Y es que no se concibe el triunfo de Mandela contra el apartheid sin los más de trescientos mil soldados enviados por Fidel al África esclavizada, sin su histórica victoria definitiva en Cuito Cuanavale (Angola), sin su liberación absoluta de Namibia, y sin el financiamiento de Kaddafi a la causa contra los afrikaners, cuando el negro más negro y más blanco y universal del mundo entero seguía picando piedra y escribiendo con el corazón -en su celda de dos por dos y de 27 años de encierro de Robben Island-, que él era el amo de su destino y él era el capitán de su alma…