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Devillana Camila Parker areina

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en Honduras

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La villana del royal fairy tale se corona como reina consorte. Los días en que fue la más odiada son pasado y Camila protagoniza un nuevo capítulo en la monarquía inglesa.

Nació el 17 de julio de 1947. Su familia era de clase alta, acomodada y con buenas relaciones, pero definitivamente no era de la realeza. Camila Rosemary Shand, como fue bautizada, creció en un entorno unido y cariñoso en una pintoresca finca familiar en Inglaterra. Hija de Bruce Shand, un oficial retirado del ejército y de la aristócrata Rosalind Cubbit, su familia siempre tuvo conexiones con la realeza, por lo que no sería de extrañar que en algún momento Camila conociera al heredero al trono. Estudió en una escuela en Suiza donde se graduó en literatura francesa y volvió a Londres, donde trabajó como secretaria para varias firmas en el West End. Luego fue recepcionista de la firma de decoración Sibyl Colefax, de la que fue despedida por llegar tarde después de haber ido a una fiesta. Era muy popular y desde mediados de los años 60 mantuvo una relación intermitente con el oficial del ejército británico, Andrew Parker Bowles, quien años atrás salió con la princesa Ana. En 1971 conoció al príncipe Carlos, la química fue inmediata, “ella era cariñosa, no tenía pretensiones y con toda la intensidad del primer amor, él perdió su corazón por ella casi de inmediato”, afirman biógrafos de la realeza. Pero el momento no era el adecuado, Carlos era muy joven y estaba haciendo carrera en la marina. Posteriormente se encontraron en un partido de polo en el que ella le dijo: “sabías que mi bisabuela Alice Keppel fue la amante de tu tatarabuelo, Eduardo VII, siento que tenemos algo en común”. Fue un comentario profético. Sin embargo, a finales de 1972, Andrew le propuso matrimonio y ella aceptó. Ese no fue el fin, todo lo contrario. Carlos y Camila se movían en los mismos

En 1971 se casó con Andrew Parker Bowles

Camila y Diana fueron a ver al príncipe Carlos competir en las carreras de Ludlow en 1980. Lady Di siempre supo que Parker Bowles, 14 años mayor que ella, era la tercera persona en su matrimonio.

Es amante de la jardinería y comparte con Carlos un profundo interés por la ecología

“Tienen la misma edad, el mismo sentido del humor y los mismos amigos. Ella es todo lo que Diana no era”, afirman expertos en realeza

Antes de morir, Isabel II expresó su “sincero deseo” de que a Camila se la conociera como “reina consorte”

Camila y Carlos siempre fueron amantes de los caballos y partidos de polo, en los que coincidían

Camila con sus dos hijos: Tom, gastrónomo y crítico de restaurantes y Laura , curadora de arte círculos sociales; el príncipe y Andrew jugaban polo juntos y la pareja pidió al heredero que fuera padrino de su primer hijo, Tom. En 1981, Carlos se casó con Diana Spencer, quien siempre supo que Camila era el gran amor en la vida del heredero, incluso la apodó Rottweiler,un sobrenombre que la acompañó durante años. Dos días antes de la boda real, Diana quiso cancelarla después de encontrar una pulsera que Carlos mandó a hacer para Camila con las iniciales F y G grabadas, símbolo de Fred y Gladys, los nombres con los que se llamaban cariñosamente. La infidelidad pronto fue pública, haciendo que Camila se convirtiera en la mujer más odiada de Gran Bretaña. No había manera de ocultar la relación, era demasiado evidente. Por eso a nadie le sorprendió que Andrew y Camila se divorciaran en 1995. Un año después lo harían Carlos y Diana. Tras la muerte de la princesa del pueblo, en 1997, el heredero se centró en sus hijos William y Harry y su eterna amante se retiró de la vista pública, aunque la relación continuaba. Seis años después se casaron en una pequeña ceremonia civil en Windsor Guildhall, con solo 30 invitados y la ausencia de la reina Isabel. Costó mucho tiempo y esfuerzo que Camila lograra la aceptación de los británicos. Pero finalmente su sentido del deber, sencillez y humor vencieron algunas reticencias. Considerada por algunos una mujer dura y astuta, a quien no le tiembla el pulso a la hora de hacer cumplir sus órdenes, Camila asumió gradualmente una posición destacada dentro de la familia real, desde viajar junto a la reina en la procesión de carruajes del Jubileo de Diamante hasta ocupar el trono del consorte en la apertura del parlamento. A estas alturas a pocos parecen afectarle las confesiones del príncipe Harry, que en su libro Sparela define como una mujer peligrosa. “Ellaerala mala,latercerapersonaenelmatrimonio;lerogamosa mipadrequenosecasaraconella,perofueimposible, terminamosaceptandoporlafelicidaddeél”, afirma Harry. Lo cierto es que a sus 75 años, después de décadas de pasar en la sombra, Camila es la esposa del monarca; una entusiasta abuela de cinco nietos que se escapa a relajarse en su casa en Wiltshire; presidenta o patrona de más de 90 organizaciones benéficas; defensora de las víctimas de violaciones y agresiones sexuales; una mujer con marcado interés por la salud, las artes, la literatura y los caballos y fundadora de un círculo de lectura en Instagram llamado TheReadingRoom.Después de soportar estoicamente las críticas y crisis mediáticas, la mala del cuento y víctima de la publicidad más adversa, consigue su final feliz quedándose con el monarca y convirtiéndose en reina.

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