FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS DIRECCIÓN DE BIENESTAR DIRECCIÓN DE BIENESTAR UNIVERSITARIO ÁREA DE ACOMPAÑAMIENTO INTEGRAL PROGRAMA GESTIÓN DE PROYECTOS
Σigma revista de estudiantes de sociología
Rector Moisés Wasserman Lerner Vicerrector de Sede Julio Esteban Colmenares Decano Facultad de Ciencias Humanas Sergio Bolaños Cuellar Directora de Bienestar Facultad de Ciencias Humanas María Elvia Domínguez Blanco Directora Departamento de Sociología Patricia Estella Jaramillo Directora de Bienestar Universitario Sede Lucy Barrera Ortiz
REVISTA SIGMA número 11 ISSN: 2011-9437 COMITÉ EDITORIAL Diana Alejandra González Joan Sebastián Bahos Johana Marcela Arévalo Steven Julián Moreno Cristhian José Uribe Diseño y Diagramación: Erik Díaz
Coordinadora Programa Gestión de Proyectos Elizabeth Moreno Domínguez Coordinadora Grupos Estudiantiles de Trabajo Andrea Fandiño Cardona
PORTADA Fotografía: Rocío Delgado Diseño: Camilo Zambrano
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TEMA CENTRAL | El derecho a la Ciudad como premisa para un nuevo orden urbano Ma. Rubiela Varón S.
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TEMA CENTRAL | Un teatro: ¿Vecino cultural o estructura funcional? El caso de recuperación del Cádiz Ana Yinet Gómez
TEMA CENTRAL | Segregación espacial y control social: Una aproximación al caso de la universidad de los Andes y la Universidad Externado de Colombia Catalina Vallejo
CIRCULANDO SABERES | La Clase: Una metáfora social Cristhian Uribe
INFORME DE INVESTIGACIÓN | El conflicto por la Tierra y la Mujer Rural en Guáimaro Carolina Carvajal Castro Fernando Pérez Quiroz
REFLEXIÓN | Experiencia Secuestrada Liliana Carolina Sánchez
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gaci贸n espacial
y control social: una aproximaci贸n al caso de la Universidad de los Andes y la Universidad Externado de Colombia Catalina Vallejo Pedraza
Soci贸loga Universidad Nacional de Colombia Estudiante de la Maestr铆a en Estudios Culturales de la Universidad de los Andes dc.vallejo146@uniandes.edu.co / catalinakt87@hotmail.com
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TEMACENTRAL
Segregación espacial y control social: una aproximación al caso de la Universidad de los Andes y la Universidad Externado de Colombia Bogotá es una ciudad que, a diferencia de otros lugares en Latinoamérica como Sao Paulo, ha organizado su espacio urbano de manera diferenciada limitando el contacto entre los distintos barrios. La organización por estratos, que en un principio intentaba ser únicamente de tipo administrativo, en la práctica erige discursos de separación y distinción entre las distintas clases sociales. Como lo indica Teresa Caldeira (2007) la segregación espacial no tiene que ver exclusivamente con una distribución del suelo urbano, sino que implica la puesta en práctica de patrones sociales y culturales de diferenciación social y el mantenimiento de un orden. El surgimiento en Bogotá de los barrios residenciales conformados por unidades cerradas dio lugar a nuevas prácticas y formas de relacionarse con el espacio urbano por parte de las clases medias y altas. Muchas de estas prácticas no se limitaron al espacio de vivienda de estos grupos, sino que se trasladaron al laboral, al recreativo y al educativo; en estos cuatro ámbitos de la vida cotidiana el discurso de la seguridad, como contramedida al riesgo a la violencia, se materializa en guardias de seguridad, entradas restringidas, cámaras de vigilancia, enrejados y otros dispositivos de aislamiento y segregación. Todos estos cambios son ya parte de la vida cotidiana de las personas, muchas de ellas serían incapaces de vivir en un sitio que carezca de algún tipo de seguridad privada. Lo interesante de este tipo de fenómenos que Mike Davis (1992) identifica como la militarización de las ciudades, es que todavía existen lugares en la ciudad que hacen evidente el carácter discursivo de la ciudad de muros. En este caso me gustaría exponer dos ejemplos de la segregación espacial y del uso de la seguridad privada en Bogotá, el primero de ellos es la Universidad de los Andes que identifico como el triunfo de los discursos del riesgo a la violencia y el segundo es la Universidad Externado que representa la subversión de los muros más no de la segregación social. El trabajo lo desarrollo en dos pasos. Primero, desarrollo los conceptos de seguridad y segregación espacial a la luz del caso de los Andes, argumentando porqué lo identifico como un enclave. Segundo, analizo el uso del espacio y de los límites por el Externado, mostrándolo como un caso exitoso de segregación sin muros. Por último, planteo algunas reflexiones finales sobre la tensión entre segregación espacial y social.
Los Andes y sus límites internos y externos
La Universidad de los Andes, ubicada en el centro de la ciudad, tiene una estructura de vigilancia que va más allá de sus propios límites. Ha desarrollado un sistema de seguridad que ¨protege¨ a sus estudiantes no sólo dentro del campus universitario sino también en sus alrededores, entre los que está el barrio Germania, fundado alrededor de la actividad empresarial de la Cervecería Germania, hoy Bavaría. Este encerramiento, que hace parte de la cotidianidad de la población universitaria, es una invención de hace aproximadamente 10 años, que implica múltiples prácticas de seguridad y segregación. Lo interesante de este caso es que adopta las mismas medidas de control de las viviendas de clase media y alta y las aplica al espacio educativo de los
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hijos e hijas de esas clases. Ahora no solo se segregan a los y las estudiantes en los colegios, sino también en las universidades. Esta segregación no tiene que ver exclusivamente con el carácter privado de los Andes, sino también con la posibilidad de evitar situaciones de riesgo y violencia a la población universitaria, características del centro de la ciudad. Como lo indica Caldeira “una vez que los muros se construyen, alteran la vida pública” (Caldeira, 2007: 410). La pregunta en el caso de los Andes que quiero responder es ¿cuál es el sentido de estos muros? y ¿qué cambio traen en la vida pública de la universidad? Para poder responder las preguntas es necesario pensar en los conceptos de riesgo, seguridad y cultura del miedo, y su relación con la segregación espacial y el control social. Una de las principales aclaraciones que hace Beck (1999) sobre su concepto de sociedad del riesgo es que éste se refiere a una situación real, a hechos o procesos que están sucediendo en el presente, pero cuyo riesgo está a futuro. El riesgo plantea más que un peligro actual una probabilidad. Entonces, el encerramiento de los Andes tiene que ver con el mantener controlada la probabilidad de ser objeto de algún tipo de acción violenta y no con el enfrentamiento directo de la violencia. Ese riesgo latente es percibido como una amenaza que debe ser controlada, y el mejor camino para lograrlo es la seguridad. Ésta no combate la inseguridad como podría pensarse en un primer momento, sino que previene la entrada de personas indeseadas dentro del campus universitario. Esa categoría de ¨indeseados¨ no sólo incluye a ladrones, atracadores y demás, sino también a todos aquellos que no hacen parte oficial de la comunidad uniandina. El encerramiento justificado desde el riesgo al crimen violento solo es posible, desde mi perspectiva, si existe y se consolida una cultura del miedo que justifique la seguridad. Mike Davis señala en su análisis de Los Ángeles que la industria de la seguridad genera sus propias paranoias, por lo que es la percepción social de amenaza la que moviliza la seguridad y no los índices de criminalidad (Davis, 1992: 224). Entonces, por una parte, está el riesgo a ser víctima del crimen, y por otra, la cultura del miedo que nos hace sentir amenazados permanentemente; esos miedos fueron aislados de la comunidad uniandina por medio del despliegue de todo un sistema de seguridad, que no solo protege sino que también segrega. El sentido de tal segregación no tiene que ver únicamente con el manejo y la distribución del espacio, sino que ese temor al crimen justifica y sostiene un miedo a la entrada de personas de clases distintas que serían incontrolables, pues no están registradas en el sistema electrónico de la universidad. Barry Glassner (1999) analiza cómo muchos de los miedos que las personas, en este caso las instituciones, hacen manifiestas, esconden otros miedos y ocultan otro tipo de situaciones que las hacen sentir incómodas. El encerramiento y la segregación espacial y social que los Andes pone en práctica con su sistema de seguridad no tiene que ver únicamente con el exterior, sino también con el control social de su población interna. La segregación espacial es la base de un nuevo tipo de esfera pública que marca diferencias de clase
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Segregación espacial y control social: una aproximación al caso de la Universidad de los Andes y la Universidad Externado de Colombia (Caldeira, 2007: 259), diferencias que se hacen evidentes en primera instancia con el exterior, caracterizado por el barrio Germania, un barrio obrero desde su fundación y por transeúntes que no hacen parte de la Universidad; y en segunda instancia con el interior de la Universidad. Lo que Caldeira llama Universos privados para la élite tiene que ver tanto con los conjuntos cerrados como con las universidades privadas en Bogotá. La Universidad de los Andes es un enclave en tanto está volcado hacia dentro y rechaza la vida pública. Los Andes le proporciona a sus estudiantes, profesores y trabajadores no sólo espacios laborales y académicos, sino también recreativos, así como seguridad permanente para movilizarse entre los edificios que están fuera del campus, de tal modo que al pasar del campus central al centro deportivo de la avenida Circunvalar siempre se estará bajo la mirada de algún guardia. Esta comunidad que se desarrolla al interior de los Andes se sostiene en símbolos de estatus que construyen diferencias sociales radicales con el exterior y reafirman la diferencia (Caldeira, 2007: 314). Ahora bien, el sistema de seguridad no sólo es útil para mantener la segregación social y hacer del espacio universitario un enclave, sino que permite controlar a través del discurso del miedo las actividades internas de la comunidad uniandina. Un espacio social que controla la entrada y salida de sus miembros, que los observa incluso dentro de algunos salones, que los vigila en los alrededores, está controlando sus actividades con el exterior y su comportamiento al interior del enclave con el fin de mantener el control social. La aseveración de Foucault, discutida por algunos de sus detractores, en Discipline and Punish sobre la similitud entre las prisiones, las empresas, los colegios, las barracas y los hospitales (1995: 228) es, a mi modo de ver, muy pertinente en este caso. Desde mi perspectiva, lo que Foucault busca al hacer esta comparación no es igualar los grados de libertad de los individuos en todos los casos, sino hacer evidente que la disciplina de los hombres y mujeres se construye en buena parte en las instituciones a las que pertenece, a través de la vigilancia permanente. Esta vigilancia puede ser directa y evidente como en el caso de la prisión, o sutil como en el caso de la Universidad de los Andes, en donde el miedo al exterior justifica el miedo a que la población interna se comporte de manera inadecuada. El control social en los Andes no se basa únicamente en la segregación social, que es la forma como lo sustenta Caldeira en el caso de Sao Paulo y las unidades de vivienda cerradas, sino que el poder de controlar un grupo social requiere además de la segregación de lo diferente, el disciplinamiento de su miembros.
El Externado, la segregación y el control sin muros
La Universidad Externado de Colombia, fundada en el siglo XIX (1886) por los radicales liberales, está ubicada también en el centro de la ciudad, a siete cuadras de la Universidad de los Andes. Está rodeada por los barrios La Candelaria y Egipto; el segundo, al igual que Germania, tiene una población principalmente obrera. Sus límites están marcados por una frontera natural
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de bosques y jardines y sólo una de sus entradas cuenta con un sistema de enrejado, el cual está en las horas del día permanentemente abierto. Al igual que los Andes, el Externado tiene una población de estudiantes de clase media y alta, que se garantiza con el valor de la matrícula. A pesar de las similitudes con los Andes y de su cercanía espacial, esta institución no cuenta con sistemas electrónicos que controlan la salida y entrada de sus estudiantes, profesores y trabajadores; así como tampoco restringe el paso de particulares al interior de la Universidad. La biblioteca, por ejemplo, no exige ningún tipo de identificación, de modo que existe la posibilidad de que particulares ingresen a ella. Esta situación es bastante particular porque en Bogotá se asume que la propiedad privada prima sobre cualquier otro tipo de función social (por ejemplo la educativa), por lo que incluso en las universidades públicas existe un control de acceso. En Medellín, por ejemplo, los y las estudiantes de todas las universidades de la ciudad están en libertad de entrar y consultar las bibliotecas de las otras instituciones sin importar que sean privadas o públicas. Lo que quiero mostrar con el caso del Externado es que logró construir un modelo exitoso de segregación social sin muros en un contexto similar al de los Andes. Para desarrollar este argumento plantearé la relación entre segregación espacial y control social. Como hacía explicito en el caso de los Andes, los muros que rodean esta institución reelaboraron el espacio urbano del sector dando lugar a nuevas prácticas sociales. En el caso del Externado su ubicación y la distribución de los edificios permiten la entrada de particulares. Aunque son pocos los visitantes de origen popular, los residentes del barrio Egipto tienen todo el derecho de cruzar el camino peatonal que atraviesa la institución. Un primer acercamiento a esta forma de distribución del espacio físico haría pensar que la institución logró crear lo que Caldeira llama una “vida pública regulada por principios democráticos, responsabilidad pública y civilidad” (2007: 335). Es un espacio de ámbito privado que no se encerró y aisló del sector que lo rodea, y que además no aspira a tener un control permanente de su comunidad, conociendo a qué hora entran y salen y qué espacios utilizan o no. Por otra parte, lo que demuestra el Externado es que la militarización de los espacios privados (e incluso de algunos públicos) no es la única forma de contrarrestar el crimen violento o de reducir el riesgo de ser objeto de algún tipo de violencia. En este caso podría pensarse que la cultura del miedo, o lo que Taussig llamó la rutinización del terror, han sido desvirtuadas en cierta medida, porque los individuos que hacen parte de la comunidad externalista no se sienten en permanente peligro si no están dentro de un sistema enrejado y con cámaras de seguridad. Sin embargo, si retomamos la idea de Foucault sobre el papel de las instituciones como disciplinadoras del comportamiento de los individuos, cabría preguntarse en el caso del Externado cómo se controla su población interna y sus intercambios con el exterior. Mi hipótesis al respecto es que la militarización de los espacios es uno entre tantos otros caminos de segregación social y espacial. Existen formas mucho
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Segregación espacial y control social: una aproximación al caso de la Universidad de los Andes y la Universidad Externado de Colombia más sutiles de ejercer el poder, que disciplinan de mejor manera los comportamientos, hasta el punto que el enclave no es necesario. En su crítica a los enclaves en Sao Paulo Caldeira propende por un debate que replantee el carácter democrático de los espacios habitacionales de las clases medias y altas (2007: 410). Sin embargo, habría que preguntarse cuál podría ser un manejo democrático del espacio, especialmente del de tipo privado. La posibilidad de acceso y de uso no es una garantía de que no habrá segregación, pues si bien en el Externado existe esa posibilidad, en sus áreas sociales (terrazas, jardines, plazoletas) solo se ven estudiantes, profesores o trabajadores. La presencia de vigilantes, así no sea tan numerosa como en los Andes y su función no sea la de controlar el comportamiento de la comunidad y los que la rodean, marcan un orden específico. Ellos reafirman el control privado y un orden que no es el mismo que funcionaría en un parque distrital; es decir, el orden y el control social del Externado está a cargo de los vigilantes no del estado y sus organismos de seguridad. El territorio externadista no sólo segrega porque no permite el acceso ¨activo¨ de extraños, a los cuales solo les consiente transitar un corredor que lleva a la salida de la universidad, sino también porque el control social está en manos privadas y los códigos de comportamiento esperados aplican únicamente para estudiantes. Actividades diferentes a estudiar, enseñar o administrar los asuntos de la universidad están totalmente prohibidas, lo que cuestionaría el carácter democrático que el espacio proyecta al dejar sus entradas disponibles. Ahora bien, esto también aplicaría para el caso de la Universidad de los Andes, pues sus conflictos internos e incluso algunos externos son solucionados por la empresa privada de vigilancia. La diferencia entre estos dos modelos está en el grado de internalización de un orden específico y en la necesidad o no de controlar permanentemente a la población universitaria. Los estudiantes externadistas se comportan igual de ¨bien¨ que los uniandinos sin la necesidad de rejas y entradas electrónicas, porque su disciplinamiento no depende directamente de medidas coercitivas.La segregación social y el control de una población son posibles sin barreras y sin lógicas de enclave. Aun sin muros la vida pública se transforma, porque la segregación social depende más de los usos sociales y de la apropiación simbólica de los espacios que de la distribución física. Un muro lleno de grafitis no significa ni segrega del mismo modo que uno blanco con cámaras en su parte superior. Una actividad tan privilegiada en Colombia como la educación distingue más entre grupos sociales que una reja; de ahí que los visitantes del Externado no se aventuren más allá del paso peatonal.
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Reflexiones finales
Lo que sucede en el caso de los Andes y más específicamente en el del Externado es que es un lugar en el sentido antropológico (contiene una carga simbólica) únicamente para su comunidad, pues los transeúntes no están en capacidad desarrollar una identidad, una relación y una historia con el espacio. La segregación espacial es efectiva en los dos casos; ambas universidades garantizan la separación y la distinción entre las diferentes clases sociales, organizando su espacio de tal forma que los contactos quedan reducidos o incluso desaparecen. A pesar de que cada una utiliza métodos distintos de segregación en los dos, el resultado es una privatización total de los espacios, siendo el ente de autoridad la empresa de vigilancia y los funcionarios de las instituciones. El caso de los Andes es la muestra del triunfo de los discursos de seguridad y de la militarización de las ciudades. El espacio público que lo rodea ha sido aislado de las lógicas universitarias para evitar no sólo el contacto de las clases populares con sus estudiantes de clase media y alta, sino también para tener mayor control sobre las actividades internas de su comunidad. El análisis del Externado complejiza mucho más los estudios de Caldeira y Davis sobre la segregación social, pues demuestra que este tipo de procesos depende más de la carga simbólico que los grupos le dan a los espacios y de sus usos que de la existencia de medidas restrictivas.
Bibliografía
*Davis, Mike, 1992, ¨Fortress L.A.¨, en City of Quartz, New York: Vintage, pp. 223-263.
*Caldeira, Teresa, 2007, Ciudad de muros, Barcelona, Gedisa. *Beck, Ulrich, 2000, “Retorno a la Teoría de la ¨Sociedad del Riesgo¨”, en Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles 30: 9-20.
*Glassner, Barry, 1999, “The Construction of fear”, Qualitive Sociology 22 (4): 301-309. *Foucault, Michel, 1995, Discipline and Punish: the birth of the prison, New York, Vintage.
*Low, Setha, 2003 ¨The edge and the center: gated communities and the discourse of urban fear¨, en The Anthropology of space and place: locating culture, Setha M. Low, Denise Lawrence-Zuñiga, eds., Malden: Blackwell, pp. 387-407.
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Un Teatro: ¿Vecino Cultural o Estructura Funcional?
Estudiantes de sociología
Santiago Peña Herrera Ana Yineth Gómez Castro David Mora
Un Teatro: ¿vecino cultural o estructura funcional? el caso de recuperación del Cádiz
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Santiago Peña Herrera / Ana Yinet Gómez Castro / David Mora
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“¿estás satisfecha con lo que la comunidad ha hecho del teatro? -mucho, sí, mucho; mirábamos Roberto y yo como este gigante muerto, este elefante blanco, ya tiene calor, forma…” 1
Síntesis
Nos permitimos presentar los resultados de un ejercicio investigativo en el que escudriñamos las relaciones sociales que va tejiendo una vecindad en torno a una institución cultural como el teatro, referidas tanto a la incidencia del centro cultural en las formas de relación de las(os) vecinas(os) entre sí, como en cuanto a la interacción de éstas(os) con el espacio cultural. Los referentes que trabajamos para conocer empíricamente lo planteado corresponden al caso del Centro Urbano Antonio Nariño (CUAN) y su Teatro Cádiz. Reconstruimos esta experiencia social a partir de varias entrevistas que fueron alumbrando la forma como se ha trenzado la historia de esta vecindad con la de su teatro, sus momentos de amores y también los de abandono y olvido, y las posibilidades y medios que han tenido unos para modelar las acciones del otro y viceversa. Analíticamente seguimos a Robert Park para determinar la comunidad que es convocada por el teatro Cádiz. Diferenciamos en ella a las personas que residen en el Centro Urbano Antonio Nariño para observar sus relaciones con el teatro2 y entre sí, a la luz de las propuestas teóricas de Suzanne Keller respecto a relaciones de vecindad urbana. Y finalmente, en el desarrollo del ejercicio pudimos construir una memoria colectiva del caso, distinguiendo seis roles que han asumido los habitantes del CUAN respecto al Cádiz para dar lugar a unas relaciones de vecindad particulares. 1 Aura Stella Niño, residente del CUAN en entrevista 3 del 12/06/2009 en el Teatro 2 Debe entenderse el uso que en adelante se haga de esta palabra en referencia específica al escenario cultural del Cádiz como espacio, no al teatro en general como actividad o arte.
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Un Teatro: ¿Vecino Cultural o Estructura Funcional?
Presentación
Por ser un teatro ubicado dentro de un conjunto residencial privado, por ser un bien común de 789 propietarios y sus familias, por haber sido declarado patrimonio cultural de la nación incluso en sus tiempos de decadencia y cierre, por el encanto de su particular historia de ya casi 51 años, y por lo fuertemente relacionado que está su destino con las decisiones, acciones, percepciones, temores y sueños de los habitantes del vecindario, nuestra investigación se concentrará en el Teatro Cádiz, “el galán”3 del Centro Urbano Antonio Nariño (CUAN). En el ejercicio nos hemos preguntado por la posibilidad que tiene el Teatro Cádiz de despertar y modificar relaciones, solidaridades, disgustos, hábitos, formas de organización, de participación, contactos y afinidades con expresiones culturales, etc. que se pueden tejer entre los habitantes del vecindario donde se asienta. Nos hemos cuestionado también qué tanto poder tiene la expresión de una comunidad sobre el destino del teatro; con qué medios legales cuentan los vecinos para ejercer control sobre aspectos del funcionamiento de un teatro ubicado en su vecindario, qué mecanismos sociales y políticos pueden desarrollar y poner en práctica para tener incidencia en la actividad de éste, y cómo se logra que sus manifestaciones a favor o en contra del uso y el impacto que ese uso tiene en las vidas individuales y del colectivo, sean tenidas en cuenta y generen cambios reales.
Centro Urbano Antonio Nariño (CUAN)
La dictadura del General Rojas Pinilla (1953-1957) se caracterizó por su impulso a importantes obras públicas que contribuyeron al desarrollo de la ciudad: la Autopista Norte, el Aeropuerto Internacional El Dorado, la Calle 26 o Avenida El Dorado que unía este aeropuerto con el centro de la ciudad, el Centro Internacional y el CUAN; este último en respuesta a los retos de entonces, construir vivienda masiva y modernizar a Bogotá, pues. “En medio de esta época de obras y no de planes, la vivienda comenzó a jugar un papel determinante en el crecimiento urbano y transformación social de la ciudad, convirtiéndose en el campo de mayor intervención.” (Montoya:2003-130). En 1952, siguiendo los diseños de Charles Édouard Jeanneret-Gris (Le Corbusier) se inicia en Teusaquillo la construcción del CUAN. Los planos, según investigación del escritor y residente del Centro Urbano Antonio Nariño, Rogelio Iriarte Martínez, “fueron obsequiados en 1951 por Holanda al ministro de Obras Públicas, Jorge Leyva”4(Montoya: 2003; 130). Quien también afirma que “el Centro Urbano Antonio Nariño es una copia exacta del conjunto residencial Tusschendijken, que existió en la década del 50 en Rotterdam, Holanda.”5 3 Marina Stark de Granados, administradora del Cuan. En Centro Antonio Nariño, primer conjunto residencial del país, cumple 50 años, publicado por ElTiempo.com 4 Centro Antonio Nariño, primer conjunto residencial del país, cumple 50 años, publicado por ElTiempo.com.http://www.eltiempo.com/colombia/bogota/2008-09-13/centro-antonionarino-primer-conjunto-residencial-del-pais-cumple-50-anos_4526657-1] 5 Ibíd.
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Se trata de un “multifamiliar de 960 viviendas [que] se construyó en un terreno de 150.815,93 m2 del cual sólo un 11% fue ocupado (Triana: 1998). Estaba conformado por “15 bloques de vivienda, 9 de 13 pisos y 6 de 4 pisos, y un conjunto de 8 edificios de servicios comunales que satisfacían necesidades de bienestar social, salud física y mental de sus habitantes. Contaba con banco, correo y telégrafos, cafetería, administración, consultorios médicos, talleres, bodegas, comercio y dormitorios para porteros, restaurante, colegio para niñas y niños, guardería infantil, cine, mercado, lavandería e iglesia. Fue un proyecto autosuficiente que se convertiría en un esquema de ciudad dentro de la misma ciudad.” (Montoya: 2003; 133) Según Iriarte Martínez, “las residencias 10 de mayo (dos torres que están por fuera del complejo de Centro Nariño, pero que guardan la misma arquitectura) iban a funcionar como hotel, pero tras la revuelta social que derrocó al General Rojas, el 10 de mayo de 1957, fueron destinadas a residencias estudiantiles”.6 Este fue el primer experimento de propiedad horizontal en el país, como producto de la necesidad de construir un espacio reducido y eficiente, con un planteamiento arquitectónico casi esquemático y mínimo7. Sin embargo, comenta Iriarte Martínez, que “antes corría el rumor de que los edificios altos no se podían sostener en pie por mucho tiempo. Incluso, algunos medios de comunicación decían que las construcciones multifamiliares eran un atentado a la moral, pues el ‘apiñamiento humano’ se prestaba para la promiscuidad y otras vagabunderías”8. Y replica la arquitecta Patricia Montoya que “A pesar de todas las críticas, con el tiempo la ciudad y la sociedad bogotana fueron asimilando la nueva condición física del CUAN, su nueva silueta urbana, su relación con la ciudad, la compra de vivienda en el aire, la vida en bloques con grandes corredores como largas calles, la adopción de una vivienda estandarizada, etc. Y aunque hubiera sido más fácil asimilar y adaptarse a los bloques pequeños, la sociedad y la misma ciudad terminó por aceptar esta ‘nueva’ propuesta ‘moderna’ de vivienda multifamiliar en altura aunque fuera un concepto implantado, rompiera con el trazado urbano existente y negara, por su estructura, a la ciudad.” (Montoya: 2003; 135)
Teatro Cádiz “…yo como artista o cuentero que soy, a veces es más fácil inventarse la historia que vivir la cierta, al final de cuentas es arte de la magia de las cosas, del espacio mismo…”9 6 Centro Antonio Nariño, primer conjunto residencial del país, cumple 50 años, publicado por ElTiempo.com [http://www.eltiempo.com/colombia/bogota/2008-09-13/centro-antonionarino-primer-conjunto-residencial-del-pais-cumple-50-anos_4526657-1] 7 Opcit. Pág. 134 8 Centro Antonio Nariño, primer conjunto residencial del país, cumple 50 años, publicado por ElTiempo.com [http://www.eltiempo.com/colombia/bogota/2008-09-13/centro-antonionarino-primer-conjunto-residencial-del-pais-cumple-50-anos_4526657-1] 9 Fabián Acosta, residente y gestor de la recuperación del Cádiz en entrevista 1 del
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“¿Y Uds. tienen algún archivo a algún trabajo que documente la historia del Teatro Cádiz? - Del teatro Cádiz… no; hay historia del CUAN como tal, pero del teatro no.” Responde Marta10 atareada entre papeles en la oficina de Doña Marina11; acudimos a ella pretendiendo obtener alguna documentación histórica del teatro, pero no “existe”; o por lo menos no está empastada, editada e impresa. Pero Fabián Acosta, un bumangués literato de la Universidad Nacional de Colombia, “Juancho” un campesino Cucuteño habitante desde el 2005 de la ciudad Capital, Roberto Marmor artista plástico, entre otros tantos amigos y vecinos del Cádiz, tienen una historia más que impresa, vivida; una historia hecha a partir de memorias por ellos reconstruidas, una historia de la que son protagonistas. El cine Cádiz El teatro Cádiz fue a partir de los años 50´s epicentro cultural de la vecindad del CUAN. Bajo la administración de Cine Colombia y a partir de los conceptos funcionales y arquitectónicos de Le Corbusier -igual que el Centro Urbano en su totalidad- los espacios del Cádiz albergaron desde la mitad de la década de los 50´s un público ávido de buen cine, en su mayoría gentes de la Universidad Nacional: “aquí se hacían premieres, se hacían matinales… aquí acudían profesores, estudiantes y gente foránea; yo creo que el 60% de la Universidad Nacional o más pasó por aquí”, dice Roberto Marmor, artista de la misma Universidad y habitante de El Recuerdo, un barrio aledaño. “En los años 60 y 70 fue una de las mejores salas de cine de Bogotá, siempre figuró como sala de cine” aduce Fabián, gestor del teatro, y agrega: “en los matinales esto era lleno, en los matinales y sobre todo en la nocturna”. Al parecer, en los finales de la década de los 70`s, eventos varios propiciaron cambios significativos en el teatro Cádiz. Aunque según Fabián “no hay una fecha fija, y no fue de un momento a otro, sino paulatina su decadencia”12, todo indica que fue a partir de esta fecha que el Cádiz entró en un proceso de transformación tanto de sus espacios como de su uso y apariencia: “el teatro empieza a decaer, claro, [pues] ya no hay una empresa que lo mantenga y lo cuide (…), la imagen del teatro empieza a desaparecer de la cabeza de la gente”13. Uno de estos eventos que pueden entenderse como causas del decaimiento del cine Cádiz es el encerramiento con malla del CUAN: 23/05/2009 en el Teatro Cádiz 10 Secretaria ASOCUAN, se nos escapa el apellido. 11 Marina Stark de Granados, Administradora del CUAN desde el 16 de diciembre de 2006 hasta hoy. 12 Fabián Acosta, residente y gestor de la recuperación del Cádiz en entrevista 1 del 23/05/2009 en el Teatro Cádiz 13 Ibíd.
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“¿Por qué se produce el decaimiento…? -Por lo mismo de la malla… ¿Por qué se pone la malla? -Para que no entre la gente, a la gente no le gusta que entren extraños acá al vecindario”14, explica entre sus deducciones Juancho, refiriéndose al encerramiento del Centro Nariño a propósito de su transformación en conjunto cerrado. Y anexa el debacle del cine entre otras de las razones que motivan el cambio en el centro cultural: “cuando empezó el debacle del cine y se cerró la malla… es que cuando se cerró la malla se dañó todo” acentúa. Los años finales de la década de los 70´s fueron testigo de un decaimiento, de un proceso que por algunos años cambió las películas antiguas, blanco y negro y Alfred Hitchcock por sobra, puertas cerradas y telones abajo. El teatro Cádiz hecho cueva “Yo viví dos momentos del teatro Cádiz, -explica Luz Stella Niño-, cuando era estudiante de la Nacional [trabajo social] entrados los 70´s, que era como el florecimiento del teatro (…) acá veníamos todos los de la Nacional, este era como nuestro sitio de recreo… acá veníamos todos los días…; y el otro momento es cuando llego a vivir como residente del Centro Nariño [ya como propietaria] en el año 96 y me encuentro con el teatro cerrado, abandonado… daba tristeza, uno pasaba por acá de noche y salía asustado, a mí me daba miedo; sin vidrios, rotas las rejas, los chicos se metían aquí y hacían de todo, a fumar, a jugar, a hacer el amor… el sótano inundado…No!, daba pesar, daba pesar.”15 En las décadas de los 80’s y 90’s la artística y apreciada obra de Le Corbusier cambió sus aires de art noveau por “una luz mortecina…”16; sus superficies definidas por largos trazos contrastantes con la apertura del espacio asemejaron un escondite para vagos y “muchachos haciendo pendejadas”17; los ventanales de lado a lado en la fachada principal fueron testigos impotentes a merced de los chicos que “empezaron a volverlos una nada”18 y sus funciones huyeron del todo ante quienes “rompían los vidrios, se tiraban las cámaras… y lo volvían una nada” dice Roberto mientras admira los adentros del Cádiz. “Unos dicen que 15 años, otros que veinte, otros que treinta, pero los que hablan de 30 ya hablan es de cuando empezó el decaimiento ¿no?”, “no hay una fecha fija, y no fue de un momento a otro, fue paulatina su decadencia” responden Roberto y Fabián respectivamente cuando acerca del deterioro del Cádiz se les indaga. “El teatro, digamos, cayó por malos manejos administrativos, por falta de liderazgo, o de liderazgos digamos reales, porque hubo muchos artistas que pasaron por acá e intentaron levantar el teatro y no les funcionó.”19 14 Juan José Gamboa “Juancho” residente y gestor de la recuperación del Cádiz en entrevista 1 del 21/05/2009 en el exterior y el sótano del Teatro Cádiz 15 Aura Stella Niño, residente del CUAN en entrevista 2 del 12/06/2009 en el Teatro Cádiz 16 Ibíd. 17 Juan José Gamboa “Juancho” residente y gestor de la recuperación del Cádiz en entrevista 1 del 21/05/2009 en el exterior y el sótano del Teatro Cádiz. 18 Roberto Marmor gestor de la recuperación y amigo del Cádiz en entrevista 1 del 12/06/2009 en el Teatro Cádiz 19 Fabián Acosta, residente y gestor de la recuperación del Cádiz en entrevista 1 del
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Un Teatro: ¿Vecino Cultural o Estructura Funcional?
Sin embargo, como anfitrión de asambleas comunales, el teatro continúa el cambio en su uso: “en esas condiciones hacíamos las asambleas porque es el teatro el que más tiene la capacidad de congregar gente” comenta la trabajadora social mientras a su memoria llegan las pulgas que “amenizaban” las reuniones. “Nosotros lo utilizábamos únicamente para hacer las asambleas y siempre yo salía llena de pulgas… pero siempre!, llegaba al baño de mi casa a sacudir la ropa. Y daba mucha tristeza, sin una cortina, sin un telón, en un abandono total, las sillas rotas, los baños desvalijados… daba pesar ver esta belleza, esta joya arquitectónica completamente abandonada”20 “¿Y no se hablaba del teatro en las asambleas? -Claro que sí, hubo gente que empezó a pasar propuestas; cuando yo llegué acá, como al año, hubo un grupo de gente que intentó aportar propuestas a la junta (entre los que estaba Fabián) para recuperar el teatro, pero la valoración por ejemplo de recuperación arquitectónica del sótano, de los baño, de las tuberías, arrojaban una cifras…!en ese momento la propuesta fue denegada, la junta dijo no. No estaba aún la gente que tenía que estar.”21 “Al CUAN yo llego en el 2002 por mi esposa, ya estando acá empiezo a ver el teatro más desde su arquitectura y me empieza a entrar la cosa de que hay que hacer algo, hay que hacer algo…con el Cádiz…” dice Fabián Acosta quien encuentra un espacio que “estaba tan mal, tan mal, tan mal que el sótano era una piscina”22. Y agrega: “Fanny Mickey, en sus épocas, trató de tomar el teatro, RCN lo trató de poner de bodega, la Filarmónica para hacer ensayos, pero la comunidad no quiso nunca alquilarles porque digamos que si se alquilaba era perderlo”. El Cádiz como un Fénix El 16 de diciembre de 2006 asume Marina Stark de Granados la administración del CUAN y pronto decide hacerle frente a la situación del teatro de una manera particular: “La administradora dijo: bueno hagámosle; hagámosle pero con las uñas, plata de la comunidad no hay, entonces el trabajo voluntario es indispensable.”23 Trabajo voluntario que surge de la mano de Fabián Acosta, Juancho, Roberto Marmor y Zinnia Nadine con la ayuda de otros tantos que al pasar del tiempo van y vienen en la comunidad que poco a poco se constituía.“Como empecé a vivir acá pues uno empieza a ver las cosas de donde vive… El pasar por el teatro y verlo arruinado, caído, digamos que en ese sentido le duele a uno…le pica a uno eso ¿no?, como… pucha! un espacio tan bacano, abandonado… Empecé como a averiguar que había pasado con este teatro, que 23/05/2009 en el Teatro Cádiz 20 Aura Stella Niño, residente del CUAN en entrevista 1 del 12/06/2009 en el Teatro Cádiz 21 Ibíd. 22 Juan José Gamboa “Juancho” residente y gestor de la recuperación del Cádiz en entrevista 1 del 21/05/2009 en el exterior y el sótano del Teatro Cádiz 23 Op cit.
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habían hecho, por qué…[Entonces] encuentro los intentos de recuperación y empiezo a crear como un proyecto, un proyecto de la recuperación misma del espacio a partir de lo comunitario, de lo social”24. Gracias a sus experiencias como gestor en ONG´s, trabajos con revistas y comunidades, Fabián promueve un grupo que decididamente se empeña en la recuperación del teatro: “Hice el primer intento en el 2003 y la comunidad digamos que no… Yo estaba muy reciente acá y la comunidad estaba muy reticente a la propuesta…y no le caminaron, entonces pasaron un par de años y ya fui más conocido, el trabajo previo funcionó, el hacer cosas sin costos…”25. Al salir de la junta Fabián vuelve a presentar el proyecto, su experiencia, la pericia de Juancho, el interés de Roberto, las influencias de una vecina ex secretaria del presidente Lleras, la ayuda de la empresa de limpieza de otra vecina, la fe de Marina y el apoyo de muchos, vecinos o no, producen avances fabulosos en la apariencia, uso y apropiación del teatro. No se tata aun de un grupo mayoritario dedicado a la recuperación del teatro, y de hecho la resonancia del propósito colectivo de aportar para ello sigue siendo baja. Prueba de ello es que gracias a la declaración de este conjunto residencial como monumento nacional por el Ministerio de Cultura: Resolución 0965 del 22 de Junio de 2001, los propietarios del CUAN se hicieron beneficiarios de la exención durante el primer año, y un subsidio para años siguientes, del pago del impuesto predial, con la condición de que estos dineros deberían ser invertidos en el cuidado físico del patrimonio. No obstante, para Marina Stark de Granados, los logros se deben “un poco a la voluntad, tanto fe de la junta como de la administración, a ¿dónde queremos ir?, qué queremos ser…, entonces creamos un plan de recuperación del patrimonio”26, pues el subsidio implicó una reducción en dicho impuesto cuya inversión no se hizo retroactiva. Se propicia entonces un alumbramiento del teatro “desaparecido”, la laca de las paredes parece revivir de la maltrecha pintura y las lámparas aún originales con nido de pájaros antaño, ahora dan luz a una idea que más que propuesta parece excusa: empezar con una cafetería. “Cuando empezamos a abrirlo había cosas tan absurdas y graciosas como que llegaba el vecino y decía: Huy! yo llevo 10 años aquí y nunca había visto el teatro”27. “La idea era hacer actividades en torno al café; era como decirle a los que habíamos ayudado, ahora ayúdeme!. Los que venían era de bacanes, de colaboradores” 28 No solo en obra sino en arte la ayuda emerge de la misma comunidad: actividades de literatura hechas por un vecino, eventos de magia de algún 24 Fabián Acosta, residente y gestor de la recuperación del Cádiz en entrevista 1 del 23/05/2009 en el Teatro 25 Ibíd. 26 Marina Stark de Granados, Administradora del CUAN, en entrevista 1 del 12/06/2009 en cercanías al Teatro Cádiz. 27 Ibíd. 28 Ibíd.
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foráneo u otro residente con astronomía de martes comienzan a sitiar el Cádiz. Ensayos, canjes por eventos cortos y funciones, transforman la dinámica del teatro, para actividades sociales o en Pro de la recuperación del espacio,“digamos que eso empezó a visibilizar un poquito más el teatro y a producir otro tipo de comunidad… se empezó a alquilar para cositas, digamos que una vez al mes, pero salía algo”29. 2007, se perfila como el año en que participa la empresa privada dando oportunidad a que la ayuda proviniera también de otros rincones y en otras formas de la comunidad del CUAN. Un premio de la Fundación Corona –premio a una ciudad cívica- consistente en baldosas y enchapes para un baño, pero que finalmente se multiplicó gracias a la influencia de una vecina, una ayuda de Cemex lograda a punta de lobby y Jodencia, una donación de Cine Colombia gestionada por más de 4 meses, consistente en sillas de los cinemas en desuso que contó con el empujó de la influencia de otra vecina, etc., perfilan lo que es una reconstrucción a fondo con mano de obra vecinal (instalación de enchapes, adecuación y montaje de sillas). “Nosotros aquí una vez hicimos un convite, estábamos ayudando a pelar la madera adentro en los muros, y vino gente, vecinos, pero no, ese era un trabajo pa’ machos no joda! Estuvimos dos fines de semana tratando de hacer eso y noo, no teníamos ni idea; sí claro voluntad, pero noo, había que meterle técnica!”30 Y es que hace falta una inversión económica suficiente para resanar los daños ocasionados por tantos años de descuido. Sin embargo, son pocos los dineros públicos que se han podido captar, debido en parte a la condición de bien privado que clasifica al teatro Cádiz. Las instituciones locales generaron proyectos pequeños, para impulsar un poco el teatro, y llegó tímidamente gente. La logística se presentó como un punto fundamental para la realización de la recuperación del teatro como vecino con sus cohabitantes: “chicos que me ayudaban en las puertas, mirando quiénes entraban, quiénes salían, gente con la que había talleriado antes…”31 pero la ubicación geográfica y el mismo concepto del encerramiento dificultan las cosas, “por el mismo hecho de ser un espacio privado de una comunidad privada dentro del conjunto es más complicado” dice Fabián refiriéndose a la ayuda pública distrital y Nacional. Ni siquiera con el aspecto de ser patrimonio cultural. “Acá si uno no tiene la influencia o la dinámica de estar en una rosca política es muy complicado esperar que el ministerio obre [además] hemos encontrado muchas dificultades en la cuestión económica”32, dice Roberto al expresar lo que él considera el mayor problema presentado en la reconstrucción del teatro. 29 Ibíd. 30 Aura Stella Niño, residente del CUAN en entrevista 3 del 12/06/2009 en el Teatro Cádiz 31 Fabián Acosta, residente y gestor de la recuperación del Cádiz en entrevista 1 del 23/05/2009 en el Teatro 32 Roberto Marmor gestor de la recuperación y amigo del Cádiz en entrevista 1 del 12/06/2009 en el Teatro Cádiz
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Añade Acosta cuando se refiere a las posibles ayudas que podrían colaborar con la recuperación: “la alcaldía ha patrocinado eventos…Pero económicamente…no, pues no han podido por el cuento de que es patrimonio cultural…han querido ayudar pero no han podido cumplir con los requisitos; han venido ingenieros y todo a mirar pero no han podido”33 Respecto a la ambigüedad del patrimonio nacional comenta Aura: “estamos muy amarrados porque la ley es muy estricta en ese sentido, porque se trata de obtener unos beneficios pero en una contraprestación muy alta, entonces tenemos que hacer una recuperación, en eso se está trabajando. Pero es muy difícil con una comunidad que se ha acostumbrado a vivir como del cuento…claro que eso obedece también a una condición digamos económica: aquí hay una población muy grande de pensionados de salario mínimo, entonces la gente, sí claro, el orgullo y todo eso, pero cuando se trata de poner, hay una gente que definitivamente no puede pagar, que no puede pagar lo que realmente deberíamos pagar para hacerle un mantenimiento como debería ser; hay otra gente que aunque tenga no lo quiere pagar”34 Hoy día el teatro se levanta como un escenario digno de cualquier obra. Tiene en funcionamiento una galería, la sala, el sótano, una cafetería, y un lugar para ensayar baile o hacer pequeñas reuniones sociales. Escenarios que le permiten ofrecer actividades como astronomía, cine, teatro, cuentería, magia, marionetas, exposiciones de artes plásticas, talleres de danza, tertulias, cafetería, conciertos, ensayadero, etc. Al preguntar por el porvenir del Cádiz así nos responde Juancho: “Hay una meta? -mire yo hice la proyección de que el teatro estaría así como esta aquí en 6 años… y ya van tres.”35 “¿y los que no quieren la recuperación? -Huy! siempre hay gente… es que hay gente que no les gusta… eran como 50, todavía quedan como 10…¿Por qué se fueron? -no por qué ya han bajado la guardia… ya… se mamaron de joder… pero hay unos que todavía uff...”36 Y así lo hace Aura Stella:“la mirada de la junta y la administración es que esto tiene que empezar a rentar (…), la idea es que se convierta en un centro cultural no solo para el Centro Nariño sino para la Localidad. Tiene que empezar a ser rentable porque los mismos que nunca quisieron meterle un peso al teatro ahora dicen que cuánto está rentando, que a ver la plata del teatro” consciente como Trabajadora Social de que “los procesos sociales son muy lentos. En estos 4 años la participación del mismo barrio ha sido bajita, bajita, hemos ido ganando, pero mira, cuando empezaron los magos eso daba desconsuelo, venía la familia de ellos…yo una vez vine a una obra de teatro y no me gustó la obra pero yo no me salía porque decía ¡qué vergüenza! Habíamos como 5 u 8 personas y yo era la única del Centro Nariño y me tocó aguantarme hasta el final”37 33 Fabián Acosta, residente y gestor de la recuperación del Cádiz en entrevista 1 del 23/05/2009 en el Teatro 34 Aura Stella Niño, residente del CUAN en entrevista 2 del 12/06/2009 en el Teatro Cádiz 35 Ibíd. 36 Juan José Gamboa “Juancho” residente y gestor de la recuperación del Cádiz en entrevista 1 del 21/05/2009 en el exterior y el sótano del Teatro Cádiz 37 Aura Stella Niño, residente del CUAN en entrevista 3 del 12/06/2009 en el Teatro Cádiz
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Análisis sociológico
Para el análisis sociológico de esta experiencia social son pertinentes las nociones de vecino, vecindad, relaciones de vecindad, actividades de vecindad, y comunidad. Los conceptos de vecino, vecindario y relaciones de vecindad que aquí se utilizarán son los de la teoría de Suzanne Keller, es decir, el primero como rol, el segundo como lugar y el tercero como interacción. Desde esta misma teoría más adelante se propondrá entender la actividad social que genera el teatro como actividad de vecindad y ocasión para realizar dichas actividades. Keller caracteriza las relaciones de vecindad sobre todo como intercambios útiles en momentos de necesidad, que compensan la ayuda no prestada por instituciones locales; en consecuencia, las crisis, los asuntos relacionados con la muerte, también las grandes celebraciones, o en este caso atender a la recuperación del teatro local caído en desgracia, son algunas de “las actividades vecinales y las ocasiones para realizarlas [que] dan lugar a una cantidad de relaciones o lazos más o menos fuertes entre los vecinos. Éstos lazos entre individuos que se relacionan de diversas maneras dan a un área determinada una característica trama de relaciones sociales.” (Keller:1979; 11). El concepto de comunidad que utilizaremos es el de Park, quien arguye que una comunidad “no es únicamente un conjunto de personas, sino también un conjunto de instituciones.”; reconoce el teatro local junto con la iglesia, la escuela, etc. como ejemplos de dichas instituciones, y continúa diciendo que éstas “son las que al final distinguen con precisión la comunidad de otros conjuntos sociales.” La intensión de recuperar y reabrir el Cádiz ha convocado la participación de habitantes del CUAN y gentes provenientes de barrios cercanos, e incluso de otros lugares de la localidad y del país, como es el caso de Juan José Gamboa, quien venido de Cúcuta por petición de su hermana, se convirtió en residente del Centro Nariño y habitante de la capital desde hace 3 años con la justificación e ilusión de trabajar en el renacimiento del teatro. Todos ellos, artistas, vecinos, gestores, asistentes, detractores; sea cual sea su posición frente al Cádiz, al ser llamados por él, constituyen una comunidad desde el punto de vista de Park. Las personas de dicha comunidad que se han comprometido más directamente con el proyecto de avivar el Cádiz tienen empeño en ampliar la comunidad generada en torno al teatro, por intereses económicos, sociales, políticos, artísticos, etc. Es el caso de Marina Stark quien considera que “no solamente [se trata de] el teatro en sí, sino también hay otros valores agregados”38 que se persiguen con su recuperación. Respecto a esa comunidad de “amigos del teatro” como se llaman a sí mismos, Marina nos cuenta que la participación ha venido creciendo y sobresale el público femenino, aunque sin embargo, es más la afluencia de gente 38 Marina Stark de Granados, Administradora del CUAN, en entrevista 1 del 12/06/2009 en cercanías al Teatro Cádiz.
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de afuera de Centro Nariño; Aura Stella Niño, residente, ofrece posibles explicaciones de esto refiriéndose a la cantidad de adultos mayores que residen en el CUAN, que dependen de una pequeña pensión para suplir todos sus gastos y que como dice Aura, “a las 6 de la tarde ya están durmiendo”39; también menciona a la población que trabaja y no tiene tiempo para dedicar al entretenimiento. Otro factor repetidamente nombrado es el del tremendo frío que azotaba hasta hace poco la cafetería y la galería del teatro, debido a la carencia de vidrios que era suplida entretanto con plásticos: “al principio uno tenía que venir con pasamontañas a tomarse un tinto y cuando llegaba el tinto ya estaba helado”, comenta con jocosidad Aura Stella: luego, más seria, pronostica que ya con los vidrios se va a atraer mucha gente40. Además de las mencionadas, otra explicación de la poca afluencia de gente propia del CUAN, en la que están de acuerdo Aura y Marina, es la lentitud de los procesos sociales: “la cultura, el cariño a la cultura, al teatro, a la música, al concierto no viene de hoy a mañana, es un proceso largo, lo mismo la lectura, todo eso es un proceso, no es una cuestión que uno pueda pensar que es de hoy a mañana”41 No obstante la aparente tenue participación de los residentes del CUAN en el teatro, pudimos detectar, a partir de las entrevistas, varias formas en que los habitantes del CUAN interactúan con el Cádiz y entre sí, forjando y fortaleciendo relaciones de vecindad, generadas a partir del Cádiz, bien como proyecto de recuperación o bien como centro cultural a disposición de los vecinos. En el entorno actual, el teatro ofrece oportunidades de asociación y participación vecinal tanto respecto a su recuperación como respecto a su función como centro cultural de encuentro vecinal; así, los habitantes del CUAN pueden ejercer roles como artistas, como gestores, como concurrentes, como difusores, como detractores, o como patrocinadores. Y en la medida en que van ejerciendo y apropiando dichos roles, se van generando procesos de organización y participación con los consecuentes impulsos a la solidaridad, unión, trabajo comunal y pertenencia; se estimulan y facilitan los flujos de información y opinión concerniente a intereses comunes y comunales; y se promueve la producción artística y el consumo cultural entre los vecinos. En cuanto a la participación artística de los habitantes de Centro Nariño en el Cádiz, hemos hallado un buen número de vecinos que se ha dispuesto y se disponen a compartir sus talentos e intereses culturales con sus vecinos, haciéndolos públicos en el teatro. Este comportamiento, posible en la vecindad en condiciones de renacimiento del teatro comunal, se erige frente a la idea de la prevalencia del moderno hombre urbano anónimo, habitante de esos grandes conjuntos que apiñan desconocidos. La comunidad del Cádiz sabe 39 Op cit. 40 Parte de nuestra investigación coincidió con los días en que poco a poco se iban reemplazando los viejos plásticos por vidrios que aunque baratos por defectuosos, abrigarían el teatro y las ilusiones de sus recuperadores. 41 Marina Stark de Granados, Administradora del CUAN, en entrevista 1 del 12/06/2009 en cercanías al Teatro Cádiz.
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que en el CUAN hay dos niños pianistas, jóvenes rockeros42, un conocedor de astronomía, bailarines y bailarinas43, fabricantes de auténticos instrumentos musicales44, teatreros45, cantantes y guitarristas46 entre otros. Como gestores de la recuperación del teatro se destacan Fabián, “Juancho” y su hermana, quienes como habitantes del vecindario se han comprometido con este proyecto entregando su mano de obra, tiempo, habilidades personales, etc. Otra forma de participación identificada es la de los asistentes: se trata de los vecinos que apoyan al Cádiz haciendo presencia, concurriendo con amigos, familiares y otros vecinos a los eventos ofrecidos por el teatro47. “Este es un punto de encuentro muy rico, traer a las amigas, se invita gente de afuera a tomar un vino, charlar un rato acá…a veces no se ve, hay un trabajo muy callado, por ejemplo haciendo presencia aquí, viniendo siempre, viniendo a los eventos, siempre venir, venir, venir, ¿sí? Y cada vez: mira hay esto, invitar. Ese es todo un trabajo del día a día y que de alguna manera todos aportamos un granito de arena”48 No son aun tantos como se quisiera los acogidos por el Cádiz en esta forma simple de participación, mas quienes asisten dicen sentirse cada vez más satisfechos y orgullosos de su teatro. Hay quienes también asumen roles de difusores del renacimiento del Cádiz y de su programación. Tratan de resaltar la belleza y cualidades del lugar, y se encargan a menudo de llamar por teléfono para invitar e informar a los vecinos y amigos de su círculo social y hacerle propaganda al teatro, de vender boletas, de pegar afiches publicitarios, de apilar correos para que la información del teatro se difunda, y de invitar desde sus lugares de trabajo y relaciones sociales a la asistencia al teatro.49 El desacuerdo con el uso o el impacto del uso del teatro es una posición que relaciona con el Cádiz, que integra a la comunidad formada en torno al teatro, pues existe en función de éste. En el CUAN hay quienes tratan de ver inconveniencias que trae el funcionamiento del teatro para la seguridad y tranquilidad del conjunto residencial, debido a la población ajena o flotante que es convocada por éste. Y debido también a la desconfianza que les despierta la inyección de algunos dineros comunes en el teatro, no obstante la rendición de cuentas anual que en Asamblea de propietarios se practica. Y es que todos los que pagan administración en el CUAN están patrocinando de alguna manera la recuperación del Cádiz, ya sea porque desde la administración se destinen dineros a este fin, o porque con estos dineros se paga alguna mano de obra que sirve a los intereses de recuperación del tea42 David Osorio y Andrés Barbudo entre otros. 43 Susana Nibia (danza árabe) 44 Jairo Calderón y familia. 45 Fabián Acosta 46 Rocío Soler 47 Comenta Aura Stella Niño (vecina del CUAN) algo desconcertada que curiosamente la asistencia ha aumentado conforme ha aumentado también el costo de la boleta de entrada. 48 Aura Stella Niño, residente del CUAN en entrevista 3 del 12/06/2009 en el Teatro Cádiz 49 Alicia Bermúdez, Aura Stella Niño, entre otros.
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tro50. El 22 de Junio de 2001 cuando, mediante Resolución 0965 el Centro Urbano Antonio Nariño es declarado monumento nacional por el Ministerio de Cultura, se da una oportunidad para observar el interés de los habitantes del vecindario en la recuperación física del teatro, pues en tanto habitantes de un inmueble con estas características, los residentes obtuvieron la exención por un año y la posterior disminución durante otros, del pago de impuesto predial, con la condición de que dichos dinero “ahorrados” se invirtieran en la preservación física del entorno. Casi 8 años más tarde, el recaudo de esos dineros, que por imprecisión del distrito dependió de la voluntad de cada quien, no se han recogido ni destinado como debiera. Como se anotó anteriormente, en la medida en que los vecinos van ejerciendo y apropiando roles, o formas de participación ya descritas, se van generando procesos de organización y participación con los consecuentes impulsos a la solidaridad, unión, trabajo comunal y pertenencia; se estimulan y facilitan los flujos de información y opinión concerniente a intereses comunes y comunales; y se promueve la producción artística y el consumo cultural entre los vecinos. El temor o disgusto por la población flotante que el teatro convoca al CUAN, ha tenido el efecto de hacer germinar entre los amigos del teatro, entre los que se cuentan habitantes del Centro Nariño, una forma de organización que busca acompañar a los visitantes desde ciertas entradas al conjunto habilitadas en horarios de función hasta la puerta del teatro para evitar que se extravíen o se queden merodeando. Estas medidas benefician además a los habitantes de las residencias universitarias “10 de Mayo” porque debido a la falta de zona para parqueo público en el CUAN, y gracias a la designación de la entrada más cercana al parqueadero público administrado por los estudiantes, ellos y ellas obtienen beneficios también de la actividad del Cádiz. Las condiciones del teatro han brindado oportunidades para trabajar como comunidad en labores de limpieza y adecuación. Aura Stella recuerda a propósito un día en que hicieron una jornada de raspado de una madera vieja para poder instalar los materiales donados por Corona en el 2007.También comenta que en ocasiones, cuando ve a sus vecinos Fabián, Roberto, Juancho y otras personas trabajando en algo que aporta al mejoramiento del teatro, se acerca a ellos para brindarles algo de comer o acompañarlos, éstas son relaciones de vecindad, de solidaridad comunitaria, generadas por el teatro. Finalmente, la apertura del café del teatro brinda a los habitantes del Centro Nariño un espacio para encontrarse, conocerse, charlar sobre asuntos personales pero también sobre preocupaciones o proyecciones en tanto vecindad. Los eventos en el teatro dan la oportunidad de facilitar la reunión de vecinos: “a mí este cuento me gusta por lo que representa, no?, por lo que significa el teatro para la comunidad, que haya un sitio donde la gente pueda venir, tomarse un tino, comerse una empanada…yo a veces estoy aburrida un 50 Aquí vale la pena subrayar que algunos de los 18 vigilantes, 18 aseadoras, 3 jardineros y 8 empleados administrativos colaboran en el mantenimiento, adecuación y recuperación del Cádiz de vez en cuando.
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viernes por la noche y me vengo sola y aquí uno en la barra se sienta, y habla con Mari, con Juan (vecinos del CUAN que atienden el café), se come una empanada, se toma una cerveza…y cuando uno deja de venir por alguna razón, luego -ayyy por qué no habías vuelto, nos has hecho falta!”51
Conclusiones
Después de realizar este esfuerzo por expresar fielmente todo lo que uno sabe que ha visto y piensa que ha comprendido, conscientes de que la aprehensión de los fenómenos sociales toma más tiempo del que se puede dedicar en un ejercicio como el expuesto, proponemos algunas conclusiones respecto a las relaciones observadas tanto entre unos vecinos y un teatro, como respecto a la formas en que moldean y son moldeados los unos por el otro recíprocamente. El Centro Urbano Antonio Nariño, de diseño netamente funcional, que procuraba (y ensayaba) crear un vecindario autosuficiente que brindara los servicios necesarios a los residentes sin tener que ir lejos, mediante un equipamiento urbano envidiable, es un ejemplo de que “la manipulación de la distancia física y funcional no tiene un impacto inequívoco sobre la vida social excepto en condiciones muy especiales.” (Keller:1979;32), pues de hecho el uso del teatro por parte de los mismos habitantes del CUAN es visiblemente inferior al uso que de él hacen personas ajenas al conjunto residencial, aun cuando éste se mantiene aislado por una reja. En los espacios e instituciones hay actores (humanos o no) que delimitan comunidades concretas, colectivos que deciden, agentes que participan en la toma de decisiones, y agentes que interactúan para legitimar todas las anteriores. El Cádiz y la reja que encerró al CUAN sirven para introducir la idea de que algunos espacios o elementos físicos, en tanto producto y objeto de representación desde la narrativa de aquellos que relatan, pueden ayudar a construir colectividades políticas y formas de organización y relación de vecindad. Así, las formas de concebir el espacio, de utilizarlo, de transformarlo, de encaminarlo hacia un fin y de apropiárselo, parten y se desarrollan en una constante negociación de valores y significados. Horarios, costos, publicidades, funciones, responsabilidades, etc. son evidencia de estas dinámicas organizacionales a las que la comunidad tiene que acudir para el planeamiento y la renegociación de valores que permitan trabajar comprometidamente sin tener un salario, o una cláusula de cumplimiento. La Negociación de Valores heterogéneos se presenta pues no solo como un resultado de la presencia de este espacio cultural específico, sino como una de sus funciones, como una de sus otras tantas razones de ser.
51 Aura Stella Niño, residente del CUAN en entrevista 3 del 12/06/2009 en el Teatro Cádiz
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Bibliografía *Montoya Pino, Ana Patricia; El Centro Urbano Antonio Nariño, un nuevo concepto de vivienda y vida urbana. Tesis de Maestría en Historia y Teoría del Arte y la Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. En: http:// facartes.unal.edu.co/portal/publicaciones/urbanismos/urbanismos2/ Centro_Urbano_Ant_Narino.pdf.] *TRIANA, GLORIA Y J. VALLEJO, Análisis de los Factores de Integración y Conflicto en el Multifamiliar, con Referencia al Centro Urbano Antonio Nariño, Bogotá: Cinva, 1964; y AGUILERA, Juan Carlos. Un Diálogo sobre la Serie: el ICT como Laboratorio de Arquitectura 1948 –1953, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Maestría en Historia y Teoría del Arte y la Arquitectura, 1998 *Suzanne Keller, Introducción y cap. 1 Vecinos y relaciones de vecindad, en El vecindario urbano: una perspectiva sociológica, siglo XXI, 1979.
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El Derecho a la Ciudad como premisa para un nuevo orden urbano El Derecho a la Ciudad como premisa para un nuevo orden urbano
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TEMACENTRAL
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1. Introducción
La discusión en torno a la cuestión urbana surge con los procesos conflictivos que acompañan la configuración de la ciudad moderna, uno de los símbolos por excelencia del capitalismo; su estructura por tanto se halla envuelta en la complejidad del desarrollo de este sistema de producción y reproducción social. En América Latina el desarrollo del capitalismo adoptó una lógica inscrita en los procesos del capitalismo dependiente. En ese orden de ideas, es propio considerar, que la construcción del espacio u orden urbano en el subcontinente, además de estar estrechamente vinculado a este marco estructural de producción y reproducción de la riqueza social, está a su vez ligado con el conjunto de estrategias adoptadas por los diversos agentes que participan en los procesos particulares de planificación de la(s) ciudad(des), lo cual hace que nos encontremos bajo la presencia de complejos procesos de producción del espacio urbano que dan como resultado la presencia de una lógica formal, acompañada simultáneamente de otra lógica de carácter informal. La presencia simultánea de estas dos lógicas básicamente expone el carácter sustancial del crecimiento urbano en las sociedades latinoamericanas, el cual se encuentra claramente definido por procesos de exclusión social y segregación socio-espacial, dando lugar a la proliferación del acceso informal e ilegal a la vivienda y al suelo urbano (Fernandes: 2002:108), a esto nos referimos entonces cuando hablamos de la(s) ciudad(des) informal(es). Esta tendencia histórica en el proceso de urbanización latinoamericano ha generado en la actualidad una nutrida discusión académica y a su vez la movilización de variadas organizaciones sociales unidas en torno a la defensa del “derecho a la ciudad”1; cuyo antecedente puede ubicarse en los procesos de integración social gestados por el modelo occidental del Estado Social de Derecho. En este contexto en el que el Estado buscó aplicar la denominada justicia distributiva, se desarrollaron políticas públicas tendientes a garantizar el “derecho a la ciudad”, a través del fomento a la vivienda y aplicación de instrumentos impositivos a la propiedad territorial urbana. La intervención estatal en el mercado del suelo urbano trajo consigo importantes resultados para 1 Vale mencionar que desde el I Foro Social Mundial en la ciudad de Porto Alegre un conjunto de movimientos populares, organizaciones no gubernamentales, asociaciones profesionales, foros y redes nacionales e internacionales de la sociedad civil comprometidas con las luchas sociales por ciudades más democráticas, humanas y sustentables vienen construyendo una carta mundial del derecho a la ciudad que traduzca los compromisos y medidas que deben ser asumidos por la sociedad civil, gobiernos locales y nacionales y organismos internacionales para lograr mayores niveles de integración al pacto social. “La carta mundial del derecho a la ciudad es un instrumento dirigido a contribuir con las luchas urbanas y con el proceso de reconocimiento, en el sistema internacional de los derechos humanos, del derecho a la ciudad. El derecho a la ciudad se define como el usufructo equitativo de las ciudades dentro de los principios de sustentabilidad y justicia social. Se entiende como un derecho colectivo de los habitantes de las ciudades, en especial de los grupos vulnerables y desfavorecidos, que les confiere la legitimidad de acción y de organización, basado en sus usos y costumbres, con el objetivo de alcanzar el pleno ejercicio del derecho a un patrón de vida adecuado”. Consultado en: onuhabitat.org
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el control de la segregación socio-espacial. No obstante, con el proceso de liberalización o apertura económica, los medianos progresos alcanzados en materia de política social tendientes a disminuir la segregación socio espacial, han cedido su lugar, otorgando mayor libertad a los especuladores del suelo urbano; y así aunque Colombia se ha caracterizado por tener una de las legislaciones más progresistas del mundo en materia de regulación y control estatal sobre el mercado del suelo urbano, la realidad muestra otra cosa. En el presente documento a través de una exposición documentada, pretendo invitar a la “comunidad sociológica” de la Universidad Nacional a aterrizar la deliberación sociológica en temas concretos, en este caso sobre uno de las problemáticas más sobresalientes de la cuestión urbana en América Latina, a saber: el fenómeno de la segregación socio-espacial. Ello alienta también el interés propio por sumar elementos de juicio que permitan una participación más crítica de l@s interesad@s en reivindicar el derecho a la ciudad, y con esto recalcar que en Colombia la lucha por una ocupación más justa del territorio no sólo atañe a las áreas rurales del país, sino también a nuestras ciudades que por décadas han venido reproduciendo el patrón de exclusión social escenificado en las zonas rurales, lo cual en últimas nos llevaría a defender no sólo la necesidad de una reforma agraria, sino también de una reforma urbana.
2. Ciudad formal vs ciudad informal
Si proponemos motivar el debate en torno al derecho a la ciudad estamos obligados al menos, a realizar una aproximación reflexiva hacia aquello que llamamos la ciudad informal, si tenemos como referente los diversos casos en AL y en especial el de las ciudades colombianas, esto sin lugar a dudas, obliga a introducir algunos elementos conceptuales en torno a las formas de producción y reproducción del espacio urbano. En vías de alcanzar ese objetivo, en este apartado inicialmente señalaremos que entendemos por formalidad e informalidad urbana, y posteriormente abordaremos las diversas lógicas de acción social que soportan el marco referencial de acceso al suelo en las ciudades de AL. El espacio es ante todo un producto social. Así, lo que conocemos como “el orden urbano” podemos entenderlo como: “{…} el conjunto de normas y reglas, formales y convencionales a través de los cuales se regula la interacción social, las expectativas y las prácticas en torno a la producción, la organización espacial, los usos, las formas de apropiación y los significados atribuidos al espacio urbano” (Duhau: 2003). Al interior de este orden urbano convergen entonces dos formas de ocupación del espacio urbano: la primera dada por la lógica de la ciudad formal y la segunda por la ciudad informal. Ahora bien, según Emilio Duhau la dimensión formal del orden urbano, remite a un conjunto de normas jurídicas de variada jerarquía, que pueden ser subdivididas en tres grandes subconjuntos. El primero corresponde a las normas relacionadas con los derechos de propiedad. El segundo subconjunto
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a las normas orientadas a la regulación de la apropiación del suelo y de sus usos y a la producción de la ciudad en cuanto conjunto de edificaciones, infraestructuras y espacios públicos (normas de planeación, de construcción, de infraestructura y de equipamiento). El tercero, a las normas orientadas a la regulación de las prácticas urbanas. Este último es mucho más complejo de lo que suele pensarse, pues abarca una lista de aspectos tan variados como la regulación del transporte público; los usos, el equipamiento, el cuidado y la vigilancia de los lugares públicos; el mobiliario urbano; la regulación de los anuncios publicitarios etc. La ciudad formal nos ubica en un determinado orden, reiteramos, a un conjunto de reglas formales, pues se trata de normas pertenecientes a diferentes niveles del derecho positivo. El orden formal urbano tal como lo conocemos actualmente, es el producto de un largo proceso de juridización de la ciudad y la aplicación de diversos dispositivos. Es claro que, en cuanto tal, ese orden formal urbano en el que nos hallamos inmersos lleva la impronta de las diversas formas de concebir un orden urbano deseable, y con ello, de los intereses de las clases y grupos sociales o, a veces individuos, que en diferentes circunstancias han estado en las condiciones de imponer o promover bajo la forma del derecho positivo un determinado deber ser de la ciudad. Para el caso de AL es ampliamente aceptado por la mayoría de los especialistas en el tema, que las doctrinas urbanísticas ignoraron durante largo tiempo las realidades de la estructura social, como la desigual distribución del ingreso y las variadas como precarias prácticas sociales a través de las cuales los pobres acceden a un lugar o una vivienda en las ciudades del subcontinente. Si bien el orden urbano ha promovido históricamente la exclusión social, no es menos cierto que este a su vez contiene elementos potenciales para promover condiciones de vida y ejercicio efectivo de los derechos de ciudadanía, y en ese sentido es propio aclarar cómo, una cosa es que el orden formal urbano se haya constituido como un orden excluyente y otra muy diferente que sea posible y conveniente prescindir de algún orden urbano formal. Cuando nos referimos a la informalidad necesariamente estamos hablando de espacios urbanos producidos al margen o en contraposición al orden formal, la ciudad informal es entonces la ciudad del loteador pirata en Colombia, y de la favela en Brasil, o la de urbanización popular como suele llamársela en México. Este tipo de ciudad es producido a partir de la vivienda cuya construcción antecede a un proceso de planeación urbanística y que tiene como rasgos constitutivos la irregularidad jurídica en el parcelamiento y la propiedad del suelo; el espacio público tiende a resultar reducido al espacio de circulación, sin diferenciación en muchos casos entre el área de circulación vehicular y el área de circulación peatonal; las edificaciones se desarrollan, en buena parte, de acuerdo con un saber empírico ajeno al orden urbano formal. Además de lo señalado, otro elemento característico, es que los usos del suelo evolucionan de acuerdo con las necesidades del comercio y la creación de los servicios de proximidad o transporte están inducidos por la cercanía
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a alguna vía de transporte pública. Este conjunto de elementos conforman lo que Pedro Abramo denomina libertad urbanística, solo atribuible a la ciudad informal. De igual modo, es importante destacar que cuando hablamos de la ciudad informal, realmente estamos presentes ante diferentes formas de producir informalmente la ciudad. Por otro lado, un aspecto estructurante en toda esta reflexión esta dado por el reconocimiento de la relación existente entre el mercado informal de acceso al suelo y el mercado informal de trabajo, más adelante cuando abordemos un estudio de caso realizado en Bogotá nos remitiremos a ello.
3. Lógicas de acción social que configuran el marco de referencia para entender la forma de acceso y/o la localización residencial de los pobres en el mercado inmobiliario informal
En la mayoría de las grandes ciudades de América Latina, el acceso al suelo urbano tiene lugar mediante la informalidad inmobiliaria y urbanística. Según Pedro Abramo la forma de acceso de los pobres a la vivienda se puede entender a partir de tres grandes lógicas de acción social, a saber: A. La lógica del Estado: Según esta lógica, la sociedad civil y los individuos se someten a una decisión del poder público que asume la responsabilidad de definir la selección que garantice el mayor grado de bienestar social. En este caso, el Estado define la forma, la localización y el objetivo público que facilitará el acceso y el uso del suelo urbano. B. La lógica del mercado: Desde esta dimensión, el mercado sería el mecanismo social que posibilite el encuentro entre los que desean consumir suelo urbano y quienes lo ofrecen, estos últimos en su mayoría suelen ser los llamados “emprendedores urbanos”. La lógica del mercado puede asumir características institucionales diferentes según el vínculo que el objeto de transacción (suelo) establece con las normas, reglas jurídicas y urbanísticas de cada ciudad y país (Abramo: 2003). De este modo podemos encontrar mercados cuyo objeto está inscrito en la normalidad jurídica y urbanista, aquí encontramos a los llamados “mercados formales” y además de ellos están aquellos mercados cuyo objeto de transacción no encuadra en los requisitos normativos y jurídicos pero que le son altamente funcionales al mercado capitalista del suelo urbano, los conocidos “mercados informales del suelo urbano”. C. La lógica de la necesidad: Desde esta perspectiva, en la acción social de aquellos que pretenden acceder al suelo urbano, existe una motivación condicionada por la pobreza. A esta carencia económica se suma la “carencia institucional”, ya sea por un déficit de “capital institucional”, que se podría traducir en posibilidades de inserción en un programa público, o bien sea por falta de “capital político” (Abramo: 2003). Esta lógica es la que ha soportado diversos procesos de ac-
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ción colectiva dirigidos a realizar ocupaciones urbanas de terrenos e inmuebles. En este caso el acceso al suelo no moviliza necesariamente recursos monetarios individuales y públicos, sino que la posibilidad de disponer del territorio o inmueble está directamente vinculada con la decisión de participar en una acción colectiva que eventualmente puede incluir costos políticos y jurídicos, como lo son los procedimientos de desalojo. Cada una de estas lógicas de acción social, establece una estructura o marco referencial para la toma de decisiones de los individuos en cuanto al acceso al suelo, definiendo la estructura de acción y selección locacionales, así como también el diseño de las medidas que adoptarán las administraciones locales sobre el usos de los servicios públicos, de la infraestructura y en general de los bienes públicos en la ciudad. En resumen, las lógicas sociales de acceso a la tierra y los mecanismos sociales de formación de los precios de la tierra en la ciudad2 condicionan el proceso de toma de decisiones locacionales de los pobres, igualmente la configuración de las infraestructuras urbanas determinando a su vez, las pautas y tendencias en el desarrollo de las ciudades latinoamericanas.
4. Urbanización, mercados informales del suelo y estrategias residenciales de los sectores populares de Bogotá
En Colombia una parte significativa del suelo urbano se ocupó según la lógica de la necesidad y de las relaciones del mercado informal; es así como al terminar la primera década del siglo XXI se constituyen ambos componentes, en los referentes sobresalientes de las relaciones sociales que soportan las formas y alternativas de acceso al hábitat puestas a disposición para los sectores populares. El desarrollo de los mercados informales de la tierra urbana revelan las dificultades o la incapacidad de los mercados formales en su intento de extenderse al conjunto de la sociedad, y también es el reflejo de la ineficiencia de las políticas públicas urbanas para hacer frente a un problema social de gran envergadura. En las dos últimas décadas, las políticas habitacionales en Colombia han dado un fuerte viraje tanto en su concepción, como en los mecanismos e instrumentos de intervención. En año de 1991 replicando el modelo chileno de vivienda de interés social VIS, se desmontó la política basada en la participación directa del Estado en la producción y financiación de vivienda social y se introdujo el sistema de subsidio directo a la demanda. Durante el mismo año, el derecho a un “hábitat digno” se incorpora como un mandato 2 Para profundizar en torno a los mecanismos sociales de formación de los precios de la tierra en la ciudad véase: Abramo, Pedro: Ciudad Caleidoscópica. Una visión heterodoxa de la economía urbana. Ed, Netbiblo, España y Jaramillo, Samuel: Hacia una teoría de la renta del suelo urbano. IGAC-Ediciones Uniandes, Bogotá, 1993.
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constitucional. Sumado a lo anterior, en un contexto de descentralización que otorga a los municipios una mayor autonomía en el manejo de los recursos, se diseña y aplica la Ley 388 de 1997, la cual desplaza la responsabilidad del gobierno central de garantizar el derecho al hábitat y le adjudica el deber a las unidades territoriales locales. En el caso específico de Bogotá, uno de los mecanismos concretos dirigidos a proporcionar suelo urbano para los sectores populares fue la creación de Metrovivienda en el año de 1998, empresa estatal que cumple la función de “banco de tierras”, encargada de proveer suelo destinado a la construcción de VIS por parte del sector privado. Uno de los principales objetivos fijados por dicha empresa, es el de frenar los procesos ilegales de incorporación de suelo a la ciudad. A esta política global se articulan otros instrumentos como lo son el subsidio para el mejoramiento de vivienda, entre otros, que en realidad no tienen mayor partida presupuestal, por tanto resultan existir solo en el papel. No obstante, en el marco de la nueva política, los datos que proporcionan las investigaciones realizadas, muestran que los procesos informales de ocupación del suelo han aumentado en Bogotá. Por un lado, del total del área urbanizada en el distrito (38.430ha), se calcula que por lo menos el 20% ha sido ocupada mediante procesos informales, fundamentalmente por la acción de loteadores piratas (Parias: 2007), y cerca del 50% de esta ocupación ilegal se realizó en las dos últimas décadas (Maldonado y Camargo: 2007). De otra parte, entre los censos de 1993 y el realizado en el 2005 se incorporaron al stock habitacional (se refiere a las existencias o inventario habitacional) 298.603 unidades de vivienda por autoconstrucción, lo que representa el 44.21% del total de viviendas producidas en Bogotá en el período intercensal (Cuervo: 2007). De tal modo, se puede argüir que la política urbana en general, a pesar de brindar según Adriana Parias “un abanico importante y progresista de instrumentos para la gestión del suelo, y del hábitat en particular, aún no da muestras de alcanzar sus objetivos en lo que se refiere a contrarrestar los procesos informales de acceso al hábitat y atacar las desigualdades urbanas” (Parias: 2007). En Bogotá se han elaborado no pocos estudios sobre el mercado formal de vivienda, lo cual contrasta con los enormes vacios en torno a las lógicas propias de los mercados informales, he aquí un reto para l@s futur@s sociólog@s interesados en ofrecer alternativas eficaces a los responsables de la construcción de las políticas de hábitat. En adelante expondremos algunas de las líneas de interpretación sobre el funcionamiento del mercado residencial de alquiler en barrios de origen informal en la ciudad de Bogotá, tomando como referente empírico los datos arrojados por algunas de las investigaciones elaboradas por analistas del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional3. 3 Los datos que se expondrán para dar cuenta del estado actual de la informalidad urbana en Bogotá fueron tomados de la investigación adelantada por Adriana Parias, perteneciente al Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional, quien analizo la encuesta realizada a
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En Bogotá no se cuenta con un registro sistemático del proceso de incorporación informal de suelo a la ciudad, las cifras difieren según la metodología utilizada para el cálculo. Los datos de Gustavo Ramírez indican que hasta 1949 se habían incorporado 471 hectáreas de manera ilegal en Bogotá. En cuanto a la autoconstrucción de vivienda Samuel Jaramillo encuentra que esta produjo el 44.75% del total de viviendas en el período intercensal de 1938 a 1951; y entre este último año y 1964 la participación de la autoconstrucción fue del 42.07%, proporción que se asemeja a la de la urbanización informal. Durante estos mismos momentos la producción estatal de vivienda fue de 4.62% y 16.85% respectivamente. El incremento en el último período obedece especialmente a la inyección de recursos dirigida a la desaparecida Caja de Vivienda Popular, provenientes del programa Alianza para el Progreso los cuales dieron como resultado la construcción del proyecto de vivienda popular Ciudad Kennedy, el que a pesar de estar dirigido a los sectores más pobres de la demanda no alcanzó a cobijarlos. Ahora, lo que explica para este período la pequeña contracción que vivió el mercado informal del suelo según Adriana Parias -investigadora del IEU- no es tanto la intervención estatal, muy pobre todavía para ese momento, sino la transformación de las convenciones urbanas que vivió la ciudad de Bogotá cuando las capas superiores de la ciudad localizadas hasta mitad de siglo pasado en el centro, se desplazan hacia el norte de la ciudad. Las viviendas liberadas en este proceso sufren agudos cambios, creándose así una oferta masiva de inquilinatos centrales, que sin aparecer registrados como emergentes unidades de vivienda, se constituirían en la oferta alternativa al mercado informal del suelo (Parias: 2007). Luego entre 1964 y 1973 se produce un importante crecimiento de la informalidad en la ciudad, lo cual tendría sus raíces en las señales de saturación de los inquilinatos centrales, lo que iría a obligar a los sectores demandantes a acudir al mercado informal del suelo. Sin embargo la participación estatal va creciendo de manera paulatina perfilándose hasta 1985 como la productora del 20% de la vivienda nueva, su ejecución estuvo a cargo del Instituto de Crédito Territorial, la Caja de Vivienda Popular y el Banco Central Hipotecario. Finalmente, a lo largo de los últimos veinte años se registra en todas las fuentes un aumento de la informalidad urbana, lo cual está estrechamente ligado con los procesos de liberalización de la economía, desregulación estatal y con ello de la entrada en vigencia del actual sistema de vivienda popular que introduce el régimen de subsidio a la demanda (Parias: 2007). La vivienda informal en Bogotá presenta rasgos distintivos que la diferencian de otras ciudades latinoamericanas, uno de ellos es la preponderancia del mercado de arrendamiento que en esta ciudad registra un elevado volumen de transacciones al interior de los barrios informales, siendo mayor que el mercado de compra-venta. Así se concluye que a diferencia de lo que parecía constatarse para las décadas del 50 y 60 del siglo anterior, cuando hogares localizados en las localidades de Santa Fe, Usme, Kennedy y Ciudad Bolívar en el año 2004. Informe de investigación, mimeo.
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la oferta de alquiler se concentró en las zonas centrales bajo la modalidad de inquilinatos, en los últimos treinta años el mercado de arrendamiento en los barrios informales de las localidades periféricas se expandió abrumadoramente, convirtiéndose en el sub-mercado estructurante del mercado informal. Por tanto, podríamos empezar a concluir que son los arrendatarios de los barrios informales los que entrarían a ser la población objetivo para el mercado formal de VIS. Pero no es suficiente con esta deducción, pues es necesario estudiar a fondo la composición de este submercado. En el estudio ya citado se encontró que la característica demográfica más destacada del mercado de arrendamiento, es que su demanda está compuesta principalmente de mujeres, es decir, la mayor parte de los hogares arrendatarios tienen como cabeza de hogar a una mujer, en promedio esta proporción asciende a 66.5% del total de los arrendatarios, en los barrios más consolidados la proporción de hombres arrendatarios es mayor (40%) que en los barrios menos consolidados (27%). Esta diferencia está asociada a una jerarquía en el mercado residencial y obviamente a los desiguales niveles de ingreso entre hombres y mujeres; igualmente entre los propietarios se encuentra que son los hombres quienes en promedio tienen mayores posibilidades de ser propietarios (52%). En cuanto al nivel de ingresos, el estudio arroja como resultado que en general es bajo, en promedio el 71.5% de los hogares reciben hasta 1 SMLV, este dato es de gran importancia dado que los cálculos de los constructores privados de vivienda concluyen que las VIS del rango más bajo que ponen en el mercado, están dirigidas a hogares con ingresos superiores a 1.5 SMLV. Como los arrendatarios, los propietarios de los barrios informales también son pobres y la disparidad de ingresos entre hombres y mujeres también es importante. Las mujeres con un ingreso superior o igual a 1SMLV corresponden al 85% y entre los hombres el promedio es del 70%; así mismo el ingreso promedio de los hogares que compraron vivienda es levemente superior al de los arrendatarios, y aunque estos propietarios compraron en barrios informales, cerca del 40% de ell@s aspiran a acceder a una VIS en el mercado formal, esto obedece de cierta manera a la decisión de buscar un ascenso social. Otro asunto a destacar es el problema del hacinamiento visible en estos barrios, además del anterior, se halla un factor más que incide en las condiciones habitacionales y que esta dado por el acceso a los servicios públicos, en cuanto a ello la situación es menos grave, pues más del 90% de los hogares encuestados tiene acceso a los ellos, no obstante la dificultad más sentida es el elevado monto de las tarifas que los obliga a destinar algo más del 10% de sus ingresos al pago de éstos. Además de lo anterior, de la investigación sobre la que nos hemos venido soportando, se desprende otra realidad de gran relevancia para el análisis de los mercados informales del suelo y estriba en la existencia de una relación entre los mercados informales residenciales y los mercados informales de trabajo, lo cual refuerza aún más los procesos de segregación socio-espacial.
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Seguidamente parece confirmarse que los asentamientos informales conforman territorios de relaciones socioeconómicas, es decir, pertenecer a un asentamiento es tener la oportunidad de acceder a una eventual fuente de ingreso en el mercado de trabajo del barrio, el cual es generalmente de carácter informal, la contrapartida de este circuito económico es que fortalece los factores de decisión de localización residencial a partir del criterio de proximidad4. Es importante aclarar a partir de lo expuesto que no es solo una decisión racional (mayores ventajas económicas o cercanía al lugar de trabajo) la que orienta el sentido de la acción de los habitantes de los barrios informales a localizarse allí tal como lo esgrimen quienes soportan sus estudios en la teoría económica y en especial desde la perspectiva neoclásica, pues sus estrategias residenciales también están mediadas por criterios tales como los lazos de confianza y solidaridad que se establecen al interior de estos barrios. A lo largo de este apartado hemos intentado caracterizar a grandes rasgos algunos de los elementos estructurantes del fenómeno de la segregación socio-espacial en la ciudad de Bogotá partiendo de una breve reseña histórica sobre el estado de la cuestión, así mismo se presento un resumen del marco jurídico que soporta la gestión pública sobre el mercado del suelo en la actualidad. Y aunque se reconoce el carácter progresista de la Ley 388 de 1997 -que entre otras cosas le otorga una función social a la propiedad-, no es menos cierto que dicha ley convive sin mayores altibajos con la doctrina del libre mercado, lo cual no permite que se gesten verdaderos avances en la meta de frenar la informalidad en el acceso al suelo y a la vivienda, de allí la imposibilidad de ejercer efectivamente el derecho a la ciudad. A fin a lo que hemos venido planteando, podríamos afirmar que una política de hábitat viable para reducir la informalidad urbana debe prestar suma atención a la interpretación del funcionamiento del mercado de alquiler en la ciudad, pues dado su peso en el mercado informal se puede inferir inmediatamente que allí están los demandantes reales de mercado formal de VIS. Por tanto, el conocimiento de las estrategias de localización empleadas por esta población, podría dar luces en el momento de conocer el fracaso de las actuales políticas de hábitat, en vías de indagar sobre las estrategias de localización empleadas por la población que habita los asentamientos informales es sugerente el análisis que al respecto realiza Pedro Abramo donde 4 El criterio de proximidad es una herramienta analítica de la sociología y la economía urbana, esencialmente hace referencia a la estructura del lazo social y al tipo de relaciones de solidaridad que se gestan al interior de los barrios informales. Pedro Abramo define tres conceptos-tipo de proximidad, a saber: 1. Topológica: Tiene como principio estructurador la proximidad física, permite la emergencia de un lazo social generador de actividades económicas e inmobiliarias. 2. Clasificatoria: En ella los habitantes de x asentamiento adquieren una proximidad por el hecho de estar clasificados socialmente de determinada manera. 3. Organizada: Puede estar constituida a partir de relaciones institucionalizadas. Para profundizar, véase: Abramo, Pedro: La teoría económica de la favela. Cuatro notas sobre la localización residencial de los pobres y el mercado inmobiliario informal. En: CIUDAD Y TERRITORIOS, Vol. XXXV, N° 136-137 España, (2003).
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muestra la relación existente entre el mercado de trabajo y el mercado residencial, lo cual expone una vez más el carácter estructural de la pobreza, lo que se convierte en un reto para l@s futur@s sociolog@s.
Bibliografía
*Abramo, Pedro: Revista CIUDAD Y TERRITORIOS: Estudios territoriales, Vol. XXXV, N°. 136-137, 2003. Ministerio de Fomento, España. *Duhau, Ernesto: El orden urbano y el Derecho a la ciudad. Ponencia presentada en el Congreso de la ANPUR, Bello Horizonte, 2003.
*Fernandes, Edesio: La influencia del misterio del capital de Hernando de Soto. En: Perspectivas Urbanas, 2008.
*Ley 388 de 1997. *Maldonado, M.M. Reforma Urbana y Desarrollo Territorial. Experiencias y perspectivas de aplicación de las leyes 9 de 1989 y 388 de 1997. Alcaldía Mayor de Bogotá, Lincoln Institute of Land Policy y CIDER-Uniandes, Bogotá.
*Marx, Karl: “Génesis de la renta capitalista del suelo”. En: El Capital. FCE, México, 1984.
*Rincón, Análida: Racionalidades normativas y apropiación del territorio urba-
no. En: Revista. Economía, Sociedad y Territorio, N° 20. Toluca, México, 2006.
*Parias, Adriana: Mercados informales del suelo y estrategias residenciales de los sectores populares en Bogotá. IEU, Universidad Nacional de Colombia.
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A I C Σigma #11
Liliana Carolina Sánchez Castro
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REFLEXIÓN
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La modernidad se ha empezado a concebir como objeto de estudio desde el momento mismo en que se han empezado a advertir sus efectos. Uso el pretérito perfecto compuesto, no con ánimos estilísticos, sino con la intención de mostrar que estos efectos no empiezan a aparecer en un momento determinado ni la reflexión se centra en ellos a partir de ese mismo instante, sino que son el producto de largos procesos. Este tipo particular de efectos son los que el sociólogo alemán Ulrich Beck denunciaba en su libro La sociedad del riesgo1; se caracterizan por ser silenciosos, latentes y, una vez advertida su presencia, difícilmente se pueden corregir o eliminar. Beck puso de presente otra de las características de estos efectos de la modernidad, y es que sus efectos nocivos son producidos y potenciados por la modernidad misma, es decir, aparentemente no podemos escapar a ellos. Ciertamente Beck pensaba en efectos nocivos o ‘riesgos’ que para todos nosotros han sido fenómenos cuyo protagonismo ha ido creciendo en las últimas décadas. Me refiero a hechos como el calentamiento global, la posibilidad de un ataque nuclear o la presencia de venenos en nuestras comidas. Pero, así como riesgos de esta naturaleza están presentes en el mundo que nos rodea, hay riesgos que acechan desde la inmediatez de las comunidades en que vivimos, desde las relaciones que tenemos con nuestros seres queridos o desde nuestro mismo interior. En efecto, entre las consecuencias perversas de la modernidad, se encuentran las grandes tribulaciones a las que se ve sometido nuestro yo interior en una sociedad cada vez más fragmentada, menos tradicional y más global. Entre los enemigos más silenciosos y más peligrosos, justamente, se encuentra el más familiar: el mismo yo. En el presente texto quiero examinar la tesis según la cual, entre los riesgos producidos por la modernidad, las consecuencias psicológicas tienen un papel protagónico. Para esto me serviré de los estudios sociológicos que han hecho sobre la modernidad autores como Ulrich Beck y Anthony Giddens, partiendo de una explicación epistemológica básica. Lo que quiero argumentar es que la sociedad moderna o post-tradicional es un ambiente propicio para que se deba revisar un paradigma de conocimiento tradicional que se enfoca en la recepción que hace el hombre del mundo que lo rodea, dando lugar a una explicación que involucre la manera como los cambios en la sociedad modifican la relación entre el hombre y su entorno. Es importante aclarar que la pretensión de este texto no es hacer un ensayo sobre epistemología strictu sensu, sino más bien sobre cómo un cierto estatus o tipo de conocimiento tiene unas consecuencias psicológicas, sociales e institucionales en estas sociedades de riesgo o post-tradicionales.
1 Me serviré de la noción de ‘sociedad del riesgo’ de Ulrich Beck a la par con el de ‘sociedad post-tradicional’ de Anthony Giddens procurando establecer un puente entre los riesgos (“externos”) a escala global y las tribulaciones psicológicas (“internas”) a escala personal producidos por la modernidad.
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La pregunta por el conocimiento
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Una de las grandes preguntas que ha estado presente a lo largo de la historia del pensamiento filosófico tiene que ver con el hombre y su relación con el mundo que lo rodea: ¿qué es el conocimiento? ¿Cómo conocemos? Estas cuestiones, lejos de haber obtenido respuestas precisas, han sido las directrices del quehacer investigativo de muchas ciencias sociales. La respuesta a la primera pregunta ‘¿qué es el conocimiento?’ puede estar, de hecho, escondida en el segundo interrogante ‘¿cómo conocemos?’ La manera en que adquirimos el conocimiento que podemos lograr sobre el mundo que nos rodea, en buena parte, es la cuestión que se disputa. Aristóteles, en el libro de la Metafísica, había constatado que en el complejo proceso del conocimiento, la experiencia parece ser el tipo de conocimiento más básico y placentero2, y que a partir de aquí la relación del hombre con el mundo podía ir siendo complejizada por medio de abstracciones hasta la producción de ciencia. Sin pretender defender este modelo epistemológico como el mejor o más acertado, me serviré de la descripción de la experiencia como el tipo más básico de conocimiento. Siendo esto así, la respuesta a ‘¿cómo conocemos?’ podría estar en la experiencia: conocemos gracias, en principio, a los datos que nos provee la experiencia que tenemos del mundo que nos rodea, y en conformidad con la misma elaboramos juicios que tienen pretensiones de verdad. Pero la cuestión no es tan simple como que nuestro conocimiento sobre el mundo circundante parte de experiencias sensoriales que tenemos del mismo. De hecho, la Antigüedad misma también había dado cuenta de un tipo particular de experiencia que no era obtenida de primera mano por el sujeto, sino que era experimentada por otro o a través de la experiencia de alguna cosa que era signo de ella. En las Hipotiposis Pirrónicas, Sexto Empírico dedica unos capítulos a tratar el asunto del signo, como la posibilidad de que cosas no manifiestas lleguen a ser comprendidas por nosotros a través de signos indicativos o evocativos de las mismas3. El problema, a grandes rasgos, sería explicar cómo puede alguien generar conocimiento fiable acerca del mundo basándose en una experiencia ajena, pues, en últimas, parecería que la respuesta a ‘¿cómo conozco?’ se reduciría a afirmar que alguien realmente ha tenido esta experiencia (Ayer 1962 85). La legitimidad de esta transferencia de experiencias en la construcción del conocimiento tendría que ver, entonces, con la manera como se tuvo el contacto con la experiencia ajena y, así, es muy fácil ver cómo el escéptico dudaría de que haya posibilidad real de hablar de un conocimiento confiable en este caso, pues se cuestiona, entre otras cosas, qué clase de confianza puede desarrollar el sujeto experimentante a partir de una experiencia que ha sido mediada.
2 Aristoteles, Metaphysica A, 980b 28. 3 Sextus Empiricus, Phyrrhoniae Hypotyposes, 97-133.
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La experiencia mediada
¿Por qué la percepción sensorial es privilegiada por nosotros? No es raro escuchar a muchas personas que, al escuchar un relato o una descripción de alguna cosa, siempre preferirán verla con ‘sus propios ojos’. Lo que hace tan especial a la experiencia de primera mano es la seguridad que produce en el sujeto experimentante: incluso en el caso de las ilusiones o las alucinaciones (que son fenómenos comunes), quienes reportan haber percibido una determinada cosa o fenómeno se sienten seguros de su experiencia y pueden defenderla como verdadera. De hecho, nadie puede cuestionar que, en efecto, el experimentante haya percibido algo; lo que se puede cuestionar es el ‘algo’ mismo. Esta seguridad del sujeto experimentante es lo que se conoce con el nombre de ‘seguridad ontológica’4. El concepto, sin embargo, no es tan simple. La seguridad ontológica, si bien puede tener origen en las experiencias sensoriales que un niño acumula durante su infancia5, no sólo cubre un plano de lo físico. Los fenómenos de los que puede estar segura una persona pueden ser lejanos o, incluso, imperceptibles. Por ejemplo, la seguridad que se tiene sobre la existencia de un dios en una religión particular6, de un riesgo ambiental o una crisis económica7. La seguridad ontológica, entonces, puede ser un constructo que se crea a partir de una experiencia mediada, que se define como “la intervención en la experiencia sensorial humana de influencias distantes en el espacio y el tiempo” (Giddens 1997 294). El ejemplo más notorio de una experiencia mediada, que además nos provee de seguridad ontológica, y que es la base de numerosos de nuestros conocimientos sobre el mundo que nos rodea es el lenguaje. De hecho, sin mediación del lenguaje sería imposible la educación. Pero, así como su importancia salta a la vista, también es reconocido que por medio del lenguaje se puede viciar nuestra concepción del mundo, es decir, gracias al lenguaje se 4 Giddens define el concepto en su glosario de la siguiente manera: “Seguridad ontológica: sentimiento de continuidad y orden en los sucesos, incluidos aquellos que no caen directamente dentro del entorno perceptivo del individuo” (Giddens 1997 295). 5 Es importante anotar que la ‘seguridad ontológica’ es un concepto que se sirve del de ‘confianza básica’ que se consolida a partir de la experiencia temprana de un niño y que se define como la “confianza en la continuidad de los demás y en el mundo de los objetos” (Giddens 1997 293). 6 La seguridad ontológica ‘religiosa’ (si se me permite) a veces se encuentra reforzada por la creencia firme en la manifestación de entidades sobrenaturales en el mundo físico, visiones, mensajes, etc. La historia de las religiones está plagada de referencias a experiencias de esta naturaleza. Voy a asumir que estos fenómenos pueden entrar dentro de lo que se denomina ‘experiencia’ sólo para efectos prácticos, pues no me interesa el estatus de las alucinaciones. Por lo pronto me sirvo de ellas porque para las personas que las experimentan son aceptadas como realidades. 7 Me sirvo de la definición que hace Beck de los riesgos como que “causan daños sistemáticos y a menudo irreversibles, suelen permanecer invisibles, se basan en interpretaciones causales, por lo que sólo se establecen en el saber (científico o anticientífico) de ellos, y en el saber pueden ser transformados, ampliados o reducidos, dramatizados o minimizados, por lo que están abiertos en una medida especial a los procesos sociales de definición” (Beck 2002 28).
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imponen ciertas maneras de interpretar la realidad8, que incluso en este tipo de sociedades se vuelven contradictorias y difíciles de asimilar. El mundo se nos presenta, gracias a los múltiples discursos que vienen a constituir experiencias mediadas, como en un efecto collage9. La mediación de los medios, los discursos de los expertos y demás sistemas abstractos, en últimas, son los que influyen en la manera como las personas perciben el mundo que les rodea. Estas influencias, en muchas ocasiones se presentan respaldados por instituciones que tienen reconocimiento y legitimidad en las sociedades. La seguridad ontológica queda, entonces, respaldada por estos constructos institucionales y sistemas abstractos.
La experiencia secuestrada
En el capítulo 5 de su libro Modernidad e identidad del yo, Anthony Giddens se concentra, a mi modo de ver, en exponer cómo el paradigma de ‘conocimiento’ se transforma en un sistema referencial: la naturaleza, por ejemplo, más que objeto de conocimiento resulta subordinada a los propósitos del hombre que tienen como fin la colonización del futuro, se convierte en un entorno creado o se separa del universo de la actividad social. Este fenómeno es propiciado, sobre todo, por el papel de las instituciones que tienen como objetivo el control de diferentes aspectos de la vida humana. Esta situación, para mí, se puede acompañar de la presentada por Ulrich Beck en el capítulo 2 de La sociedad del riesgo, titulado “Teoría política del conocimiento en la sociedad del riesgo”. Así, se habla de la ‘experiencia secuestrada’10. Para Giddens hay una serie de eventos de la vida humana que le son arrebatadas al individuo común por parte de las instituciones: la locura, la criminalidad, la enfermedad y la muerte, la sexualidad y la naturaleza (Giddens 1997 199). De esta manera el control institucional se ejerce sobre aspectos de la vida humana que pueden llevar al individuo a crisis existenciales y dilemas morales. Pero además, también tiene que ver con la idea de que el ámbito social es transformable y no simplemente dado; es, en últimas, controlable y separable del natural. Giddens nos muestra con ejemplos cómo ocurre este proceso. En el caso de la locura, la criminalidad y la enfermedad, las instituciones toman el control 8 Beck se refiere al poder de la mediación del lenguaje en la percepción de los peligros, y cómo la constatación de los mismos están mediados por discursos expertos y procesos sociales de definición: “Mientras que los ingresos, la educación, etc., son para el individuo bienes consumibles, experimentables, la existencia y el reparto de peligros y riesgos siempre están mediadas argumentativamente. A menudo, lo que perjudica a la salud y destruye la naturaleza no lo puede conocer la propia sensación, los propios ojos, e incluso allí donde aparentemente está a la luz del día la construcción social le hace necesitar para su constatación «objetiva» del juicio del experto” (Beck 2002 33). 9 Giddens define el efecto collage como la “yuxtaposición de componentes heterogéneos de conocimiento o información en un texto o en un formato de comunicación electrónica” (Giddens 1997 294). 10 El secuestro de la experiencia es la “separación de la vida cotidiana del contacto con experiencias que plantean cuestiones existenciales potencialmente perturbadoras” (Giddens 1997 295).
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de estos individuos que ‘no pueden valerse por sí mismos’ y los confinan con el ánimo de ejercer en ellos algún tipo de corrección. Las instituciones carcelarias y hospitalarias se convierten así en lugares de dominio científico y tecnológico, y el manejo de estas condiciones humanas se vuelve, más que un fenómeno de la vida cotidiana, un asunto que precisa manejo experto. La experiencia de estos fenómenos, entonces, resulta un asunto de competencia técnica y de ‘seguridad social’. Dado que, desafortunadamente, la locura, la enfermedad y la criminalidad son riesgos que están a la orden del día, es necesario que haya instituciones especializadas en el tratamiento de estos peligros que, en últimas, gracias a la aparición y funciones de ocultamiento de las instituciones, preservan el sentimiento de seguridad y confianza del individuo en la sociedad moderna, es decir, complementan la labor de la coraza protectora11 psicológica que todos los individuos, en principio, deben desarrollar. El secuestro de la experiencia tiene como objeto, entonces, evitar que el individuo se encuentre con cierto tipo de situaciones que podrían suponer una crisis existencial o un dilema moral. En esa medida, la sociedad moderna en su afán de control entrega el manejo de estas situaciones a instituciones en las que se tratarán, y se procurará corregir, aquellas conductas ‘desviadas’ que resultan contraproducentes para el normal desarrollo de la vida cotidiana, pues “el desarrollo de entornos relativamente seguros en la vida cotidiana tiene una importancia fundamental para mantener el sentimiento de seguridad ontológica” (Giddens 1997 212). El riesgo de ser presa de alguna de estas situaciones en la vida es muy alto: “el hecho de que el comportamiento humano está fuertemente influido por la experiencia, de igual modo que lo están las capacidades calculatorias que los agentes humanos poseen, significa que todos los individuos podrían (en principio) verse asaltados por angustias relacionadas con riesgos producidos a causa de las contingencias de la vida” (Giddens 1996 48). Por un lado podría tener que ver con que una de las consecuencias perversas de la modernidad es, justamente, la progresiva eliminación de un entorno natural y de una relación entre el individuo del mundo que lo rodea. Lo que se ofrece a cambio es un entorno creado, que además controla las experiencias que tiene el individuo con situaciones propias de la condición humana. El riesgo, como ya se había dicho, es un producto de la modernidad. Tenemos un conocimiento sobre el riesgo (mediado por las instituciones que se encargan de su tratamiento), pero nuestro conocimiento sobre el mismo dista mucho de originarse por medio de alguna experiencia; ni siquiera el sentimiento de seguridad que podrían crear las instituciones descansa en algún tipo de contacto de primera mano. El contacto que se tiene sobre estos ries11 La coraza protectora (cocoon) es la “protección defensiva que impide la invasión de posibles peligros procedentes del mundo exterior y que tiene su fundamento psicológico en la confianza básica” (Giddens 1997 293); “La confianza, en este sentido, es básica para un «cocoon» protector, que defiende al sí-mismo en sus contactos con la realidad cotidiana. Ella aísla los potenciales acontecimientos que de ser contemplados en toda su magnitud, producirían una parálisis de la voluntad o vivencias de abatimiento” (Giddens 1996 36).
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gos está mediado, justamente, por sistemas expertos que han pasado por procesos de legitimación social y, por eso, son fuente de confianza; incluso, podríamos decir que el contacto con estos peligros es presa del secuestro institucional y esto es lo que permite el dominio de los discursos de los sistemas expertos y la politización de los riesgos. De hecho, en cuestiones como el riesgo, la modernidad transforma todo tipo de conocimiento a la forma de hipótesis (Giddens 1996 35). Beck denuncia que en estas sociedades del riesgo los individuos dependen del conocimiento ajeno sobre los peligros que acechan: “los afectados serán incompetentes en cuestiones de su propia afectación. Ellos pierden una parte esencial de su soberanía cognitiva. Lo amenazante, lo hostil, lo perjudicial acecha por todas partes; pero el que sea hostil o amistoso se sustrae a la propia capacidad de juicio, queda confinado a las aceptaciones, los métodos y controversias de productores ajenos de conocimiento” (Beck 2002 75). La idea es que el conocimiento que se pide tener, las experiencias de las cuales se busca recuperar el control que ha sido monopolizado por las instituciones y los sistemas de expertos, se encuentra en una especie de burocracia del conocimiento; las personas se ven envueltas en procesos contradictorios e infinitos en la búsqueda del conocimiento de los peligros que los acechan. Pero aún así, en una sociedad en donde los ámbitos de lo público y lo privado son, por un lado, cada vez más diferenciables, pero, por otro, cada vez más vulnerables de la influencia de uno en el otro; lo que ocurra con el individuo en el plano privado tiene relevancia directa en el plano público, y el plano público es el que define lo inherente al privado. Esta lógica también aplica para lo que tiene que ver con el conocimiento. Giddens nos relaciona este fenómeno con sus consecuencias psicológicas: el reemplazo del sentimiento de ‘culpa’ por el de ‘vergüenza’. Dado que, en buena medida, el control por parte de las instituciones estatales y el ámbito de lo público sobre la intimidad es una característica de las sociedad postradicional de la que nos habla Giddens, cambia también la manera de evaluar ciertas situaciones de la vida cotidiana. La culpa es producto de una transgresión moral; la vergüenza, en cambio concierne a formas específicas de conducta y conocimiento (Giddens 1997 196). Las formas particulares de conocimiento y de conducta que se encuentran involucradas en la vergüenza como respuesta a ciertas situaciones tienen que ver, por un lado, con la consolidación de la identidad en la sociedad moderna y, por el otro, con el tipo de relación que se establece entre el individuo y el entorno que lo rodea. Exploremos estas dos situaciones. La modernidad y su afán de control se podría analizar a partir de la injerencia de las instituciones en los mecanismos de cohesión social y en los procesos de construcción de la identidad del yo. Los sistemas abstractos llegan a coordinar ámbitos de la vida cotidiana y a secuestrar la experiencia de situaciones que resultan riesgosas para el individuo en sociedad (pues se consideran conductas desviadas) y para el individuo en relación consigo mismo (pues estas situaciones resultan vergonzosas). El Estado, y su manifestación institucional, influyen en la conducta diaria creando el ambiente en el que se
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desenvuelve el individuo y controlando el conocimiento que tiene del mundo que lo rodea. Dada esta reordenación entre los ámbitos público y privado, y el papel protagónico que resulta tener el ámbito público en el privado, predomina la vergüenza como reacción ante situaciones particulares que afectan la estabilidad de un orden esperado por la sociedad moderna. La vergüenza es una falta de confianza en el yo y en el medio social inmediato. La razón a la que esto puede obedecer probablemente tenga que ver con que “el individuo no vive ya primordialmente por preceptos extrínsecos sino por la organización refleja del yo” (Giddens 1997 196). Si bien en la sociedad moderna temprana renunció al deseo y a ciertas tendencias humanas endémicas en aras de la seguridad común por medio de mecanismos represivos como la culpa, el fenómeno actual tiene que ver más con un empobrecimiento moral que es consecuencia de la restricción que tiene el individuo a tener cierto tipo de experiencias. Las experiencias que resultan secuestradas parece que realmente son indispensables en la construcción de una identidad e individualidad fuertes: el hecho de que se encuentren excluidas tiene consecuencias prácticas y psicológicas en la manera de asumir el proyecto de vida e, incluso, de hacer frente a situaciones emocionalmente perturbadoras. La modernidad reemplaza, entonces, mecanismos de supervivencia y control emocionales que precisan de una base ontológica importante por el recurso a los sistemas expertos. Se crea, así, una dependencia vital en sistemas abstractos: un ejemplo de este reemplazo sería la psicoterapia. La psicoterapia sería el reemplazo proporcionado por sistemas expertos de los mecanismos de defensa y confianza individuales. La razón por la que se reemplazan es que al haber un secuestro de ciertas experiencias, la seguridad ontológica sobre la que descansa la identidad personal se debe trasladar en la confianza en sistemas abstractos.
*** Pero, ¿es una salida a ciertos riesgos psicológicos o sociales resultantes de la modernidad cambiar el control sobre el conocimiento y la experiencia? Aparentemente la propuesta va en esa dirección. La pregunta que habría que hacernos es: ¿no nos proporciona más seguridad tener vetado el acceso a experiencias que resultarían traumáticas o dolorosas? O, justamente ¿hace falta un entrenamiento psicológico que permita consolidar una confianza tal como para no generar una dependencia en las instituciones que lideran el control estatal sobre ciertos aspectos de la vida cotidiana? Aparentemente los mecanismos de defensa psicológicos descansan sobre la noción de confianza. Si esto es así, la mejor manera de reforzar la confianza podría ser propiciando la experiencia de primera o segunda mano; en todo caso, lo que habría que buscar es eliminar el control estatal sobre las experiencias que resultan secuestradas. Lo que se seguiría, entonces, es que el individuo podría eliminar las posibilidades del surgimiento de sentimientos
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de vergüenza. Es decir, por medio de una “reapropiación” o “readquisición de conocimientos y destrezas” los individuos podrían construir de una manera más sólida su proyecto del yo, y así, podrían hacer frente a las situaciones de la vida que pueden ser perturbadoras (Giddens 1996 40). Esta posibilidad es, ciertamente, más que una política o proyecto de vida, un proyecto emancipatorio. Las instituciones proveen una cierta seguridad de la que, en este orden de ideas, habría que liberarse. Un proyecto emancipatorio de este tipo implica muchas cosas. En primer lugar, el sujeto estaría buscando, más que realizar ‘actos de fe’ partiendo de una experiencia mediada, un reestablecimiento de las relaciones entre él mismo y el mundo que lo rodea; es decir, una reconfiguración de su experiencia. En segundo lugar, éste individuo debe aceptar que las circunstancias moralmente perturbadoras estarían de nuevo a la orden del día, y que su trato con las mismas no debería, en principio, estar mediado por instituciones o sistemas expertos. En tercer lugar, habría que repotenciar la creatividad a la hora de actuar y pensar (Giddens 1996 49) con el fin de hacer frente a situaciones para las que no se tiene un entrenamiento ni psicológico ni práctico. Por poner algunos ejemplos, situaciones como las muertes familiares, las enfermedades o los partos vendrían a hacer parte de el tipo de cosas que los individuos deben estar dispuestos a asumir (con la responsabilidad que acarrea no acudir a un sistema experto12). La pregunta es si en las circunstancias en las que nos encontramos, y dada la cantidad de compromisos que exige la vida en una sociedad de riesgo o post-tradicional, estamos dispuestos a llevar a cabo una política emancipatoria con respecto al control del conocimiento y la experiencia.
12 La responsabilidad a la que me refiero tiene que ver con la ‘criminalización’ de ciertas prácticas que pueden evaluarse como ‘irresponsables’ por parte del resto de la comunidad. En muchos casos se ha considerado que la renuncia a la medicina tradicional, la desconfianza en las vacunas o la atención de partos en los que resulta alguna complicación son conductas que pueden ser penalizables, mucho más cuando de éstas se sigue una muerte. El argumento es que usted no debería ser negligente y hacerse cargo de una situación para la cual hay expertos entrenados y con el conocimiento adecuado.
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BIBLIOGRAFÍA
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a l r o p o t c i fl n o C El
A R R E I T a l R y E J U L M URA R maro* Carolina Carvajal Cástro / Fernando Pérez Quiroz
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INFORME DE INVESTIGACIÓN
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El Conflicto por la Tierra y la Mujer Rural en Guáimaro
Introducción
Tierra y violencia se han configurado como dos elementos esenciales para entender la historia política y social en Colombia. Particularmente, en nuestra historia reciente, el paramilitarismo se ha establecido como parte fundamental del sistema de tenencia de la tierra, dado que ha impuesto lógicas donde se configuran prácticas no económicas como medios que propician la rápida y extensiva acumulación, que necesaria y principalmente deriva en el despojo y la expropiación de las tierras de las y los campesinos. Evidentemente, un fenómeno que cada día se hacía más extenso en la práctica y más “popular” en los medios, no dio espera al asalto de múltiples reflexiones académicas e institucionales que, en gran cuantía, han contribuido con el grueso de las explicaciones causales y estructurales de dicho fenómeno. A pesar de que hoy son miles las páginas que se ocupan de este asunto, aún falta ahondar mucho más en los elementos que se construyen desde las comunidades a quienes, lamentablemente, les ha correspondido hacerle el duelo a todos los sucesos que se despliegan a partir de décadas de conflicto interno, y aun más, en la Historia y en las historias que, cimentadas en profundos sentimientos de dolor y superación, intentan dar curso a acciones reivindicativas que les permitan ir reedificando su violentado tejido social. Desde esta perspectiva, son de rescatar las investigaciones que, como esta, intentan acercarse a esa historia soterrada de las comunidades abatidas y dolientes, intentando justificar el uso de la memoria colectiva como una herramienta valiosa a la hora de retratar la historia aún no contada. La inclusión de la oralidad no busca sólo una ampliación del abanico de fuentes utilizadas, sino una reivindicación de la memoria y un triunfo sobre el silencio que ha marginado a muchas y muchos sujetos sociales. Es así, como en este breve escrito intentaremos abordar someramente algunos de los resultados que la investigación ha decantado en una de las regiones involucradas, haciendo énfasis en un elemento fundamental que trianguló la exploración: la mujer rural.
Contextualización
Guáimaro1, una pequeña población habitada por hombres y mujeres de extracción esencialmente campesina, se encuentra ubicada en la rivera del río Magdalena, cuya población aproximada de 3.800 habitantes, trabajaba y vivía sobre la base del cultivo del tomate. Siendo un corregimiento humilde, tradicional, laborioso y próspero, se vio un día inmerso en un conflicto armado que los obligó a pagar con sus vidas y fuentes de trabajo el precio de un enfrentamiento que ni siquiera les pertenecía.2 1 Corregimiento que hace parte de la jurisdicción del municipio de Salamina en el departamento del Magdalena. 2 En su libro, Guerreros y campesinos. El despojo de la tierra en Colombia (2009), Alejandro reyes sustenta que el campesinado, inmerso en un conflicto del que no toma parte, es el único perdedor de la guerra por la tierra, la ocupación y el dominio del territorio en Colombia.
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El inolvidable agosto del 97, es establecido por las y los pobladores como la fecha en la cual arremeten las primeras estructuras paramilitares que se identificaron como Autodefensas de Córdoba y Uraba, pertenecientes al Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia, al mando de Rodrigo Tovar Pupo, alias “Jorge 40”, desde ese entonces, se da inicio a un complejo proceso que dejaría como resultado el desplazamiento del pueblo junto con el consecuente despojo de sus tierras y la posterior organización de la población en búsqueda de reivindicaciones concretas; hechos que son hoy merecedores y sujetos de análisis.
Estructura de la tenencia de la tierra
El concepto de estructura agraria ha sido fundamental en la definición del universo rural y agrario como objeto de estudio de las ciencias sociales. Esto ha sido así, especialmente porque la mayor parte de los conflictos agrarios se insertan en el tipo de relacionamiento social que se establece entre los elementos que componen la estructura agraria, cuya identidad fundamental es la tenencia de la tierra3. Sin temor al equivoco, se puede afirmar que el concepto de “tenencia de tierra” trasciende los datos meramente cuantitativos, dado que, siendo ésta la fuente principal de acumulación capitalista,4 entra a determinar relaciones económico-sociales fundamentales: [1] el grado en que los grupos sociales y las personas tienen acceso a la riqueza, [2] las relaciones de propiedad y uso del suelo y [3] las relaciones entre tierra, trabajo, salarios e inversiones de capital. En términos generales, cabe señalar que cuando se habla de estructura de la tenencia de la tierra, se está haciendo referencia a las relaciones sociales de producción, precepto que no sólo nos remite a un clásico enunciado desde la perspectiva económica, sino que también da cuenta de las relaciones de poder y dominación que se entretejen en el mundo social, lo que nos permite sospechar del complejo problema que se deriva de la gran propiedad; siendo la tierra más que un factor productivo esencial, en Colombia se ha configurado como una fuente de dominio político y económico, condición que propicia un acceso desigual por parte del campesinado. Sin duda alguna, los actores armados en Colombia hicieron una lectura clara de este paradigma, lo que de por sí implicó “un cambio significativo en el accionar de los grupos armados que se relaciona con el paso de las luchas por la tierra a las luchas por el territorio…” (Cubides 1999, 161). Este nuevo estado de cosas permite entender por qué en las explicaciones contemporáneas del sistema de tenencia de tierra es esencial la pregunta por el paramilitarismo. Así la política cede su lugar a la fuerza y el Estado actúa como uno entre otros poderes armados sobre la población. (Reyes 2009, 55) 3 Dentro de los autores latinoamericanos que más aportes hicieron a la definición de estructura agraria, destaca Antonio García, quien, recorriendo una nítida maduración conceptual entre sus obras del 67 al 82, nunca pierde de vista el elemento sistema de tenencia. 4 En el sistema de producción, la tierra juega un papel fundamental como instrumento de acumulación en tanto produce una renta que genera una plusvalía del suelo.
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Particularmente en este caso encontramos no sólo que “la estructura de la propiedad de la tierra es muy antigua y predomina el latifundio extensivo, con un campesinado ubicado en tierras marginales” (Reyes 2009, 190) sino que además dicha condición de acumulación está asociada a un carácter fundamentalmente especulativo, donde la riqueza provendrá del remanente llano que deja la renta de la tierra y no de su producción directa.
Del desarraigo al retorno
Este proceso de desplazamiento y despojo, como se ha denotado, tiene lugar en un concreto escenario rural que se encuentra abiertamente permeado por una inequidad manifiesta en la distribución de la tierra; clara expresión de una tendencia histórica resultado del marcado fracaso de reforma agraria. Como muchas otras, esta abatida comunidad encuentra condiciones de precariedad de recursos e imposibilidad de ocupación y, en general, una baja probabilidad de inserción social en los lugares foco de su forzoso arribo, no sólo por cargar con el estigma del desplazado sino porque nunca recibió una ayuda integral proveniente del gobierno; esta carencia de atención no se debe en su totalidad a la ya comprobada falta de capacidad institucional para atender este flagelo, sino que descansa sobre el temor de las victimas por denunciar. Con el paso del tiempo, y una vez exacerbada, la situación de muchos de los miembros desplazados de esta comunidad se hace insostenible. Es por ello que poco a poco, y no sin experimentar un profundo temor, se fue dando paso a un proceso de cauteloso retorno que luego se tornaría masivo. Para fortuna de los pobladores, coincidió con una menguada ocupación territorial y actividad militar, concomitante a la desmovilización del Bloque Norte y Central Bolívar en 2006, enmarcada en la debatida Ley de Justicia y Paz. A pesar de que esta comunidad logra retornar a sus respectivos hogares, no debe caerse en el equivoco de pensar que estando allí es más fácil empezar de nuevo: por definición, un desplazado queda pobre, sin tierra y, al parecer, carente de instituciones que lo respalden. Características todas que se evidencian para las guaimareras y los guaimareros, con la particularidad de que ellas y ellos emprenderían un camino que los llevaría mucho más allá de la simple victimización, vislumbrando el paso hacia la restitución de sus derechos, poniendo como bandera fundamental el del acceso a la tierra. A pesar de las dificultades, se creía que volver era el primer paso para recuperar lo perdido, pero con lo que se encontrarían las y los pobladores era un panorama que persistía en hacer de ellos nada más que mujeres y hombres invisibilizados. Ya estando en el pueblo, los recién llegados se encontrarían con la noticia de la expropiación de Villa Denis, un predio que por poco supera las 400 hectáreas y cuya historia reciente documentaba la ocupación de por lo menos tres generaciones de narcotraficantes.
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De acuerdo con la ordenanza legal y las intenciones gubernamentales, todo predio susceptible a extinción de dominio por causas referidas al narcotráfico, luego de los requeridos procedimientos institucionales, pasaría a manos del desposeído campesinado y con prelación al que ha caído en procesos de desplazamiento; esta cuestión alentaba en primera medida a la comunidad, quien después de años de abandono estatal lo menos que esperaba era algún reconocimiento por parte de las autoridades locales que le permitieran hacerse a un aliciente que en gran medida paleara algunas consecuencias derivadas de toda su situación. Contrario a todo pronóstico, lo que se dio fue un nuevo atropello que ahora no venía de los grupos al margen de la ley sino del vicio institucional mismo. “…la otra fue que nosotros cuando ya estamos en Ponedera que retornamos al pueblo, se declararon las tierras estas de Villa Denis en extinción de dominio que eran de un narcotraficante que lo apodaban “Caracol”… cuando nosotros tenemos más o menos un mes de estar aquí supimos la noticia: “no, ¡que entregaron las tierras, que entregaron las tierras!!” El señor alcalde no se acordó de que aquí habían campesinos que habían sido despojados de esos playones, ignoró que aquí había un campesino, entonces ¿qué hizo?, buscó la gente como a su modo de lugar y metió 27 personas donde ni siquiera fueron campesinos ni son desplazados… nosotros al ver que pasaron los tres años, nosotros aquí en el pueblo con una miserableza de hambre y de todo y siempre nos convocábamos nosotros mismos: “¿Qué pensamos compañeros, nos vamos a dejar morir de hambre? Compañeros aquí la única solución es vamos a meternos en esas tierras que están allí, que eso, esto y esto…”5 Frente a todo este escenario que los coloca de nuevo en una situación de desolación y marginación absurda, no habrá otro camino que el de la organización campesina reivindicativa, enfilada a concretar el derecho a la tierra. Así pues, empiezan a emerger las primeras inquietudes organizativas, tendientes, en primer lugar, a un reconocimiento de victimización de la comunidad por parte de instituciones de orden nacional, no sólo para engrosar las estadísticas del desplazamiento y percibir sus posibles subsidios monetarios, sino para trascender estratégicamente a un ámbito de lucha política. Desde esta perspectiva vale señalar que, como sujetos sociales enmarcados en un campo de lucha y sometidos a una posición de dominación, la comunidad recurre a una estrategia de conversión donde una desventaja manifiesta pasa a ser un medio favorable que permite hacerse a una mejor condición, algo que en el terreno jurídico dejara vislumbrar el sendero hacia la consecución de la tierra. 5 Pérez, F. Carvajal, C. (2009, diciembre) [Entrevista con Euclides Navarro, presidente de la Asociación de Campesinos de Guáimaro, Magdalena]
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Junto con la idea clara de la necesidad de reconocimiento institucional, se entremezclan las acciones de hecho por parte de la comunidad; esto, dado el antecedente de que no se puede esperar ni confiar en la total idoneidad gubernamental. Así la gente termina por sacar el ganado con el que los testaferros habían ocupado el terreno y se proponen, con la demanda de un uso socialmente adecuado del suelo y que responda a las necesidades de la población, tomarse la tierra, trabajarla, culturizarla y asentar la economía campesina como bastión definitorio de su identidad. Es así, como finalmente este pequeño poblado, que ya no piensa en los azotes del pasado sino que pone su mirada en el futuro promisorio que les da la toma de su “Tierra Prometida”, empieza a protagonizar un interesante proceso organizativo donde se intentan superar viejas trabas que impedían a las mujeres participar activamente en cualquier tipo de movimiento; para este caso concreto se perfilan como un apoyo a la consolidación de un movimiento campesino generalizado y enmarcado en dinámicas comunitarias e identitarias.
LA MUJER RURAL EN UN CONTEXTO DE VIOLENCIA “Bueno, esta canción la hice para el grupo de mujeres campesinas Echadas Pa’ Lante, porque como ustedes pueden ver, nosotras, campesinas hemos sido azotadas tanto como por la violencia, y ahora por el maltrato de la tierra que estamos viviendo, y esta es una composición que yo hice porque quiero que todas las campesinas que la escuchen sientan que sí se puede luchar… y es de mi autoría y es para que todas las mujeres campesinas seamos echadas pa’ adelante y luchen por su región, por su pueblo… y dice así: “Soy campesina y por mi pueblo voy a luchar, Y mis derechos como mujer voy a reclamar. Soy colombiana, es un orgullo de ser de acá, Por eso quiero que a mis hermanos y a mi Colombia llegue la paz. Soy campesina, echa pa’ lante, soy colombiana Yo soy campesina…” 6 El salto cualitativo de esta organización campesina está representado, entre otras, por la ruptura sistemática del viejo andamiaje patriarcal que históricamente ha acentuado la estructura de exclusión y discriminación experimentada por las mujeres. Dicho inicio de superación puede verse reflejado en tres aspectos concretos: [1] la participación de la mujer en la vida pública, [2] la posibilidad de acceso a la tierra y [3] el auto y el reconocimiento de su comunidad como fichas claves de la economía campesina. 6 Pérez, F. Carvajal, C. (2009, diciembre) [Entrevista con Veris Vargas, vicepresidenta de la Asociación de Mujeres campesinas de Guáimaro. Canción “Soy campesina echa pa lante”]
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Participación en la vida pública “…primera vez en la vida que hay asociación de mujeres campesinas… aquí nunca se había dado, de hombres sí pero de mujeres nunca… como te digo, nosotras estábamos era siempre pa’ cocinar, lavar, trapiar… y atenderlos cuando ellos sí llegarán de sus reuniones…”7 La construcción social de los cuerpos derivó en la inscripción de la mujer al ámbito de lo privado, lo que significó la naturalización del desenvolvimiento de la mayoría de sus roles en el escenario doméstico. Si bien este precepto se ha ido superando en muchas esferas, aún sigue siendo una realidad marcada en el andamiaje del tradicional esquema rural colombiano. Del proceso organizativo que se adelanta en Guáimaro, es importante denotar que nos demuestra la superación sustentada de una doble condición de desestimación: como movimiento campesino establecido y activo que logra concretar acciones modificando, en un primer momento, algunas de las relaciones sociales productivas como lo es el acceso efectivo a la tierra y, por otro lado, rescatan y reconocen la importancia de las actividades que las mujeres ejecutan dentro de estos parámetros de acción organizativa; aunque hay que reconocer que aún no cuentan con independencia total de las “faenas” tradicionalmente varoniles, poco a poco se van tomando confianza y ahora son capaces de intervenir en espacios que antes eran de orbita exclusivamente masculina.8 Si bien no son independientes por lo menos ya no son invisibles y este es un gran paso si se mira el proceso en un contexto organizativo mucho más amplio. “…antes era… no teníamos derecho a nada… los hombres decían: “ !Que te tienes que quedar en la casa a cuidar los niños, a hacer los oficios y no tienes derecho a más na’! Hoy en día no… y ahora con la tierra prometida ¡menos! Ya no hombe, nada que ver… las mujeres nos estamos liberando al mismo que liberamos la tierra…”9
Acceso a la tierra
Los estudios que para América Latina y el Caribe han intentado relacionar el acceso a la propiedad de la tierra por parte de las mujeres, se encuentran con una situación generalizada la “exclusión de la mujer de todas las posiciones que signifiquen control directo de los medios de producción” (León 1987, 23), 7 Pérez, F. Carvajal, C. (2009, diciembre) [Entrevista con Maribel de la Rosa Lara, presidenta de la Asociación de Mujeres Campesinas de Guáimaro, Magdalena] 8 Ejemplo de ello es que en las asambleas de la organización, las mujeres hacen presencia y ya no están detrás de sus maridos, en muchos aspectos participan y sientan una posición como grupo. Aun cuando siempre es en respaldo de ellos, la posición que perciben tanto hombres como mujeres es en principio de igualdad. 9 Pérez, F. Carvajal, C. (2009, diciembre) [Entrevista con Maribel de la Rosa Lara, presidenta de la Asociación de Mujeres Campesinas de Guáimaro, Magdalena]
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además de una intrincada mediación en el ejercicio de los derechos de la mujer, principalmente por la parentela masculina. De acuerdo con Magdalena León (1987, 56), la tenencia de la tierra en usufructo, tal como se puede constatar en la práctica, está de hecho configurada a favor de los hombres, dado el reconocimiento social que se da a su rol de productores del cual evidentemente no gozan las mujeres; en vista de que la población femenina aparece en los registros oficiales como “ayudantes familiares no remunerados” se clasifican dentro del rango de población económicamente inactiva, “así la invisibilidad social del trabajo de la mujer, reproduce la desigualdad social vigente en los roles sexuales [y sexuados] que se confirma en la menor adjudicación de títulos de propiedad.” Bajo este panorama tan arraigado, gestar un cambio material sustancial es muy difícil, pero esta comunidad ha alcanzado algunos visos de avance. En el proceso de toma del predio se asignó igualmente a la Asociación de hombres y mujeres una porción de tierra para que la trabajaran; ellas nunca habían salido al campo a cultivar, pero ahora estaban cuidando con mucho esmero el primer cultivo de hortalizas que tenían. A esto, se añade la consideración y la decisión colectiva que aquellas mujeres que quedaron sin la presencia de un compañero tienen todo el derecho de recibir, trabajar y administrar la porción que se le asignaría a cada núcleo familiar. Sin duda alguna, esta era una situación absolutamente novedosa para las mujeres de aquella comunidad campesina.
Reconocimiento como engranaje de la Economía campesina
Dado que este es un proceso que implica un cambio de la auto percepción misma que tienen las mujeres sobre su importancia dentro de la dinámica productiva y doméstica, el avance puede estar medido desde un primer momento de sensibilización, donde reconocen cómo, desde sus prácticas cotidianas, aportan significativamente a su comunidad. Dentro de los muchos factores que se podrían mencionar, quisiéramos hacer énfasis en la apropiación que las mujeres han tenido con respecto de su rol de garantes de la seguridad alimentaria articulada con prácticas de soberanía. Dentro del proceso de trabajo de las mujeres, se reconoce la necesidad de retomar maneras de hacer anteriores. Recuerdan con nostalgia cómo antes de la violencia eran ellas quienes alistaban las semillas para los grandes cultivos de tomate, no había necesidad de comprarlas como ocurre ahora luego del retorno… “… mi marido me traía los baldados de tomates maduritos, yo les sacaba la semilla y las ponía a secar… eso sí que era bueno, porque las cosechas salían bonitas y limpiecitas… tú sabes uno de campesino no le mete tanto cosa, que químico que esto… nosotras como grupo queremos recuperar lo nuestro…” 10 10 Pérez, F. Carvajal, C. (2009, diciembre) [Entrevista con Maribel de la Rosa Lara, presidenta
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*** Lo interesante de concebir este caso particular es que no sólo se retrata un capítulo más de la violencia paramilitar, sino que se trasciende hasta una exploración donde la organización campesina, con procesos de movilización civil y empoderamiento, es capaz de ir vislumbrando una serie de estrategias que permiten iniciar procesos de resistencia que quebrantan el cerco de victimización y reclaman su lugar esencial al modificar sus relaciones primarias de socialización y producción enmarcados en la nueva forma de posesión y utilización de la tierra.
de la Asociación de Mujeres Campesinas de Guáimaro, Magdalena]
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El Conflicto por la Tierra y la Mujer Rural en Guáimaro
BIBLIOGRAFÍA
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Cristhian José Uribe cjuribem@unal.edu.co
Una metáfora social
CLASE:
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“La escuela es una metáfora de la sociedad” [Laurent Cantet, Director de: Entre les murs.]
Introducción
Laurent Cantet, en su más reciente film: “Entre les murs” [La clase], inmersa al espectador en el complejo microcosmos de un salón de clase parisino; la pretensión de este director de cine francés, no es elaborar un discurso determinista acerca de la institución escolar, sino captar escenas típicas dadas entre estudiantes y profesores dentro de una escuela específica. Para ello, escogió actores naturales, es decir, estudiantes y profesores reales que, sin limitarse al libreto de cine recrearon escenas de su cotidianidad en el aula. De ahí, que esta historia no sea lineal, sino más bien, un conglomerado de situaciones casi esporádicas y circunstanciales que traspasaban las disposiciones del guión cinematográfico. La idea original fue extraída del libro: La clase, del escritor François Bégaudeau, profesor de francés en la vida real, y quien además actuó como protagonista de dicho film: “Está claro que interpreto a un personaje, pero hay escenas que reivindico totalmente como profesor. Por ejemplo, la escena en la que Souleymane me pregunta si soy homosexual. La mayoría de los profesores cortarían una conversación así o, peor aún, le pondrían una falta al alumno. En cambio, disfruto mucho con momentos de este tipo porque puedo sacar partido de ellos y meterme con el arcaísmo del alumno.” (Mangeor, Entrevista a François Bégaudeau) A pesar de clasificarse como una película de ficción, hay en ella un diálogo permanente con la realidad, a tal punto que, muchas de sus escenas son comunes a las experiencias que pueden ocurrir en cualquier escuela del mundo: estudiantes de diferente extracción económica, diversidad racial, conflictos entre alumnos, profesores autoritarios, sistema de calificaciones y de sanciones, etc. Entre Les Murs resulta ser un interesante laboratorio sociológico, donde se pueden captar situaciones sobre multiculturalidad, relaciones de poder y dominación, conflictos sociales, igualdad o desigualdad, exclusión, etc.
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La frontera dicotómica entre realidad y ficción que alberga dicho filme, constituye uno de los principales intereses del presente ensayo; así pues, lo subsiguiente no pretende ser una crítica de cine, sino una reflexión sociológica acerca de las prácticas sociales al interior del aula de clase a la luz de la teoría de Pierre Bourdieu, quien realiza un interesante estudio sobre las prácticas culturales y el sistema educativo francés en: LOS HEREDEROS los estudiantes y la cultura, entre otros textos; y Anthony Giddens, cuya Teoría de la Estructuración sienta las bases para comprender las prácticas producidas y rutinizadas por los agentes sociales situados en el espacio-tiempo.
Algunas precisiones sobre Juventud y Escuela
La juventud es el tránsito entre la niñez y la edad adulta, lo que supone una moratoria en el curso del individuo, en su preparación cómo futuro ciudadano. Esta sencilla definición involucra dos elementos: la categoría social de juventud, y la función social de dicha moratoria. Frente a lo primero, podríamos afirmar que se trata de “un concepto vacío fuera de su contexto sociocultural” (Valenzuela, 1998: 38-45), es decir, está anclado a unas dinámicas socio-culturales situadas en el espacio-tiempo, lo que vuelve dicha categoría una construcción social, que además, es objeto de disputa por quienes intentan significar su vacuidad. Así pues, el significado que se le asigne posee un carácter performativo, que produce realidad y produce efectos sobre la subjetividad, las prácticas y las identidades de dichos sujetos. (Escobar, 2009: 104-117) De cualquier manera, el término juventud infiere diversidad y heterogeneidad, sea por su talante intersubjetivo o por las desigualdades de condiciones y oportunidades que subsisten entre los agentes que la conforman. La característica común que poseen todos aquellos que atraviesan esta etapa transitoria del hombre y la mujer, es sin duda alguna, la edad; los jóvenes son un grupo de individuos que han superado la infancia sin alcanzar la adultez, se trata de unos adultos “inmaduros” que todavía no están preparados para la vida. La edad funciona –entonces- como un atributo, por medio del cual se clasifica a un grupo de personas: Las clasificaciones por edad (y también por sexo, o claro, por clase…) vienen a ser siempre una forma de imponer límites, de producir un orden en el cual cada quien debe mantenerse, donde cada quien debe ocupar su lugar. (Bourdieu, 2002: 163-173) Estas divisiones son arbitrarias, y además, relativas a cada campo social; Bourdieu señala que cada campo tiene sus leyes especificas de envejecimiento, es decir, que la división entre generaciones es definida de manera disímil según las leyes propias del campo social, pero esta división es lo que permite diferenciar lo “viejo” de lo “nuevo”. Por otra parte, para éste autor existe una estrecha relación entre la edad social y la edad biológica: un joven pertene-
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ciente a la clase dominante posee más atributos de “la adultez” que los demás; por ejemplo: un sujeto que entra a ocupar un alto cargo administrativo, deja de lado aspectos juveniles como el cabello largo, los pantalones de jean, el lenguaje informal, etc. Esto nos conlleva a hablar del segundo elemento, la moratoria social: esa brecha entre la niñez y la adultez que se abre con la masificación de la instrucción pública, un estadio en que los adolescentes aplazan su inserción en el mundo laboral y retardan los compromisos de la vida adulta, es por ello que el joven se establece como un sujeto social privilegiado, libre de responsabilidades económicas o personales, cuyo responsabilidad principal es formarse para la vida adulta: La construcción social de la juventud como etapa de transición a la vida adulta o como moratoria social está estrechamente ligada a la expansión de la institución escolar. En los países industrializados en los que la educación superior se ha masificado, la “condición juvenil” tiende a definirse a partir de la “condición estudiantil” (Arango, 2004: 335) Prescriptivamente hablando, todos los jóvenes deberían ejercer el rol social de estudiantes, sin embargo, la mayoría de países han fracasado en garantizar una cobertura educativa del 100% en los distintos niveles académicos, y en consecuencia, la moratoria social ha entrado en crisis, especialmente en jóvenes de escasos recursos que se han visto obligados a trabajar y asumir la vida adulta desde una edad temprana. Mientras en la clase media y alta, la juventud puede disponer de su tiempo libre para el ocio, en los sectores populares, el ocio representa la exclusión de los jóvenes, tanto del sistema educativo cómo del mercado laboral: Son numerosos las y los jóvenes, particularmente de clase media, que si bien adelantan estudios universitarios, no pueden vivir la moratoria tan libre y liviana, en la medida en que ya no está garantizada como antes su inserción en el mundo adulto. (Arango, 2004: 315) La institución educativa, y para nuestro caso la escuela, surge con el fin de suplir la demanda de dicha moratoria social, y a pesar de que no está al alcance de todos los sectores sociales, la escuela debe su existencia al reconocimiento de los jóvenes como herederos del mundo social, como futuros ciudadanos. La película que intentamos analizar, retrata la vida escolar de unos jóvenes de octavo grado, cuya edad oscila entre 14 y 17 años, el aula de clase, se vuelve entonces, el espacio social sobre el cual vamos a trabajar, y los jóvenes de octavo grado, los actores sociales cuyas prácticas pretendemos reconocer.
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<…no es extraño que las definiciones acerca de la juventud o de la infancia que rondan la escuela, estén todas en función de formar al menor para que llegue a ser adulto y en el contexto de las sociedades capitalistas de mercado, ser adulto exitoso. Los jóvenes estudiantes son considerados valiosos si en el transcurso de su educación muestran disposición para cumplir con dicho rol> (Duarte, 2002:107. Citado en: Garcés, 2006)
La escuela, los agentes y sus conflictos
Entre Les Murs, muestra una escuela donde los jóvenes confluyen para desarrollar su personalidad, para confrontar nuevas personas y hallar identidad, pero esta misma realidad provoca conflictos y diferencias al interior del grupo; tal es el caso de Arthur, un chico gótico que recibe la burla de sus compañeros de clase debido a su vestimenta y modo de pensar; los góticos son una subcultura juvenil nacida en Inglaterra durante los años 70s, estos jóvenes adoptan una filosofía existencialista y pesimista del mundo que los rodea, filosofía de vida que se exterioriza en el arte y la música que componen, así mismo, su ropaje suele ser oscuro y adornado con taches de acero. Volviendo a la escena de Arthur, este sujeto apela a la libertad de expresión, a la melancolía y el derecho a ser diferente para explicar sus actos, ejemplo de lo que Giddens (1995) denomina: conciencia discursiva, es decir, la capacidad que todos los agentes poseen para exponer las razones de su obrar. Continuando la metáfora del cineasta Laurent Cantet: “La escuela es una metáfora de la sociedad”, vemos que efectivamente el salón de clase es un espacio donde conviven durante un año escolar, alrededor de 25 estudiantes, esto constituye una pequeña comunidad donde los agentes intervienen, interactúan, se expresan y generan una serie de prácticas sociales. Estos elementos involucran el habitus del estudiantado, un sistema de disposiciones duraderas y transferibles, que actúan como principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones. Según Bourdieu (1998), el habitus se incorpora en los agentes por medio de un proceso de socialización, este procedimiento no tiene límites temporales, sino que al contrario, el agente se va nutriendo a diario de nuevas experiencias. La construcción del habitus se da por medio de dos tipos de socialización: la socialización primaria, que se refiere a las primeras experiencias que aprehende el individuo en su niñez, ya sea de su familia o de su comunidad; y la socialización secundaria, donde el individuo ya ha incorporado algunas disposiciones y se confronta con nuevos sectores de la sociedad, dentro de este punto, la escuela juega un papel fundamental. La escuela es entonces un escenario de socialización, donde se ponen a prueba las experiencias aprendidas por cada uno de los estudiantes en la socialización primaria, allí también se emplea el entendimiento y la capacidad que tienen los agentes para registrar contenidos. La escuela posibilita los encuentros sociales entre estudiantes y profesores, pero cuenta además, con una distribución del espacio físico y una organización del tiempo que conlleva a la rutinización de la vida escolar.
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François es un joven profesor de francés que rechaza la rigidez que tradicionalmente caracteriza la enseñanza escolar; dentro de la película (y en su libro) se enfrenta a estudiantes de diferente procedencia, con hábitos y estilos de vida diversos: raperos, góticos, asiáticos, árabes, chicas y chicos tímidos, extrovertidos, etc. Lo primero que quisiera señalar en este aspecto, es la relación asimétrica profesor-alumno, diferenciada por el nivel de capital global y temporal entre los dos agentes. Si realizamos un plano del espacio social dentro del aula de clase, hallaríamos la siguiente estructura: Mayor capital global
Profesor
Estudiantes Menor capital global Es claro que el maestro, debido a su edad, bagaje cultural, status académico, y quizás, a sus ingresos económicos, se encuentra en una posición privilegiada y superior con respecto al conjunto del estudiantado; ese volumen de capital global le atribuye un poder simbólico sobre sus alumnos por medio del cual acatan su autoridad. A propósito, en una de las últimas escenas de la película François les pregunta a los estudiantes: ¿Qué aprendieron en el año escolar?, uno de ellos le responde que aprendió química, paso seguido el profesor le replica: ¿Cuál es el interés de eso? Y el estudiante le responde que no sabe: “si los profesores lo enseñan es porque tiene alguna importancia”. Existe una aceptación tácita de los conocimientos que imparte el profesor sin que el estudiante cuestione la importancia o necesidad de los mismos. En el trascurso de la jornada escolar se imparten unas reglas que deben ser acatadas por todos los agentes, ellas conforman unos procedimientos que permiten reproducir la estructura del sistema educativo: formarse antes de entrar a clase, quitarse la gorra, no hablar por celular, levantarse cuando un adulto llega al salón, etc. Los docentes son responsables de cumplir y hacer cumplir dicho orden social, para ello pueden acudir a recursos de autoridad cómo un regaño en público o sanciones normativas como la expulsión de la clase o de la escuela. Sin embargo, hay otro tipo de constreñimiento que está latente en la organización física del plantel educativo (constreñimiento físico), se trata de la dualidad que nos presenta la traducción al español de Entre les murs: la clase (como se conoce popularmente) o entre los muros. La escuela que nos muestra la película, es un lugar cuadriculado, encerrado
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en cuatro paredes, con afiches que aluden a la ciencia y el conocimiento. Los estudiantes no pueden escapar –si quisieran- de este riguroso recinto, su deber es cumplir rutinariamente un horario estipulado y ubicarse en el lugar apropiado, todo está regulado, a tal punto que el profesor, cuya ubicación es estratégica para la observación, puede apreciar sus gestos, sus actividades y su disposición frente a la clase. Los jóvenes, como agentes entendidos, conocen y aceptan el funcionamiento de la escuela, pero hay algunos cuya conducta rompe con las reglas escolares. Los profesores consientes de esta situación buscan estrategias para corregir la “conducta rebelde”, sin embargo, la sanción casi siempre termina siendo la misma: expulsión. Llegar allí involucra todo un proceso, donde los profesores deliberan las posibles soluciones al comportamiento del estudiante “desviado”: Souleyman es un joven afro-descendiente que reiteradamente vulnera la autoridad de sus profesores, es un estudiante disperso y poco participativo. Tras una acalorada discusión en el aula de clase, François compara con unas “vagabundas” la actitud de dos alumnas, situación que despierta la ira de Souleyman que intenta salir agresivamente del aula. Al realizar un movimiento brusco golpea sin intención a una de sus compañeras rompiéndole la nariz, se produce aquí un acto no intencional. El claustro de profesores resuelve llevar el caso de Souleyman al consejo disciplinario, donde decidirán si expulsar o no al estudiante. Previo a este acontecimiento, la chica que había sido golpeada aborda a François y le pide NO expulsar a su compañero, ya que si eso sucede, los padres no le permitirán seguir estudiando; Esta situación confunde al profesor de francés, quien siente la carga de tomar una decisión que pueda afectar negativamente el futuro del estudiante. Sin haber realizado nada, François reflexiona sobre las consecuencias no buscadas de la acción, si bien, el castigo pretendía corregir una conducta desviada, podría ser disfuncional si dejaba al chico por fuera del sistema educativo. Finalmente, François intenta persuadir -sin éxito- a los demás profesores quienes deciden en consejo disciplinario expulsar a Souleyman. Uno de los objetivos de François es motivar el aprendizaje de los alumnos sin recurrir al uso de la autoridad, para ello le fue necesario ingeniarse métodos que le permitiesen captar la atención de sus pupilos. Antes de que el papel de Souleyman cobrara tanta importancia en el desarrollo del film, el profesor de francés propuso a los estudiantes de octavo grado realizar un auto-retrato, la respuesta de Souleyman fue desinteresada por el trabajo, pues argumentaba que no le gustaba escribir y que su vida personal “solo le interesaba a él”; en un segundo intento, el profesor observo el interés de éste alumno por la fotografía, así que le pidió hacer el auto-retrato valiéndose de una cámara fotográfica, con lo cual, el maestro logró vencer la apatía del muchacho. La calificación dentro del sistema educativo, es una manera de valorar y clasificar a los estudiantes, sin embargo, muchas veces este sistema ignora las desigualdades culturales que poseen los mismos:
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Los estudiantes sólo son iguales formalmente a la hora de la adquisición de la cultura académica. En efecto, están separados, no por divergencias que podrían establecerse por categorías estadísticas y que difieren por una relación diferente y por razones diferentes, sino por sistemas de características culturales que comparten en parte, aunque no se lo confiesen, con su clase de origen. (Bourdieu, 2004: 37) La unidad estudiantil se basa en la identidad de sus prácticas, más no en unas condiciones similares de existencia, esto conlleva a una ceguera social que no permite ver en el estudiante su extracción de clase y las implicaciones que ello tiene en el desarrollo de sus actividades académicas. El sistema educativo deja de lado las desigualdades y centra su interés en el concurso, por medio del cual se da mayor valor a unos estudiantes sobre otros. Entre les murs refleja tal situación, por medio de una charla entre profesores sobre la implementación de un sistema de puntos, que evaluaría tanto el comportamiento cómo el rendimiento académico de los estudiantes. Hasta ese momento, las distinciones dadas a los estudiantes aplicados, habían despertado rencillas al interior del aula, ahora, estas valoraciones tenían más relación con la satisfacción de las expectativas del maestro que con una capacidad innovadora del estudiante; nos enfrentamos aquí a lo que Bourdieu llama tipo ideal de conducta estudiantil, muy similar a la conducta estratégica que propone Anthony Giddens. Los modelos de conducta profesional y de conducta estudiantil construidos según la hipótesis de la racionalidad de los fines y de los medios están, como se ve, igualmente alejados de la realidad actual. Así, profesores y estudiantes pueden estar de acuerdo en la denuncia a la pasividad de los estudiantes sin dejar por eso de disfrutar de las ventajas que les procura. (Bourdieu, 2004: 84) Contrario a esto, el estudiante debe reinventarse así mismo, no para seguir siendo reducido a la receptividad o a la contemplación del conocimiento, sino a formarse como un productor de dicho conocimiento. Más allá de que nuestro saber sea calificado o no, debemos prepararnos para calificarnos a nosotros mismos, esta es una invitación que nos hace Bourdieu con el fin de conformar un estudiantado autónomo, que supere las exigencias y limitaciones de la escuela tradicional. A pocos mintos de que la película finalice, surge una escena que quizás constituye uno de los hechos más obviados dentro del sistema de instrucción pública: una joven le comenta a François, que a diferencia de sus compañeros, ella no aprendió nada durante el año escolar, paso seguido la chica le expresa
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su desinterés por seguir en el sistema educativo, sin más explicaciones, tal confesión deja sin palabras al joven profesor. Vemos entonces, que el aprendizaje que ofrece la escuela no siempre constituye una motivación para los estudiantes, lo que explica también, la deserción que por diferentes razones advierte el sistema educativo. La escuela es un espacio social, en ella confluye un universo de identidades y posibilidades, no obstante, lo social involucra necesariamente a los agentes, es por ello que resulta maravillosa la última escena de Entre les murs: un salón de clases desocupado, sin vida, que no tiene sentido si no permanecen dentro de él unos sujetos que lo recreen: la escuela vacía es la metáfora de un pueblo fantasma.
CONCLUSIONES
La escuela es una institución compleja, debe su existencia a la demanda educativa de los jóvenes, pero su función es extraerlos de dicha condición para colocarlos en el mundo adulto y hacerlos dignos de una serie de responsabilidades personales, políticas y sociales. No obstante, la sociedad se ha desprendido de su responsabilidad con este grupo social, dejando a muchos de ellos a la deriva del ocio, el desempleo y la pobreza. Parafraseando a Marc Auge, los problemas de los jóvenes son problemas generales que afectan a todos los grupos sociales, pero resulta imperante no olvidar las particularidades de la juventud, a sabiendas que la situación inmediata de esta población involucra el futuro de la sociedad. Surge el deber de no permitir que la heterogeneidad inmanente a la juventud, sirva de cimiento para naturalizar las desigualdades sociales que existen dentro de dicho grupo social; la institución educativa debe ser el primer ejemplo de esta transformación, sobre todo en Colombia, donde la educación se ha elitizado al punto de volverse inaccesible para los sectores populares. Por supuesto, esta reflexión no podía extraerse de la película de Laurent Cantet, debido a las diferencias entre nuestro sistema educativo y el europeo; Allí se podía observar que los jóvenes tienen garantizado de manera automática, un cupo en la red de escuelas públicas de Francia, situación distinta de la nuestra, donde la cobertura en educación media no supera el 59% de la totalidad de la población (DANE, 2009). Así mismo, la película se queda corta para entender situaciones como el impacto del conflicto armado en las escuelas rurales, la educación étnica, o la influencia religiosa que se intenta imponer en algunos planteles educativos de nuestro país; solo por nombrar unos cuantos temas que no podría tratar la película de Cantet, puesto que son propios de los países tercermundistas.
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Σigma #11 SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EN EL MES DE MARZO DE 2011 EN LOS TALLERES DE IMPRESIÓN DE GUÍA PUBLICIDAD
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Σigma #11 FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS DIRECCIÓN DE BIENESTAR DIRECCIÓN DE BIENESTAR UNIVERSITARIO ÁREA DE ACOMPAÑAMIENTO INTEGRAL PROGRAMA GESTIÓN DE PROYECTOS
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