Pinceladas
Santiago J. Santamaría Gurtubay *Columnista Colaborador
EL ESPÍRITU DE ‘CIUDADANO KANE’, INMORTALIZADO POR ORSON WELLES, REGRESA PARA QUE LA PRENSA SOBREVIVA EN LA ERA TWITTER Y FACEBOOK La historia del apellido Hearst es en buena medida la historia de los periódicos. Lleva consigo un peso, un aire de autoridad de los grandes nombres que inventaron y reinventaron la prensa norteamericana. William Randolph Hearst III (Nueva York, 1949) es nieto de William Randolph Hearst, el magnate que transformó los periódicos a finales del XIX y los convirtió en un entretenimiento de masas. Aquel imperio se hundió en parte con la llegada de los medios audiovisuales. Hoy, la encrucijada de los periódicos no es muy distinta en gravedad y profundidad. “El negocio de los medios ha pasado por un cataclismo cada cierto tiempo”, arranca Hearst en una larga conversación con el periódico español El País en un hotel de Santa Mónica, California, una mañana de este otoño: “Es parte de la vida de este negocio”. Hearst es heredero de la fortuna familiar y aún se sienta en el consejo de lo que hoy es Hearst Communications. La empresa posee alrededor de una veintena de periódicos, entre ellos los diarios de bandera de dos de las ciudades más importantes del país, el San Francisco Chronicle y el Houston Chronicle. Además tiene alrededor de 300 revistas, entre ellas Cosmopolitan, Elle y Men’s Health. La parte más rentable del conglomerado es su propiedad del 20% que posee en ESPN, el canal de deportes en el que Disney posee el otro 80%. También tiene una importante cartera inmobiliaria. 7
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