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92&21

Por Carlos Vázquez

El encabezado no es el título de una canción, tampoco la analogía de alguna relación amorosa dispareja -que suelen suceder-, lo cierto es que siendo tan distantes tienen algo en común. Los dos números tienen que ver con la edad sí, pero de dos clásicos de nuestra historia. Para los que amamos el cine, disfrutamos cada detalle, amamos los objetos del deseo, diseño, ¡los clásicos!, 2020 significó el aniversario de dos grandes creaciones.

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Año 2000, salta a la pantalla una historia, su protagonista: Patrick Bateman. El thriller gira alrededor del mundo casi perfecto de un corredor de bolsa; donde la ropa tiene más sentido que la piel. Bateman –interpretado por Christian Bale-, es un ser vanidoso, perfeccionista, que cuida minuciosamente tanto la elección de su vestuario, como los productos químicos para desintegrar sus cadáveres. Por un lado, Bateman es un exitoso corredor de bolsa con una afición por las marcas de lujo, y por el otro: asesina salvajemente con una sed que NO PUEDE CONTROLAR. Bateman trata de ser normal, ¡pero no puede! Intenta e intenta encajar en una vida normal, pero se convierte más y más en alguien desconocido, que va perdiendo el control de sus instintos y la sed de sangre. Patrick Bateman apuñala, decapita, amputa, desmembra o reserva mesa en Le Cirque o Wooster -dos de los restaurantes mas populares de la época en Nueva York-. American Psycho, se convertía en el escándalo intelectual del momento en EE UU. Bret Easton Ellis el autor, recibió entre amenazas de muerte, la condena de la feminista Gloria Steinem (paradójica e irónicamente la madrastra de Christian Bale) casi satanizando la creación de Mary Harron, la directora. Año 1929, Barcelona es la sede de la Exposición Universal (la primera se realizó en Londres en 1851), un gran evento que reúne a gran cantidad de países para mostrar su cultura, sus avances y propuestas en diversos temas como la tecnología, ecología, sustentabilidad, etc. En esa edición, surgía como protagonista el Pabellón de Alemania, edificio que hasta hoy es referencia de la arquitectura contemporánea, diseñado por Mies van der Rohe, uno de los arquitectos más influyentes de la historia. En la arquitectura pocos han sido los arquitectos que se han inventado un estilo de vida, Mies van der Rohe la construyó. No se hizo a sí mismo, se creó -contó su hija Georgia-. Mies buscaba cuadrar la relación entre persona y obra; justo en eso radica su arquitectura: restar hasta que todo encaje; su filosofía lo ha llevado a ser conocido como el máximo representante de la sobriedad moderna -lo que ahora conocemos como Minimalismo-. El pabellón de Barcelona para la Exposición Universal de 1929 representaba la Alemania moderna. El edificio –que puede visitarse en Montjuïch, Barcelona– parecía un Mondrian en tres dimensiones. Es considerada una obra simbólica del Movimiento Moderno y ha sido estudiada e interpretada exhaustivamente al tiempo que ha inspirado la obra de varias generaciones de arquitectos. Cristal, acero y cuatro tipos distintos de piedras (travertino romano, mármol verde de los Alpes, mármol verde antiguo de Grecia y ónice dorado del Atlas) fueron los materiales utilizados en su construcción. Lo que más resalta es el ideal de modernidad que expresaba a través del rigor de su geometría, de la precisión de sus piezas y de la claridad de su montaje.

Fotograma del Thriller American Psycho

Mies van der Rohe y Lilly Reich diseñaron, especialmente para el Pabellón, una silla a base de piel y perfil metálico que, con el tiempo, se convirtió en un icono del diseño moderno. Prueba de ello es que la silla Barcelona es un modelo que se produce y comercializa en la actualidad, lo vemos en infinidad de edificios, casas de famosos, aparece en todas las revistas de interiorismo o la tiene Tom Ford en una de sus casas. La Barcelona está inspirada en las sillas plegables y los apoyapiés en forma de X de los faraones romanos. El diseño original, previo a la aparición del acero inoxidable y la soldadura, consistia en patas atornilladas en forma de X y un cojín de piel de cerdo, de color marfil. En 1950, Mies rediseñó la silla haciendo uso de nuevos materiales, generando un diseño de líneas simples y pulcras, tal como se conoce hoy en día. Este icono del estilo modernista entró en producción comercial casi de inmediato, y en 1953 Mies entrega la licencia exclusiva de producción a Knoll (knoll-int.com), quien fabrica actualmente la silla Barcelona apartir de las especificaciones del arquitecto. Esta silla, la Barcelona, es parte de la escena en el departamento de Bateman en la American Psycho del 2000. Aún en medio del thriller -y que no queramos despegarnos del sillón-, la BARCELONA, moderna, majestuosa, con sus formas ondulantes, elegante en cuero negro, resalta en la escena. Un icono del siglo XX que cumple 92 años y sigue siendo tan actual como si fuera diseñada en 2021.

Silla Bacelona de knoll.com

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