Artículo Setiembre 2020
La importancia de validar las emociones de los niños Cuando nos convertimos en padres, es frecuente encontrarnos a nosotros mismos repitiendo patrones de nuestra propia educación. Al fin y al cabo, es todo lo que conocemos. No obstante, si hemos tomado conciencia de que queremos establecer un vínculo más sano y sólido con nuestros niños, el camino comienza con sus propias emociones.
¿Qué padre o madre quieres ser? Ahora bien, ¿qué tipo de líderes queremos ser? Aquí es donde podemos decidir si mantener el modelo recibido o no. Vayamos a la práctica. ¿Cómo podemos, entonces, establecer normas y poner límites siendo respetuosos con nuestros hijos? Fundamentalmente, respetando y validando sus emociones.
Dejemos a un lado las necesidades básicas que deben ser atendidas cuanto antes: hambre, sed, sueño, abrazos cuando se sienten mal y los piden… Gran parte de los «retos» que surgen durante la crianza se resuelven si entendemos que nuestros hijos tienen derecho a discrepar con nuestras decisiones, a sentir emociones como el enfado, la rabia o la tristeza; y a expresarlas. Eso no significa que tengamos que modificar nuestra decisión para evitar que se enfade o llore. Pero si acompañamos su emoción y la validamos, lo habitual es que tanto el niño como nosotros nos sintamos mejor, sin entrar en conflicto. Un ejemplo práctico: «No me quiero ir a dormir» Has pasado un lindo rato jugando y llegó la hora de ir a dormir. Y ahí está nuestra pequeño dispuesto a iniciar una rabieta.