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Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta del amor
POR ANDRÉS ABREU
En el mes de febrero se cumplió un año más del natalicio de Gustavo Adolfo Bécquer, el gran poeta español que ha hecho derramar tantas lagrimas como amor en los enamorados.
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Bécquer nació en Sevilla, España el 17 de febrero de 1836 y murió a los 34 años de edad.
Fue un amante de las letras, la música y el teatro. Escribió canciones y dramas, pero sobre todo, poesía. En su corto tiempo de vida fue reconocido por sus obras, pero fue después de su muerte, cuando se publicaron la mayoría de sus poemas y se convirtió en uno de los poetas más importantes del mundo. Becquer, fue como el compositor Wolfang Amadeus Mozart, un joven prodigio. Comenzó a publicar sus trabajos a los 17 años. Amó profundamente a una mujer de ojos azules de cuyas pupilas salieron hermosos poemas que adornan su rosario lírico, probablemente inconfesos.
Fue un inquieto periodista. Dirigió dos diarios madrileños y fundó un tercero.
En lo político no era un jacobino, pero tampoco alguien ajeno a la realidad de su tiem- po. La compilación de sus versos recogidos en el libro Rimas de Bécquer, fue publicado después de su muerte, aunque él en vida a ayudó a recuperar la mayoría de los poemas que componen después de haberlos perdido en una de sus mudanzas.
Gustavo Adolfo Bécquer, Fue un amante de las letras, la música y el teatro. Escribió canciones y dramas, pero sobre todo, poesía.
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Las últimas obras de Bécquer en vida fueron
RIMA XXXVIII
Los suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida, ¿sabes tú adónde va?
RIMA LIII
Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha a contemplar, aquellas que aprendieron nuestros nombres... ¡esas... no volverán!.
Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar, y otra vez a la tarde aún más hermosas sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío cuyas gotas mirábamos temblar y caer como lágrimas del día... ¡esas... no volverán!
Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar; tu corazón de su profundo sueño tal vez despertará. Pero mudo y absorto y de rodillas como se adora a Dios ante su altar, ... como yo te he querido...; desengáñate, ¡así... no te querrá!
RIMA XLIV Como en un libro abierto publicadas por sus amigos, en especial por el escritor García Luna para costear con ellos los gastos médicos del poeta. Bécquer sufrió serios trastornos respiratorios que terminaron con su vida.
Gustavo Adolfo Bécquer se coinvirtió en el gran poeta del amor después de su muerte.
Eduardo Galeano y el calendario de los días
Tres semanas duró en cartel. El público se reía como si fuera una de Cantinflas.
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Marzo 4
El milagro saudí
En 1938, estalló la gran noticia: la Standard Oil Company había descubierto un mar de petróleo bajo los inmensos arenales de Arabia Saudita. Actualmente, éste es el país que fabrica a los terroristas más famosos y que más viola los derechos humanos; pero las potencias occidentales, que tanto invocan el peligro árabe para sembrar pánicos o arrojar bombas, se llevan de los más bien con este reino de cinco mil príncipes. ¿Será porque también es el que más petróleo vende y el que más armas compra?
Marzo 5
El divorcio como medida higiénica
En 1953, se estrenó en México una película de Luis Buñuel llamada Él. Buñuel, desterrado español, había filmado la novela de una desterrada española, Mercedes Pinto, que contaba los suplicios de la vida conyugal.
La autora de la novela había sido expulsada de España en 1923. Ella había cometido el sa crilegio de dictar una conferencia en la Universidad de Madrid cuyo título ya la hacía insoportable: El divorcio como medida higiénica.
El dictador Miguel Primo de Rivera la mandó llamar. Habló en nombre de la Iglesia católica, la Santa Madre, y en pocas palabras le dijo todo:
-Usted se calla, o se va. Y Mercedes Pinto se fue. A partir de entonces, su paso creativo, que despertaba el piso que pisaba, dejó huella en Uruguay, en Bolivia, en Argentina, en Cuba, en México… leo de tus pupilas en el fondo.
¿A qué fingir el labio risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira. Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro.
- XIII -
Tu pupila es azul, y cuando ríes su claridad suave me recuerda el trémulo fulgor de la mañana que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul, y cuando lloras las transparentes lagrimas en ella se me figuran gotas de roció sobre una violeta.
Tu pupila es azul, y si en su fondo como un punto de luz radia una idea, me parece en el cielo de la tarde ¡una perdida estrella!