Cuando asumió el cargo de procurador general de la República, Jesús Murillo Karam dijo que lo más grave en este país no eran las mafias del narco ni la inseguridad, sino la impunidad. En México no hay castigos. No hay culpables. En ninguna parte. Ni el ladrón de baratijas ni el capo ni el delincuente ni el pirómano de cuello blanco. Impunidad es lo que caracteriza la muerte del otrora gran “proyecto detonador del desarrollo económico de la zona centro del Estado”.