El Ayuntamiento zozobra en el naufragio. La expansión de la demanda y la contracción de los recursos federales es una parte del peso que lo ha llevado ahí. Otra está en la incompetencia y la corrupción. Se dejan crecer las ciudades y las necesidades de obras y servicios públicos cuando se sabe que se dispone de presupuestos restringidos hasta el agotamiento para atenderlas. Y se hacen crecer, en medio del endeudamiento –que crece y crece para pagar deudas- las nóminas y gratificaciones de los colaboradores de primera (que se colocan sobre todo donde fluyen los dineros), los gastos personales y los dispendios de la administración. Y sólo la alternativa de contener la rapiña burocrática y el crecimiento urbano, el de la demanda social, el de la administración y el del gasto corriente, puede evitar que se hunda por completo.