Los actuales cambios en curso en la economía, la sociedad, la política y la cultura, que sin duda nos abren nuevas oportunidades individuales y colectivas, nos sitúan también ante nuevos riesgos, lo que en balance podría resumirse simplemente en nuevos desafíos. Esto resulta igualmente cierto, aunque con distinta intensidad, para la humanidad, para la sociedad y para cada individuo. Aunque en estas líneas no pretendo entrar en el análisis de estos grandes cambios ni en sus consecuencias más generales, sino solamente en sus implicaciones para la educación, creo imprescindible referirme brevemente al marco más general para luego descender al plano del sistema y las políticas educativas.