CHICA CHISPA
CHICA CHISPA
MJ Romero
PRÓLOGO El debate sobre la realidad, si es que ésta existe, y su representación, si ello es posible, -“esto no es una pipa”, ya nos advirtió Magritte- ha hecho correr ríos de tinta, sobre todo desde el siglo pasado y los llamados filósofos de la sospecha, Marx, Nietzsche y Freud. La frase misma que acabo de utilizar, esa expresión fosilizada, “correr ríos de tinta”, dice ya bien poco. Su carácter de fósil ha hecho que perdiera toda tensión, esa condición necesaria que una metáfora debe ofrecer para dar cuenta de alguna forma de realidad. No es éste el caso de MJ Romero y su protagonista, la empleada de la sección de carritos del supermercado, Chica Chispa. MJ Romero dota a su personaje de un lenguaje que, jugando entre lo coloquial y lo culto, entre los refranes populares y la reflexión filosófica, alcanza metáforas totalmente inéditas y, por lo tanto, cargadas de tensión significativa, que representan, de un modo asombroso, no solo una forma de realidad en el espacio en el que la autora sitúa la trama, un supermercado, sino 7
de la realidad en un país y, por extensión, me atrevería a decir, en cualquier lugar de occidente. Una realidad que concierne a la situación social, pero también, y éste es uno de los admirables hallazgos de MJ Romero en su tratamiento del lenguaje, a la subjetividad del individuo en la medida en que ésta todavía exista. Como si MJ Romero no se resignara a aceptar que el individuo tardomoderno haya perdido toda capacidad de pensamiento subjetivo crítico en una sociedad alienada y deglutida como la que también muestra, y en un espacio tan cargado simbólicamente para representarla como es un supermercado, Chica Chispa nos ofrece una subjetividad lúcida, crítica y asombrosamente autónoma. Ni un solo lugar común en esos pensamientos que expresa con frescura y gravedad. Porque no hay nada de volátil en las conclusiones a las que la deriva de esos pensamientos nos arrastra, dejándonos al mismo tiempo intacto el espacio de libertad a través del cual apelar a nuestra propia subjetividad. MJ Romero recurre no solo a esas metáforas absolutamente inéditas y a ese lenguaje fresco a los que ya se ha hecho referencia, sino también a referencias culturales de todo tipo, desde las literarias y filosóficas, a las contenidas en la sabiduría tradicional, sin olvidar los clichés de la cultura pop y mediática. Todo ello alcanza no solo el 8
pensamiento consciente del lector, sino el inconsciente de tal modo que logra desencadenar en él, como en la protagonista, series nuevas de recuerdos, pensamientos y juegos de palabras que remiten, en un diálogo sin final, a cada una de sus posibles acepciones y alusiones tangenciales. En ese sentido, el fragmento veinte de la segunda parte: “Cuando Walter Benjamin llegó a casa todos dormían, otro libro que cerraré para siempre, directo se irá a la hoguera de las vanidades, a no ser que alguien lo quiera vanamente. Observar la distancia y la diferencia de luz entre los distintos planos no es misión de la sección de carritos. Ni presidir las aglomeraciones tiene mérito si se producen en días de sol y para la lluvia ya están los paraguas, y los tornasoles para los soles. ¿Os gusta? Es el cartelito de hoy, permanecerá expuesto en la sección de cárnicos, para los carniceros metafóricos que pasan por allí subyugados por la sangre de buey danés.” crea una insólita tensión significativa con el final del fragmento anterior: “No te olvides de las vacas, le grita chispa mientras él se aleja. Lo que más me gusta son esas gafas de sol enormes 9
para proteger la mirada tranquila de las vacas, este verano me compraré gafas de vaca, y quizá una alambrada espinada.” que así mismo se cruzaba, en las alusiones a la situación social y a la emigración contenidas sobre todo en las dos últimas palabras, con el inicio del anterior, el fragmento dieciocho: “Jefe grande saluda todos los días, pregunta todos los días, despide todos los días, porque es el gran jefe, les explica chica chispa a las cajeras.” para concluir en el fragmento veintiuno con: “Después de lo malo viene lo peor. Orden ascendente. O si comes fresas te lanzan vítores. Orden descendente. (…) Nos lo creemos todo, porque lo que se dice existe y en mi país esto es como una especie de auto de fe, y si a simple vista no lo ves, solo hay que mirar de otra forma, buscar en lo invisible. ¿O acaso os creéis que todas las monedas del mundo caben en vuestras cajas registradoras o que todo dinero es visible y contante?” Y es que otro de los recursos significativos de Chica Chispa es su carácter fragmentario. El libro está formado por fragmentos que funcionan cada uno de manera autónoma, así, por ejemplo el veinticinco: “Después de tanto bullicio, propio de un fin de semana, me gusta reordenar y alinear con todo detalle los carritos, 10
así tan vacíos. Luego de esa marabunta humana esto parece el fin de las guerras comerciales. Las cajeras ya se han ido. Hombre chispa no viene ya desde la caída de la escalera y cuando voy a verlo al hospital solo habla de iglesias y de cruces que odia como si le hubiera dado una de las peores ventoleras. Esta tierra de inseguridades empieza a aburrirme, unos devorándose a otros de cualquier manera. Busco la fórmula mágica que desligue mi cuerpo de la ley de la gravedad para ahorrarme los saltitos de piedra en piedra. Mientras, hago tiempo con mi tiempo, como que ordeno y estaciono carritos para mañana.” con ese insólito y poético final que MJ Romero consigue en cada fragmento, después de su inicio aparentemente realista y su reflexión crítica sobre la sociedad contemporánea. Pero aunque cada fragmento funcione de manera autónoma, al mismo tiempo, como antes se ha visto, no deja de tener correspondencia y de mantener un diálogo alusivo con el resto, de modo que cada uno acaba constituyendo una pieza clave para poder apreciar al final, y en perspectiva, el mosaico que a través de la técnica del trencadís ha creado MJ Romero. Y si es cierto que el recurso a la fragmentación ya es una de las características de la escritura posmoderna, también 11
lo es que, en el caso de MJ Romero, resulta no solo pertinente, sino indispensable, ya que en ella se cumple, de manera magistral, lo que M. Blanchot denomina “la pluralidad del habla plural”: “El habla del fragmento no es habla más que en último término. Esto no quiere decir que ella solo hable al fin, sino que atraviesa y acompaña, en todos los tiempos, todo saber, todo discurso, con otro lenguaje que lo interrumpe llevándolo, en la forma de un redoblamiento, hacia la exterioridad en donde habla lo interrumpido, el fin que no acaba.” de modo que no hay oposición entre fragmento y totalidad o entre continuidad y discontinuidad, sino que ese discurso, aparentemente disruptivo -y que se aprecia también dentro de cada fragmento, donde cada frase aparece con frecuencia como una interrupción, una ruptura en la continuidad de la anterior- delimita y dota de contornos a esa finalmente coherente y significativa escritura que conforma Chica Chispa. ISABEL MERCADÉ
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La mujer de cabellos sucios, de uĂąas sucias y de encĂas desoladas, es la patria que tuve.
Luis Miguel Rabanal
Cada vez que la vida esto y lo otro, va aumentado el grado de acidez. Cada vez que la vida va, yo vengo. Y viceversa.
I
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¿Y cómo será ser solo pensamiento, sensación o nada sin tener que arrastrar un cuerpo pesado, dolorido y cansado? Falta energía. Inyecta energía. Una palabra clave. O un chasquido de dedos mágico o milagroso. Et voilà. La vida recomienza. La mañana sin este clima pesado y húmedo, densísimo para mis neuronas, comprimiendo mi sien derecha, con sus dedos invisibles sobre mi garganta atenazándome. Que la mañana recomience en un día cualquiera de noviembre. O cómo dar vida a un barquito de papel.
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Aquel hombre trabaja en una esquina del supermercado. Siempre está allí, de pie. Dice que es su trabajo. En su cerebro lleva una ciudad, a veces vive en ella y entonces nadie lo encuentra en su sitio. Es un hombre feliz. No es un hombre estúpido. Cuando se aburre acerca una chispa a cualquier rincón de su ciudad. Cuando la ciudad arde el hombre deja de aburrirse y se convierte en un ser peligroso.
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Soy la chica de las bagatelas. Era niña bagatela hasta que el hombre chispa apareció en el supermercado. Qué niña más rica, me halagan babosos y babosas al acercarse al anclaje de los carritos. Y yo dedico una sonrisa angelical a cada baba. Llegó él y me dijo: Tú serás una bagatela en mi ciudad de chispas. Y yo, feliz, afilé mis uñas y mis dientes, sobre todo mis colmillos, y sonreí descontrolada y salvajemente. Erosiono a las cajeras, solo el hombre chispa comprende. Cuando se aproximan mascotas corro hacia las puertas de cristal de la entrada y a modo de saludo extiendo uno de mis pies para disfrutar sorprendida del aterrizaje. Mantengo mis uñas y mi dentadura intactas porque algún día me cambiaré de supermercado y me trasladaré a ciudad chispa con hombre chispa.
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© de los textos: María Jesús Romero Nicieza © de la edición: EOLAS EDICIONES Diagramación: contactovisual.es ISBN: 978-84-15603-78-8 Deposito legal: LE-12-2015 Impreso en España - Printed in Spain