La calidad de la gestión municipal es la del federalismo. Si el Municipio no funciona el Pacto Federal está jodido. El Municipio Libre siempre había sido una soberanía ficción; siempre estuvo subordinado. Y mientras hubo dinero o capacidad política de control o ambas cosas, el centralismo de facto podía ser llevadero porque era propio de la ontología mexicana: el federalismo no era más que una utopía liberal pretenciosa y su Derecho de origen una entelequia constitucional. Pero ahora hay un remedo de democracia, no hay capacidad de control político y no hay ya riqueza petrolera, el mundo está en quiebra y no hay dinero. Y en municipios turísticos como Benito Juárez hierve la demanda indigente, la expansión urbana es un negocio privado, y los créditos que se contratan no son para inversión pública, sino para gasto corriente.