รกlvaro
POMBO
HISTORIA E INVESTIGACIร N
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y los recuerdos de LA DEHESILLA
Epifanio Romo Velasco
LA CORREDERA - Revista Cultural de Ampudia (Palencia) -Nยบ 5
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Álvaro Pombo, pintado por Onésimo Anciones
Álvaro Pombo BIOGRAFÍA Nació en Santander (Cantabria) el 23 de junio de 1939; hijo de Cayo Pombo Caller y Mª del Pilar García de los Ríos, emparentados con la alta burguesía santanderina. Realizó sus primeros estudios en los Escolapios de esa ciudad donde hizo sus primeros pinitos literarios en la revista del colegio. En el Quinto curso de Bachillerato suspendió cuatro asignaturas y falsificó las notas, por lo que tuvo que repetir curso y trasladarse como alumno interno al colegio de los Jesuitas de Valladolid. Durante esa época de su adolescencia pasaba largas temporadas de sus vacaciones estivales en la finca de La Dehesilla (Ampudia), una explotación agropecuaria propiedad de sus padres. Hizo la carrera de Filosofía y Letras (con Licenciatura en la especialidad de Filosofía) en la Universidad Complutense de Madrid, residiendo en el Colegio Mayor Aquinas donde entabló una profunda y duradera amistad con el filósofo José Antonio Marina, quien algunos años más tarde se convertiría en su padrastro al casarse con su madre, viuda de Cayo Pombo desde 1964. Trabajó durante tres años como profesor en tres colegios privados de Madrid mientras preparaba las Oposiciones para catedrático de Instituto. Su fracaso le motivó para marcharse a vivir a Londres, decidido a empezar una nueva etapa de su vida. Permaneció en Londres durante once años, desde 1966 a 1977. Para ganarse el sustento sin recurrir a la ayuda familiar se vio forzado a trabajar primero como “cleaner”, limpiador de pisos, y después como telefonista en una oficina del Banco Urquijo. Aprovechó su tiempo libre para proseguir sus estudios y obtener un Bachelor of Arts, otra especie de Licenciatura en Filosofía, en el Birbeck College. Su regreso a Madrid y otro fracaso en las Oposiciones para Cátedra de Instituto le llevaron de nuevo a trabajar en un banco, esta vez el Hispano Americano, aunque ya como oficial de primera. Comenzaba al mismo tiempo su imparable carrera literaria y la acumulación de premios que han hecho de Álvaro Pombo el escritor más galardonado de España. Ese mismo año de 1977 recibió el premio de poesía El Bardo por su segunda obra “Variaciones”. La primera, “Protocolos”, se había publicado en 1973 con edición pagada de su propio bolsillo. Fue también en 1977 cuando se publicó su primera obra de narrativa: “Relatos sobre la falta de sustancia”, un conjunto de historias cortas protagonizadas por personajes de condición homosexual, como la del propio autor, que la ha reconocido públicamente en numerosas ocasiones. Cinco años tardó en llegarle el segundo premio, decisivo para la consecución de la fama. Fue el Premio de Novela Herralde por “El héroe de las mansardas de Mansard” (1983). Luego llegarían el premio Nacional de la Crítica por “El metro de platino iridiado” (1990), que es para muchos la mejor de sus novelas. El Premio Nacional de Narrativa y Premio Ciudad de Barcelona por “Donde las mujeres” (1996). El Premio Fastenrath de la Real Academia Española por “La cuadratura
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Doña Pilar, Álvaro y Cayo Pombo Caller en La Dehesilla
del círculo” (1999). El Premio de Novela Fundación José Manuel Lara Hernández por “El cielo raso” (2001). El premio Salambó por “Contra natura” (2005). Y finalmente los dos premios más conocidos y mejor remunerados de la novelística hispana: el Premio Planeta por “La fortuna de Matilda Turpin” (2006) y el Premio Nadal por “El temblor del héroe” (2012). Encumbrado con tanto galardón no es extraño que el 19 de diciembre de 2002 Álvaro Pombo fuera elegido para ocupar el sillón “j” de la Real Academia Española de la Lengua. Hizo su ingreso el 20 de junio de 2004 con un discurso que llevaba por título “Verosimilitud y verdad”. Posteriormente , y aunque sea de forma casi anecdótica, asistimos a su salto a la arena política como candidato al Senado por el partido UPyD en la Comunidad de Madrid en las elecciones de 2008 y 2011. En ninguna de ellas salió elegido aunque perdiera por un reducido número de votos. En la actualidad, y pese a su salud delicada, sigue escribiendo siendo sus últimas obras, en poesía “Los enunciados protocolarios” (Quinto poemario, 2009), y en narrativa “Un gran mundo” (2015) y “La casa del reloj” (2016). Todo a la espera de que, si la salud le respeta y la vida se le alarga, pueda recibir algún día el ansiado Premio Cervantes para el que ya ha sido varias veces nominado.
GENEALOGÍA DE ÁLVARO POMBO Juan Pombo Conejo Cayo Pombo Villameriel Cayo Pombo Ibarra Cayo Pombo Caller Álvaro Pombo García de los Ríos
Florentina Villameriel Blanco Virginia Ibarra Arámbarri Ana Caller de Donesteve Mª del Pilar García de los Ríos
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Algunas frases de ÁLVARO POMBO LA DEHESILLA Y EL PÁRAMO DE TOROZOS
“Para mí Santander es uno de mis paisajes constantes. El primero es el de la bahía santanderina. Otro es Castilla la Vieja. Por eso me gusta tanto ir a la Casa de Campo en Madrid, me recuerda el monte bajo castellano” [EL PAÍS, 07-06-2009]
“Cualquier lector de mis novelas y poemas puede ver claramente dos paisajes basales, el santanderino de la bahía y el Alta, y el paisaje desolado del páramo palentino. Tierra de Campos. Ambos son paisajes basales. Y mi familia era, efectivamente, oriunda de Palencia. Y Santander el puerto harinero de Castilla”. [El Diario Montañés.es, 2009]
“Fui lo que se llamaba un niño de buena familia. Era guapo y orejón. Hasta los 15 años viví en Santander. Iba al colegio de los Escolapios y en los veranos pasaba largas temporadas en una finca que mi abuelo tenía en Ampudia, un pueblo de Palencia con un castillo y colegiata.” [Hoy.es 29-05-2016]
“Un Gran Mundo” de Álvaro Pombo Una novela autobiográfica Los personajes reales Epifanio Romo Velasco
I.- Introducción Como expresan los versos de Gabriel Celaya “Cuando se miran de frente los vertiginosos ojos claros de la muerte, se dicen las verdades: las bárbaras, terribles, amorosas crueldades… “, esas que solo suelen contarse cuando se escriben las Memorias. A Álvaro Pombo no le gustan las Memorias: “Las memorias son un mal asunto – un mal género- en casi todos los casos”. Quizás por eso, apenas recuperado de una grave peritonitis que le tuvo dos días en el quirófano en coma inducido, se puso a hacer lo que él sabe, a dictar una novela - “Un gran Mundo” – que es una crítica descarnada de las Memorias de su abuela, Ana de Pombo, y es al mismo tiempo una Autobiografía, más velada que novelada, restringida a los difíciles años de la adolescencia y primera juventud del literato, que son los menos conocidos para sus estudiosos y sus lectores. Lo que no es “Un gran mundo”, ni pretende serlo, es una Biografía de Ana de Pombo (“Tía Elvira” en la novela), pues se olvida de sus épocas más glamurosas en el París de entreguerras, como secretaria personal de Coco Chanel, y en la Argentina de Eva Perón. Tampoco habla apenas de sus últimas aventuras empresariales en la incipiente y cosmopolita Marbella, ni de sus actuaciones como bailarina de ballet clásico español, provista de castañuelas. La novela comienza con el retorno de Ana a España en el verano de 1949 en compañía de su joven y flamante tercer marido, el argentino Pablo Olivera (“Helio”) y ante los ojos atónitos de su nieto derrocha con sus frivolidades el capital conseguido gracias a la financiación de la nuera. Termina con la triste noticia de los enterramientos de todos los miembros del clan familiar del que Álvaro queda como único superviviente. El “gran mundo” que da título a la novela es el de los lujos y la distinguida clientela de la boutique de decoración y antigüedades “Tebas” (“Luxor”), que se va pronto a pique, y el “otro mundo” es el de la finca de La Dehesilla, en Ampudia (Palencia), que se hunde igualmente, aunque esta vez sea por culpa de los amoríos extramatrimoniales del hijo terrateniente.
Álvaro Pombo: “Un gran mundo” Editorial Destino
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II.- Los personajes reales A excepción de la Narradora y de su hermana “La trainee”, que son meras creaciones literarias, todos los demás personajes de la novela son personas reales, de carne y hueso, a los que presumiblemente nada les ha sido alterado salvo los nombres para otorgarles el marcador de ficción. “Totó Bonnard” es Joan Cambell, la amiga eterna de Ana de Pombo, que le siguió desde París a Argentina y desde Madrid a Marbella. “Nicola Sagaretto” es Héctor Bianccioti, supuesto amante de Ana, según las malas lenguas, algo que ella siempre calificó como calumnia. “Tío Fernando” es Cayo Pombo Ibarra, el abuelo neurasténico y difunto. “Ignacio Santoña” parece ser el novelista Antonio de Escalante Huidobro, aunque no hayamos podido consultar sus “Memorias de un ejecutado”. “El aguilucho” es, por supuesto, el propio Álvaro Pombo adolescente y los otros cuatro protagonistas principales merecen una consideración aparte.
Álvaro Pombo a los 17 años
ANA DE POMBO (“Tía Elvira”) Su verdadero nombre, Ana Caller de Donesteve que tomó el apellido “de Pombo” de su primer marido. Nació en La Cavada (Cantabria) en 1896. Hija de Francisco Caller y Elvira de Donesteve. Diseñadora de moda, empresaria y bailarina, fue considerada por muchos de sus contemporáneos como “una mujer singular”; por otros, como una persona excéntrica y extravagante que, entre otras muchas banalidades, se obstinó toda su vida en no decir cuál era su verdadera edad. De ahí que algunas fechas de su biografía aparezcan trastocadas incluso en la Wikipedia y en sus propias memorias que, con el título de “Mi última condena”, aparecieron publicadas en 1971. Celebró Ana de Pombo tres matrimonios. El primero, eclesiástico, apenas cumplidos los 17 años, con Cayo Pombo Ibarra, un miembro de la alta burguesía santanderina que le dio el apellido y de quien acabó separándose. Era veinte años mayor que ella y padecía de enfermedad mental. De este matrimonio le nacieron dos hijos, el mayor “Cayito” (Cayo Pombo Caller) y el pequeño “Alvarito”, que a los 19 años fue fusilado junto con otros 134 falangistas en el barco-prisión “Alfonso Pérez”, en 1936. Su segundo matrimonio, esta vez civil, fue con el diplomático uruguayo Fernando Capurro. Le duró tres años escasos, pese a que le llevó algún tiempo el conseguir los papeles del divorcio. El tercer matrimonio, de nuevo eclesiástico por hallarse ya viuda y divorciada, fue con el argentino Pablo Olivera, un arquitecto y decorador veinte años más joven que ella, que vino a convertirse en el amor de su vida.
De su faceta de bailarina, como “Ana de España”, nos han quedado las reseñas de varios conciertos suyos y la anécdota de haber sido pionera en introducir en la danza española el aderezo de las castañuelas. Como escritora de vocación tardía, aparte de las ya mencionadas Memorias, nos ha dejado dos libros de poesía: “37 poemas” (1957) y “A tu puerta” (1960). Poesía de colegiala, en opinión de su nieto Álvaro Pombo. Fracasado su negocio de decoración y antigüedades en Madrid, llegó a Marbella en la primavera de 1957 y allí permaneció hasta 1978. Vieja ya, enferma y arruinada, pasó los dos últimos años de su vida en la residencia geriátrica “Casasolar Santo Duque de Gandía”, situada junto al Puente de los Franceses en Madrid y perteneciente a la Real Asociación de Hidalgos de España. Los costes de su estancia fueron pagados por su amigo el banquero Ignacio Coca y su esposa Silvia Moroder que le habían comprado la “Casa de los Olivos” marbellí. Murió Ana de Pombo en Madrid el 14 de diciembre de 1980 y sus restos mortales fueron depositados en el cementerio de Ampudia (Palencia), cumpliendo así los deseos que ella misma había dejado escritos: “Mi hijo descansa en el panteón familiar de Ampudia, junto al templo milenario de arte y a la sombra del castillo templario, que fue mucha historia de España. Allá quiero junto a mi hijo Cayito, aunque lejos de la catedral de Santander, donde descansa mi otro ser querido, llegar un día y descansar para siempre”. [“Mi última condena” (1971)]
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Ana de Pombo con sus castañuelas
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PABLO OLIVERA MARTÍNEZ (“Helio”) Nacido en Buenos Aires (Argentina) en 1917. Hijo de Domingo Justo Olivera Ramos y M.ª Dolores Martínez Gamboa. Casado con Ana de Pombo el 27 de septiembre de 1947. “Pablo salía de una familia muy rica, algo venida a menos […] Educado en el Colegio de los Jesuitas, El Salvador, era chico elegante, esbelto de presencia, muy educado y amable de modales, de muy original personalidad, refinado gusto estético.” [Ana de Pombo: “Mi última condena” (1971)] Llegó a Madrid con su esposa en 1949 y juntos abrieron la tienda de muebles, arte y antigüedades llamada “Tebas” (“Luxor” en la novela) en el número 35 de la calle Claudio Coello. Era una boutique verdaderamente muy hermosa. Tras unos años iniciales de éxito, el negocio de las antigüedades se vino abajo y hubo que cerrar la tienda. Ana de Pombo se trasladó entonces a Marbella para empezar una nueva etapa de su vida, mientras que Pablo Olivera se quedó a vivir en Madrid sin que la ruptura matrimonial y sentimental llegara nunca a producirse. Pese a ser mucho más joven que Ana, Pablo murió cinco años antes que ella, víctima de un ataque cardiaco, a los 58 años de edad. El fallecimiento se produjo en Marbella el 14 de junio de 1975 y el enterramiento tuvo lugar en el panteón familiar de Ampudia tres días más tarde tarde. Pablo Olivera Martínez
Archivo Parroquial de Ampudia: Libro de Difuntos
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CAYO POMBO CALLER (“Tío Mario”) Nació en Santander en 1915. Hijo de Cayo Pombo Ibarra y Ana Caller de Donesteve (Ana de Pombo).Padre del escritor Álvaro Pombo y para éste de infausto recuerdo. Apenas terminados sus estudios de Ingeniería agraria en Inglaterra, contrajo matrimonio eclesiástico con Mª del Pilar García de los Ríos, miembro de otra familia de la alta burguesía santanderina emparentada con los Botín y los Escalante. Juntos emprendieron muy pronto la emocionante aventura empresarial de construir en una finca heredada en el páramo de los Montes de Torozos un hermoso caserío blanco que fuera orgullo de la familia. Todo parecía ir viento en popa hasta que la condición de mujeriego de Cayo Pombo, su fatal enfermedad y su muerte prematura, a los 49 años de edad, dieron al traste con el proyecto. Agravada su enfermedad renal, Cayo Pombo pasó los últimos días de su vida en un hospital de la ciudad de Palencia, atendido solícitamente por su sufrida esposa y por su hijo, quienes, tras su muerte el 30 de diciembre de 1964, se apresuraron a darle sepultura en el cementerio de esa ciudad en una tumba de tierra. A la madre le enviaron simplemente un telegrama que decía: “Cayito ha muerto, ya lo hemos enterrado. No hace falta que vengáis”. Lo que seguramente pretendían con ello era que Ana de Pombo no viniese a Palencia y como madre doliente montase uno de sus espectáculos habituales. Pero vino, movió los hilos de sus amistades y consiguió desenterrar el cadáver para darlo de nuevo sepultura en el cementerio de Ampudia con todo boato y solemnidad. Esto ocurrió tres semanas más tarde, el 22 de enero de 1965. Los gastos del enterramiento y del panteón fueron pagados por su amigo el médico de Ampudia D. Pedro Castrillo y su esposa Dª Teresa, cuyos nombres aparecen incluidos en el curioso epitafio grabado sobre la tumba, que lleva el sello inconfundible del estilo de Ana. Como ya queda dicho, a este mismo panteón familiar vinieron a descansar posteriormente los restos mortales de Ana de Pombo (+1980) y antes los de su esposo Pablo Olivera (+1975), pese a que nadie haya tenido la delicadeza de poner sobre el mármol una pequeña placa con sus nombres. “Sic transit gloria mundi” (“Así pasa la gloria del mundo”) debería haberse escrito sobre la cabecera de la tumba. Porque resulta llamativo que tres de los principales protagonistas de aquel “gran mundo” vinieran a dar con sus huesos en este panteón sencillo, nada ostentoso, del humilde cementerio de este recóndito pueblo castellano.
Cayo Pombo Caller
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Cayo Pombo Caller (derecha) con el mĂŠdico D. Pedro Castrillo (iquierda) y dos miembros de su familia
Cementerio de Ampudia: en primer plano el PanteĂłn de los Pombo
Mª DEL PILAR GARCÍA DE LOS RÍOS Y CALLER (“Tía Teresa”) Hija de Gonzalo García de los Ríos y de Carolina Caller de Donesteve. Esposa de Cayo Pombo Caller y madre del escritor Álvaro Pombo a quien siempre estuvo muy unida. Mujer activa y bien organizada, educada dentro de una familia de hombres de negocios y de mujeres prácticas y sensatas. Su hermana mayor, Ana García de los Ríos, era la esposa de Emilio Botín Sanz de Sautuola López y madre del famoso presidente del Banco de Santander, Emilio Botín- Sanz de Sautuola y García de los Ríos, que falleció de forma repentina el 9 de septiembre de 2014. Otra de sus hermanas, Mª de la Luz García de los Ríos, estaba casada con Pedro de Escalante Huidobro, “El cantabrón”, hermano de Antonio de Escalante Huidobro (“Ignacio Santoña”) a quien Emilio Botín, el padre, dejó en la ruina. “Otro de los amigos más dilectos de don Emilio era Antonio Escalante Huidobro terrateniente extremeño, que, a raíz de algunos avatares adversos en sus negocios agrícolas y ganaderos, suscribió determinados créditos con el banco de Santander. […] Don Emilio tras la derrota sufrida [en las elecciones legislativas de 1979] de su mandado amigo, sencillamente lo borró del mapa, y el Santander ejecutó de inmediato todos los créditos dejándolo en la miseria.” [ Josep Manuel Nova: “El Poder”, 2014] Durante algunos años Doña Pilar se ocupó personalmente del funcionamiento interno de la finca familiar de La Dehesilla, hasta que las aventuras extramatrimonia- Pilar García de los Ríos (año 1946) les de su esposo le indujeron a trasladarse a vivir a Madrid donde pasó el resto de su vida. La separación legal, sin embargo, no llegó a producirse y fue ella quien cuidó del marido en los últimos días de su enfermedad en el hospital de Palencia y se hizo cargo de su enterramiento.
Hay una vieja fotografía que al aguilucho le gustaba comentar, en la que aparecen él y su madre, sujetando un buitre disecado, el aguilucho tiene una escopeta desmontada bajo el brazo derecho. Alrededor hay un paisaje neutro: es el páramo redondo con una disdibujada atalaya en la distancia. Es mediodía. El humor de la situación es seco y ascético. La situación es humorística. El paisaje, sin embargo, es ralo, agresivamente terrenal, pedregoso, el páramo de Castilla. Los colores eran elementales y la foto en blanco y negro, la vieja foto, virada a sepia por los años, expresa un momento de buen humor merecido. [“Un gran mundo” p.132].
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34 Viuda ya de Cayo Pombo desde 1964, cuatro años más tarde contrajo segundas nupcias con el que hoy es reconocido filósofo y pedagogo José Antonio Marina Torres, de la misma edad que su hijo Álvaro y su amigo íntimo desde los años de universitario en la Complutense. Doña Pilar falleció en Madrid el 5 de enero de 1989. Sus restos mortales fueron incinerados y las cenizas depositadas en el cementerio de Toledo, la ciudad de su segundo marido. Dicen los maliciosos que no quiso venir a reposar al panteón familiar de Ampudia, más que por culpa del primer esposo infiel, para no verse las caras con la suegra.
LA FINCA DE LA DEHESILLA (Ampudia) Caserío (explotación agropecuaria) situado en el páramo de los Montes de Torozos, en el término municipal de Ampudia (Palencia), a 7 kilómetros del núcleo principal de la villa y a mitad de camino entre ésta y Quintanilla de Trigueros (Valladolid) por la carretera comarcal P.904. Conocida históricamente como “Monte de la Dehesa de la Villa”, o simplemente “Monte Dehesa”, es una finca de unas 420 hectáreas cuyo vuelo fue desde antiguo propiedad de los Señores solariegos de Ampudia. En 1752, en el Catastro del Marqués de la Ensenada, figuraba como “La Dehesa”, propiedad del Conde de la Gomera. En virtud de los procesos desamortizadores del siglo XIX salió a subasta pública y fue adquirida en 1877 por D. Juan Pombo Conejo, industrial santanderino y primer Marqués de Casa Pombo por concesión del rey Amadeo de Saboya. De él paso por vía de herencia a sus descendientes: Cayo Pombo Villameriel, Cayo Pombo Ibarra y Cayo Pombo Caller. Fue este último quien propició la construcción del actual caserío y la transformación en tierras de cultivo de lo que antes era simplemente una dehesa boyal. Cuenta Ana de Pombo en sus Memorias que lo que su hijo Cayo, ingeniero agrónomo educado en Cambridge, se propuso hacer en esta paramera de Torozos no era sino un remedo de la hermosa finca de Campogiro (La Remonta) que su padre había vendido a la Diputación de Santander en 1921 y ésta lo cedió al Ejército para la cría de ganado caballar. Allí pastaron las primeras vacas frisonas que hubo en el territorio de Cantabria y hoy es una barriada y parque público de la ciudad. El proyecto común del joven matrimonio formado por Cayo Pombo y Mª del Pilar García de
35 los Ríos consiguió transformar de raíz aquellos pedregales hasta convertirlos en tierras de regadío. Un verdadero oasis en medio del páramo. Para ello tuvieron que talar árboles, roturar tierras, abrir pozos y establecer un sistema de acequias de riego que aún hoy, pese a su deterioro, llama poderosamente la atención por lo tecnológicamente avanzado de la empresa para aquellas fechas. Luego vinieron las casas para los señores y para los obreros, los silos, las naves para las vacas, los palomares y sobre todo los gallineros. La producción avícola estaba de moda en el desarrollo industrial de aquel momento y la Dehesilla ganó varios premios con sus gallinas ponedoras en la Feria que se celebraba anualmente en Madrid en la Casa de Campo. Los Pombo debieron llegar a La Dehesilla en 1942 cuando en la finca solo existía una casa para el guarda. Las fotos de 1955 muestran ya el caserío blanco prácticamente terminado, aunque se echan en falta uno de los dos silos y la Capilla. Esta debió ser levantada poco después utilizando en parte las piedras sobrantes de las bóvedas de la Colegiata de San Miguel de Ampudia, que fueron reconstruidas con ladrillo tras el hundimiento de 1954. Finalmente, el 25 de abril de 1958 La Dehesilla consiguió el título de “Ganadería Diplomada”: Anuncio de la Dirección General de Ganadería por el que se otorga el título de “Ganadería Diplomada” a la explotación ganadera de don Cayo Pombo Caller, situada en el término municipal de Ampudia de Campos (Palencia)”. [B.O.E. – 14 de mayo de 1958] La muerte temprana de Cayo Pombo en 1964 puso punto final a todo aquel ambicioso proyecto. Tras haber pasado por varias manos, hoy La Dehesilla es propiedad de la empresa Agropecuaria Hermanos González S.A. con parque eólico, pero sin el esplendor de los tiempos pasados. La fisonomía del caserío ha ido con los años perdiendo su blancura y el abandono y la ruina de algunos edificios dan muestra clara de su decadencia. El escritor Álvaro Pombo, el hijo único de la pareja, pasó en esta finca largas temporadas de sus vacaciones estivales de adolescencia. Así aparece en sus recuerdos de “Un gran mundo”. Muchos años después, la belleza perturbadora de estos páramos sigue haciéndose presente en algunos de sus versos. Sirva como ejemplo éste tomado de su quinto poemario “Los enunciados protocolarios” (2009). Oh mi amor, recuerdo tu corazón como un canal de riego en la deshilada Castilla del secano y los silos de maíz fermentado. Recuerdo los chozos pedregosos, tus piernas pedregosas y mi amor imposible, como si no hubiera el tiempo sido tiempo al fin sino instantáneo instante que como la flor morada de las tobas explota y dice su color ceniciento. Perdido en el horizonte reseco del mundo yo te amo. [Álvaro Pombo: “Los Enunciados protocolarios” (2009)] Cuenta Ernesto Escapa en un artículo publicado en el Diario de León que en el año 2010 Álvaro Pombo vino a Valladolid para grabar un programa de televisión y pidió que le llevasen a visitar de nuevo “aquel recinto familiar de sueños y desdichas”. Probablemente esa fuera su última visita.
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III.- Conclusiones Un conjunto de vivencias, recuerdos y anécdotas familiares y personales constituyen el entramado de “Un gran mundo”, ensamblados como las teselas de un mosaico romano, aunque quizás algo desestructurados a juicio de los críticos. Todo ello sazonado con las continuas disquisiciones filosóficas de sus personajes que monologan sobre temas cruciales como la culpa, el perdón, las relaciones familiares o la muerte, en el más puro estilo pombiano de su “psicología-ficción”. Como bien lo definió Luis Antonio de Villena, Álvaro Pombo es un gran novelista que tiene sueños de filósofo. “Un gran mundo” es, sin duda, una novela culta para lectores cultos; pero incluso a éstos en ocasiones les resulta difícil digerirla y requiere de una segunda lectura. Francisco Solano escribió lo que sigue en un artículo de EL PAÍS (“Hidalguía de boutique”): “Alcanza Álvaro Pombo con esta novela una incursión narrativa que se diría desinteresada de la comprensión. No es que no se entienda lo que leemos, o quede velado tras un pudor un tanto anacrónico, sino que la narradora de Un gran mundo no parece dispuesta a salir de sus elucubraciones alusivas y caprichosas, forjadas en una subjetividad familiar impermeable para los extraños. […] Demás está decir que la reflexión filosófica, marca de Pombo, se desmanda notoriamente en estas páginas encallando en suposiciones inextricables que estorban, aún más, la encrespada fluencia de la narración. De hecho, reúne aquí material sobrante para una novela, pero no condesciende a la tosquedad de escribirla”. O sea que el articulista reconoce que ha leído la novela y no la ha comprendido porque, a su juicio, resulta incomprensible para los extraños. Algo parecido les ha ocurrido a otros muchos. Y buena parte de la culpa hay que atribuírsela al propio novelista por sus reticencias a reconocer la verdadera naturaleza autobiográfica de la obra: “Quien tenga ojos para ver, que vea. Y quien no, que disfrute de mi ficción como se ha disfrutado siempre, como un juego, como un trampantojo. […] No cambio los nombres de mis personajes para ocultarlos o para ocultarme, sino sólo porque la ficción es más entretenida y más prometedora de felicidad que la realidad.” [Cuadernos Hispanoamericanos, Nº.793-794. Julio-Agosto, 2016] Por supuesto que sí, pero algunos pensamos que con los ojos bien abiertos se puede disfrutar aún más de la buena literatura. IV.- Biografía consultada -
LIBROS MARTÍN PÉREZ, Esteban: Álvaro Pombo. Génesis de un narrador. (1953-1983). Biblioteca Nueva. Madrid, 2014. POMBO, Álvaro: Los enunciados protocolarios. Sevilla, 2008. POMBO, Álvaro: Un gran Mundo. Destino. Barcelona, 2015. POMBO, Ana de: Mi última condena. Autobiografía. Taurus Ediciones. Madrid, 1971. ARTÍCULOS CHAPLOW, Chris and FLORES WATSON, Fiona: “Ana de Pombo in Marbella”. Andalucia.com. COCA, César: “Soy posesivo, del contigo pan y cebolla”. Hoy.es, 29 de mayo de 2016 ESCAPA, Ernesto: “Dictados furtivos”. Diario de León.es, 22 de noviembre de 2015. EUSEBIO, Carmen de: “Álvaro Pombo: El único personaje que se parece al artista o al escritor es el santo”. Cuadernos
Hispanoamericanos, Nº 793-794. Julio- Agosto de 2016. FLORES-GISPERT, Juan Carlos: “Fui un niño muy guapo y ahora soy un anciano rabino que da bien en las fotos”. EL Diario Montañés.es, 2009. RUIZ MATILLA; Jesús: “La palabra más terrible de nuestro tiempo es ERE”. El País, 7 de junio de 2009. SOLANO, Francisco: “Hidalguía de Boutique”. El País, 22 de octubre de 2015. VELASCO PEINADOR, José María: “Ana Caller de Donesteve (Ana de Pombo)”. La Corredera (Nº 3). Primavera-Verano de 2014. VILLENA, Luis Antonio de: “Retrato plural de Álvaro Pombo”. Artículos. 12 de Octubre de 2015. VILLENA, Luis Antonio de: “Pombo y Ana de Pombo”. Artículos. 11 de noviembre de 2015. WIKIPEDIA, la enciclopedia libre: “Álvaro Pombo” / “Ana de Pombo”.
La DEHESILLA en los AÑOS 50 ÁLBUM FOTOGRÁFICO
La Dehesilla. Casa de los Guardeses, 1942
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TEXTOS SELECCIONADOS ÁLVARO POMBO “UN GRAN MUNDO” - fragmentos
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quellas navidades iban a quedarse solos en la finca el aguilucho y Tía Teresa y quedamos en que iríamos a pasar unos días con ellos al principio de las vacaciones siguiendo viaje luego a pasar el fin de año en la provincia con mi madre. Así que fuimos a Valladolid en tren desde Madrid y ahí nos recogió una furgoneta con el volante a la derecha que conducía el aguilucho mismo. Repentinamente, casi como de un salto, pasabas del valle al páramo y de ahí mismo se veía todo a la redonda: la paramera, desde y en medio el caserío blanco como un punto blanco entre en las tierras. Ya atardecía y viajábamos por una carretera re comarcal sin asfaltar que crujía bajo las ruedas. Había H mucho bache, pero era todo recto, horizontal y vertical hasta el otro lado del horizonte que atardecía v entre azulado y morado, cárdeno, invernal: producía e en e su misma desnudez una sensación suprarreal como si s nos encamináramos a un caserío inverosímil que emerge en medio de la pedregosa nada y se oscurece e amoratándose como en el esquematismo de los cuena tos. t Repentinamente el aguilucho giró el volante a la izquierda en lo que pareció un ángulo agudo y circui lamos unos dos kilómetros por una carreterilla aún más pedregosa y estrecha, dejamos a la derecha un palomar redondo, nos cruzamos y tuvimos que echarnos a la cuneta un poco con un remolque de gente que arrastraba un tractor. El caserío tenía unas luces que parecían portuarias. El aguilucho rodeó lo que según nos dijo era el corral, el centro del caserío y paró el coche enfrente de un jardín rodeado de retamas verdes. Hizo sonar el claxon tres veces, bajamos y salió tía Teresa a recibirnos. […] Fue una buena idea aprovechar aquella finca, aquellas quinientas hectáreas de secano en Tierra de Campos, en un empeño colonizador. Realmente se trataba de eso: de volver fértil y significativo un erial donde se cosechaba como mucho una vez al año el trigo, la cebada y la avena, dejando la mitad de la finca en barbecho para que descansase la tierra. No era buena tierra. Había sido todo monte de robles y de encinas durante los siglos imperiales, que se había ido roturando hasta dejarlo liso y como exánime. Contaba tía Teresa que cuando llegaron, recién acabada la contienda, todavía en plena Guerra Mundial o en sus finales, no había, por no haber, ni pájaros, ni codornices, ni perdices. Hicieron lo primero un palomar y un pozo, los palomos trajeron las palomas, las palomas criaron los pichones y pronto hubo dos pozos. El pozo frente a la casa de los señores a cuya vera se construyó un aljibe en lo alto que resplandecía jalbegado los atardeceres, y otro pozo, el del corral, con un abrevadero rectan-
gular para el ganado. Quizá este segundo pozo existía ya a la vez que el caserío elemental de adobe que fue blanqueándose en unos nos años cobrando una espectacularidad blanca en la llanura verdeante nte de las primaveras, y árida y agostada después de las siegas los veraanos. Y se hizo un tercer pozo, el de la era, que tenía un arco de hierroo por encima y que tenía un cubo atado con una cuerda que se podíaa soltar todo de golpe y esperar, con gran emoción, el golpetazo dell cubo en el redondel remoto del agua caliza del fondo. Lo que se construyó, el caserío, fue durante años una sugerencia o una ocurrencia que iba confirmándose lentamente a sí misma, hasta volverse, con los modestos beneficios iniciales, un convencimiento, una convicción. Como si la tierra y la aridez se doblegaran y dieran la razón a los colonos, los jóvenes padres del aguilucho que reinvertían sus beneficios anuales en la mejora de la finca y en un coche un poco mejor cada dos o tres años.
ESTEBAN MARTÍNEZ PÉREZ “Álvaro Pombo. Génesis de un narrador” - fragmentos Los veranos los pasaba en la Dehesilla, en su casa de Ampudia de Campos: “Era horrible abandonar la Bahía en verano olvidar El Puntal”. Allí conoció la vida castellana, la vida del arado romano “Mi primera experiencia con Castilla fue la de la leche de oveja. Castilla me pareció horrible: pueblos de barro, la casa de mis padres sin muros ni puertas. Aquello era un páramo. Echaba de menos Santander, donde iba a la playa.” Así describe la que podría ser la finca familiar en la novela “El metro de platino iridiado”: “Era una finca llana. Un páramo sin una sola casa. Ningún árbol. Todavía la cebada y el trigo y la avena estaban verdes. Llegaron poco antes del atardecer a un caserío blanco, lo único habitado que había en medio de toda aquella tierra llana, de secano”. Con quince años trabajaba por las mañanas ayudando al señor Benito – un trabajador de la finca - en una obra y en la huerta, y por las tardes iba al gallinero, uno de los primeros en España con gallinas ponederas. Por todo esto le daban una paguilla que ahorraba. La finca de trabajo está narrada también en sus novelas “… una finca como esta de Peñacastillo es lo contrario de una finca de recreo, es una finca que podría convertirse en experimental, de rotación agropecuaria. Como finca de recreo es demasiado visible toda de una vez: hay demasiados praos y demasiado poca arboleda, y todo habla de labor, de trabajo, no de recreo.” [“Virginia o el interior del mundo”] Allí también había tiempo para el juego, sobre todo cuando venían sus tíos y sus primos de visita. Entonces jugar al último mohicano y a hacer cabañas en unas zanjas del campo ocupaba las horas del día.
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ERNESTO ESCAPA “DICTADOS FURTIVOS.” Fragmentos
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os viejos mapas todavía circulantes recogen el vínculo de los Pombo, que salieron de Villada para alcanzar la prosperidad naviera en Santander, con el páramo de los Torozos. La finca de la Dehesilla se encuentra a medio camino entre Trigueros y Ampudia. Desde hace unos años, acoge un parque eólico, cuyas palas emergen sobre un encinar clareado por los descuajes agrícolas. En una mañana fría y transparente de enero de 2010, acompañé a Álvaro Pombo en su regreso a la Dehesilla, cuyos molinos veo desde la terraza de casa y cuyas sendas paseo menos de lo que quisiera con Mave, que se me despista persiguiendo conejos. Aquel día Álvaro Pombo vino a grabar un programa de televisión a Valladolid y pidió visitar de nuevo aquel recinto familiar de sueños y desdichas. Acababa de ver la luz en la Fundación Lara su sexto libro de poesía: Los enunciados protocolarios. Un género que el académico concibe como instrumento “para desvelar la oscuridad”. La Dehesilla albergó durante los años ingratos de la posguerra los sueños agrícolas de Cayo Pombo, el padre del escritor, un ingeniero que primero rompió el lecho calizo de la finca con maquinaria desplazada desde Madrid, luego perforó en el páramo 32 pozos y más tarde sembró los claros del bosque de remolacha. Entonces la Dehesilla se convirtió en uno de los modelos del incipiente desarrollismo agrario vallisoletano, cuando el despegue de la provincia se basaba en la quíntuple A: Automovilismo, abonos, aluminio, alimentos y avicultura gallinácea. Lo cuenta el falangista Waldo de Mier en su libro España cambia de piel (1964). El complejo agrario de la Dehesilla también tenía huerto de verduras y pabellón de granjas: una de sus gallinas ganó el primer premio de ponedoras en la Feria del Campo de Madrid. El sueño de aquel paraíso lo truncó la separación de los padres del novelista, que además eran primos: Cayo Pombo Caller y Pilar García de los Ríos Caller. El padre era ingeniero y murió en Palencia el día de San Sabino de 1964. El novelista es su vivo retrato y en Trigueros pude comprobar cómo los mayores lo confundían con su padre, que vadeaba el pueblo en coche de caballos hacia la estación del tren. La abuela fue la diseñadora Ana de Pombo (1900-1980), protagonista de su última novela, Un gran mundo (2015), bailarina y secretaria de Coco Chanel en Paris, espía en Madrid, amante y tutora del escritor argentino Héctor Bianciotti, modista de Evita Perón y autora de varios libros medianejos de poesía y de unas memorias que le prologó la duquesa Cayetana. La madre de Álvaro Pombo, una vez viuda, se volvió a casar en 1968 con el filósofo José Antonio Marina. Al regresar, en enero de 2010, a la Dehesilla, pudo rescatar un tiempo ofuscado por la tristeza de su disolución. El empedrado del jardín, las sendas de almendros, los chozos pedregosos, la precisa memoria de sus habitantes y de cada recinto del caserío, los rígidos barbechos, “el dormitorio de losetas rojas en la casa blanca del caserío blanco”. Un escenario muy vivo y nítido en los protocolos de su poesía. También presente en Un gran mundo. De la finca salió a finales de los cincuenta el envío de un Cristo románico con que la obsequiaba su hijo Cayo, transportado hasta Marbella envuelto en una manta sobre la baca de un mil quinientos. En Marbella había recalado en la primavera de 1957, para abrir una tienda de moda y antigüedades en la plaza de los Naranjos junto a su tercer marido, el arquitecto y decorador argentino Pablo Oliveras. Jean Cocteau decoró sus muros en 1961 con unos paneles inspirados en el flamenco, que actualmente se encuentran en el Reina Sofía. Allí la visitan Audrey Hepburn o Chanel buscando sus pamelas.
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Portada gรณtica en la fachada norte de la Colegiata