La Cumbre antidrogas de Cancún era lo último que necesitaban el mundo y el país para combatir al narco. Por lo menos si nos atenemos a lo que se hizo público. Y el exembajador Pascual le ratificó al Gobierno mexicano, en público y a los cuatro vientos, las verdades que le transmitió en privado al suyo cuando era embajador, y que Wikileaks dio a conocer al mundo, acerca de la ineficacia de Calderón en su lucha contra el narco. Por el escándalo del presidente mexicano en torno de esas confidencias, Pascual dejó la embajada. Ahora dijo lo mismo: en México las instituciones no funcionan y por eso el narco les pasa encima. En Estados Unidos hay más pandillas y más droga y el uso de las armas es más libre. Pero los criminales no se atreven contra la ley porque el Estado los aplasta. El problema no está allá sino acá, donde no hay ley ni liderazgo.