Nadie sabe nada. La delincuencia juvenil se reproduce y las autoridades no saben qué hacer con ella. El suicidio se multiplica y las autoridades ni siquiera entienden las causas del mal. El alcoholismo y las drogas inutilizan a cada vez más jóvenes y la explicación de las autoridades es un ilustrativo catálogo de sandeces. Cancún es una ruina y sus gobiernos su principal problema. Las escuelas producen peores ciudadanos, y funcionarios y representantes populares cada vez más inoperantes y mediocres, y los maestros irresponsables e incompetentes trabajan menos y suman cada vez más días de asueto al amparo de su corrupto e invencible sindicato. El lumpenaje público se generaliza y estimula la plaga de la indigencia social y moral. El pandillerismo y todas las formas del crimen se apoderan de Playa de Carmen y arrasan con todo el norte del Caribe mexicano.