J E JO U encuentro . spotkanie
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Este álbum pretende mostrar mediante fotografías y textos la diversidad cultural presente en la Provincia de Misiones: el encuentro entre los indígenas mbyá guaraníes y los colonos polacos, personas de culturas, creencias y costumbres muy diferentes entre sí. Idea original: Michał Świetlik, Maja Tyborska Diseño gráfico, fotografías y descripciones: Mauricio Holc Asesoría histórica: José Skowron Posluzna Redacción y coordinación: Anna Stąpór
Proyecto realizado por la Colectividad Polaca de Oberá con auspicio de la Embajada de la República de Polonia en Buenos Aires
2019 Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento sin previo permiso de sus realizadores. Hecho el depósito que establece la ley 11.723. Impreso en Argentina / Printed in Argentina
El camino al encuentro es incierto; es como cruzar un rĂo. Es necesario despojarse de las antiguas vestiduras del pasado. Es adentrarse a lo desconocido, comenzar de nuevo, encontrarnos
Todo lo tratado en este álbum es parte del proyecto audiovisual Jejou; cortometraje realizado por un grupo de jóvenes integrantes de la Colectividad Polaca de Oberá con el apoyo de la Embajada de la República de Polonia en Buenos Aires. Jejou en el dialecto mbyá del guaraní significa encuentro. La idea del proyecto surgió del deseo de comprender y contar la historia social de la provincia argentina de Misiones, localizada en la Región del Noreste Argentino, limitando con Brasil y Paraguay, donde –a lo largo de los últimos 130 años– se han formado principios de coexistencia pacífica entre representantes de culturas muy lejanas. Hoy, esta diversidad es una parte importante de la identidad nacional argentina y dio origen a lo que hoy en día es la Argentina. Las fotografías publicadas en este álbum fueron creadas durante el rodaje del cortometraje que muestra el primer contacto entre los habitantes originarios de la región con los colonos polacos, quienes desde fines del siglo XIX
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llegaban a esas tierras como resultado de la inmigración masiva desde Europa, en gran parte desde Polonia, en busca de un mejor futuro. Jejou es una historia mágica y visualmente poderosa que entrelaza las tradiciones populares de los indígenas guaraníes mbyá y de los polacos. El proyecto, financiado por el Departamento de Cooperación con la Colectividad Polaca y los Polacos en el Extranjero del Ministerio de Relaciones Exteriores, es una inciativa conjunta de la Embajada de la República de Polonia en Buenos Aires y la Colectividad Polaca de Oberá, provincia de Misiones, Argentina. Fue realizado por Mauricio Holc, Gabriel Enriquez y Virginia Forster, jóvenes integrantes de la Colectividad Polaca de Oberá, y se implementó como parte de la celebración del Día de la Colectividad Polaca y de los Polacos en el Extranjero en 2019, gracias a la participación de jóvenes miembros del Grupo de Cantos y Bailes “Nasza Mała Polska” de Oberá y la comunidad local de los indígenas guaraníes mbyá El Chapá.
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El encuentro de los colonos polacos con los indígenas de la comunidad guaraní mbyá, ilustrado de manera poética en el cortometraje Jejou, se originó en efecto de la primera de las tres olas de la inmigración masiva desde Europa hacia América. Las razones económicas y políticas en diferentes épocas provocaron a millones de habitantes de diferentes países a dejar sus tierras natales y emprender un largo viaje a lo desconocido en busca de un futuro mejor. Los barcos llenos de hombres, mujeres y niños esperanzados con poder construir sus vidas desde un nuevo inicio en terrenos que la mayoría de ellos conocía solamente por el prometedor nombre América, salían de varios puertos europeos y tras meses llegaban a diferentes puertos americanos de la Costa Atlántica desde Canadá hasta Brasil. Después de desembarcar y pasar por los trámites migratorios, los forasteros de tierras lejanas eran divididos en grupos y dirigidos a regiones que, según las políticas de cada uno de los países receptores, necesitaban nuevos pobladores. La inmigración organizada de polacos a Argentina, fomentada por la constitución de 1853 que prohíbe establecer limitaciones para ingresar al país a los «extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las indus-
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trias, e introducir y enseñar las ciencias y las artes» y ordena al Estado favorecer la inmigración «europea», comenzó en la última década del siglo XIX. Los Repartos de Polonia entre Austria, Prusia y Rusia, así como la pobreza y la sobrepoblación del campo polaco incitaron a 4300000 campesinos, obreros e intelectuales a la huida de su patria ocupada. Casi 69000 de ellos –después de en gran parte no ser recibidos en Estados Unidos por no cumplir con los requisitos sanitarios– al llegar a Argentina empezaban el último tramo de su traslado: tierra adentro, destino final indicado por las autoridades argentinas según las habilidades profesionales de los inmigrantes correspondientes a las necesidades de las regiones del país. La Provincia de Misiones, según las políticas del Estado en aquel momento en proceso de construcción y con ambiciones de una nación moderna, necesitaba ser poblada para evitar la ocupación por parte de Brasil. En el transcurso de un par de décadas, alrededor de 10000 campesinos, quienes podrían aprovechar las enormes extensiones de terreno para cultivar la tierra, fueron orientados hacia el norte del territorio argentino. Miles de colonos, para llegar a Posadas –la capital de la provincia– a Apóstoles u otros pueblos,
recorrieron largas distancias primero en barcos por el río Paraná, y luego adentrándose en la selva misionera por la escabrosa tierra colorada. Como no existían caminos, debían abrirlos formando picadas que algunos atravesaban a pie y otros en carretas –traídas aún desde Polonia, y tiradas por bueyes lugareños– conocidas en la región hasta hoy en día como ¨carros polacos¨. Los primeros trabajos que tenían que ejercer los recién llegados era el desmonte del terreno para poder construir casas que reemplazarían las chozas –hechas con ramas de árboles y hojas de palmera– que fueron su primer albergue en la selva, y paralelamente la poda de la vegetación selvática para abrir con machetes caminos a los terrenos que con arduo trabajo convertirían en campos de cultivo, a los arroyos con agua potable alejados a menudo varios kilómetros de sus asentamientos, y con el tiempo a las nuevas chacras que se multiplicaban con las llegadas de los siguientes grupos de colonos a quienes en la segunda década del siglo XX comenzaron a llamar ¨polacos de la selva¨. A pesar de distintas adversidades, con las que se enfrentaron en la nueva realidad, como la escasez de capital, dificultades en comunicación con los co-habitantes de la zona, lejanía de sus
tierras natales y familiares, clima húmedo, molestosos insectos, falta de corriente eléctrica, de herramientas y de conocimiento de manejo del subtropical suelo arcilloso, entre otros, supieron sobrevivir en esas condiciones exigentes. Con el tiempo, se acostumbraron a vivir de una manera diferente, aprendieron a cultivar plantas locales, como mandioca, yerba mate, maíz de otros colores que el amarillo ya conocido por ellos, fueron pioneros en las plantaciones del té, superaron todas las desdichas y junto con los representantes de otras nacionalidades asentados en Misiones y los nativos de la comunidad guaraní mbyá se volvieron orgullosos ciudadanos argentinos, quienes nunca olvidaron sus raíces y cultivan apasionadamente las costumbres polacas. Actualmente, los descendientes de los colonos polacos forman la tercera minoría en cuanto al número de habitantes de Argentina. Se integraron totalmente y aportaron con su trabajo de manera importante al desarrollo del país. Como la única nación en este país tan pluricultural, cada año desde el 8 de junio de 1996 pueden oficialmente conmemorar el Día del Colono Polaco, fecha reconocida por la Ley 24.601 de la Nación, que fue promovida por la Cámara de Diputados de la Nación, en homenaje al centenario de la refundación de Apóstoles realizada por los colonos polacos el 8 de junio de 1896.
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Yvy pytã / en guaraní tierra colorada / uno de los suelos más fértiles del mundo, tierra de pueblos originarios e inmigrantes
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Wianki / en polaco coronas de flores / uno de los elementos simbólicos más importantes y representativos de la cultura polaca y eslava en general, presente en las festividades del solsticio de verano “Noc Kupały”. Son usadas por las chicas, quienes las arman especialmente para la primera noche de verano
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Avachi / en guaraní maíz / el grano clave para las aldeas mbyá y los primeros inmigrantes polacos
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La recolecciĂłn de flores silvestres y hierbas durante el verano era una tradiciĂłn importante y de gran simbolismo para los polacos, quienes luego las secaban y usaban durante el resto del aĂąo para especiar las comidas, crear infusiones, pociones y pomadas 22 jejou . encuentro . spotkanie
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Picada / en guaraní tape / pequeño camino rural hecho por los colonos, quienes lo transitaban diariamente. El denso monte misionero se abría paso con machetes y herramientas caseras; era un trabajo duro y sacrificado. Recorrer kilómetros era habitual y necesario para obtener agua, cosechar, recolectar y realizar otras actividades. Las picadas atravesaban arroyos y montes, y daban lugar a numerosos encuentros entre representantes de ambas culturas
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Y / en guaraní agua / elemento clave y esencial para la vida, uno de los recursos más importantes para las comunidades mbyá; los cursos de agua teñidos de rojo por la tierra colorada son abundantes en Misiones
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Durante el proceso de rodaje del cortometraje Jejou, el arroyo fue el mediador y punto de encuentro predilecto entre ambas comunidades, donde los temores, miedos y prejuicios se transformaron en uniĂłn, amistad, compaĂąerismo y diversiĂłn
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Tierra compartida Jejou es un homenaje a los colonos polacos, sus descendientes y a los pueblos originarios, quienes entre sĂ se encontraron en esta tierra tan aĂąorada, con el deseo de pertenecer y prosperar; compartiendo creencias, cultura y costumbres, aprendiendo mutuamente en convivencia y respeto.
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Se estima que una cuarta parte de los habitantes de Misiones tienen raíces polacas; son más bien argentinos de origen polaco, pero su apego a la cultura polaca y la perseverancia en el cultivo de los hábitos de sus antepasados, tan lejos de la antigua patria, sorprende a los todavía pocos turistas de Polonia que llegan a esa región. No resulta extraño para los lugareños que las cabañas de los montañeses polacos se encuentran en el corazón de la selva tropical y están adyacentes a las aldeas de las comunidades indígenas, ni que los miembros de la comunidad polaca se reúnan para bailar danzas folclóricas de distintas regiones de Polonia y preparar sus diferentes platos más típicos, aunque deben aprender el idioma polaco como ajeno. Jejou nace de este realismo mágico. Los mitos de los habitantes nativos y el folklore polaco de repente se vuelven extrañamente cercanos 46 jejou . encuentro . spotkanie
Director, productores, protagonistas y colaboradores de Jejou
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La mayoría de los participantes del proyecto forman parte de la Colectividad Polaca de Oberá. Son descendientes de polacos y amigos de la colectividad polaca, quienes juntos llevan años dedicando su tiempo libre para mantener y promover las tradiciones polacas. Mauricio, responsable del guión, dirección, cámara, producción y parte visual (fotografías y diseño gráfico del almanaque para el año 2020 y el álbum con las fotografías), es miembro y colaborador activo de la colectividad y el consejo cultural. Se desempeña como administrador de sistemas, fotógrafo de bellas artes, moda y retratos, y como realizador audiovisual. Gabriel, responsable de la producción, es miembro y colaborador activo de la colectividad, perenece también a la comisión directiva de esta, al consejo cultural, y es uno de los profesores del Grupo de Cantos y Bailes “Nasza Mała Polska”. Se desempeña como docente, es profesor en educación tecnológica. Virginia, responsable de la producción, es miembro y colaboradora activa de la colectividad, pertenece también a la comisión directiva de esta, fundadora y miembro del consejo cultural y es una de las profesoras del Grupo de Cantos y Bailes “Nasza Mała Polska”.
Se desempeña como ejecutiva de ventas en un banco. Agostina, protagonista, es miembro y colaboradora activa de la colectividad y pertenece también al Grupo de Cantos y Bailes “Nasza Mała Polska”. Se desempeña como docente. Claudio, protagonista, pertenece a la comunidad de los guaraníes mbyá El Chapá, es estudiante y está terminando la secundaria con grandes aspiraciones para su futuro. Agradecimiento especial a la comunidad guaraní mbyá El Chapá, quienes confiaron en nosotros y decidieron participar de nuestro proyecto, así como también ayudarnos a comprender más de su cultura, forma de vida, espiritualidad y costumbres, en particular a Antonio Castillo (auxiliar docente indígena) quien es parte de la comunidad y fue nuestro contacto y nexo dentro de ella, y a su hermano Ilario Catillo (cacique de la comunidad). Agradecimiento a la Embajada de la República de Polonia en Buenos Aires, especialmente al Cónsul Michał Świetlik y a Maja Tyborska por confiar y darnos la posibilidad de realizar este proyecto, a Anna Stąpór por la redacción y coordinación de esta publicación. A José Skowron Posluzna por la asesoría histórica.
Concepto, dirección y fotografías del cortometraje: Mauricio Holc Producción: Mauricio Holc, Gabriel Enriquez, Virginia Forster Protagonistas: Agostina Ostwald, Claudio Ramirez, miembros de la Colectividad Polaca de Oberá, miembros de la comunidad El Chapá
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