Don Juan Alfonso de Alburquerque

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Don JUAN ALFONSO

CASTILLO DE MONTEALEGRE: Residencia habitual de Dª Isabel de Meneses, esposa de D. Juan Alfonso. Fortaleza con fama de inexpugnable desde que el rey D. Pedro “El Cruel” no consiguió tomarla en 1354.

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de ALBURQUERQUE

El final del linaje de los TÉLLEZ DE MENESES E. ROMO VELASCO

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I

CAMPOS Y ALCORES: LOS DOMINIOS DE DON JUAN ALFONSO

D. Juan Alfonso de Alburquerque, Canciller Mayor de Castilla y favorito de Pedro I “el Cruel”, el personaje más poderoso de su tiempo “a cuyo voto se reducían el del rey y los grandes en todos los negocios de paz y de guerra”. Cuando en el año 1352 se confecciona el conocido como “Libro Becerro de las Behetrías”, el dominio de D. Juan Alfonso era casi absoluto sobre todos los pueblos de la Merindad de Campos, incluidos en ella los Alcores y el Valle de Trigueros. Eran suyas, como villas y aldeas solariegas, Montealegre, Meneses, Villalba, Ampudia, Torremormojón, Valoria del Alcor, Abarca y los actuales despoblados de San Cebrián de Meneses, Padilla y Villarramiro. Compartía además el señorío de Villerías y de los despoblados de Fuenteungrillo y Villaverde de Campos. Era al propio tiempo el señor natural de todas las Behetrías de Campos (Becerril, Frechilla, Castromocho, Baquerín, Capillas, Fuentes de Nava, Palacios de Campos y Villarramiel), con la excepción de Autilla del Pino, y de las Behetrías del Valle de Trigueros (Corcos, Trigueros y Cubillas de Santa Marta), con la excepción de Quintanilla. Las “behetrías” eran aquellos pueblos que tenían el derecho a elegir libremente a su señor, bien fuera de entre sus señores naturales (“behetrías de linaje”), o bien sin ninguna limitación (“behetrías de mar a mar”). Enclavados en los territorios de D. Juan Alfonso, aunque libres de su jurisdicción, se encontraban igualmente los tres monasterios cistercienses más importantes de la comarca: Matallana, Palazuelos y La Santa Espina. De los tres, éste último fue su preferido y el elegido como lugar para su enterramiento.


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LOS TÉLLEZ DE MENESES: GENEALOGÍAS

Son muchos los autores que al referirse a D. Juan Alfonso de Alburquerque le presentan simplemente como un “caballero de origen portugués”, lo cual, pese a ser cierto, parece una fórmula demasiado pobre que nada dice de la naturaleza y linaje de este personaje, heredero por línea materna de los Téllez de Meneses asentados sobre las tierras de Alburquerque (Badajoz) y la frontera de Portugal. Su padre fue D. Alfonso Sánchez, bastardo nacido de las relaciones extraconyugales del rey de Portugal Don Dionís “el Valeroso”, que, obligado a exiliarse a Castilla por las presiones de su hermanastro Alfonso IV, entró al servicio del rey castellano Alfonso XI y entroncó con el linaje de los Meneses al contraer matrimonio con la heredera, Dª Teresa de Alburquerque. D. Juan Alfonso debió de nacer en torno a 1305, presumiblemente en Alburquerque, residencia y solar de la familia. Por las mismas fechas debió también de nacer la mujer que se iba a convertir en su esposa, Dª Isabel de Meneses, la heredera de la rama principal de los Téllez de Meneses, la palentina. Conocer el árbol genealógico de ambos cónyuges nos permitirá comprobar sus orígenes comunes:

GENEALOGÍA DE D. JUAN ALFONSO DE ALBURQUERQUE Tello Pérez de Meneses Alfonso Téllez de Meneses “el Viejo” Juan Alfonso de Alburquerque (I) Rodrigo Ibáñez de Meneses Juan Alfonso Téllez (Conde de Barcelos) Teresa de Alburquerque Juan Alfonso de Alburquerque (II) Martín Gil de Meneses (sin sucesión)

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Guntrodo García Teresa Sánchez (2ª esposa) Berenguela González Teresa Gil de Soverosa María Coronel (2ª esposa) Alfonso Sánchez Isabel de Meneses

GENEALOGÍA DE Dª ISABEL DE MENESES Tello Pérez de Meneses Alfonso Téllez de Meneses “el Viejo” Alfonso Téllez de Meneses “el Mozo” Mayor Alfonso de Meneses Alfonso de Molina y Meneses Tello Alfonso de Meneses Isabel de Meneses Martín Gil de Meneses (sin sucesión)

∞ ∞ ∞ ∞ ∞ ∞ ∞

Guntrodo García Elvira Ruiz Girón (1ª esposa) María Ibáñez de Limia Alfonso de Molina Teresa Pérez María de Portugal Juan Alfonso de Alburquerque

No era, sin embargo, esta identidad de linaje la única razón que les unía, pues además, ambos cónyuges estaban también emparentados, como biznietos que eran del rey Alfonso III de Portugal. Lo que se produce como consecuencia de este enlace matrimonial es la unión de dos riquísimos patrimonios: como herencia de D. Juan Alfonso, los señoríos de Alburquerque, Medellín y Alconchel, con abundantes posesiones en la Extremadura portuguesa.

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10 Como herencia de Dª Isabel, los señoríos de Montealegre, Meneses Villalba, Tiedra y otras muchas villas y aldeas en las comarcas de Tierra de Campos y los Montes de Torozos, además de una fuerte presencia como señor natural de numerosas behetrías. En los años siguientes, D. Juan Alfonso no sólo conservará todas estas posesiones familiares, sino que las irá aumentando (Torremormojón, Ampudia…), unas veces por compra o permuta y otras gracias a las donaciones con que le distinguen los reyes castellanos como premio a sus servicios y fidelidad. Apoyado sobre esta sólida base territorial D. Juan Alfonso se irá acercando paulatinamente a la corte castellana para participar activamente en los asuntos internos del Reino. Entre tanto, se distinguirá como valeroso guerrero en todas las batallas en las que tome parte, lo que le llevará a recibir la distinción de ser nombrado ayo y mayordomo del príncipe heredero (futuro Pedro I “el Cruel”), cuyo estandarte llevará en las campañas que Alfonso XI libre contra los musulmanes. Igualmente importante será su condición de mayordomo mayor de la reina Dª María de Portugal, esposa de Alfonso XI, con la que además mantendrá una cordial relación, como consecuencia de su estrecho parentesco (primos carnales, por ser ambos nietos del rey Don Dionís) y de su común origen portugués.

III

D. JUAN ALFONSO DE ALBURQUERQUE: CRONOLOGÍA

Establecida ya con claridad la verdadera filiación del personaje, intentaremos ahora hacer una cronología de los hechos más destacados de su vida, entremezclados con aquellos otros que, aunque de menor importancia, guardan relación directa con nuestro territorio comarcal. 1323 – El matrimonio con Dª Isabel de Meneses: Hacia 1323 tiene lugar el matrimonio de D. Juan Alfonso de Alburquerque con Dª Isabel de Meneses. La residencia familiar quedará establecida en el castillo de Montealegre, fortaleza a la que los dos esposos parecen haber dotado de una fisonomía muy similar a la que ha conseguido llegar hasta nuestros días. Los armas del linaje de los Meneses y Alburquerque debieron de campear sobre la puerta principal del castillo, hasta que en 1626 colocó las suyas D. Martín de Guzmán y Rojas, nombrado primer Marqués de Montealegre.

“Escudo de los Alburquerque: cuartelado; 1º y 4º, en campo de gules, cinco flores de lis de oro, colocadas en sotuer. 2º y 3º, en campo de plata, las cinco quinas o escudetes de Portugal”

1325 – La guerra civil portuguesa: En 1325 muere el rey Don Dionís, lo que acentúa el enfrentamiento entre sus dos hijos aspirantes al trono portugués: el legítimo, Alfonso IV, y el bastardo, D. Alfonso Sánchez, refugiado en Alburquerque con sus partidarios. Éste, con ayuda de las tropas castellanas, saquea las tierras de Braganza, mientras que su hijo, D. Juan Alfonso, penetra por el río Guadiana derrotando al Maestre de Avis, partidario de Alfonso IV. Los enfrentamientos bélicos alcanzarán su mayor virulencia en los años 1325- 1326 y solo la muerte inesperada de D. Alfonso Sánchez en 1329 pondrá fin definitivo a la contienda. 1328 – El casamiento de Alfonso XI con Dª María de Portugal: En 1328 el rey castellano Alfonso XI contrae matrimonio con Dª María de Portugal, hija del portugués Alfonso IV.

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Castillo de Alburquerque (Badajoz): Poco es lo que queda en este castillo de lo que, hacia 1305, construyeron D. Alfonso Sánchez y Dª Teresa de Alburquerque. La mayor parte del mismo son obras realizadas posteriormente por D. Álvaro de Luna y D. Beltrán de la Cueva, que en 1464 fue nombrado primer Duque de Alburquerque.

Dª María recibe en arras los alcázares, castillos y villas de Guadalajara, Talavera y Olmedo. Más tarde recibirá también como donación de su esposo el “dominio” de otras muchas villas y ciudades, entre ellas Madrigal, Ampudia y Valladolid. Desconocemos la fecha exacta en la que Dª María de Portugal se convierte en “dómina” de Ampudia, de la que figura como tal en 1338. Hubo de ser hacia 1336, cuando quedó recluida en las Huelgas de Burgos Dª Blanca de Castilla, la desdichada heredera del Infante Don Pedro, paralítica y aquejada de demencia mental. 1330 - D. Juan Alfonso, nombrado caballero: En 1330, estando el rey en Burgos, manda venir a su palacio a todos aquellos “ricos hombres y caballeros que habían de recibir Caballería del rey D. Alfonso”, y en esta lista de ricoshombres D. Juan Alfonso de Alburquerque figura ya en segundo lugar. Tan destacada situación, dice la “Crónica del Rey D. Alfonso el Onceno”, se debía a su parentesco con la reina Dª María de Portugal. 1334 – El nacimiento de Pedro I “el Cruel”: Era obligación de la reina el darle pronto al rey un heredero que asegurase su sucesión en el trono. El primero, Fernando, muere cuando aún no había cumplido un año de edad. El segundo, Pedro, nace en el verano de 1334, lo que viene a aliviar, al menos en parte, la situación incómoda de Dª María de Portugal por los amoríos de su esposo con su concubina Dª Leonor de Guzmán, con la que tuvo diez hijos bastardos, de los cuales siete le sobrevivieron. Aunque Dª María y su hijo serán sistemáticamente postergados y alejados de la corte real, se cumplirán sin embargo los aspectos formales y, para atender con dignidad al Infante y a su rango de heredero, se les proporciona una casa y se nombra como mayordomo de la misma a D. Juan Alfonso de Alburquerque, que mantiene excelentes relaciones personales con Dª María de Portugal.

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Pedro I “El Cruel” (Burgos, 1334 – Montiel, 1369).


12 1334 - El señorío de la Torre de Mormojón: En 1334 D. Juan Alfonso entrega a la Orden Militar de Calatrava algunas heredades en Andalucía a cambio de los lugares de Villarramiro (Pedraza), Abarca y Padilla (Baquerín), en la Merindad de Campos. La proximidad de estos lugares a La Torre de Mormojón nos permite suponer que para esa fecha ya había adquirido D. Juan Alfonso el señorío de esta villa y su castillo, que en fechas anteriores aparecían en manos de los Laso de la Vega. Ignoramos si se trató de una compra, permuta o donación real. Sobre la puerta ojival del recinto interior del castillo de Torremormojón, demolido en 1884, y bajo un matacán sostenido por cuatro ménsulas, figuraban tres escudos iguales que son las armas de D. Juan Alfonso: las cinco flores de lis de los Alburquerque y los cinco escudetes de Portugal.

Las armas de D. Juan Alfonso sobre la puerta del desaparecido recinto interior del Castillo de Torremormojón (Dibujo de Ricardo Becerro de Bengoa)

Villalba de los Alcores: Iglesia de Santa María del Templo. Recuerdo de las posesiones que los Templarios tuvieron en esta villa y que en 1336 le fueron entregadas a D. Juan Alfonso.

1334 - El despoblado de Villaverde de Campos: En ese mismo año de 1334 D. Juan Alfonso adquiere algunas heredades en el despoblado de Villaverde de Campos (Villerías), tierras que obligará a tomar en renta a sus vasallos de Torremormojón: “Dan al dicho don Juan Alfonso por Villa Verde que es yerma, e que lo face pagar por fuerça, por cada obrada que y an tres eminas de pan, quier labre quier non labre” [Libro Becerro de las Behetrías]. En 1352, en el “Libro Becerro de las Behetrías”, tanto Villaverde como Villerías aparecen como lugares solariegos compartidos por D. Juan Alfonso de Alburquerque y D. Pedro Ruiz Sarmiento. 1336 - Las posesiones templarias en Villalba de los Alcores: En 1336 D. Juan Alfonso acude con un buen número de sus caballeros y escuderos en ayuda del rey castellano que había puesto cerco a la villa de Lerma, donde estaba recluido en rebeldía D. Juan Núñez de Lara (III). Como recompensa por este servicio, Alfonso XI le concede todos los bienes que habían tenido los Templarios en Villalba de los Alcores. “Este D. Juan Alfonso vino a la hueste, et traxo muchas compañas de caballo et de pie; et el rey recibiólo muy bien, et fízole mucha honra; et por lo asosegar en su servicio, dióle lo que había la Temple en el logar de Villalba del Alcor, que es en Campos” [Canciller D. Pedro López de Ayala]. 1338 – El pleito con el Concejo de Ampudia: En 1338 D. Juan Alfonso de Alburquerque da licencia a su esposa, señora de Valoria del Alcor, para que pleitee con el Concejo de Ampudia porque algunos de sus vecinos han comprado tierras en Valoria y en el despoblado de Castrillo, tierras que según D. Juan Alfonso estaban vinculadas a su señorío, y según los ampudianos eran de realengo, en virtud de la donación que D. Alfonso, el hijo del Infante de Molina, les hiciera en 1305. Habrá de ser poco después de esta fecha, y posiblemente como secuela de este pleito, cuando Dª María de Portugal le entregue a D. Juan Alfonso la villa de Ampudia en señorío: “Fuent pudia: en el obispado de Palenzia. Este logar es señorío porque lo dio la Reina a don Juan Alfonso de Alburquerque” [Libro Becerro de las Behetrías].

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Castillo de Villalba de los Alcores, donde, según la Crónica, “tenía D. Juan Alfonso una casa fuerte muy buena”

1348 – La peste negra en Torremormojón: En el periodo 1348-1350 una gran epidemia de “Peste Negra”, transmitida por los roedores, causa estragos en toda Europa hasta el punto de que muchas pequeñas aldeas se quedan totalmente despobladas. Los vasallos de la Torre de Mormojón, afectados por la epidemia, se ven en serias dificultades para pagar las rentas a su señor D. Juan Alfonso. Se conserva una carta de éste fechada en Alburquerque un 28 de octubre, sin año, exigiéndoles tal pago a pesar de la pestilencia: “…m’enviastes dezir questa pestilencia que anda mucha entre vosotros […] e como quier que por eso no e yo por perder lo mío […] es de derecho que me paguedes lo mío, esto no se puede escusar” [C. Reglero de la Fuente “Espacio y Poder…”]. 1350 – La muerte de Alfonso XI: El 26 de marzo de 1350 muere el rey Alfonso XI en el cerco de Gibraltar, una muerte rápida e inesperada, como consecuencia de la “Peste Negra” que afecta por igual a reyes y vasallos. Una vez que el cuerpo de Alfonso XI es depositado en la Capilla de los Reyes de la catedral sevillana, se inician los primeros actos del gobierno de Pedro I, a quien D. Juan Alfonso pretende controlar con el apoyo de la reina madre, aunque con la oposición de los hermanos bastardos y de otros importantes personajes de la nobleza castellana. El oficio de Canciller Mayor se reserva para D. Juan Alfonso y su hijo D. Martín Gil de Meneses es nombrado Adelantado de Murcia. 1351 – Las Cortes de Valladolid: Por iniciativa de D. Juan Alfonso, en agosto de 1351 se reúnen las Cortes en Valladolid. En ellas se analizan los graves conflictos que plantean las “behetrías”, cuya conversión en solariegas se solicita, para repartirlas entre los señores que eran “naturales” de ellas. No se llega a ningún acuerdo por el momento, pero se manda hacer una encuesta, pueblo a pueblo, que sirve de base para el conocido como “Libro Becerro de las Behetrías”. Además del problema de las behetrías, en las Cortes de Valladolid se abordan otros muchos asuntos de interés para la gobernabilidad del Reino. Así a la Torre de Mormojón se le confirman sus fueros (Privilegio de fecha 1 de septiembre de 1351) y Ampudia

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Interior de la Iglesia de San Salvador de Villarramiro. Documentada en la Estadística Palentina de 1345 como iglesia parroquial del despoblado de Villarramiro (Pedraza), lugar que desde 1334 había pasado a ser solariego de D. Juan Alfonso)


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14 ve confirmada su exención del pago de portazgo y peaje, aunque no de alcabala, en cualquier lugar del Reino, excepto en Toledo, Sevilla y Murcia (Privilegio de 4 de agosto de 1351). 1353 – La boda con Dª Blanca de Borbón: Hay que casar al rey y, siguiendo los consejos de D. Juan Alfonso, se elige como esposa a Dª Blanca de Borbón, sobrina del rey de Francia. Pero, mientras se está gestionando la boda, Pedro I se ha enamorado de Dª María de Padilla, una mujer “de buen linaje y hermosa y pequeña de cuerpo”, criada en la casa de Dª Isabel de Meneses. A duras penas D. Juan Alfonso consigue convencer al Rey y la boda con Dª Blanca se celebra en Valladolid con todo boato, actuando como madrina su tía Dª Leonor, hermana de Alfonso XI, y como padrino el propio D. Juan Alfonso. 1353 – La caída en desgracia de D. Juan Alfonso: Solo tres días después de la boda, Pedro I abandona a su esposa y se marcha de Valladolid para encontrarse con Dª María de Padilla, que le está esperando en la Puebla de Montalbán (Toledo). D. Juan Alfonso advierte en seguida que ha perdido la confianza del Rey y, temiendo por su vida, se encamina hacia Extremadura para pasar luego a Portugal. Poco después, con el fin de restablecer una aparente normalidad, Pedro I regresa a Valladolid para reencontrarse con Dª Blanca, pero vuelve a abandonarla a los dos días para no volver a verla el resto de su vida.

El libro de las Behetrías (Edición de 1866)

1354 – El asedio de Montealegre: Estando D. Juan Alfonso en Portugal llega a un acuerdo con D. Enrique de Trastámara y los otros hermanos bastardos del Rey, hijos de Dª Leonor de Guzmán, para confederarse, regresar juntos a Castilla y obligar a Pedro I a retornar con su esposa y poner en orden los asuntos del Reino. Poco a poco se les van añadiendo nuevos refuerzos hasta juntar una fuerza muy superior a la del propio monarca. Pedro I decide entonces iniciar la contraofensiva apoderándose de todos los señoríos de D. Juan Alfonso. Villalba y Ampudia le abren sus puertas sin ofrecer resistencia, pero en Montealegre se atrinchera en su castillo Dª Isabel de Meneses y, tras un largo e infructuoso asedio, el Rey se ve obligado a levantar el sitio sin haber conseguido conquistarlo: “El propio rey partió de Castrojeriz e fue sobre un lugar de D. Juan Alfonso de Alburquerque que es en Campos que dicen Montealegre, e estaban en el dicho lugar doña Isabel, mujer del dicho Don Juan Alfonso, e con ella caballeros vasallos de Don Juan Alfonso [...] Después que llegó el rey a Montealegre, e non la pudo cobrar, partió dende, e fue para Empudia, un lugar de D. Juan Alfonso, e diéronsele. Otrosí le dieron Villalba del Alcor, donde tenía D. Juan Alfonso una casa fuerte muy buena.” [Canciller D. Pedro López de Ayala]. 1354 – La muerte de D. Juan Alfonso: Fracasan los nobles confederados en su intento de tomar Salamanca y Valladolid, pero consiguen entrar en Medina del Campo el 28 de septiembre de 1354. Allí, inesperadamente, cae enfermo D. Juan Alfonso y muere a los pocos días, al parecer envenenado con unas hierbas que le dieron. Siguiendo sus propias disposiciones testamentarias, sus partidarios deciden no darle sepultura hasta que no hayan conseguido terminar con su objetivo de poner en orden los asuntos del Reino. Así, convertido en estandarte de su causa, lo pasean en un ataúd, colocado sobre unas andas cubiertas de paños de oro, llevándolo de un lugar para otro y, cada

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1354 - La encerrona de Toro: Mientras el Rey descansa en Urueña con Dª María de Padilla, los confederados se juntan en Toro y hacen venir hasta allí a las cuatro mujeres más importantes del Reino: Dª María de Portugal, Dª Leonor, reina viuda de Aragón, Dª Isabel de Meneses y Dª Juana Manuel, esposa de D. Enrique de Trastámara. Una vez que están todos reunidos, mandan cartas al Rey para que venga a Toro a parlamentar. Le han preparado una encerrona y, cuando llega a Toro acompañado de sus principales consejeros, éstos son inmediatamente apresados. Prisionero y desprovisto de todas sus ayudas, Pedro I se apresta a prometer todo lo que le demandan: abandonará a Dª María de Padilla, volverá con su legítima esposa Dª Blanca y pondrá orden en los asuntos del Reino.

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vez que se reúnen, hacen hablar al cadáver por boca de su mayordomo mayor, Rui Díaz Cabeza de Vaca. De este caballero, Rui Díaz Cabeza de Vaca, sabemos por el “Libro Becerro de las Behetrías” que era uno de los señores de Paradilla del Alcor (Autilla del Pino) y tenía además en encomienda el priorato de Santovenia (Revilla de Campos).

1354 – El entierro en el Monasterio de La Espina: Todo parece ya arreglado, por lo que los confederados deciden dar por fin sepultura al cadáver de D. Juan Alfonso en el Monasterio de la Santa Espina, tal y como él mismo había ordenado: “Lleváronle a enterrar al Monasterio del Espina, que es de monjes blancos, do él se mandara enterrar” [Canciller D. Pedro López de Ayala]. El monasterio cisterciense de la Santa Espina (Castromonte), en el corazón de los Montes de Torozos, había sido fundado en 1147 por la infanta Dª Sancha, hermana del emperador Alfonso VII, pero ya desde el siglo XIII había quedado bajo la protección de los Téllez de Meneses. El propio D. Juan Alfonso hizo terminar el edificio de su iglesia para que le sirviera como panteón familiar. En la capilla mayor de la Iglesia de la Santa Espina quedaron depositados los restos de D. Juan Alfonso, de su esposa y de su hijo Martín Gil. Nada queda ya de ellos, salvo unos vacíos arcosolios, de estilo renacentista, donde fueron colocados sus sepulcros tras la reforma llevada a cabo en el periodo 1546-1558. 1356 – La guerra civil fratricida: El rey permanece retenido en Toro durante algún tiempo, pero consigue al fin escapar y, una vez reorganizado su ejército, retorna al lugar con sed de venganza. Ante los ojos despavoridos de Dª María de Portugal y de Dª Juana Manuel, hace asesinar a todos los caballeros que las acompañan, con tal saña y crueldad que, al verlo, la reina madre cae al suelo desmayada. Unos días después Dª María pide permiso a su hijo para retirarse a Portugal y muere en Évora poco más tarde, el 17 de enero de 1357. Dª Isabel de Meneses, refugiada en su castillo de Montealegre, muere igualmente al poco tiempo. Por supuesto que el conflicto no había terminado, sino que, muy al contrario, los ánimos se enconaron Capilla Mayor del Monasterio de la Espina: En los laterales, los arcomucho más, hasta desembocar en una guerra civil abierta, solios (vacíos) que cobijaron los sepulcros de D. Juan Alfonso y de su cruel y fratricida con intervención de tropas inglesas y esposa tras la reforma llevada a cabo entre 1546 y 1558.

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16 francesas. Finalmente, el 23 de marzo de 1369 Pedro I, sitiado en el castillo de Montiel (Toledo), fue objeto de una emboscada y su hermanastro D. Enrique de Trastámara se lanzó sobre él clavándole una daga y dándole muerte. Parece que contó para ello con la ayuda del francés Du Guesclín, que supuestamente pronunció la frase bien conocida: “Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor”. Todos estos sucesos aparecen narrados con detalle en cualquier manual de historia de España, por lo que no hace al caso el que aquí nos detengamos en ellos. Para nuestro cometido solo nos falta conocer el final de D. Martín Gil de Meneses, que supuso la extinción de este ilustre linaje palentino, el cuarto en importancia de la “nobleza vieja”, tras de los Lara, los Castro y los Haro, señores de Vizcaya. 1365 – La muerte de D. Martín Gil de Meneses: En el año 1353 D. Juan Alfonso, tratando de hacer las paces con el rey, había entregado como rehén a su único hijo D. Martín Gil. Despojado éste de su cargo de Adelantado de Murcia es enviado a la cárcel de Sevilla donde permanecerá hasta 1365, año en el que muere, al parecer envenenado con hierbas como su padre: “Y en este año [1365] murió en Sevilla Don Martín Gil, Señor de Alburquerque, hijo de Don Juan Alfonso y Doña Isabel su mujer, y decían que murió con hierbas que le dieron” [Canciller D. Pedro López de Ayala]. Con la muerte de D. Juan Alfonso de Alburquerque, la de su esposa y la de su hijo, sin sucesión, queda extinguido de hecho el linaje de los Téllez de Meneses, pese a que una rama colateral de los mismos seguirá dando gloria y fama al apellido Meneses en la historia de Portugal. 1366 – El Conde Don Sancho de Alburquerque: El 5 de abril de 1366, en el transcurso aún de la guerra civil, D. Enrique de Trastámara se hace proclamar rey de Castilla en el monasterio de las Huelgas de Burgos con el nombre de Enrique II e inmediatamente comienza el reparto de las “mercedes” entre sus partidarios. Así su hermano Don Sancho recibe la villa de Alburquerque con el título de Conde. Recibe igualmente todos los extensos dominios que habían sido señorío de los Téllez de Meneses: “ Y a Don Sancho, su hermano, dióle todos los bienes que fueron de don Juan Alfonso, señor de Alburquerque, y de doña Isabel su mujer, hija de Don Tello de Meneses, que no dejara hijos herederos algunos y mandó que se llamase Conde de Alburquerque” [Canciller D. Pedro López de Ayala]. Convendrá, para evitar confusiones, distinguir este título de “Conde de Alburquerque” del título de “Duque de Alburquerque” que le será concedido por Enrique IV a su favorito, D. Beltrán de la Cueva, en 1464. 1374 –Dª Leonor de Alburquerque, “La Ricahembra”: En 1374 el Conde Don Sancho muere en el curso de una pelea y todas sus inmensas posesiones pasan a su heredera, Dª Leonor de Alburquerque, conocida como “La Ricahembra de Castilla”, por ser la mujer mejor heredada del Reino. La enorme amplitud de sus dominios, su matrimonio con el infante D. Fernando de Antequera y el nombramiento de éste como rey de Aragón tras el “Compromiso de Caspe” (1412) propiciarán la disgregación de todos sus territorios, sobre los que quedarán asentados algunos de los más poderosos linajes de la llamada “nobleza nueva”, nacida de las mercedes de los Trastámara. Montealegre y Meneses pasarán a ser señorío de los Manueles y de éstos a los Guzmán. Villalba a los Vázquez de Acuña, que venderán la villa a la terrible Duquesa Dª

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EPÍLOGO

La figura de D. Juan Alfonso de Alburquerque ha sido, en general, juzgada por los historiadores con bastante benignidad. Algunos le han llamado “el del ataúd”, otros “el Bueno”, e incluso han llegado a calificarle como “excelso paladín de la dignidad real”. La historia, ya lo sabemos, la escriben siempre los vencedores y en este caso quienes a la postre ganaron la contienda fueron sus partidarios. Entre los más negativos, Jerónimo Zurita y el Padre Mariana, que lo culpan del mal adoctrinamiento del joven monarca: “Estas faltas y defectos que [el rey Pedro I] tenía de su mala inclinación natural, se le aumentaron por ser mal adoctrinado por D. Juan Alfonso de Alburquerque” [ Juan de Mariana]. El paso de los siglos nos permite enjuiciar a los personajes históricos desde la lejanía, pero nunca conviene olvidar la opinión de aquellos que, sin ser contemporáneos de los hechos, estuvieron más cerca de ellos. Por eso nos parece oportuno citar aquí las palabras de Gutierre Díaz de Games en “El Victorial”, escrito unos cien años después de la contienda: “Había en Castilla un rico-hombre, natural del reino de Portugal, que decían don Juan Alfonso. Era muy honrado, era hombre bueno y de gran seso”. D. Juan Alfonso es uno de esos personajes de relevancia histórica de los que aún no se ha publicado una monografía bien documentada; quien la escriba algún día dispondrá de los datos necesarios para poder juzgar su verdadera dimensión moral. A nuestro parecer, su ambición personal fue solo comparable con la de otros “favoritos” reales que le sucedieron en la historia: D. Álvaro de Luna, D. Beltrán de la Cueva, el Duque de Lerma… Hubiera sido, sin duda, un buen prototipo de “valido” si hubiese coincidido con un rey dócil y fácil de gobernar, en vez del personaje caprichoso, resentido y sanguinario que resulto ser Pedro I, apodado por ello “el Cruel” aunque los suyos quisieron llamarle “el Justiciero”. De haber sido así, otra muy diferente hubiera sido la historia de España y otro muy distinto el destino de los Téllez de Meneses y el devenir histórico de los pueblos de nuestra comarca.

Los Téllez de Meneses: Sepulcro gótico de uno de los miembros del linaje, procedente del Monasterio de Palazuelos; actualmente en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid

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Inés de Guzmán. La Torre de Mormojón será entregada a los Herrera, señores de Pedraza de la Sierra (Segovia), y Ampudia, tras un breve periodo en poder de los Haro, en la persona de D. Juan Alfonso de Baeza, alcanzará su mayor esplendor en manos de los Herrera y Ayala, que levantarán en esta villa un espléndido castillo señorial.


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BIBLIOGRAFÍA

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