Admiración o Animosidad: ¿CÓMO DEBEMOS VER A LAS PERSONAS LGBTQ? WILLIAM S. BRADSHAW
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NOTA DEL AUTOR Bill Bradshaw es profesor emérito del Departamento de Microbiología y Biología Molecular de Brigham Young University, donde enseñó y realizó investigaciones durante 38 años. En BYU se desempeñó como Decano Asociado de Honores y Educación General. Completó un bachillerato en biología en Harvard y un doctorado en bioquímica en University of Illinois. El interés de Bill en temas LGBTQ se deriva de tres experiencias. La primera es académica. La pregunta sobre el origen de la homosexualidad fue planteada en una ocasión por uno de sus estudiantes en un curso introductorio de biología, biología molecular o biología celular. La segunda surgió durante su servicio eclesiástico en la Iglesia SUD. Junto con su esposa, Marge, presidió la misión de la iglesia en Hong Kong y Vietnam del Sur desde 1971 hasta 1974. Posteriormente se desempeñó como obispo y luego como consejero en una residencia de estaca para estudiantes casados de BYU. La tercera, y la más importante, es porque Marge y Bill son padres de un maravilloso hijo gay. Brett, su esposo Jeff y su hija Madeline viven en Oakland, CA. Marge y Bill han servido como copresidentes de LDS Family Fellowship, un grupo de apoyo para padres de niños LGBTQ.
Índice 6
¿POR QUÉ LAS PERSONAS HOMOSEXUALES ESTÁN SUJETAS A LA MALA VOLUNTAD?
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Un Vistazo a las Referencias Bíblicas El Pecado del Pueblo de Sonoma Las Prohibiciones de Levítico Las Declaraciones de Pablo en el Nuevo Testamento Culpabilidad por asociación: el pecado en la transgresión sexual. La Asociación Negativa Con Las Debilidades Humanas La Definición Religiosa De La Familia
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LA DIFÍCIL SITUACIÓN DE LOS HOMOSEXUALES MIEMBROS DE LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS
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CUATRO OPCIONES
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¿Matrimonio de orientación mixta? ¿Celibato? ¿Una relación homosexual monógama?
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¿CUÁL ES LA NATURALEZA DE UNA RELACIÓN HOMOSEXUAL?
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¿QUÉ SE PUEDE HACER PARA ELIMINAR LA HOMOFOBIA?
¿Por Qué Las Personas Homosexuales Están Sujetas A La Mala Voluntad? El reconocimiento de que hay una fracción de la humanidad que, por naturaleza, no tiene una orientación heterosexual, es muy reciente en la cultura occidental. La palabra “homosexual” no se acuñó hasta 1869 y no apareció en inglés hasta aproximadamente 1895 [1]. Así, en muchas sociedades humanas se creía comúnmente que las personas involucradas en el comportamiento homosexual eran heterosexuales; no se concebía la idea de que hubieran otros tipos de personas. Está claro que en ciertos momentos de la historia y, en lugares específicos, personas de diferentes culturas han mantenido diferentes puntos de vista sobre la homosexualidad. Existe documentación histórica de que ciertas prácticas del mismo sexo eran de conocimiento común, a veces aceptadas, e incluso celebradas formalmente en sociedades específicas [2, 3]. Esto afirma que las personas en la tradición hebrea no concibieron la existencia de un “tercer sexo”, ni entretenían la noción de las personas podían sentirse atraídas intrínsecamente por el mismo sexo. En el contexto judío antiguo o cristiano primitivo, el individuo homosexual solo podía ser visto por otros como perverso y lascivo. En mi opinión, este punto de vista se refleja e informa en las condenas bíblicas de las relaciones homosexuales.
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Un Vistazo a las Referencias Bíblicas Por supuesto, es posible leer la Biblia desde una perspectiva infalible. En tal perspectiva, las palabras de los escritores bíblicos deben interpretarse literalmente (nunca simbólicamente), y son eternas, en el sentido de que se aplican sin alteración independientemente de los pueblos, la cultura o las circunstancias. Alternativamente, uno puede creer que un estudio cuidadoso nos permite distinguir lo literal de lo figurativo, y aceptar que un evento o mensaje revelador podría entenderse o transmitirse imperfectamente a través del instrumento a veces inadecuado de los idiomas. Los Santos de los Últimos Días aceptan esta última proposición, creyendo que es consistente con la declaración de que “la Biblia es la palabra de Dios en la medida en que se traduce correctamente”. Un ejemplo específico es la declaración del presidente Spencer W. Kimball de que el relato de Génesis sobre la creación de Eva a partir de la costilla de Adán es “figurativa” [4]. Lo que sigue, entonces, es un análisis de aquellos pasajes bíblicos que se han usado tradicionalmente para condenar la homosexualidad.
Algunos pasajes bíblicos utilizados para desaprobar la homosexualidad no han sido interpretados correctamente.
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El Pecado del Pueblo de Sonoma La sabiduría convencional dice que la destrucción por parte de Dios de las ciudades de Sodoma y Gomorra, registrada en Génesis 19, puede atribuirse a la homosexualidad practicada por sus ciudadanos. SIN EMBARGO, UN PROFUNDO ANÁLISIS DE LOS TEXTOS BÍBLICOS DEMUESTRA QUE ESTA CONCLUSIÓN NO ES VÁLIDA. De este modo,
Lot viola las costumbres culturales de Sodoma al invitar a extraños (en este caso, a dos agentes celestiales) a su hogar. El pueblo de Sodoma no era hospitalario. Una multitud de ciudadanos se reúne y exige que los dos le sean entregados, a fin de “que puedan conocerlos”. Se ha asumido que la palabra “conocer” tiene una connotación sexual en este contexto (no uso mucho más frecuente del hebreo “yada”, que significa reconocer, aceptar, dar a conocer o castigar [5]), porque al negarse a invitar a los extraños a sus hogares, Lot, alternativamente, ofrece a sus hijas vírgenes como apaciguamiento. (Tomamos en cuenta que la versión inspirada presenta el texto como “... permítanme, les ruego, suplicar para no traerles a mis hermanos”). La historia también es muy similar a la presentada en Jueces 19-21, en la que el resultado es más claramente una violación en grupo a los huéspedes de la casa.
La percepción crítica al interpretar este relato es que los habitantes de Sodoma eran condenados, por razones no especificadas, antes del incidente en la casa de Lot. El juicio divino había sido impartido anteriormente (el Señor ya le había informado a Abraham lo que sucedería), y no es una consecuencia de los eventos del momento. De hecho, los ángeles han sido enviados para ejecutar la destrucción.
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Una revisión de las referencias bíblicas posteriores a Sodoma (en siete libros del Antiguo Testamento y seis libros del Nuevo Testamento) no justifica la conclusión de que el problema del pueblo de la ciudad era sexual. (La única excepción posible es Judas 7, que cita la fornicación y la vaga afirmación de “perseguir la carne extraña”, donde la palabra griega “sarx” se interpreta de manera diversa como la comida, el cuerpo, los seres humanos o la naturaleza humana: fragilidades o pasiones. [5]) Con mayor frecuencia, Sodoma y Gomorra se citan juntas como una metáfora de la iniquidad: “. . . como cuando Dios derrocó a Sodoma y Gomorra,“ Isaías 13:19. Sin embargo, Ezequiel hace una declaración inequívoca de la fuente real de la iniquidad. “He aquí que esta era la iniquidad de tu hermana Sodoma, la soberbia, la plenitud del pan y la abundancia de la ociosidad estaba en ella y en sus hijas, y no fortaleció la mano de los pobres y necesitados” (Ezequiel 16:49). Los sodomitas eran egoístas e indiferentes. Como reflejo de su arrogancia y falta de voluntad para atender a los necesitados, rechazaron a los extraños.
El pecado de Sodoma era la inhospitalidad, no la homosexualidad. Jesús tuvo esta misma visión. Él dice que las personas de esas ciudades que no acogen ni son receptivas a los apóstoles misioneros estarán más condenadas que las de Sodoma y Gomorra (porque también eran inhóspitas), tal como se repite en Mateo 10:15, Marcos 6, 11 y Lucas 10:12. Los sodomitas no eran homosexuales; eran personas que no tenían caridad. La interpretación de que el pecado de Sodoma era la inhospitalidad, el maltrato de extranjeros y la falta de generosidad está fuertemente respaldada por los antiguos textos religiosos judíos (el Talmud babilónico) [6]. La conexión (no confiable) de Sodoma con las prácticas sexuales entre personas del mismo sexo se realizó por primera vez miles de años después del hecho por parte de Filón de Alejandría, cuya vida abarcó la de Jesús y los padres de la iglesia primitiva [7]. Luego se convirtió en el dogma de la incipiente Iglesia Católica, defendida, por ejemplo, por Agustín.
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Los Santos de los Últimos Días no deben aceptar una idea errónea que se convirtió en parte del canon religioso cristiano durante ese período apóstata de la historia, cuando la revelación legítima era tan escasa.
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Las Prohibiciones de Levítico Es útil colocar los versículos de las Escrituras del Antiguo Testamento que comentan sobre la sexualidad entre personas del mismo sexo (Levítico 18:22; 20:13) en el entorno histórico de Israel que intenta sobrevivir físicamente y mantener su integridad religiosa y social frente a las influencias extranjeras que las personas encontraron en un nuevo lugar. Las regulaciones en este libro constituyen un “Código de Santidad”, destinado, en gran parte, a los sacerdotes como reglas de comportamiento que distinguen a los emigrantes de Egipto de los cananeos a cuya tierra han entrado [6]. “Cumplan todos mis estatutos y preceptos; pónganlos por obra, para que no los vomite la tierra adonde los llevo a vivir. No vivan según las costumbres de las naciones que por amor a ustedes voy a expulsar; porque ellas hicieron todas estas cosas, y yo las aborrecí. Pero a ustedes les digo: poseerán la tierra que perteneció a esas naciones, tierra donde abundan la leche y la miel. Yo mismo se la daré a ustedes como herencia: Yo soy el Señor su Dios, que los he distinguido entre las demás naciones. [Levítico 20: 22-24] ”. La implementación práctica de esta “separación” tomó la forma de instrucciones relacionadas con la seguridad, la preservación de una identidad cultural y la procreación para aumentar la población. Los israelitas no debían adorar a los dioses cananeos ni adoptar sus costumbres. La necesidad de esta comunidad ha sido descrita como “construcción de la nación”, un intento de mantener la pureza étnica, apropiada para una circunstancia de frontera particular en un momento particular [8]. Como ejemplos del esfuerzo por promover un estado de pureza estricta, al pueblo se le prohibió cruzar el ganado, plantar un campo con dos tipos diferentes de semillas o usar ropa hecha de dos tipos diferentes de telas (Levítico 19:19). Hay una larga lista de prohibiciones adicionales que incluyen cortes de cabello redondeados, relaciones sexuales conyugales durante la menstruación, todas consideradas impuras. Muchas de estas violaciones fueron punibles con la muerte.
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El sexo entre hombres se describe como una “abominación” (Lev. 18:22). La palabra hebrea es “tow’ebah” o “to’ebah”, que tiene un rango de significados, pero cuya intención, como aparece en varios versos en Levítico y Deuteronomio, parece ser “abominable por ser idólatra o ceremonialmente impura [5]”. Por lo tanto, otras “abominaciones” incluían comer rumiantes (Lev. 11: 4), tomar posesión de esculturas de ídolos (o quitarles el oro o la plata que las recubren) obtenidos de enemigos derrotados (Deut. 7:25), sacrificar un toro o una oveja con defectos (Deut. 17:1), vestir ropa de una persona del sexo opuesto (Deut. 22:5), practicar la magia o lo místico (Deut. 18:12), retomar la relación con una esposa divorciada cuyo posterior esposo ha fallecido (Deut. 24:4), o hacer negocios utilizando escalas o reglas imprecisas (Deut. 25:16). Muchas de estas preocupaciones son claramente anacronismos en la sociedad actual, o, como mucho, se consideran triviales y no intrínsecamente malas. Esto es especialmente cierto ya que el castigo por practicar sexo entre personas del mismo sexo era la muerte, el cual también era impuesto para el adulterio, las relaciones sexuales con los padres, los hijos, o con animales (Lev. 20: 10, 11, 12, 13, 15, 16), pero también para maldecir a los padres (v. 9), incursionar en el ocultismo (v. 27), blasfemar el nombre de Dios (Lev. 24:16), asesinato (Lev. 24:21), o abogar por la adoración de dioses falsos (Deut. 13:5). Pocos hoy en día considerarían la pena de muerte como apropiada para todos estos tipos de comportamientos, incluso aquellos considerados altamente despreciables.
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Muchas de Estas Políticas No se Adaptan a la Sociedad Moderna. Entonces, aquellos que argumentan a favor de la condena de la homosexualidad del Antiguo Testamento parecen ser culpables de una inconsistencia grave al defender una serie de prohibiciones mientras hacen caso omiso de la mayoría de las otras.
Pero el punto más importante es que los actos homosexuales a los que se hace referencia se percibieron sin duda como cometidos por heterosexuales, ya que en esa época no se concebía el concepto de que pudiera existir en la humanidad algún otro estado que no fuera el sentirse atraído por el sexo opuesto.
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Las Declaraciones de Pablo en el Nuevo Testamento Escribiendo desde Grecia, Pablo comienza su carta a los romanos con sus saludos (Romanos 1:1-15), y luego empieza un sermón sobre el estado degradado de la humanidad, probablemente influenciado por las prácticas paganas que había observado en sus recientes viajes misioneros. Él condena el hecho de que aunque los caminos a la piedad son obvios, las personas han abandonado la justicia. Han sustituido el amor a Dios por el amor a sí mismo. Comenzando con la adoración de ídolos, sigue una larga lista de actitudes y comportamientos inapropiados que se derivan de este autoengaño. Entre estos, los versículos 26-27 se refieren a actos sexuales entre personas del mismo sexo, considerados antinaturales para mujeres u hombres. El énfasis está en la capacidad de las personas de actuar de manera contraria, sabiendo lo que es correcto, pero haciendo lo opuesto. En este contexto, el ser de una manera pero actuar de otra, es razonable creer que Paul estaba condenando a aquellos de orientación heterosexual que realizaron actos homosexuales, y que era poco probable que él imaginara que algunas mujeres u hombres eran homosexuales por naturaleza. “Esa idea no existía en su mundo” [8, 9]. Otras declaraciones en los escritos de Pablo sobre aquellos que “abusan” (I Cor. 6:9) o “se deshonran” (I Tim. 1:10) “a sí mismos ante la humanidad” son probablemente referencias a prostitutos (8, 9, 151, 156), una interpretación coherente con sus ejemplos de promiscuidad (fornicarios, adúlteros, putañeros). En un reciente libro importante [10], Jennings documenta estas aseveraciones sobre la interpretación de las referencias bíblicas con mayor detalle.
Paul condenaba el comportamiento sexual entre personas del mismo sexo por parte de heterosexuales.
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Entonces, propongo, tal como lo han hecho otros antes que yo, que cuando los dos o tres escritores bíblicos denunciaron el comportamiento homosexual, estaban abordando el tema de las personas heterosexuales que practicaban sexo homosexual. Para ellos era inconcebible que existieran personas cuyo estado natural esté orientado románticamente a las personas de su mismo género. Tal posibilidad simplemente no se les ocurrió a estas personas en esa época. Observo la ausencia de una referencia a la homosexualidad en el Libro de Mormón, la Perla de Gran Precio o, especialmente, en La doctrina y Convenios. Los microorganismos causantes de enfermedades eran desconocidos hasta que el surgimiento de la tecnología científica de finales del siglo XVIII permitió su detección y una conceptualización de su papel en los asuntos humanos. De manera análoga, nos ha llevado incluso más tiempo concebir un segmento de la humanidad con una orientación no heterosexual, y que las personas gays y lesbianas emerjan de lo invisible. Yo sostengo que nuestra perspectiva actual debe tomar en cuenta los conocimientos y la experiencia recientes. La comprensión humana de lo que es verdadero cambia con el tiempo. La verdad puede ser eterna, pero nuestra comprensión de ella no es automática ni completa. El aprender nos toma tiempo, generalmente mucho tiempo. Lo que resulta evidente es que Dios no interviene unilateralmente para corregir nuestras deficiencias en el conocimiento y la comprensión; Él parece esperar pacientemente mientras resolvemos las cosas por nosotros mismos. La evidencia es fuerte de que nuestros hermanos y hermanas gais y lesbianas son homosexuales por naturaleza, y que su tipo de orientación sexual no es alterable. Del mismo modo, hemos sido ignorantes acerca de los problemas que rodean la identidad de género, al no entender la realidad de las personas transgénero.
Esta información nos obliga a reconsiderar conceptos equivocados que podemos haber albergado, incluso aquellos basados en las Escrituras, cuando reconocemos que nuestra comprensión es errónea.
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Culpabilidad por asociación: el pecado en la transgresión sexual. Las personas tienden a ver la homosexualidad con malos ojos en parte porque comúnmente se asocia indiscriminadamente con todas las conductas sexuales que se consideran pecaminosas, inmorales o ilegales. Por ejemplo, considere esta lista de un escritor SUD colocada bajo el título de “Inmoralidad sexual:” inmodestia, besuquear, acariciar, prostitución, putear, sodomía, onanismo, homosexualidad, masturbación, incontinencia, perversión, violación, seducción, infidelidad, adulterio, fornicación, impureza” [11]. Agrupaciones similares se han encontrado en otras publicaciones altamente influyentes [12]. Es evidente que se deben hacer algunas distinciones entre estos comportamientos. Se requieren definiciones prudentes, así como las razones por las que son inapropiadas. Por ejemplo, la violación y el abuso sexual de niños deben ser condenados inequívocamente como agresiones violentas a víctimas, y por lo tanto, como acciones inmorales e ilegales. El adulterio también resulta en víctimas: los esposos y esposas cuyos cónyuges son infieles y sus hijos. El mal en la infidelidad es evidente en la palabra misma, la ruptura de un compromiso. La prostitución, el sexo a cambio de un pago, es una explotación mutua de las partes involucradas, basada en la lujuria sin amor.
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Entonces, invocamos diferentes criterios para juzgar si ciertos actos sexuales son inapropiados. Algunos son lascivos si están motivados exclusivamente por la auto gratificación; sucumbir a la lujuria es perverso, un reflejo de egoísmo y una pérdida de autocontrol. Condenamos la promiscuidad, creyendo que la intimidad física debe reservarse para una pareja que sea fiel a un compromiso monógamo vinculante. Dentro de muchas tradiciones religiosas, las parejas heterosexuales solteras, enamoradas y dispuestas a cumplir esa promesa, esperan para expresarse sexualmente hasta el matrimonio. Hasta hace poco, esta opción no estaba abierta a gays y lesbianas. Sin embargo, hay algo circular, y por lo tanto no equitativo, sobre el argumento de que todas las relaciones sexuales, incluidas las homosexuales, están prohibidas fuera del matrimonio, mientras que al mismo tiempo se prohíbe el matrimonio homosexual.
La posibilidad de tener una relación monógama legal se ha vuelto disponible para las personas LGBTQ hace muy poco tiempo.
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Es difícil ignorar la conclusión de que la aversión por la que muchos heterosexuales se oponen a la homosexualidad se basa en un sentimiento de repugnancia por la naturaleza física de hacer el amor con personas del mismo sexo. Incapaces de imaginarse a sí mismos participando en tal actividad, ellos (los heterosexuales) pueden percibirla como antinatural, una perversión. Sin embargo, debe admitirse que las intimidades del sexo son algo misteriosas, a veces abrumadoras incluso para hombres y mujeres recién casados. Es la opinión contemporánea de los SUD de que el afecto físico en el matrimonio no solo es apropiado, sino que es un componente esencial en una relación sana y satisfactoria, sostenida por la preocupación mutua y el respeto por la pareja. Es necesario destacar que, dado que esto se considera un asunto privado, la mecánica de hacer el amor no está prescrita ni proscrita, tomando en cuenta que los aspectos más importantes son la consideración y la sensibilidad hacia los sentimientos de la pareja. El carácter privado y personal del sexo también se obtiene en un contexto homosexual en el que también hay un énfasis en el equilibrio apropiado, sabiendo que el sexo no debe asumir un papel dominante a expensas de los otros elementos psicológicos y espirituales necesarios en la asociación monógama de dos personas enamoradas la una de la otra. Si bien se argumenta correctamente que una relación duradera y satisfactoria entre un hombre y una mujer no puede basarse únicamente en el sexo, también incumbe a los críticos no creer que el amor homosexual se basa principalmente en el deseo erótico.
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La expresiรณn del amor homosexual no estรก gobernada por mayor lascivia que el amor heterosexual.
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La Asociación Negativa Con Las Debilidades Humanas Cuando la orientación homosexual se ve como una aberración, y se piensa que se puede cambiar por la fuerza de voluntad o la intervención terapéutica, con frecuencia se asocia con aquellas disposiciones o debilidades humanas que se pueden expresar de maneras perjudiciales para uno mismo y para los demás. Por ejemplo, se ha descrito como un sentimiento o susceptibilidad similar al “mal genio, a la actitud polémica y codiciosa” o que conduce al alcoholismo o una adicción al juego [13]. A veces, la orientación homosexual se menciona entre las cargas opresivas con las que algunas personas tienen que lidiar, como “discapacidades físicas o mentales, sentimientos de depresión o insuficiencia, o adicción a ciertas sustancias o prácticas: alcohol, tabaco, drogas o pornografía” [14]. Estas formulaciones descuidan dos aspectos esenciales de la orientación sexual: que es una característica humana persistente y duradera, y que tiene una gran capacidad para el bien. En contraste, la mayoría de las imperfecciones de los tipos citados anteriormente son de corta duración o periódicos y su efecto sobre aquellos a quienes están dirigidos es perjudicial. Por ejemplo, nunca compararíamos el amor heterosexual entre un hombre y una mujer con perder los estribos. Eso sería terriblemente degradante.
La homosexualidad no debe equipararse con las debilidades humanas comunes. Durante la semana, todos nosotros exhibimos diversos grados de ansiedad, generosidad, soberbia, gratitud, desaliento, entusiasmo y demás, pero nuestra orientación sexual, ya sea heterosexual u homosexual, es una constante. Es parte integrante de quienes somos. Por supuesto, las personas son capaces de abusar de su orientación sexual, en cualquiera de sus variantes, expresándola de manera inapropiada. Pero de la misma manera, la expresión positiva del amor hacia otra persona es 21
ennoblecedora y virtuosa. Es una injusticia colocar la orientación homosexual en un contexto negativo, junto con fallas humanas transitorias con las que no es equivalente. Un remedio para esta visión limitada es familiarizarse con las personas gays y transgénero. Cuando eso ocurre, su bondad intrínseca se vuelve evidente. Como miembros de familia leales, buenos vecinos, empleados concienzudos o ciudadanos patriotas que respetan la honestidad, la amabilidad, la sensibilidad, en cualquier medida del valor humano, ellos son equivalentes a los que somos heterosexuales.
La Definición Religiosa De La Familia Las objeciones de la Iglesia SUD a las relaciones entre personas del mismo sexo no se basan en declaraciones directas en sus Libros Canónicos, sino que se deducen de manera secundaria de su visión de la familia y su definición de matrimonio. “Las relaciones sexuales son adecuadas solo entre un hombre y una mujer legal y legítimamente casados como marido y mujer. Cualquier otra relación sexual, incluidas las relaciones entre personas del mismo género, son pecaminosas y socavan la institución de la familia creada por la divinidad [15]”. Puesto que solo la relación heterosexual ha sido tradicionalmente la norma, cualquier otro vínculo se considera ilegítimo independientemente del grado en que pueda ser idéntico en virtud o bondad a uno entre un hombre y una mujer. El pecado de una relación entre personas del mismo sexo se infiere, no se demuestra.
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Debemos reconocer la bondad intrĂnseca de las personas LGBTQ. Los juicios sobre las personas LGBTQ solo deben hacerse mediante observaciĂłn directa sobre cĂłmo viven sus vidas.
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La difícil situación de los homosexuales miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días Tratemos de imaginar y empatizar con la circunstancia de un joven miembro comprometido de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que se encuentra a finales de la adolescencia o principios de sus veintes y que se da cuenta de su homosexualidad. Este es un reconocimiento y aceptación de una orientación innata y no elegida hacia una persona del mismo sexo con una posibilidad pequeña o nula de ser alterada en el transcurso de la vida. ¿Qué haría? Al igual que sus hermanos y hermanas heterosexuales de la Iglesia, a usted le enseñaron sobre la primacía de la familia y creció esperando encontrar un cónyuge heterosexual con quien compartiría un amor profundo y duradero. Sin importar qué cosa pueda alcanzar por medio de la educación, los logros profesionales o cualquier otro éxito, nada, según sus creencias, tiene la misma promesa de alegría y satisfacción duradera que la que se encuentra entre una esposa, un esposo y sus hijos. Pero no para usted; para todos los demás en la congregación de la reunión sacramental sí, pero no para usted. Está excluido. ¿Es razonable suponer que después de unos 12 años (a partir de los 8 años, para un joven de 20 años) de escuchar cómo se enaltece al matrimonio (la virtud y los beneficios de la relación matrimonial y familiar como una práctica preparatoria para la piedad) una persona homosexual pueda abandonar fácilmente esa esperanza y la expectativa de estas bendiciones? No podemos esperar que una persona desapruebe ese concepto o que repentinamente se sienta cómoda con la idea de que no es elegible para gozar de las bendiciones de tales relaciones amorosas. Imagine escuchar: “El trabajo y el sacrificio acercarán a las personas heterosexuales al carácter de la deidad”, pero a usted se le dejará fuera de ese círculo. ¿Entonces qué haría? Debemos reconocer que no habrá una respuesta uniforme por parte de todos los jóvenes homosexuales miembros de la Iglesia. Algunos podrán, con un mínimo de angustia, aceptar la realidad de su orientación sexual y verla como un componente de la compleja naturaleza física y emocional de su carácter. El poder reaccionar positivamente con “Es quien soy”, probablemente refleja un fuerte sentido 24
de autoestima y un alto grado de confianza para poder retener el amor y el respeto que siempre se ha recibido de los padres, otros miembros de la familia y amigos íntimos. Otros, al ver la homosexualidad de manera muy negativa pasarán años en privado negándolo, intentando racionalizar o alejar sus circunstancias. Algunos se embarcarán en esfuerzos autodirigidos para alterar su orientación a través de una conducta virtuosa o un matrimonio heterosexual, o participarán de un programa formal de asesoramiento y terapia de cambio. Se realizó un estudio de individuos LGBTQ SUD que describe cómo estas personas navegan en el conflicto entre sus identidades religiosas y sexuales [16].
¿Cómo se sentirá el verse excluido de tus sueños más preciados? La experiencia sugiere que las personas en estas últimas categorías, que responden a su homosexualidad con diversos grados de negación, sufren una angustia espiritual significativa. No es sorprendente saber que los sentimientos de estima personal de muchos miembros homosexuales SUD disminuyen en gran medida en estas circunstancias, especialmente cuando al confesar su homosexualidad son vistos con desaprobación. Las experiencias que muchos describen sobre ser repudiados por sus padres, ser excluidos de asociaciones en sus familias extendidas y marginados en sus comunidades SUD son desgarradoras [17-20]. Lo más angustioso son las historias de aquellos que al perder las esperanzas de tener un lugar legítimo en el mundo se quitan la vida [21-23]. Desafortunadamente, esta situación en la comunidad mormona es cualitativamente igual a la que ocurre en nuestra sociedad en general. El abuso perpetrado a homosexuales, desde burlas en la escuela hasta delitos de odio, incluido el asesinato, está bien documentado [24-26]. Lamentablemente, uno de los hombres que torturaron y le quitaron la vida a Mathew Shepherd en Laramie, Wyoming [27] era SUD. Sin embargo, las autoridades de la Iglesia han exhortado repetidamente a sus miembros a que traten a las personas gays y lesbianas con amabilidad cristiana, y han denunciado cualquier forma de comportamiento cruel, abusivo o violento [28-29].
Muchas personas LGBTQ sufren indignidades intolerables. 25
Según como nuestros hermanos gays o hermanas lesbianas consideran sus opciones de vida en adelante, parecen haber
cuatro opciones:
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casarse heterosexualmente, permanecer soltero y célibe, asociarse promiscuamente con otros homosexuales o establecer una relación homosexual comprometida y monógama.
¿Matrimonio de orientación mixta? Por supuesto, hay muchos miembros homosexuales casados de la Iglesia. A menudo, se casan con la falsa esperanza de que una relación heterosexual les permitirá cambiar su orientación. Eso no sucede. El matrimonio como una cura para los sentimientos homosexuales fue una vez un consejo común y uno que tuvo serias consecuencias desafortunadas. La depresión, el autodesprecio, la pérdida de la fe y problemas similares a menudo resultan en la pareja gay o lesbiana. Sus cónyuges heterosexuales a menudo experimentan un sentimiento de traición, y quizás aún peor, una pérdida de autoestima debido a que no pueden satisfacer las necesidades románticas de su esposo o esposa, y sus propias necesidades de intimidad y expresión sexual pueden no ser satisfechas [30]. Los niños nacidos de tales parejas a menudo se convierten en víctimas involuntarias de esta ilusión, cuando el matrimonio se disuelve posteriormente. Reconociendo que el matrimonio heterosexual no es una solución [31], la Iglesia ha dado instrucciones a los líderes eclesiásticos para que dejen de dar este consejo [32]. La evidencia existente sugiere que cuando los matrimonios de orientación mixta tienen éxito, generalmente se debe a que el cónyuge no heterosexual es bisexual [33]. Algunos homosexuales casados SUD, con la ayuda de cónyuges comprensivos y altamente valientes, han optado por permanecer en esas familias, considerándola como la mejor solución individual, aunque difícil, para su situación [34]. Otros no lo han hecho, creo yo porque por la motivación de que no pueden seguir viviendo una mentira y necesitan encontrar otra manera de ser fieles a sí mismos, un principio que se les ha enseñado en la iglesia.
Los matrimonios de orientación mixta no son satisfactorios, e incluso son dañinos para muchas personas LGBTQ. Respondo con compasión al darme cuenta de que muchas personas homosexuales no pueden asumir, con toda honestidad, el tipo de compromiso que caracteriza el pacto matrimonial con una esposa o esposo. En tal circunstancia, parece apropiado considerar un estándar de conducta en el cual un miembro homosexual de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días encuentra un curso alternativo en la vida que le permite la adquisición de bondad y la práctica del servicio, los rasgos
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y el comportamiento que encuentran su máxima expresión en la vida del Salvador. Me parece que pueden haber caminos diferentes apropiados para ese fin.
¿Celibato? Esta es una alternativa, y hay personas homosexuales que encuentran una solución aceptable en el celibato. Por otro lado, siempre recordaré las palabras de una joven que se angustió al pensar que su hermano gay pasaría el resto de su vida cenando solo. Me parece que, como nunca hemos recomendado el celibato para los miembros heterosexuales de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (de hecho, generalmente lo hemos visto como una condición desafortunada, a veces perjudicial), es contradictorio sugerirlo como una solución uniforme para los miembros de la Iglesia que son homosexuales. Con frecuencia citamos las escrituras sobre el tema: “No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2;18, Moisés 3:18, Abraham 5:14). Los artículos en publicaciones oficiales de la Iglesia se han referido el celibato como una doctrina incorrecta que surgió durante la apostasía [35, 36], condenándolo como una expresión de egoísmo (“El celibato y el aislacionismo autoimpuestos son expresiones extremas de egoísmo y una falta de voluntad para servir o ser servido”, [37], y citaron a un converso cuya incomodidad con la futura vida de celibato que le esperaba lo llevó a investigar y a unirse a la Iglesia [38]. El estudio empírico con una muestra LGBTQ SUD demuestra graves déficits de salud mental en aquellos que no tienen una relación comprometida y monógama [39]. En ese estudio, una evaluación de la Calidad de Vida muestra un declive en este orden: soltero < matrimonio de orientación mixta < relación informal entre personas del mismo sexo < relación legal entre personas del mismo sexo, siendo que los primeros dos de estos alcanzan 6 y 3 puntos, respectivamente, por debajo del nivel de una dolencia física debilitante (lupus).
La doctrina SUD nunca ha contenido una recomendación para el celibato.
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¿Podemos nosotros, cuyas vidas de casados se han visto tan enriquecidas por el amor y la compañía de nuestro cónyuge, imaginarnos una vida sin él/ella? ¿Podemos si quiera concebir el vacío y la falta de plenitud de esa perspectiva? ¿Cuál es la probabilidad de que un miembro homosexual comprometido de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tenga éxito al vivir el celibato? Con respecto a la vida solitaria y célibe, a veces se argumenta que la circunstancia de un homosexual SUD no es única en comparación con los heterosexuales que permanecen solteros y, por lo tanto, no merece una consideración especial. Las personas discapacitadas o que nunca se han casado son usualmente citadas como en una circunstancia similar [40, pág. 5]. Pero yo sostengo que las situaciones de los discapacitados o de las solteras o solteros, y los homosexuales SUD no son equivalentes. La diferencia es que el celibato para una soltera o un soltero no se impone y se hace cumplir; el matrimonio sigue siendo una opción y todos nos alegraríamos si sucediera. El matrimonio para las personas con discapacidades irreparables a veces no es factible porque un déficit físico, mental o emocional puede hacer que dicha persona sea incapaz de cumplir los votos matrimoniales. Pero esto no es cierto para una persona homosexual, que es totalmente capaz en todos los aspectos de ser un(a) cónyuge maravilloso(a). ES PROBABLE QUE EL INDIVIDUO HOMOSEXUAL TAMBIÉN ESTÉ FUERTEMENTE INFLUENCIADO POR LA DOCTRINA SUD DE QUE ESTA VIDA MORTAL ES EL MOMENTO ÓPTIMO PARA LOGRAR UNA PROGRESIÓN A TRAVÉS DEL DESARROLLO ESPIRITUAL PERSONAL Y, POR LO TANTO, ESTÉ MENOS DISPUESTO A DIFERIR LAS RELACIONES AMOROSAS HACIA UN FUTURO DESPUÉS DE LA MUERTE EN EL QUE SU ORIENTACIÓN SEXUAL NO ESTÁ DEL TODO CLARA [41].
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Entonces, ¿cuáles podrían ser las consideraciones que un miembro homosexual comprometido de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días evalúe durante sus deliberaciones privadas acerca de vivir una vida de celibato? Después de haber estado expuesto a una vida en la que el matrimonio heterosexual y la familia han sido exaltados como la ruta más prometedora para la felicidad genuina y la satisfacción individual en la mortalidad, ¿cómo es que uno ve el futuro en el que esas bendiciones no están disponibles? Lo que una persona en esta circunstancia probablemente enfrentará es un serio conflicto, entre la noble aspiración de mantener la comunión plena en la Iglesia que uno ama y el igualmente admirable anhelo de una relación familiar amorosa. Anteriormente, estos dos objetivos parecían ser congruentes, pero si se requiere escoger entre los dos, ¿cuál será el elegido? Ciertamente no podemos recomendar la promiscuidad sexual. Los padres de hijos gais e hijas lesbianas probablemente se preocupen más por la soledad que podría llevar a sus hijos a una conducta indiscriminada con un potencial de infelicidad, abuso, agresión y enfermedades. En cambio, cuando el matrimonio heterosexual o el celibato no son opciones viables, los padres esperan que su hijo encuentre una pareja con quien crear una relación estable y permanente.
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¿Una relación homosexual monógama? Muchos de nuestros hermanos gays y hermanas lesbianas, sabiendo que la heterosexualidad no es una posibilidad para ellos, y viendo el celibato como una alternativa poco satisfactoria e inaceptable, optarán por una relación monógama amorosa y espiritualmente satisfactoria, viéndola como la opción más moral y la que más se ajusta a su sentido de lo que Dios quiere para ellos, incluso si eso significa no poder ser parte de la Iglesia. Esta decisión puede tomarse con renuencia y angustia. Estas personas se encuentran en una posición que nunca habrían asumido o elegido en circunstancias normales: ser capaces de hacer más para ejercer una vida cristiana de servicio, sacrificio y crecimiento personal fuera de la Iglesia de lo que serían capaces de lograr si permanecen célibes y se mantienen en la Iglesia. Creo que, dada esa terrible “decisión de Sophie”, la mayoría de los homosexuales SUD han optado u optarán por una relación comprometida con una persona del mismo sexo: su comprensión del evangelio y sus súplicas a Dios impulsarán a la mayoría en esa dirección. Esta decisión no se tomará por un espíritu de desafío, rebelión o desacuerdo con las verdades espirituales, sino todo lo contrario, debido a la devoción a esos ideales. El comentario anterior no pretende ser una prescripción de lo que deberían hacer las personas homosexuales SUD, sino una predicción sobre lo que es más probable que suceda en base a observaciones anteriores. Creo que los homosexuales SUD se dan cuenta de que el matrimonio no es un fin en sí mismo. No se busca como una insignia de honor, para mostrar despecho contra la sociedad, o por cualquier otro motivo cuestionable.
Más bien, el matrimonio, independientemente de la orientación sexual, se considera una relación entre personas que se aman y permite que ambos comiencen a adquirir esos rasgos divinos que todos esperamos desarrollar durante nuestra existencia mortal: generosidad, amabilidad, perdón, sacrificio , servicio a los demás y fidelidad, entre otros. 32
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Y, como pueblo, argumentamos enérgicamente que ninguna otra institución puede fomentar estas características con la misma eficacia y, como se nos enseña, la mortalidad es el período más eficaz para lograrlo. [42] Recuerdo claramente un programa de motivación pasado de la Iglesia cuyo lema, que aparecía de manera ubicua en los tableros de anuncios y se distribuía en tarjetas, era “Sé honesto contigo mismo”. Ese mensaje sobre la virtud de la integridad personal es una constante en nuestras enseñanzas. “Conoce quién eres y vive una vida fiel a esa identidad”. Emerson expresó una opinión similar: “No puedo encontrar un lenguaje con suficiente energía para transmitir mi sentido del carácter sagrado de la integridad privada” [43]. Para muchos hombres gays o mujeres lesbianas SUD que se dan cuenta que están orientados románticamente hacia personas del mismo sexo, intentar ser de otra manera o ignorar la realidad de ese yo no elegido e incambiable sería para ellos una violación a la conciencia. A veces se escucha la siguiente expresión de aquellos que no están dispuestos a aceptar que la homosexualidad es una orientación intrínseca e involuntaria: “Dios no crearía a sus hijos de una manera que los haga incapaces de seguir sus mandamientos”. Al mismo tiempo, en reconocimiento de haber nacido con una orientación hacia el mismo sexo, las personas homosexuales lo describirán como “don de Dios”. Yo sostengo que los Santos de los Últimos Días pueden reconocer adecuadamente a Dios como el autor de un Plan de Salvación que incluye brindar un período de prueba mortal para Sus hijos espirituales, mientras que al mismo tiempo acepta la opinión de que Él no manipula con precisión cada detalle de sus vidas. “Don de Dios” puede describir correctamente la circunstancia idiosincrásica en la que cada uno de nosotros entra y navega por la vida, ya que estamos llamados a enfrentar con éxito las exigencias a menudo impredecibles asociadas con la mortalidad. Además, las personas homosexuales que tienen certeza del amor que el Padre Celestial tiene para ellos con frecuencia ven su orientación no como una aflicción, sino como un conjunto de cualidades únicamente deseables y admirables [44].
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Las personas homosexuales también ven su homosexualidad como un “don de Dios” y como algo moral porque su expresión de amor y cuidado por el otro coincide con su comprensión de la bondad divina.
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¿Cuál es la naturaleza de una relación homosexual? La noción de que el amor homosexual no es normal y, por lo tanto, ilegítimo es común y es perpetuada por el uso de lenguaje estereotipado. Considere el siguiente ejemplo del uso de la frase “estilo de vida homosexual”. “Como resultado de una agenda política, algunas personas en Estados Unidos y el mundo han aceptado el estilo de vida homosexual como un estilo de vida normal [45].” La connotación es claramente peyorativa. ¿Por qué esta frase es problemática? Primero, debido a la forma en que el “estilo de vida” se usa comúnmente en otros contextos; la palabra sugiere elección casual y discrecional. Entendido de esta manera, el amor homosexual es similar a elegir a dónde ir de vacaciones de verano este año. Es decir, es un capricho, una fantasía pasajera, no una emoción profunda que tiene permanencia espiritual. En segundo lugar, el “estilo de vida homosexual” conlleva la implicación de la promiscuidad sexual y refuerza el prejuicio de que el amor homosexual es solo una expresión básica de la gratificación sexual. Desde este punto de vista, una relación homosexual sólo podría ser superficial y transitoria. Las personas LGBTQ no buscan un estilo de vida, buscan una vida: una de permanencia, satisfacción y felicidad.
Una relación comprometida y monógama no es una opción de “estilo de vida”. Es común escuchar el consejo: “Incluso si eres homosexual, no tienes que actuar de acuerdo con tu sentimiento homosexual”. La suposición tácita en este sentimiento es que lo que experimenta una persona homosexual es lujuria. Pero, ¿cuáles son los sentimientos esenciales y saludables de una persona homosexual? Al igual que con los heterosexuales, esos sentimientos son de amor, respeto, admiración o deseo por otro ser humano. Son los sentimientos naturales que acompañan los sueños de convertirse en cónyuge o pareja. Son un amor por los niños y una esperanza para la seguridad, la solidaridad y la santidad de una familia. Son los
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sentimientos que acompañan la esperanza de ser un buen padre o madre. Son los sentimientos que todos, tanto heterosexuales como homosexuales, compartimos en común como seres humanos. ¿Cuál es el origen de estos sentimientos? Son la herencia de la descendencia espiritual de los padres divinos, los resultados de las lecciones enseñadas en los hogares de padres y madres cuidadosos y concienzudos, todas confirmadas como buenas a través de las experiencias adultas de la vida. ¿No actuar siguiendo esos sentimientos? ¿No ser honesto con uno mismo? ¿No saber quién eres y ser fiel a lo que se te ha enseñado?
¿Cómo reaccionaríamos aquellos de nosotros que somos heterosexuales a la sugerencia de que no debemos actuar sobre esos mismos sentimientos, sentimientos nacidos como parte de nuestra sexualidad innata y que nos llevan a aspirar a la bondad y la piedad?
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Aquellos que no conocen de cerca a las personas homosexuales pueden no haber considerado que son capaces del mismo tipo de sentimientos románticos que caracterizan al amor heterosexual, algo que se suma a los impulsos de una naturaleza sexual. Sin embargo, eso es cierto. Enamorarse puede tener las mismas cualidades emocionales, espirituales y morales positivas para una pareja homosexual y para una pareja heterosexual. El amor homosexual no es falso. ¿Qué hacen los Santos de los Últimos Días (y otros) que tienen una relación homosexual comprometida? Se levantan en medio de la noche para cuidar de su pareja enferma. Preparan la cena, aunque no sea su turno, cuando la persona que aman ha tenido un mal día. Se sacrifican para brindar oportunidades de crecimiento y desarrollo para sus hijos. Resisten la tentación de ser infieles. Mandan flores. Entrenan equipos de béisbol de ligas menores. Dicen: “Lo siento”. Ayudan a hacer las compras de supermercado. Plantan flores y cortan el césped. Se deleitan en el éxito y el logro de aquel a quien están dedicados. Hacen todo lo posible por expresar los sentimientos más profundos de su corazón cuando dicen: “Te amo”.
Los cónyuges comprometidos del mismo sexo exhiben las mismas virtudes encomiables que los cónyuges heterosexuales.
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¿Qué se puede hacer para eliminar la homofobia? Sé que en la actualidad hay mucha animosidad, mala voluntad, lenguaje desmedido e ignorancia con respecto a la homosexualidad. Nuestros familiares y amigos homosexuales y transexuales son frecuentemente etiquetados como pervertidos y anormales que no merecen ser asociados con nosotros. Como resultado, muchos consideran que las actividades en sus congregaciones mormonas son demasiado dolorosas. Y así, perdemos las bendiciones de sus dones. No puedo creer que el Salvador esté a favor de esta situación, pero sí creo que hará todo lo posible para ayudarnos a encontrar una mejor manera. Creo que mis hermanos gays y hermanas lesbianas, tanto dentro como fuera de la Iglesia SUD, viven sus vidas en circunstancias que requieren un mayor coraje y resistencia de lo que la mía requiere, y que esa fortaleza merece un profundo respeto y aprecio. La homosexualidad no conlleva una mayor propensión intrínseca a la inestabilidad psicológica, pero las personas homosexuales crecen expuestas a un nivel hiriente de desaprobación social que las personas heterosexuales no enfrentan y no pueden imaginar fácilmente. Hasta cierto punto, la vida puede ser injusta para todos nosotros, pero la enemistad, la condena hostil e incluso la violencia infligida a las personas LGBTQ constituyen una carga especialmente pesada. Entonces, no es sorprendente darse cuenta que algunas de estas personas enfrentan una baja autoestima y otros déficits emocionales.
También creo que nuestro Padre Celestial tiene guardadas bendiciones especiales para sus hijos homosexuales y transexuales en reconocimiento de los increíbles éxitos que han alcanzado en sus vidas mortales frente a la inmerecida hostilidad. Pero al mismo tiempo, creo que es importante no promover la idea de que las personas homosexuales son los oprimidos que requieren nuestra 40
compasión. Esa otra cara de la homofobia es igualmente inaceptable. Lo que se necesita no es lástima. Lo que se necesita es un cambio en las actitudes de la sociedad, de modo que la información precisa reemplace a la mitología, el respeto que nace de la experiencia directa reemplace al miedo y el compromiso con la igualdad reemplace una tradición de marginación. Las personas gais y transgénero también deben aprender a verse a sí mismas como personas capaces y competentes, pero sobre todo, dignas. La vida por delante debe ser alegre y llena de promesas. Una de las desalentadoras, seriamente dañinas e inaceptables consecuencias de la homofobia en la comunidad SUD es el rechazo y el aislamiento que enfrentan los hijos gays o hijas lesbianas de algunas familias. Este rechazo puede comunicarse a través del abuso físico, el acoso verbal, la exclusión de actividades familiares, la presión sobre un hijo o hija para que sea más o menos masculino o femenina, o sanciones emocionales impuestas en un contexto religioso. Probablemente sea evidente que esta falta de aceptación está acompañada por una profunda tristeza personal por parte de los hijos e hijas excluidos, y que esto posiblemente conduzca a un aumento en los comportamientos autodestructivos de estos individuos. El hecho de que esto ocurre en la comunidad en general ha sido documentado de manera convincente en un estudio publicado por la Dra. Caitlin Ryan y sus colegas de San Francisco State University [46]. Estos investigadores examinaron las relaciones familiares en 224 familias blancas y latinas de California para determinar cómo algunas medidas de salud negativas en jóvenes que son lesbianas, gais y bisexuales se vieron afectadas por el grado en que fueron aceptados(as) o rechazados(as) como adolescentes por sus familiares. Los resultados fueron sorprendentes. Los hijos(as) que experimentaron reacciones familiares negativas tuvieron 8.4 veces más probabilidades de haber intentado suicidarse, 5.9 veces más probabilidades de experimentar altos niveles de depresión, 3.4 veces más probabilidades de usar drogas ilegales y 3.4 veces más probabilidades de tener un alto riesgo de contraer VIH y enfermedades de transmisión sexual. Un número significativo de estos jóvenes, incluidos los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, habían sido expulsados de la casa de sus padres. Es importante destacar que incluso un grado modesto de aceptación por parte de los padres y hermanos dio como resultado una gran reducción en estos dañinos resultados. Es difícil imaginar cómo los padres SUD pueden conciliar el maltrato o el abandono de sus hijos(as) homosexuales y transexuales, o retener el amor y el apoyo, con el ideal de las relaciones familiares amorosas defendidas por la Iglesia. 41
La aceptaciรณn familiar de los hijos(as) LGBTQ es fundamental para reducir los graves problemas de salud mental en la vida.
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También se puede lograr una mayor sensibilidad y una reducción en la desaprobación hiriente a medida que revisamos y evaluamos las doctrinas SUD pertinentes. Me gustaría sugerir que es apropiado que los miembros de la Iglesia se abstengan de juzgar las implicaciones de algunos principios religiosos en un humilde reconocimiento de la incertidumbre que acompaña a nuestro alto grado de ignorancia. ¿No es probable que Dios aún no haya compartido con nosotros parte (quizás la mayor parte) de lo sabe? Por ejemplo, adoramos a un Padre heterosexual en el cielo y se nos dice que el género es una característica intrínseca del carácter de cada individuo [47], pero no está claro cómo interpretar anomalías como la existencia de personas intersexuales y hermafroditas, excepciones a la regla cuyas vidas mortales se ven gravemente afectadas por la incertidumbre de género. Hay una gran cantidad de preguntas que no podemos responder sobre temas tan fundamentales como la detallada historia preterrenal de los espíritus, nuestra relación con la Madre Celestial, el significado eterno de la raza, la organización y funcionamiento de las familias después de la muerte y la naturaleza y los mecanismos del aumento eterno. Los ideales que proponemos brindan maravillosas pautas generales para la mayoría heterosexual en su búsqueda de la exaltación, sin descartar la posibilidad de que existan posibilidades eternas equivalentes para la minoría homosexual. Si descubrimos, cuando transmitimos que la homosexualidad es una condición temporal, el resultado de las frágiles condiciones de la mortalidad o parte del carácter eterno de algunos de los hijos espirituales de Dios, entonces aprenderemos a adaptarnos a esa nueva realidad.
Hasta entonces, sin embargo, resulta más apropiado amar y apoyar a nuestros hermanos gays y hermanas lesbianas en sus esfuerzos en esta esfera mortal para alcanzar tanta igualdad y felicidad como sea posible.
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