
11 minute read
La última palabra El corrosivo efecto Yohanet en las encuestas
LA ULTIMA PALABRA
EL CORROSIVO ‘EFECTO YOHANET’ EN LAS ENCUESTAS
Advertisement
Por: Jorge A. Martínez Lugo
El efecto de la candidatura verde
de Yohanet Torres, titular de Sefiplan del gobernador Carlos Joaquín, para diputada de la alianza Morena-Quintana Roo, hizo impacto corrosivo en las encuestas, que dejan ver un repunte de Laura
Fernández, un descenso de Mara Lezama, y una recuperación de José Luis Pech. Laura Fernández (PAN-PRD) se consolida en segundo lugar con 31.4%, a escasos 10.9 puntos de la “invencible” Mara Lezama (Morena.PV-PT), quien baja a 42.3%, mientras José Luis Pech (Movimiento Ciudadano) recupera espacios alcanzando 15.1%. LaEncuesta.mx dio a conocer su corte del 17 de marzo, de las elecciones en Quintana Roo, en las que Leslie Hendricks-PRI desciende a sus niveles promedio, 8.7% y
Nivardo Mena-MAS, se mantiene en 2.9%.
Este es el panorama, a dos semanas que comiencen las campañas, por lo que todos los equipos esperan que las aguas tomen su nivel para el arranque del 3 de abril. Entonces, comenzará otra etapa: candidatas y candidatos expresarán sus propuestas y saldrán a la luz fortalezas y debilidades; cadáveres en el clóset, de cada candidatura.
Mientras tanto, la guerra de las encuestas continúa y una sociedad altamente politizada, observa atenta, para expresar su voluntad en las decisivas elecciones del 5 de junio de 2022, para elegir nueva gobernadora o gobernador y la XVII Legislatura. Y usted tendrá la última palabra.
Chetumal, 170322.
PINCELADAS Pinceladas Santiago J. Santamaría Gurtubay

*Columnista Colaborador
NO ESTARÍA MAL QUE EN CATALUÑA Y EN QUINTANA ROO VOLVIÉSEMOS A VER ‘THELMA Y LOUISE’


Las decisiones que va adoptando el Gobierno catalán se asemejan a las que escogían las protagonistas ‘Thelma y Louise’: cada una de ellas hacía más difícil el regreso y la reconciliación con su vida anterior, y las abocaba a una huida alocada, arriesgada y de futuro difícil de gestionar. Parece que los dirigentes catalanes han decidido hacer lo mismo, pero, en este caso, arrastrando con ellos a los millones de ciudadanos de Cataluña. En este punto, es de lamentar la postura adoptada por partidos, supuestamente de progreso, al apoyar ideas que a lo largo de la historia han sido la causa de infinidad de guerras y responsables de millones de muertos. Esperemos que el futuro se cimente en Estados sin naciones.
La sociedad es un conjunto de intereses en conflicto, el principal desafío de las democracias representativas es gestionarlo. La crisis de la democracia representativa no es el resultado de la ola populista que recorre las sociedades avanzadas. Es su causa. Tampoco es la consecuencia directa de la recesión económica, aunque ésta haya podido contribuir a profundizarla. La crisis política se fraguó durante las últimas décadas en la progresiva desconexión de los partidos de la ciudadanía, tanto en España como en México: en su incapacidad para articular los intereses de aquéllos a quienes decían representar. ¿Qué puede sustituir a la democracia representativa? Unos dicen que la gente. Otros dicen que los expertos. Pero ninguna de estas propuestas es novedosa, pues el pulso populista y tecnócrata existe desde que surgió la democracia de partidos. Populismo y tecnocracia critican a los partidos desde ópticas opuestas: el primero los acusa de no responder a los problemas de la gente. La tecnocracia critica que estén sometidos al dictado cortoplacista de la opinión pública, por encima del interés general. Sin embargo, como apunta el politólogo Daniele Caramani, populismo y tecnocracia comparten algunas características. Una de ellas es que ambos asumen que existe un interés objetivo y común en la sociedad y

que éste puede conocerse, bien porque el interés general se equipara a la voluntad del pueblo (populismo) o porque se descubre a través de la razón y el procedimiento científico (tecnocracia). La segunda es que ni populismo ni tecnocracia están interesados en que los políticos rindan cuentas ante los ciudadanos. Como el primero asume que es la voluntad popular la que dirige el comportamiento de los políticos, el control de abajo a arriba resulta innecesario. En cambio, la tecnocracia considera que la ciudadanía no posee el conocimiento suficiente para evaluar las decisiones sobre lo público. Su objetivo es aislar al poder de la opinión pública. En definitiva, populismo y tecnocracia se alejan de la idea de sociedad como pluralidad de intereses en conflicto. Esquivan, así, el principal desafío de las democracias representativas: gestionar ese conflicto y los desacuerdos fundamentales en unas sociedades más complejas y fragmentadas.
Nada tienen de especial dos mujeres que se dan la mano. El matiz viene después, cuando lo hacen a 100 kilómetros por hora volando sobre el Cañón del Colorado y cortando la respiración a toda una generación de espectadores. Convertida en un clásico moderno, ‘Thelma y Louise’ cumple 25 años como un referente para Hollywood. Esta película demostró que otro cine era posible. Susan Sarandon y Geena Davis siguen hablando sobre ‘Thelma y Louise’ (hace poco en el Festival de Cannes), reivindicando su legado y, sobre todo, luchando para que el éxito de la película no se quede en una anécdota o una extravagancia.
‘Thelma y Louise’ es mucho más que un antes y un después en Hollywood. Es una fábula que de forma visceral nos sacude y nos invita a despertar del letargo. ‘Thelma y Louise’ deja marcado a todo el que la ve porque, aparte de ser una película sensible y madura, es un manual de supervivencia (quizá “supervivencia” no sea la pala-
bra adecuada) y si seguimos sus lecciones puede que no agrademos a todo el mundo, pero eso no es su problema. Mucho antes de que el selfie se llamase ‘selfie’, Thelma y Louise ya inmortalizaron este ejercicio de reivindicación personal: ellas no necesitan a nadie más para crear su álbum de recuerdos. Como en la vida real, su Polaroid no les permite repetir la foto si la primera no les gusta, así que ponen su mejor sonrisa, enfocan desde arriba y son felices con el resultado, por imperfecto que sea. No acepte imitaciones.
Quizá usted piense que no necesita aprender a robar un comercio, pero Thelma tampoco creía que le haría falta y miren cómo acabó. “Si nadie pierde la cabeza nadie perderá la cabeza”. Thelma es nuestra ladrona favorita. Puede que medio estado de Arkansas las esté persiguiendo y que cada nuevo giro en la historia las acerque a su fin, pero explotarle el camión cisterna al baboso que llevaba todo el viaje vejándolas sabe a triunfo. Tras años de ser despreciadas, ignoradas y humilladas por los hombres, estas dos forajidas se quedan como nuevas dándole su merecido a este cerdo sobre ruedas.
A veces nos enamoramos de alguien que nos acaba decepcionando. Pero Thelma ni siquiera puede hacerse la sorprendida: el autoestopista guaperas, Bradd Pit, le advierte sin pudor que es un ladrón, pero ella está tan excitada que prefiere dejarse embaucar por el cortejo chapucero del delincuente. “Yo soy un ladrón, pero tú me has robado el corazón” podría ser la dedicatoria de una carpeta del instituto, pero para Thelma es suficiente. No podemos culparla. Mientras Thelma apunta con un arma al policía para que se meta en el maletero, no deja de disculparse y agradecerle su colaboración. Ser una delincuente no significa que tenga que perder los modales y Thelma se despide con toda una declaración de intenciones: “sea bueno con su mujer, mi marido no fue bueno conmigo y mire cómo he acabado”.
Sí, le han robado 6,700 dólares. Sí, han vuelto a humillarla. Pero la cara de felicidad de Thelma cuando aparece en la cafetería como si acabase de salir de un huracán indica que ha merecido la pena. Puede que esto no sea demasiado feminista y Louise se revolvería en su tumba, pero sinceramente, si van a chulearte, por lo menos que estén buenos. Al principio de la película Thelma no quiere ni tocar esa pistola. Hacia el final de su huida, el instinto puro de supervivencia la convierte en una fiera, que protegerá con agallas esa dignidad que ha conseguido salvar. Un disparo certero es suficiente para volar por los aires el camión cisterna y, por extensión, cientos de años de heteropatriarcado. En la vida real, Geena Davis participó en los Juegos Olímpicos de Sidney en 2000 como parte del equipo estadounidense de tiro con arco. Cuidado con ella.
Tras dirigir ‘Alien’, ‘Blade Runner’ o ‘Legend’, Ridley Scott no era una elección previsible para esta aventura femenina de carretera. La idea fue de Michelle Pfeiffer y según Geena Davis es lo que ha conseguido que ‘Thelma y Louise’ sea un clásico atemporal. Según Davis, el sentido de la épica y la grandiosidad con el que Scott rodó la huida convirtió una película de bajo presupuesto en un deslumbrante espectáculo. El desierto, el asfalto, el polvo y las plataformas petrolíferas son un universo hostil en el que sin embargo las dos heroínas son libres. Eso no estaba en el guión, eso lo pone la cámara de Ridley Scott. Con Thelma y Louise aprendimos a desear que exista una copia de la película en la que las amigas acaban


bebiendo caipiriñas en Acapulco. Nunca antes habíamos apoyado tanto a unos criminales como cuando vimos esta película.
Aunque ahora resulte difícil de creer, hubo un tiempo en el que los dramas adultos daban dinero en taquilla. ‘Thelma y Louise’ es un ejemplo brillante de cómo el cine americano de aquella década sabía equilibrar las emociones: esperanza, miedo, satisfacción, decepción. Todo en su justa medida, todo en el momento adecuado. La película no nos trata como si fuéramos tontos, pero tampoco expulsa al espectador medio con torturados dilemas morales e intelectuales. Es una película con mil capas emocionales, todas complejas, pero ejecutada de forma sencilla. Es una película que puede disfrutar cualquier tipo de espectador. Es una película de las que ya no se hacen. Párese un momento a pensar en sus amigos y seres queridos. Imagine que necesita deshacerse de un cadáver. ¿Cuál de ellos le ayudaría sin hacer preguntas ni juzgarle? Quédese con esos, cuídelos.
Por si ‘Thelma y Louise’ no nos hubiese cambiado la vida ya, también le debemos el descubrimiento del mayor mito erótico de la década. Su pelazo, sus andares, su encanto irresistible y (citando a Thelma) “su precioso culo” definieron cómo debían ser los sex symbols de los 90: todos los que llegaron después eran versiones de Brad. Es paradójico que una película sobre la lealtad enfrentase a sus dos actrices a competir por el Oscar. Ninguna ganó. Jodie Foster logró el triunfo gracias a ‘El silencio de los corderos’ y desde entonces se considera peligroso enviar dos intérpretes de la misma película a la categoría de actor o actriz principal, pues se anularán entre sí. Es imposible montarse en el coche con una amiga y no decir “¡Arranca Thelma!” al menos una vez, aunque el destino sea Cancún o la Riviera Maya y no Tijuana. Muchos aprendimos que si alguna vez nos metemos en líos en Estados Unidos, lo mejor es salir pitando hacia la frontera con México. También aprendimos que los fugitivos nunca llegan porque sólo hay una cosa que se interponga entre Oklahoma y México: Texas, donde la pena de muerte sigue siendo tendencia.
Justo antes de que se desencadene la tragedia, Thelma se lo pasa bomba con su vestido de algodón blanco bailando country

en un bar de carretera. Sólo hay un tercer personaje femenino en la película: la camarera del bar donde agreden a Thelma que, sin conocerlas, advierte al policía de que “esas chicas no son asesinas” y que era cuestión de tiempo que el violador acabase como acaba. Amén, hermana. Hay una característica de la sociedad norteamericana sólo conocemos a través de las películas: todo el mundo tiene un arma en su casa. Y nunca acaba bien. Si tuviese lugar en España, ‘Thelma y Louise’ habrían acabado su aventura pescando en una casa rural en Segovia y en México deleitando una cochinita pibil en Cancún, frente a Bahía Azul, en el restaurante El Atajo.
Jimmy, el novio de Louise, le ofrece una vida de pasión y ceños fruncidos cuando ya es demasiado tarde. Pero demuestra quererla de forma implacable y la ayuda cuando más lo necesita. Jimmy es, junto al policía interpretado por Harvey Keitel, el testimonio de que hay hombres que merecen la pena por muy torpes que sean. La de ‘Thelma y Louise’ es probablemente la amistad más icónica del cine. Su lealtad es incondicional y sus reproches son pasajeros. Las dos amigas sólo se tienen la una a la otra, pero no necesitan más: se turnan para conducir, para cometer errores y para tomar decisiones. Y en ningún momento explican cómo se sienten. No hace falta.
En el mundo real, ‘Thelma y Louise’ se habrían entregado a la policía. Pero el espíritu de la película es libre: su final, como toda su aventura, debe ser en sus propios términos. Han llegado hasta ahí equivocándose, pero al menos son sus propios errores. Puede que ellas no hayan puesto las reglas del mundo en el que viven, pero durante dos días y medio mandan y eso es todo lo que importa. Geena Davis ha reconocido, decepcionada, que la película no cambió en absoluto la difícil posición de las mujeres en Hollywood. Y tiene razón. Al fin y al cabo, es sólo una película. Pero durante esas dos horas, las mujeres dominaron el mundo.