Equipo 4

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IV.- El Análisis Histórico Equipo 2 Integrantes: Lizbeth Carolina Vázquez González Santos Omar Alvarado Navarro Diana Guadalupe Sánchez Rodríguez Ilse María Ovalle Robles Estefanía Moreno Del Rio Anette Laura de la Fuente González


EL ANALISIS HISTORICO


¿ JUZGAR O COMPRENDER? • Es célebre la fórmula del viejo Ranke: el historiador no se propone más que describir las cosas "tal como fueron. • tete es eigentlich gewesen". • Herodoto lo había dicho antes "contar lo que fue, ton eontd>


Invitar al sabio al historiador a desapararecer ante los hechos • Puede leerse en ella, modestamente, un consejo de probidad; tal era, sin duda, el sentido que le dio Ranke. Pero también un consejo de pasividad. De esta suerte se presentan aquí, a un tiempo, dos problemas: • él de la imparcialidad histórica y el de la historia como tentativa de reproducción o como tentativa de análisis.


¿Pero hay un problema de la imparcialidad? • Éste no se plantea sino porque la palabra, a su vez, es equívoca. • Existen dos maneras de ser imparcial: la del sabio y la del juez.


• ambos caminos se separan. Cuando el sabio ha observado y explicado, su tarea acaba. Al juez, en cambio, le falta todavía dictar sentencia. Imponiendo silencio a toda inclinación personal


• Durante mucho tiempo el historiador pasó por ser una especie de juez de los Infiernos, encargado de distribuir elogios o censuras a los hÊroes muertos.


• la frase de Pascal: "Juzgando, todo el mundo hace de Dios: esto es bueno o malo."


• Una cualidad que el historiador debe tener es la:

«Comprensión». • Se refiere a no tomar la actitud de juzgar los hechos que ocurren en la historia. Es fácil inclinarse a juzgar, a condenar lo que sucede, pero sin embargo, nunca comprendemos bastante. Quien no este de acuerdo con nosotros, sea quien sea, pasa por una serie de malos antecedentes casi necesariamente. • La historia plantea situaciones donde, nos guste o no, para salir de malos pasos se necesitan enfrentamientos humanos.


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II. DE LA DIVERSIDAD DE LOS HECHOS HUMANOS A LA UNIDAD DE LAS CONCIENCIAS Nos dice que «comprender» no es una actitud pasiva, es decir, no nos excluye de la historia. El historiador escoge y entresaca de sus investigaciones aquellas semejanzas para hacerlas cercanas.


II. DE LA DIVERSIDAD DE LOS HECHOS HUMANOS A LA UNIDAD DE LAS CONCIENCIAS

• Además analizando las palabras y la forma en que se ordenan para dar significado, junto con la información del tiempo, lugar y la lengua de que se trate, podemos darnos una idea de la forma de expresarse cotidianamente. • Hay que tener en cuenta que, al buscar comprender los diversos fenómenos que ocurren en la historia no es factible tomar como referencia otros datos del mismo tema.


II. DE LA DIVERSIDAD DE LOS HECHOS HUMANOS A LA UNIDAD DE LAS CONCIENCIAS • Es importante tener en cuenta que los acontecimientos deben tener un orden cronológico, racional, que se pueda comprender, pues si no fuera de éste modo estaríamos negando la historia.

CLASIFICACIONES Al buscar clasificar la historia nos enfrentamos con el problema de aislar los hechos de las múltiples influencias que pudieron causarlo, sería separar el fenómeno, cosa que, en la realidad no ocurre puesto que todo está mezclado. Las clasificaciones que se basaran en falsas similitudes causarían problema, por lo cual el historiador debe probar las suyas (similitudes) con conciencia, y revisarlas, pues al tratar de clasificar los hechos pueden surgir distintos puntos de vista.


II. DE LA DIVERSIDAD DE LOS HECHOS HUMANOS A LA UNIDAD DE LAS CONCIENCIAS

• Es evidente que las conciencias tienen sus separaciones interiores, que algunos de entre nosotros se muestran habilísimos en forjar. Gustavo Lenotre se extrañaba de hallar tantos buenos padres de familia entre los terroristas. ;


Sin embargo, de ahí a negar la unidad fundamental del yo y las constantes interpretaciones de sus diversas actitudes hay mucho trecho. • Cuando el mercader medieval, después de haber

violado, a lo largo de todo el día, los mandamientos de la Iglesia acerca de la usura y el precio justo, iba a arrodillarse ante la imagen de Nuestra Señora y después, en el crepúsculo de la vida, acumulaba piadosas fundaciones limosneras.


• Nadie se atrevería ya a escribir hoy, sin más, que la literatura es "la expresión de la sociedad"; por lo menos no lo es de ninguna manera en el sentido en el que un espejo "expresa" el objeto reflejado.


LA NOMENCLATURA


Todo análisis requiere lenguaje apropiado. Un lenguaje capaz de dibujar con precisión el contorno de los hechos. Y que no tenga fluctuaciones ni equívocos. Los documentos tienden a imponer su nomenclatura: el historiador, escribe al dictado de una época cada vez diferente. Además, piensa según las categorías de su tiempo y, por ende, se expresa con las palabras de éste. Reproducir la terminología del pasado puede parecer un camino bastante seguro. Sin embargo tropieza en su aplicación. Sucede que los hombres, varían, en el tiempo o en el espacio. Esto es causa propia de la evolución del lenguaje las que producen la desaparición de la palabra, sin que de ningún modo varíe el objeto o el acto.


• Las condiciones sociales se han opuesto al establecimiento o al mantenimiento de un vocabulario uniforme. • Las hablas regionales se distancian mucho entre si, hasta en la designación de los objetos más comunes. Estas diferencias presentan hechos muy dignos de ser atendidos. • La historia no dispone como la química o las matemáticas, un sistema de símbolos. El historiador habla exclusivamente con las palabras de su país.


• Es evidente que donde triunfó el dualismo de lenguaje las sociedades se nos presentan, como a través de un velo de aproximaciones. • Hasta en las naciones más unificadas, cada pequeña colectividad profesional, cada grupo caracterizado por la cultura, posee su sistema de expresión particular. • La expresión y la interpretación, constituyen fuerzas concretamente eficaces.


• El vocabulario de los documentos no es, a su manera, nada más que un testimonio. Sujeto a crítica. • Todo término importante, todo estilo característico, viene a ser un verdadero elemento de conocimiento; pero únicamente tras haber sido confrontado con lo que lo rodea, considerando al autor, y su época.


Creer que la nomenclatura de los documentos pueda bastar para fijar enteramente la nuestra, nos trae al punto de anรกlisis.



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