El amigo de la muerte Cuento popular de España
Había una vez un hombre que siempre se esforzaba en ser justo. No codiciaba nada que no fuese suyo, y obraba tal como su conciencia le dictaba, sin mirar si perjudicaba al rico y ayudaba al pobre, ni si hacia mal al poderoso y beneficiaba al desvalido. Siempre de todos y de todo decía lo que pensaba, con la mayor justicia, según su criterio. Y he aquí que este hombre tuvo un hijo y quiso que fuese tan justo como él. Y se puso a pensar cómo podría hacer para que su hijo tuviese el mismo sentido de la justicia que él y le diese a cada uno lo suyo y llamase al pan, pan y al vino, vino. No hacía más que preguntar a unos y a otros qué tenía que hacer para que su hijo fuese como él, y uno le decía una cosa, y el otro le decía otra, hasta que encontró a un hombre muy viejo, pero muy sabia, que le dijo que los hijos se parecen a sus padrinos y que, si quería que su hijo fuese justo, tendría que buscarke un padrino que fuese justo. Las palabras del anciano convencieron al padre, que decidió recorrer el mundo buscando un hombre justo como padrino para su hijo. Y camina que caminarás, un día se encontró en medio de un bosque al diablo, que, sabiendo que el hombre buscaba un padrino, pensó que había llegado el momento de tener un ahijado y le pregunto: —¿Adónde vas? —A buscar un padrino justo para mi hijo.