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Matándolas otra vez
Oscar Quezada oquezada@editorabavaro.com
PUNTA CANA. Por regla general, a los periodistas se les forma académicamente para que tengan la capacidad de dotar sus historias de un tratamiento adecuado, sin importar el tema o circunstancias que aluda la narrativa de hechos o situaciones con valor noticioso.
Pero no siempre es así. Y hoy menos que nunca los periodistas parecen estar dispuestos o preocupados por cumplir reglas básicas del buen periodismo. El afán exagerado de que sus notas sean las más leídas, las que más generen interés entre los lectores, empuja a los reporteros a irrespetar incluso normativas éticas aprendidas en las escuelas universitarias de Comunicación Social.
Este contexto ayuda a entender el por qué en temas tan sensibles como la violencia machista que se ejerce sobre las mujeres, para citar solo un ejemplo, en sentido general periodistas y medios de comunicación no reparan en el uso de frases y expresiones que, en vez de aportar solución, contribuyen a la incomprensión o agudización del problema.
Ese tipo de violencia degenera con alta frecuencia en el acto cruel y criminal de acabar con la vida de la mujer. Debería ser esta una razón de gran peso para cuidar la manera en que se informa sobre esos hechos, porque de su narrativa depende el impacto que tengan en la percepción pública y en la lucha contra la violencia de género.
Lo Que No Debe Ser
Los periodistas deben tener una sensibilidad especial al informar sobre el flagelo de los feminicidios, dado su efecto particularmente doloroso en las familias y amigos de las víctimas.
Es importante evitar cualquier lenguaje o descripción que pueda revictimizar a la víctima o responsabilizarla por su propia muerte. Jamás incluir en la descripción de los hechos frases como: “según versiones, ella había recibido vehículos de lujo o altas sumas de dinero del matador”.
El enfoque del periodista debe estar en el autor del feminicidio y su responsabilidad por el crimen, en lugar de enfocarse únicamente en la víctima, poniendo sobre líneas face- tas y vivencias que tiendan a inducir opiniones adversas sobre lo que fue o hizo en su vida.
Se debe evitar romantizar o justificar las acciones del perpetrador, incluyendo relatos como, “los vecinos afirman que era un hombre bueno”; “siempre se le veía muy cariñoso y enamorado de su mujer”, o “ese tipo ni siquiera hablaba en voz alta, era muy decente y siempre atento con sus vecinos”.
Los periodistas deben asegurarse de que su cobertura de feminicidios sea equilibrada y proporcione información precisa y objetiva sobre el caso. Esto incluye argumentar, buscar antecedentes y bibliografía sobre la violencia de género y los feminicidios, y no exagerar o minimizar la gravedad del crimen cometido por el hombre. Es por ello que no es recomendable el cliché, “fulana de tal es otra de tantas víctimas de la violencia de género”.
Se debe evitar perpetuar estereotipos de género en la cobertura de feminicidios, como la idea de que “las mujeres son frágiles” o que los hombres “son naturalmente violentos”. Y menos atribuir las razones de la muerte de la mujer a estos prejuicios tan arraigados en cualquier sociedad. Los reporteros deben seguir en todo momento (e innegociablemente) los principios éticos del periodismo, como la verificación de los hechos, el respeto a la privacidad de las personas y no incurrir en la espectacularización del suceso relatado.
La intimidad de las familias afectadas por los feminicidios debe ser respetada como un ritual insoslayable. Nunca se puede olvidar: una nota periodística sobre la muerte de una mujer a manos de su pareja no surge de la intención de revelar aspectos que puedan poner entredicho el honor de las víctimas y sus familiares.
El objetivo principal de una historia periodística orientada a los feminicidios, es informar de manera precisa y respetuosa sobre estos crímenes, sin perpetuar estereotipos de género ni revictimizar a la víctima.
Así y sólo así los periodistas pueden ayudar a aumentar la conciencia pública sobre la violencia de género, y a fomentar la prevención y erradicación de estos crímenes tan repugnantes y repudiados en todo el mundo.
Fuente Externa redaccion@editorabavaro.com
UTAH, ESTADOS UNIDOS. A partir del 1 de marzo del 2024 entrará en vigor una nueva ley en Utah que afectará directamente el uso que los menores de edad les dan a las redes sociales, y así reducir el bombardeo que reciben los mismos.
Esta nueva ley expresa que los padres tendrán acceso total a las cuentas de sus hijos menores de edad incluyendo las publicaciones y los mensajes privados, además deberán dar consentimiento para que ellos puedan crear una cuenta nueva en Instagram, Facebook, Tik Tok, entre otros.
La normativa establece que se deberá verificar que el usuario debe de tener al menos 18 años, también establece que habrá un “toque de queda” de las redes sociales. Es decir, que el uso de las mismas será restringido desde las 10:30 de la noche hasta las 6:30 de la mañana.
El gobernador republicano del estado de Utah, Spencer Cox, expresó que firmó estas normativas con el fin de proteger a los más jóvenes del estado.
“Seguimos siendo muy optimistas de que podremos aprobar no solo aquí en el estado de Utah, sino en todo el país, una legislación que cambie significativamente la relación de nuestros hijos con estas aplicaciones de redes sociales tan destructivas”, expresó Cox.
De acuerdo al documento de 16 páginas de la ley, aplicable a las redes sociales con más de cinco millones de usua- rios en todo el mundo, la División de Protección del Consumidor deberá establecer métodos aceptables de identificación, los cuales no se limitarán exclusivamente a una tarjeta de identificación gubernamental.
Las redes sociales afectadas por esta