BOLETÍN INFORMATIVO - Abril 2020 La Tolerancia e Intolerancia: ¨ Es el arte de ser feliz en compañía de los demás ¨ La tolerancia nos permite escuchar y aceptar los distintos modos de ser y pensar de las personas, haciendo posible convivir en un mismo espacio a pesar de las diferencias. La intolerancia en la sociedad: La intolerancia es un fenómeno complejo, que es influido por lo que pensamos, lo que sentimos y por cómo nos comportamos. Es decir, que incluye tres componentes en torno a los cuales hay que orientar la educación: El componente cognitivo: consiste en un conjunto de creencias muy simplistas y estereotipadas sobre las características de las personas que forman parte de un grupo. - El componente emocional: consiste en una valoración negativa del otro grupo, junto con sentimientos de hostilidad y rechazo hacia las personas que lo componen. - La disposición a comportarnos de forma negativa con los miembros de otro grupo (rechazándolos, marginándolos...). La intolerancia suele basarse en una simplificación de la realidad social en el que solo existen dos categorías, sin matices ni situaciones intermedias: buenos y malos, amigos y enemigos, los que pertenecen al propio grupo y los que no pertenecen a él, perfección absoluta o imperfección total.
Educar a los niños para la tolerancia Educar para la tolerancia no es solo necesario para hacer una sociedad más justa y solidaria, sino también es un requisito para mejorar la calidad de la vida y enseñar a construir la felicidad desde la educación. Las situaciones en las que se siente un alto nivel de inseguridad e incertidumbre, sobre todo en relación a la propia identidad, pueden activar la intolerancia. Los cambios originados por la globalización y la revolución tecnológica producen una serie de conflictos y tensiones. Y como expresión de los cuales cabe destacar, por ejemplo, algunas contradicciones que debemos enseñar a afrontar:
Disponemos de más información que nunca, pero cada día es más difícil entender lo que nos sucede y predecir lo que va a pasar. Tenemos más recursos técnicos para comunicarnos, pero aumenta el riesgo de aislamiento y exclusión social. Debemos relacionarnos en un contexto cada vez más multicultural y heterogéneo y estamos expuestos a una fuerte presión homogeneizadora. Respeto mutuo y derechos humanos como fin y límite de la tolerancia.
Pautas para educar a los niños en la tolerancia: 1. Hay que empezar a educar para la tolerancia desde la primera infancia, proporcionando valores y relaciones basados en la empatía. 2. Para desarrollar la tolerancia hay que enseñar desde edades tempranas a afrontar la incertidumbre y el conflicto. 3. Es imposible adaptarse al complejo mundo actual desde el absolutismo o las categorías blanco-negro. 4. Las personas más tolerantes han aprendido a detectar y a corregir la intolerancia, a través de habilidades que es necesario enseñar, para que pueda comprenderse. 5. Conviene proporcionar desde la infancia oportunidades de calidad en contextos. 6. Hay que favorecer la construcción de una identidad diferenciada y positiva basada en la tolerancia y los derechos humanos.
Adolescencia e intolerancia Los estudios realizados sobre la violencia racista y xenófoba producida durante los años 90 reflejan que los agresores eran con frecuencia adolescentes varones de edades comprendidas entre los 15 y los 20 años, que habían abandonado
la
escuela
o
que
tenían
importantes dificultades en dicho contexto Además de la incertidumbre y falta de proyecto vital de dichos adolescentes, suelen destacarse como condiciones que favorecen esta violencia: el efecto de contagio que tiene la divulgación de la violencia por los medios de comunicación entre los individuos más vulnerables a dicha influencia; y la débil respuesta proporcionada por el resto de la sociedad en la condena de la violencia, que suele ser interpretada por estos adolescentes como un apoyo implícito, como que, aunque en teoría se rechaza la violencia, en la práctica se permite. Los resultados obtenidos en nuestras investigaciones con estudiantes de Secundaria en España reflejan que los adolescentes que se identifican con bandas intolerantes y violentas se diferencian, además, del resto de sus compañeros de clase por un razonamiento
moral
menos
desarrollado
(más
absolutista e individualista); justificar la violencia y utilizarla con más frecuencia; llevarse mal con los profesores; ser rechazados por los otros chicos de la clase, y ser percibidos como agresivos, con fuerte necesidad de protagonismo, inmaduros, antipáticos y con dificultad para comprender la debilidad de los demás. Perfil que refleja como causas posibles de la intolerancia y la violencia la dificultad para sentirse aceptado y reconocido por la escuela y el sistema social en el que se incluye.
5 juegos sobre tolerancia que puedes practicar desde hoy Los juegos sobre tolerancia son la clave para enseñar a los niños y niñas a respetar y tolerar lo que es diferente desde la infancia.
El juego de las culturas. Una de las formas más sencillas y efectivas para aprender sobre otras formas de vida y culturas, es que cada niño y niña de la clase haga un trabajo sobre las costumbres de un determinado país o pueblo y luego se las explique a la clase.
El círculo mágico. Se trata de que cada niño y niña escriba en un papel las características del compañero o compañera de su izquierda. Los papeles se guardan en una bolsa y, a continuación, se van leyendo, de manera que se tendrá que adivinar de qué niño o niña se habla. Es un juego divertido que ayuda a educar en respeto.
Los objetos del pasado. Otra manera de enseñar tolerancia es pedir a los niños y niñas que un día lleven a la escuela objetos o fotografías de su familia en el pasado. Es una forma de mostrar costumbres distintas y se suele utilizar cuando se trata de clases en las que existe una gran diversidad cultural y étnica.
La caja de limones. Esta actividad se puede hacer con otras frutas como naranjas o manzanas. Entrega un limón a cada alumno y alumna y pide que lo miren atentamente para detectar las diferencias. Junta todos los limones y colócalos en una caja para que cada niño y niña encuentre el suyo. Seguramente lo harán sin problema. A continuación, pela los limones, los pones en la caja y les piden que los busquen de nuevo. La idea es enseñar que todas las personas son iguales en su interior, que no importan las diferencias externas.
La anciana joven. La tolerancia también se
puede enseñar con un simple dibujo. En este caso
es
el dibujo
de
la
anciana
joven.
Pregúntales a tus alumnos qué ven o si creen que pueden ver una misma imagen de forma distinta. A raíz del debate que se suscite, puedes enseñarles la importancia de escuchar, de tolerar otras opiniones y de convivir con lo diferente.
MOMENTO DEL CUENTO: El monstruo escondido en el armario Había un niño que tenía mucho miedo de dormir a oscuras, porque pensaba que la habitación se llenaría de monstruos. Pero llegó un día en que el era el hermano mayor y ya no podía dormir con la luz encendida. Esa noche estaba muerto de miedo, pensando en los monstruos; tanto, que fue a su armario por una linterna. Pero al abrir la puerta, se encontró un monstruo frente a frente, y dió el grito más grande del mundo. Entonces el monstruo dio un paso atrás, agarró sus pelos de colores con sus tentáculos y ... ¡se puso a llorar! y lloró tanto y tanto tiempo que al niño se le pasaron el susto y el miedo. Como pudo calmó al monstruo y empezó a hablar con él, preguntándole por qué lloraba y qué hacía allí. El monstruo le contó que vivía en el armario, pero que casi nunca salía de allí por miedo al niño. Cuando le preguntó por qué, resultó que la cara del niño le parecía lo más horrible que había visto nunca, con ojos, orejas y nariz. Lo mismo pensaba el niño del monstruo, que tenía una enorme cabeza llena de bocas y pelo. Hablaron tanto que se hicieron bastante amigos, y entonces comprendieron que ambos tenían miedo de lo mismo: aquello que no conocían. Para no tener miedo, ¡sólo tenían que conocer a los demás!. Así que juntos fueron por el mundo viendo leones, tigres, cocodrilos, dragones... y a todos los conocían primero, y a todos los convertían en sus amigos sin sentir miedo alguno. Y aunque sus papás están contentos porque piensan que su hijo ya es mayor para pensar que los monstruos existen, lo que de verdad ocurre es que el niño habla y se hace amigo de todas las criaturas que visitan de noche su habitación.