Entre las muchas especies que existían en la Tierra en esa época había una criatura llamada Homo Erectus. Este género comía las hierbas y vegetación; y acompañado de gacelas y otros animales amigos, vagaba por las estepas. La criatura tenía el poder de comunicarse telepáticamente con los animales y con los de su género. Libres y salvajes, ellos eran uno con la sabiduría natural de las frecuencias de Terra. Los conocíamos porque desarmaban las trampas que poníamos para capturar a sus animales amigos. Esta criatura humana y los animales se amaban entre sí respetuosamente. De todo el ADN que teníamos disponible, el del Homo Erectus era el mejor. Enki se prestó para que su esposa, Ninki, diera a luz el primer Lulu. El material genético del Homo Erectus se implantó en el óvulo de la hembra pleyadense . La sangre del hombre se mezcló con la nuestra, la de los “dioses”, y se fusionaron los potenciales genéticos.
Así que la especie humana porta códigos genéticos pleyadenses y nuestro ADN está por siempre combinado con el de ustedes. Se usaron los óvulos de las hembras Anunnaki para producir mas Lulus hasta que se les dotó de la capacidad de reproducirse por sí mismos. No todos los de la familia querían que los Lulus se reprodujeran sin nuestra ayuda, pero era mucho mas fácil dejarlos que continuaran el proceso sin nosotros. La especie humana como la conocen fue creada mediante los procedimientos genéticos exitosos de Ninhursag y Enki a fin de que nos proporcionara mano de obra esclava en nuestras minas de oro. Aquellos primeros Lulus, sus ancestros, nos veían como creadores, como “dioses”. Nosotros fomentábamos esas creencias, porque nos facilitaban el control sobre ellos. (Inanna)
VERSIÓN BASADA EN OTRAS FUENTES PLEIADANAS El Homo erectus era el ser mas avanzado de la evolución de los homínidos hace 300 000 años. Su ADN contaba con doce filamentos y contenía la riqueza incalculable del conocimiento heredado de las vidas de sus ancestros a través de millones de años de existencias Al manipular su genoma los “dioses” desconectaron diez de estos filamentos para poderlo esclavizar. El cable de doce hilos que formaba el ADN se deshiló y la información que contenía quedo diseminada y así se encuentra hasta nuestros días. Esta es la causa por la cual, nosotros, los descendientes del producto de la manipulación, el Homo Sapiens, tal parece que hemos olvidado quienes somos y de donde venimos ya que, con solamente la “doble hélice” con la que nos dejaron, solo podemos contar con una mermada base de datos almacenada en el núcleo de cada una de nuestras células, es decir, nuestra “memoria celular”. No querian que sus esclavos llegaran a ser tan listos como ellos y pudiesen evolucionar y liberarse. Y le prohibieron que comiera el fruto del árbol del conocimiento.
Y cuando lo comió lo expulsaron del Paraíso. Pero al mismo tiempo nos dotaron con un poco de su herencia, con el objeto de tender un puente de entendimiento entre ellos y su trabajador esclavo. ¿Cómo hacerse entender para darle ordenes? Y lo dotaron de algunos de sus propios códigos genéticos. Pero no obstante ellos mismos, los dioses, fueron llamados a cuentas por una corte celestial: el Consejo Intergaláctico. Por dos violaciones a la Ley de No Interferencia: Por haber interferido en la evolución de una raza y haber utilizado un arma muy peligrosa en sus guerras, salieron de la tierra a comparecer ante el Consejo. Y hasta nuestros dias tal parece que existe la posibilidad de que el hombre pueda recobrar su herencia recomponiendo la estructura de su ADN. La posición del sistema solar en la periferia de nuestra galaxia y su actual alineamiento con el centro de esta, confieren a la Tierra una enorme importancia como centro de comunicaciones intergaláctico.
Por lo tanto nuestro planeta se vera invadido de frecuencias llenas de información, conocimiento, conciencia, luz en una palabra, y los seres encargados de este enorme proyecto están enviando señales útiles para la recomposición del genoma dañado. Esta es la situación actual. Por un lado los dioses que tratan de mantener la oscuridad en la conciencia del hombre esclavo. Por el otro, seres que ofrecen la iluminación de la conciencia humana para liberarlo. ¿A cambio de que? Cada uno de nosotros, los humanos, tendremos que decidir.
EPG.
Como creamos la raza humana en su forma actual sin activar del todo su ADN, nunca se nos ocurrió que podrían ser algo más que nuestros juguetes, o que podrían ejecutar tareas más complicadas que cocinar, limpiar o extraer oro. Teníamos a la Tierra por una operación minera remota. Empezamos a enseñarles a nuestros humanos y los llamamos Lulus. Como disfrutábamos tanto del juego con los Lulus, nos apegamos mucho a ellos y empezamos a cruzarnos con ellos. Nos enamoramos de nuestra propia creación. Mas no podíamos dejar de pelear entre nosotros mismos. Los Lulus nos adoraban como a dioses, una práctica que fomentábamos, y los enviábamos a la batalla a luchar y morir por nosotros como peones en una partida de ajedrez. Ellos estaban más que dispuestos a enfrentarse a la muerte sólo para complacernos, y los veíamos como una fuente renovable, pues siempre podíamos crear más. (Inanna)