TRÁNSITOS Y RÉMORAS
29.11.12 teoría IV_ensayo final emilio ponce jiménez de la rosa
De todos los espacios de la ciudad, probablemente el del transporte público sea uno de los que más impacto tiene en el comportamiento del hombre moderno. La casi inseparable relación entre redes de transporte y la evolución de la ciudad posmoderna descrita por Françoise Choay1 , justifica acertadamente la importancia de los espacios dedicados al tránsito e intercomunicación de los que habitan la ciudad. Nadie niega pues su importancia en el esquema urbano, y sin embargo de pocos es sabido y estudiado lo que estos espacios provocan como refugios móviles. ¿Qué cualidad, o más bien, qué calidad espacial tienen estos lugares?
m a teria . Un primer acercamiento de análisis sobre el equipamiento del transporte es su materialidad. El que todo equipamiento para/de el transporte público actual sea producido en serie resulta en realizaciones principalmente de plástico o metal. Si bien en algún momento de nuestra existencia humana, estos materiales innovadores representaron con toda firmeza el ideal moderno y progresista, hasta el punto de llegar a ser objetos de lujo y admiración, estas percepciones han ido transformándose con los tiempos. De manera háptica, el inconsciente colectivo actual relaciona casi automáticamente lo plástico con lo indigno, lo barato, lo poco cálido, lo incómodo (por inadaptable a las formas del cuerpo humano), lo de siempre y no lo hogareño y por ende humano. Solemos preferir las realizaciones de madera, de tejido, de la producción artesanal. Como ya lo indicara Walter Benjamin2 . , no podemos hablar siquiera aquí de un acercamiento a las intenciones y el “alma” que solo el trabajo manual, o por lo menos el no reproducible, puede conferirle a una producción, y en este caso al espacio. Para muchos, esta producción para el inconsciente de la masa habitante, para el humano genérico, es un indicador de la falta de habitabilidad de dichos espacios cuyas medidas han sido estandarizadas y hasta homologadas internacionalmente. Como en la arquitectura y otras disciplinas, existe también aquí una dialéctica constante entre los modos de producción industrial y artesanal. El diseño industrial tiene sobre ese tema en particular respuestas interesantes. La ergonomía y, por lo tanto lo que es pensado para el ser físico del ser humano, se ha convertido en paradigma del diseño del s. XX. Emulando los dichos de Alvar Aalto3 . , la disciplina promete encontrar una fórmula a la habitabilidad del objeto creado, a través de estudios científicos de orden diverso como la antropometría, la sociología y la psicología entre otros. No obstante, lo que sus mayores detractores indican, con cierta razón, es que se trata de un un proceso estadístico y por lo tanto incompleto y aproximado, que se trata de estandarizaciones sujetas a intereses varios, dentro de los que cabe el interés monetario. El individuo real siendo así olvidado para dar paso al individuo de la imagen colectiva, institucionalizada, la producción ergonómica solo responde, como el Modulor, cabalmente a contados y muy especificos ejemplares de la raza.
1.