Aportes para una (auto)crítica de las prácticas horizontales, autónomas y anticapitalistas. (Versión 1.0) Introducción Quienes escribimos este texto hemos transitado y transitamos construcciones que promueven la autonomía del capital, la búsqueda de horizontalidad, las prácticas asamblearias y la crítica al burocratismo, entre otros rechazos resumidos en la idea de la autogestión. La intención de este texto es aportar a la autorreflexión sobre un extenso arco de prácticas que, con los mismos principios mencionados, han registrado un devenir difuso y poco problematizado. También pretende ser una invitación abierta a repensarnos, recapitulando sobre las situaciones a las que hemos arribado. Entendemos que las prácticas que alentamos en los distintos lugares en los que participamos no se hallan en auge en términos de potencia y número. El impulso que diciembre de 2001 significó en cuanto a la autoorganización popular declinó al tiempo que la delegación en las instituciones del estado capitalista recuperó su normalidad y legitimidad. Esto nos hizo más vulnerables frente a las políticas de los distintos gobiernos y aumentó la dispersión. Hemos constatado que cuando nos enfrentamos con obstáculos no encontramos lo mejor de nosotros para superarlos, pocas veces los tomamos como problemas a resolver. Creemos que si cooperamos y asumimos nuestros errores y debilidades, y damos lugar al intercambio crítico vamos a estar más fuertes y potentes. ¿Por qué ocuparnos hoy de hacer una autocrítica a nuestras prácticas? Porque compartimos una perspectiva sobre lo estatal, al menos enunciada como la construcción que no tiene como objeto al estado en tanto institución a la cual arribar o asaltar, y promovemos una fuerte crítica a las relaciones mercantiles de producción. Porque entendemos que no podemos atribuir enteramente a la lógica del capitalismo -ni a la acción del kirchnerismo o la izquierda partidaria- el estado de dispersión y debilidad en el que se encuentran las iniciativas que se emparentan con los principios mencionados. Porque nos hacemos cargo de un recorrido común del que tenemos algo para decir, sabiendo que existe una acumulación colectiva de experiencias en la que nos amparamos. Nos negamos a despreciar las vivencias comunes y rechazamos la idea de dejar que las experiencias colectivas que van surgiendo tengan que empezar siempre de cero, recorrer y sufrir una y otra vez errores ya cometidos en los movimientos sociales. Queremos asumir la responsabilidad de nuestra presencia allí donde estamos. No queremos que el devenir de ámbitos de coordinación o de los colectivos particulares quede librado a las imposiciones de la coyuntura. Porque no creemos que intentar tener una postura política clara, mediante debates fraternales para arribar a conclusiones provisorias entorpezca la apertura hacia nuevas preguntas, sino que es un paso necesario para poder avanzar.
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