por la geografía del país, el lenguaje de la radiestesia. Tres amigos y sus correríos por la geografía patria y de la memoria dan cuenta de la recuperación de joyas robadas (acto fallido), pero en realidad el botín es poder decirse que hay que avanzar, que se puede dejarlo todo por aquello en lo que se cree.
aquí y un ahora. Tratado de amor clandestino (2008) de Francisco Proaño Arandi, trabaja el nostós, o sea, de la posibilidad del retorno, en este caso se trata del retorno a uno mismo. Lenguaje entre lo formal y lo barroco, fiel a su estilo moroso. Con El sabor de la condena (2009), el autor ahonda en temáticas tan suyas. Llega a convertir a Quito en una ciudad de misterio que cobija a su vez a la casa que sirve de ambiente al relato. La muerte puede, según la novela, aguardar en su seno a quienes se han visto envueltos por un medio completamente hostil. Los personajes, Javier y Male, ven ante sí paisajes y tiempos que se barajan, al tiempo que la ciudad es un ovillo indescifrable con esos nudos que son el amor y el desamor, y ese cabo suelto que es la muerte. El viaje es también simbólico, y las ruinas cumplen su papel de acercarnos a la conciencia de lo residual y lo inconcluso en los seres humanos. Iván Egüez teje a través de Imago (2008) un entramado donde cuerpo y palabra conviven con la pintura, siempre resueltos por una especie de conciencia de la creatividad estética. Pero capítulo innovador es Malabares en su tinta (2012), novela mayor en que el lector cae en la cuenta de que, además de la nocturnidad, es el lenguaje el protagonista (si se me perdona el lugar común). Aquí, una serie de juegos con la lengua aloja nuevas relaciones de significados entre nuestras sienes, y una banda sonora de voces se agolpa (des)ordenadamente en una sola. Gran trabajo este, que es capaz de barajar líneas de diálogo entre varios personajes, esto es, que se produce la certeza de que si le hemos de creer a alguien, será al conjunto, pues la verdad se comparte, se democratiza ante tantas digresiones que golpean nuestros sentidos. Alegría y arrojo en el ars narrativo de este autor. Acontecimiento literario es la tetralogía Crónicas del breve reino, de Santiago Páez (2006). No estoy seguro de que Rolando sea una novela histórica, aunque una conjura para asesinar a Alfaro le dé contundencia a la anécdota. En Aquilino se narra desde una posición que cede, en parte, su autoridad narrativa, lo que no significa que
pierda su connotación policial. Adolfo es un texto donde el narrador sufre múltiples devaneos y aventuras con Cabanillas, y nos cuenta desde la situación de un personaje secundario. En Uriel están el debe y haber de la devastación futura de la entelequia Ecuador: el territorio, fragmentado y la economía, exhausta. Hay mucho de simbología, los pies de página iluminan, pero cosen al mismo tiempo un relato otro. Lo cierto es que este país se halla retratado en esta relectura nacional (aunque sea, para la ficción, un país imaginario). Por otro lado, nos propone con Olvido (2010) acompañar a una mujer que repentinamente pierde la memoria. ¿Es la memoria activa o pasiva? ¿Puede uno utilizar los recovecos de la cotidianidad para recuperar en algo los recuerdos? La voz sigue a Selma en el deshilvanar de su tiempo en pos de aprehender su identidad. Las fotografías, los paisajes urbanos, las circunstancias laborales y hogareñas son desenrolladas con ese propósito. Pero en gran medida el peso de tal desgracia lo sostiene el lenguaje. Eliécer Cárdenas es infatigable. Ha publicado Las innumerables tri-
“... son las ideas, y su amplísimo espectro, las que tienen el papel central en un mundo que se fractura entre los extremos políticos”. bus de los muertos (2004), El viaje del padre Trinidad (2005), El árbol de los quemados (2007) y El Pinar de Segismundo (2008). Me he acercado a esta última, novela histórica ambientada en los cincuenta. La intelectualidad quiteña (Gonzalo Zaldumbide, Jorge Icaza, Benjamín Carrión, etc.), los hilos del poder (Velasco Ibarra es retratado de manera compleja) requirieron de mucha información previa. Pero lo que nos interesa es el resultado: un texto en que prevalece la ficción, y que se da el lujo del humor.
Entre la anticipación y lo fantástico La literatura de anticipación es un campo un tanto inexplorado, aunque voces como las de Manuel Gallegos, Carlos Béjar Portilla y Santiago Páez hayan incursionado con solvencia en el subgénero. Adolfo Macías juega, además, con elementos fantásticos en sus títulos, que conllevan a universos desesperanzados: Laberinto junto al mar (2001), en el que el poeta marginal y la ciudad mantienen una tirante relación; y en La vida oculta (2009), en que un cantante y una actriz comparten la derrota, adictos a una droga fenomenal ofrecida por el Estado. En El dios que ríe (2008), se adentra en la novela de misterio, al reconstruir la vida de una actriz que aparece asesinada (a través de las voces de sus amantes, el director que la formó y un médico. En cambio, en El grito del hada (2010), convierte a su Odelina en el arcano y sórdido eje de la bohemia urbana. Macías realiza constantes críticas a la sociedad en que vive el sujeto moderno, utilizando técnicas variadas, como por ejemplo cuando incorpora el ensayo y la nota periodística a la narración, para
ofrecer frescura a sus textos, a la vez que involucra a los lectores en la anécdota. Hay algo que lo emparenta, además, con Páez, y es la exploración, por parte de personajes marginales, de territorios lindes en lo ético. En Leonardo Valencia se cumple la impronta de un nomadismo permanente. En El libro flotante de Caytran Dölphin (2006) y Kazbek (2008) se mueve alrededor del libro que se pretende destruir (¿constatar?) Así, se disuelven los nexos de pertenencia e identidad. Una reflexión sobre la lengua, el lenguaje, y sus usos en la configuración del libro. Comparte algo de la carga apocalíptica de Velasco Mackenzie, pero parece que la violencia simbólica es mayor aquí hasta exponer la enajenación del sujeto moderno hasta sus límites. Se tejen los discursos La de Carlos Arcos es narrativa de altos quilates. Vientos de agosto (2003) confirma su carrera literaria. Se centra en Riobamba y se proyecta al país entero, y en las transformaciones que ha tenido en el siglo XX. Para mí son las ideas, y su amplísimo espectro, las que tienen el papel
“El amor es evanescente, hay resignación en la actitud con que llegan a comprender que el siguiente paso puede ser la desmemoria”. central en un mundo que se fractura entre los extremos políticos. Gabriela Alemán se divierte al narrar un versátil congreso literario en Nueva Orleáns en Body time (2003), en que sus personajes se zambullen en la neurótica nocturnidad y en el desenfreno. Poso Wells (2007, 2008), logra una sucesión de discursos, escenarios, que nos abordan con desapariciones en una zona marginal de Guayaquil, pero se adoban con los intentos de un poeta de escribir un libro de citas. Y más adelante, los escarceos corruptos
del poder político, económico y religioso, manejados desde la capital, para terminar en el bosque que es depredado por las transnacionales. Hans Behr Martínez presenta Maratón en 2009 (reed. 2010). La estructura está dada por los 42 kilómetros de la carrera, más un epílogo –que representa los 195 metros finales-, y precisamente narra la experiencia de una corredora, Sami, quien después de evocar el pasado y transmitir su presente, se dirige a la maratón como a un receptor de su historia. De rescatar es el manejo del ritmo, que de suave pasa a agitado y a exaltarse, incluso. Marcelo Báez Meza publicó Catador de arenas en 2010. Aquí, el relato trenza el discurso de la ciencia a través de fintas con el ensayo; ilustra acerca de fenómenos como la psamnofilia (obsesión por las arenas) y el insomnio fatal familiar, que daña a familias enteras, no solo a individuos. Ágil fluido del relato, juega con las culturas confrontadas, la paradoja del viajero inmóvil (Gesualdo Aretino, uno de sus protagonistas), con el amor y ese terrible hiato que es la muerte. Con su novela, Ernesto Torres
Dialogía, polifonía Cuando Borges decía que la verdad histórica es algo que no se puede saber, se enlazaba, sin saberlo, con la dialogía de Bajtín: una especie de entramado de voces que configuran un relato, pasando siempre a través del lenguaje. Tres novelas salidas a la luz el mismo año (2005) me recuerdan la coincidencia. Narrador significativo en el país es Iván Egüez. En Letra para salsa con final cortante borda con elementos de la realidad (la emasculación, por parte de Lorena Bobbit, a su marido) los recuerdos del migrante Evo. Uno tras otro, los testimonios reconstruyen la historia, al tiempo que el telón de fondo lo forma el amor como un símbolo de rudimentaria, quizá tosca, pureza. Conmueve por los hechos, divierte por el ritmo, duele por el lenguaje impecable. El palacio del diablo, Modesto Ponce, hace de la voz de los personajes el lugar desde donde se impulsan el pasado y el presente para fusionarse. Los espacios y tiempos confluyen en Quito, escenario del poder). Cohabitan el gobernante y el banquero corrupto hasta el mendigo que, gracias a la técnica, muta su silencio en el peso de la conciencia del hombre de finanzas, pasando por una serie de que incluye a ciudadanos empecinados en hacer periodismo crítico. El enredo reservado y la conspiración evocan la realidad y la contrastan (¿?) con la ficción, hasta provocar perspicacias y conjeturas en el lector. Lucrecia Maldonado, en Salvo el calvario, construye un andamiaje en el que los personajes pueden desearse, y también ignorarse. El irreverente poeta Miguel, aquejado por la leucemia, tiene fuerzas para mostrar los dolores del amor a Susana. El complejo Fernando (tímido
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temACentral médico, cinéfilo, melómano) sufre su amor por el amigo, mientras Susana forja esperanzas en llegar a él (Fernando). El amor es evanescente, hay resignación en la actitud con que llegan a comprender que el siguiente paso puede ser la desmemoria. El invitado (2007), de Carlos Arcos trenza un cinematográfico puzzle con el convulso Perú de los ochenta como escenario. Allí están, en delicada tensión, la tortura, la guerrilla, el derrumbe económico y cómo la vida de una familia de tradición, los Sobogal, es dislocada por la violencia. Algo similar sucede con Juan Pablo Castro, en La noche japonesa (2004, 2009), nos transporta al mundo de un periodista cuyo oficio le permite algo de dinero cuando renuncia. Un recorrido doble -íntimo y exterior- desde sí y hacia el caos que lo circunda. Sabe el autor evadir la tentación de la profusión, y mide sus palabras (en cuanto a economía de lenguaje, no en cuanto a la intensidad, que sufre un quiebre, pues luego de la desaparición física del protagonista, se explaya en disquisiciones que retrotraen escenas de su niñez y juventud). Los hilos del humor negro Michal Glowinski afirma que “es imposible subestimar el papel de la parodia”, aunque también cree que no es suficiente, y “que es cuestión de reconstruir la confianza en el lenguaje”. (3) No deseo reducir al raso gatillo de la risa la característica básica de estas novelas pero, de manera obvia, predomina el humor entre otros elementos; además, sus percutores internos hacen pesar más el fiel de esa renovada confianza, porque la parodia refuta. La alcoba de los patojos (2001), de Pablo Yépez aparece tarde (el fallo en que fue premiada data de 1993). Lo esperpéntico, la parodia, las luchas del Primer Partido Poético para la Liberación de la Imagen son subversión propia de las vanguardias. Quién me ayuda a matar a mi mujer (2006), de Carlos Carrión, es un singular relato formado por dos historias de amor, a saltos entre dos ciudades (Loja y Madrid). El humor mordaz es capaz de herir, liquidarnos con su ironía. Los escenarios impiden lectores pasivos: “Cuando salía del dormitorio, abrí un ojo y la
vi desde atrás, desnuda y terrible. Las nalgas le habían crecido como una maldición de Dios y eran toda la mujer. No quedaba nada de la que me sedujo en Madrid. O era otra, un monstruo de balde”. (197) Estructuralmente, la novela simula una pieza de jazz (obertura, interludio y clausura). El eros triangular vivido por el músico Ulpiano, María Rosa (la esposa) y Johana surge en yuxtaposición de espacios y tiempos, y se resuelve en los grados de insania que padecen/gozan ellos tres.
licial. Manejando la metaficción, la hiperconsciencia creativa, El caso de los muertos de risa (2001), de Leonardo Wild orquesta una parodia del género, y conscientemente asume como inicio de sus capítulos sendos epígrafes sobre la novela policial. Un texto causa las muertes que son investigadas por el periodista Bruno Cáceres y por Leonardo Wild (escritor con el nombre del autor). El texto causante de las muer-
en el Monumental del Barcelona (2001), Rocío Madriñán ha creado una saga: Sara y el dragón (2003), El cadáver prometido (2006) y La conexión argentina (2009). En el primer caso el detective es Clit Mariot, aficionado también a la cocina; en el segundo, Sánchez Montalvo, primero servidor de la policía y luego investigador privado. Mientras Mairot es amigo, entre otros detectives literarios, de Pepe Carvalho; Sánchez es
tes fue escrito por un poeta bajo los efectos de la ayahuasca, por lo que Natura parece preservarse de futiros atentados.
gran lector de literatura del género, y algo de sus lecturas se aplica en sus investigaciones. Donoso restringe al ámbito nacional, criollo dirán algunos, sus disquisiciones. Madriñán insiste en armar redes que liguen, a través de las investigaciones, al país con otros puntos de América y el mundo. Rafael Lugo, con Veinte (2008) dibuja un lóbrego ambiente: el diseño de la memoria. Al morir violentamente en un accidente, Claudio deja un paréntesis vacío, que quizá se cierra con la carta que le escribe al cabo del tiempo su amigo Iñaki. El texto sigue crudamente y de cerca los abusos y miserias de toda una hornada envuelta por la desilusión existencial. En 7 (2011), el asesino
“El texto sigue crudamente de cerca los abusos y miserias de toda una hornada envuelta por la desilusión existencial”. Cuando Huilo Ruales dio a luz Qué risa, todos lloraban (2009), confirmó una alta carga sarcástica que nos demuele aún. Se propuso reescribir un cuento del mismo título, que a su vez tiene sus raíces en Fetiche, fantoche, de quince años antes. El coloquialismo citadino de la capital, los libérrimos vadeos de la escritura, hacen que el espasmo sea la lógica reacción. La adolescencia sufrida por el protagonista nos coloca frente a un texto cinematográfico cargado de imágenes dolorosas: “Lo malo es que yo […] ya no estoy en el campo de batalla del amor. Mi sexo duerme como obrero después del trabajo. Mi combate es otro y con la muerte pelo a pelo…” (125) Ámbitos de lo policial y lo negro De haber sido considerado un género menor, paulatinamente va engrosando la nómina de novelas policiacas en el Ecuador, con cada vez mayor presencia en nuestro mundo editorial, especialmente en las últimas décadas. Casi siempre tomando licencias, libertades en relación a lo netamente po-
Los elefantes no existen (2001), de Ernesto Torres Terán, transcurre en la región amazónica. Resulta novedoso que física y simbólicamente sea una región, en gran parte, virgen. Novela negra que se desarrolla en la jungla amazónica poblada por los huaoranis; entre las redes del narcotráfico y las misiones religiosas. Un gran ejercicio que envuelve el periodismo de investigación y la voluptuosidad de la selva. Mientras Miguel Donoso Pareja ha escrito una novela policial, La muerte de Tyron Power
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temACentral Íñigo, narrador protagonista, lleva una carga de abuso del alcohol y adicción al sexo, a la vez que una despectiva relación con las mujeres cercana a la misantropía. Critica su mundo, con líneas entre lo cotidiano y lo lírico. En él se conjugan acciones que hacen que sea digno de repudio, y al mismo tiempo conmiseración. Voces frescas Marco Martínez Zúñiga es au-
modernidad, exponiendo las diferencias entre los actores, pero así mismo los horizontes virtuales (redes sociales en internet) en que cohabitan y cómo llegan aquellos a ser tentados por el poder. Por otro lado, mucho hay de parodia en los recovecos de las aventuras de un publicista guayaquileño en Buenos Aires –La maniobra de Heimlich (2010), de Miguel Chávez–. En 2008 aparece La memoria
quizo, las neurosis se trenzan, y es lo que queda en una abuela que habla sola. Hilvanando una épica emergente de la voz narrativa, Esteban Mayorga ofrece con Vita Frunis (2010) una de las sorpresas mayores en el relato de largo aliento en estos pagos. Se trata de una novela contundente, que erosiona constantemente el discurso de la urbanidad pacata y que, precisamente al hacerlo, se acopla a los decires de la marginalidad callejera de una ciudad andina, aunque tales decires proven-
“Se trata de una novela contundente, que erosiona constantemente el discurso de la urbanidad pacata y que, se acopla a los decires de la marginalidad callejera de una ciudad andina”.
tor de El enemigo necesario (2007), valiente novela breve en que la música urbana (en el trash y otros géneros) se pasea hasta lograr una épica de la ciudad de hoy. Una voluntad (personaje) que se une y disgrega con otras en desquiciado rompecabezas. Culof laco (2011), parece copiar a la primera, en declive visible, entre citas malditas y el registro lóbrego de la noche guayaca. Hablas demasiado (2009), de Juan Fernando Andrade, se enfoca en lo juvenil; es en gran medida, tributario de la música y el cine, elementos imprescindibles para entenderla. Desmoronamiento de ánimos, preocupaciones de una hornada nueva. Ondisplay 2.0 (2009), de María Fernanda Pasaguay, nos interroga sobre el homoerotismo y los alcances de la
corre a mil, de Martha Chávez. La memoria otra vez, pero abordando la tortura de la hipermnesia, o sea, la condición de poseer miles de recuerdos acoplándose a la par. Lo esquizo a lo Funes el memorioso, obviamente, recorre las páginas y, desde la estructura, se intercala una serie de casos, con sus respectivas historias clínicas. Sucesión de imágenes, ciudades, experiencias, casi un infierno. Carolina Andrade brinda Frágiles (2009), una metáfora basada en el vidrio y que da cuenta de nuestra contingencia, de lo perecedero del equilibrio en la existencia humana, constituida por una sustancia quebradiza. El manejo del lenguaje y la adopción de egos virtuales a través de los diálogos son su fuerte. En lo es-
gan de un adolescente norteamericano inmerso en un mundo de pipas de crack, lisuras y malos hábitos. Pero la novela hace el milagro, y yo creo que tal cosa es posible. Por su lado, Fernando Naranjo Espinoza llega a la novela con Guasmo Sur (2013). Un notable ejercicio que tiene un pie en lo policial, y otro en la exploración de las hablas populares, específicamente de la jerga porteña. Es un relato amalgamado por las versiones de sus protagonistas, con un natural desparpajo. Óscar Vela, en Desnuda oscuridad (2011), retrata un espectro de sombras, que se mueven en el submundo urbano quiteño. Cuatro relatos donde el criminal Ariel, el mendigo Sócrates, el titiritero albino Moarry y la terrible Imelda mueven sus piezas cada uno desde y hasta su infierno.
Cuidado expresivo, ritmos frenéticos. Pedro Máximo y el círculo de tiza (2012), de Marcela Noriega maneja lo onírico como segmentos que se intercalan en el relato y que pespuntan la anécdota doble del autoritario padre y Piedad, la hija que lo evoca y resiste. Historia sucia de Guayaquil (2012), de Francisco Santana, es tributaria del Pedro Juan Gutiérrez de Trilogía sucia de La Habana. Ligada al realismo sucio, funciona tanto como sucesión de relatos como una sola historia. Despliega el mundo maldito del lumpen del puerto, y asume el sexo como tabla de salvación. Hacía falta una novela así. Conclusión que no lo es ¿Envejece nuestra novela?, ¿se rejuvenece gracias a las temáticas y/o la técnica? Tomo, como José Balza, un término de Richard Rorty, “el giro”, para leer los alcances de la narrativa del siglo XXI: la idea es dialogar con estos textos de manera abierta, siempre política en el sentido de adoptar la novedad, no olvidar lo antiguo o, más bien, recuperarlo. Porque las preocupaciones de las novelas van por la continua exploración de la psiquis humana y el mundo. No solo desde el lenguaje se perfila un abanico desplegado; también desde lo temporal es difícil determinar los límites para este acercamiento: las propuestas se superponen, las voces tienen un pie en el siglo pasado y otro en éste. Se configura una poética de lo inestable y lo excéntrico, o sea, aquello que abandona, de manera consciente, el eje que hace engranar la cultura en un determinado y propio espacio. Si la civilización pretende homogeneizar violentamente las miradas convirtiéndolas en neutrales (manejables por una hegemonía universal), las que mantienen saludable a esta literatura apuntan en sentido contrario.
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(1) Wilfrido H. Corral, El error del acierto, Quito, Paradiso Editores, 2006, p. 8. (2) Theodor Adorno, Minima moralia, Madrid, Taurus, 2001, p. 9. (3) Criterios, N° 35, Centro teórico-cultural Criterios, La Habana, 2007, p. 307.
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venTAna De las palabras a los hechos PROBLEMAS DE MAYORES MARÍA DEL PILAR COBO Una lectora me preguntó sobre el uso del adjetivo mayor junto con el adverbio más, en construcciones como ‘Él es más mayor que yo’. Recordemos que mayor es un adjetivo comparativo que indica que una cosa es más grande que otra, entonces, combinarlo con el adverbio más no tiene sentido. Así, es errada la construcción ‘más mayor que yo’, lo correcto es ‘mayor que yo’. Sucede lo mismo con los adjetivos menor o mejor, ambos son comparativos, por lo tanto, no pueden acompañarse por el adverbio más, es incorrecto decir ‘más menor’ o ‘más mejor’. En relación con el adjetivo mayor, la RAE, en su Diccionario Panhispánico de Dudas, hace una excepción: se puede escribir ‘más mayor’ solo si mayor es un adjetivo en grado positivo graduable, es decir, no es comparativo sino que puede modificarse, y, en este caso, es sinónimo de viejo o de mayor edad, por ejemplo: ‘Cada vez está más mayor’. Por otro lado, también suele surgir la duda sobre si se deben usar junto con mayor y menor las preposiciones ‘de’ o ‘a’, o la conjunción ‘que’. ¿Debe decirse ‘es mayor que yo’ o ‘mayor a mí’? Lo correcto es usar la conjunción que: ‘es mayor que yo’, ‘es menor que tú’. No obstante, se usa la preposición de cuando no se compara al primer elemento con otro, sino con una magnitud distinta de sí mismo, por ejemplo: ‘Él era mayor de lo que aparentaba’ o ‘La deuda es menor de lo que suponemos’. Por último, mayor no equivale a más, por lo tanto, no son correctas expresiones como ‘Este es el libro que mayor venta registra’, sino: ‘Este es el libro que más ventas registra’. Es importante tener en cuenta estas reglas para que las cosas no pasen a mayores.
María del Pilar Cobo (Quito) Profesora de Redacción, lexicógrafa y correctora de textos. Máster en Edición de la U. de Salamanca, Magíster en Lexicografía Hispánica de la Escuela de Lexicografía Hispánica de la RAE, ex becaria de la Academia Ecuatoriana de la Lengua y ha colaborado en varios proyectos lexicográficos. Miembro fundadora de la Asociación de Correctores de Textos de Ecuador (Acorte). Preguntas y sugerencias: pilicobo@gmail.com
Michel Laub
contrapone la memoria colectiva y la individual
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venTAna RECOMENDADOS
Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo, Octavio Paz Es un agudo análisis del pensamiento de Lévi-Strauss hecho por una figura imprescindible de la literatura contemporánea. El Nobel de Literatura, Octavio Paz, emprende una lúcida reflexión sobre la obra del antropólogo francés, que celebra ahora su centenario.
ontraponer la memoria individual y biológica, representada por el alzheimer, y la colectiva e histórica, simbolizadas por el Holocausto, es el reto que se planteó el escritor brasileño Michel Laub en Diario de una caída, la obra con la que se presenta ante el público en español. El libro, explicó su autor en una entrevista, es una narración cuyos límites son “las pequeñas historias” que la componen, con la memoria como asunto central, “cómo alguien se convierte en lo que es, cómo la Historia y lo individual pueden influir en él”, pero también en las nuevas generaciones. La obra comienza con un accidente juvenil en una fiesta de cumpleaños. En la cultura hebrea, el ritual de paso a la edad adulta ocurre a los 13 años, con la celebración del bar mitzvah. Los amigos del homenajeado lo lanzan al aire y lo recogen tantas veces como años cumple, pero en el cumpleaños de Joao, el único niño “no judío” del colegio al que acude el protagonista, tras haberlo arrojado al aire por decimotercera y última vez, sus amigos lo dejan caer, y resulta gravemente herido. Este hecho es recordado tiempo después por el narrador, compañero de Joao, quien intercala sus propias vivencias, las de su abuelo,
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El hombre desnudo, Desmond Morris El autor hace un estudio minucioso del cuerpo del hombre, en el que examina las características biológicas de su anatomía y describe las numerosas formas en que las costumbres locales o las modas las han modificado, suprimido o exagerado.
superviviente de Auschwitz, y las de su padre ahora enfermo y que tuvo que hacerse cargo de su familia siendo aún un niño. A partir de ese incidente y las motivaciones que propiciaron aquel oscuro episodio y que llevaron al protagonista a empezar a “odiar a todo lo relacionado con el nazismo y con su abuelo” surge una reflexión sobre el legado que el Holocausto deja en tres generaciones de una misma familia y que, probablemente, según Laub, sea “imposible” superar. Asimismo, la novela, publicada por Mondadori, reflexiona sobre las injusticias, sobre las que el autor insta a “hacer algo”, la construcción de la identidad, las relaciones de
Portada de Diario de una caída.
Seducidos por el arte. Pasado y presente de la fotografía, Hope Kingsley Este es un proyecto que tiende un vínculo en tres direcciones entre la fotografía contemporánea y dos conjuntos de obras clásicas: las correspondientes a cuatro siglos de bellas artes y las nacidas en las tres primeras décadas de la fotografía.
La ética de la crueldad, José Ovejero Este libro defiende una literatura contraria a la cultura del espectáculo y a la asepsia posmoderna, una literatura que aborrece lo inocuo y lo complaciente. El autor ilustra su propuesta teórica con una original exploración de novelas de autores crueles cada uno a su manera.
amistad o de amor. El libro está narrado en primera persona, lo cual da siempre al lector, en opinión de Laub (Porto Alegre, 1973), la impresión de que “todo sucedió, como cuando alguien te cuenta una historia mientras esperas el autobús”. El autor no oculta, no obstante, que aporta muchos “elementos personales y reales” aunque también quiere provocar la confusión entre realidad y ficción. Pero, aunque el accidente juvenil conforma el arranque de la novela, Laub reconoce que el punto de partida de Diario de una caída fue el Alzheimer y el interés por indagar cómo “alguien está perdiendo la memoria”. La obra refleja la relación del narrador con su padre tras conocer que sufre esta enfermedad, y aunque el autor reconoce que se trata de ficción también desvela que se dio la “macabra coincidencia” de que, cuando casi estaba acabando de escribir la obra, su padre enfermó y murió un año más tarde, aunque, por ello, confiesa “no cambió” el libro. Al narrador no le gustaría repasar su vida a la luz de una situación límite -al conocer la gravedad de la enfermedad de su padre a quien se enfrentó desde su juventud- como si la perspectiva del fin de alguien cercano, con
“Laub intenta reflejar la relación que tiene con su padre tras conocer que sufre Alzheimer y empieza a perder la memoria”. el que pronto no podrá conversar, hiciera ver la escasa importancia de todo lo demás. Por el contrario, de la mano de Laub el protagonista quiere poner de manifiesto cómo alguien, un nieto de un superviviente de Auschwitz, que vive en otro país diferente al de su familia y con otros problemas, puede hacer frente a ese “terrible recuerdo” que encuentra sentido en las últimas líneas del libro. Admirador del escritor sudafricano, nacionalizado australiano, John Maxwell Coetzee, Laub anuncia que prepara una novela sobre un fan del fallecido ídolo Kurt Cobain, cantante, compositor y guitarrista de la banda Nirvana que transformó la música grunge en los años noventa. (EFE)
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La ópera busca fórmulas para que la sociedad le p i e rd a e l m i e d o
omper el aura de elitismo que rodea a la ópera, que el gran público no le tenga miedo y tender puentes con la sociedad, son los objetivos de la conferencia que los principales teatros líricos de Europa celebraron en Viena. Bajo el nombre de “Ciudadanía”, representantes de 86 escenarios de ópera de 32 países analizaron qué aportan y qué reciben de la sociedad en su conjunto, qué modelos de gestión pueden hacer esa relación más fluida y cómo evitar que la ópera sea vista como un arte exclusivo para un cerrado círculo de aficionados. “La ópera va de sexo, religión y política. Y son asuntos muy contemporáneos. Es potencialmente muy interesante para cualquiera. Es la imagen lo que tenemos que cambiar”, precisó Katherine Heid, de la directiva de Reseo, una organización que agrupa a profesionales de la educación en ópera y ballet. Heid reconoció también que en algunos países puede ser muy difícil descubrir el mundo de la música lírica sin alguien que “te lleve de la mano”. “Pasas por delante de un edificio muy bo-
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nito pero piensas no es para mí, porque ves a gente entrando con ropas bonitas, oyes que están cantando en italiano, es caro. Te asustas o crees que va a ser aburrido”, resumió la responsable de Reseo. Propone como solución programas de “tutorías” para que gente que conoce la ópera ayude a otros a descubrirla. Lo que sí rechazó esta psicóloga y bailarina es cambiar la esencia de la ópera, hacerla más “moderna” a costa de bajar su nivel de calidad. “Lo que tenemos que hacer es educar a la gente y abrirla (la ópera) en el sentido de no darle a la gente la sensación de que no son bien recibidos”, dijo Heid, quien destacó que, al igual que hay una literatura infantil y juvenil, se está desarrollando también una ópera dirigida a estos públicos. Una apertura a la que han ayudado las posibilidades de difusión de la música, desde el gramófono a las actuales descargas de temas online, aseguró Nicholas Payne, director de “Opera Europa”, el foro de comunicación y debate que da servicio a 127 compañías de ópera y que organiza bianual-
mente esta reunión. Payne reconoció que ese miedo a la ópera no ha desaparecido del todo y que para disfrutar de esta música es preciso tener un cierto conocimiento, algo que equiparó a otros ámbitos de la sociedad. “Se disfruta el fútbol más si sabes los detalles del juego”, comparó. Como ejemplo de ese mayor alcance que puede tener la música lírica, resaltó a España por ser un país en el que hace unos años apenas había representaciones operísticas. Sin embargo, recordó, desde finales de los años novena, tras la reconstrucción del Liceu de Barcelona y la reapertura del Teatro Real de Madrid, ha aumentado tanto el número de representaciones, como la audiencia. “Lo que encuentro preocupante sobre los recientes recortes en España es que amenazan con hacer retroceder algo que era un fantástico renacimiento de la ópera”, advirtió Payne. Un aviso que hizo también, hablando en general, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, gran amante de la ópera, y encargado del discurso inau-
gural de la cita vienesa. Aunque el político portugués se refirió a la necesidad de una consolidación de las cuentas públicas, pidió que eso se haga con inteligencia. “Los recortes económicos en educación no son inteligentes” porque es necesario proteger la cultura, la ciencia y la investigación para lograr una sociedad que permita la igualdad de oportunidades, dijo. “No hay nada más europeo que la ópera”, aplaudió Barroso en su discurso, en el que insistió en que la cultura en general es el cemento de la Unión Europea. Durante las cinco jornadas de estas conferencias se analizaron asuntos como la evolución de la ópera en tiempos de crisis económica, el impacto del teatro lírico en la sociedad y también el efecto económico que los teatros tienen en sus ciudades. Aunque este último informe aún no está completo, uno de sus autores, Félix Losada, de la auditora Deloitte, adelantó que el Teatro Real de Madrid está entre los primeros escenarios en cuanto al impacto económico positivo para su ciudad. (EFE)
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venTAna RECOMENDADOS DISINTEGRATION The Cure Esta fue la obra maestra que devolvió a la banda a sus raíces más oscuras: Plainsong, Disintegration, Prayers for rain; y les acercó a un público mayoritario. Lullaby, Lovesong, Pictures of you y Fascination street son algunos de los temas del disco. GARBAGE Garbage Para mediados de los noventa y en medio de una ola de brit-pop se presentó por todo lo alto un nuevo grupo americano, Garbage. En inicio el grupo optó por una improvisación de rock informal que junto a la vocalista Shirley Manson se convirtió en un proyecto ambicioso y explosivo. BASTARDS Björk Parte de las remezclas de Biophilia (2011) de Björk, fueron incluidas en Bastards, su ultimo trabajo discográfico. El disco presenta temas renovados y claras influencias electrónicas, la selección de canciones estuvo a cargo de la propia Björk. NIGHT & DAY Virginia Labuat Es el título del tercer álbum de estudio de la intérprete de española. El trabajo incluye un CD+DVD con más de 20 canciones nuevas, grabadas en B Studios. El material fue producido por Berni Calvo, Pete Nollan, Sergio Fernández y la propia Virginia Labuat. TRECE LUNAS Fuel Fandango És el primer sencillo del segundo álbum de este exitoso dúo español, Trece lunas tiene 11 nuevas canciones de Nita y Ale Acosta. Fue grabado y mezclado en Madrid, Córdoba, Tarifa y Londres. El arte del disco contó con el artista y fotógrafo californiano Neil Krug.
Rod Stewart regresa a sus raíces con ‘Time’ espués de casi 20 años sin publicar material nuevo, Rod Stewart lanzará el próximo 7 de mayo Time, un trabajo que marca el regreso del cantante británico a sus raíces como compositor y cuyo primer single será She makes me happy, según ha informado la discográfica en una nota. Así, el artista, que empezó a cantar en 1961 y primero formó parte de bandas londinenses como The Jeff Beck Group o The Faces antes de lanzarse en solitario en 1970, regresa a la escena musical con aires renovados. Time,
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añade el comunicado, marca “un momento importante” en la carrera de Stewart y surge de “un estallido de inspiración en el que re-descubrió su voz y re-avivó su don para escribir narrativas honestas que han sido el pilar de su carrera de más de tres décadas”. She makes me happy es la carta de presentación del nuevo álbum del británico, que el pasado año publicó sus memorias, y ahora anuncia un disco en el que 11 de los 12 temas han sido compuestos y producidos por él. (EFE)
Portada de ‘Time’
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A veces es mayor el te m o r a ‘ Ma m á ’ q u e e l te m o r a D i o s Mamá dura 100 minutos y fue escrita por su directora, Bárbara Muschietti y Neil Cross. En cambio, el corto Mamá, en el que se basa el filme, dura poco más de tres minutos y estuvo a cargo de los Muschietti. WALTER FRANCO
n los tiempos modernos gracias a los efectos especiales y el CGI poco es necesario para crear filmes que aterren a los espectadores y les hagan desparramar su canguil por todas partes, sin embargo esos elementos en la ópera prima del argentino Andrés Muschietti, titulada Mamá, son secundarios a la capacidad del cineasta de crear un cine de terror puro y duro, pero sobre todo con una explosiva carga dramática y una generosa pizca de suspense. No es necesario ponerse a ponderar en la aculturación y el sincretismo del mundo actual para darse cuenta que el cine fantástico aún tiene poco espacio en Latinoamérica, Iberoamérica e Hispanoamérica, ya que el fuerte de los creativos de estos lares son o el cortometraje o los documentales, rara vez la ciencia ficción, el horror, el terror, filmes de suspenso o los ahora mega famosos thrillers psicológicos. Sin embargo, el mexicano Guillermo del Toro que exitosamente ha logrado el crossover a la industria mundial del cine, pasando tanto por España como por Hollywood, descubrió un pequeño, pero bien trabajado corto llamado Mamá (2008) de los hermanos Andrés y Bárbara Muschietti, y decidió apoyarlos como productor para que la historia se convirtiese en el filme de habla inglesa Mama (2013), protago-
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nizado por Jessica Chastain. Y es que del Toro, al igual que sus amigos Alfonso y Carlos Cuarón y Alejandro González Iñárritu, no puede dejar pasar la oportunidad para que otro cineasta hispanoamericano tenga a la mano el tan ansiado “crossover” y se dé a conocer por todo el globo con sus filmes. Lo hizo con El orfanato y Rabia, a la par que él ya había logrado su estrellato internacional con Blade 2, Hellboy y El laberinto del fauno. Ahora como un mero productor ejecutivo está dándole todo su apoyo a Mamá, el primer largometraje de Andy (es el mismo Andrés, pero parece que firmar así le ayudará más a calar en el mercado del cine anglosajón) Muschietti para que se conozca por el mundo. Ya tuvo su temporada en el primer lugar de la taquilla de Estados Unidos y ganó la edición 33 del festival de cine portugués Fantasporto, certamen de género fantástico y de terror en el que anteriormente había participado el corto Mamá de Muschietti. La protagonista, Jessica Chastain, nominada al Óscar este año por Zero dark thirty, agrandó el palmarés del largometraje al recibir el premio a la mejor actriz en dicho festival, pero ¿qué hace tan especial a dicho filme? Es cierto, visualmente, fuera de ciertos encuadres, composiciones, fotogramas y planos, con carga exponencial de efectos visuales y especiales, Mamá no se diferencia en nada de cualquier otro filme de terror de los que se ven hoy en día en las multisalas. Sin embargo, son la actuación de
la niña Isabelle Nélisse como Lilly, la atmósfera, la iluminación, el diseño de producción, la dirección de arte, el tratamiento y la desgarradora escena final en que el espectro sobre protector y cegado por un amor ágape logra su propósito, los elementos que redimen a esta coproducción española-canadiense de ser una película de terror del montón. El guion de Muschietti es bueno, pero no excepcional y por ello los últimos 30 minutos del metraje sufren y la historia no alcanza un clímax satisfactorio para los conocedores de los filmes de terror y horror. La voz del espectro facilitada por la actriz Jane Moffat, que también interpreta a la tía Jane Podolski, acompañada de la caracterización física del mismo ser a cargo de Javier Botet permite que la ópera prima de Muschietti no se acueste cómodamente sobre su espalda y se ahogue en su propio vómito. Además, Jessica Chastain no hace un mal papel como Annabel, la protagonista femenina adulta, pero su rol es considerablemente menor a los de los demás personajes. En cuanto a la historia, las niñas Victoria y Lilly son tratadas por el Dr. Dreyfuss, luego de una vida aparentemente aislada en una cabaña en el bosque durante 5 años y después de que su padre Jeffrey las sacara de casa y fuera asesinado en la misma cabaña por el espectro Mama, a la par que su hermano Lucas buscara a las infantes durante los mismos 5 años y al recuperarlas deba pelear
su custodia con la tía Jane, emparentada con las niñas por el lado de su madre, a quien el espectador nunca conoce en pantalla. Todo gira alrededor de las pequeñas por quienes Mama no se detendrá ante nada para protegerlas y tenerlas siempre a su lado, como ha hecho durante los últimos 5 años que pasaron en la cabaña del bosque. Para el espectro, las niñas son todo y el mayor objeto de su afecto, así que no permitirá que nadie las aparte de su ala protectora, y ya que Lilly era muy pequeña cuando llegó a su tutela, esta niña nunca dejará de amarla como si se tratase de su verdadera madre. Chastain en la piel de Annabel lo deja muy claro cuando Lilly llega a la casa que el Dr. Dreyfuss les ha facilitado a ella y a Lucas para cuidar de las niñas y seguir observando su caso, ella no es la madre sino Annabel y pueden llamarla así o Annie o como las infantes quieran, todo esto ante el hecho de que Lilly la llama Mamá. La historia de Annabel también es interesante. Su vida es tocar en una banda de rock. Es extremadamente cercana a su pareja Lucas y lo apoya en todo, sin embargo, en su primera escena, aparece realizándose una prueba casera de embarazo y agradeciendo a Dios por el resultado negativo de la misma. Annabel es una muestra de que en el cine latinoamericano, y de hecho en el cine mundial, no puede haber historia de terror sin un elemento vinculado a la música y la cultura del rock.
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venTAna RECOMENDADAS
Beautiful, Kim Ki Duk Eun Young, una mujer de extraordinaria belleza, es infeliz precisamente por ello en un mundo que la admira solo por su atractivo físico. Para ella su aspecto se ha convertido en su perdición y en una maldición. Tras ser violada por un admirador obsesivo, Eun Young responsabiliza a su belleza por el atroz acto, y por ello, decide destruirla.
Es extraño que filmes como Mamá no se puedan rodar enteramente en y para Latinoamérica, sino que se produzcan para ser la llave de acceso de los cineastas de la región al mercado mundial del cine. Ejemplos no faltan. En Ecuador basta solo mencionar Impulso de Mateo Herrera, que aunque fue muy reprobada por el público nacional, se ganó a la crítica y a los jurados de un importante festival de cine latinoamericano en Francia, y además obtuvo la aceptación de la comunidad de cineastas independientes en Argentina. Si Herrera supo capitalizar tanto sus estudios universitarios de cine, su experiencia de editor, guionista y director de cortometrajes y largometrajes de amigos, como su oficio de músico para lograr un filme de terror psicológico como los que “molan” en Europa y en los circuitos del cine independiente latinoamericano, no era posible esperar menos del argentino Andrés Muschietti. En una ópera prima nunca se podrá captar todo el potencial de un director-guionista, pero sí medir si es un buen principio o un primer gran paso sobre arenas movedizas. A Muschietti habría que verlo trabajar en otros géneros cinematográficos, sin embargo la labor que ha logrado con las actrices infantiles en Mamá es un fuerte indicativo de que puede
Persépolis, Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud Es la historia de Marjane Satrapi, una niña de 9 años que vive en el Irán de la Revolución Islámica. A través de su mirada se ven rotas las esperanzas de un pueblo, cuando los fundamentalistas toman el poder, imponen el uso del velo a las mujeres y encarcelan a miles de personas inocentes.
manejar lo épico, el melodrama, el drama, el horror, la ciencia ficción, la fantasía y el thriller. Algo limitado aún, pero los buenos directores, como el buen vino, se desarrollan a lo largo de los años y de su obra. Siempre habrá esa fatal, pero necesaria, dicotomía entre cine de terror y cine de horror. El primero es el que causa temor, angustia, extrema preocupación y nerviosismo por el destino de determinados personajes a través de un ataque al plano psicológico, jugando con elementos como la música, la iluminación, el total de
Barfly, Barbet Schroeder Henry Chinaski es un poeta que vive en los barrios bajos de su ciudad. Su vida, marcada por una tendencia al alcoholismo, gira alrededor de borracheras en bares y peleas en callejones durante la noche, y de rebuscársela para subsistir durante el día. Solo en sus escritos Henry volcará un costado de su personalidad que nadie conoce.
Antes del amanecer, Richard Linklater Recién llegados a Viena, Jesse y Céline se ven obligados a pasar una noche juntos, allí se conocen a fondo, discuten y revelan cuestiones diversas como la vida, la muerte y el sexo. Al día siguiente deben separarse; pero, deciden reencontrarse en el mismo lugar (la estación de Viena), a la misma hora, seis meses más tarde.
la banda sonora, la edición y sobre todo el guion. Horror, de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, implica atrocidad, monstruosidad y enormidad, y en lo cinematográfico, se aplica a una serie de producciones que buscan generar aversión profunda hacia alguien o algo, además de un sentimiento intenso causado por exposición a algo terrible y espantoso. Allí entra una parte del cine B, del grindhouse, de los slashers y de otras películas en las que se revolotea alrededor de un asesino como protagonista ayu-
“La industria del cine es una especie de máquina en la que puedes salir triunfante o caer debajo de las ruedas, depende del éxito de la película, tengo muchas expectativas…”.
dado por la fotografía, los efectos visuales y especiales, el vestuario, el maquillaje, el storyboard, el decorado de sets, la dirección de arte y el diseño de producción. Mamá mezcla algo de los dos tipos, pero al final del metraje prevalecen características que lo encasillan en el género del terror, al igual que el cortometraje en el que se basa. En Hispanoamérica cuando se trabaja con fantasía o ciencia ficción lo que se busca es el terror, pensando por supuesto, en casos como El espinazo del diablo de del Toro y Abre los ojos y The others de Alejandro Amenábar. Con el respaldo de del Toro, ávido creador y consumidor historias mágicas y fantásticas con monstruos y seres sobrenaturales por doquier, el realizador argentino logró transformar un cortísimo y limpio cortometraje de terror en un filme que tal vez no asusta tanto, pero deja una buena impresión en el espectador. Es cierto, Mamá es un producto para el mercado anglosajón y la presencia de Chastain ayuda a su mejor distribución y venta, pero también el filme tiene su mérito porque logra que la carga dramática, la truculencia narrativa y la inherente carga semiótica de un título y la historia a la que acompaña sean las responsables de conmocionar al espectador y de abrirle las puertas al creativo hispanoamericano.
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crÓNica
La Isla del Sol, los caminos y los cambios
JORGE BASILAGO
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ola trajina entre los cacharros y víveres de la cocina. La falda acampanada acentúa la redondez de su figura maciza. Al ritmo de sus movimientos, la interminable trenza negra baila una danza laboriosa sobre su espalda. Indiferente a los destellos violetas que el sol le arranca al lago Titicaca en su encuentro crepuscular, Yola habla. Cuenta su visión del mundo, SU mundo, ese paraíso terrenal llamado Isla del Sol donde nació hace 29
años. Parece mayor, cercana a los 40, pero su vitalidad lo desmiente. “En las ciudades la gente llega a la tercera edad muy cansada; mi papá tiene 70 años y trabaja sin problemas en el campo”, dice, como si leyera el pensa m i e n to. Por cuestiones limítrofes un tanto inverosímiles, como todas las cuestiones limítrofes, resulta que Yola es boliviana. Pero ella sabe, primero que nada, que es aymara. Y que vive en la comunidad Yumani, en el extremo sur de la isla, para más datos. Las pocas decenas de familias que componen su comunidad -al igual que las
asentadas en Challapampa, al norte, y las que viven en Challa, en el centro-este- se dedican en su mayor parte a la agricultura. Y al turismo. En tiempos antiguos, la isla era un centro religioso y ceremonial que recibía peregrinos de los cuatro extremos del Tawantinsuyo. Hoy el perfil de los visitantes ha cambiado, y también las motivaciones que los guían hacia este fascinante rincón sudamericano. Viaje actual El viaje actual hacia la Isla del Sol, necesariamente, inicia a orillas del lago navegable más alto del mundo, en la ciudad de Co-
pacabana. La que llevaba siglos poblada, con el nombre de Kopaj Kawana -algo así como “mirador del azul”, o “mirador del lago”-, cuando la “fundaron” los conquistadores. Allí donde el realismo mágico dibuja locales comerciales de puertas abiertas, sin dueño ni empleados a la vista durante horas, donde nadie se roba la mercadería. “Salió, no sé cuándo irá a volver”, es la invariable respuesta de los vendedores vecinos, ante la consulta desorientada del turista. No hay dudas, la morena Virgen de Copacabana, patrona de Bolivia, protege a sus feligreses.
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crÓNica Cuenta una leyenda que la imagen de la virgen, tallada en madera por Francisco “Tito” Yupanqui -descendiente directo del inca Túpac Yupanqui-, jamás debe moverse de la catedral. Algo muy malo sucedería en tal caso. Tal vez una crecida del lago devoraría hasta el recuerdo de Copacabana. Quizás los puestos callejeros de recuerdos religiosos dejarían de alimentar a muchas familias locales. O las enormes montañas de ese cereal inflado llamado pasankalla quedarían sin vender. O los visitantes comenzarían a saquear a su antojo los locales vacíos. Mejor no correr el riesgo. Algunos pobladores y viajeros me recomiendan embarcarme temprano con rumbo al norte de la isla, para luego recorrer a pie los casi 10 kilómetros entre Cha-
obstáculos en el clima. Cuando ya se consumió una de las dos horas y media que implica el viaje, abandono el calor de la cabina y me uno al grupo del techo. El día comienza a despejarse y el lago copia el celeste del cielo. Del gris al magenta, pasando por incontables tonos de verdes y turquesas, a lo largo de cada jornada el Titicaca muta de piel y personalidad para asombro de quienes pueden observarlo. Su homónima flotante, donde me encuentro, es una Babel con motor fuera de borda: por aquí, un grupo de argentinos toma mate y bromea sobre el peso que lleva la lancha, y la posibilidad de naufragar sin balsa a la vista; más allá, un japonés solitario mira con ojos vacíos mientras no deja de sostener su enorme mochila; a proa, dos rusos de aspecto taciturno
piensan alojarse en esta comunidad, aceptan sus consejos y van tras ellos. El resto, en desordenada procesión, marchamos en busca del sendero que lleva al sur de la isla. Luego de trepar un corto trecho, entre casas rústicas y corrales de troncos y rocas que semejan la Tierra Media de El Señor de los Anillos, aparece por fin el espinazo montañoso de la isla. Y da inicio la travesía.
hablan en voz baja. Intento dialogar con ellos, en un inglés forzado por ambas partes, pero no son muy conversadores. Habituado a un recorrido que es su pan de cada día, el piloto mantiene el curso de la nave con su pie mientras intenta sintonizar alguna estación de su gusto en una radio de transistores. Su falta de concentración me recuerda el chiste del naufragio y decido mirar para otro lado. Poco antes de las once atracamos en el amarradero de Challapampa. Nos recibe una pequeña playa de arena áspera y gruesa, que cruje bajo los zapatos. A cierta distancia, burros, cerdos y ovejas que circulan a su antojo por el lugar, husmean con curiosidad. También se acerca una decena de niños que ofrece sus servicios como guías turísticos, cargadores de equipaje, modelos fotográficos o “agentes hoteleros-gastronómicos”. “Te cobro barato”, prometen. Algunos pasajeros, los que
norte de la ciudad se encuentran el estrecho y la península de Yampupata, el punto continental más cercano al extremo sur de la isla, desde donde aquellos viajeros partían en embarcaciones de paja totora que todavía hoy surcan el lago. Su objetivo no era tomar fotografías sino honrar a sus dioses, Viracocha y Tata Inti, aquel que envió a sus hijos Manco Cápac y Mama Ocllo a fundar el Cusco y la civilización incaica. Según los cronistas de Indias, el imperio contaba en la región con una serie de bodegas y almacenes, denominados collcas, en los que se ofrecía alimento y áreas de reposo para los caminantes. “Viniendo de Yunguyo, llegavan primero a Copacabana, donde cada uno era regalado, según la calidad de su persona, dándoles lo necesario de comida, y bebida, y si eran pobres les dava algún vestido”, escribe el fraile agustino Alonso Ramos Gavilán en su
Épocas pasadas Al contrario de lo que sucede en el siglo XXI, para los peregrinos de épocas pasadas, precolombinas o coloniales, Copacabana no era el puerto principal hacia la Isla del Sol. Se trataba tan solo de una escala de descanso y aprovisionamiento en su marcha. Unos kilómetros hacia el
“...pasando por incontables tonos de verdes y turquesas, a lo largo de cada jornada el Titicaca muta de piel y personalidad”. llapampa y Yumani. En esta última comunidad, dicen, hay más y mejores posibilidades de hospedaje. La extensión temporal del trayecto, dificultado por los 3.800 metros de altura y el relieve montañoso, se modifica con cada testimonio: entre dos y cuatro horas de caminata. Pero todos coinciden en que el paisaje circundante justifica el esfuerzo, incluso si la distancia fuese mucho mayor. Los rayos del sol son apenas tenues reflejos, alrededor de las ocho de la mañana del día siguiente, cuando hago pie sobre la cubierta de la lancha Titicaca, una de las muchas que cubren la ruta Copacabana-Challapampa. Hace frío y las nubes, bajas, le imprimen su tono plomizo a las aguas. Aunque eso no impide que muchos de los turistas se ubiquen de inmediato en el puente externo, sobre el techo de la embarcación: la promesa de mejores tomas fotográficas no halla
Historia del Santuario de Nuestra Señora de Copacabana, publicada en Lima en 1621. Entre los anfitriones, el religioso menciona a miembros de 42 pueblos dominados por el Inca y reubicados en la zona circunlacustre: chinchaysuyos, quitus, cañaris y cayambis eran algunos de ellos. Además, claro está, de los locales urus, pukinas, collas -grupos que tenían prohibido participar del culto al sol- y aymaras. Llegados a la isla-santuario solar, los visitantes iniciaban su devota procesión en el Puncu o puerta, para luego recorrer, en un orden que no ha podido precisarse del todo, la Fuente del Inca, Pillco Kayma, Kasapata, Aucaypata, Chinkana y el sitio de Mama Ocllo, hasta llegar a la Roca Sagrada. En todos ellos hacían ofrendas, ritos de expiación de pecados, sacrificios, danzaban, comían y bebían chicha. “Mientras el recuerdo del tiempo del Inka es benéfico, glorioso e inclusive esperanzador, el recuerdo del tiempo del patrón es funesto y devastador”, me dice Lucy Jemio Gonzales. Profesora de Literatura y directora del Taller de Cultura Popular de la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz, Lucy nació a orillas del Titicaca, en un pueblo llamado Santiago de Huata. Desde 1987, junto con un grupo de docentes y alumnos, ha recopilado miles de relatos orales en distintos puntos de Bolivia, empezando por la Isla del Sol. El fruto de esas investigaciones es una colección de 10 libros, titulada Mitos y cuentos de la tradición oral boliviana. “La Isla del Sol es un importante centro de producción cultural de los pueblos andinos desde tiempos inmemoriales”, enfatiza Lucy. La historia oral de los isleños sostiene que los incas no fueron hijos del sol, como narra la mitología imperial reproducida desde entonces. Pertenecieron, igual que ellos, al Ch'amak Timpu, el Tiempo Oscuro o Tiempo Presolar. “Dice que el Inka vivía aquí en el Tiempo Oscuro. Los Inkas salían aquí, viniendo del lado de Perú, en el Tiempo Oscuro. Dice que venían por debajo de la tierra”, le contó doña Santusa Posari, una anciana del lugar, a Lucy Jemio. Al crudo amanecer de la Conquista, siguió el penoso ocaso del incario. Y quedaron truncos todos sus sueños de grandeza y desarrollo: “Esas ruinas hubieran sido lindas casas, pero dice que salió
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crÓNica el sol y por eso todo se quedó así nomás”, lamenta doña Santusa, mirando los esqueletos rocosos que dejó la cultura incaica. Junto con aquella civilización, concluyeron también los tiempos de paz y prosperidad en que los metales preciosos se usaban con fines litúrgicos o decorativos, en lugar de económicos. “Después fue saqueado el oro de los templos del sol / y puesto a circular en lingotes / con las iniciales de Pizarro / La moneda trajo los impuestos / y con la Colonia aparecieron los primeros mendigos”, sostiene el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal en los versos de Economía de Tahuantinsuyu. Un sendero, muchos senderos Hoy, a los habitantes de la Isla del Sol no se les permite pedir limosnas. Su orgullo y dignidad se los prohíben. Y cumplen el mandato que rige a sus comunidades desde que el Inca dominaba la región: “Ama sua, ama llulla, ama quella”, es decir, “no seas ladrón, no seas mentiroso, no seas flojo”. Hasta los más pequeños quieren trabajar, ser útiles a sus familias y a sí mismos. El arribo de viajeros es una de las herramientas para lograrlo. Llevo menos de cinco minutos en las arenas de Challapampa, cuando varios niños y niñas se acercan a tratar de fotografiarse conmigo por un precio módico. Metros y segundos después, me impiden retratar a un burro que pace indiferente, si no abono una cuota similar. En distintos puntos del camino hacia el sur, otros grupos “bloquean” el paso para cobrar peaje: pero quieren caramelos, no dinero. Casi junto al nacimiento del sendero de piedra que conduce a Yumani, hay un baño público. En la entrada, una mujer regordeta vende retazos de papel higiénico, jabón y otros elementos necesarios o útiles para la caminata. Convencido de que una lugareña podrá orientarme con certeza, le pregunto cuánto tiempo demoraré en llegar a destino. “Cuarenta minutos”, dice entre dientes, como masticando las dos palabras. Una hora y media después, en el único comercio que encuentro durante todo el recorrido, vuelvo a consultar. “Cuarenta minutos”, es la nueva-vieja respuesta. No sé si yo camino demasiado lento, o los minutos isleños valen el doble que los continentales. Alrededor de las rocas que pavimentan el camino, el suelo de-
nuncia su origen volcánico. Es una superficie rugosa, similar a la piedra pómez pero aún más abrasiva. Quizás por esta característica, y por su relieve de costas muy menudas, en la isla no existen vehículos de ninguna clase. Todo se hace a pie, o a lomo de burro. Una gran noticia: quienes huimos del hostil imperio de los rugidos mecánicos y la invasora dictadura de los bocinazos, podemos solazarnos en los hospitalarios susurros de la naturaleza. Gorjeos, balidos, rebuznos, chapoteos... y luego el silencio, esa especie en vías de extinción en las grandes ciudades. De a ratos, cuando asoma, el sol reverbera inclemente en los minerales del piso y se parte en millones de destellos tornasolados en las aguas del lago. No hay una sombra en la cresta pedregosa de la isla. Solo se ven hierbas y arbustos menudos, bajos, resecos. Insuficientes para guarecerse de lluvias, fríos o calores. Es un territorio dominado por tonos ocres, pardos y amarillos que hacen más fatigosa la marcha. Resoplando, me da alcance un español que conocí en la lancha por la mañana. Con el resplandor de lleno en el rostro enrojecido, comenta irónico: “Por esto deben llamarla Isla del Sol”. El verde y su frescura campean más cerca de las orillas, en las laderas donde los árboles forman corros junto a los sembrados. En un recodo me espera una de las construcciones sagradas mejor conservadas, llamada Chinkana. Su nombre significa “laberinto”, y el interior de lo que queda de ella demuestra lo acertado del bautismo. Las habitaciones se enlazan unas con otras en una compleja trama, que ahora se simplifica gracias a la ausencia de techos y la posibilidad de espiar las salidas. Se supone que alguna vez esta fue la residencia de las mamaconas, siervas del sol. Pero en este momento, alberga a unos cuantos de mis compañeros de navegación. En un rincón semioculto, con expresión ausente, distingo a los dos rusos poco comunicativos. Sintiéndose a salvo de miradas o presencias incómodas, un momento después los veo tomarse de la mano e intercambiar un tierno y fugaz beso en los labios. A corta distancia, en la Roca Sagrada, varias muchachas argentinas descansan y se asolean como si estuvieran en una playa
caribeña. Un grupo de chicos y chicas vestidos a la usanza Hare Krishna realiza posturas de yoga sobre el que fuese altar de sacrificios. Más abajo, entre las hierbas altas, pequeñas columnas de humo de aroma inconfundible, señalan a quienes meditan o se relajan marihuana de por medio. Lejos del culto exclusivo al sol, la isla hoy tiene espacio para las más diversas espiritualidades, sensualidades y escepticismos. Todos los visitantes parecen encontrar lo que buscan aquí; no importa cuán diferente sea de lo que buscaban quienes pasaron antes o llegarán después. En el sendero único norte-sur, caben innumerables senderos que van y vuel-
losofía andina, ese día fue señalado como el inicio de una nueva era superadora de la anterior: el Pachakutik. “Llegan nuevos tiempos para recuperar la identidad, formas de convivencia en comunidad e impulsar la convivencia en complementariedad” anticipó por esos días, desde Bolivia, el presidente Evo Morales. Y su gobierno decidió que la celebración de ese hecho en parte cósmico, religioso y cultural fuese en Kona, la bahía más grande de la Isla del Sol. La fecha coincidía, además, con el solsticio de verano, otro buen motivo para honrar al astro rey como no sucedía desde décadas atrás.
ven de todos los puntos cardinales.
El ocultamiento de ciertas prácticas culturales, me dice Lucy Jemio, comenzó durante el Nayra Timpu -el Tiempo Antiguo, o Tiempo de los Abuelos-, cuando la obligada sumisión a las reglas del naciente Estado republicano, supuso la aculturación violenta de los isleños. Y de los habitantes originarios en general. Reducidos a la servidumbre y la discriminación, mantuvieron viva su cultura de manera casi clandestina, solapada, como si fuese motivo de vergüenza. “Esto lo estaban ocultando, no querían que se haga. Gracias al presi-
Cambio de época Esos infinitos caminos volvieron a confluir en medio del Titicaca el 21 de diciembre de 2012. Para esa fecha, las profecías mayas anunciaban un nuevo ciclo en la historia. Como tantas veces, hubo agoreros que anunciaron un fin del mundo que jamás sucedería. Pero casi todos los pueblos originarios de América Latina hicieron suyo el presagio original, a partir de sus propios saberes ancestrales. Desde la fi-
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crÓNica dente Morales y a nosotros se está respetando”, opinó ante los medios el amauta aymara Francisco Balboa, uno de los responsables de conducir el festejo de diciembre pasado. Fue el propio mandatario boliviano quien encendió la llama sagrada para el festejo, a bordo de una barcaza de paja totora llamada Tunupa, que recorrió distintas poblaciones antes de amarrar en la Bahía Kona para la ceremonia oficial. Los ritos fueron conducidos, por primera vez, por líderes espirituales quechuas y aymaras en conjunto. A su alrededor, miles de personas de los más diversos orígenes, credos e inquietudes contemplaban todo en armónica convivencia. David Choquehuanca, el canciller boliviano, aventuró que en aquel momento sí se acabaría el mundo. Al menos, ese que todos conocían hasta
ciales. “Los niños ya no quieren escuchar a los mayores ni usar la vestimenta tradicional; prefieren lo que se ve en la televisión”, me dice, sin levantar el tono de voz, pero con la contrariedad a flor de piel. Yola teme que, con el tiempo, ese camino conduzca también al abandono de otras prácticas, como las relacionadas con los ciclos naturales de siembra, cosecha y reposo del suelo. Los pobladores dividieron la isla en ocho regiones y los cultivos se organizan y rotan entre ellos, en periodos de ocho años. Es su forma de cuidar la tierra que los alimenta y los cobija. Fuera de la isla, opina Yola, eso no se cumple y provoca cambios en el clima. “¿Ves aquellas montañas? Antes las cumbres tenían nieve”, ejemplifica. En derredor del Titicaca, hacia donde ella señala, las crestas de los Andes son
entonces. Y se ilusionó con un cambio de época más espiritual que cronológico: “Este 21 de diciembre es el fin del miedo, fin de la división, del egoísmo, de la envidia, y es el comienzo de la construcción de la armonía, de la esperanza, de la confianza”, sostuvo.
escarpadas y grises, o parduscas. Solo unas escuálidas manchas blancas, aquí y allá, denotan la presencia de agua. Junto con la desaparición de la nieve, llegaron calores o lluvias en cantidades y fechas inusuales. Y empezaron a perderse algunas cosechas. Durante sus 25 años de trabajo recopilatorio de la literatura oral boliviana, Lucy Jemio se encontró muchas veces con fenómenos similares a los que retrata Yola. Nuevas generaciones que menosprecian las costumbres, relatos y leyendas ancestrales; y ancianos que se encierran en el silencio para evitar las burlas o el rechazo. “La educación castellanizante ha conducido a la subestimación y negación del
Más cambios “Las cosas cambiaron mucho desde que llegó la electricidad, en 2001”. La que habla es otra vez Yola, desde la cocina del pequeño hospedaje familiar que lleva adelante con su esposo Norberto, en la comunidad Yumani. Con el arribo de la energía eléctrica se simplificaron algunas cuestiones y se complicaron otras, como las relaciones so-
valor de la lengua y de las prácticas culturales propias, provocando una ruptura generacional entre viejos y jóvenes”, afirma Lucy, aunque indica que la Constitución de 2009 busca revertir ese proceso, incluyendo lineamientos para analizar las manifestaciones culturales desde la diversidad y la interculturalidad. Pero, por ahora, los isleños conocen más la televisión que la nueva Carta Magna. Estoy en el sur de la Isla del Sol hace apenas un rato. Llegué, luego de cuatro horas de caminata, cuando faltaba poco para el atardecer. Me siento agotado y sudoroso, pero con los ojos llenos de colores y texturas imborrables. Dos niños de la comunidad me ayudan a encontrar alojamiento, propina mediante. Se la ganaron en buena ley: sus consejos y argumentos deben estar prohibidos en todos los manuales de mercadeo o relaciones públicas, pero me divierten durante un buen rato. “Acá no te conviene, la dueña es muy brava”, es uno de los más usados. Además de la voluntad de los turistas, Yola me cuenta que los pequeños suelen pedir una comisión del 20% a los propietarios de los hoteles por llevarles clientes. En caso contrario, los guían hacia otros lugares. Ahora entiendo el porqué había tantas “dueñas bravas” en el camino. “Esos chicos pueden ganar hasta cien bolivianos por día, cuando hay mucha gente”, agrega Yola. La cantidad equivale a unos 14 dólares, cifra nada despreciable si se considera el modesto flujo de dinero en la isla y la edad de los emprendedores. Lo que nadie, infante o adulto, le advierte al caminante, es que la presencia de electricidad en un sitio no siempre significa alumbrado público. Cuando menos en Yumani. Tras observar la puesta de sol desde un mirador cercano, me demoro más de la cuenta y la noche baja su cortina de penumbras sobre mi cabeza. Las únicas luces brillan dentro de las viviendas, pero no alcanzan para distinguir los senderos a su alrededor. A tientas, trato de encontrar el rumbo hacia el hostal cuando la cerca de madera de un chiquero me cierra el paso. Su inquilino gruñe y, de la casa lindera, salen varios niños para averiguar qué sucede. Les pido indicaciones para llegar a destino. “No sé por dónde ir, está muy oscuro”, argumento. “Sí, es que es de noche”, me responde uno de ellos con toda natura-
lidad. Menuda lección: a esas horas, lo lógico es la oscuridad. Solo los citadinos, con nuestras percepciones distorsionadas a fuerza de vatios y voltios, creemos que las calles se iluminan automáticamente después del crepúsculo. De nuevo en el albergue de Yola, el relato de mis peripecias nocturnas es mi excusa para escuchar sus propias impresiones sobre los turistas. Algunos, se queja, se niegan a pagar un plus por bañarse varias veces al día: el agua de Yumani -que no tiene servicio domiciliario, como sí ocurre en Challa y Challapampase sube a lomo de burro, o a brazo de hombre, desde las vertientes naturales que surgen al pie de la Escalera del Inca. Cuatrocientas gradas de ida y otras tantas de regreso, con decenas de litros entorpeciendo la marcha. La higiene del cuerpo no siempre purifica el corazón ni hace florecer la empatía. A los locales también les molesta la cantidad de desperdicios que muchos visitantes dejan a su paso. Pude comprobar sus malas artes en mi recorrida por la isla. Hace varios años, me dice Yola, un mochilero japonés trató de corregir eso. “Estuvo tres días acá. Salía cada mañana con una palita y un basurero, a juntar la basura que encontraba por los caminos. Llenó tres bolsas enormes y después se fue”, evoca Yola. En ese tiempo no conversó con los locales más que por señas, porque no hablaba castellano. Nadie supo, ni sabe todavía, por qué usó sus vacaciones para una cruzada personal por la limpieza de la Isla del Sol. Luego de una noche apacible, con la salida del sol me preparo para partir nuevamente hacia Copacabana. Mientras desciendo los centenares de peldaños que componen la Escalera del Inca, rumbo al embarcadero, me cruzo con hombres y mujeres que guían recuas de burros que transportan agua o víveres. Ya en la lancha de regreso, al tiempo que la isla se va empequeñeciendo, no dejo de pensar en los caminos y saberes que se cruzan y bifurcan sobre ella. Las costumbres y narraciones ancestrales. La invasión televisiva. Los manejos políticos. Los turistas con su curiosidad, sus búsquedas, cierta tacañería y algo de descuido. Y no estoy seguro si encontré realmente a la Isla del Sol o solo vi lo que quise ver. Como tantos otros.
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agENda
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Semana del 8 al 14 de abril de 2013
LUNES
Exhibición de homenaje a la Reina del Pop
Museo Municipal de Guayaquil exhibe material sobre Madonna, que en 2013 cumple 55 años
Guayaquil
Madonna: ícono cultural Exposición
Arte, moda y filatelia en una muestra bibliográfica, discográfica y videográfica, que el MUMG dedica a la Reina del Pop. Son 250 piezas las que se exhiben, propiedad del expositor Rafael Centeno, junto a otros miembros de MadFans, El Club de Fans de Madonna en Ecuador. La muestra estará abierta hasta el 20 de abril. Dónde: museo Municipal de Guayaquil Sala Polivalente (Sucre y Chile). Hora: 18:30. Costo: gratuito.
Quito
‘El eterno retorno’ Exposición
Gestión de contenidos para televisión digital Seminario
El tránsito a la televisión digital ha comenzado en Ecuador. El país ha adoptado el estándar brasileño y se ha previsto el apagón analógico para el 2017. En este contexto se hace necesaria una reflexión y capacitación acerca de las posibilidades que trae la tecnología digital para la producción de discursos y contenidos. El Seminario será dictado por Alexandre Schirmer Kieling, catedrático y experto en el tema. Dónde: Universidad Andina Simón Bolívar - Sede Ecuador. Hora: 18:30. Costo: entrada libre.
Guayaquil
MIÉRCOLES
MARTES
Quito
‘Camareta’
Exposición pictórica
Camareta: micro subversión y esquirlas de lo local reúne creaciones de nueve artistas, que aún son estudiantes, sobre un deseo de ruptura del arte en Guayaquil. Exponen José Oliveira, Xavier Coronel, Ismael Chock y Jean Carlo Guizado, entre otros.
Dónde: Espacio Vacío (Panamá y Juan Montalvo). Hora: 17:00. Costo: gratis.
La muestra pictórica está organizada en cuatro temáticas que hacen referencia a sus 40 años de trayectoria artística. Dónde: Centro Cultural Metropolitano. Hora: 9:00 a 17:30. Costo: entrada libre.
Guayaquil Blue Diva Concierto
La música de Jimmi Hendrix, B.B. King, Rolling Stones y Miles Davies, entre otros, llegará a la Sala Zaruma a cargo de la banda Blue Diva. La agrupación está conformada por Juan Carlos Coronel (voz), Lucas Napolitano (guitarra y voz), Luis Alberto Illescas (bajo), Marco Armijos (batería) y Lyzbeth Badaraco (piano) y cuenta con un repertorio de blues y rock. Fundada en 2012, Blue Diva presenta todos los jueves noches de blues en Café Habano Diva Nicotina. La agrupación ha participado en festivales como: El Blues en Guayaquil 3 y El Festival “12 horas por el arte”. Dónde: Teatro Sánchez Aguilar. Hora: 20:00. Costo: 15 dólares.
Jazz, blues y rock’n roll en la Alianza Francesa
La música experimental y una muestra visual serán el abreboca del concierto de 3 vol (trébol)
Quito
‘La otra cara’ Concierto
3vol (trébol) es una banda de rock metal progresivo que también fusiona estilos como el jazz, el blues, el rock'n roll y el hardcore, dándole una identidad fuerte y original. En esta ocasión, sus tres jóvenes integrantes presentarán una propuesta explotando su esencia progresiva a través de temas clásicos y temas nunca antes presentados junto con músicos invitados que le darán un color diferente. Dónde: auditorio Alianza Francesa. Hora: 19:30. Costo: 5 dólares general.
agENda Guayaquil
Taller
Concierto
La fotografía se ha convertido en una herramienta para reproducir la cotidianidad de la vida, en ese empeño se encuentra el Taller Aquelarre, uno de los más prestigiosos de Uruguay. Ocho fotógrafas uruguayas hablan sobre su entorno, su tiempo y su gente.
Carlos Hernández y Christian Robinson fusionan elementos de música clásica y popular en el Dúo de Andalucía, que añade algo de improvisación del jazz. Ahora presentan su primer material discográfico, Aires Gitanos. El repertorio incluye composiciones de grandes de la música Española como de Manuel de Falla, Joaquín Rodrigo, Isaac Albeniz y Paco de Lucía, Vicente Amigo, entre otros artistas del repertorio gitano y latinoamericano.
Miradas sureñas
JUEVES
DOMINGO
Quito
Dónde: Centro Cultural Metropolitano. Hora: 19:00. Costo: entrada libre.
VIERNES
‘Noches de España’
Dónde: Teatro Sánchez Aguilar. Hora: 20:00. Costo: 15 dólares.
SÁBADO
Quito
Quito
Danza
Música
A partir de las impresiones que recibimos de nuestro entorno nace 50 (La Mitad), una obra que indaga en la naturaleza de nuestra identidad a través del universo semiótico del movimiento y la danza.
Volkswagen presenta Sonemfest, un festival de música emergente que reúne a nueve bandas en nueve ciudades de Latinoamérica. Este festival se realizará desde el 6 al 27 de abril en Panamá, Paraguay, Ecuador, Uruguay, Guatemala, Perú, Chile y Colombia. Las bandas que participarán del Sonemfest a nivel latinoamericano son: Biorn Borg (Ecuador), Cienfue (Panamá), Colectivo Circo Band (Perú), La Miseria Cumbia Band (Guatemala), Kchiporro (Paraguay), Max Capote (Uruguay), Pulenta (Colombia), South People (Colombia) y Sicotrópicos (Colombia).
50 (La Mitad)
Dónde: Teatro Nacional Sucre. Hora: 19:30. Costo: entrada libre.
SONEMFEST
Dónde: Plaza del histórico) Hora: 12:00. Costo: entrada libre.
Teatro
(centro
Guayaquil
El re-cuento con Normalixta Monólogo
Guayaquil
‘Pequeños estenopeicos’ Exposición fotográfica
Los alumnos del taller de fotografía estenopeica en el Museo Presley Norton exponen su obra tanto en papel fotográfico como negativos en blanco y negro, y enseñan cómo fabricar una cámara. Dónde: M. Presley Norton (Av. 9 de Octubre y Carchi) Hora: 11:30. Costo: entrada gratuita.
Para celebrar el Día del Maestro Ecuatoriano, Norma Lixta, de Lucho Mueckay, se presenta en un monólogo en que exhibe su clásico sentido del humor. Armada de su viejo diccionario y luego de cambiar la “paloterapia” por la “cuentoterapia”, regresa con algunos de los mejores fragmentos de sus charlas magistrales en esta recopilación llamada El Re-cuento, en esta única función en Sarao, en la que la maestra se despide de estos monólogos que por más de una década ha exhibido durante se su cruzada pedagógica a nivel nacional. Dónde: Centro Cultura Sarao (Kenndy Vieja, Primera Oeste y Av. San Jorge). Hora: 21:00. Costo: 10 dólares.
Tardes de teatro
Una comedia cargada de humor reflexivo.
Quito
‘Agüita de viejas’ Teatro
La quiteña (de corazón lojano) María Beatriz Vergara, actriz de trayectoria, quien regresó triunfante de Washington representando al Ecuador en el Festival de Teatro Hispano con un monólogo hermoso, Medea y la cuencana (de corazón quiteño) Juana Estrella, quien como su apellido lo indica es eso... una estrella que brilla con luz propia presentan esta divertida obra, en la que un par de viejas ochentosas y achacosas ponen al público a reir sin parar con sus ocurrencias y análisis de la cotidianidad ecuatoriana y mundial, mientras se administran una buena dosis de medicamentos. Dónde: Patio de Comedias. 18 de Septiembre E4-26 entre 9 de Octubre y Av. Amazonas. Hora: 18:30. Costo: desde 5 dólares.
Santa Elena
Desfile Cívico-Cultural 2013 Cantonización
Comerciantes, asociaciones barriales, centros educativos, jóvenes, gestores culturales, autoridades locales y nacionales se encontraron para coordinar acciones para la ejecución del Desfile Cívico Cultural de este año.
Dónde: La Libertad. Hora: 9:00. Costo: entrada libre.
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