NURIA ANTÓN
CÁRCEL
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Nuria Antรณn
A mis hijas, Celia y Carmen, por ser la lluvia que me hace crecer.
La memoria es el fuego donde arden las heridas.
Del vaso roto y de la herida abierta nadie se salva. El líquido se derrama, ensucia, moja… La herida, sin embargo, sangra. No pude evitar romper el vaso ni está en mis manos cicatrizar la huella. No sé por qué hago conexiones tan absurdas; solo sé que la herida aún me escuece.
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Se agrietan los cimientos de la casa y son irreparables, hija. El paso de los años deteriora la fachada y no existe cemento que tape las fisuras. Sabrás, en tu camino, del caer de las tejas y el chirriar de las ventanas; y ya no habrá retorno a los días de platos bien dispuestos y alfombras mullidas. Se arrugan las vidas y pesan las mantas sobre el cuerpo. Tápame, que tirita la vida entre mis manos y el tiempo de abrazarte se me escapa entre los dedos. Abrígame en tu pecho, tengo frío, parece que se apagan las bombillas.
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¡Qué altas las montañas desde el valle y qué pequeño el hombre desde el cielo! Ay, hija. ¡ Cómo hablarte de eso que llaman carcoma!
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© de los textos: Nuria Antón © de la edición: EOLAS EDICIONES Diagramación: contactovisual.es Fotografía de portada: Nuria Antón ISBN: 978-84-17315-46-7 Deposito legal: LE 413-2018 Impreso en España - Printed in Spain
¡Qué altas las montañas desde el valle y qué pequeño el hombre desde el cielo!
ISBN: 978-84-17315-46-7