Junio 2021 Reyna fue su última víctima Según la ficha de búsqueda emitida por la Fiscalía, Reyna González fue vista por última vez en San Juan Ixtacala Plano Norte, en la misma localidad el viernes 14 de mayo. Las primeras versiones indican que ella y Andrés “N” sostenían una relación sentimental. Ese día Reyna acudió a su domicilio para ponerle fin. Tras ello habrían comenzado a discutir y posteriormente él la habría apuñalado y puesto sobre una mesa en donde tenía varias herramientas de corte con las que la descuartizó. Al inicio se presumió que pudo haber sido para comérsela, aunque otros indicios señalan que era para tirarla en bolsas negras sin que los vecinos sospecharan. Andrés es apenas uno más de una larga lista de asesinos seriales mexicanos a lo largo de la historia. De acuerdo con el libro “Serial Murder”, un criminal como ellos es alguien que comete tres o más asesinatos durante un extenso periodo. Pero tiene un lapso de “enfriamiento” entre asesinato y asesinato. El Chalequero La historia de estos criminales en México comenzó a documentarse con Francisco Guerrero Pérez el Chalequero, aunque no fue el primer asesino serial, sí fue el primero de quien se tiene registro. Entre 1880 y 1888 este hombre mató a 20 prostitutas, pero las autoridades solamente pudieron comprobar uno de los asesinatos, por el cual fue condenado a muerte. No obstante, el entonces presidente Porfirio Díaz revocó su sentencia y ordenó una pena de 20 años de prisión en San Juan de Ulúa, Veracruz, de donde fue liberado por error en 1904. Al salir de la cárcel tuvo una última víctima, Antonia, una mujer de la tercera edad y a quien quien violó, golpeó y degolló. Su detención se atribuye a un reportero que investigó el caso y comparó el asesinato con los ocurrido años atrás. Volvió a la cárcel en 1908. Esta vez a Lecumberri, donde fue sentenciado a muerte en 1910 a los 70 años. Carlos Roumagnac, uno de los primeros criminólogos mexicanos, concluyó que el también llamado “Degollador del río Consulado” (porque allí encontraron a
7 la anciana asesinada) era un criminal nato a quien describió como “un degenerado inmoral violento”. El estrangulador de Tacuba Gregorio “Goyo” Cárdenas Hernández nació en 1915 y una temprana encefalitis le provocó un daño neurológico, que a su vez, causó un comportamiento anormal desde pequeño. El hombre cometió sus crímenes entre agosto y septiembre de 1942 y sus víctimas fueron cuatro: una compañera de la carrera de Ciencias Químicas y tres prostitutas. Con ellas primero tuvo relaciones sexuales y después las ahorcó y enterró en el jardín de su casa. En 1942 confesó sus crímenes luego de que su madre lo internó en un hospital psiquiátrico por lo que estuvo preso en Lecumberri. Una vez ahí, Goyo fue un personaje que fue tomado como un ejemplo, pues fue a clases de psiquiatría, recibía visitas familiares, sostenía relaciones con las enfermeras e incluso tenía licencia para salir cuando quisiera. Obtuvo su libertad en 1976 por un indulto del entonces presidente Luis Echeverría y ese año. Goyo entró a la carrera de Derecho en la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales Aragón de la UNAM, por lo que la Cámara de Diputados le rindió un homenaje al ser un ejemplo de readaptación social. El Pelón Sobera Higinio Sobera de la Flor nació en 1928, hijo de José Sobera, un hacendado español que hizo su fortuna en Tabasco, y de Zoila de la Flor, hermana de Noé de la Flor Casanova, ex gobernador del mismo estado y magistrado del Tribunal Superior de Justicia estatal. De acuerdo con testimonios, Higinio solía reírse solo, hablaba muy raro, de una manera casi indescifrable, y era frecuente que creyera que los extraños lo insultaban. A Higinio solamente le pudieron comprobar dos asesinatos, pero se sospecha que
mató a mucha más gente y fue encubierto por su madre. El 11 de mayo de 1952 cometió su primer asesinato. Ese día, el capitán Armando Lepe Ruiz, militar y ex miembro del servicio secreto, y tío de la ex reina de belleza y actriz Ana Bertha Lepe, iba acompañado de su esposa María Guadalupe Manzano López en su lujoso auto Buick 51 sobre la avenida Insurgentes. Fue ahí cuando El Pelón le disparó y lo asesinó. Su madre, queriendo encubrir el crimen, lo refugió en un hotel en donde estuvo hasta el día siguiente mató a su segunda víctima confirmada. Hortensia López Gómez era una mujer que no conocía y a quien comenzó a acosar. Tras el rechazo, el hombre la empujó dentro de un taxi en donde la asesinó. Después de ordenar al taxista que bajara, se llevó el cuerpo a un hotel de paso en donde cometió necrofilia. Cumplió una pena de 15 años en Lecumberri. Los doctores Alfonso Quiroz Cuarón, Alfonso Millán, y José Sol Casao lo sometieron a exámenes y le diagnosticaron esquizofrenia paranoide y fue enviado al manicomio de La Castañeda. El Jack mexicano Macario Alcalá Canchola quería ser y hacer lo mismo que “Jack el destripador”, por lo que se dedicó a asesinar prostitutas. Aunque solamente le fueron comprobados dos homicidios, se sospecha que mató por lo menos a otras 12 prostitutas. Fue en 1962 cuando fue detenido por el asesinato de Julia, una prostituta con la que había estado y a quien encontraron en un hotel. En el espejo del cuarto, Macario dejó un recado escrito con lápiz labial que decía: “Jack mexicano, reto a Cueto”, el entonces jefe de la policía. Ese mismo mes fue detenido y llevado a prisión, condenado a una pena de 60 años. Las Poquianchis Las hermanas María Delfina, María del Carmen, María Luisa y María de Jesús González Valenzuela fueron conocidas por el apodo de las Poquianchis. Ellas eran originarias de El Salto, Jalisco, y durante su infancia fueron víctimas de violencia familiar. Para huir del maltrato de su padre, Carmen se fugó con su novio, cuando era una adolescente. Pero su padre la encontró y la encarceló en la prisión municipal.