El problema es que el mayor de los problemas de la quiebra financiera y política del Municipio de la capital de Quintana Roo ni siquiera se ha entendido: es de los Municipios que más se colonizan en el país. La inmigración le llueve y lo satura de necesidades, de demandas, de rezagos, de delincuentes, de inseguridad. Si ni siquiera hay turismo; y si tampoco hay comercio ni actividad industrial ni rural, ¿a qué se habría de dedicar la gente que no para de llegar? Cosa de asomarse a la destartalada terminal de autobuses (donde no se aparece nunca un policía ni nadie se ocupa de darle el mínimo arreglo para que parezca por lo menos una estación de pasajeros de una ciudad de medio pelo y no el espantoso armatoste que es).