TFG ENRIQUE FERNÁNDEZ PRADA

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AS MIÑAS CORES

RECHAMANTES Enrique Fernández Prada




Trabajo de Fin de Grado Título ‘As Miñas Cores Rechamantes’ Redacción y maquetación Enrique Fernández Prada Tutorizado por Rosa Elvira Caamaño Fernández Facultade de Belas Artes Universidade de Vigo Pontevedra Junio 2018




AS MIÑAS CORES

RECHAMANTES Enrique Fernández Prada



“¡Color! ¡Qué lenguaje profundo y misterioso, el lenguaje de los sueños!” (Paul Gauguin) “Cada artista moja su pincel en su alma y pinta su propia naturaleza” (Henry Ward Beecher) “Pintar es auto-descubrirse. Todo buen artista pinta lo que él o ella es” (Jackson Pollock)



ÍNDICE

DESARROLLO DEL TRABAJO 33-47

INTRODUCCIÓN 13-16

Trabajos previos 34-36 Desarrollo cronológico 37-47 Autorretrato I 37 Autorretrato II 38 Autorretrato III 39 Autorretrato IV 40 Autorretrato V 41 Autorretrato VI 42 Autorretrato VII 43 Autorretrato VIII 44 Autorretrato IX 45 Autorretrato X 46 Autorretrato XI 47

Antecedentes Contexto personal 14 Motivaciones 15-16

REFERENTES 17-28

PLANTEAMIENTO 29-31 CONCLUSIONES 48

Definición del autorretrato 30 Función y Complejidad del autorretrato 31

BIBLIOGRAFÍA 49

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INTRODUCCIÓN

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ANTECEDENTES CONTEXTO PERSONAL

Puede decirse que mi interés por el arte comenzó en mi infancia, cuando dibujaba a mis padres, a otros miembros de mi familia y a mí mismo. Sin embargo, a diferencia de los demás niños, mi afición no decayó, sino que con el paso del tiempo fue acrecentándose. Así después de realizar un curso de pintura de retrato en Madrid, decidí estudiar Bellas Artes en Pontevedra, posteriormente me fui a Canadá y luego a Sevilla, lo que me permitió expandir mi visión del mundo. Finalmente cerré el ciclo de mi inicial aprendizaje regresando a Pontevedra. En todo este tiempo en mis visitas a museos, exposiciones, publicaciones… han llamado especialmente mi atención los autorretratos de los pintores, o sea, la forma en cómo se veían a sí mismos. Por ello, gran parte de mi obra, hasta ahora, se ha centrado en la representación humana. Siempre he sentido una especial curiosidad por la expresión y el rostro de la gente, como una ventana abierta a su interior, a sus vivencias y pensamientos. Esta misma curiosidad es la que me ha llevado a estudiarme a mí mismo, sin concesiones, en esta serie de autorretratos que presento. El propio título ‘As Miñas Cores Rechamantes”, podría verse también como un autorretrato. Ya que en mi infancia recuerdo a un profesor que se refería a mis trabajos como de “cores rechamantes” (colores llamativos), por eso me ha parecido simpático rescatarlo, ya que a lo largo de este trabajo pese a basarme a mi imagen actual, he tenido que remontarme a diferentes etapas de la vida.

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ANTECEDENTES MOTIVACIONES

Siempre he considerado que una parte de las personas se encuentra en su imagen externa. A través de su físico, actitudes, comportamientos, gestos… podemos tener breves pistas sobre su estado interno. Es por ello que decidí usar mi imagen como referencia y pasar de ejercer el rol de observador a ser el motivo de estudio. Quise trabajar a partir del natural, ya que considero que está todo lo que necesito para entender y transformar mi mundo interior. El propio acto de trabajar cara a cara conmigo mismo ante el espejo me permitió centrarme en mi objetivo principal, que era comprender mejor quién soy y el entorno que me rodea.No quise quedarme en lo superficial o estético. A través del acto de autorretratarme quise llegar a lo inmaterial, a la esencia, teniendo en cuenta gestos, expresiones, emociones y estados psicológicos pasajeros, que vi reflejados ante el espejo. El espejo me proporcionó una imagen proyectada, y mi cometido principal fue interpretarla, y ahí, mirándome directamente a los ojos, fui testigo de ligera línea que separaba la realidad de la ilusión. El espejo cumplió el cometido de revelar todo, tanto lo verdadero como lo falso. Raphael Mirami, en el prefacio del Espejo1, nos advierte de la ambigüedad que supone el espejo según cómo se mire. “Para algunos los espejos serían un jeroglífico de la verdad en el que descubren todo cuanto se presenta ante ellos, como es costumbre de la verdad que no puede permanecer oculta. Otros, por el contrario, toman los espejos como símbolos de la falsedad, pues a menudo muestran las cosas distintas de cómo son”. (Como se cita en, Baltrusaitis, J. (1988). El espejo. Madrid: Miraguano, pág. 7)

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1 Baltrusaitis, J. (1988). El espejo. Madrid: Miraguano.


ANTECEDENTES MOTIVACIONES

Pese que a lo largo de la historia el autorretrato se haya asociado a luchar contra el paso del tiempo y la muerte, ésa no fue uno de mis ambiciones. Mi pretensión fue realizar un estudio riguroso de mi fisionomía y a través del propio proceso sacar conclusiones. Representarme o autoafirmarme como una persona que desea ser comprendida y reconocida por los demás se encontró entre mis aspiraciones, pero sobre todo, ansié hallar mi identidad, y construirme ante el espejo. No solo el espejo físico, quise que eso repercutiese en la esfera social, en mi entorno y en cómo veo y me ven los demás. El parecido físico con respecto a la imagen externa fue algo secundario para mí. Mi propósito radicó en que la pintura o el dibujo fuese lo más espontáneo y libre posible, el color y el propio trazo lo más fiel a mi propia naturaleza, sin no por ello desdeñar la consecución de una imagen identificable para los demás y coherente a mis sensaciones internas. Tampoco pretendí realizar una proclamación narcisista ni una exaltación de mi persona, sino más bien libré una batalla conmigo mismo. Quise hacer conscientes partes de mí no asumidas, reconocidas o resueltas hasta el momento, y creo que lo conseguí satisfactoriamente. Por último, quise salvaguardar este género pictórico, ya que pese a los numerosos movimientos y nuevas formas de hacer arte, éste es un género que continúa todavía vigente y en auge.

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REFERENTES

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REFERENTES En este apartado expondré la influencia que ha tenido sobre mi trabajo el estudio y análisis del autorretrato en sí mismo. He decidido acotar mis referentes de este modo ya que considero que el propio género ha ahondado en infinidad de contenidos: tanto temáticos, conceptuales, estéticos… entre otros. Para ello haré un breve repaso cronológico desde sus orígenes e incluiré impresiones personales en aquéllos que he considerado más relevantes. Los primeros registros de los autorretratos se remontan al Antiguo Egipto. Aproximadamente en el año 1.300 A.C. , el escultor egipcio Bak esculpe su propia imagen en piedra. Sus motivaciones se desconocen, pero es interesante destacar que hasta ese momento únicamente la imagen de los dioses o de las personas poderosas eran las únicas dignas de perpetuarse a lo largo del tiempo. Cabe destacar que la representación humana en el arte es tan antigua como la propia naturaleza humana, sin embargo, durante siglos, la representación fue bastante estereotipada y tenía funciones religiosas, instructivas, históricas, narrativas… pero la individualidad tenía muy poca presencia, generalmente ligada a la perpetuación de la imagen del poder (faraones, mitología, reyes, figuras religiosas…). Pese a que en sus inicios no existe como género independiente propiamente dicho, sí que existen ciertos vestigios que vaticinan la necesidad imperiosa del ser humano de dejar constancia de sus propios ideales. Pongamos por ejemplo Las Confesiones de San Agustín del s. IV, en la que no expone una realidad exterior, ajena a él mismo, si no su propio desarrollo y transformación interna o el discreto autorretrato de Peter Parler en el triforio de la Catedral de Praga del s. XIV.

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REFERENTES En el siglo XV podemos hacer mención a la influencia de Van Eyck, que pese todavía no entrar en el autorretrato, comienza a relatar escenas de corte religioso de otra forma, dominando la complejidad psicológica de los retratados, como en la Virgen del Canciller Rolin (1435). Desde el s. XIV ya se le considera como un subgénero del retrato, aunque no será hasta el renacimiento donde comience a tener una función relevante. En el siglo XVI ya se le asocia como un medio de introspección, pero no es hasta el renacimiento cuando el artista toma conciencia de su propio papel en el mundo y empieza a sentir preocupación por cuestiones de corte humanista. Se pasa del teocentrismo medieval, en la que la religión era la base de la representación pictórica, al antropocentrismo, en el que el hombre se postula como figura preponderante y medida de referencia de todo lo que le rodea. Durante el Renacimiento, el autorretrato se desliga de las convenciones que habían estado ligadas a la figura del artista, ya no es un artesano que representa escenas religiosas, paisajes... que narran la moral impuesta de épocas anteriores. Aquí el propio artista ya aparece como temática independiente y su propia figura e identidad son planteados en sus obras, al mismo tiempo que los ideales que defienden. Dentro del Renacimiento Alemán, unos autorretratos que he admirado son los famosos de Alberto Durero. En el que se encuentra en la Alte Pinakothek, Múnich (1500) idealiza su rostro y lo triangula siguiendo el esquema de proporciones medievales, tomando la frontalidad hierática de las representaciones clásicas de Cristo. Es posible que se trate de una Imitatio Christi, aunque el cabello bellamente peinado y la rica pelliza no cuadren con el ideal de pobreza evangélica propio de su época.

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Ese gusto por la elegancia de Durero, también se manifiesta en el autorretrato del Museo del Prado (1498), en el que se representa como un dandi, ataviado a la última moda, y en el juvenil del Louvre (1493), en el que también realza sus atavíos. Todo ello se debe a que Durero, al igual que sus contemporáneos, están proclamando su condición noble de artistas. Ya no son artesanos manchados de pintura, como sus antecesores medievales, son cultos, formados en el humanismo y las artes liberales. En el s. XVI los autorretratos de Parmigianino Autorretrato en el espejo convexo (1523-24) también son destacables muestras de que el género estaba en estaba en pleno auge, aquí el autor no habla tanto de su individualidad, pero sí que nos hace partícipes de su cometido como artista al transportarnos a su estudio, creando un trampantojo a partir de un espejo convexo. La mano grande en primer término nos muestran las manos pulcras de un intelectual. Ya a finales del s. XVI aparece un tratado de la fisionomía humana “De humana physiognomonia” (1586) de Giovanni Battista della Porta2 que será de gran utilizad para todos los próximos retratistas del barroco. A través de este documento descubrimos la interesante la relación que se hace entre la fisionomía animal y la humana, no sólo en la apariencia, si no en el que se plantean relaciones psicológicas, desligando al hombre de concepciones ideales, y ahondando en su naturaleza psíquica. En el s. XVII Los avances de la ciencia hacen que la superstición y aquello comúnmente ligado al mundo de la esotérico de paso a una nueva generación de intelectuales basados en la técnica y la experiencia empírica.

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Filósofo e investigador italiano de finales del s. XIV y comienzos del XVII


El sistema feudal queda obsoleto y la relación entre artista y nobleza se estrecha, lo que permite al pintor consagrarse y tener reconocimiento y elevarse en la esfera social. Posee recursos técnicos, valor social y es intelectual. Aquí me gustaría destacar a otro de mis favoritos, Rembrandt van Rijn, que nos ha dejado una nutrida colección de su propia fisionomía registrada a lo largo de su vida. Él introdujo una visión novedosa en el tema, al plasmar su psicología en constante cambio debido a las vicisitudes de su existencia. También comienza a dar relevancia al espacio interno donde realiza su labor artística, no sólo físicamente, sino también psicológicamente. En su obra El pintor en su estudio (1626). Sus ropas, actitudes… demuestran que la pintura no es únicamente una artesanía, sino una labor intelectual. En los autorretratos de Diego Velázquez también vemos su evolución artística y social. Desde el juvenil en el que se nos muestra sobrio tanto de colores, como de formas, hasta el de Las Meninas (1656), el que vemos al orgulloso pintor del Rey, elegante, con la enseña nobiliaria en el pecho. Tanto él como Rembrandt, y Goya posteriormente en su Autorretrato ante caballete (1790-95) amplían el marco del cuadro y lo expanden hasta el espectador, que sirve como modelo. Ellos desde sus cuadros se inmortalizan y continúan influyendo sobre los espectadores a lo largo del tiempo. Saliéndose así del marco espacio-temporal. Johannes Vermeer realiza algo parecido en El arte de la pintura (1666), al presentarse de espaldas, corriendo el velo que lo separa de lo real. Acercando al espectador con el propio cometido del pintor.

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REFERENTES En este siglo cabe destacar también a Charles Le Brun que publicó un método3 para dibujar las pasiones, basado en los estudios del filósofo Descartes, realizando 21 categorías en cuanto a las emociones humanas. En él establece cómo las emociones producen unos cambios característicos en el rostro del ser humano, y continúa trabajando sobre la relación entre el animal y el ser humano como en el siglo anterior. Son admirables los autorretratos de la Gallerie Uffizi en Florencia. Entre ellos encontramos los de Rafael (1504-06) en la inocente e ilusionada juventud contrapuesto al de la experiencia. El de Caravaggio (1593-94) encogido y enfermizo como correspondencia a su reciente salida del hospital. También es destacable el de Johaness Gump, (1646) en el que su posición de pintor queda subyugada por la mirada del espectador que es quien se convierte en el creador del autorretrato. Velazquez, Rubens, Rembrandt, Bernini, Delacroix, Ingres tienen su sitio en los Uffizi. Sin embargo, también cabe destacar la presencia de las pintoras Lavinia Fontena, Élisabeth Vigée Le Brun, Rosalba Carriera, Angelica Kauffman, que se autorrepresentaron como profesionales de la pintura ante el cuadro, con el pincel en la mano. O Marietta Robusti (1580-85) tocando un instrumento musical, como correspondía a una joven culta formada en las artes. Ya en el siglo XIX me gustaría también resaltar los de Jean Auguste Dominique Ingres, reflejando el cambio psicológico que se produce a lo largo de su vida.

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___ 3 Se encuentra en su libro Fisiognomia de las pasiones del s. XVII. Rescatado posteriormente: Le Brun, C. (2015). Fisiognomía de las pasiones. Madrid: Casimiro.


REFERENTES En un autorretrato de juventud (1804) presenta una mirada abierta, ingenua, curiosa ante el mundo y en cambio en el de su etapa de madurez (1858), él ya se ha convertido en una persona reflexiva y ha perdido la ilusión por la vida. También se oponen dos visiones, por un lado la mirada que busca en el exterior y que desea descubrir, con la mirada introspectiva que mira hacia dentro de sí mismo, debido a la experiencia. En Henri Fantin-Latour se observa algo similar, pese a que en su etapa de juventud la mirada no es clara, en su adultez se muestra como firme y seguro de sí mismo, sin miedo a ser expuesto ante los demás. Con respecto a Gustave Courbet me gustaría destacar su autorretrato realizado durante su periodo de juventud Autorretrato con perro negro (1842-44) en el que me ha llamado mucho la atención cómo se presenta en una posición de unión e igualdad junto a su perro. La mirada firme e impasible podría sugerir su disconformidad con la sociedad francesa y el reconocimiento de sus capacidades intelectuales. Esa disconformidad impulsó su incursión en el realismo y sus deseos de cambiar la realidad de su tiempo. En El hombre herido (1844-54) en el que también desarrolla la dramatización romántica a través de su imagen. La postura, el gesto, el paisaje o el cromatismo contribuyen a describir su situación de duelo tras una ruptura amorosa. Su estado de ensoñación se contrapone con el dolor, reflejado en la sangre del pecho.

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Podemos decir que hasta el s. XIX los artistas han expresado su interioridad en estos cuadros, pero debido a su gran formación académica, nunca sobrepasan los límites de lo correcto. Los cuadros están sometidos a sus reglas de proporción, luz y color que poco cambiaron hasta el siglo XIX.


Es en el siglo XX cuando los pintores pierden totalmente el pudor y comienzan a tener total libertad en cuanto a la autor representación. Cada vez el artista está más desinhibido y expresa su yo interior, que los conduce a sí mismos como base del verdadero arte. En cuanto a pintores impresionistas destacaré a Paul Cézanne, En sus autorretratos de (1875-77) y (1880-81) utiliza una pincelada geométrica que le otorga un estilo inconfundible, y además, es interesante cómo él recupera la forma a través del color, sin perder en ningún momento la expresividad de su rostro. Otro gran referente fue Vincent Van Gogh, quien realizó numerosos autorretratos. En el de 1889 puede observarse un gran contraste entre el fondo y la figura gracias a un magistral uso de los colores complementarios. El propio estilo de Van Gogh, agitado, nervioso se muestra sobre su rostro, lo que amplifica su expresividad. La pincelada corta, o los patrones formales repetitivos demuestran su personalidad obsesiva. Los autorretratos de Picasso van desde su adolescencia (1896) hasta su muerte. Pero me gustaría destacar uno que realiza en su juventud en la etapa azul (1901). En ese autorretrato parece reflejar además de su imagen externa su angustia en esos primeros años de incertidumbre en París. A través de su mirada serena parece querer decirnos que es consciente de que superará esos altibajos sin lugar a dudas. Kazimir Malevich en su autorretrato de (1910), con una frontalidad y composición típica de los signos, no duda en pintar su cara verde y amarilla también característica de la pintura rusa, pero que expresada de esa forma resulta novedosa, recuerda también al fauvismo y a La Raya Verde (1905) de Henri Mattisse.

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Ernst Ludwig Kirchner en diferentes obras (1910-15) del Kunsthalle Hamburg, nos muestra, en colores y formas expresivas, sus inclinaciones a la bebida y la prostitución. Estos autorretratos son espontáneos e intuitivos, se explota al máximo el uso de los colores complementarios, lo que otorga una gran carga expresiva, siendo así mismo un gran referente del expresionismo alemán. En el expresionismo austríaco encontramos a Egon Schiele, que a través de sus más de 100 autorretratos, fue uno de los artistas de su tiempo que dedicó a explorar su “yo”. Pese a retratarse incesantemente, no estaba orgulloso de su imagen. Esto queda constatado en representaciones en las que aparece desnudo, esquelético, demacrado, tal y cómo se sentía interiormente: pobre incomprendido, desahuciado por la sociedad. Tamara de Lempicka, en su Autorretrato sobre Bugatti verde (1929), propone una visión de la mujer emancipada del hombre y libre. Fue un gran exponente del Art Decó. Ella incorporó elementos del cubismo, como la simplificación de las formas y el glamour de los años 20 y será una gran referente para los artistas pop. Frida Kahlo sublima su enfermedad, sus traumas, sus ilusiones con una mezcla de estilo surrealista y naíf. En los de Alberto Giacometti de los años 60 resulta curioso cómo a la hora de representarse le da más importancia al vacío que a su propia imagen. Sartre dijo de él “Giacometti es el artista existencialista perfecto, a medio camino entre el ser y la nada”4.

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___ 4 Sartre, J.P. (1949). Situations. La recherche de l’absolu. Paris: Gallimard. Capítulo 9


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REFERENTES Él se siente frustrado por ser incapaz de representar la realidad tal y como la ve interiormente por lo que decide llegar a lo esencial a través de la simplicidad. Durante su juventud realizó autorretratos más convencionales, pero será en su madurez cuando rompa con los esquemas establecidos. Pese a derivar en una visión tan personal, realizó numerosos bocetos de grandes artistas a través de catálogos que le regaló su padre. Durante esa época también es destacable la incursión del autorretrato en el arte objetual, Robert Morris en su I-Box (1962) relaciona su yo personal con el propio objeto, al introducirse en una caja de madera que pone “I” (yo en inglés). O la imagen múltiple de Andy Warhol (1964) en el que combina la fotografía con las técnicas gráficas convencionales. En 1967 Robert Rauschenberg, también realiza un curioso autorretrato realizado en serigrafía. A través de una serie de radiografías construye su propia fisionomía, que a su vez cualquier espectador podría tomar como suya. La incorporación del elemento personal de la silla, trazos de dibujo del fondo y la incorporación de los papeles donde trabaja el propio autor permiten acercarnos más a la persona que al propio individuo creador, pese a la paradoja de la imagen. En el caso de Chuck Close, son muy curiosos, ya que su obra se construye a través de efectos ópticos y se le permite al espectador que experimente sensaciones similares a las que sentiría con el modelo presente, estimulando así la percepción del espectador. Crea una imagen reconocible a cierta distancia, pero de cerca está formada exclusivamente por elementos abstractos e ilusiones ópticas. Replanteando así nuestra identidad, construida en base a lo ilusorio.

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Entre los que más trabajan la carga psicológica destacaría a Francis Bacon y Lucien Freud. Bacon nos ofrece una visión atormentada, deformada sobre sí mismo. Sus facciones distorsionadas, nos muestran su cruda realidad interna. Él mismo se fragmenta, remueve sus traumas y sus horrores, su retrato interior se vuelve más relevante que la propia imagen externa. La condición humana se aniquila para dar paso a otra más visceral. Lucien Freud, también nos muestra las complejidades de la psicología y los aspectos más oscuros del ser humano, sin embargo, no destruye su imagen externa. Ésta la trabaja con una pincelada vigorosa y empastada, portando toda la energía que proviene de sus adentros. David Hockney, en sus obras El estudiante – Homenaje a Picasso (1973) Autorretrato con guitarra azul (1977). Incluye referentes artísticos contemporáneos en el cuadro. Se muestra como una persona a la moda, jovial, tanto exteriormente como en las formas y colores. Formas esquemáticas conviven con elementos de corte más académico. Él no se adscribió a un movimiento concreto, si no que quiso a través de sus retratos y autorretratos quiso dar vida al entorno que le rodeaba… También me llama la atención su colorido y el uso de las nuevas tecnologías, ya que muchos de sus últimos autorretratos están hechos con el Ipad. Basquiat en sus autorretratos de los años 80 nos remite al primitivismo africano con sus figuras de formas esquemáticas y elementos tribales. También se aprecian en ellos su vida frenética y la influencia del expresionismo abstracto de Pollock. El mundo del grafitti, y la simplificación de las formas se ven claramente en su obra.


REFERENTES Anselm Kiefer debido a que realizó numerosos viajes en su vida, en sus autorretratos trata también temas como las culturas minoritarias, el fin del arte y su posición ante este porvenir. En su obra Tengo las Indias en Mis Manos (1996) se advierten sobre la propia tierra unas manchas a modo de agujeros negros y nos hace pensar en una Calavera, en la muerte misma. Podemos pensar que es como si él estuviese advirtiéndonos de la fatalidad del fin del mundo. Él, pese a estar desnudo, indefenso, martirizado (también acentuada esta idea a través del proceso xilográfico), sigue en pie, manifestando su perseverancia y lucha interior. Como artistas comprometidas podemos destacar a Nan Goldin, que en el año 1984 con su autorretrato “Nan un mes después de haber sido golpeada”, denunciaba una lacra social cada vez más vigente desgraciadamente, como es la violencia de género, o Shirin Neshat con su “Busca del Matirio” (1995) en la que denuncia la visión denigrante de la mujer en la sociedad islámica actual. También en el ámbito más próximo, en la propia facultad de Bellas Artes, varios profesores han realizado importantes visiones de sí mismos que han servido como fuente de inspiración. Mónica Ortúzar con sus autorretratos pretende ampliar la percepción ante lo que tenemos alrededor. Sus retratos se conciben no como una mera representación de su rostro personal, sino del propio entorno que influye de manera incisiva en la identidad colectiva. Ignacio Pérez-Jofre, en sus autorretratos del año 2012 también se pone ante el espejo y se estudia con una estética cercana al pop con reminiscencias de Hockney y la pintura británica. También se preocupa por la relación entre el Interior Exterior en una serie en el que se incluye inmerso en el espacio de trabajo.

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Por último destacar la influencia de mi tutora que me ayudó a lo largo de todo este proceso, Rosa Elivra Caamaño, en la que a través de sus autorretratos nos muestra un alma romántica y con un toque de nostalgia-lirismo. Su pintura tiene como base una férrea formación académica pero no deja de ser también una pintura provocadora, alejada de los convencionalismos del arte contemporáneo. En sus autorretratos se puede apreciar toques de realismo mágico, la memoria, la naturaleza, o la mitología entre otros, además de un cromatismo muy intenso.


PLANTEAMIENTO

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PLANTEAMIENTO

DEFINICION DEL AUTORRETRATO Según lo que sostiene Souriau Etienne5 en el Diccionario Akal de estética6, el retrato es: “Una representación de una persona, al gusto de otra persona. El retrato es una descripción... exige que el artista sea observador, incluso psicólogo, para penetrar en la personalidad del modelo… Las ideas de la época sobre un ideal estético humano se transparentan frecuentemente en el retrato. …El retrato apunta al parecido... El retrato está adherido al tiempo”. Por lo podemos afirmar que para llegar a una comprensión de nuestra identidad, es imposible separarnos del entorno y contexto que nos rodea, ya que somos hijos de nuestro tiempo. También se pone de manifiesto la dificultad que esta observación activa conlleva, al no sólo comportarnos como artesanos, si no como intelectuales, científicos, que buscan datos en lo empírico. Buscando la etimología sobre la palabra autorretrato en la R.A.E., ésta viene de la palabra auto (por uno mismo, o propio) y de retratar que, a su vez, vienede la palabra “retrahere” que significa “volver a traer”, por lo que la propia palabra implica que este proceso implica recuperar, transformar, mantener... la mismidad del sujeto implicado en la creación. El autorretrato, en definitiva, podríamos definirlo como la imagen de una persona realizada por ella misma. El artista a través del retrato busca captar la esencia del retratado, no obstante, esto

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con el autorretrato se acentúa ya que se conoce mucho mejor a sí mismo ___ 5 Filósofo francés especializado en estética. 6 Souriau, E., Grassa Adé, I. and Castro Flórez, F. (1998). Diccionario Akal de estética. Madrid: Akal. Pág. 951


PLANTEAMIENTO

FUNCION Y COMPLEJIDAD DEL AUTORRETRATO Es difícil decir qué es o no es un autorretrato, ya que independientemente del tema que se trate, el autor aparece implícita o explícitamente en la obra. No obstante, en este trabajo en concreto, el estudio que realizo se encuentra en su mayor medida centrado en mi propia fisionomía, aunque también incorporo a mi perro y elementos de mi entorno para llegar a una comprensión mayor de mi identidad. Función y complejidad del autorretrato La finalidad del autorretrato, es similar a la del retrato, en la que el autor trata de comprender como es otra persona. No obstante, en el autorretrato, el artista va más allá. Él ya conoce a priori como es él mismo, pero gracias al acto de autorretratarse, a través de su imagen, se reconoce y hace consciente y asume lo que es. Esto ocurre por ejemplo cuando uno tiene unas ideas preconceidas sobre él mismo que pueden o no adecuarse con la realidad. Una vez que éstas se materializan en la obra, la creencia se disuelve, y da paso a la verdad. Picasso expresa esta idea 7“el autorretrato es un aprendizaje, y luego se vuelve una representación, he aquí como me veo, he aquí como pienso que me ví”. Como punto de vista personal, considero que a diferencia del retrato, en el que te sientes más tranquilo de exponer realmente lo que crees o lo que ves, en el autorretrato sabes que te expones, y eres consciente de exponer tus intimidades y aquello que quizás no conoces aún de ti mismo. Para mí lo más interesante del autorretrato, no es la identificación con la imagen propuesta, ___ 31 7 Warncke, Carsten, Peter. Pablo Picasso: 1881-1973. Taschen. Pág. 741.

si no el juego que éste ofrece al proclamar no sólo lo creemos que somos, si no también lo que deseamos ser, entrando en ello la posibilidad de transformación. Considero además, que es muy difícil encontrar a un pintor que no se haya autorretratado, sobre todo a partir del Renacimiento, cuando el artista toma conciencia de su papel en el mundo, comparable al del poeta y al del científico. Porque de poesía y de ciencia, además de manualidad tiene mucho la pintura.


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DESARROLLO

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DESARROLLO

TRABAJOS PREVIOS

Como ya mencioné previamente en la introducción, antes de la realización de este trabajo, ya me había interesado por el rostro y la expresión humana. Esto se reflejó en numerosos retratos en los que estudie la personalidad de mi entorno a través de amigos y familiares.

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DESARROLLO

TRABAJOS PREVIOS

La observación y el análisis expresivo y psicológico también se evidencian en estos retratos previos, realizados a partir de fotografías.

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De entre todos los trabajos previos, me gustaría destacar este trabajo. En este dibujo ya vaticinaba la batalla que libraría posteriormente conmigo mismo. Lo realicé a lápiz en un papel de 50x70. La posición de los modelos fue muy sugestiva, ya que me instó a quitarme todos los pesos de encima y a deshacerme de mi “yo” anterior. Pese a no aparecer mi imagen, ni mi fisionomía, yo me identifiqué con la escena, liberándome de aquello a lo que estaba aferrado. La propia trama del dibujo construyó un espacio psicológico en el que me sentía encerrado, cada trazo fue para mí un peso que debía sacar, e internamente sabía que era duro pero tenía que hacerlo. Paso a paso, con mucho orden y disciplina, a la que no estaba acostumbrado, enfrenté mis temores, posteriormente llegué a un al abismo y lo superé con creces. También las luces de abajo, posteriormente a la realización del dibujo, me hicieron reflexionar que algo más claro y poderoso se avecinaba en mi vida y así fue, conocí a Woody, mi perro.

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DESARROLLO

AUTORRETRATO I. ‘¿DÓNDE ESTÁN MIS COLORES?’

Para realizar este autorretrato utilicé una tableta Wacom y usé diferentes pinceles en Photoshop. Fue realizado en una sola sesión. A través de él comprendí que lo que yo estaba pintando no era mi imagen exterior, si no como me veía por dentro, con esos colores apagados y sucios. Con mis ojos veía vitalidad y colores claros, pero al pintar no era capaz de sacar esa viveza. Ver eso en mí mismo, cuando nunca me había visto así, me hizo sentirme confuso y desconcertado.

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DESARROLLO

AUTORRETRATO II.

Este autorretrato lo realicé con acrílico sobre lienzo. En un primer momento pretendí añadir formas expresivas que entrasen en el pecho, como un intento de abrirme al mundo. Finalmente, como no lo ví claro, borré el fondo verde que había puesto anteriormente y eliminé el color. No obstante en esa oscuridad me muestro sereno, firme y atento. Me doy cuenta de mi fortaleza y empiezo a darme cuenta de que estoy yendo por un buen camino. Los chorretones o las imperfecciones anatómicas no son importantes para mí en este caso, ya que por primera vez, me veo seguro y sereno. La realización de este cuadro me llevó un par de semanas. Realicé también veladuras para trabajar la piel.

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DESARROLLO

AUTORRETRATO III. ‘ALFILERES DE COLORES Y OLÉ’

Este autorretrato lo realicé sobre papel A4 amarillo, también frente al espejo. A través de las tramas que fui añadiendo pretendí ordenar primero los claros y los oscuros. Posteriormente a estas tramas le di una finalidad expresiva reforzándolas con contés y pasteles. Los colores que usé, bastante saturados contrastaban con la incertidumbre que se apreciaba en la mirada. La imágenes de revista que puse en el fondo fueron dispuestas de modo aleatorio. Recorté y pegué fragmentos de un catálogo del supermercado, que me transmitían una coherencia cromática con lo que había realizado, sin demasiada reflexión.

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DESARROLLO

AUTORRETRATO IV. ‘ESTOY QUE REVIENTO’

Este autorretrato lo realicé con acrílico sobre lienzo. En un primer momento pretendí añadir formas expresivas que entrasen en el pecho, como un intento de abrirme al mundo. Finalmente, como no lo ví claro, borré el fondo verde que había puesto anteriormente y eliminé el color. No obstante en esa oscuridad me muestro sereno, firme y atento. Me doy cuenta de mi fortaleza y empiezo a darme cuenta de que estoy yendo por un buen camino. Los chorretones o las imperfecciones anatómicas no son importantes para mí en este caso, ya que por primera vez, me veo seguro y sereno. La realización de este cuadro me llevó un par de semanas. Realicé también veladuras para trabajar la piel.

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DESARROLLO

AUTORRETRATO V. ‘DEL ASCO AL AMOR PROPIO’

Aquí ya comencé a encontrarme más suelto, sobre todo en las primeras etapas. Empecé a trazar formas muy esquemáticas que me ayudaron a que la expresión y la construcción del rostro fueran a la par. Hubo un momento en que encontré mi rostro muy repugnante, no sé por qué motivo. Posteriormente realicé algunos bocetos en el móvil que me ayudaron a solventar esa situación.

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DESARROLLO

AUTORRETRATO VI. ‘NO QUIERO CONVERTIRME EN ESO’

Durante las primeras fases de este autorretrato fue muy divertido, ya no miraba tanto el espejo y dejaba que el color fuese el protagonista. Finalmente al trabajar en sucesivas capas provocó que propia materia de pintura me echase años encima. Es como si estuviese reflejado en el espejo una persona muy hecha, muy densa, como el reflejo de todo aquello en lo que no quiero convertirme.

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DESARROLLO

AUTORRETRATO VII. ‘‘ENFRENTÁNDOME AL PASADO’

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Este autorretrato fue complicado porque el rostro se fue desconfigurando y sufrió muchas transformaciones, lo que hizo que yo también ganase mucha inseguridad. Finalmente decidí probar algo diferente y realicé unas fotografías sobre el propio soporte y decidí pintar sobre ellas. A partir de ese momento el cuadro empezó a cambiar. Al resolver la cara con pinceladas muy simples y concisas, todo aquello que había pensado, interpretado e imaginado sobre mí mismo se disolvió. Empecé a resolver también de manera satisfactoria el fondo, gracias al uso del paño, lo que hizo que perdiese esa pincelada tan agresiva, y en cierto modo, me hizo pasar de ver las cosas desde un punto de vista tan cerrado a otro con una perspectiva más amplia sobre mí mismo.


DESARROLLO

AUTORRETRATO VIII ‘EL NIÑO QUE SOBREVIVIÓ’ Este retrato fue muy interesante, pues me dejé llevar bastante y los colores y formas fluían. Pese a que el dibujo previo parecía que la pintura se encaminaría por otra vertiente, a través del color fui reconstruyendo mi estado interno y se tradujo en una imagen en la que me sentí identificado con mi niño interior. Finalmente vi más a un niño que a una persona de mi edad, lo que me hizo replantearme que quizás debía continuar por ese camino, dejarme llevar y no aspirar a un perfeccionismo, porque el perfeccionismo es simplemente vivir, e ilusionarse tal y como me vi en el espejo. Los colores que fui añadiendo me inspiraban calidez e ingenuidad, y eso contribuyó a que me viese de ese modo.

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DESARROLLO

AUTORRETRATO IX ‘NARANJA Y AZUL’ En este autorretrato decidí reforzar el uso de los complementarios. Decidí exagerar los colores y acentuar de ese modo la intensidad dramática, como diversos artistas hicieron durante el expresionismo. Este retrato lo realicé con óleo sobre papel también. Durante las primeras fases me gustaba el resultado, pero mi afán de verme más y más completo acabó alejándome de mi mismo, y me convertí en otra persona. Los ojos insinuados con trazos simples y precisos de los primeros momentos eran mucho más representativos de mi identidad que otros con demasiada carga de pintura.

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DESARROLLO

AUTORRETRATO X ‘METAMORFOSIS’

Gracias a este cuadro puede transformarme en muchos aspectos. Pude verme bien junto a mi perro. Ya no era un mártir, si no el responsable de mis actos.

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AUTORRETRATO XI ‘AL FIN LIBRE’

Este fue el más ambicioso. En él me hayo en la selva, junto con otros animales, con los que convivo. Aquí ya soy libre y me presento como líder, acompañado con todo tipo de seres. Para la realización de la composición de este cuadro me ayudo de referencias fotográficas de animales y varios bocetos. Posteriormente, con spray naranja fosforito, paso a realizar un dibujo sobre el soporte. Mi cara en este caso también sufre transformaciones, pero al final, pese a que parece sudorosa, cansada… al final me encuentro y veo honestidad en mi mirada.

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CONCLUSIONES A decir verdad, hoy en día todos podríamos decir que somos “autorretratistas”, ya que cualquier persona que dispone de un teléfono móvil puede trabajar en torno a su apariencia, no obstante, considero que a diferencia de las nuevas tecnologías, la pintura sigue siendo importante al permitirnos una reflexión más profunda del estado interno con respecto al Selfie actual, ya que no se ve sometido a la instantaneidad. El propio proceso pictórico me ha permitido hacerme consciente más allá de lo que puedo capturar a través de la cámara fotográfica. A través de este trabajo me he dado cuenta de la complejidad que supone enfrentarte a tu propio “yo”, ya que no es un mero trabajo de representación externa, sino que requiere además enfrentarse a tu realidad interna, lo que supone una gran complejidad tanto en la ejecución como en el desarrollo psicológico que todo este proceso conlleva. También el hecho de autorretratarme ha conllevado un esfuerzo extra con respecto al retrato convencional, ya que requiere de la valentía de exponer ante los demás la propia intimidad. Con respecto a la identidad, considero que todavía está en construcción, no es definitiva. Todavía tengo la posibilidad de añadir lo necesario o eliminar lo accesorio. Lo que sí que tengo claro es que la identidad que he construido ante mis ojos ha sido el resultado de experiencias que me han tocado vivir, como un resultado de las vivencias de la persona que he sido, pero ahora tengo las bases para ser consciente y tomar las riendas de mi vida. Gracias a este trabajo y a través de este trabajo tan complejo hoy puedo decir que puedo tomar la decisión de ser quien siempre quise ser, seguir trabajando para convertirme en un pintor de calidad y vivir una vida tranquila. 48

Me gustaría destacar que a lo largo de esta serie de autorretratos, ha tenido más importancia las sensaciones que he experimentado que el propio grado de iconicidad con la realidad. Pero debo admitir que cuanto más próximo ha estado el parecido físico a “las buenas formas” propuestas por la Gestalt, el estado interno se ha armonizado y con ello también la propia imagen física, por lo que considero que guarda una estrecha relación el interior con el exterior. Si me remito a los autorretratos de los jóvenes pintores expuestos anteriormente, puedo ver similitudes en cuanto a la inseguridad a la hora de plantear una imagen definitiva real, en la que me encuentre totalmente satisfecho. No son imágenes conclusas, con intencionalidad, es una declaración de intenciones, en la que pretendo presentarme con firmeza y seguridad para enfrentarme al mundo. En definitiva, este trabajo me ha ayudado en numerosos aspectos. Pese a su dificultad me dio la posibilidad de remontarme a diferentes aspectos de mi personalidad y de mi espacio-tiempo vital. Considero que el propio proceso y la experimentación han conseguido que los retratos hayan ido tomando forma de manera muy diversa, y que el propio retrato haya sufrido numerosas transformaciones hasta llegar a completarse. Me permitió reconocer lo oculto y embellecerlo. Quise saber qué pensamientos influían en mi visión del mundo y cómo éste podría cambiar a mejor y creo que lo conseguí.


BIBLIOGRAFÍA Bell, J. (2000). Five hundred self-portraits. [London]: Phaidon. Colóquio Autobiografia, A. and Morão, P. (2003). Autobiografia. Auto-Representação. Lisboa: Edições Colibri. Ortuzar, M. (n.d.). Mónica Ortuzar. Rebel, E., Wolf, N. and Pawlowsky Glahn, S. (2008). Autorretratos. Köln: Taschen. Warncke, Carsten, Peter. Pablo Picasso: 1881-1973. Taschen. Souriau, E., Grassa Adé, I. and Castro Flórez, F. (1998). Diccionario Akal de estética. Madrid: Akal. Sartre, J.P. (1949). Situations. La recherche de l’absolu. Paris: Gallimard. Baltrusaitis, J. (1988). El espejo. Madrid: Miraguano. Carvalho, F. (2010). Auto-retrato e auto-representação. Lisboa: Universidade, Centro de Investigação e Estudos en Belas-Artes. Gurney, J. (2015). Luz y color. [Madrid]: Oberon. Ortúzar, M. (2010). Autorretratos. [Ourense]: Centro Cultural Deputación Ourense. Phay-Vakalis, S. (2004). Le miroir dans l’art, de Manet à Richter. Paris: Harmattan.

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FICHA TÉCNICA - REFERENTES Peter Parler. Busto del autor hacia 1380. Piedra arenisca, tamaño natural. Praga, catedral de San Vito, triforio – pág. 18 Alberto Durero. Autorretrato, 1500. Óleo sobre tabla, 67 x 49 cm. Alte Pinakothek, Múnich – pág. 19 Alberto Durero. Autorretrato con paisaje, 1498. Óleo sobre tabla, 52 x 41 cm. Museo del Prado, Madrid – pág. 20 Dos estudios de fisionomía humana de Giovanni Battista della Porta - pág. 20 Rembrandt Van Rijn. Autorretrato con gorro empechado, 1629. Óleo sobre tabla, 89,7 x 73,5 cm. Museo Isabella Stewart Gardner, Boston – pág. 21 Rembrandt Van Rijn. Autorretrato con blusa bordada, 1640. Óleo sobre lienzo, 93 x 80 cm. National Gallery, Londres – pág. 21 Rembrandt Van Rijn. Autorretrato, 1659. Óleo sobre lienzo, 84,5 x 66 cm. National Gallery of Art, Washington DC – pág. 21 Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. Las Meninas, 1656. Óleo sobre lienzo, 318 x 276 cm. Museo del Prado, Madrid – pág. 21 Jan Vermeer. El arte de la pintura, 1666-67. Óleo sobre lienzo, 120 x 100 cm. Kunsthisorisches Museum, Viena – pág. 21 Johaness Gump. Autorretrato, 1646. Óleo sobre lienzo, 89 cm. de diámetro. Galería de los Uffizi, Florencia – pág. 22 Jean-Auguste-Dominique Ingres. Autorretrato, 1804. Óleo sobre lienzo, 77 x 63 cm. Musée Condé, Chantilly - pág. 23 Jean-Auguste-Dominique Ingres. Autorretrato, 1858. Óleo sobre lienzo, 62 x 51 cm. Galería de los Uffizi, Florencia - pág. 23 10. Gustave Courbet. Autorretrato con perro negro, 1842-44. Óleo sobre lienzo. Museo del Petit Palais - pág. 23 Paul Cézanne. Autorretrato, 1880-81. Óleo sobre lienzo, 33,6 x 26 cm. National Gallery, Londres – pág 24 Kazimir Malevich. Autorretrato, 1908. Aguada sobre papel, 27 x 26,8 cm. Galería Tetriakov, Moscú – pág. 24 Vincent Van Gogh. Autorretrato, 1889. Óleo sobre lienzo, 65 x 54 cm. Museo de Orsay, París – pág. 24 Pablo Ruiz Picasso. Autorretrato con capa, 1901. Óleo sobre lienzo, 81 x 60 cm. Museo Picasso, París – pág. 24 Ernst Ludwig Kirchner. Autorretrato con modelo, h. 1910. Óleo sobre liezo, 149,7 x 100 cm. Kunsthalle, Hamburgo – pág. 25 Tamara de Lempicka. Autorretrato en Bugatti, 1932. Óleo sobre lienzo, 35 x 26 cm. Colección particular – pág. 25 Alberto Giacometti. Autorretrato, años 60. Lápiz sobre papel – pág. 25 Francis Bacon. Autorretrato, 1969. Óleo sobre lienzo, 35,5 x 30,5 cm. Colección particular – pág. 26 Jean-Michel Basquiat. Autorretrato, 1982. Acrílico y óleo en barra sobre lienzo, 127 x 102 cm – pág. 26 Robert Morris. I-box, 1962. Caja de madera contrachapada, metal labrado y fotografía, 48 x 33 x 4 cm. Museo Guggenheim, Nueva York – pág. 26 David Hockney. Autorretrato con guitarra azul, 1977. Óleo sobre lienzo, 152,4 x 182,8 cm. Museum Moderner Kunst Stiftung Ludwig, Viena – pág. 26 Lucian Freud. Reflejo con dos niños (autorretrato), 1965. Óleo sobre lienzo, 91,5 x 91,5 cm. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid – pág. 26 Nan Goldin. Nan un mes después de haber sido golpeada, 1984. Copia en Cibachrome, 68,5 x 101,5 cm – pág. 28

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