la eternidad
javier benito martínez madrid marzo de 2018
escritura
estivibiem são paulo octubre de 2018
edición
esta publicación forma parte de estanteria compartida, un proyecto editorial menor y experimental de publicaciones de un interés especial en este mundo complejo y fascinante que habitamos.
«De mi cuerpo en descomposición, las flores crecerán y yo estaré en ellas, y eso es la eternidad.» · Edvard Munch
no existe y a la vez existe mรกs que ninguna otra cosa.
estoy sentado en una sala del segundo piso del museo del prado delante de unos cuadros costumbristas de Goya donde, en una tarde estival a las orillas del rĂo manzanares, imagino) tocan mĂşsica y bailan en corro un grupo de personas con una apariencia como de paz vacacional. como yo estoy ahora, a pesar de estar en un viernes de marzo.
escucho música en spotify, el último disco que acaba de sacar moby y que spotify me ha notificado. se llama “everything was beautiful and nothing hurt”.
es interesante cómo esta gente ignoraba de una manera incalificable que lo que hacía el pintor costumbrista que en ese momento les pintaba, y no se unía a los bailes... un día, eso que ese tío hacía, que era reflejar la realidad de su época, la realidad que él vivía, iba a tener un espacio “eterno” en el tiempo como es estar expuesto en este museo.
y me puedo imaginar en ese espacio, espacial y climáticamente, y posiblemente en el ambiente, aunque no sabría del todo qué tipo de música tocan. pero de todas formas, más o menos, puedo empatizar con lo que hay al otro lado de esta ventana temporal.
sin embargo no me cabe ni la menor duda de que está gente tan plácida que contemplo, jamás pudo empatizar conmigo, que les miro desde el futuro, escuchando música también, pero de otra manera, pasando un rato agradable, pero de otra manera...
no sé, me parece una suerte poder ser consciente de este hecho que me ocurre ahora mismo. la eternidad no existe y a la vez existe más que ninguna otra cosa. y gracias a quien conservó la realidad (buscando hacerla eterno, o no) ahora mismo puedo viajar en el tiempo. no es recíproco por parte de elles, ni de quién les pintó.
por lo que me parece un acto de generosidad desproporcionado. y quiero agradecerte este fragmentito de eternidad a ti, Goya, a ti, Prado, a ti, Pintura, a ti, Costumbrismo, a ti, Vida. Gracias.
Baile a orillas del Manzanares 1776 - 1777. Óleo sobre lienzo, 272 x 295 cm.
Cartón para tapiz con la representación de una escena popular de majos y majas bailando unas seguidillas, baile popular de la región de Castilla la Nueva y de Madrid, menos movido que el famoso fandango. La vista de las orillas del río Manzanares refleja con fidelidad, en el primer término, la zona del puente de los Pontones, y según Goya “a lo lexos se ve un poco de Madrid por San Francisco”. Se conservan dibujos de las orillas del Manzanares en el Cuaderno italiano de Goya (Museo del Prado, cat. D06860-D06177), y un dibujo del natural para el majo batiendo palmas (Museo del Prado, D04189). El tapiz resultante de este cartón estaba destinado a colgar en uno de los paños de los muros laterales del comedor de los príncipes de Asturias (el futuro Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma) en el Palacio de El Pardo en Madrid. La serie de la que forma parte se componía de diez tapices de asuntos “campestres” (todos conservados en el Museo del Prado, P00768-P00777), siendo su composición ya en estos años de invención del propio Goya, como consta en los documentos relativos al encargo.
informaciรณn de la obra obtenida de la pรกgina del museo del prado
https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/baile-a-orillasdel-manzanares/9a7fd0ca-37d4-40d5-8b1c-8d86394dd729
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