Los vecinos del frente
Estela Sanchis
Los vecinos del frente
Estela Sanchis
13 de enero de 2013
Al mudarme a un piso nuevo a finales del pasado año, me llama la atención la vista desde la ventana del salón. Orientada hacia un amplio patio interior, su posición me confronta directamente con la ventana de un salón del edificio vecino, lo suficientemente lejana como para no ser indiscreta, pero lo suficientemente cercana como para suscitar curiosidad. Con el paso de los días puedo comprobar que esa curiosidad no es sólo mía, sino que ellos, los vecinos de enfrente, también acostumbran a mirar de reojo lo que ocurre en el interior de mi casa. Más allá, comienzo a notar que se dejan ver, que, siendo conscientes de mi presencia, actúan frente a esa ventana de la misma forma que nosotros, del otro lado, cambiamos de actitud cuando somos observados. Me intriga esta conducta, quisiera saber cuanto saben de nosotros, cuando sabemos nosotros sobre ellos. Dada la curiosidad que nos une decido ponerme en contacto con ellos.
14 de enero de 2013
El apartamento de mis vecinos se encuentra en el 4ª piso. Es el edificio más bajo de la manzana. Salgo a la calle, camino hasta la paralela y me dirijo al portal del edificio más bajo. Tengo suerte, solo hay un piso por planta, no hay lugar a confusión. Llamo al primero: “correo comercial”. Dentro solo hay cuatro buzones. El último tiene una pequeña hoja pegada con cinco nombres escritos con bolígrafo. Introduzco un sobre con una nota.
15 de enero de 2013
Estimados desconocidos: Soy vuestra vecina de enfrente y trabajo en un proyecto fotográfico sobre la figura del Otro. Tenemos una cosa en común, y es que compartimos parte del día a día a través de nuestra ventana. Me gustaría proponeros un juego, una especie de “quién es quién” que nos permita acercarnos sin necesidad de establecer un contacto real. Si estáis de acuerdo, por favor, dejad un mensaje en el buzón 20 del número 1 de la calle Salvador Almenar. En caso contrario colgad un cartel en la ventana que muestre vuestro rechazo y no volveré a molestaros. Un saludo, La vecina En el trabajo, suena el teléfono: - Estela, lo siento... hay una nota en la ventana. - ¿Y qué dice? - No lo se, no puedo verlo, no encuentro las gafas. Pasan unos angustiosos minutos mientras me hago a la idea de que tendré que tapiar esa ventana. Oigo pasos, creo que las ha encontrado. - Dice... dice... DE ACUERDO.
15 de enero de 2013
En el trabajo, suena el teléfono: - Estela, lo siento... hay una nota en la ventana. - ¿Y qué dice? - No lo se, no puedo verlo, no encuentro las gafas. Pasan unos angustiosos minutos mientras me hago a la idea de que tendré que tapiar esa ventana. Oigo pasos, creo que las ha encontrado. - Dice... dice... DE ACUERDO.
17 de enero de 2013
El juego es el siguiente: en cada mensaje realizo una pequeña descripción en base a lo que puedo conocer a través de la ventana. Ellos deberán hacer lo mismo en respuesta. Por cada acierto, uno de ellos posará frente a mí. No quiero ponérselo fácil, así que borro mi nombre del buzón para mantener el anonimato. Me cuelo de nuevo en el portal de mis vecinos y dejo otro mensaje. “Sois tres chicos y dos chicas, jóvenes entre 20 y 30 años, extranjeros. Al menos dos de los chicos son franceses, y una de las chicas, alta y rubia, alemana. Probablemente seáis Erasmus y por lo tanto estudiantes universitarios realizando carreras de letras o técnicas, pero no de ciencias naturales. Si estoy en lo cierto, mañana a las 21’00 delante de la ventana.”
18 de enero de 2013
Hola a todos, Primero, gracias por compartir tu trabajo con nosotros, ¡es una buena iniciativa! Si, estamos 3 chicos (dos son belgas y uno español) y dos chicas (una francesa y la grande rubia alemana). También hay ocupas a menudo... Todos tenemos entre 20 y 25 años, no estudiamos ciencias naturales ni letras. No deseamos divulgar más informaciones para guardar un poco el misterio del juego, pero saber que algunos de nosotros también quieren trabajar en el voyeurismo. Para seguir el juego, podemos decir que estáis 3 chicas y 1 chico entre 20 y 25 años, y que hay una pareja pero por el momento no tenemos más informaciones. Fdo: Los vecinos del frente
A la hora acordada pongo el trípode y ajusto la cámara, pero mis vecinos no me miran. No se han dado cuenta de que espero. Les hago luces. Me ven, se ríen, hacen gestos nerviosos y finalmente la chica grande rubia alemana se coloca frente a mi. Tengo mi foto. Me toca jugar.
18 de enero de 2013
A la hora acordada pongo el trĂpode y ajusto la cĂĄmara, pero mis vecinos no me miran. No se han dado cuenta de que espero. Les hago luces. Me ven, se rĂen, hacen gestos nerviosos y finalmente la chica grande rubia alemana se coloca frente a mi. Tengo mi foto. Me toca jugar.
26 de enero de 2013
Pasa el tiempo, y los términos de la relación que hemos establecido son tan inestables que me resulta inevitable sentir cierta tensión cuando paso cerca de mi ventana. Por su parte, la inusual confianza que “Los vecinos del frente” han depositado sobre mí al permitirme observar sus vidas, entrando en el juego y contemplando abiertamente la mía, me hace sospechar su relación con el mundo del arte. Les hago saber mi conjetura en un nuevo mensaje.
Como en la vez anterior, pido fotografiar a otro de ellos. Esta vez quiero que sea el que he decidido llamar Grégoire en base a los nombres que encontré en el buzón. Especifico la hora con un rótulo en mi ventana. Al momento no obtengo respuesta ni gesto alguno del otro lado. Sin embargo poco después y por primera vez mis vecinos cierran la persiana de su salón.
5 de febrero de 2013
Hace días que no obtengo respuesta ni señal de ningún tipo del otro lado de la ventana. Asumo que el juego se ha acabado.
reconozco sus facciones. Se trata de una foto en blanco y negro con calidad de fotocopia y expresión de ex-convicto.
No me conformo. Decido continuar por mi cuenta y tratar de averiguar algo más sobre Grégoire D.
La información pública me confirma que es belga y estudia Bellas Artes. Un enlace me permite acceder a la página del colectivo al que pertenece, donde puedo finalmente ver un conjunto de trabajos gráficos, fotográficos y audiovisuales entorno al voyeurismo.
Una primera búsqueda en Google no me ofrece resultados interesantes. Parece tratarse de un nombre común. Pruebo suerte en Facebook, y, de entre las fotos de perfil de los usuarios registrados con ese nombre,
1 de marzo de 2013
Tras varios meses observando, vivo la rutina de esos desconocidos como parte de la mía propia. Sé cuándo entran de casa, cuándo salen, empiezo a identificar cuáles son sus hábitos y quiénes son sus amigos. Se suceden las cenas y fiestas mientras les fotografío en la oscuridad. Examino con especial atención a Grégoire, que a diario trabaja con su ordenador delante de la ventana. Trato de no mostrarme demasiado. Al fin y al cabo no conocen mi nombre y probablemente tampoco puedan reconocer mi cara. Dada su pérdida de interés prefiero permanecer anónima.
12 de marzo de 2013
Notas - Grégoire
Los lunes y miércoles sale de casa a las 8’30. Cuando vuelvo a las 14’30 ya está ahí. Come entorno a las 14’30. Martes y viernes sale a las 15’30 y vuelve a las 18’30. Descargo horarios de asignaturas de la facultad. Posibles asignaturas: Taller de fundición, Proyectos de diseño o Fotografía. Cada día antes de dormir, sobre la 1’00, voy a la cocina y está trabajando en el sofá. Ayer me levanté a beber a las 3’00 y seguía ahí. Se queda solo, sus compañeros no están. Los jueves por la noche no está en casa. Suele quedar con amigos en la bodega Fila. Trataré de pasarme esta semana. Me pregunto en qué empleará tantas “Es probable. Tengo un alumno El viernes a una fiesta en Nylon. horas delante asistirá del ordenador, donde extranjero pero Si no el recuerdo su jueves no lo encuentro iré allí. permanece hasta altas horas de la nombre. Lo cierto es que no viene noche con aparente concentración.
Quisiera saber más sobre su trabajo, así que decido visitar a mi antiguo profesor de fotografía en la facultad de Bellas Artes. Me presento en su despacho con algunas copias de las fotografías que he estado tomando y le cuento mi historia. Le pregunto si reconoce a Grégoire.
mucho por clase. Una vez me estuvo hablando de un proyecto que tenía entre manos entorno al voyeurismo, pero no me contó mucho más. Siento no poder ayudarte.” Me despide con una extraña sonrisa que no acabo de saber interpretar.
12 de marzo de 2013
Me pregunto en qué empleará tantas horas delante del ordenador, donde permanece hasta altas horas de la noche con aparente concentración. Quisiera saber más sobre su trabajo, así que decido visitar a mi antiguo profesor de fotografía en la facultad de Bellas Artes. Me presento en su despacho con algunas copias de las fotografías que he estado tomando y le cuento mi historia. Le pregunto si reconoce a Grégoire.
“Es probable. Tengo un alumno extranjero pero no recuerdo su nombre. Lo cierto es que no viene mucho por clase. Una vez me estuvo hablando de un proyecto que tenía entre manos entorno al voyeurismo, pero no me contó mucho más. Siento no poder ayudarte.” Me despide con una extraña sonrisa que no acabo de saber interpretar.
8 de junio de 2013
A medida que pasan los meses crece cierta obsesión que me lleva a escudriñar a diario la vida virtual de Grégoire D. A través de comentarios con amigos puedo conocer dónde va a estar, lo que me lleva a moverme por esos lugares con mi cámara en busca de un encuentro casual que nunca llega... hasta hoy. Tras leer una conversación pública en una red social descubro que asiste a una fiesta en el río. Decido pasarme por allí como en ocasiones
anteriores, segura de que no podría reconocerme aunque chocásemos de frente. Una vez allí, entre la multitud, le encuentro por primera vez a menos de los 10 metros que separan nuestras ventanas. Me acerco todo lo que puedo, despacio, sin llamar su atención. Me tiemblan las manos. Espero hasta estar segura de que no me ve. Apunto y disparo.
28 de junio de 2013
Conseguir aquella foto ha logrado calmar mi obsesión. Reconozco que estas últimas semanas he descuidado las tareas de vigilancia. Sin embargo hoy algo ha llamado mi atención. Parece que mis vecinos abandonan finalmente su casa. Veo movimiento, cajas y maletas, y no puedo evitar sentir cierta nostalgia por todo lo que, sin saber, han compartido conmigo. Una de las chicas prepara la cena en la cocina. Tomo mi cámara para llevarme un último recuerdo. Y entonces oigo que alguien grita mi nombre justo en frente de mí...
13 de enero de 2013
Ă GrĂŠgoire pour son aide, ses belles images et son envie de jouer.
Todas las imágenes de la página izquierda pertenecen a Grégoire Dupont. El retrato de Grégoire fue extraído de la página web del colectivo Pécarré. Valencia, 2013