El furor y los alaridos de los de siempre, que advierten conspiraciones arteras donde quieren verlas, no sirven contra las duras verdades. Greg ha sido, en la vida pública, la personificación del escándalo y la sospecha misma del delito. No se le acusa de algo menor, sino del asesinato de un general y de dos de sus ayudantes, donde participarían también colaboradores muy cercanos del candidato perredista preso y quienes eran responsables de la seguridad pública del municipio que éste ha gobernado; un equipo que estaría al servicio del cártel de los Beltrán Leyva y de los Zetas. El PRD y los partidos de su coalición conocen muy bien la historia de esas investigaciones y el nudo de otras acusaciones de fraude que se ciñe sobre el cuello de su candidato.