Enfasis Monterrey Junio 2019

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Nazis los usaron para experimentos; ahora, ya descansan en paz Los restos microscópicos de decenas de prisioneros, en su mayoría mujeres, ejecutados por combatir a Adolf Hitler y cuyos cadáveres fueron utilizados con fines de investigación por los médicos nazis, al fin descansan en paz. Hace unas semanas fueron enterrados en una sencilla caja de madera en un cementerio de Berlín. Hace dos años, los descendientes de Hermann Stieve, un médico que hizo un acuerdo con los nazis para obtener los restos de los prisioneros con fines de investigación, le entregaron al Hospital Charité, el centro de investigación médica más importante de Berlín, fragmentos de los restos de los prisioneros. Habían sido asesinados en la prisión Plötzensee, que se encuentra en Berlín occidental.

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Sepultarlos fue devolverles su dignidad a estas víctimas del nazismo.

Los fragmentos se encontraban en 300 portaobjetos de vidrio para microscopio; cada uno medía solo una centésima de milímetro de grosor y apenas una pulgada

Por qué escribes si a lo mejor nadie te lee? Es aventurada la pregunta, pero se basa en la lógica de que no hay comentarios al final de cada Crónica de la Nada que se va publicando. Quizá en los años que cada día ha aparecido una apenas habrá media docena de comentarios. Y algunos son de la misma persona. Pero en ese tiempo, he sabido que las Crónicas de la Por Francisco Zúñiga Esquivel Nada han despertado emociones. Pepe leyó una en el cumpleaños de su esposa, cuando ella se jubilaba para emprender una vida nueva. Mónica cuenta cómo lloró al leer la historia de los dos ancianos que viven en la calle, y duermen aún en una cama de cartón en el estacionamiento de un negocio que ha cambiado de giro muchas veces, pero no de escenario. Sé que María Luisa las coleccionaba. Roberto, su esposo me lo contó. Sé que Lupita estudia enfermería gracias una Crónica de la Nada. Ileana suspiró por aparecer en alguna, y lo logró con su historia. Sé que Ángeles pasa horas sufriendo con la computadora, hasta que logra leer veinte o treinta de ellas de un jalón. Un día Karen hasta dijo que le gustó una. Desde lejos, Rodolfo las lee y recuerda su barrio cuando mis propios recuerdos viajan a ese pasado. Edgar las reclama, Arnulfo apoya hacer un libro con ellas, y

Las Crónicas

cuadrada de superficie. “Con esto podemos devolverles parte de su dignidad a quienes fueron asesinados”, comentó Karl Max Einhäupl, director del Charité, en una ceremonia interreligiosa que fue seguida del entierro. Después de recibir los portaobjetos, el hospital solicitó la ayuda del Centro Memorial de la Resistencia Alemana para analizar e identificar los restos. Pronto se dieron cuenta de que pertenecían a víctimas de los nazis, muchas de las cuales formaban parte de la resistencia política. “Muy pocas víctimas de Plötzensee tienen tumbas”, afirmó Johannes Tuchel, director del centro de investigación, en la ceremonia a la que asistieron los descendientes de las víctimas y otros cuyos familiares lucharon en la resistencia contra los nazis. De los más de 2800 prisioneros que fueron enviados a la guillotina o ahorcados en Plötzensee entre 1933 y 1945, solo 140 tienen una tumba, explicó Tuchel. E

Marcos armó una revuelta cuando en la confusión de una frase parecía que era la última que escribiría. Alejandro agradeció aquella donde hablé de su hermano Ramón. En todos estos años ha habido de todo. Fuga de las musas, sentimientos que brotan y encuentran el camino hacia las teclas de la computadora. Recuerdos que saltan de pronto desde el olvido del tiempo. Algunas han logrado colarse a revistas más leídas. Otras simplemente se han diluido en la nada, de donde salieron. No son joyas literarias, algunas francamente ni me gustan cuando las leo tras la objetividad del tiempo. Pero seguiré escribiéndolas, por gusto, por los amigos que aceptan abrir sus correos para leer la última locura que imaginé. Porque se vuelven una ventana al pasado y una esperanza al futuro. Y son el desahogo del alma. E


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