La velocidad de la luz Tras el experimento Michaelson-Morley de 1887, la siguiente gran noticia que sacudió al mundo de la física fue la teoría de la relatividad de Einstein, que fue dada a conocer por primera vez en 1905. En el capítulo 5 dije que la realidad generada dentro de una burbuja de realidad tiene que ser concebida para que sea relativista con nuestra realidad. En otras palabras, que los viajeros del interior de la burbuja irán más allá de la velocidad de la luz con referencia a nuestra realidad, pero no será así con respecto a su realidad (la del interior de la burbuja). Esto es quizá una simplificación excesiva, porque según la teoría de la relatividad de Einstein, nada puede viajar más rápido de 300.000 kilómetros por segundo (la velocidad de la luz). La teoría de Einstein postula el principio de que ningún tipo de energía, sea la que sea, se puede mover más rápidamente que c, la velocidad de la luz. Por lo tanto, si los viajeros del interior de la burbuja de
realidad de un platillo volante se movieran a una velocidad razonable dentro de su propia realidad, pero se estuvieran moviendo más rápido que la luz con respecto a nuestra realidad, tendría que existir alguna explicación para el hecho de que la energía, en nuestra realidad, no puede ir más rápido que c. Todo esto, naturalmente, plantea unas limitaciones con sus consiguientes problemas teóricos. Antes de seguir comentándolo, es conveniente que hagamos un breve repaso de algunos de los progresos clave de la historia de la física. Cuando Einstein entró en escena y nos presentó la teoría de la relatividad, dijo que la velocidad de la luz es constante e independiente del movimiento de la fuente de luz. En otras palabras, no importa en qué punto de observación nos encontremos, la luz se desplaza a una velocidad constante. Éste es un postulado muy interesante. Lo que resulta incluso más interesante es lo que Einstein no dice. No nos dice nada sobre la velocidad de la luz después de que ésta atraviese un prisma.
Si hacemos pasar una luz por un prisma, mostrará un espectro que descompone la luz en diferentes colores, con sus correspondientes diferentes velocidades. Las frecuencias inferiores tienen velocidades más rápidas, mientras que las superiores tienen velocidades más lentas. A primera vista podríamos pensar que la velocidad de la luz no es constante y que Einstein estaba equivocado. Bueno, no exactamente. Si observamos el mundo que nos rodea, posiblemente volvamos a pensar que Einstein se equivocaba porque el mundo está lleno de diferentes y hermosos colores que se mueven a velocidades diferentes. La luz a la que Einstein se refiere en su teoría de la relatividad no es la misma que vemos en el mundo cotidiano. Él está hablando de la luz en un vacío absoluto. Si tuviéramos que medir cualquier forma específica de luz que nos encontramos en nuestros viajes, solamente podría aproximarse a la velocidad de la luz. Incluso el espacio exterior no es un vacío perfecto y la luz allí sólo podría acercarse de forma aproximada a la velocidad de la luz.
En realidad, los laboratorios de vacío sirven mejor que el espacio exterior. Aunque estos laboratorios tampoco son, técnicamente hablando, de un vacío absoluto, sí se le acercan mucho. Todo esto nos dice que la luz de la que está hablando Einstein es algo de lo que no tenemos referencia en nuestra experiencia habitual. Los colores que vemos en nuestra vida cotidiana son una distorsión de la auténtica luz. La mayor parte de nuestra luz es emitida por el calor del Sol, que se ve distorsionada por nuestra atmósfera. Aunque algunos científicos de la época sostuvieron que la luz consistía en ondas continuas, las siguientes investigaciones de Einstein le llevaron a creer que la luz consistía en una corriente continua de partículas que denominó fotones. Los científicos han debatido apasionadamente desde entonces si la luz consiste en ondas o en partículas. Se trata de un campo de investigación fascinante y algunas personas incluso meditan sobre el punto exacto en que una onda se convierte en partícula, con consiguientes experiencias
trascendentales. En un vacío puro, los fotones se manifiestan como una onda de energía pura. No se manifiestan como partículas. Ésta es la luz pura tal como Einstein la definía en su teoría de la relatividad. Pero cuando se somete la luz a un campo magnético, ésta cambia y se descompone en partículas o fotones. En un estado así, ya no es c. En otras palabras, ya no es la misma luz que se desplaza a velocidad constante. En este sentido podemos decir que el magnetismo es un factor intrínseco de la creación de la materia, si no el primordial. También hay que destacar que todo lo que vemos en el mundo que nos rodea es luz magnetizada que en realidad es una distorsión de la luz pura (o c). La idea de que la magnetización de la luz pura convierte este tipo de energía concreta en partículas es muy importante.
La conclusión de este postulado es que si desmagnetizamos la luz, obtendremos luz pura, siempre y cuando estemos en un vacío. Veamos a continuación qué sucedió durante el Experimento Filadelfia. En ese caso la Marina había colocado numerosos neutralizadores magnéticos alrededor del casco del barco. Estaban intentando desmagnetizar el casco para que el barco no chocara con minas submarinas (que estaban diseñadas para explotar cuando entraran en contacto con el campo magnético del casco metálico). Como también se había creado un campo solotón alrededor de la nave, éste hacía las veces de vacío o burbuja de realidad. Cuando el barco fue desmagnetizado, las partículas de materia se convirtieron en ondas y la nave desapareció. El consiguiente desconcierto que provocó ya es otra historia. El principio general es que si desmagnetizamos la materia (algo que se puede conseguir con la utilización de neutralizadores, tal como se hizo en el Experimento Filadelfia y como he descrito con respecto al OVNI al que subí), la estamos convirtiendo en luz pura, en algo que no se puede experimentar
en nuestra realidad cotidiana. Es una energía pura y podría incluso considerarse como un reino aparte. Una vez desmagnetizada la luz o la materia y que ésta se haya convertido en ondas puras, tiene que ser manipulada o controlada de alguna manera si se quiere utilizar. Aquí es donde entra en juego la frecuencia de 435 MHz. Como dijimos anteriormente, los 400-450 MHz son la banda en la que se mueve la conciencia humana. También es cierto que existe un pico sónico que emana de la Vía Láctea a 435 MHz (las estrellas emiten esta frecuencia). Todo lo que existe en nuestra realidad se cree que está basado en esta corriente oculta de realidad. En otras palabras, parece que los 435 MHz son la realidad de fondo de nuestro universo. Si desmagnetizamos la luz y la convertimos en ondas, podemos insertar en ella transmisiones que la recompondrán. Si podemos proyectar la conciencia en el vacío que ha sido desmagnetizado, le habremos dado a la onda una orden de manifestación o programa que resultará en una materialización
en algún momento determinado. Podemos imaginar varias maneras en las que ello sería factible. Por ejemplo, la luz de un vacío puro es desmagnetizada y existe en un vacío. Si a ese vacío le enviamos una transmisión a 435 MHz, crearemos una forma de pensamiento que recompondrá la luz en una realidad. El punto más importante es que éste es el principio general de cómo se puede llevar a cabo un viaje espacial, algo supuestamente “imposible”.
Preston B. Nichols (Encuentro en las Pléyades) sigue abajo
La dilatación temporal: ¡un recurso legal! Cuando un vehículo espacial llega a alcanzar velocidades muy altas en su viaje entre dos estrellas, aparece un efecto cronológico al que se ha denominado dilatación temporal. Esta noción absolutamente nueva para nuestro siglo se halla una y otra vez, como el famoso hilo de Ariadna, en las más antiguas mitologías y religiones. La noción, como se ve, no es del todo nueva. Resulta difícil de comprender, pero dado que forma un eslabón muy importante de mi cadena de demostraciones, haremos que nos lo explique un entendido de los más prestigiosos. He aquí el sumario de mi conversación con el físico profesor Edgar Luscher de la universidad técnica de Munich: -¿Cree que una persona «normal» puede llegar a entender el corrimiento temporal durante los vuelos interestelares? -Ante todo, voy a suponer que existe un consenso general sobre qué es tiempo. Nos llevaría demasiado lejos tratar de dar aquí una definición del tiempo.
“En física es de primordial importancia saber dónde y cómo se mide el tiempo Esto es así, porque el resultado de la medición siempre depende del estado de movimiento del sistema dentro del cual se efectúa la medición. Dentro de un sistema en movimiento, el resultado será diferente del que se obtendría dentro de un sistema en relativo reposo. Un ejemplo: “Imaginemos unos hermanos gemelos. Uno de ellos sube a un vehículo espacial, el otro se queda en la Tierra. Antes de que despegue la nave, ambos sincronizan sus relojes. Supondremos además que esos relojes registran incluso la fecha y el año del calendario. A continuación, el uno se aleja en su nave, a la que supondremos una gran velocidad. Al cabo de cierto tiempo, el navegante del espacio regresa.
Admitiendo que encontrase a su hermano todavía con vida, al comparar los relojes podrían comprobar que el del astronauta ha andado mucho más despacio que el del otro, el que se quedó en tierra. -Pero, ¿por qué? -¡Eso es precisamente lo que no entiende nadie! El hermano viajero en su nave espacial se movió en otras condiciones que el hermano sedentario. La diferente medida del tiempo es debida a la aceleración, pues todos los procesos físicos situados en diferentes sistemas se desarrollan a velocidades diferentes. -Gente muy sesuda de otras Facultades distintas de la de física dice que esa teoría de la dilatación temporal no puede ser cierta, y que Einstein debió equivocarse. -Es claro que Einstein no se equivocó.. En física no hay supuestos, porque el experimento es siempre supremo juez. La predicción de Einstein, contenida en la teoría general de la relatividad, hasta la fecha se ha visto confirmada infinito número de veces y con exactitud cada vez mayor.
-¿Podría ilustrar esto con un ejemplo? -Como usted sabe, hoy disponemos de medios extraordinariamente exactos para la medición del tiempo. Se pueden detectar con ellos incluso las irregularidades en el curso de las estrellas. En 1971, un grupo de físicos de la universidad de Washington y del U.S. Naval Observatory montaron a bordo de un Boeing 707 uno de esos equipos de precisión. Otro equipo idéntico se quedó en tierra, en el laboratorio. El Boeing voló dos veces, una en el sentido de las agujas del reloj alrededor del planeta, y otra, despegando de nuevo, en sentido opuesto. Al regresar al punto de partida se pudo apreciar, en efecto, una diferencia en el tiempo medido. El equipo que voló resultó haber andando más despacio que el de superficie, siendo la diferencia como de 59 a 273 +/- 7 nanosegundos (Fracción equivalente a la milmillonésima parte de un segundo). Y esta diferencia cronológica resultó a una velocidad de sólo 900 kilómetros por hora y sobre un recorrido relativamente corto.
- ¿Por qué se manifiesta la dilatación del tiempo con intensidad tanto mayor, cuanto más alta sea la velocidad? -Ello se debe a la ley que la rige, es decir, a la llamada transformación de Lorenz.. Se trata de la ecuación que relaciona el sistema relativamente inmóvil con el sistema acelerado. Para poder compararlos hay que realizar una especie de «traducción». La transformación de Lorenz es por decirlo así, como un puente lanzado de un sistema al otro. -¿Qué cifras resultan de esa ecuación? -Vea una tabla de dilataciones temporales. En ella puede leerse cuanto tiempo transcurre en la Tierra y cuánto, paralelamente, en el vehículo o sistema acelerado: DURACIÓN DEL VIAJE DE IDA Y VUELTA PARA LA TRIPULACIÓN DE LA CAPSULA ESPACIAL
DURACIÓN TOTAL DEL VUELO PARA LOS HABITANTES QUE QUEDAN EN LA TIERRA
PUNTO DE RETORNO SITUADO A LA DISTANCIA DE
1 año
1 año
0,018 pc
2 años
2,1 años
0,075
5 años
6,5 años
pc 0,52 pc
10 años 15 años 20 años 25 años 30 años 35 años 40 años 45 años 50 años
24 años 80 años 270 años 910 años 3.100 años 10.600 años 36.000 años 121.000 años 420.000 años
Aceleración: 9,81 m/seg2 = 3,0857. 1012 km.
3,0 pc 11,4 pc 42 pc 140 pc 480 pc 1.600 pc 5.400 pc 18.000 pc 64.000 pc
1 pc (pársec) = 3,262 años luz
-¿Cómo podría describirse de modo plausible para un profano? -Supongamos que yo tuviese aquí un carrito de juguete y sobre la plataforma una bola pequeña. Si empujo levemente la bola, ésta echará a rodar sobre la plataforma. Pero cuando imprimo una aceleración al carrito mismo, también la bola situada sobre la plataforma acusa el efecto de la aceleración del carrito. Eso es un proceso físico de un modo parecido, la aceleración de un cohete también modifica los procesos físicos. -Lo que no se entiende es por qué se ha de afectar también a la edad biológica de las personas...
-Para comprender eso hemos de avanzar un paso más hacia los complicados sistemas de la química. En el fondo, los procesos químicos tampoco son otra cosa sino procesos físicos, puesto que «obedecen» a las leyes físicas. Puedo definir químicamente las sales minerales, o los fosfatos. Pero puesto que se trata de cuerpos materiales, en último término son físicos... y están sometidos a las leyes físicas. Demos ahora otro paso más: a su vez, los procesos biológicos no son sino unos procesos químicos enormemente complicados. Por tanto, la velocidad de los procesos biológicos también depende de las condiciones de movimiento del sistema. De ahí resulta que el envejecimiento de una persona también obedece a las leyes físicas. -Por consiguiente, el proceso biológico y la sensación subjetiva serían las mismas para el tripulante de la astronave que para su hermano el sedentario. Cada uno por su parte tiene la impresión de que su reloj
funciona de modo completamente normal, y se ve envejecer al ritmo acostumbrado. -Ahora espero yo que, después de estas explicaciones sobre el efecto de dilatación temporal, dadas por un científico tan competente como el profesor Lüscher, se me permita utilizar esa ley física en la demostración de mi teoría. La vigencia de esa clase de leyes es eterna. Por ejemplo, si unos congéneres de otras estrellas subieron a bordo hace sólo 40 años, para nosotros en la Tierra habrán transcurrido ¡36,000 años! Así las cosas, ¿quién puede decir cuándo y cómo se han lanzado expediciones en algún lugar del universo, y con cuán tas naves?...
Erich von Dániken La Respuesta de los Dioses