Además, el uso de la fuerza se ha empleado por los poderes dominantes para tratar de sacar ventaja sobre los menos favorecidos y así imponerles su dominio, lo que, traducido en términos financieros, se trata de someterlos a tributo. Lógicamente esa noción de tributo es diferente de la que se maneja hoy en día, sin embargo, la nota de coactividad y el sometimiento a un poder tributario está presente durante todas las épocas históricas. Este libro se dedica, por lo tanto, a realizar una serie de reflexiones acerca de diversos acontecimientos militares —o figuras relevantes en este sentido— que tuvieron —o pudieron tener— su origen en problemas de financiación, es decir, de falta de recursos, de los ejércitos enfrentados o de los pueblos o naciones afectados por la guerra. En definitiva, a lo largo de las páginas de esta monografía el lector podrá reflexionar acerca de conflictos o personalidades históricas —Alejandro Magno, Gengis Kan, Napoleón o Rommel— (por citar solo unos pocos) que tuvieron en mente no solo la teoría militar o la logística, sino también, los problemas económicos que afectaron de forma sustancial sus actuaciones en el campo de batalla.
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Antonio Vaquera García
EL COSTE DE LA GUERRA
El desarrollo de las diversas campañas militares a lo largo de la historia ha estado condicionado por diferentes causas y elecciones estratégicas y tácticas, pero, además, es fácil advertir que, entre esas motivaciones y los efectos obtenidos, se encuentran hechos o circunstancias de un claro matiz financiero, es decir, que están muy relacionados con las necesidades de ingreso-gasto de los ejércitos o de los pueblos y nacionalidades inmersos en el conflicto correspondiente.
Antonio Vaquera García es Profesor Titular de Derecho Financiero en la Universidad de León, por la que se Licenció en 1993 en Derecho, obteniendo el Premio Extraordinario de Fin de Carrera y por la que se Doctoró en Derecho en 1998, obteniendo también el Premio Extraordinario de Doctorado. Ha publicado varias monografías sobre temas propios de la especialidad del Derecho Financiero, entre las que destacan la fiscalidad y medio ambiente, la compensación por beneficios fiscales locales o el régimen tributario de la empresa familiar. A su vez, su actividad investigadora se ha dirigido a todo el amplio espectro de la materia Financiera, desde artículos dedicados a los principios fiscales comunitarios, la prima de riesgo, la fiscalidad de entidades de economía social y de seguros, como a la incidencia tributaria en las subvenciones, inspección de tributos, financiación autonómica, tributación municipal o diversos problemas en gravámenes concretos como el IRPF o el Impuesto sobre Sociedades. Con el presente libro inicia una nueva etapa en la que trata de demostrar la incidencia financiera en terrenos «sectoriales», como el de las decisiones militares y en otros, como el ajedrez o la filosofía, a los que pretende dedicar futuras monografías. Antonio Vaquera es asiduo jugador de club de ajedrez y de juegos de simulación histórica (wargames) y en este libro traslada su amplia experiencia como wargamer al terreno de las finanzas públicas.
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El coste de la guerra
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ANTONIO VAQUERA GARCÍA Profesor Titular de Derecho Financiero Universidad de León Grognard* 1
Volumen I: financiación y decisiones militares
1 * Con este vocablo se conocía en la época napoleónica a los soldados más veteranos de la Vieja Guardia del Emperador de los franceses, debido a su tendencia a murmurar y ‘gruñir’ por todo, de ahí el apelativo de ‘gruñones’ o grognards. Posteriormente esta mención ha pasado al ámbito de los juegos de simulación militar e histórica para aplicarse a los aficionados al género que ya tienen cierta experiencia en el tema, entre los que me encuentro.
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A mi compa帽era y esposa, Anne-Marie, por su constante apoyo y por su ayuda en la confecci贸n de este trabajo. 22-9-2007. 19-12-2007. 20-6-2008. 16-11-2009. 9-10-2010. 8-9-2011.
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I.
INTRODUCCIÓN: CAUSAS Y OBJETIVOS
La actividad financiera de los entes públicos, se ocupa de los ingresos y gastos de los mismos, hecho que entra dentro de la materia jurídica regulada por el Derecho Financiero. Esta labor tiene un campo de aplicación muy definido: dichos entes públicos o, más genéricamente, la Administración Pública. No obstante, tras veinte años dedicado al estudio de la materia, me planteo si sería posible aplicar los problemas de financiación a diversas parcelas del conocimiento humano o a sectores de la ciencia en los que parece insospechado que tengan cierta relevancia, al menos en una primera aproximación. Una vez que se estudia con cierto detenimiento, pienso que sí es plausible esta posibilidad, de ahí el origen de esta serie de monografías, que inicio con la presente, relativa a las decisiones y a la logística militar. El desarrollo de las diversas campañas militares a lo largo del devenir de la humanidad ha estado condicionado por diferentes causas y elecciones estratégicas y tácticas, lo que ha provocado el que hayan tenido un mayor o menor protagonismo en la evolución de la historia 1. Además, es fácil advertir que,
1 En palabras de GARCÍA-GALLO, A.: “Desde la Antigüedad hasta nuestros días los historiadores se han ocupado —en un principio, exclusivamente— de las cuestiones políticas: problemas dinásticos, luchas por el poder, guerras
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entre esas motivaciones y los efectos obtenidos, se encuentran hechos o circunstancias de un claro matiz financiero, es decir, que están muy relacionados con las necesidades de ingreso-gasto de los ejércitos o de los pueblos y nacionalidades inmersos en el conflicto correspondiente 2. Sin embargo, soy consciente de que hablar de actividad financiera en épocas en las que no existían estados nacionales con una administración pública bien definida, no deja de ser algo aventurado, pero se puede efectuar un ejercicio de abstracción y pensar que dicha actividad consiste en obtener recursos necesarios para el desempeño de políticas públicas, una de las cuales puede ser la expansión territorial o el conflicto bélico; de este modo, consideraría como actividad pública la campaña militar o el hecho mismo de la conflagración bélica 3.
civiles, actuación de los gobernantes, etc. Dada la íntima relación que todo ello guarda con la estructura y organización del Estado, se explica que los historiadores hayan tenido que referirse constantemente a éstas. Ahora bien, interesados por lo político y no por lo institucional, sus referencias a esto último han sido casi siempre fragmentarias, ocupándose de ello sólo en la medida indispensable para explicar los hechos políticos, sin tratar de estudiar las instituciones de una manera completa” (Vid.: Manual de Historia del Derecho Español. I. El Origen y la Evolución del Derecho, Artes Gráficas y Ediciones, 10ª ed., Madrid, 1984, pág. 9). Trasladando la idea al terreno financiero, se observa claramente que este aspecto puede haber tenido una influencia decisiva en muchos de los acontecimientos y de las decisiones efectuadas en las campañas militares, y no sólo la voluntad de carácter político o puramente castrense. 2 Según LOSADA, J. C.: “(...) la Historia es como un cuadro impresionista que hay que ir completando con múltiples y pequeñas pinceladas de distintos colores, imprescindibles, para que, al alejarnos, podamos tener la ajustada visión global (...). Evidentemente, el móvil de las guerras siempre ha sido el económico (el subrayado es nuestro), el deseo de las tierras, los alimentos, las minas, las riquezas, los prisioneros, o las mujeres de los otros, aunque los políticos y los ideólogos se hayan encargado de envolverlo convenientemente en el celofán de la seguridad, del honor o del patriotismo”. (Vid.: Batallas Decisivas de la Historia de España, RBA, Barcelona, 2006, págs. 17 y 19). 3 Quiero poner de manifiesto que en este trabajo no pretendo ningún tipo de comparación ni reducción de la historia militar a una cuestión pura-
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Introducción: causas y objetivos
Como se deduce con facilidad, esto es un terreno hipotético, por lo que confío que la benevolencia del amable lector de estas páginas sepa perdonar los excesos financieros o las carencias históricas que aquí se ponen de manifiesto 4.
mente económica, ya que no se trata de materialismo histórico ni de una reinterpretación económica o materialista de las campañas o decisiones militares. Se trata únicamente de evidenciar la influencia que los problemas de financiación han tenido en dichas decisiones, nada más. 4 Evidentemente hay que dejar bien sentado desde el principio que no abogo ni estoy a favor de la belicosidad ni de las guerras que se han desarrollado en la historia de la humanidad, sino que es mi deseo que los problemas y tensiones entre las naciones o pueblos se resuelvan de forma pacífica; en todo caso, me ha parecido un tema interesante para redactar una monografía y poder ampliar la óptica de la actividad financiera a unos aspectos que van más allá de la financiación de las administraciones públicas. En este sentido, mi interés personal por lo temas bélicos arranca de mi afición desde bien pequeño por los juegos de simulación histórica o en expresión anglosajona “wargames”, ya citados en una nota anterior. No obstante, a medida que he ido reproduciendo en mis tableros los acontecimientos históricos, he ido aprendiendo más y más sobre los sucesos ocurridos y he desarrollado unos conocimientos sobre esta materia. Desde estas páginas agradezco a mi amigo Juan Carlos Pastrana Luengos (otro grognard) su colaboración en dicho hobby y, en cierto modo, parte del origen de este estudio estriba en las largas veladas de partidas que hemos echado juntos, y que seguiremos disputando (siempre que el tiempo y el cuidado de nuestros respectivos hijos nos lo permita). Como indica MARTÍNEZ TEIXIDÓ, A.: “(...) se dice que la guerra, que se encuentra en la historia de la civilización, se apartará del hombre en la medida en que éste progrese enérgicamente por la vía de la civilización. Para Freud, todo lo que ayuda al crecimiento de la civilización actúa, al mismo tiempo, en contra de la guerra. Para otros pensadores, la civilización, sin más, no garantiza nada contra la guerra. W.J. Perry ha constatado que la agricultura se inventó en Egipto, y como consecuencia de este invento apareció la guerra”. (Cfr.: Enciclopedia del Arte de la Guerra, Planeta, Barcelona, 2001, pág. 11). Evidentemente, las causas de los diversos conflictos militares y de la evolución de la humanidad pueden ser de muy diversas modalidades; como ejemplo, podemos citar los motivos de carácter dietético, que en el transcurso de la evolución humana han tenido gran importancia, como opina RITCHIE, C. I. en su libro: Comida y Civilización, Alianza Editorial, Madrid, 1998, págs. 9 y ss.
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Tradicionalmente el uso de la fuerza se ha empleado por los poderes dominantes para tratar de sacar ventaja sobre los menos favorecidos y así imponerles su dominio, lo que, traducido en términos financieros, se trata de someterlos a tributo. Lógicamente esa noción de tributo es diferente de la que se maneja hoy en día, es decir, una obligación legal de pagar a un ente público con el fin de que sufrague sus gastos, tal como indica el art. 2 de la Ley General Tributaria. A pesar de ello, la nota de coactividad y el sometimiento a un poder tributario está presente durante todas las épocas históricas y, solo desde la época constitucional se entiende esta obligación como una cesión de soberanía por parte de los ciudadanos a los poderes públicos para que puedan recaudar las sumas correspondientes 5. Otro aspecto a destacar es que no solo hay que pensar en una determinada campaña militar como un medio para ese sometimiento a tributo de los pueblos derrotados, sino también como un fin para resolver los problemas de financiación de las potencias agresoras. A todo ello se añade que el mismo desarrollo de un conflicto militar se ve condicionado por matices financieros que es uno de los objetivos de este trabajo, esto es,
5 Como indica FULLER, J. F. C.: “Podrá ponerse en duda que la guerra haya sido un factor necesario en la evolución del género humano, pero existe un hecho acerca del cual no cabe discusión, y es el de que desde los más remotos tiempos hasta la época actual, la guerra ha sido la preocupación constante de los hombres. No existe un solo período en la Historia libre por completo de guerras, y muy raramente ha transcurrido más de una generación sin que se produjera algún grave conflicto. Las grandes conflagraciones fluyen y refluyen en el tiempo, casi con la misma regularidad que las mareas (...)”. (Vid.: Batallas Decisivas del Mundo Occidental, Tomo I, RBA, Barcelona, 2005, pág. 7). A mi parecer, en el año en que se escribe este trabajo (2014), la presencia de guerras devastadoras que se extiendan por amplias zonas del planeta parece algo poco probable, por lo que las palabras del citado autor (escritas en 1954) pueden quedar desfasadas. Es mi deseo que así sea y que, al margen de algunos conflictos aislados que inevitablemente siguen sucediendo, el futuro nos depare un mundo sin tensiones bélicas. Espero que no tenga que realizar una ampliación de este estudio para el siglo XXI.
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Introducción: causas y objetivos
poner de manifiesto como algunas decisiones político-militares de la historia han estado fuertemente condicionadas por la necesidad de financiación de los medios públicos de los propios bandos o ejércitos enfrentados 6. Claro está que tratar de profundizar en un tema tan amplio excedería, y con mucho, los límites de este trabajo, por lo que me voy a centrar en ciertas campañas militares o eventos históricos que pienso que guardan relación con las decisiones financieras. También quiero avanzar que actuaré desde el punto de vista de diferentes hipótesis, ya que no es posible determinar la voluntad concreta de los sujetos que intervinieron en dichas decisiones, si bien pienso que las causas, desarrollo y soluciones que ofrezco son bastante plausibles. Por todo ello, puedo denominar como ensayo 7 este estudio, de manera que las conclusiones a las que llego en cada apartado no dejan de estar en un ámbito especulativo y que son fruto de una forma de entender algunos sucesos históricos con una óptica financiera de necesidad ingreso-gasto 8. Mi objetivo se
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MARTÍNEZ TEIXIDÓ, A. define el arte de la guerra: “(...) como el arte de saber aprovechar exacta y acertadamente los medios más eficaces en la defensa y el ataque, y lograr los fines perseguidos. El arte militar está íntimamente ligado a la historia militar y a los ejércitos y nos descubre los ideales de los soldados que participaron en las batallas, su reclutamiento, organización, armamento y procedimientos de aplicación práctica de sus estrategias”. (Ibidem, pág. 10). Para todo ello es necesaria una adecuada financiación y, como trato de demostrar en estas páginas, una parte considerable de las decisiones tácticas y estratégicas están orientadas en dicha dirección. 7 La voz ensayo se define en su segunda acepción por el Diccionario de la Real Academia como: “Escrito en el cual un autor desarrolla sus ideas sin necesidad de mostrar el aparato erudito”, lo que no me exime de acudir a diversas obras y estudios históricos para tratar de apoyar algunas de mis conclusiones, si bien, como ya he señalado en el texto, estamos ante un terreno que puede ser objeto de discusión. 8 En cuanto al uso de las fuentes he acudido a diversa literatura histórica, aunque hay que señalar que, para formular mis teorías, se han interpretado las decisiones militares desde la óptica financiera, para así demostrarlas, circunstancia que obliga a que quede en manos del amable lector el juzgar si he estado o no acertado en mis planteamientos.
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cumpliría si suscito una reflexión sobre el tema al amable lector de estas líneas 9.
Como indica FULLER, J. F. C.: “Uno de los problemas más complejos ha sido el de la selección de las fuentes. Siempre que me fue posible, opté por los relatos de testigos presenciales y de historiadores contemporáneos, cotejando sus relatos con las obras de autores modernos de reconocida solvencia. Pero con frecuencia me he encontrado con que la guerra está tratada de manera más completa y comprensible por los historiadores del pasado que por los modernos (...)”. (Ibidem, pág. 9). 9 Tengo que llamar la atención sobre la paradoja que está sucediendo en la sociedad actual en relación con el interés por la Historia en general. Por un lado se asiste al auge en publicaciones de títulos literarios de la llamada “novela histórica”, que busca situar sus tramas en relación con personajes reales del devenir humano, en la que se suelen insertar otras realidades más o menos ficticias que se entrecruzan con las históricas. Por otra parte, se está produciendo una falta de interés en gran parte de la ciudadanía (hecho que he comprobado personalmente preguntando a mis alumnos por diversos acontecimientos históricos) por los temas relativos al pasado, ya sea más inmediato o más remoto, lo que conduce a una gran desinformación e, incluso, a un fuerte desconocimiento. En este sentido BARREAU, J. C. y BIGOT, G. escriben: “La mayor parte de los franceses, y de los occidentales en general, se han convertido en personas sin pasado, en ‘desmemoriados’ (esta palabra describe bastante bien la situación). Por una irónica paradoja, nunca se ha hablado tanto del ‘deber de la memoria’ como en esta época de olvido (...). Un mundo apremiante ha querido sustituir el estudio de la historia cronológica por el de los temas que cabalgan por los siglos, del tipo ‘Los medios de comunicación a través de los tiempos’ (...). Si a esto se añade un tremendo desprecio por el pasado lejano y el culto a lo ‘inmediato’, se entiende que nuestra modernidad fabrique más consumidores, ‘zapeadores’ e hijos de la publicidad que ciudadanos responsables, deseosos de comprender y construir”. (Vid.: Toda la Historia del mundo, Santillana Ediciones Generales, Madrid, 2006, págs. 9 y 10).
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II.
PERIODIFICACIÓN DE LA HISTORIA Y METODOLOGÍA UTILIZADA
Antes de comenzar el examen de algunas campañas militares o eventos históricos en los que la financiación ha tenido una influencia importante (o incluso decisiva), hay que señalar que, para poder ordenar la materia a tratar, he utilizado la tradicional división en Épocas Históricas, de forma que coinciden con los grandes epígrafes del trabajo. A su vez, en cada uno de ellos se emplea un criterio cronológico para ir avanzando en el devenir de la Historia de la humanidad, deteniéndome con mayor detalle en aquellos sucesos que han tenido más repercusión fiscal. En consecuencia, parto de la Prehistoria, entendida como época carente de documentos escritos, y posteriormente continúo con las conocidas Edades Históricas que abarcan los años siguientes 1:
1 Sigo el parecer de la mayoría de historiadores en el cómputo de las fechas para iniciar o terminar una determinada Edad Histórica. Para un mayor detalle acerca de las diferentes Eras y medios para su cronología se puede consultar la tradicional obra histórica de PÉREZ BUSTAMANTE, C.: Compendio de Historia Universal, 12ª Ed., Atlas, Madrid, 1958, págs. 10 y ss. y CABRERA VALDÉS, V.: “Tema V. El marco cronológico en Prehistoria”, en la Obra Colectiva: Prehistoria, Tomo I, UNED, Madrid, 2002, págs. 108 y ss.
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— Edad Antigua: desde el comienzo del uso de la escritura hasta la caída del Imperio Romano de Occidente (476 d.C.) 2. — Edad Media: desde 476 hasta la caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos (1453). — Edad Moderna: desde 1453 hasta la Revolución Francesa (1789). — Edad Contemporánea: desde 1789 hasta la actualidad 3. Esta metodología se completa a través de una pequeña introducción al suceso histórico, explicando los condicionantes previos de carácter financiero que han causado la campaña en cuestión, posteriormente comprobando si en el transcurso de la misma las opciones elegidas han tenido una motivación eco-
2 En relación con la Edad Antigua, he tenido que seleccionar bastante los epígrafes a desarrollar, pues de otro modo el contenido sería muy amplio; en consecuencia me acojo al criterio de un autor consolidado y prestigioso en la materia histórica, como es BRAVO, G. y suscribo sus palabras: “(...) no se encontrará aquí una descripción sistemática de las manifestaciones culturales, religiosas, artísticas o científicas de las diferentes sociedades y épocas dado que éstas constituyen de hecho la problemática específica de las llamadas ‘historias sectoriales’ (...). Se ha omitido también el tratamiento de las civilizaciones extremo-orientales (India, China) y precolombinas”. (Vid.: Historia del mundo antiguo. Una introducción crítica, Alianza Editorial, Madrid, 2000, pág. 24). Un criterio parecido he utilizado para el resto de Edades Históricas, de modo que me he centrado en el denominado Mundo Occidental o, mejor dicho, Europa y Próximo Oriente afro-asiático, aunque en algunas ocasiones haya tenido que incluir campañas militares fuera de dicho contexto geográfico, como es el caso de los mongoles o de la Campaña del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial. 3 Soy consciente del riesgo de emplear años concretos en las cronologías, de forma que se puedan entender como absolutas, si bien, pienso que en un trabajo con características de ensayo se me puede permitir estas pequeñas licencias históricas. Para un mayor detalle de los medios de periodización y de fechado de acontecimientos históricos se puede acudir a BRAVO, G.: Ibidem, págs.. 40 y ss.; CASADO QUINTANILLA, B. (Coord.): Tendencias Historiográficas Actuales, UNED, Madrid, 2001, págs.. 27 y ss. y VÁZQUEZ HOYS, A.M.: Historia Antigua Universal, Tomo I, UNED, Madrid, 2001, págs. 49 y ss.
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Periodificación de la historia y metodología utilizada
nómica y, finalmente, si los resultados obtenidos inciden en la misma temática. Como es lógico, no siempre se hallarán causas o efectos financieros en todas las opciones o consecuencias militares, lo que obviará que me dedique a ellas. Tampoco realizo exposiciones completas desde el punto de vista histórico, ya que compendiar en varias decenas de páginas el devenir de la humanidad no es mi misión ni la de este trabajo; en consecuencia, iré directamente al grano sin exponer con detenimiento introducciones o resúmenes de los eventos históricos que motivaron las campañas militares en las que me detengo. Para mayor detalle indicaré a pie de página las obras de referencia que, a mi parecer, pueden servir al lector interesado para consultar y profundizar en sus conocimientos. Finalmente, y descendiendo un peldaño más en el detalle de los métodos usados en este trabajo, en muchas ocasiones en los que describo una decisión militar, causa o consecuencia de un conflicto, verificaré si concurre algún aspecto que tenga que ver con un ingreso o un gasto para los entes o bandos enfrentados, lo que aportará la nota de financiación —¿podemos llamarla pública?— de dicha conflagración bélica.
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El desarrollo de las diversas campañas militares a lo largo de la historia ha estado condicionado por diferentes causas y elecciones estratégicas y tácticas, pero, además, es fácil advertir que, entre esas motivaciones y los efectos obtenidos, se encuentran hechos o circunstancias de un claro matiz financiero, es decir, que están muy relacionados con las necesidades de ingreso-gasto de los ejércitos o de los pueblos y nacionalidades inmersos en el conflicto correspondiente.
Antonio Vaquera García es Profesor Titular de Derecho Financiero en la Universidad de León, por la que se Licenció en 1993 en Derecho, obteniendo el Premio Extraordinario de Fin de Carrera y por la que se Doctoró en Derecho en 1998, obteniendo también el Premio Extraordinario de Doctorado. Ha publicado varias monografías sobre temas propios de la especialidad del Derecho Financiero, entre las que destacan la fiscalidad y medio ambiente, la compensación por beneficios fiscales locales o el régimen tributario de la empresa familiar. A su vez, su actividad investigadora se ha dirigido a todo el amplio espectro de la materia Financiera, desde artículos dedicados a los principios fiscales comunitarios, la prima de riesgo, la fiscalidad de entidades de economía social y de seguros, como a la incidencia tributaria en las subvenciones, inspección de tributos, financiación autonómica, tributación municipal o diversos problemas en gravámenes concretos como el IRPF o el Impuesto sobre Sociedades. Con el presente libro inicia una nueva etapa en la que trata de demostrar la incidencia financiera en terrenos «sectoriales», como el de las decisiones militares y en otros, como el ajedrez o la filosofía, a los que pretende dedicar futuras monografías. Antonio Vaquera es asiduo jugador de club de ajedrez y de juegos de simulación histórica (wargames) y en este libro traslada su amplia experiencia como wargamer al terreno de las finanzas públicas.
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