BOLETÍN INFORMATIVO - Marzo 2020 El Valor de la Prudencia en los Niños La prudencia es lo que nos permite evaluar las consecuencias que nuestros actos puedan tener sobre otras personas o sobre nosotros mismos. Desde luego, es uno de esos valores que debemos inculcar a los más pequeños. Prudencia es saber callarse en el momento adecuado para no dañar a otras personas, no hacer ciertas cosas que puedan poner en peligro nuestra integridad o la de los demás, tomar precauciones, pensar antes de hablar o pensar antes de actuar. Siendo así, muchas personas se preguntan hasta qué punto se le debe enseñar a un niño a ser prudente y evitar al mismo tiempo que pierda su espontaneidad y su inocencia. Los límites son difusos porque un exceso de prudencia puede hacer que nuestros hijos crezcan con demasiados temores, con demasiadas preocupaciones y retengan sus emociones, algo que es bastante negativo para un desarrollo saludable de cualquier niño.
Consejos para que los niños sean prudentes 1. La mejor forma de inculcar cualquier valor a nuestros hijos es el ejemplo. Si nosotros actuamos sin medir las consecuencias o las repercusiones, no podemos pedirles que sean niños prudentes y comedidos.
2. Explicarles por qué motivos hemos tomado una decisión para que ellos comprendan que antes de decidir hay que valorar todo lo que conlleva la situación.
3. Leerles cuentos o fábulas que ejemplifiquen los riesgos de ser un niño imprudente, los daños que se pueden causar a sí mismo y a los demás.
4. La empatía también es necesaria para vivir con prudencia. Si enseñamos a nuestros niños a ponerse en el lugar del otro, actuarán teniendo en cuenta a los demás. 5. No hay prudencia sin respeto. Los niños deben entender que ciertos actos tienen repercusiones sobre los demás y que los demás son también personas importantes. Tan importantes como ellos para nosotros.
6. Atemorizar a nuestros niños con avisos apocalípticos no es la mejor forma de inculcarles la prudencia, pero sí podemos recordarles los peligros a los que pueden exponerse con un comportamiento demasiado impulsivo.
3 Claves para que el tiempo con sus hijos sea de calidad 1 Observar: No es solo mirar, es darnos cuenta de lo que ellos hacen y lo que nos están diciendo a través de su comportamiento. Leer los sentimientos que están presentes en cada momento para ayudarles a reconocerlos, a manejarlos y a desarrollar autocontrol emocional. Aceptemos y enseñémosles que todas las emociones son válidas, que no hay ni buenas ni malas, sino agradables y desagradables. 2 Escuchar: Estar atentos a comprender lo que nuestros hijos nos están diciendo con sus palabras, su cuerpo, sus expresiones y su estado de ánimo. Esto requiere que les prestemos toda nuestra atención, dejemos de pensar o de hacer otras cosas y los miremos a los ojos. Escucharlos no necesariamente implica darles consejos o decirles lo que deben hacer. Muchas veces solo quieren que entendamos cómo se sienten, y oírlos abre la puerta a la comunicación con ellos. Así podremos saber lo que están viviendo, sin corregir, dirigir o juzgar. 3 Compartir: Es importante que realicemos en equipo actividades con ellos. Por ejemplo, las rutinas de la casa, sus actividades escolares y espacios de juego. También, que estemos presentes en los momentos, pequeños y grandes, de su vida. Cuando compartimos, creamos sentido de pertenencia y les enseñamos la importancia de dar y recibir afecto. Son las experiencias las que crean memorias profundas que van a estar presentes por el resto de su vida. No es posible reemplazar la necesidad de tiempo compartido con los padres con otras actividades o con compensaciones materiales.
¿Cómo lograrlo? No es difícil encontrar momentos y espacios para poder compartir con nuestros hijos y para conectarnos emocionalmente con ellos. Estas son algunas opciones: Aprovechar las mañanas: Dedicarles unos pocos minutos al despertar, para decirles algunas palabras amorosas antes de iniciar la carrera del día. Hacer sus propios cuentos: Narrarles historias de eventos de su vida cuando eran más pequeños, contándoles recuerdos y experiencias divertidas de los años vividos. Podemos hacerlo mirando fotos. A los hijos les encanta conocer detalles de su propia historia: cómo nacieron, cómo aprendieron a caminar y correr, cómo ayudaban; lo valientes, amables y amorosos que han sido desde pequeños. Compartir historias con ellos: Contarles anécdotas de la familia, los tíos y los abuelos. Además de divertirse, conocen de dónde vienen, cómo eran sus padres de pequeños y cómo era el mundo hace algunos años. Volverlos un personaje: Inventarles historias cuyos personajes sean como ellos, resaltando sus características al enfrentar diferentes situaciones y mostrando lo orgullosos que se sienten sus padres. Los niños, además de disfrutar de estos cuentos, desarrollan la fantasía, la creatividad y la posibilidad de encontrar nuevas opciones a las situaciones de la vida. Jugar dominó: A los hijos les gustan los juegos de mesa. Hay muchísimos y para todas las edades. Es una manera agradable de pasar un rato en familia y enseñarles que no siempre se gana. Estar en familia: Realizar rituales de unión familiar como comer juntos, ver una película los sábados, organizar celebraciones especiales. Estas actividades que se realizan con frecuencia, nos dan sentido de pertenencia, construyen identidad y generan
seguridad. Son memorias que construyen un lazo fuerte de unión familiar y quedan grabadas en el cerebro. Está demostrado que los niños que han vivido estos momentos de unión familiar desarrollan una fortaleza, un coraje especial y la capacidad de resiliencia que les ayudará en los momentos difíciles y de estrés cuando son adultos. Resolverles sus dudas: Aprovechar las preguntas como oportunidades para descubrir juntos el mundo, incentivar la curiosidad y el deseo de conocer, no dándoles la respuesta a todo lo que ellos quieran saber. Cuando les decimos “no sé”, les mostramos que nosotros no lo sabemos todo ni somos perfectos. Reírse: Incentivar el buen humor y la risa, contar historias chistosas, ver películas o leer libros divertidos nos permite reírnos en familia. La risa no sólo baja la tensión en muchos momentos, sino también ayuda a subir el estado de ánimo. Además, nos enseña a reírnos, sin burla, de lo que nos sucede y de nosotros mismos, y a ser tolerantes con ellos mismos y con los demás.
No importa cuál actividad elijas, siempre y cuando logres crear un vínculo especial con tus hijos. Ser padre es muy divertido, juega y reinventa actividades con tu hijo(a).
A continuación se brindaran unas fichas didácticas sobre el coronavirus, para que en familia expliquemos a nuestros niños la importancia del proceso de cuarentena que estamos pasando actualmente en el Perú y el Mundo.