Los Gobiernos de los tres niveles de la República andan al hilo del abismo -dicen, entre otros, los empresarios del sur del Estado-, y los funcionarios sólo asumen medidas contingentes y de coyuntura para salvarse (como la de despedir trabajadores de manera arbitraria y selectiva para simplificar unos gastos de nómina que se recortan donde más daño hacen: en lo más bajo de la escala del ingreso laboral y sin la mínima revisión de los expedientes de antigüedad y competencia profesional), y sin castigar a los culpables de la quiebra ni meterle mano a los verdaderos despilfarros de la administración –propios o ajenos- que han provocado la crisis. El problema más grave, dicen los empresarios y demás voces de la opinión pública, es que no se tiene capacidad para generar estrategias alternativas de inversión y empleo.