Cancún, la ‘joya turística del país’, es presa desde hace varios años de la delincuencia en todas sus modalidades. El crimen común (robos, asaltos, vandalismo, ataques sexuales, violencia familiar, pandillerismo, lenocinio, prostitución, invasiones de predios, homicidios, etcétera) las extorsiones, la venta de drogas, la trata de personas, la explotación infantil y las ejecuciones, son el pan de cada día de los cancunenses, quienes no sólo han perdido la confianza en sus autoridades municipales sino que en gran medida las identifican como el factor esencial de la promoción delictiva y la corrupción, y a sus responsables de la seguridad pública como la principal mafia que atenta contra ella, contra la paz social, contra los derechos ciudadanos y contra la legalidad y la justicia.