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El bienestar de las mujeres como un derecho humano

Thelma Such

El Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres se conmemora cada 28 de mayo de cada año, la decisión fue tomada por los graves problemas de salud que millones de mujeres sufren en distintos países, debido a la pobreza, violencia, guerras, discriminación, exclusión social y la escasa inversión en temas de salud, el objetivo es reafirmar el derecho a la salud como un derecho humano de las mujeres al que se deben acceder sin restricciones o exclusiones de ningún tipo y a través de todo su ciclo de vida. Esta fecha se propuso durante el V Encuentro Internacional de Mujeres y Salud en Costa Rica desde el año de 1987, es decir hace 36 años por la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe.

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La salud es un derecho humano cuya base jurídica se expresa en diversas obligaciones que los Estados deben cumplir de conformidad con las convenciones, protocolos y declaraciones internacionales suscritas por Guatemala, además de ser derecho constitucional. La salud materna es parte del derecho a la salud, la muerte materna y los embarazos en la adolescencia son considerados como una expresión de la condición social inequitativa de las mujeres y del débil funcionamiento de los sistemas de salud. En el 2009, el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU) acordó considerar a la muerte materna evitable como una grave violación a los derechos humanos, un problema que no sólo afecta a las mujeres, sino a la población en general.

Gozar de buena salud es un derecho humano fundamental y contempla un estado de completo bienestar físico, mental y social necesario para desempeñar un rol activo dentro de la sociedad, en este sentido tanto las mujeres como las niñas tienen el derecho de disfrutar de un estado de salud óptimo.

El bienestar está relacionado en cómo las mujeres se cuidan a sí mismas, y como resultado, tiene un gran impacto en los diversos factores de sus vidas. Si alguien no se siente bien ni saludable, es difícil que se pueda concentrarse en otros aspectos de la vida. El bienestar también contempla la salud mental y emocional, lo cual está estrechamente ligado a la calidad de vida.

En la sociedad actual, las mujeres y las niñas deben estar protegidas, porque representan a la población más vulnerable en temas de salud y otras necesidades; como la falta de acceso a información y servicios de calidad en la atención en salud preventiva, embarazos en adolescentes y mortalidad materna. Es importante subrayar que en la mayoría de casos las mujeres suelen estar desempleadas, trabajan a tiempo parcial o en el sector informal y por lo tanto no tienen derecho a las prestaciones en salud.

Vidas forzadas

Para comprender esta realidad, es necesario recurrir a estadísticas y datos duros. Solo en el año 2022, según datos monitoreados por el Observatorio en Salud Reproductiva (OSAR) se registraron 2,187 nacimientos en madres entre 10 a 14 años, basado en lo reportado por el Registro Nacional de Personas (RENAP). Es indignante solo de pensar en una sola niña que tenga que ser forzada a una maternidad a su corta edad, producto de abuso sexual. Mientras que 65,501 se convirtieron en madres entre los 15 y 19 años, el dato es igual de alarmante debido a que por las condiciones de vida de las adolescentes en el país, muchas de estas adolescentes podrían estar reportando el segundo o el tercer embarazo. Quetzaltenango registró 131 nacimientos en madres entre 10 a 14 años, y 3,168 nacimientos en mujeres de 15 a 19 años, todo esto mantiene el círculo de pobreza, violencia y desnutrición como parte de su vida.

En las comunidades indígenas las mujeres padecen mayor desnutrición y muertes por enfermedades prevenibles, comparado con el resto de la población. En los lugares donde viven no hay centros de salud completamente equipados, ni siquiera con lo básico, la porción del gasto que el Estado dedica para resolver estas carencias es mínima, especialmente si se compara con el presupuesto nacional de salud. Implementación y fortalecimiento de espacios amigables.

Que las jóvenes y mujeres tengan acceso a métodos anticonceptivos sin discriminación por edad, género o etnia en los servicios de salud, ampliar consejería en el uso correcto del método, brindando además charlas de sensibilización a padres y madres de familia para reducir la oposición de acceso a los métodos en mención.

Definir estrategias que permitan identificar a todas las adolescentes y jóvenes para que tengan acceso a educación integral en sexualidad como un derecho. Garantizar la seguridad de niñas, adolescentes y mujeres en la prevención de la violencia sexual desde lo comunitario. “Todas las mujeres tenemos derecho a la salud, sin restricciones y exclusiones de ningún tipo”

Telma Suchi, lideresa maya K´iche, facilitadora técnica del Observatorio en Salud Reproductiva de Quetzaltenango

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