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Fuertes en la Fe
por: William Castellanos • Devoto del Señor Sepultado de la Escuela de Cristo
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En las vísperas de la Semana Santa 2021, viene a la memoria lo que durante un año previo, los Devotos y Devotas vivimos en medio de una nueva realidad, tanto sanitaria como social, llevándonos a la valoración de aquellas pequeñas cosas que serian de suma fuerza en nuestra vida. En el tema que nos compete, la nostalgia invade nuestro corazón. Las túnicas se quedaron un año más guardadas, las mantillas delicadamente cocidas no estarán sobre la Devota Cargadora. Los braserillos, no inundaran las calles y alamedas con el inconfundible aroma del incienso, así como también, las largas y sigilosas filas de cucuruchos no flanquearan el Santo Entierro de Cristo.
Las calles de esta cuatro veces centenaria Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, monumento Colonial de América, La Antigua Guatemala, se engalanan para unos de los acontecimientos más grandes de la Fe Católica, la Pasión, Muerte y Gloriosa Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
En la intimidad del hogar, el sol se escabulle de forma magistral en los viejos ventanales de los hogares antigüeños. Dentro de los mismos, se reproducen los antiguos discos de acetato, que junto al aroma del corozo envuelven a los altares de velación domésticos hechos en un lugar preponderante del corazón. Hoy en día, las residencias se convierten en el punto de reunión para el rezo del Santo Viacrucis, evocando aquel ejercicio que devotamente realizaba el Santo Hermano Pedro. Las interminables charlas cuaresmales con la familia y con los amigos de toda la vida son acompañadas por un fresco del antañón chinchivir. Nostalgia que se va acrecentando, ya que el Devoto Cargador que por más de 50 años ha acompañado ininterrumpidamente el Santo Entierro de Cristo y que nuevamente con la Fe puesta en Dios lleva a su Señor Sepultado en el corazón. La Dama cargadora, que reza devotamente El Santo Rosario en el altar de Veneración doméstico, recuerda la salida de su amada Virgen de Soledad y como no olvidar al niño aspirante que ya crecido en estatura, su primer año de llevar en hombros a Jesús en la procesión grande del Viernes Santo tendrá que prorrogarse un año más.
Recordar a las personas que se han adelantado en el camino y que su encuentro con el Padre ha sido una realidad. Las largas jornadas penitenciales, se han convertido ahora en un evocación a implorar a Dios Nuestro Señor su Misericordia.
Si bien es cierto, es una Semana Santa distinta, las actividades acostumbradas tendrán otra singularidad, y el camino será con otros tintes, pero unidos como Iglesia Católica Universal, daremos gracias a Dios por esta oportunidad de crecimiento, naciendo en el corazón una vez más el Fervor y Devoción en la Escuela de Cristo, siendo Fuertes en la Fe.