Sólo 53 militares mexicanos vigilan los 115 kilómetros del Río Hondo que divide a Belice de México en la frontera quintanarroense, y esa ausencia de autoridad propicia el tráfico de drogas y armas que abastecen al crimen organizado en el norte de la entidad, además del tránsito ilegal y la explotación de indocumentados, la trata de centroamericanas y el paso de todo tipo de fayuca y productos comprados o robados en Belice. Los habitantes de las comunidades aledañas aseguran que las armas que ellos ayudan a transportar a cambio de unos pocos dólares son las mismas que tienen atemorizada a la población de Cancún y Playa del Carmen. Los soldados, por su parte, aseguran que si el Gobierno federal dedicara mayor patrullaje a la zona se terminaría con la principal fuente de abasto de las bandas criminales que operan en las urbes turísticas del norte del Caribe mexicano. Pero hasta el momento las autoridades se han hecho de la vista gorda y el tráfico, las muertes y la impunidad aumentan cada