VÍRGENES PARA VESTIR Chelo Matesanz
info@espacioolvera.com C/Siracusa nº 8 3º D 41007 Sevilla. Spain +00 34 955 346 716 Textos: Sara Blanco y Chelo Matesanz Fotografía: Galería ESPACIO OLVERA Imagen portada, detalle obra “Verísimo”.2017. © de los textos: sus autoras y Galería ESPACIO OLVERA © de las reproducciones: sus autores
VÍRGENES PARA VESTIR Chelo Matesanz
Obra:”Inoculadora”.2017.Barro,oro,madera y pañuelo de encaje de Camariñas.154x56x40cm.
CHELO MATESANZ: Ideas y sensaciones que me han acompañado en este proceso.
Que los personajes sagrados se parezcan a la gente corriente, que hagan las mismas cosas. Los santos son personas normales, su vida virtuosa gana el cielo y la gloria. Por eso se pintan así, parecidos a cualquiera. Zurbarán pinta a la virgen niña durmiendo. Ella estaba leyendo y le vino el sueño de repente, la lectura le cansa. Como niña que es, se aburre, apoya su cabeza sobre el brazo y cierra los ojos; no quiere ser molestada, pero algo le perturba, parece ruborizarse, un sueño, seguro. Fascinación por un deseo abisal. El halo luminoso que rodea su cabeza, oro que no calienta. Detrás de la niña, un cacharro de barro y una flor una rosa, rosa. …Y me encuentro con los candeleros de vírgenes y santos. Candelero, también “soporte móvil para sostener velas”. Una luz que puede viajar, Moverse. Un esqueleto austero y resistente que sujetará y cargará con todo el ornamento que requiere la fiesta de celebración de la fe. Terciopelos, sedas, bordados, tentación de lo aparente… enganchados en el cuerpo de palos de madera. La sencilla estructura que se oculta bajo la artificiosa parafernalia de la indumentaria, de la luz, de lo que se ve porque se enseña.
La virgen “en candelero” está desnuda.Tiene cabeza y manos, nada más. Su cuerpo desaparece como tal, aunque mantiene escala y proporción. No es sustancia gozante. Sólo un desnudo sin atributos, así deben ser las vírgenes, ¿no?. Un tesoro, Fértil, como la tierra, que también es femenina. Alimento y vida. El barro, lodo infértil. La arcilla y el agua pueden ser una estructura estable, fuerte, formal. Versátil, por eso es la fibra vital de las civilizaciones, pero también cambiante, modular, sorpresiva y compleja. Una entidad viva, interactuando con cientos de compuestos y organismos, un ser que hace Es escultora. También se deja hacer con las manos, en un tiempo casi infinito, lento, que imprime a los objetos una naturaleza especial y sensible. Arte que anhela el contacto. Las niñas son vírgenes Zurbarán las representa también orando, Niñas que tienen delirios religiosos creen en poderes divinos o sobrenaturales Quieren obedecer y adorar, ser obedecidas y adoradas. La “virgen niña en éxtasis” estaba cosiendo un abecedario, terminando la última letra una “Z”.
Sus ojos se apartaron de la labor, de la vida cotidiana, y miraron al cielo, abiertos Un sentimiento fuera de los límites racionales Antes de la unión inefable, clava la aguja sobre el paño Junta sus manos en oración Contemplación infinita.
Detalle Obra:�Algo mudo.El Ideal que nodejaba de hablar�.2017.Tela cosida sobre lino.280x145cm.
Vista Exposición “Virgenes para vestir”.
Páginas anteriores. Obras de izq. a dcha. “Inoculadora”. 2017. Barro, oro, candelero y pañuelo de encaje de Camariñas.154x56x40cm/80x60cm. “Verísimo”. 2017. Barro y oro. 50x40x6cm. “Algo mudo. El Ideal que no dejaba de hablar”. 2017.Tela cosida sobre lino negro.280x145cm. Siguientes páginas, vista exposición.
VÍRGENES PARA VESTIR Chelo Matesanz Comienza febrero, época de carnaval, pero en Sevilla ya huele a Cuaresma y una gran parte de la ciudad cuenta los días que restan para el Domingo de Ramos. Si bien es cierto que festividades como la Semana Santa han ido perdiendo su carácter exclusivamente religioso, el amor que sentimos por nuestras costumbres más arraigadas nos lleva a seguir viviendo a golpe de calendario litúrgico. Y es que a pesar de nuestros esfuerzos por alcanzar un estatus de capital europea cosmopolita y laica, el peso histórico de ciertos referentes iconográficos asociados a la religión continúan inalterables, despertando un fervor insólito que –aunque sin duda mantiene una importante carga devocional– revela una emoción más relacionada con nuestro acervo cultural e identitario en un sentido más amplio. Para Chelo Matesanz (Reinosa, Cantabria, 1964), quien lleva varias décadas estudiando el comportamiento humano a través de los convencionalismos sociales, un tema como este es el pretexto ideal para desarrollar su trabajo artístico. Con “Vírgenes para vestir”, su primera exposición individual en Sevilla, Matesanz plantea una relectura de la imaginería procesional, haciendo especial hincapié en el modelo iconográfico de la “virgen de candelero” tan identificado con la ciudad. Sirviéndose de estas imágenes escultóricas pensadas en el Barroco para ser vestidas con suntuosas telas y abalorios, la artista cuestiona con su particular deje irónico –aunque bastante más comedido en esta ocasión– el poder que ejercen los preceptos de la tradición popular a día de hoy, especialmente en cuanto al papel de la mujer se refiere. Demostrando un cierto hastío por el artificio, Matesanz presenta sus “vírgenes” como cuerpos ausentes, esbozados esqueletos hilvanados sobre tela o precarios armazones de madera cubiertos por austeros ropajes que recuerdan más a la imaginería castellana o la pintura ascética de Zurbarán. Mujeres sin cuerpo, sin rasgos anatómicos que la identifiquen, se muestran como un tronco yermo donde no hay cabida para la sexualidad y tan solo cuentan con su rostro y sus manos como inocentes elementos de seducción. Son “vírgenes”, en su más clara acepción, concebidas únicamente para ser contempladas desde la lejanía, para embaucar desde la penumbra con la luz de su belleza sublime, una pureza inalcanzable por lo mundano.
Obra: “El sueño de traje de luces. Iba a matar a un toro”. 2017. Tela cosida sobre lino, bastidor de madera y abrigo gasa. 38x46cm.
Sin embargo, ante este tributo histórico, la artista se rebela, se resiste a permanecer impasible utilizando el humor como arma. Así, mediante la costura como recurso pictórico y, sobre todo, a través del trabajo de la cerámica –técnicas más relacionadas con la artesanía y con el rol arquetípico de la mujer en el arte– Matesanz reivindica una feminidad olvidada por los impuestos de la tradición beata. En los lienzos, llagas con reminiscencias anatómicas. Sobre los candeleros de madera, piezas escultóricas realizadas con arcilla, un material maleable, sensual y fácil de moldear, en las que la artista va creando formas orgánicas, sexuales, pero también florales y vegetales, íntimamente asociadas a la maternidad y a la fertilidad de la naturaleza. Estas piezas esmaltadas en rojos y dorados, recuerdan a la factura de la retablística barroca y hacen referencia directa a las bellísimas canastillas labradas de los pasos que acompañan a las imágenes en sus salidas procesionales. Como suele ser habitual en su producción, la artista se sirve de la temática como medio desde el que cuestionar estereotipos, desmontar prejuicios y desmitificar aquellas obsesiones humanas asociadas al folclore de forma más o menos evidente. En esta ocasión, incluso los títulos de las obras se convierten en una declaración de intenciones, todos ellos inspirados en la lectura de El misterio del cuerpo hablante1, un libro acerca del poder fisiológico que posee el lenguaje. Por ello, con la reunión de todas estas referencias, Matesanz busca un despertar metafórico del espectador a través del acto contemplativo, una forma de aportar luz ante la ingenuidad social, apelando también a la compleja conducta humana, siempre cargada de contradicciones. Sara Blanco. Enero .2018.
1 Araceli Fuentes. El misterio del cuerpo hablante, 2016. Ed. Gedisa
Obra: “De la mancha al agujero” 2017. 38x46cm. Tela cosida sobre lino, bastidor de madera y jersey de lana.
Obra:”Virgen para vestir. El acto”. 2017. Candelero pintado, falda de tela y pespunte. 109x56x40cm/80x60cm.
Obra:”Credulia”. 2017.Barro esmaltado, candelero de madera y falda de tela. 156x56x40cm/45x15cm.
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