El cuerno del unicornio

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El cuerno del Unicornio Inés Elvira Carvajalino Arévalo

I.E.C.A. “Iniciación en cada Alma”


Primera edición física: 1997 Primera edición virtual: 2009 Segunda edición virtual: 2018 Diagramado por: Camilo Ahumedo Revisado por: María Elvira López © Copyright Junio de 2018


El cuerno del Unicornio Inés Elvira Carvajalino Arévalo



“A mi adorada Ana María: Con el mismo infinito amor, que nos ha unido por siempre. ¡Gracias hijita! por elegirme una y otra vez, como compañera de camino.”



Introducción La magia es uno de los tesoros más valiosos, refundidos por la humanidad, en su proceso, de pérdida de la inocencia original. Recuperarla, significaría volver a creer; y volver a creer, abriría de nuevo las puertas... al Reino, donde todo es posible. Invitamos al niño que hay en ti, a recuperar esa inocencia perdida; a volver a creer, a volver a soñar... y a volver mágica, cada experiencia que la vida te otorga. Con infinito amor, Inés Elvira Carvajalino Arévalo



El cuerno del Unicornio Hace mucho, mucho tiempo, la Tierra era millones de veces más hermosa, de lo que es hoy en día. La naturaleza se desarrollaba en todo su esplendor, mientras toda la creación vibraba en armonía. El hombre vivía en medio de un mundo maravilloso, creado por el amor de un Dios, al que llamaban familiarmente PADRE. En aquel entonces, los hombres, los animales y la vegetación, compartían la faz de la tierra como hermanos. Las hadas y los gnomos, eran los guardianes de los bosques y algunas veces, los hijos de Dios, nuestros hermanos mayores, venían a la Tierra, para supervisar que no nos faltara nada.


En el medio de la Tierra, había un lugar mágico, conocido por todos como Paraíso; allí se reunían todos los tipos de flora y fauna... y como algo especial, se podían encontrar todas las topografías: desde valles, selvas, desiertos y montañas, hasta hermosas playas, a la orilla de un transparente y sereno mar. Esto hacía que Paraíso poseyera, una gran variedad de climas y paisajes. Uno de estos preciosos lugares, es el origen de nuestra historia... nada más ni nada menos, que el Bosque... de los Unicornios. Por aquel entonces, el Unicornio era considerado, un animal sagrado, que provenía de otro lugar en el Universo... específicamente, del Universo Central; conocido con el nombre de HAVONA, en el corazón del cual, queda la isla estacionaria de EL PARAÍSO, donde ha establecido Dios, nuestro PADRE, su morada. Así es que ya sabes de dónde, el hombre tomó el nombre de “Paraíso”, para denominar a este precioso y magnifico lugar, donde se desarrolla precisamente nuestra historia.



El Bosque de los Unicornios, era un lugar mágico... miles de Unicornios residían allí, entre verdes praderas cercadas por altos y frondosos árboles, que les protegían y aislaban del resto del mundo; ya que habían sido traídos del PARAÍSO del Padre, para multiplicarse en la Tierra. Su función primordial, era abastecer al hombre del conocimiento, que bien utilizado se convertiría en Sabiduría; pues era precisamente en su CUERNO, donde se encontraba... la Fuente de la Sabiduría. La entrada al bosque estaba restringida, siendo permitido su acceso, solamente a sabios, y a hombres de alta evolución espiritual. Como hemos dicho antes, las hadas y los gnomos eran los guardianes del bosque; y su Reina, era una hermosa doncella llamada ELEANA; elegida por los hijos de Dios, para cuidar y administrar tan preciada Sabiduría, entre los hombres de la Tierra.


ELEANA, era una de las hadas más amadas por el Padre, debido a su infinita Sabiduría, que manejaba inteligentemente, a través del tacto y la dulzura. Había sido elegida para venir a la Tierra, por sus innumerables méritos, y era amada y respetada por todos sus súbditos, y por los hombres que acudían a ella, cada vez que lo necesitaban, a través de sus Sabios y Sacerdotes. Cierta vez, de un país de Oriente, llegó un príncipe, llamado Amir. Había recorrido grandes extensiones de tierra y después de tres años de viaje, llegaba ansioso a Paraíso. Su misión era muy importante para él y su pueblo, ya que consistía, en aprender el arte de la convivencia, para que su pueblo pudiera encontrar, la paz anhelada. Por mucho tiempo, el Reino de Amir había sido castigado, por el odio y la muerte; y una lucha absurda de poder, se había apoderado de su gente, llevándoles a una guerra... entre hermanos.


El Reino estaba en ruinas, devastado por el afán de riquezas y poder que lo destruía todo, dejando a su paso... dolor, muerte y desolación. Amir era un joven de no más de 23 años, pero en sus grandes ojos negros, se percibía el brillo de un corazón valiente y lleno de esperanza. Su tez morena por las inclemencias del sol, solo contribuía, a hacerle ver aún más fuerte y decidido. Así es que al llegar a Paraíso, sólo dedicó un día, para descansar y acumular fuerzas para continuar su viaje; debía llegar cuanto antes, al Bosque de los Unicornios. Al día siguiente, antes de despuntar el alba, ya estaba listo para emprender de nuevo su importante tarea, así es que se dirigió presuroso, a casa del Sabio Alquimar, quien era oriundo de su misma tierra; y allí, le puso al tanto de su misión.


Alquimar, al conocer los pormenores de la situación, se apresuró a tomar algunas provisiones, y juntos partieron presurosos hacia el Bosque de los Unicornios, cuando apenas, el sol comenzaba a nacer entre las montañas. Al llegar al Bosque, el sol se ocultaba suavemente tras los grandes y frondosos árboles que cercaban la entrada, mientras una luna tenue y suave, empezaba a danzar suavemente en el azul y profundo firmamento, presagiando... el inicio de una nueva alianza. Las hadas y gnomos encargados de permitir el paso, verificaron quiénes eran los ilustres visitantes y abriendo su puertas, les permitieron la entrada. Amir y Alquimar empezaron a internarse en medio de un gran bosque.


Amir estaba sorprendido ante tanta belleza, los árboles majestuosamente parecían inclinarse a su paso, cerrándose tras él, como si reconocieran la entrada de un intruso. Se sintió observado, como si toda la naturaleza de ese hermoso lugar estuviera atenta a sus movimientos. Un delicioso silencio le permitía escuchar el murmullo del entorno, como si la fauna y la vegetación de ese bello paraje, susurrara, haciendo breves comentarios sobre él. Era la más hermosa melodía que había escuchado... como si toda la creación se uniera en un himno de alegría, para darle una cálida bienvenida. Finalmente, llegaron al centro del bosque, donde atónitos, no pudieron contener una exclamación, ante la visión que se proyectaba ante sus ojos. Verdes praderas semejando alfombras de hierba fresca, descansaban a la orilla del bosque, que entre su altos y frondosos árboles parecía abrazarlas. Quebradas, ríos, fuentes y cascadas, bañaban con sus cristalinas aguas el lugar, donde libres, complementaban el paisaje, pájaros, mariposas, y animalitos de todos los tipos y colores, que con su presencia, alegraban y embellecían ese pedazo de “Paraíso”.


Hasta entonces, no habían visto ni un solo Unicornio, y Amir no podía evitar, que su corazón latiera presuroso, cada vez que algún nuevo súbdito de ese Reino, hacía su aparición. De repente, su mirada se detuvo en un gran árbol, de ancho tronco y raíces sobresalientes; le llamó la atención, no sólo por su hermosura, sino porque se encontraba solo, alejado de los demás árboles, brillando por su elegancia como si fuera el Rey de todos ellos. Por un instante, creyó que se movía; como si sus raíces, fueran los brazos y piernas de muchos seres, que danzaban dulcemente para él. Admirado y extasiado, sin salir de su asombro, giró en sus talones para compartir sus impresiones con Alquimar, y se encontró cara a cara, con una hermosa manada de Unicornios, que parecían observarlo, intentando acercarse. Les observó boquiabierto, sin poder modular ni una sola palabra; su corazón latía apresuradamente, amenazando con salirse de su pecho, y sus negros ojos, no acababan de convencerse de lo que veían. Los Unicornios por su parte, saltaban agresivamente hacia ellos, para luego retroceder, como si quisieran conocerlos, pero sin atreverse a acercarse.


En un movimiento reflejo, Amir retrocedió, acercándose al gran árbol danzante... tropezando nerviosamente con una hermosa mujer, que parecía haber salido de él. Asustado dio la vuelta, y sus ojos quedaron clavados en unos hermosos ojos azul celeste, que en un instante le colmaron de amor, dulzura e infinita paz. Amir sintió, como si hubiera encontrado finalmente lo que buscaba; y como si después de tantas penalidades, pudiera descansar en ese sereno paraje, que esa mirada le brindaba. Correspondiendo con su mirada, recorrió el rostro de una joven de unos 27 años, extremadamente bella; deteniéndose lentamente, en unos hermosos labios rojos, que se entreabrían en una cálida sonrisa, mientras un largo cabello castaño, caía en ondas sobre su cuerpo desnudo, cubriéndolo, como único ropaje. - Bienvenido, dijo dulcemente. - Mi nombre es Eleana y soy la guardiana de este lugar.


Alquimar, cortésmente presentó a su príncipe y todos se dirigieron hacia aquel gran árbol, que era nada menos, que el palacio de Eleana. Allí, Amir pudo contarle todo lo referente a su pueblo y al objeto de su viaje. Sin embargo, sin proponérselo, cuando sus ojos se encontraron por primera vez, algo mágico había sucedido, tocando para siempre sus tiernos corazones... Amir y Eleana se habían enamorado. La cuestión es, que en aquellos tiempos, estaba prohibido a las hadas, enamorarse de los mortales; quienes precisamente por esta condición, morían; mientras que ellas,.. existían por siempre. Por un instante, una sombra de tristeza nubló su felicidad; pero Eleana, poseedora de la Sabiduría, sabía también, que el hombre a pesar de su condición temporal de mortal, era eterno, al igual que ella.


Así pasaron algunas semanas, en las cuales Eleana y Amir se conocían cada vez más y su amor crecía, haciéndose cada día más fuerte y permanente. Amir aprendía muchas cosas; sin embargo, el tiempo se agotaba y debía regresar a su Reino, llevando consigo el cuerno del Unicornio, que poseía la sabiduría, para que su pueblo aprendiera... el Arte del Convivir. Por su parte, Eleana debía realizar un viaje a la Isla estacionaria del Paraíso, con el fin de pedir autorización para su unión con Amir... y a pesar de que ninguno de los dos deseaba separarse, Amir comprendió las enseñanzas de Eleana: “No hay distancias cuando existe amor, pues vivimos en la mente y el corazón del ser amado, y él mora en nuestra mente y nuestro corazón.” Así es que el día de la partida, Eleana fue con Amir, a la pradera donde pastaban los Unicornios. Al verla, todos los Unicornios se acercaron a ella, inclinando suavemente su cabeza y sus patas delanteras, en un acto de amor y respeto hacia su soberana.


Ella, se acercó lentamente a uno de los Unicornios, quien dócilmente se dejo acariciar por su amorosa mano; luego rozó levemente su cuerno, que se desprendió de su cabeza, entre destellos de luz que semejaba un arco iris, reposando suavemente entre sus manos. Eleana le entregó el Cuerno del Unicornio a Amir y con la esperanza del futuro encuentro se despidieron, dirigiéndose cada uno a su destino.


Así pasaron siete largos años, al final de los cuales, Amir, trayendo consigo el cuerno del Unicornio, tal como había sido acordado, regresaba feliz al encuentro con su amada, que anhelante... esperaba por él. La boda se realizó con pompas y platillos, mientras la alegría de los novios, alimentaba los corazones de todos en “Paraíso”. Ambos sabían, que lo único que poseían, era cada momento presente; y estaban dispuestos a disfrutarlo a plenitud. Eleana le había explicado a Amir el proceso a través del cual, él envejecería y moriría; mientras que ella permanecería joven y viviría por siempre. Sin embargo, Eleana también le había enseñado a Amir, todo lo referente a su espíritu, explicándole que era eterno. De esta manera, se había creado un puente, que les uniría por siempre. Así, paso Amir su vida ... gozando de la belleza, amor y dulzura de su amada esposa Eleana, creciendo cada día en el conocimiento y la sabiduría que entre los dos, administraban en la Tierra. Amir envejeció al lado de Eleana y murió muy anciano, siendo amado y respetado por todos. El día de su muerte, una nueva estrella nació en el cielo...


Amir y Eleana habían hecho un pacto: se encontrarían a través del tiempo, pues ella siendo fiel a su amor, seguiría sus pasos, acompañándole en su largo recorrido de evolución, hacia Dios: el Padre; guiando siempre su camino, y brindándole los tesoros, de la anhelada sabiduría.


Así es como actualmente, en 1996, en un lugar más del mundo, se encuentra un alma, que ayer representó el papel de Amir y que hoy, puede ser cualquiera... “Sabes mamá, el otro día, que tenía que presentar unos exámenes en la Universidad, tuve un sueño... o una visión, no sé... ¡Fue una experiencia maravillosa! Estuve en un bosque, iba en busca del cuerno del Unicornio, pues es la fuente de la Sabiduría... Era un bosque inmenso... y los árboles majestuosamente, parecían inclinarse a mi paso, cerrándose tras de mí, como si reconocieran la entrada de un intruso. Me sentí observada, como si toda la naturaleza de ese hermoso lugar, estuviera atenta a mis movimientos. Una brisa suave, acarició una vez más los hermosos árboles, que se inclinaron aún más sobre mí, como si desearan observarme más de cerca. Sus troncos contenían fabulosas figuras en movimiento, como si estuvieran danzando. Un delicioso silencio, me permitía escuchar el murmullo del entorno, como si la fauna y la vegetación de ese bello paraje, susurrara, haciendo breves comentarios sobre mí. Era la más hermosa melodía que había escuchado, como si toda la creación, se uniera en un himno de alegría, para darme una cálida bienvenida.


Finalmente, llegué al centro del bosque donde atónita, no pude contener una exclamación, ante la visión que se proyectaba ante mis ojos... Verdes praderas semejando alfombras de hierba fresca, descansaban a la orilla del bosque, que entre su altos y frondosos árboles, parecían abrazarla. Quebradas, ríos, fuentes y cascadas, bañaban con sus cristalinas aguas el lugar, donde libres, complementaban el paisaje, pájaros, mariposas, y animalitos de todos los tipos y colores, que con su presencia, alegraban y embellecían ese pedazo de tierra. Hasta entonces, no había visto ni un sólo Unicornio, y no podía evitar, que mi corazón latiera presuroso, cada vez que algún nuevo súbdito de ese reino, hacía su aparición. De repente, mi mirada se detuvo en un gran árbol, de ancho tronco y raíces sobresalientes; me llamó la atención, no sólo por su hermosura, sino porque se encontraba solo, alejado de los demás árboles, brillando por su elegancia, como si fuera el Rey de aquellos árboles; como si sus raíces fueran los brazos y piernas de muchos seres, que danzaban dulcemente para mí. Admirada y extasiada, sin salir de mi asombro, giré sobre mis talones y me encontré cara a cara, con una hermosa manada de Unicornios, que parecían observarme, como queriendo acercarse...


Les observé extasiada, mi corazón latía apresuradamente, amenazando con salirse de mi pecho, mientras mis ojos, no acababan de convencerse de lo que veían. Los Unicornios saltaban agresivamente hacia mí, para luego retroceder, como si quisieran reconocerme; pero sin atreverse a acercarse. De repente, vi salir de aquel gran árbol, a una hermosa mujer que me sonrió amorosamente. Estaba desnuda, cubierta solamente por una larga y espesa cabellera color miel. No cruzamos una sola palabra, nuestras miradas se entrelazaron en un mágico momento, que pareció convertirse en una eternidad. No hablábamos con palabras, era como si interiormente estuviéramos conectadas... y sin lograr comprender cómo, supe que su nombre era Eleana y que era la Guardiana del bosque. Me preguntó qué quería, y yo le expliqué - sin hablar- el por qué, necesitaba la sabiduría del Unicornio; más específicamente, “su cuerno”.


Ella me sonrió nuevamente, inundándome de amor y serenidad; luego se acercó a un Unicornio, que pasivamente se dejó tocar por ella. Posó su mano levemente sobre su cabeza, apenas rozando el cuerno, que se desprendió entre destellos de luz, como si fuera un arco iris; cayendo suavemente sobre sus manos.



Luego se acercó nuevamente a mí, entregándome el cuerno; y yo prometí devolverlo a su dueño, aquella misma noche. Así debía hacerlo, pues la esencia de aquel ser, estaba en mis manos; y no sería justo, perjudicar a quien lo da todo por tu causa. Se sintió una dulce brisa brillante y regresé a este plano. Durante el examen, sostuve todo el tiempo el cuerno entre mis manos, sintiendo cómo los conocimientos, venían fácilmente a mi mente, fluyendo en libertad. Obtuve el 7º puesto entre 203 personas. Luego regresé al bosque y devolví el cuerno. Desde entonces, siempre que tengo algo importante, voy... a que me presten el cuerno.”


El cuerno del unicornio I.E.C.A. “Iniciación en cada Alma”


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