Extracto de "Pasos al atardecer" de José Luna Borge

Page 1



Pasos al atardecer

Colecciรณn Caldera del Dagda, 24



JosĂŠ Luna Borge

pasos al atardecer Diario 2004-2005

eol a s ediciones



Veleta de la curiosidad [ Diario ]

1. Pasos en la niebla 2. Pasos en la nieve 3. Pasos en el agua 4. Pasos en la arena 5. Pasos al atardecer



Prólogo

La mano que mece la pluma

E

l paso de los días va dejando muescas en la memoria. Al igual que los duros pistoleros del lejano oeste que cada vez que eliminaban a un contrincante, con la ayuda de la navaja añadían una muesca en la culata de su revólver, así los días van dejando señales en el recuerdo. Los días de estos años han dejado las suyas y aquí van recogidas en estas páginas, pues los diarios vienen a ser eso, un puñado de señales de vida que se van grabando en las paredes de la memoria. A veces un diario se llega a convertir en una buhardilla de emociones, acaso en un ropero en el que se quedó uno encerrado cuando era niño mientras jugaba al escondite. Pero esos no dejan de ser momentos de vida rescatados por otros instantes que llegan con nuevos días y nos arrastran a aquellos otros agazapados en la memoria a través de vínculos o eslabones que los rescatan; en otro lugar los he llamado los eslabones del recuerdo o los vínculos de la memoria. Suelen estar perdidos, pero una chispa, un reflejo de la luz en el cuarto al atardecer, nos ayudan a rescatarlos con una imagen semejante a la que creíamos perdida. Pero hay otros recuerdos que nada tienen que ver con las excelencias de la vida, pues la vida no 9


siempre es excelente y eso también forma parte de ella y hay que contarlo. En un apunte de su diario de 1956, dice John Cheever: Cualquier búsqueda de la verdad o la belleza es peligrosa, y este es un peligro común. Hay una diferencia abismal entre navegar en un velero y llenar las hojas de un diario íntimo, y me gustaría unir los dos mundos. Sabemos que la sabiduría es el conocimiento del bien y del mal, no la capacidad para elegir entre uno y otro, y a veces, inconscientemente, corrompemos a nuestros lectores tanto como los entretenemos.

Lo difícil es encontrar ese punto medio entre esos dos mundos tan distintos que conforman la vida, ese instante en que hay que elegir o capear el temporal cuando, sin esperarlo, nos sale al paso y no con su mejor cara; en esa paradoja, precisamente en esa encrucijada, hay que estar dispuesto, como apunta Cheever, a “mantener los naipes cerca del pecho confiando en el Señor”. Navegar por un diario personal con los vientos que traen los días a veces no es nada fácil si se quieren mantener los naipes cerca del pecho y que no te tiemble la mano. La mano que mece la pluma ha de ser lengua del alma, como afirma el Caballero de la Triste Figura cuando habla con el del Verde Gabán. Ese es el camino; el alma nunca miente, por ahí no hay temor a perderse ni viento que nos confunda. La vida y sus insignificancias, las minucias corrientes de los días, es la materia prima de mis diarios. Estas minucias no son nada y a veces las he denominado como la nada de los días, pero, no siendo nada, todas ellas en implacable sucesión van tejiendo el manto de los días que nos amparan. Pero, claro, hablar de estas cosas menores en estos momentos extraños en los que la gente cree que las noticias nos engañan o sim10


plemente mienten, pero los youtubers y adictos a las redes son honestos; que las novelas cuentan la verdad y las memorias mienten, no proporciona mucho rédito. Tiempos cínicos o líquidos en los que, sin embargo, valoramos como nunca la sinceridad, y me viene a la memoria una entrevista a Emmanuel Carrère, recién leída en una revista, en la que ante una pregunta sobre estos temas dice: “Hay una frase que me gusta mucho de Kafka: “Soy muy ignorante, pero la verdad existe igualmente”. Por eso creo que debemos perseguir la verdad, pero teniendo muy claro que no la alcanzaremos jamás. A lo que sí podemos llegar es a cosas más modestas, como la sinceridad, la honestidad y la exactitud en los hechos… que son formas de llegar a ella”. En la era de la “posverdad” conceptos como “no ficción” adquieren un cariz más elusivo, como si el espejo se hubiera roto en nuestras manos y necesitáramos desesperadamente alguien que nos ayudara a juntar las piezas de lo real. El diario personal no se salva ni se libra de esta corriente y así ha derivado en buena medida hacia una suerte de crónica periodística cultural bien diseñada que ofrece a los lectores lo que estos esperan. Este periodismo cultural es la tendencia dominante en el diarismo español actual. El diario íntimo hoy es residual. Estos pasos al atardecer son una nueva muesca en los muros del recuerdo. Vinieron días claros y luminosos, pero también llegaron oscuros y borrascosos, con todos ellos se fueron tejiendo estos años y a su amparo quedaron vencidos.

11



A mi hija Alejandra que a veces se asoma en estas pรกginas y A mi buen amigo Antonio Manilla sin cuya ayuda nunca se hubiera publicado este diario.



2004


Dibujo de Ángel María Pascual


“No disimular, no ocultar nada, escribir sobre las cosas más cercanas a nuestro dolor, a nuestra felicidad; escribir sobre mi torpeza sexual, el sufrimiento de Tántalo, la magnitud de mi desaliento creo entreverla en sueños, mi desesperación. Escribir sobre los necios sufrimientos de la angustia, la renovación de nuestras fuerzas cuando pasan; escribir sobre la penosa búsqueda del yo, amenazado por un extraño en correos, un rostro apenas entrevisto en la ventanilla de un tren; escribir sobre los continentes y las poblaciones de nuestros sueños, sobre el amor y la muerte, el bien y el mal, el fin del mundo”. John Cheever, Diarios (Barcelona, Emecé, 2004, p. 193)



Jueves, 1 de enero del 2004

S

e presenta el nuevo año con un sol espléndido y con un coro de niños restallando fulminantes y petardos en la calle con el consiguiente concierto de aullidos de perros domésticos y callejeros. Comienza el año luminoso y festivo. * Comidas, reuniones familiares y de amigos, celebraciones, parabienes… esa cultura convival que hemos ido tejiendo en torno a estas fiestas y otras con una mesa de por medio. Viernes, 2 de enero del 2004 Vuelvo al trabajo como si volviera al colegio cuando niño, con la misma desgana y con idéntica cara de pocos amigos. ¡Aquellos años en los que uno iba cada mañana con la ilusión del colegial y la experiencia recién estrenada! A la hora del desayuno, las calles Sierpes y Tetuán eran un hervidero de gentes con prisas y turistas despistados. Los grupos de instrumentistas del Este, después de la prohibición de 19


estas fiestas, ya disponen de licencia para tocar de nuevo en las calles. Son maestros procedentes de la desintegración de orquestas principales en sus países que mendigan lo más dignamente que pueden una limosna ofreciéndonos una música estupenda. Acostumbro a echar unas monedas en sus alcancías instrumentales que como enormes bocas mudas y hambrientas permanecen abiertas ante ellos. * Ingresan al abuelo en el hospital San Juan de Dios de Granada. Se va yendo lentamente, con él se va casi todo el siglo XX, con sus historias, guerras y hambrunas. Ya no opone resistencia a nada, se deja llevar sedado por la morfina que le arrastra como en un sueño por los tramos finales de ese río pequeño y silencioso que ha sido su vida. * Comienzo a leer El fanal hialino. Gran título que, como todos los suyos en esta grandiosa novela en marcha, nada tiene que ver con el contenido. Cuando en la página 22, componiendo una entrañable estampa hogareña, dice que “persona” significa “máscara” y que procede del latín per sonare (sic), uno se santigua y se dice: “Dios nos coja confesados”. Sábado, 3 de enero del 2004 Pablo d´Ors hablando de la última novela de Peter Handke, La pérdida de la imagen o por la sierra de Gredos, dice: “Leer Por la sierra 20


de Gredos no es empresa fácil, porque ¿no hay en este novelón —y es evidente que lo sugiero— una desvergonzada y molesta incontinencia verbal en quien tiene ya el reconocimiento internacional que le garantiza un puesto literario?”. Algo de esto se le podía aplicar a algún escritor hispano aficionado a inflar el perro como si fuera a tocar la gaita o el bombardino. Y es que a veces (por no decir casi siempre) las cosas no están en el más, sino en el menos. * Por la tarde se va Taína a Granada; el abuelo sigue ingresado, su estado empeora por momentos. Hoy hace justamente once años que murió mi padre. Se fue sin hacer ruido, casi sin darse cuenta. Pero siempre me dio la sensación de que se llevó consigo una enorme pena en el corazón, pena de verse tan solos, él y mamá, en los dos últimos años en Sahagún cuando mamá estuvo tan mala, casi a punto de dejarlo todo, y nosotros aparecíamos tan poco por casa. En esos dos años acumuló tanta tristeza y desaliento que su corazón no podía tirar con tanta carga. Cambió por uno nuevo el viejo panteón familiar, metió en el osario los restos de los abuelos que descansaban allí desde hacía más de cincuenta años y lo dejó todo preparado ante el aviso del precipitado deterioro de mamá. Y, sin embargo, curiosidades del destino que teje y desteje a su capricho, él se fue primero. Mamá le sobreviviría año y medio, no pudo resistir tanta ausencia, la soledad sin él era indescifrable para ella. Uno recuerda todas estas melancolías y busca los motivos o aquellos oscuros rincones de indecisión en los que no intervino habiendo tenido que hacerlo, para redimir culpas o, simplemente, 21


para tratar de llevarse mejor consigo mismo, si es ello posible. Uno se da cuenta de todas estas cosas cuando ya ha pasado todo y nada se puede remediar. El 28 ó 29 de diciembre hablé con él por teléfono desde Granada para desearles una feliz nochevieja, al día siguiente nos íbamos para Salobreña. Cuando llegamos a Sevilla, el 3 de enero por la noche, me llamaron con la triste noticia de su muerte. Cuando llegué al tanatorio del hospital de León, lo encontré allí expuesto con las manos entrelazadas y el rostro sereno; me quedé un buen rato allí, en silencio a su lado, lamentando tantas equivocaciones y ausencias. Domingo, 4 de enero de 2004 Llama Taína por la noche (8,20 h.): acaba de morir el abuelo, cuando su hija pequeña le estaba tomando el pulso. No entiendo mucho sobre la simbología de los números, pero así como en la vida de mi padre el número 3 fue un denominador común en casi todos los aspectos de su vida, en la de mi suegro ha sido el 4; desde su nacimiento este número y sus múltiplos se ha repetido sistemática e indefectiblemente, desde la fecha de nacimiento, 8.08.1913, hasta la de su muerte, 4.01.2004, pasando por los hijos, 4; hermanos varones, 4 (5 hermanas); año de mili, 1934; coches, 4; casas donde vivieron, 4… Salvo la edad, 90 años, todo en su vida giró en torno a este número y sus múltiplos, el significado que pueda encerrar se me escapa. […] 22


Índice

Prólogo: La mano que mece la pluma ���������������������������������

9

2004 ������������������������������������������������������������������������������������������� 15 2005 ������������������������������������������������������������������������������������������ 195



Otros títulos de la Colección Caldera del Dagda

1. La sombra del Toisón. El relato oculto de una conjura Pedro Víctor Fernández 2. Educando a Tarzán Francisco Flecha Andrés 3. Braganza César Gavela 4. EL INFIERNO DE LOS MALDITOS. Conversaciones con el mal (I) Luis-Salvador López Herrero 5. EL HOMBRE INACABADO y otros cuentos Aníbal Vega 6. Perro no come perro, veinte relatos inquietantes Ricardo Magaz 7. Segundo cuaderno de St. Louis. Diario, Volumen VII Luis Javier Moreno 8. secretos de espuma Cristina Peñalosa Giménez 9. Iluminada Alberto Ávila Salazar 10. CONFESIONES DE UN HOMBRE RAQUÍTICO Alberto Masa 11. la verdadera historia de montserrat c. Luis Miguel Rabanal 12. EL INFIERNO DE LOS MALDITOS. Conversaciones con el mal (y II) Luis-Salvador López Herrero 13. WASSALON (V Premio de Novela Corta Fundación MonteLeón) Salvador J. Tamayo 14. DÉJAME DECIRTE QUÉ DÍA ES HOY Rafael Gallego Díaz 15. 40 Óscar M. Prieto 16. Álbum de sombras Elías Moro


17. LA MANO QUE EL PERRO LLEVABA EN LA BOCA (VI Premio de Novela Corta Fundación MonteLeón) René Fuentes 18. poscontemporáneos Ignacio Fernández Herrero 19. un viento raro Enrique Álvarez 20. en el estanque de peces de colores Rafael Gallego Díaz 21. preludio de una borrasca Alberto Masa 22. Informes y teorías Ildefonso Rodríguez 23. la sombra que amó bram Rubén G. Robles


© José Luna Borge, 2018 © de esta edición: EOLAS ediciones www.eolasediciones.es Dirección editorial: Héctor Escobar Diseño y maquetación: Alberto R. Torices (www.albertortorices.com) Fotografía de cubierta: Sean Pierce (www.unsplash.com · Con Licencia CC0) ISBN: 978-84-17315-37-5 Depósito Legal: LE 392-2018 Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. www.conlicencia.com · 91 702 19 70 / 93 272 04 47 Impreso en España



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.